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FELINETTENOVEMBER


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DIA 8:

Rooster

o Gallo, en castellano.


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Desde el fondo de la clase, la pizarra se veía borrosa.

Incluso si se ponía sus gafas de miopía, Félix no lograba leer o no lograba seguir la lección en cuestión.

Sin desearlo, como por reflejo, su mirada se desviaba hacia unos escritorios más adelante, casi al centro del salón. La observaba reír, mientras se peinaba su lustroso pelo azabache con los dedos. De vez en cuando, entre materia y materia, Marinette sacaba de su estuche un pequeño espejito y con él, se observaba las pestañas y los ojos, corrigiendo el delineado del maquillaje con la punta de sus dedos. A través del reflejo, ella lo podía ver a él, de reojo y subterfugiamente. Algunas veces, él también la estaba mirando, siendo pillado por ella, pero otras tantas, Marinette esperaba que él reorientara su vista para hacerla coincidir con la suya.

Apenas sus ojos se alineaban a través del espejo, Marinette lo cerraba y lo lanzaba dentro del estuche. Cortando el enlace.

Félix se recostaba en el respaldo de su silla, respiraba profundamente y seguía escribiendo.

Desde su sitio, Félix escuchaba suavemente su voz.

- No, Adrien, hoy no tengo nada que hacer. -

- Pensé que te vería en la cafetería. -

- No, en realidad, ya no estudio en la biblioteca, creo que puedo hacerlo en mi casa, es más cómodo. -

Desde su sitio, Félix se sentía lejano y exiliado, como una seta arrancada del campo por el tallo, como el polluelo que cayó fuera del nido debido al viento fuerte.

Oscilaba entonces, entre la angustia por el alejamiento, entre el odio por quererla cerca, o el querer tenerla lejos, o alejarla pero a medias. Laberínticas emociones, inconexas y contradictorias. Inundadas de post-it en forma de corazón que ahora eran sólo francos recuerdos, inundadas de monedas de libras esterlinas, inundadas de libros que ambos leían.

Una risa estridente cortaba su agonía.

Para empezar otro nuevo castigo.

Era su primo, Adrien, el condenado que le estaba haciendo cosquillas en esos momentos. Podía hacerlo, porque quería y porque se sentaban juntos. Sentarse. Juntos. Cosquillas. Marinette. Y ella se retorcía, sonriente y feliz, meneando su pelo, mordiéndose los labios. Algunas veces, Adrien le tocaba en la cintura haciendo pinza, logrando arrancarle carcajadas. O también, le acariciaba por debajo de la oreja, en esa zona sensible del cuello. O también, le soplaba fugazmente en el oído, logrando hacerla ruborizar.

Y luego, ambos se miraban, ella y él, manteniéndose la vista por unos largos segundos. Adrien le mostraba sus ojitos de cachorrito en perrera esperando adopción, y Marinette parecía ser la adoptante ingenua.

Asqueroso.

Manipulador.

Félix arrugaba ferozmente la hoja del cuaderno donde estaba tomando apuntes, luego la estiraba y seguía escribiendo. O garabateaba, tenaz, sobre la libreta, perforando el papel incluso con la punta del bolígrafo. Bolígrafo que llevaba su nombre impreso, cortesía de la administradora de adrenalina más eficaz que hubiese conocido. Cuando hacía frío, a pesar de la calefacción, Félix abría su maleta y sacaba su bufanda verde clarito tejida a mano y de punto fino, le daba dos vueltas a su cuello, la apretaba un poco. Imperceptiblemente, la olisqueaba, y la apretaba aún más hacia sí.

Una de esas veces, él alzó la vista justo cuando hizo esa maniobra y notó cómo Marinette lo observaba por el reflejo de su espejo.

Se miraron, como antaño. Ambos se mantuvieron la mirada.

Bum, ba bum, bum, ba bum, bumbum, ...pausa...apnea...ba...bum, ba bum.

Su corazón latía errático.

Félix se tocó el pulso en la muñeca, y lo confirmó. Un par de latidos salían de ritmo, pero casi al instante, se acompasó. Tendría que hacerse ver por su médico, quizá fuera tanta medicación aplicada a lo largo de toda su vida. Miró nuevamente hacia adelante, y ahora, Marinette ya no lo veía a través del espejo, sino que había volteado el cuerpo para verle.

Él se sorprendió.

Se puso pálido.

- ¿Estás bien? - le preguntó ella, sólo moviendo los labios, sin pronunciar sonido.

Él, de inmediato y para no preocuparla, asintió con rapidez.

Marinette volvió a su posición habitual, guardó el espejo en el estuche.

Por defecto, Félix desvió su vista ligeramente hacia su derecha y se encontró con la mirada acusadora y entrecerrada de su primo Adrien. Éste le miró largamente, como si lo estuviera juzgando, para luego alzar una ceja, indignado.

- Fuck off. - dijo Félix, también sin voz. Molesto por la miradita agria y estúpida de su pariente.

Y así, llevaban días, algunas semanas.

Desde ese lunes siguiente a la fiesta del cónsul, Marinette había decidido establecer una línea imaginaria entre él y ella. Un nuevo escenario, en el cual, no se contemplaba de ninguna manera, tocarse las manos, ni escribirse, ni jugarse de palabras.

Él tenía novia.

Y ella...tenía a alguien.

Alguien...familiar.

Conocido.

Alguien también rubio...y también de ojos verdes.

Desde ese lunes siguiente a la fiesta del cónsul, Félix se sorprendió de encontrar a Adrien Agreste sentado en su sitio, muy bien colocado. Hacía mucho frío por las mañanas, y la cena con Kagami Tsurugi y su madre el día anterior, había sido horrible y desabrida, por lo que le dolía la tripa. Pero lo que más le dolió, fue que esa mañana, su primo le sonrió y le dijo que a partir de ese día en adelante, él había decidido que se sentaría ahí, al lado de Marinette, y que por favor, él se sentara atrás, en la última fila de asientos.

- No veo bien al profesor, Félix. Y no escucho bien. - argumentó Adrien, muy seguro de sí.

Félix observó a Marinette, ella le saludó con la mano. Él respondió el saludo, y sin decir nada más, avanzó hasta el final, hasta su nuevo lugar.

Y así, llevaban días, algunas semanas.

Apenas sonaba el timbre anunciando el fin de la jornada matutina, Adrien se colgaba su mochila al hombro, se ponía de pie y anulaba de un paso la distancia que lo separaba del escritorio de Marinette. Ella guardaba todas sus cosas en su bolso, su estuche, sus rotuladores y sus lápices. Adrien, sin que ella le dijera nada, cogía el bolso de Marinette y se lo colgaba también en el mismo hombro, y con el brazo libre, le señalaba a ella el camino hacia fuera de clase.

Como si no lo conociera, como si necesitase ayuda.

- Como si no lo conociera, como si necesitase ayuda. - mascullaba Félix, apretando con fuerza el bolígrafo que tanto quería.

Por las noches, Félix aún mantenía una relación cordial pero impersonal con su primera y única amiga, sostenida por la persistencia necesidad de ella de saber si él estaba bien.

- "¿Cenaste bien? ¿Sin alérgenos?" - enviaba Marinette.

- "Sí" - respondía él.

Hubiese querido decirle que sí, que cenó bien, que Kagami había insistido en encargarse de su alimentación y de su ropa, que ella ya disponía de sus tardes y de sus meriendas y que se despreocupara de ello. Que tenía comida sin gluten de sobra en el Hotel y que ya era un experto en comer con palillos. Que tenía siempre un traje listo para ponerse en la percha del armario. Pero una minúscula parte de su británica consciencia, le impedía escribir tamaña aberración. Presumía, correctamente, que Marinette se alejaría aún mas de él.

- "¿Y tú, Marinette?" - seguía escribiendo Félix.

Y Marinette miraba al techo de su habitación, buscando una frase adecuada para no comentarle a Félix, que ella estaba saliendo con su primo, que le estaba dando una oportunidad, aunque no estaba segura de ello, porque lo de Adrien ya le sabía a agua pasada y pan rancio, pero que debía intentarlo, por ella, por él, para demostrar que...para demostrar que...

- "Yo también cené. Estuvo bien. Mamá hizo un ensalada y quiché de salmón y queso. Papá horneó un bizcocho red velvet, le untamos nata...fue divertido...yo hice la nata...pero me distraje pensando en ti..." - Marinette dio al botón de borrar hasta corregir la frase. - " Me distraje como siempre y la batí mal tres veces... sé lo que me dirás...torpe, ¿no?".-

...Para demostrarle a su corazón y a su mente que lo de Adrien y ella, no era más que un sueño, un parpadeo, el aleteo fugaz de un colibrí desquiciado, el último suspiro de un enfermo, la última flor de la primavera...

- "¿no?" -

Pasaban unos segundos, doble tic azul.

Otros segundos más.

Escribiendo... rezaba el rótulo en la aplicación de mensajería.

¡¿Qué?!¡Dime qué!, gritaba la mente de Marinette.

Y luego de una interminable espera, Félix escribía:

-"Sí".-

Marinette lanzaba, entonces, el teléfono sobre la cama, en tanto ella apretaba los puños, bufaba y gritaba, algunas veces en voz alta, otras en voz baja:

- ¡Podrías escribir algo más, idiota! Podrías escribir que me extrañas, o que lo lamentas, que eres un estúpido y un estirado malagradecido. -

Pero nadie la escuchaba, así que arrepentida, ella cogía el teléfono, abría la aplicación y volvía a escribir, exasperada.

- "Hasta mañana, que duermas bien. Abrígate y nos vemos en clases, ¿sí?".-

Y el inglés imbécil volvía a contestar:

- "Sí" -

Marinette se tiraba a la cama, pataleaba y lloriqueaba de la impotencia.

Y así, llevaban días, algunas semanas.

Para colmo de males, Kim LeChien, su compañero del escritorio al lado suyo, cada vez que finalizaba la clase de la tarde, se ponía de pie, y le calzaba a Félix una palmada que le caía en la nuca y que le despeinaba, del impulso, el pelo que él acicalaba con parsimonia y elegancia todos días.

- ¡Hell you, jerk!. -

Kim meneaba la cabeza ridículamente, parafraseando al inglés, imitando su habla, y salía riéndose del salón. Detrás de él, le seguía el matemático Max Kanté, ajustándose las gafas, haciéndose el que no ha visto nada. Luego salía Alix Kubdel, quien parecía tener verdadera tirria por él. Ella lo miraba de arriba a abajo, le regalaba una mirada divertida y burlona y también se iba, tratando de alcanzar a Marc Anciel y a Nath Kutzberg.

- Nasty threesome. - pronunciaba Félix, al ver a esos tres, siempre diciéndolo en doble sentido.

- ¿Qué pasó, Felichoo, la panadera te ha echado de su lado? ¿Te ha cambiado por tu primo? - Rápidamente, Chloe Bourgeois se le acercaba, siempre acompañada de su amiga pelirroja y a la que Félix jamás pudo memorizar su nombre. - ¡Pero mira cómo te han dejado! - exclamaba la rubia antisocial.

Estoicamente, Félix guardaba sus gafas, su bolígrafo amado, abría su maletín y colocaba dentro, su cuaderno de tapa dura en uno de los compartimentos, junto con su estuche. Todo con perfecta precisión. Lo cerraba con meticulosidad y templanza, se ponía de pie, se lo colgaba al hombro, y con una mano, volvía a alisarse el pelo rubio, reluciente, color miel, para tenerlo como siempre lo tenía.

Digno, soberbio, y sumamente orgulloso, Félix Graham de Vanily descendía desde la última fila del salón hasta la puerta de clase, sin prisas pero sin calma.

A medio camino, habitualmente recibía una mirada condescendiente y solidaria de parte de Zoe Bourgeois. Ella le alzaba un pulgar, mientras le sonreía parcialmente. Luego Zoe bajaba la cabeza y seguía escribiendo lo del pizarrón, porque nunca terminaba a tiempo.

Félix no parpadeaba. Félix no se lamentaba.

Ya no iba a la cafetería.

Ya no comía con Marinette.

Y así, llevaban días, algunas semanas.

En cambio, todas las mañanas, religiosamente y con puntualidad japonesa, su novia, la multimillonaria Kagami Tsurugi se plantaba en su coche, esperaba por él, y cuando se encontraban, ella le entregaba un bento lleno de frutas y sushi, u onigiris, galletas de arroz o piruletas de sabores. Félix a la hora de la comida, suspiraba, mientras sentado en un banca, desataba la cubierta, cogía los palillos y empezaba a zamparse todo lo que Kagami disponía para él.

Desde la cafetería, Marinette se asomaba por una de las ventanas, a escondidas de sus amigos y de Adrien, y lo observaba comer con cuidado todo su almuerzo. Ella se ponía triste, por verlo solo. Ella se ponía triste, porque si de ella dependiera, le pondría un bocadillo de trigo sarraceno relleno de queso y jamón encurtido...y con un batido de chocolate. Marinette incluso había aprendido una receta de alubias y tomate, y había estado practicando para hacerlo en la olla a presión, para tenerlo listo antes de irse al Instituto.

Pero ahora, ya nada de eso importaba.

Nada.

Félix terminaba con su merienda, cerraba la caja de madera.

Marinette comía con lentitud y desgano su croissant y su refresco.

Adrien le limpiaba las migas que ella se dejaba en los labios.

Alya Cesaire cogía el teléfono y les tomaba fotos, a escondidas.

Nino Lahiffe, sólo movía el cuerpo al ritmo que salía de sus auriculares.

Y Kim LeChien se preparaba para dejarle una nueva colleja al primo insoportable de Adrien Agreste.

Lo que no sabía Kim, era que debía tener cuidado del británico mustio y solitario. Debió haberlo sabido.

En realidad, Kim lo aprendió días antes de la Navidad, en el cumpleaños número 18 de Alya Cesaire. Para su fiesta, Alya contactó con una discoteca en la cual podrían bailar en horario de matinee, aunque algunos ya fueran mayores de edad.

Alya invitó a todos.

Incluyendo a Félix, pero sólo se debió a que Adrien Agreste, quien estaba abrazando por los hombros a Marinette Dupain-Cheng, pidió expresamente su asistencia, porque no quería que lo apartasen del grupo. No más.

Marinette le sonrió, agradecida.

Y Adrien supo que se había ganado otro punto más en el corazón de su mejor amiga-novia.

- Iremos juntos, muchas gracias. - dijo seria, pero bastante conmovida, Kagami Tsurugi, una vez que Alya y Nino se les acercaron unos días después a la hora de la salida para invitarles.

Félix abrió los ojos, torció los labios y justo cuando iba a exclamar algún improperio en élfico antiguo, su todopoderosa novia lo calló con un beso en los labios.

Fue rápido y corto.

Marinette, al verlo, contrajo los labios en una muestra de desagradable sorpresa. Tembló, un poquito. Se clavó las uñas haciendo puños con sus manos. Era invierno, y de repente, un frío polar la envolvió por completo.

- Marinette, ¿has oído? ¡Iremos a la fiesta! ¡Una salida en grupo! - decía Kagami Tsurugi en confidencia, mientras se veía realmente feliz de ser incluida nuevamente en ese grupito de compañeros. La decidida Kagami, se colocó un mechón de pelo detrás de una oreja, sonrió intensamente y cogió a Félix de la mano, entrelazando los dedos y arrastrándolo hasta donde estaba conversando con Marinette.

- ¿No lo ves mejor, Marinette? A Félix. Todos los días le envío las mejores recetas sin gluten. He aprendido, Mari. ¡Tiene las mejillas más redondas! - susurró Kagami, en voz bajita, pero Félix igual escuchó esa bochornosa conversación.

- Corticoides - dijo Félix, lo más serio posible. - Son los corticoides. - Negó con la cabeza, afiló la mirada y elevó una ceja. Incómodo por un comentario tan tierno pero fuera de lugar. No sabía si Kagami normalmente era así. No podía saberlo, no la conocía tanto.

Marinette ardió.

No sabía si reír, o llorar.

Pero no tuvo tiempo para más, porque a continuación y de forma veloz, Kagami tironeó de Félix, conduciéndolo hasta su coche, lo metió adentro de un leve empujón y se despidió riendo y alzando una mano.

- Wow, ¡que prisas llevan esos dos! - dijo, sorprendida, Alya Cesaire.

A pesar que los cristales del coche estaban tintados, Marinette pudo intuir lo que pasaba al interior: una mezcla compleja de piernas y brazos, y besos y caricias. Abrió los ojos, malamente sorprendida. Desesperada, porque él se había ido. Y con ella. Y quién supiera a dónde y para qué. Aturdida, no se percató del momento en el que Adrien Agreste apareció a un lado suyo, pasó un brazo por sus hombros, la atrajo hacia sí.

Adrien, apenas abrazó a Marinette, sonrió levemente, para luego arreglarle a Marinette su flequillo desordenado por el viento. Después, la miró a los ojos, le acarició una mejilla y se la llevó al cine en una de sus tantas citas que cada día se hacían más frecuentes.

.*.*.

Para el día de la fiesta de Alya, Marinette había estado emocionada.

Había preparado las invitaciones, y gestionado con el local, la barra libre por dos horas.

Se había vestido con lo mejor que tenía.

Unos botines negros de plataforma, con medias largas también negras hasta el muslo, una falda rosa blanca que antes había sido larga y que ella acortó con unas tijeras dándole un toque vintage y rebelde. Una camiseta azul oscuro sin mangas pero que acababa por encima del ombligo, con pedrería de fantasía pegada con silicona e hilo. Su pelo suelto, sus pulseras, sus pendientes de botón. Marinette estaba contenta con su ropa, porque se la confeccionaba ella misma, y porque no le había significado un cuantioso gasto. Por el reflejo de los espejos de ése local, ella se vio y se sintió sencilla, pero guapa, y muy moderna.

Sonrió, revisó su reloj.

Para cuando volvió a mirar al frente, Kagami Tsurugi entraba al salón oscuro. Como una diosa. Segura y perfecta. De la mano, arrastraba a Félix, quién como siempre, vestía igual, sólo que en vez de chaleco, usaba un jersey verde oscuro. Kagami al verla, se alegró y fue a su encuentro, presurosa.

Marinette ya no sonrió.

Kagami Tsurugi estaba deslumbrante con unos tacones de aguja y un mono de color rojo y negro, atado con un cinturón ancho, unos pendientes largos y los labios rojos. Desde el primer vistazo, Marinette se dio cuenta que era un vestido de diseñador, de esta última temporada. Y a ella le quedaba genial. Le revelaba caderas y formas, pecho y hombros. Le quedaba perfecto, como un guante. En sus dedos, Kagami llevaba anillos y un finísimo reloj colgaba de su muñeca, libre.

A su lado, Marinette se sintió ridículamente pobre y fea.

- ¡Botines! - pensó Marinette. - No soy nada elegante con ellos puestos. ¡Y mi falda está recortada! ¡Y mi camiseta vieja!. -

Con mucha tristeza y decepción, ella saludó, elevando una mano, dirigiéndolos hacia dónde estaba Alya para que la felicitaran y así poder entregarle sus regalos.

Kagami, al ver a la cumpleañera, cogió un bolsito de terciopelo de su bolsillo y se lo entregó a Alya, anunciando que era un regalo de su novio y de ella.

- Te ves genial, Marinette. - le susurró Félix, en ese escaso microsegundo que tuvo, antes que Kagami voltease y lo volviera a abducir.

Marinette abrió los ojos.

Y dio gracias a que el salón estaba oscuro y alumbrado sólo con luces de fiesta, porque así fue como logró camuflar el incendio que provocaron sus palabras.

Unas horas después ya la hecatombe estaba cocinada. La barra libre, al inicio buena idea, dio lugar a la bacanal más vespertina que ése local había vivido en años. Los jóvenes hacían de todo...desde cantar (o gritar) canciones en coro con perfectos desconocidos...a bailar (o colapsar en el suelo) sin ton ni son con cualquier persona o con ningún ser de los ahí presentes.

Apoyado en un columna, absolutamente sobrio y mirando el shot de whisky que tenía en la mano, Félix Graham de Vanily llevaba maldiciendo su existencia, desde hace más de doscientos minutos. Parecía que nadie se había acordado que él, un alérgico severo en tratamiento reciente con corticoides y antihistamínicos, no podía tomar alcohol. No mientras estuviera con pastillas. Pero Kagami venía una y otra vez, con los benditos shots, que luego él, a escondidas, iba vaciando en las papeleras o adornos que encontraba por ahí.

Marinette lo había pillado en esa maniobra un par de veces, lo había mirado regañándolo y él simplemente había mirado hacia otro lado. Ella negaba con la cabeza, criticándolo en silencio mientras se acababa de un sorbo la bebida que le rellenaba Adrien, una y otra vez.

Félix hubiera querido hablar con ella, un poco al menos.

La extrañaba demasiado, extrañaba su torpeza, sus preguntas sobre matemáticas, sus reseñas sobre moda y diseño, extrañaba sus post-it, y sus mensajes de texto. Pero justo cuando él iba a acercársele, Kagami lo interceptaba, le pedía un baile, él se negaba, ella reía, le daba un shot. Luego, ante el aburrimiento, Kagami lo dejaba en su esquina haciéndole compañía a una papelera, y ella se iba directo a la pista de baile a disfrutar de la música.

Doscientos minutos.

Quizá más.

Pero no pudo huir de ella mucho más tiempo.

Desde el fondo de la pista de baile, e increíblemente sola, con su sonrisa torcida y con un inmenso vaso conteniendo licor y refresco, Marinette Dupain-Cheng empezó a caminar en su dirección.

Se tambaleó mejor dicho.

Un pie delante de otro, tratando de caminar en línea recta, aunque pareciera que iba en diagonal.

Ella rio, sin sentido.

Ella tembló, sin razón.

Ella habló, sin voz.

- ¿Qué haces ahí? - le dijo Marinette tan sólo moviendo los labios, agitando las manos en un gesto interrogante, a unos buenos metros de él.

Félix se encogió de hombros, negó los cargos y las acusaciones y desvió su mirada hacia la derecha, donde un grupo de sus compañeros estaban dándose empujones, jugando a quién lo hacía más fuerte. Algunos caían, mientras que Kim pareciera que iba ganando.

De repente, Marinette abrió la boca entusiasmada, empezó a sonar una canción que a ella le gustaba, porque empezó a menear muy suavemente su cara, llevándola al ritmo de la música. Se le veía feliz. Con esa felicidad efímera y sincera que da el alcohol.

Las luces azules iluminaban sus escleras, la oscuridad acentuaba la claridad de sus ojos, su pelo negro, su cuerpo ligero.

Félix en su mente, detuvo el momento. Tomó una imagen mental de ella y la guardó en el fondo de su corazón.

Parecía un arcoiris, ella parecía un ángel bajando de un arcoiris, bailando sin saber que sólo él la contemplaba.

La vio así, entonces, multicolor.

Haces de luces naranja, verde, azul, blanco, rojo...bañándole el rostro y el cuerpo, uno detrás de otro. Sus medias oscuras, sus botines, su falda blanca, su camiseta azul oscuro. La música estridente. Su pelo ondeando con delicadeza y perfección. Le parecía la mujer más preciosa del mundo. Una mezcla de calidez y belleza, de juventud y cariño, sincera y leal.

Félix sonrió, aunque no quiso.

Ella le contestó su sonrisa.

Ambos se miraron a los ojos.

Se sostuvieron la mirada.

Muy sonrientes. Llenos de esa sensación extraña, como de premonición, como de saber que no falta nada para que pase algo importante. Que eso importante ya está por llegar, por suceder.

¡Sí!

El futuro podría ser de ellos.

Si tan sólo quisieran cogerlo con ambas manos.

Félix quiso hablar con ella.

Quiso pedirle perdón, porque Marinette tenía razón, porque aunque fuese una amiga, él estaba seguro que era alguien especial. Un ángel. Un guerrero. Alguien de apariencia frágil, pero por dentro, ella era fuerte como un león, sanguinario e inteligente. Y él le debía mucho. Quiso decirle que sí, que fue un error permitir todo lo que dijo su madre, porque era mentira. Que gracias a Marinette y a su innegable valentía, era que él seguía vivo. Que Marinette lo salvó, no solo de su anafilaxia, sino también de su soledad.

Y la tristeza.

Marinette lo había salvado. Lo seguía haciendo todos los días.

Sus amenazas de muerte en forma de corazón.

Su bufanda tejida a mano.

Su bolígrafo serigrafiado con su nombre.

Su adrenalina, su reacción.

Su amistad, o lo que demonios fuera que tuviesen entre ellos dos.

Amistad o amor.

Odio o cariño.

Algo innominado, pero presente.

Marinette Graham de Vanily nee Dupain-cheng.

O Marinette Dupain.

Con él o sin él.

Ella era fenomenal.

Incomparable, excelente.

Torpe, tardona.

E inteligente y trabajadora.

Una ráfaga de orgullo mezclado con cariño le inundó el pecho. Sí, sí, se lo diría ahora, se lo diría ya. "Marinette, perdón, eres tan valiente, eres tan leal...que callaste cuando mi madre te trató mal, que gritaste cuando me moría. Perdón Marinette, he sido tan...he sido tan..."

Su Marinette.

En la lejanía, mientras Félix la veía como un ángel, no vio al monstruo que apareció por detrás de ella. Él no lo vio llegar.

A Adrien.

Al otro.

Marinette no pudo avanzar más.

Unas garras tétricas de gato feroz la sujetaron sensualmente por su cuello desde detrás. Otras garras le sujetaron la cintura. La giraron hacia un lado, cambiando el sentido de su mirada.

Y un rostro y una boca les rompieron a ambos los sueños, el futuro, el amor.

Adrien Agreste aprovechaba que ella estaba de espaldas para sorprenderla, para abrazarla y para robarle ese beso que ya un tiempo antes compartían pero que ése día iban a hacerlo oficial, iban a hacerlo real.

Ambos estaban juntos.

Y aunque Marinette también fue sorprendida, ella correspondió al beso, más por inercia y porque estaba aturdida por la música, la bebida, el baile, por Félix que la descolocaba, por Adrien que no la dejaba pensar ni hablar.

Kim LeChien aprovechó que su objetivo estaba distraído mirando quién sabe donde para calzarle no sólo la archiconocida palmada en la nuca sino para empujarlo con más fuerza.

El pobre Kim no calculó que Félix estaba distraído, pero no vencido y casi sin darse cuenta, Kim ya había perdido la alineación del tabique nasal y medio litro de sangre producto del golpe reflejo que le encajó el odioso primo de Adrien. Para rematar el ataque defensivo, Kim sintió como perdió apoyo en sus piernas, y su cabeza rebotó contra el suelo resbaloso y pringoso de la discoteca francesa de moda.

Todos lanzaron un grito de sorpresa.

Y el apocalipsis dio inicio.

Félix solo retrocedió, sacudiendo su mano porque la copita de cristal se le había hecho trizas al lanzar semejante gancho. Estaba furioso y estaba lleno de unas ganas asesinas de volver a reproducir una "boda roja" por él mismo. Pero justo cuando iba a lanzarse hacia delante, vio como su novia japonesa, experta en esgrima y krav magá, hacía gala de todo su repertorio, cargándose media clase del Instituto en segundos.

Alucinado por la alta letalidad de Kagami Tsurugi en tacones punta aguja, Félix sólo atinó a abrazarla por detrás, pedirle que se detuviera, hacerla a un lado, cogerla por la cintura y arrastrarla hasta la salida. No sin antes, pasar por encima de Kim LeChien quien intentaba levantarse del suelo, luego de recuperar satisfactoriamente la consciencia.

Marinette, congelada en su sitio, con Adrien al lado suyo, abrió la boca, atónita. No sólo por los golpes que vio, sino por la ferocidad con la que Félix sujetaba a Kagami, como si la necesitara cerca suyo, como si siempre andasen así. Fusionados. Cómplices. Hechos el uno para el otro.

Como Katniss y Peeta, como Frodo y Sam, como Tonks y Remus Lupin.

Dio un paso hacia delante. Iba a gritar que no se fuera, que por favor se quedara. Pero apenas avanzó, oyó cómo un cristal se hacía trizas bajo sus botines negros. Se detuvo, miró hacia abajo...

...Y no había cristal...

Ella no había roto ningún vaso.

Entonces, Marinette se dio cuenta, que lo había escuchado eran los sonidos de su corazón, estallando en pedazos.

- ¡Feliz cumpleaños, Alya! - gritó alguien, al fondo del salón.

Pero nadie contestó.

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..

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¡Seguimos lento pero seguro!

:)

Capítulo largo y que yo diría que está planteado en dos partes. La primera, vemos la vida post-marinette, y es que ... felix lo ha arruinado todo...La segunda es el desarrollo en sí de la historia, la fiesta de Alya y una pelea apocaliptica o eso quise escribir.

Como bien supusieron la extraordinaria dupla de Joss y Marita, las estupideces que regó Félix en el capitulo anterior iban a tener consecuencias. Marinette es buena como el pan, pero tampoco va de mártir por la vida. Tiene su carácter y aunque es joven, sabe cuando tiene que escaparse. Y ese vacío causado por Felix, Adrien lo está sabiendo llenar...oh ¿ya ven de qué iba el fic? Ir, volver, negar y aceptar. Hoy te quiero, mañana no sé, pero tal vez más adelante...ay caray, el amor es una ...

Porque la verdad sobre el amor es ésa, agridulce, oscila como un barco en altamar, con sus tormentas y su calma...cambiante pero al final de todo, es como un viaje, una travesía.

¿Hasta cuando Lordthunder? ¿Hasta cuando amar? Umm...no soy una filosofa del amor, pero creo que la respuesta sería: hasta donde uno decida...sería ideal no lastimarse, al menos, no tanto. Y huir sin mirar atrás cuando una relación es tóxica...mucho tiene que ver la canción del inicio "I dont love you" de My Chemical Romance. Ummm. Algo.

Oh, el amor.

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Decir además que lamento muchísimo la demora, he debido salir de vacaciones, pero si creéis que me ha servido para ser libre como el viento, decirles QUE NO...que es todo lo contrario! pero al menos me llevo buenos recuerdos! Ahora a volver al trabajo!.

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Agradecimientos:

1)Mrs Fitz...ahora sí te tocó spoiler! jajajjaa, me pillaste justo cuando había terminado la primera parte de este capi, espero que te haya alegrado el día. Luego, ya te spoileé entero pero bueno...un abrazo y perdóname.

2) Moonnoir, o ladypuntonoir02...gracias por las playlists de spotify...tengo q publicarlas en IG...bendita sea tu presencia! te quiero montones! eres Mara, verdad? o me estoy confundiendo? porfi...aclaración que soy abuelete.

3) Dayer, gracias por seguir a nuestro lado, en la secta felinettiana. Es un honor para mí y un placer, llevarlas por una montaña rusa emocional. Buajjajajajajajaj...inserte meme de bruja mala.

4) Only D, Dayi! gracias por leer! no sabes cuánto te admiro! y gracias por interesarte por este par de mochuelos sin sesos y emocionalmente idiotas! ah pero que bonito es cuando están juntos!

5) Veros29, Amelie será suegra mala, pero tenemos q entenderla en cierta manera. Félix es su único hijo y como padres, tenemos sueños para nuestros niños, lo que sucede es que Félix...ejem...spoiler...no cumplirá los que ella tiene pensado para él. ¿Difícil, verdad? ser padre no es fácil. Ser madre, viuda y vuelta a casar, con un joven hijo - potro de 18 años...uff...les juro que no es fácil.

6) Manu, ¡pero quien te cotillea de mi! soy una persona mayor, pero no tanto, ya sabes que soy chica, tengo niños y un trabajo que (joer) se roba todo mi tiempo, además lo de mi brazo aparentemente es una neuropatía post covid o algo así...ufff Manu...si te contara...este 2021 me he sentido toda una yaya...un fuerte abrazo! y sí, he visto los spoilers de Gloob!

7) Awwnonex, hola! bienvenida! muchísimas gracias por tus palabras...soy muy seria al escribir, pero cada vez que alguien me dice que le agrada lo que escribo, me dan ganas de llorar de la alegría, porque es reconfortante, me siento útil y que sirvo pa algo. No es falta de autoestima, no sé...orgullo?...como cuando tu madre te daba palmaditas y te decía "que buena niña has sido"...por cierto, mi madre nunca hizo eso, pero bueno, aquí en este fic hemos venido a reir! y a llorar! y a frustarse con estos polluelos! Gracias por leer (lordthunder se hace bolita y llora de alegría en su sillón)

8) Mi Isa5263! oh gracias! tengo pendientes tus fics...pero me encanta la dulzura q llevas dentro! te quierooo...me encanta que te pongas al día...yo llevo retrasos con los tuyos! pero es que te juro te juro que me pierdo en las actualizaciones...prometo no ser tan ingrata, lo prometo!

9) FreyJad, oh he leido tu comentario en Blanco como la nieve y GRACIAS por escribirme, como te dije por interno, mi primer comentario lo escribi despues de haber leido en fandom en español, italiano y en inglés...y después de años de ser una lectora anonima...gracias por tus palabras...comentarios como el tuyo me dan un shot de alegria y autoestima...

10) Natitalechugita, también he leido tus comentarios y hemos hablado por IG, pero decirte que GRACIAS POR TI, POR ESTAR AHI, POR EXISTIR...quiero llorar porque no pensé que recibiera tanto feedback, tantas historias, tantas experiencias, soy muy sensible y saber de gente como tú, me hace aún más sensible...estoy llorando, lo siento, gracias.

11) Fanmerywhite!! síiii, wattpad tb me distrae y la app no es de la smejores...si lo leo en el ordenador, es terrible porque no puedo poner emojis...vamos que ya no sé q hacer, por eso seguiré fiel a fanfiction todo lo que pueda...un besito a tí en especial!...

Gracias por no dejarme sola en esta locura...gracias. Si me he olvidado de alguien , pido perdón, revisaré y no volverá a pasar...os quiero...

Ah, la soundtrack del día.: LEAVING MY LOVE BEHIND de Lewis Capaldi.

Ñe.

Hala, a llorar.

UN FUERTE ABRAZO

Lordthunder1000

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PD: quiero para mi descendencia una novia como Kagami...lo siento...lo dije.

PD1: he soñado por siglos con este tipo de escenas...ya sabeis, todo esto...

PD2: el título! Sí...este fic se titula "La verdad sobre el amor"...y por cierto, el anterior felinette november (2020) lo he titulado como "La flor que..." bueno algo así...ya saben, por la flor y el cactus. Gracias por vuestra atención, apago micrófono.

Otro abrazo!

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espero actualizar más rapidito!

recuerden que también lo publico EN SIMULTANEO en wattpad!