Capítulo 42
El ambiente en el sexto piso una semana después de la muerte de la agente Prentiss era de tristeza. Y no sólo su equipo notaba su ausencia, si no también los agentes auxiliares sentían la falta de alegría y buen humor que caracterizaba normalmente a la agente.
Cuando Strauss pasó lentamente por el bullpen hacia la oficina de Hotch, pudo sentir la tristeza y el desánimo de todos. Morgan y Reid trabajaban en completo silencio, pero sus caras reflejaban el dolor que sentían. La mesa de Prentiss seguía, de momento, tal y como ella la había dejado.
Hotch escribía en el portátil con el ceño fruncido. Strauss pensó fugazmente si algún día cambiaba de expresión. Llamó suavemente y entró sin esperar respuesta.
-He leído ya los informes que me has enviado de la terapia del equipo -él la miró mientras se sentaba-. Pero falta uno.
-¿Uno? Creí que estaban todos…-respondió mientras comenzaba a buscar entre los papeles.
-Aaron -ella colocó una mano sobre la mesa, se detuvo y volvió a mirarla-. Falta tu informe. Has querido que el equipo hablara contigo y no con un terapeuta, y me pareció bien, pero tú necesitas hablar con alguien también.
-Morgan me dijo lo mismo -contestó con seriedad.
-Tiene razón. Lo que ha pasado ha sido…duro para todos, pero no puedes guardarte dentro lo que te provoca. Debes hablarlo.
Hotch la miró un instante antes de poner los codos sobre la mesa y enterrar la cara entre las manos.
-Sé que era lo mejor para Emily, pero no puedo dejar de pensar que…podríamos haberlo arreglado de otra forma -dijo al cabo de un rato-. Les estoy mintiendo a la cara, Erin, cuando en realidad sé que Emily está viva en algún lugar.
Ella bajó la mirada y asintió despacio, haciéndole saber que se sentía de la misma forma. Ella no tenía la misma relación con el equipo que Aaron, pero guardarse un secreto así también le estaba pasando factura.
-Es difícil, pero piensa que lo que hemos hecho le está salvando la vida a la agente Prentiss. Y cuando Doyle esté entre rejas, podrá volver a casa.
-Esto va a traer consecuencias, Erin. Tal vez para todos -dijo él con tristeza.
-Pero estamos salvando una vida. El resto, ahora mismo, es irrelevante.
Se levantó y antes de marcharse, le recordó que hablara con el terapeuta. Hotch se quedó mirando cómo salía de su oficina y seguía su camino por el bullpen.
Sabía que Strauss tenía razón: debía hablar con alguien. ¿Aunque cómo hacerlo sin desvelar la verdad? Ya se preocuparía por eso más tarde, de momento, tenía trabajo que hacer.
Rossi estaba asomado a la ventana de su oficina cuando vio pasar a Strauss. Supuso que estaría echándole un ojo a Hotch. No le vendría mal, porque desde hacía una semana, estaba distinto. Al igual que todos, por otra parte. Sólo esperaba que no lo molestara demasiado.
La pérdida de Emily había sido un duro golpe para todos. La morena era un pilar fundamental en el equipo, y sin ella, estaban medio perdidos. La hermana mayor de Reid y Morgan; la amiga-hermana-confidente de JJ, García y Jordan y la hija que nunca tuvo para él.
Nunca pensó que su pérdida doliera tanto, pero ver su escritorio vacío cada día era doloroso. Sabía que el tiempo todo lo curaba, sólo esperaba que fuera pronto, porque si la muerte de Emily era dolorosa, ver las caras del resto del equipo lo era todavía más.
García se acercó al escritorio de Morgan, evitando mirar hacia el de Emily. A veces era inevitable, pero hacerlo le partía el corazón.
Todas las mañanas, pasaba por el pasillo donde estaban las fotos de agentes caídos en acto de servicio, y miraba su foto durante unos minutos. Eso la hacía sentir un poco mejor. La echaba mucho de menos y eso la hacía sentir más cerca de ella.
-Hey, baby girl, ¿qué te cuentas? -preguntó Morgan con una sonrisa.
Ella se encogió de hombros y jugueteó con una de las pulseras de colores que llevaba en la muñeca.
-Poca cosa. Me preguntaba si te apetecería ir a tomar una copa conmigo.
-Eso está hecho. La primera ronda corre de mi parte -se levantó y cogió la chaqueta del respaldo de la silla.
Jordan se acercó a ellos.
-¿Os vais ya? -comentó la agente sonriendo.
-Vamos a tomar algo. ¿Te animas? -García la invitó.
-Por supuesto. Nunca digo que no a un buen cóctel.
Media hora después, los tres estaban sentados en una mesa de su local habitual. Ninguno habló durante un rato, aunque la música llenaba el silencio entre los tres.
-Yo no me voy a dar por vencido. Voy a seguir buscando a Doyle, y cuando lo encuentre, lo mataré con mis propias manos -dijo Morgan al fin, lleno de rabia.
Las dos mujeres se miraron entre sí un instante, sin saber muy bien qué decir.
-Pero…¿podemos hacerlo? Quiero decir, no sé si es muy legal que busquemos a Doyle por nuestra cuenta. Y cuando lo encontremos ¿qué vamos a hacer? -preguntó Jordan insegura.
-No será legal, pero se lo debemos a Emily. Será una investigación al margen de la que haga el FBI, porque no nos dejarán participar. No podemos quedarnos de brazos cruzados.
García y Jordan volvieron a mirarse, y en esa mirada, las dos tomaron su decisión.
-Cuenta conmigo, Derek -dijo García tocándole el brazo.
-Y conmigo también.
El agente sonrió ampliamente y levantó su cerveza.
-¡Por Emily!
-¡Por Emily! -repitieron sus compañeras.
Y se pasaron los siguientes minutos trazando un plan para localizar y atrapar al hombre que les había arrebatado a su compañera.
JJ apretaba fuertemente la taza de té en sus manos y miraba ausente al vacío cuando un suave golpe en la puerta la sobresaltó.
Dejó la taza en la mesa, apartó la manta que cubría sus piernas y descalza, fue a abrir la puerta. Lo que vio le sobrecogió el alma.
Spencer la miraba con los ojos llorosos, y apretaba entre sus manos fuertemente la tela de terciopelo que le había prestado a ella cuando nació Henry. Estaba despeinado y tenía unos círculos morados bajo los ojos. Intentaba no llorar. A JJ le rompió el corazón.
La chica lo cogió y lo envolvió en sus brazos. Cerró la puerta y lo llevó hasta el sofá. El agente sollozó en su hombro durante un rato.
-La echo de menos, JJ -consiguió decir al cabo de un momento.
-Yo también, Spence -la chica acarició su cabello y se aguantó sus propias ganas de llorar.
No era la primera vez en esa semana que su compañero se presentaba en su casa para llorar a su amiga. JJ sabía que Reid estaba durmiendo poco, que todo eso le estaba haciendo daño y que lo estaba desestabilizando, y que si eso lo hacía olvidar tomarse su medicación, podría provocarle una de sus crisis. Por eso lo iba a vigilar de cerca.
La muerte de Emily había sido un duro golpe para todos, pero a Reid le había afectado un poco más que al resto. También sabía lo sensible que era al abandono, por eso no le importaba cuidar de él. El chico se había quedado un par de noches a dormir en su sofá, y si eso lo hacía sentir mejor, no le importaba.
-Voy a preparar una infusión ¿de acuerdo? Nos sentará bien.
Justo cuando se levantaba, llamaron de nuevo a la puerta.
-Hola. Aquí tienes a nuestro pequeño guerrero -Will le pasó a un dormido Henry y dejó la mochila del niño en el suelo-. Siento mucho lo de Emily. No la conocía demasiado, pero sé que era una gran agente.
-Gracias Will. Y gracias también por cuidar de Henry ayer.
-No hay de qué. Para eso estoy.
El día anterior había sido el funeral de Emily, y JJ habría dejado a Henry con Carla, su niñera, pero la chica estaba enferma y no habría podido cuidar de él. Así que Will se cogió el día libre para poder estar con su hijo y que ella no tuviera que preocuparse por nada.
-Me voy. Buenas noches.
Cuando JJ se dio la vuelta con el niño dormido, sonrió con ternura. Reid estaba acurrucado en el sofá, en una posición casi imposible para lo alto que era, con un cojín entre los brazos.
Acostó a Henry en su cuna y luego tapó a Reid con una manta. No pudo evitar apartar un mechón de pelo de su frente y posar un pequeño beso allí. Reid era la persona más buena, tierna e inocente que conocía, y no le gustaba verlo sufrir.
Apagó la luz de la sala, y como todas las noches desde hacía una semana, se fue a dormir con su tristeza.
Continuará…
