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FELINETTENOVEMBER


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DIA 7:

Prejudice

Prejuicio.


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Su hermoso vestido blanco marfil se quedó quieto, debido a su postura estática. Amelie Graham alzó la vista, orgullosa y altiva, mirando fijamente a su hijo, estirando su espalda.

- Félix - empezó diciendo. - ¡Qué bueno que te encontré! -

Sin embargo, en su rostro, no había ni una sonrisa, ni siquiera un gesto amable ni considerado.

Ver a su madre de esa manera, significó para Félix un mal presagio sobre ese encuentro. Había tensión e incomodidad. Un juicio crítico. Amargo. Marinette era su amiga, o al menos eso creía, a pesar de tener la necesidad constante de tenerla cerca y tocarla, de alguna manera. Así que en nombre de su amistad, él debía ser decente y leal. De inmediato, trató de presentarla ante su madre. Se aclaró la garganta y sólo sujetó a Marinette de una mano, con muy poca fuerza.

- Madre, te presento a una amiga mía, se llama...-

- ¡No importa! ¡No quiero saberlo! - habló intensamente, Amelie, interrumpiéndolo. - ¡En serio, Félix, no me interesa!... Sólo te buscaba porque el cónsul me acaba de felicitar por tu esplendorosa novia, Kagami Tsurugi. Y eso...la verdad...no podría complacerme más... ¡Una Tsurugi a nuestro lado! ¿Por qué no me lo habías dicho antes? -

Y ahora sí, Amelie sonreía, juntando ambas manos como si fuera una plegaria.

Ese destello de felicidad, sólo duró unos segundos en su rostro, porque a continuación, Amelie Graham dirigió su vista hacia la jovencita guapa y delicada y desconocida, que estaba al lado de su hijo.

- Puedes retirarte querida, no se te necesita aquí, gracias. -

Marinette sintió como si le encajaran un puño en el estómago. Su dignidad, su honor, le obligaron a desprenderse de la mano caliente de su amigo inglés, y volvió temerosa a bajar la vista. Resoplaba, tal vez aguantando el llanto, o tal vez acallando un grito.

Y sin embargo, ella debía continuar, porque seguro que todo había sido un malentendido. Algo confuso, quizá, un error. Aun con la vista baja, Marinette cogió las bandejas que estaban en la salita e intentó salir con ellas.

Félix no podía creer la ferocidad con la que su delicada y amable madre veía a Marinette.

No supo qué decir. Ni hacer.

Marinette rápidamente, se acercó a la puerta, con las bandejas en la mano. Cuando pasó al lado de Amelie, abrió la boca para presentarse ella misma, para decirle que todo estaba bien, que eran sólo amigos, que Kagami Tsurugi podía estar tranquila.

Pero Amelie desdeñó su mirada y sus intenciones. Giró la cabeza hacia otro lado, evitándola.

- Puede cerrar la puerta al salir, señorita. -

Marinette estaba aturdida.

Miró hacia delante, sin volver a ver a Félix. Cruzó el umbral y salió de ahí, cerrando la puerta con delicadeza.

- Madre, ¿por qué...? -

Amelie apretó las cejas y las manos, haciendo puños.

- ¡Me acabo de enterar que estás de novio con Kagami Tsurugi! ¡Y acabo de ver lo que creo que he visto! ¿Cómo debo portarme Félix? -

Amelie se acercó a él, con pasos lentos y entrelazando los dedos, tratando de calmarse y de recuperar la compostura.

- ...Pero no hablemos más de ello... - con suavidad, Amelie estiró su mano y acarició con la punta de sus dedos el cabello rubio de Félix. - Sólo quiero conocer a Kagami, es tu pareja ideal... invítala a cenar mañana... oh Félix, ¡una novia! ¡una Tsurugi! ...Estoy tan orgullosa de tí. -

Félix volvió a abrir la boca, para decirle a su madre que él no estaba tan convencido del futuro de esa relación. Que no lo tenía claro. Que había sido Kagami, la que un buen día, en el hospital, le cogió la cara y le estampó un beso, le tomó del brazo y se recostó en su pecho, suspirando de amor y proclamando que les iría bien, que sería buena y que serían perfectos. En ese instante, cuando todo eso sucedió, Félix pensó que bueno, que por qué no, Kagami era bonita y elegante, no perdía los papeles y era tal como él, decidida, poderosa.

Y en cambio, Marinette...

Pero Amelie le puso un dedo enguantado sobre sus labios, y negó con la cabeza.

- ¿Sabes que son nuestros socios en Japón, cielo? Y ahí todo es tan complicado... Son amigos de tu padre y de tu tío, desde hace mucho...¡oh Félix! ¡Que ilusión me ha dado! -

Y otra vez Amelie continuó riendo con sinceridad, aplaudió con sus manitas enguantadas y luego, pasados unos minutos, lo abrazó por la cintura, recostando su cabeza en su pecho.

- Te pareces tanto a tu padre... Siempre sabes qué hacer y cómo portarte en el momento adecuado. -

Félix bajó la cabeza, y abrazó a su madre, respondiéndole el gesto. No, él no sabía qué hacer. Quizá no lo sabría nunca. Un nudo apareció en su garganta, y una gran decepción hacía sí mismo, nació en su pecho.

- Mañana saldremos a cenar, los tres juntos, mamá. -

Amelie asintió, tomó de la mano a su hijo, y se lo llevó hacia el salón para presentarlo con sus amigos y sus socios. Olvidó de inmediato, el rostro de aquella jovencita. Olvidó al instante, que había visto en su hijo la mirada con más cariño que le hubiera conocido. Olvidó sin quererlo, lo que era el amor.

El resto de la fiesta, Marinette fingió un esguince en un tobillo y pidió estar en la cocina. Y ahí lo pasó. Los pies seguían destrozados, al igual que su corazón, y ya ni qué decir de su mente. Sentimientos confusos, debido a actitudes raras y fuera de lugar. Abrazos, caricias, palabras. Esto nunca le había pasado, actuar así, sentirse así. Agobio y luego, tranquilidad. Ansiedad y después, serenidad. Vivía en un mar tortuoso de emociones encontradas y todo con un denominador común.

Félix.

- ¿Qué hubiera pasado si su madre no hubiera entrado? - se preguntó mientras se colocaba un abrigo ligero antes de salir del trabajo.

- ¿Qué hubiera pasado si...? -

No pudo terminar su pregunta porque cuando echó a andar, afuera del local, a las tantas de la madrugada, tuvo el presentimiento que alguien la seguía, que alguien estaba ahí. Miró hacia un lado y a otro, tratando de caminar más rápido hasta la estación de Metro más cercana. Tan sólo un poco más adelante, ella se topó con el destino.

- Ey - le dijo Félix, plantándosele enfrente suyo, obstaculizando su paso.

Marinette se detuvo, se irguió un poco más y se abrazó con su ligero abrigo para sobrevivir al frío otoñal.

- Ey. - contestó ella.

Como siempre, se miraron a los ojos, sin saber muy bien qué decir. Él había dejado a su madre en el Hotel, y le había dicho que tenía que salir. No esperó la respuesta materna, simplemente volvió a coger las llaves y condujo de inmediato y a toda velocidad hasta la fiesta, para esperarla y llevarla a casa. Tal vez un mensaje en el teléfono diciendo: "eh Marinette, te llevo a casa" hubiera bastado, hubiese sido más fácil así.

Y en cambio, él sólo quería verla reír otra vez.

- Valar morghulis. - saludo él.

Marinette frunció el ceño, chasqueó la lengua y empezó a sonreír, mientras le brotaba en el pecho unas ganas terribles de matarlo a golpes.

- Valar dohaeris. - respondió ella, negando con su cabeza.

Félix estiró su mano y con prontitud, le dejó una moneda de una libra esterlina en la mano de Marinette.

- Si te atreves a decirme "Los Graham envían sus saludos" juro que te tragarás esta moneda. - amenazó Marinette, asombrada y divertida. Su corazón se llenó de alegría por verlo ahí, inexplicablemente. ¿Habría venido por ella? ¿Para llevarla a casa?.

Félix al escucharla, cerró la boca, porque eso era justamente lo que iba a decir. Pero de inmediato, también contestó:

- He venido por tí, para llevarte a casa. -

Y nuevamente, Marinette rio olvidando todos los malos momentos acontecidos esa noche. Se acomodó un mechón de pelo por detrás de la oreja. No se percató cuando él se le acercó otra vez, la cogió de una mano, entrelazó sus dedos y tironeó de ella, para enseñarle dónde tenia aparcado el coche.

- ¡Secuestrador! -

- ¡Infame!. -

- ¡Rarito! -

- ¡Torpe! -

Y más risas, y sin quererlo, y sin pensarlo, Marinette empezó a columpiar su mano y la de él, como si fueran dos niños pequeños. Félix le respondió el gesto y empezó a tararear alguna canción que había escuchado en la radio. Se miraban de reojo, sonriéndose mutuamente. De repente, un ventarrón frío los hizo estremecer. Félix de inmediato, se retiró su gabardina gruesa y se la colocó a ella encima de los hombros.

- ¡No! - susurró Marinette. - Tú también tendrás frío. -

Pero Félix negó con la cabeza, alardeando de la capacidad innata de los británicos para sobrevivir a climas húmedos y fríos, algo que los blandengues franceses no podían comprender. Esquivó los golpes que Marinette intentó encajarle, alegando que le abriría la puerta del coche. Y así, jugando felices, ambos se subieron y partieron hacia la panadería, casi al borde del amanecer.

Ya adentro, Marinette comprendió que ambos se debían una conversación. Algo para tratar de aclarar su situación. Afuera, un ligera llovizna, muy finita, empezó a caer.

- ¿Tu madre no sabía que Kagami era tu novia? -

Durante unos segundos, sólo se escuchó la voz del navegador, orientando el camino. Félix encendió los limpiaparabrisas, giró en una esquina, tomó una avenida principal. Se dio cuenta que por fin, habían llegado y aparcó de manera apresurada. Suspiró, y se aferró al volante. Sabía que debía contestar, Marinette merecía una respuesta.

- Es mi novia, Marinette. Kagami es mi novia. Ella lo es. Sabes que sí. -

"Su destino está a su derecha", clamó el navegador. Pero cuando Félix miró hacia la derecha, no sólo vio una panadería artesanal ubicada en la planta baja de un antiguo edificio, sino que también vio a una joven mujer casi al borde del llanto, mirándole con los ojos llenos de decepción.

- Por supuesto, quien no quisiera salir con ella, ¿no?. Es mi amiga, ¿sabes?, ella no es de hacer muchas amistades, pero vamos si tiene novios. ¿Sabías que salió con tu primo? - Marinette se encontraba nerviosa e incómoda. Se sentía mal sabiendo que esos dos estaban juntos. Se sentía mal de sentirse bien al lado del novio de otra.

- Sé que estuvo unos meses con Adrien, hace algunos años. - Félix se encogió de hombros, miró hacia otro lado. - ¿A quién le importa? Ahora estamos saliendo, y mañana se la presentaré a mi madre...-

- No me presentaste a mí. - le cortó Marinette, lanzando esas palabras casi sin pensarlo ni calcularlo. - Dejaste que me hablara de una manera...tan...tan...-

Félix se sorprendió de ese reclamo. Volvió a verla con una mirada dura y fría. Él no debía explicaciones, ni debía justificar sus actos, él no entendía por qué debía presentar también a Marinette.

- Sólo eres mi amiga, Marinette y Kagami es mi novia. -

Por unos largos segundos, se escuchó el batir del limpiaparabrisas una y otra vez. Sus respiraciones eran rápidas y profundas, y aunque había calefacción dentro, un vaho blanquecino nacía de sus bocas, ante cada exhalación. Poco a poco, Félix vio cómo mutaba el rostro amable de Marinette en uno furioso y agresivo, notó cómo fruncía el ceño, cómo abría la boca, cómo sujetaba con fuerza el bajo de su falda. Y entonces, ese pequeño paraíso en el que habían estado viviendo se resquebrajó por completo.

- ¡Que te jodan, Félix! - exclamó Marinette, saliendo abruptamente del coche, lanzando la puerta con fuerza, dio unos pasos alejándose, pero aún colérica, ella se volvió hacia donde estaba él, alzó un puño y le enseñó el dedo de en medio, mientras seguía gritando:

- ¡Que te den! -

Vehemente, él también salió del coche y con furia y rapidez, cerró la puerta azotándola con odio. ¿Por qué ella no podía entender la diferencia? ¿Por qué ella no podía entender su situación?

- ¡Y a tí también, Marinette! ¡Que te den! -

Ambos respiraban agitados, mordiéndose los labios, no dijeron nada más y ninguno de ellos se movió de su sitio. Incluso enfadada, Marinette se veía hermosa, su pelo alborotado, sus labios fruncidos, su nariz resoplante, el flequillo echado a un lado, dándole un aspecto tierno. Todavía llevaba puesto su gabardina gruesa, todavía parecía a punto de llorar.

Por un segundo, a Félix le pareció que llevaban mil años casados y que habían reñido por quién iba a tirar la basura. Apretó los labios, riéndose internamente de él mismo. ¡Que difícil era estar enfadado con ella! ¡Por favor!

- Eres una salvaje, Dupain-cheng, casi me rompes los oídos con tus feroces alaridos. Y tienes una mirada mordaz. Como si quisieras clavarme un puñal. Homicida. Asesina. -

Marinette sabía que no era precisamente un "lo siento", pero ante el cambio de actitud, quiso reír. ¡Esa habilidad que tenía Félix, de hacerla reír con sus estupideces!. Reír entre clases, reír entre lágrimas, reír e insultar. Hablar. ¿Por qué la gente decía que era muy serio? ¿por qué decían que era un gruñón? ¿por qué decían que era parco y aburrido? Es cierto que le gustaban cosas no convencionales, pero así era él, peculiar. Original. Lentamente, su gesto se suavizó, relajó sus brazos, y luego sonrió.

- Te obligaré a tragarte un macaron, Félix. - dijo en voz baja. - Y luego lanzaré tu adrenalina, por la ventana. No habrá quién te salve.

A pesar que era una amenaza de muerte, Félix la miró a los ojos, divertido. Ya no estaba molesto, ella tampoco. ¿Por qué les pasaba esto? ¿Por qué se sentía a gusto con ella? Incluso sabiendo que en cualquier momento, ella podría meterle gluten a escondidas.

- Marinette - murmuró él, tiernamente.

- Félix - dijo ella, vencida en su desamor.

Quedaron en silencio, algo lejos el uno del otro. Una ráfaga de viento helado los remeció enteros, haciéndolos temblar. Pero no se movieron, continuaron viéndose a los ojos, sin percatarse ni del frío ni de la hora.

- Podríamos ir al cine. - dijo, de repente, Félix. - Mañana, después de que presente a Kagami con mi madre, supongo que será algo rápido. No lo sé...-

Sólo tenía diecisiete años, pero ella supo, en ese instante, que sus caminos se torcían, alejándose uno del otro. No quería más de esos juegos, ni de esa desazón. Si él no sabía lo que estaba pasando, ella sí, y como siempre, daría un paso al costado.

- Te veo el lunes en clases, Félix. Avísame cuando llegues al Hotel, para ver si llegaste bien. -

Marinette se dio vuelta, y caminó despacio hasta su casa. Soñó por unos segundos, que él la alcanzaría por detrás, sujetándola por la cintura y que le hablaría al oído, prometiendo dejar a Kagami Tsurugi y entonces, ella voltearía hacia él, lo abrazaría también y le diría que sí, que salir ellos dos juntos era una buena idea, una fantástica idea, que el cine estaría bien.

Se detuvo, esperanzada.

Amistad o amor.

Pasaron unos segundos.

Pero él no la alcanzó.

Ella no se volvió.

Continuó caminando, abrió la puerta de su casa y antes de cerrarla, se permitió verlo un instante más.

Él aún estaba de pie, viéndola con algo parecido a cariño u angustia en su mirada.

Marinette sonrió y le hizo adiós con la mano.

Él le contestó, alzando sólo la palma.

Para cuando ella cerró la puerta, Félix suspiró, ya más tranquilo... él había deseado despedirse de una manera más íntima, un par de besos, un abrazo. Un "sueña conmigo, Dupain-cheng" . Pero no sería correcto. Ahora no.

Se subió a su coche, encendió la radio, trató de no quedarse dormido al volante.

I choose me, and I know that's selfish, love. You're a dream, and I can't thank you enough.

But I give another piece of me away. Every waking day that I'm with you.

Veinte minutos después, el teléfono de Marinette vibró recibiendo un mensaje de texto.

"He llegado. En buen estado."

Y ella sonrió, suspiró, abrazó el teléfono, rio, aunque su rostro estaba mojado por sus inexplicables lágrimas. ¿Por qué? ¿Por qué? Si lo hubiera sabido, si tan sólo lo hubiera sabido.

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Hola a todos!

Hoy nos tocó la continuación del baile del día anterior. Como dije, Amelie aquí será suegra mala. Aunque la verdad, no va a aparecer mucho. Kagami, no pregunta, toma. No siempre es buena esa actitud.

Muchísimas gracias a todos y todas por el apoyo mostrado. Me he sentido tan sola en mi locura, que saberme acompañada me hace bien. Perdón por el retraso, pero es q me es imposible actualizar diario. No había avanzado ningún capitulo hasta antes del primero de noviembre. De todas maneras, espero ser rápida y terminarlo antes de navidad! (es mentira, lo sabeis)

Mrs Fitz: nuevamente te agradezco por tu compañía, si tu fangirleas con los spoilers quiere decir que es un buen cap. muchísimas gracias!

Veros29: yo también me estoy teletrasportando a mis épocas juveniles y tratando de describir esas sensaciones, esas notitas, esas tonterías que uno hace y esa indecisión, ese miedo, ese no saber si él otro te quiere como tú lo quieres...y cuando uno es tan joven, basta muy poquito para hacer tremendo dramón...asi que para mí esa epoca turbulentta es bonita y delicada. A ver que tal me sale.

Only D: Dayiiiiiii huyeee de este fandom! no estamos bien de la cabeza! y sin embargo, te agradezco como no tienes idea...que me leas es ah!oh! fantastico! este fic me está costando! demasiado soft...jajajja...buuu te quiero

manu: gracias por estar ahí, gracias por leer. Fairytail aun no puedo verlo, tengo un monton de fics recomendados y videos y animes y mangas, y tengo el estrés muy alto...no hago ni uno ni otro, de todas formas, lo intentaré ver. Un abrazo muy especial a tí, manu.

Moonnoir100: GRACIAS. tus palabras me animan siempre...yo he visto tb en bucle OP y es que creo que aunque es el libro más famoso de la epoca "romántica"...hay muchísimos muy buenos...de la misma epoca "Norte y Sur" de Elizabeth Gaskell...es genial...

Dayer, te quiero espero no aburrir.

A los anonimos! GRACIAS, pero como dice Only D, si no hay review muere un gatito...o algo así...

A los que fangirleamos de pie y dando palmadas en IG, FB, o Twitter, deciros que MUCHISIMAS GRACIAS POR EXISTIR...

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soundtrack del dia de hoy: SAM SMITH. Midnight train.

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PD: Felix es friki, y ya ha intercambio opiniones literarias con Maricuchi. Se intuye, pero lo dejo en claro aquí.

PD1: Kagami es su novia, lo hemos visto en el día 5.

PD2: La frase que le dice Felix, me ha dolido hasta a mi..."sólo eres mi amiga"...me he pegado un tiro. ¿por qué soy así?

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UN FUERTE ABRAZO