Capítulo 36

El llanto de Henry la despertó de un sueño profundo. Se levantó como un zombi y fue a su habitación. El niño estaba sentado en su cuna, con la cara llena de lágrimas. Cuando la vio, extendió los brazos hacia ella, desconsolado.

-Hey, ¿qué te ocurre, chiquitín? -JJ lo cogió en brazos y el niño dejó de llorar.

Se sentó en la mecedora que tenía junto a la ventana y arrulló al pequeño en su pecho. Se aseguró que tuviera el pañal limpio y seco y que no llorara por eso y se meció lentamente mientras acariciaba la cabecita de Henry y tarareaba una nana en voz baja. El bebé poco a poco fue quedándose dormido de nuevo.

Estaba amaneciendo, y mirando las vistas maravillosas que la naturaleza le ofrecía, pensó en cómo había sido su vida los últimos dos años.

Cuando se quedó embarazada de Henry, y después de que Will la dejara, creyó que su vida se iba a complicar. Siempre había soñado con ser madre, pero no madre soltera, con la dificultad que eso conllevaba. Sin embargo, ella solía crecerse ante las dificultades, y resurgió de sus cenizas. También el apoyo de su equipo esos meses fue muy importante para ella.

Y cuando nació Henry y le diagnosticaron la cardiopatía, volvió a sentirse perdida. Pensó que no sería capaz de hacerlo. Pero una vez más, la ayuda y el apoyo del equipo le demostró que no estaba sola.

Y la vuelta de Will la desconcertó. Al principio, tuvo la tentación de pasar de él igual que él pasó de ella, pero ya no se trataba sólo de ella, sino que ahora también estaba Henry (y que él la hubiera amenazado con demandarla y pedirle la custodia, tuvo algo que ver). Si Will demostraba que era un buen padre y se preocupaba por su hijo, entonces todo estaría perdonado.

No obstante, tenía claro que su relación se basaría solamente en su condición de padres de Henry, nada más. Cuando Will la dejó meses atrás, cuando más lo necesitaba, perdió todo el derecho de mantener una relación formal y de pareja con ella.

Y ahora, había pasado ya un año desde que ese pequeño bebé que llegó con una malformación en el corazón, había llegado al mundo, cambiando a mejor la vida de todos.

Besó la cabeza de Henry, dormido ya desde hacía un rato, y cerró los ojos. Minutos después, estaba dormida.


Emily le estaba haciendo carantoñas a Henry, que reía ruidosamente sentado en su trona. JJ estaba dando los últimos retoques a la comida. El equipo iba a ir a celebrar el cumpleaños del niño, y la morena se había acercado un poco antes.

-Es increíble cómo pasa el tiempo ¿eh? Mira cómo estábamos hace un año, y ahora…-Emily acarició suavemente la cabecita de Henry.

-Dímelo a mí. Fue el mejor y peor día de mi vida, todo junto y al mismo tiempo -señaló la rubia sacando una botella de agua de la nevera.

-¡Pero Henry está perfecto! Y es su primer cumpleaños, vamos a quedarnos con eso.

En ese momento, sonó el timbre de la puerta. Poco a poco, el equipo fue llegando. También Carla, la chica que cuidaba a Henry cuando sus padres trabajaban. El último en hacerlo, fue Hotch.

-Siento llegar tarde, y sin Jack -sonrió avergonzado mientras le pasaba el regalo-. Pero estaba algo resfriado y no quería que contagiara a Henry, así que lo he dejado con Jessica.

-Está bien, no hay problema -JJ lo guio a la sala, dónde ya estaba el resto del equipo.

El niño era la atracción de todos, como en cada reunión en la que estaban todos juntos. Y aunque todos se habían dado cuenta de algo, fue Jordan la que finalmente se atrevió a preguntar.

-¿Y dónde está Will? Creímos que también estaría aquí.

-Debería darle vergüenza, perderse el primer cumpleaños de su hijo -murmuró García, lo suficientemente alto para que la rubia lo escuchara.

-Llegará enseguida, se le ha complicado la cosa en el trabajo -respondió mirando de reojo a su amiga.

Y como si lo hubieran invocado, el timbre sonó, revelando así la presencia del policía, que se sintió incómodo y totalmente juzgado cuando entró en la sala.

-Voy por la tarta y luego abriremos los regalos ¿vale?

Fue un rato agradable para todos con el pequeño rompiendo papel de regalo y entusiasmado con sus juguetes nuevos. JJ sacó muchas fotos para enviárselas a su madre, que no había podido asistir.

-Se ha tenido que quedar cuidando a mi tía, que se ha caído y se ha roto la cadera. Tiene ochenta y dos años -explicó.

Cerca de las cinco de la tarde, todos se despidieron y se fueron a casa. Sólo Will se quedó un rato más. Henry dormía plácidamente con su cabeza apoyada en su hombro, mientras él ayudaba a la rubia a recoger.

-Me hubiera gustado poder llegar antes Jayje, pero me fue completamente imposible.

-Lo sé, no te preocupes. Sé cómo es tu trabajo, al igual que el mío.

Terminaron de recoger, y Will acostó al niño en su cuna.

-¿Te apetece tomar una copa de vino conmigo y charlar? -vio la mirada de asombro del policía-. Como dos personas civilizadas que comparten la crianza de un pequeño niño maravilloso. Nada más -se limitó a aclarar.

-¡Claro!

Se sentaron en el sofá, abrieron la botella y se sirvieron una copa. Y se relajaron olvidándose de todas las diferencias y dificultades que en algún momento, los habían separado.


Ocho días después, Hotch se despertó al amanecer. En realidad, apenas había cerrado los ojos en prácticamente toda la noche. No podía dejar de pensar en la fecha que era; en cómo por su culpa, Jack estaba creciendo sin su madre.

Llevaba repitiéndose lo mismo todo el año, aunque Jessica y el resto le intentaran quitar esa idea de la cabeza. Sabía que pasado el tiempo pensaría diferente, pero ahora mismo, la culpa lo comía por dentro. Sobre todo, cuando miraba a su hijo.

Había sido un año difícil para Jack, pasando por diferentes estados, y aunque parecía estar mejor y que poco a poco lo iba superando, al llegar Diciembre su ánimo volvió a decaer. Era demasiado pequeño para saber de fechas y aniversarios, pero intuía que se acercaba algo importante. Sobre todo cuando Jessica lo abrazaba un poco más fuerte de lo normal y la abuela lloraba al verlo en los últimos días.

La noche anterior, al acostarlo, le había dicho que al día siguiente no iría al colegio ni él a trabajar, se tomarían el día libre. No quiso explicarle más, quería que al menos él pasara una buena noche.

Se levantó y preparó el desayuno para los dos. Jack apareció unos minutos después, arrastrando los pies y con su peluche favorito apretado entre sus brazos. Lo miró somnoliento mientras se sentaba a la mesa.

-Hey buddy. ¿Qué te parece si después del desayuno vamos a comprar unas flores y se las llevamos a mamá? -preguntó arrodillándose frente a él.

Jack lo miró un instante y luego se metió en la boca una cucharada llena de cereales, finalmente asintió. Hotch le alborotó el cabello antes de levantarse.

Un rato después, ambos salieron de casa bien abrigados. El sol brillaba en el cielo, pero era Diciembre y hacía mucho frío. Pararon en una floristería, y Jack escogió un bonito ramo de rosas amarillas.

Pasaron un rato en el cementerio, donde ambos hablaron con Haley. A Hotch se le llenaron los ojos de lágrimas cuando escuchó a su hijo decirle a su madre que la echaba de menos. El pequeño se abrazó a sus piernas mientras se despedían de ella. Luego volvieron a casa.

Jessica le había dicho que no pasaría por casa ese día, que lo pasaría con sus padres, así que estarían solos. Vieron los álbumes de fotos y los vídeos de Haley, y a última hora de la tarde, Hotch lo convenció para ver una película de superhéroes. La mirada del niño se iluminó por primera vez en todo el día.

Llevaban media hora de película cuando sonó el timbre. El agente echó un vistazo de reojo al pequeño, que no despegó la mirada de la pantalla, y fue a abrir la puerta.

-Erin, ¿qué te trae por aquí? -sonrió levemente a su jefa, que parecía un poco incómoda.

-No quiero molestar, pero os he traído algo de comida -le tendió un par de tuppers-. Supongo que no tendrás ganas de cocinar estos días. Descansa y cuida de Jack, Aaron.

Se dio la vuelta para irse, pero él la cogió suavemente del brazo.

-¡No te vayas, Erin, por favor! Quédate un rato. Estamos viendo una película.

Los ojos tristes del agente la conmovieron, así que asistió y entró detrás de él. Mientras Hotch dejaba los tupper en la cocina, ella se quitó el abrigo y lo dejó en el perchero. Luego se sentaron cada uno a cada lado de Jack. El niño miró a Erin, se acercó a ella y apoyó la cabeza en su brazo. Ella miró a Hotch, que le sonrió con tristeza. Erin pasó el brazo por el pequeño cuerpo del niño y lo apretó contra su pecho.

Continuará…