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FELINETTENOVEMBER


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DIA 4:

Pomegranate

Simplemente, granada.


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"Ey, soy yo Marinette, por favor, Félix, esta vez no me cuelg..."

Félix pulsó, sin inmutarse, el botón de colgar llamada. A continuación, le llegaron varias notificaciones del teléfono anunciando la llegada de más mensajes de voz y de texto.

Uno a uno, él fue borrándolos, sin titubear y sin arrepentirse.

" Tenemos que hablar, debo pedirte perd..."

Mensaje eliminado.

Tiene 101 mensajes sin leer.

" ¡Perdón! ¡Mierda Félix, perdón!. Yo..."

Mensaje eliminado.

Tiene 100 mensajes sin leer.

Y así, todo el día, todos los días.

Llevaba evitándola un buen par de semanas.

Lo podría haber hecho por siglos.

Salvo por el simple hecho que ella se sentaba al lado de él, en el Instituto.

Un bolita de papel firmemente apretada aterrizó sobre su cuaderno de notas, en mitad de la clase de Literatura. Por la dirección, la perfecta circunferencia de la bolita, y el aroma que desprendía de ella, Félix dedujo, quién la había lanzado.

Sin pestañear, y nuevamente, sin arrepentirse. Félix la cogió, y la hizo encestar en la papelera al lado suyo.

- ¡Idiota!. -

- Hipócrita. -

- ¡Estúpido!. -

- Torpe.-

- ¡Celíaco!. -

- Eso no es un insulto, Dupain-Cheng, es una enfermedad, o una condición, deberías informarte...oh... Ignorante... Siempre pensé que lo eras... ¡Mula!. -

La clase elevó un pequeño murmullo de risitas apagadas ante las pullas que ambos se lanzaban en voz baja.

Marinette, vehemente y harta de todo, volvió a arrancar una hoja de su cuaderno, la volvió a arrugar y se la lanzó, con una puntería exquisita, directa a su cara. Dio en el blanco, en mitad de los ojos. Félix gimió un poco, producto del susto y de los reflejos que uno siempre tiene cuando le cae algo en el rostro. Incoercible, incontenible. Vergonzoso.

Marinette rio de su gesto absurdo y lastimero.

Félix en represalia, furioso y herido en su orgullo, se abalanzó sobre el escritorio de Marinette, cogió su cuaderno y lo tiró al suelo, junto con su estuche de lápices, sin pensar en las consecuencias y perdiendo, por primera vez en su vida, la razón. Ya estaba harto de la insistencia de ella. Y por eso, ese día, él explotó.

La clase quedó en silencio.

Adrien Agreste, volteó a verlos, alzó una ceja y frunció los labios, incómodo.

- ¡Graham de Vanily, suspensión, afuera!. - ladró la profesora.

Fuck, holy shit, piece of crap...

- Graham de Vanily, ¡lenguaje!, dos días de suspensión. -

¡Demonios! ¡Lo había dicho en voz alta!

Félix se cubrió la boca con ambas manos, desesperado y atónito consigo mismo por su falta de autocontrol: ¡Esto nunca le había pasado! ¡Ni en Londres donde siempre lo molestaban por ser tan callado y reservado!¡Ni en el Conservatorio, donde todos le tenían envidia!¡Ni siquiera había explotado cuando Kim LeChien lo despeinaba, todos los días, a propósito, metiéndole una colleja de regalo! ¡Por favor! ¡Imposible! ¡Inaudito!

Fuck off.

Y otra vez.

- ¡Tres días de suspensión!. -

Su mirada esmeralda podría haber incinerado a cualquiera, o de su boca hubiese salido fuego, como un dragón. Tenía que calmarse. Maldita adolescencia-pubertad-juventud. Vaya mierda. Respiró dos, tres veces. Estiró sus brazos poniéndolos a su alrededor, parpadeó, cogió aire y lo echó afuera. Lo volvió a hacer, logrando calmarse. Cogió su maleta, sus apuntes. Dio un paso hacia adelante, tratando de retirarse de la clase.

Pero se detuvo, al acordarse de un pequeño detalle: se agachó, recogió el cuaderno y el estuche de Marinette, los colocó muy suavemente sobre su escritorio, los dejó muy bien ordenados. Y simplemente, él se quedó observando a la amiga traidora que tenía enfrente suyo.

Marinette Graham de Vanily née Dupain-Cheng.

Se inclinó hacia ella, y en un susurro imperceptible, le dijo, sin titubear ni tartamudear, absolutamente sincero:

- No sabes cuánto te odio, Marinette. -

Y sin darle tiempo a réplica, bajó las escaleras de la clase y salió directo al aula de castigos.

No volvería al Instituto en tres días más.

Hubiese querido no volver nunca.

.*.*.*.*

La conoció por Adrien, unos años antes, y le pareció una chica con ideas claras y personalidad fuerte. No dudaba y obtenía lo que quería casi siempre. O al menos, luchaba incansablemente por ello. Pero ella vivía entre París y Tokio y él, desde Londres, tuvo complicado conocerla a fondo, o invitarla a salir. Siempre quedó pendiente conocerse, pasear, hablar de libros y comics y de dibujo y de música.

Kagami Tsurugi era para él, una chica que lo hacía detenerse para luego contemplarla, por un largo tiempo.

Era imposible ignorarla.

Imposible.

- Así que tres días de suspensión, ¿eh? -

Félix torció su sonrisa de forma socarrona e indulgente.

- Sí, tengo mucho tiempo libre. Después de esta merienda, podríamos ir al cine, por ejemplo.-

Y a Kagami le parecía que él era un chico directo y con la mente clara. Lleno de detalles y peculiaridades. Un hombre único.

Esa idea le gustaba.

- El cine es una buena idea, Félix. - le contestó Kagami, con una sonrisa amplia e intensa. Los hoyuelos se le marcaron en sus mejillas y su mirada brilló, embelleciendo aun mas ésos ojos rasgados tan perfectamente delineados. Kagami volvió a sonreír, mientras que se arreglaba el largo cabello detrás de una oreja.

Ese día en particular, había salido a una cafetería para merendar y luego decidir qué harían. Como cada vez que comía fuera, Félix había revisado meticulosamente la carta, revisando la tabla de producto alergenicos, antes de pedir su comida. Hubo una que le parecía inofensiva. Un mousse con mermelada de granada, su favorito.

Kagami en cambio, pidió un bizcocho de color rojo oscuro con cubierta de nata.

Gluten, pensó Félix. Y aunque Kagami era hermosa, y bastante seria, no le gustó que ella hubiese pedido esa bomba radioactiva cargada de veneno. Él dejó de sonreír por unos segundos, reacomodó su silla y carraspeó, preocupado.

- ¿Tienes novia, Félix? -

Él tosió.

Marinette Graham de Vanily née Dupain-Cheng.

- No. - respondió Félix, dirigiendo su mirada verde esmeralda hasta las profundidades frías de sus ojos café. - ¿Y tú? ¿Salías con Adrien, no es así? -

Ella rió bastante suave y discreta. Le explicó con calma que eso sólo había sido algo muy corto y superficial, y que lo dejaron por las buenas, que aún eran amigos, y hace tanto tiempo.

- Pero tú...- Kagami estiró su mano y sus dedos, acariciando la mano ancha y grande de Félix, con dedos largos y callosos producto de la práctica del violín. -...eres muy distinto, eres singular, y yo...-

Marinette observaba agazapada detrás de un libro, sentada en una mesa, a unos metros de ahí. Estaba indignada con el rubio. Sabía muy bien que su mínima relación con Félix había sido estropeada por la estupidez que ella había dicho. Ni siquiera ella entendió su nerviosismo, ni de negación. Maldita pubertad-adolescencia-juventud. Vaya mierda. Pero iba a arreglarlo. No podía perderlo así. ¡Ella había sido tan hiriente! ¡Cualquiera la odiaría!

Mortificada porque él no le hablaba ni por teléfono, ni por redes sociales ni en el Instituto, Marinette decidió seguirlo para detectar el momento adecuado para una conversación...y así, ella lo llevaba siguiendo ya dos tardes, por todo París y siempre de la mano de Kagami Tsurugi.

Marinette cerró la boca, frunció los labios y mordió sus propios dientes.

Gluten, pensó Marinette. ¿Acaso Kagami no sabe...?

Resopló, preocupada por varias cosas. Por la brusca decepción de Félix hacia ella, por su desesperación inexplicable buscando su perdón, y por el hecho de ser toda una acosadora en potencia.

¡Basta Marinette! ¡Esto ya lo habías superado!, dijo para sí misma.

Sin embargo, Marinette sintió un dolor agudo en el pecho, una angustia inexplicable en su garganta, apenas vio como Kagami cogía, delicadamente la mano de Félix. Un poco de tristeza, una desazón inexplicable. Un sudor frío entre sus dedos. ¿Son novios?, pensó desalentada. Se revolvió en el asiento, bebió un poco de agua.

Y fue ahí, cuando empezó su pesadilla.

Porque Marinette vio cómo Kagami Tsurugi, cogió su cuchara, con la que había comido la tarta de nata y bizcocho, y la lamió lentamente. Estiró su mano y con la misma cuchara, recogió un buen cacho de mermelada de granada que estaba en el plato de Félix.

El inglés no entendió sus movimientos.

¡Era su plato!

¡Kagami se estaba comiendo su mermelada favorita y sin preguntar! Frunció el ceño, preocupado por la licencia de ésa chica espectacular. Pero grande fue su sorpresa, cuando la cuchara de Kagami fue directo hacia él, y sin darle tiempo a pensar, ella le introdujo la cuchara llena del dulce dentro de su boca.

Por reflejo, él tragó sin respirar.

- Fecundidad. - pronunció Kagami Tsurugi, mirándolo detenidamente a los ojos.

- ¿Perdón? - dijo Félix, saboreando la mermelada, relamiéndose los labios con la punta de la lengua.

- La granada... Significa fecundidad... Sólo podías compartir esta fruta con tu pareja, con la de verdad... - Suavemente, sin titubear, Kagami posó la palma de su mano sobre el muslo de Félix.

En simultáneo, ella se inclinó hacia él, acercando sus labios a su oído.

Tan sólo cuando faltaban unos centímetros antes de llegar a su piel, ella volvió a hablar, y sus palabras lograron que Félix sintiera un profundo escalofrío que le recorrió de arriba a abajo, de izquierda a derecha. Como cuando uno ve una película de terror.

- ...Y matrimonio...fecundidad y matrimonio. Lo servían en los banquetes de boda, antes que los novios pasaran la primera noche juntos. -

Félix sintió que una fuerte tos nacía en su pecho. La necesidad imperiosa de toser lo estaba asfixiando. Se llevó una mano a la boca. Frunció el ceño, intentó coger aire, pero simplemente, el aire no entró. Cuando realizó un nuevo esfuerzo para respirar, descubrió con horror, que le era imposible hacerlo.

Fecundidad y matrimonio...

...y gluten.

¡La cuchara!

Félix abrió los ojos de forma desorbitada y miró agonizante a la bella Kagami Tsurugi, quien lo miraba, ahora, sorprendida y francamente preocupada.

- ¿Qué...?- musitó la japonesa. - ¿Qué...? - Pero no pudo decir más, porque alguien la echó hacia un lado de manera temeraria y abrupta. Un fuerte empujón. Kagami se vio aterrizando contra el suelo, a un par de metros de donde estaba sentado Félix.

Cuando logró voltearse, furiosa por haber sido agredida, Kagami vio a un alborotada Marinette, quien con rapidez y ligereza, tumbó a Félix, cuan largo era, al suelo, y empezó a rebuscarle los bolsillos, de manera desesperada y aturullada.

- ¿Dónde está? - escuchó que Marinette le preguntaba. - ¡¿Donde - demonios - está - tu - adrenalina?! - gritó Marinette, mientras trataba de quitarle la corbata a Félix.

Con los labios ya azulados y los párpados a punto de cerrarse, Félix atinó a señalarle el bolsillo de su saco. Marinette nunca había pinchado a nadie en su vida, salvo al pavo en Navidad, antes de meterlo al horno, y así como hacía con el ave, hizo lo mismo con su amigo Félix.

En el brazo.

Un golpe seco e hiriente.

Un disparo al corazón.

Bang.

Ella abrió los ojos, y le dolió lo que vio.

Félix quieto y blanquecino, con los labios azulados y sin movimiento alguno.

Tarde.

Muy tarde.

- Fé. - susurró, entonces. - Fé, no te muer...- Pero no pudo terminar de pronunciar esas palabras. Marinette empezó a llorar, con desesperación y dolor, se recostó contra su pecho, mientras le brotaba un río de lágrimas y gemidos, y temblor y más dolor y más desesperación y angustia.

Tardísimo.

Todo el mundo se paralizó para ella, quedando detenido el tiempo, y sólo le quedaron sus lamentos y su tristeza y el cuerpo de su amigo tirado en el suelo. ¿Se movía? ¿Viviría? ¿Le perdonaría alguna vez? Sintió que el corazón se le partía en dos, o en cuatro, o en millones de partículas. No. No sobreviviría a esto. No. No, nunca, no podría. Y sin embargo,...

Un quejido gutural acompañando a un fuerte esfuerzo por inspirar, cortaron el hilo de pensamientos negativistas.

- ¡Félix! - gritó Marinette. - Fé...- y ella, nuevamente, se echó a sollozar.

Estaba vivo y tosiendo. Con las mejillas sonrosadas y los ojos fuertemente apretados. Marinette se abalanzó sobre él. Lo abrazó con fuerza contra el suelo. Incrementó su llanto, ahora más intensamente. Casi gritando.

Y mientras lo hacía, ella sintió los latidos del corazón de Félix por debajo de sus dedos.

Latía errático y fuerte, casi como las alas del colibrí al alzar vuelo.

Estaba vivo.

Y ella estaba feliz.

Feliz.

Tremendamente feliz.

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¡Cuarto día de felinette!

Hola a todos! ¿Y qué? ¡Ya viene Félix!

Primero que nada, perdón, esta semana ha sido terrorífica y muy muy muy cansada. Tengo testigos de los hechos.

Segundo, empiezo el desarrollo, así que paciencia.

Tercero, Veros29, gracias por tu fe ahora empiezo el desarrollo de la relacion romantica? de estos dos. Moonnoir100, sí, el salón de clase será testigo de mucho lo prometo. Y habrás más suspensiones! Dayer! sí el facepalm es una palabra correcta para definir todo tipo de situaciones que espero poder desarrollar. Isa 5263, me encanta escribir besos y cochinadas varias, pero los besos me gustan mucho, es un placer hacerlo. Manu, MLB nos tiene eentre decpcion e hype, pero tranquilo este domingo domingo tendremos a felix (quedaremos seguros decpcionados) habrá que verlo con el listón muy bajo para no sufrir. Only D, mi querida Dayana! que alegría que me sigas leyendo...me quiero moririrriiririr...

Vuelvo a pedir perdón por la demora.

Fuerte abrazos.

Lordthunder1000.

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PD: Mrs Fitz gracias por tu completo apoyo y perdón por espoilearte el cap. Lo volveré a hacer, no lo dudes.

PD1: la canción del anterior capitulo es TOTAL ECLIPSE OF MY HEART, no es la que puse (lapsus)

PD2: la canción de este cap es HELLO de Adele.

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Más abrazos, en wattpad tb está publicado.