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FELINETTENOVEMBER
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DIA 9:
School Dance
o Baile de Escuela.
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Notas:
Letras en cursiva y entre comillas, nos referimos a lo que escucha o lee.
Letras sólo en cursiva, pensamientos, introspección.
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"Un imán, de forma similar a lo que ocurre con una masa o una carga eléctrica, produce una alteración de las propiedades del medio que lo rodea, de forma tal que si se coloca otro imán en sus proximidades, éstos percibirán una fuerza con respecto al otro. Podemos entonces decir que originan un campo magnético ."
El sol entraba por los cristales del salón, los haces de luz caían casi perpendicularmente sobre el suelo. Las copas de los árboles lucían verdes y frondosas. Había botones de flor a punto de brotar en cada matorral del jardín. La primavera aparecía tímida aún. Un espectáculo bello a contemplar, pero, sentada en su escritorio, Marinette Dupain-Cheng se encontraba abstraída en sí misma, alejada del entorno.
- Dos imanes, un campo magnético. - ella pensó, entendiendo rápidamente la lección.
Él y ella, juntos, amor.
"...si se sitúa un conductor eléctrico en el seno de un campo magnético, y hacemos que circule por él una corriente eléctrica, se producirá una interacción con el campo y aparecerá una fuerza sobre el conductor..."
Así como él se había introducido en su vida.
Tan de repente, tan sin pensarlo.
Nunca entendió en realidad, el fin de su relación con Luka Couffaine.
No iban mal, pero era más una relación de amigos que de novios, aunque por momentos, sí que lo eran. Besos y abrazos. Y largas tardes en su barco. Ni una pelea. Marinette no recordaba haber estado enfadada con Luka, nunca. Ni él con ella. A pesar que habían empezado su relación, justamente después que Adrien y Kagami Tsurugi hicieran pública la suya. Esa pareja sí que le dolió. Un dolor punzante y constante. Un picor inexplicable en los ojos que siempre terminaba en llanto. Pero entonces, aparecía Luka, rasgaba su guitarra, le hablaba de la vida y Marinette escuchaba lo que él le decía, porque lo admiraba. Eso la distraía del desamor.
Sin darse cuenta, a pesar que Adrien y Kagami habían dejado lo suyo, ella continuó con lo de Luka. Ahí, entre las paredes de su barco y entre los sonidos de su guitarra, Marinette aprendió a amar otras cosas. La buena música, una canción, un poema recitado, una mirada solidaria, debates filosóficos sobre porqué las agujas del reloj van siempre en el mismo sentido. O un susurro comedido, una travesura cómplice.
Ella, que no había tenido hermanos, tuvo en Luka a uno.
Cuando todo terminó, ella se sintió mal por perder ese estilo de vida, estable y cariñoso. Se volvió a sentir sola, algo vacía. Y así, en ese leve desequilibrio emocional que le produjo el fin de su relación con Luka, ella lo conoció.
Félix se había introducido en su campo electromagnético un buen día de setiembre, cuando Madame Bustier determinó que el chico nuevo se sentara al lado de la alumna más dócil de todo el centro educativo.
Una fuerza sobre el conductor.
Sobre ella.
O sobre él.
Maldición.
Nunca había dolido tanto el amor, como en esos meses. Nunca. Ni siquiera cuando Adrien Agreste le limpió la mejilla a su mejor amiga por ese entonces, Kagami Tsurugi, para luego darle un beso pequeño en los labios, tierno y escuerto, pero revelador. Ella pensó a sus catorce años que el amor dolía... ¡oh, pero ahora a sus casi dieciocho, el amor no dolía, sino que destrozaba su carne y espolvoreaba sal sobre sus heridas! ¡Oh el amor! ¡Amor!
"...Así mismo, si se tienen dos conductores por los que circula corriente, se crearan campos magnéticos alrededor de ambos conductores que interaccionarán con las cargas del otro..."
Interacción.
Sus besos cargados de rayos y truenos.
Cortocircuito. Chispazo. Acción.
Ni un adiós.
Ni un "espérame, ya vuelvo".
"... interaccionarán con las cargas de otro, produciendo una fuerza...una fuerza de atracción sobre el otro conductor..."
Atracción.
Definitivamente, el tema del campo electromagnético no estaba siendo tan difícil de comprender. Ojalá fuese todo así de fácil. Ojalá la vida fuese sencilla como la Física, regida por leyes y constantes, todas ellas plasmadas en frías ecuaciones con letras y flechas, que siempre daban un resultado concreto.
"...avancemos conceptos: si tenemos dos conductores con dos corrientes paralelas del mismo sentido, éstas se atraen, y si tienen distinto sentido, se repelen. En ambos casos la fuerza por unidad de longitud sobre cada conductor equivale al resultado de la siguiente ecuación..."
Lo más probable entonces, según la Física, era que Félix estaba yendo en un sentido, mientras que ella en otro totalmente contrario. Marinette garabateó rápidamente la ecuación propuesta con bolígrafo de tinta azul, mientras que el resolución del ejercicio, lo escribió con tinta negra. Movía sus ojos rápidamente escribiendo en su libreta, a la vez que miraba cómo Mendeleiev desarrollaba la puñetera ecuación, con su respectivo fundamento, de la Ley de Faraday en la pizarra.
Repulsión. Atracción.
Félix. Marinette.
Cortocircuito. Chispazo. Acción.
Horas después, en la cafetería del Instituto, Marinette todavía seguía pensando en porqué el destino era tan cruel con ellos. Con ella, para ser específicos. Porque a él parecía irle bien. Muy bien. Su teléfono vibró y ella supo, que la tortura diaria continuaba. Desalentada, al borde de una depresión refractaria y más cansada que nunca, Marinette desbloqueó su teléfono.
- Llegaremos hoy por la noche/Por fin regresamos/Hemos traído regalos/Ya vamos a despegar/ Félix duerme, míralo. -
Era Kagami Tsurugi.
Y después de dos meses y algo más, ellos por fin volvían a París.
- Escríbeme al llegar, que tengan buen viaje. - respondió Marinette, por inercia.
Buen viaje.
Cómo deseaba que no volviesen nunca.
Tomoe Tsurugi, un buen día de invierno, se despertó con mucho más frío de la habitual. No sentía bien el cuerpo, como si lo tuviese dormido por partes. Escuchó a su hija, moverse por toda la casa, vistiéndose y arreglándose para salir. Cuando Tomoe intentó sentarse, no pudo y cayó redonda hacia un lado de la cama. Se levantó trabajosamente y se sentó en su sillón favorito, cogió su bokken, se puso sus gafas oscuras. No, no estaba bien. Pero no quería preocupar a nadie. Al mediodía, sin embargo, cuando Kagami le dijo que saldría a pasear, ella le pidió que no lo hiciera y que por favor, se quedara en casa, y que llamara al doctor, para un chequeo rutinario.
Para cuando el doctor llegó, encontró a la gran Tomoe Tsurugi haciendo la siesta. Sólo que no la estaba haciendo. No estaba dormida. De hecho, ni siquiera respiraba.
Mientras caía una intensa lluvia en París, Kagami Tsurugi lloraba sin consuelo en los brazos del doctor, tratando de explicarse qué cosa había pasado, por qué la muerte había sido inesperada y en qué momento su madre se fue, sin despedirse de ella, dejándola sola en el mundo. Preguntas sin respuestas. Lágrimas. Dolor.
¿Sabes cuándo has amado de verdad? Marinette ya sabía la respuesta. Felix se la dijo, minutos antes de besarlo como si no hubiera mañana...¿Lo sabía?...Cuando el corazón se rompe en mil pedazos si se va, si se aleja para siempre.
Detrás de cada ser querido que muere, quedan sus dolientes, queda tristeza, lo salado de las lágrimas y la impotencia de saber que cualquier despedida nunca es suficiente.
A la mañana siguiente, y con sólo lo puesto, Félix Graham de Vanily acompañó a una desolada Kagami en un viaje de repatriación hacia Tokio, para celebrar los funerales y la despedida de la gran matriarca. Él no pensó ni por un segundo, que un viaje de un par de días, se volviese una travesía por una isla mágica y desconocida, y que duraría más de dos meses.
Para Marinette, fue como si le arrancaran parte de la piel, o como si perdiera la capacidad de detectar colores en su visión. El invierno pasaba y volvía la primavera, pero para ella, el tiempo se había congelado en aquel puente del Sena, con las gotas de lluvia inmóviles durante aquellos besos lánguidos y eternos.
Su vida se detuvo.
Como una promesa en el aire, esperando cumplirse.
Como una pluma volando sin gravedad.
Como un rayo antes de caer en el suelo.
Y la electricidad que los unía, súbitamente se interrumpió, dejando de conducir por sus cuerpos, anulando ése campo magnético que los mantenía juntos y oscilando entre ellos.
Marinette ni siquiera pudo hablar con él, ni preguntarle lo que sentía en esos momentos. ¿Cómo se puede hablar de amor, en medio de la muerte? ¿Cómo cuestionar unos sentimientos rosas ante el duelo negro? Su querida amiga estaba destrozada, gestionando el sepelio de su madre, pero Marinette se consolaba al pensar que Kagami no estaba sola, sino que tenía un gran apoyo en él, en Félix. Saberla acompañada en su pérdida le daba paz, y al mismo tiempo, le daba angustia.
Repulsión. Atracción.
Saberlos juntos y lejanos, era como un puñal clavado en su alma, como una espada lacerando su pecho. Impidiendo su respiración.
A pesar de la distancia, ella intentó no perderlo del todo, enterarse de cómo estaba Félix, aunque él ya no le escribía ni le respondía sus mensajes, aunque ella sólo quería saber si estaba bien, si podía estar bien. Dejaba mensajes en su buzón de voz, porque él no le contestaba las llamadas. O audios. Algunas veces, Marinette grababa vídeos de las calles de París, fotos a través de la ventana de la clase. Pero él, no le mandaba nada a ella. Ni una foto de Tokio, ni un sólo mensaje de voz. Era como si el teléfono hubiera muerto, o estuviera sin señal, a pesar que siempre los dos tics azules aparecían en la pantalla.
En cambio, Kagami la mantenía al tanto de todo. O de casi todo.
Detalles, fotos, canciones, un diario escueto y en formato online sobre sus actividades en Japón. Fechas probables de regreso, horas incómodas para dormir y despertar, canciones que le recordaban a su madre, dibujos que ella hacía a bolígrafo en su cuaderno. Todo eso veía Marinette, con todo eso ella se lastimaba.
El puñal se le introducía cada vez más profundo en el pecho.
La espada rozaba lentamente su lastimado corazón.
No sólo había muerto Tomoe Tsurugi.
También estaba muerta Marinette Dupain-Cheng.
O una parte de ella.
La parte relacionada a él.
Aún así, cuando lo volvió a ver sentado al final de la clase el día que volvió al Instituto, Marinette se quedó estática, fija en su sitio bajo el umbral de la puerta, con la mandíbula descolgada y el corazón detenido. ¿Le hablaría? ¿Le saludaría habitualmente? ¿Dónde estaban esos tiempos en lo que se mandaban notitas, o bolitas de papel, o se esperaban en la biblioteca? ¿Adonde fue lo que ambos sentían? ¿Alguna vez se habían besado? ¿Se habían querido?
- Felichoo, ¡has vuelto! ¿ya te cansaste del sushi y del wasabe? - le gritó desde su esquina Chloe Bourgeois. Su anónima amiga pelirroja sólo se ajustó las gafas mientras reía un poquito. Kim LeChien tembló al lado suyo, cubriéndose la nariz con ambas manos. Le pidió cambiarse de sitio a Max Kanté, pero éste, también temblando, negó con la cabeza. Alix Kubdel, rebelde y anárquica, le lanzó una goma de borrar que le cayó en la frente, gritando burlona "bienvenido a Mordor". Adrien Agreste, en cambio, llegó raudo hasta él, le golpeó con suavidad el hombro, moviéndolo un poco.
- Vuelves a tocarme, Adrien, y te romperé la mano. - contestó Félix.
Adrien rio, contento por volver a ver a su primo. Le dijo rápidamente que lo había extrañado, que todos lo habían extrañado, que se sintiera bien recibido. Por detrás de Adrien, Félix vio como Césaire arrugaba el ceño negando con la cabeza, Nino Lahiffe dejó de moverse al ritmo de sus auriculares e hizo una mueca torcida con los labios, con una opinión clara al respecto. Zoe Bourgeois volvía a alzarle un pulgar para luego agacharse y atarse los cordones, cubriéndose la cara con su mechón de pelo pintado de fucsia. Y luego, por inercia, Félix posó su mirada en la figura menuda y primaveral de Marinette Dupain-Cheng, en su sudadera amarilla repleta de flores y su falda de vaquero, y sus zapatillas blancas, y su pelo suelto, y sus ojos tiernos.
Tragó saliva.
Si a Marinette se le detuvo el tiempo... a él, lo arrolló el destino.
Su británico corazón latía a mil, desbocado, como cuando le pinchaban la adrenalina cada vez que sufría anafilaxia. Un vacío en el estómago, un temblor incontenible en la punta de sus pies, un parpadeo incómodo. Dejó caer su bolígrafo, inexplicablemente, y en el instante que fue a recogerlo, tiró sus papeles y su estuche, volvió a inclinarse para recuperar su estuche del suelo, pero también se le cayeron sus gafas. Desesperado por dentro pero incólume por fuera, Félix giró nuevamente y su maleta cayó también, abriéndose y eyectando incoerciblemente, sus cuadernos, sus libros, su tableta.
Risas.
Burlas.
Félix no dijo nada, no le importaban los demás. Se puso de pie y luego se agachó, mientras estiraba los dedos y recogía sus objetos personales. Pero alguien más lo ayudó. Una mano cálida y pequeña, de dedos gráciles y uñas perfectamente barnizadas de pintura azul oscura.
- Bienvenido de nuevo, Félix. - le susurró Marinette, recogiendo un libro caído. - Te hemos extrañado.-
Te he extrañado.
Él, agonizando, asintió parcamente, cogió sus cosas, se volvió a sentar. Y la clase empezó. Parecía ser un día cualquiera, las materias de siempre, los idiotas de siempre, el bento de siempre, una cita en dirección para tratar de subsanar las calificaciones y las ausencias, la conclusión que debía recuperar exámenes en verano, o sino perdía su brillante expediente académico.
Para la última clase del día, Félix ya tenía una larga lista de deberes y cosas pendientes. Trabajos, investigaciones, exámenes...
...Y hablar con Marinette.
Explicarle.
Decirle que la quería pero que ahora no podía estar con ella. Sin poder obligarla a esperarle, sin poder hacerla comprender. Contarle lo que vivió lejos de ella, y lo que sentía en su pecho al verla.
Repulsión. Atracción.
Corriente electromagnética.
Cortocircuito. Chispazo. Acción.
"Para los griegos, amar a primera vista se conceptualizaba como una especie de locura momentánea o un arranque pasional, no necesariamente relacionada con el romanticismo. A esta actitud errática y sorpresiva le llamaban Manía. Y ese comportamiento, procedía de la divinidad. Una acción divina. Un fin trágico, con un inicio abrupto. Celos, ira. Por esto, plasman en su mitología todo tipo de ejemplos de emociones violentas, e historias sometidas a la voluntad de los dioses. Como el mito de Orfeo y Eurídice, como Medusa y Poseidón..." - Madame Bustier miró su reloj de pulsera y lamentó la falta de tiempo. Ya no podía continuar la lección. - "...En un plazo de dos semanas, entregarán un análisis sobre cada mito griego, lo harán por parejas…"
Bustier tomó la lista de clase y luego miró al grupo de jóvenes quienes estaban francamente disgustados. Meneó la cabeza lamentando que el número de alumnos fuera impar. Después, volvió a mirarlos y se sorprendió de lo que vio.
- ¡Graham has vuelto!... Vas muy retrasado en todo... Dupain-Cheng te pondrá al día. Con ella harás los trabajos. -
Él abrió la boca, pero no pudo decir nada porque el aire le faltó.
Ella abrió los ojos, sintiendo que ardía como una antorcha.
- Muy bien, si no existen quejas, la clase ha terminado. -
De inmediato, Alya Césaire se puso de pie como un resorte y pidió a sus compañeros que se quedaran un poco más de tiempo.
- Este viernes se realizará el baile de primavera...y por votación unánime, hemos decidido que no será de disfraces, sino de etiqueta...-
Abucheos. Algunas quejas. Alya pidió silencio y llamó al orden.
- ¡Que vaya Félix! - gritó Alix Kubdel. - Quiero ver otra pelea épica. -
Más risas.
Burlas.
Alya resopló y puso ambas manos en sus caderas. Félix continuó guardando sus cosas en su maletín.
Kim LeChien miró de soslayo a su peligroso compañero de escritorio, volvió a temblar.
- De ninguna manera este baile acabará como mi fiesta de cumpleaños, así que irán de etiqueta, no habrá barra libre. - Pifias y silbidos. A pesar de todo, Alya no se inmutó y continuó con su anuncio. - ...también tendremos música en vivo a cargo de Kitty Section.. - Rosita se puso de pie, aplaudiendo paroxísticamente. Juleka sonreía pero la sujetó de un brazo para sentarla. No quería escándalos. - ...y para contratarlos, deberemos pagar simbólicamente nuestras entradas. El dinero lo recauda Marinette. Fin del comunicado. Ahora lárguense. -
Césaire le enseñó ambos pulgares arriba a su mejor amiga, quien levantó la mano mostrando unas tarjetas elegantes. De inmediato, Adrien se puso enfrente suyo, sonriente, se apoyó sobre su escritorio y la miró a los ojos, preguntándole en silencio.
Marinette dudó.
Recordó los besos intensos y exigentes que Adrien solía dejarle, la manera sorpresiva en la que siempre encontraba la mano de él, en alguna parte indeterminada de su cuerpo. Un sonrojo la cubrió. Eso había terminado sí, porque esos toques la ponían nerviosa y la hacía sentir mal. Ella fue consecuente, ella terminó con él, un par de días después de lo del puente. Todavía aguardaba alguna palabra de Félix, pero él nunca le habló. Definitivamente, cada vez que Adrien tocaba alguna parte de Marinette, ésta fantaseaba con que fuera otro rubio el que la tocara. Otro sonrojo apareció, éste más fuerte.
De repente, como si le cayera un balde de agua fría, Marinette recordó que Félix seguía siendo novio de Kagami Tsurugi.
El puñal imaginario, volvió a hacerle daño.
Aceptando su desastrosa situación amorosa, ella asintió.
- Sí, Adrien. - dijo en voz baja. Y Adrien Agreste sonrió aún más, cogió una tarjeta y le dejó un beso en la mejilla.
Félix vio ese beso tierno y delicado, corto y sincero. Lleno de cariño y aprecio. Y volvió a quedarse de piedra. Otra vez náuseas y dolor de tripa. El corazón volvía a galopar fuera de control. Se sintió ahogado en un pantano, sin poder respirar bajo la superficie y sin poder respirar por encima de ella. Sin salida. Sin opción.
Arrastró la silla hacia atrás.
De pie, volcánico y volátil, Félix cogió su maletín y avanzó ceñudo y enfadado, llegó al lado de Marinette, le arrancó una tarjeta de su mano y sin mirarla ni por un instante, salió por la puerta, casi marchando como un soldado a la guerra.
Marinette resignada, guardó sus cosas, suspiró. También se levantó de su sitio. Adrien la tomó de la mano y salió con ella, caminando con calma y paciencia.
Para cuando el viernes llegó, Marinette se sentía más tranquila y confiada. Los días previos, había logrado esquivar olímpicamente cada oportunidad que Félix tuvo para hablar con ella. Se inventaba excusas y huía. Se imaginaba que alguien la llamaba por teléfono, y escapaba pronta a atender la llamada. No se alejaba de Alya...ni de Adrien.
Sin embargo, agotada de todos los preparativos del baile de primavera, ése viernes, ella se abalanzó directa a la mesa de refrescos con licor, cogió un vaso enorme y sin importarle ensuciar su hermoso vestido, se lo zampó entero y se limpió la boca con el dorso de su mano enguantada. Eructó. Volvió a rellenar el vaso.
- Así que viniste con Adrien, Marinette. - le dijo al lado suyo su leal amiga: Alya Cesaire. - No pensé que ibas a salir nuevamente con él. Pensé que lo habían dejado. O que se estaban dando un tiempo. Porque no funcionó, ¿verdad? - Alya también terminó con el último sorbo de su refresco y dejó su vaso sobre la mesa. - Aunque Adrien sigue pensando que debe volver a intentarlo, Marinette. No se da por vencido. Se lo contó a Nino...y además, él ha vuelto...pensé que hablarías con él, Marinette. Ya sabes con quién. -
Marinette bajó la mirada para observar la punta de sus zapatitos rosas. La falda de su vestido estaba compuesta de varias capas onduladas de seda bajo un soporte de gasa firmemente almidonada, dándole volumen y forma, mientras que su escote simulaba una V, marcándole delicadamente el pecho. Se sentía hermosa. Lo era.
De otro golpe de garganta, vació otra tanda de su bebida
Ocultó un nuevo eructo, simplemente apretando los labios.
Alzó la vista al frente.
- No voy a hablar con él, Alya...no lo merece. -
Y no lo merecía.
Césaire se enteró por error, cuando un día fue a la casa de Marinette y la encontró en plena reforma, vaciando baúles, eliminando figuras y portarretratos, ordenando recuerdos y objetos sumamente raros, desconocidos para ella. Varios libros épicos de autores ingleses, pósters de películas famosas. Antiguas entradas a una función de cine. O fotos impresas tomadas con su teléfono móvil, litografías del London Eye, una banderilla del Chelsea.
Cuando Marinette giró sorprendida para recibir a su amiga, Alya ya había atado cabos, había abandonado la mirada divertida que traía y observaba a su querida amiga de cabellera azabache, con tristeza y algo de decepción.
- Oh no, Marinette. Dime que no es él, por favor. -
Marinette Dupain-Cheng no dijo nada. Empezó a jugar con sus dedos, nerviosa. Después, se limpió las lágrimas que caían por su mejilla con desesperación. Dio un paso, otro, luego se abalanzó sobre Alya, abrazándola con fuerza, rompiendo en franco llanto.
No. Él no merecía sus lágrimas. ¿No? ¿No?
Ni sus palabras.
- Marinette, mira, él ha llegado. - Las palabras de Alya la trasportaron nuevamente al presente, al salón de baile tenuemente iluminado. En el fondo del salón, cerca a la puerta, entraba Kagami Tsurugi, sonriente y alegre, colgada del brazo de su todavía novio, Félix. Adrien Agreste los fue a recibir, estrechando a Kagami entre sus brazos y meneándola con cariño y aprecio, seguro lamentando su pérdida pero felicitándola por querer seguir adelante. Félix, mientras tanto, buscó con la mirada a su escurridiza Marinette, encontrándola algo lejos suyo, acompañada por su insoportable amiga.
Nuevamente, a él le pasó un tren encima.
Dejándolo anímicamente destrozado.
Ni un latido, ni una sola respiración. Vacío, abandonado. Ella estaba tan preciosa como una princesa en un cuento de hadas, o como en la vida real. Un largo vestido, una pomposa falda, su cabello suelto en suaves bucles recogidos en una media melena, sus brillantes ojos azules. Quiso gritar y correr a su encuentro, atravesar el salón y llamarla por su nombre, agitando la mano.
Caminó un paso hacia adelante, todavía dudando de lo que iba a hacer.
Y cuando por fin, se impulsó hacia ella, un perfecto repiqueteo de una guitarra eléctrica los remeció por completo, inmovilizándolos.
Luka Couffaine rasgaba con sus dedos las cuerdas de la guitarra, en tanto que Rosita y los demás, llenaban el ambiente con una música ruidosa pero armónica, cruel y retorcido pero con lírica amable y romanticona. Las luces acompañaban al sonido y pronto, en un instante, la pista de baile se llenó de personas, con o sin pareja, saltando al son de la canción.
Adrien cogió de la mano a Kagami y se adentró a bailar con ella.
En la lejanía, Félix vio como Alya secuestraba a Marinette y también se lanzaban a bailar acompañándose ambas.
Félix bajó la mirada, retrocedió dos pasos y aplastó su espalda contra la pared. Cruzó sus brazos. Quiso lanzar su adrenalina a una papelera para luego tragarse un bizcocho entero de harina de trigo hecho en cualquier panadería tradicional. O comerse una galleta pequeñita. Tal vez con sólo la galleta fuese suficiente.
Exhaló.
Tenía una larga noche por delante.
Horas después, la fiesta era todo un éxito.
Félix se había entretenido un buen rato hablando con Zoe Bourgeois acerca de los diferencias del inglés británico y el inglés americano. Aunque lo cierto, es que ella era la que hablaba la mayor parte del tiempo. Para él era divertido escucharla hablar. Básicamente porque lo hacía en su idioma materno y muchas veces, se le entendía mejor lo que quería decir. Zoe asintió. Ella también se sentía así. Mejor comprendida si es que hablaba con él. Reunió valor para pedirle bailar, pero Félix adivinando lo que iba a suceder, empezó a dialogar sobre lo mucho que aborrecía mover el cuerpo en público. Zoe sintió arder sus mejillas, ya sea por el desplante delicado que le hacía, o por la conclusión de que quizá a él le gustaba mover el cuerpo en privado.
- ¿No te parece genial, Marinette? - le preguntaba Kagami Tsurugi a su mejor amiga, Marinette Dupain-Cheng. Ambas se encontraban del otro lado de la pista de baile, comiendo bocaditos y canapés. Marinette seguía rellenando su vaso de licor y refresco. - ... Encontrar al hombre adecuado me refiero, lo digo por Félix, por supuesto. Lo digo porque ... seremos felices, lo sé. Hemos pasado por tanto... yo creo que no puede haber en mi vida, alguien más que él. He tenido suerte ¿no es cierto? ¿no lo crees?. - Tímidamente, Kagami se permitió sonreír, en tanto sus mejillas se ruborizaban levemente.
Y Marinette le contestó que por supuesto, que claro que sí, que qué suerte había tenido.
Que suerte.
Parecía una charla entre amigas, pero Kagami se acercó aún más a Marinette, y la miró fijamente, aguzando su mirada. Su sonrisa se borró y su ceño se volvió serio y fruncido como cuando se disponía a enfrentarse a alguien en inmediato, Marinette intuyó de qué iba esa rara conversación con ella. De él, demonios, de Félix. ¿Acaso Kagami presentía algo? ¿Acaso ella...?
Marinette tratando de apaciguar un poco el ambiente, agregó: - Es una suerte encontrar a alguien así, es genial. - Y para redondear la idea, ella le preguntó a Kagami: - ¿Y él?...¿ te quiere, no? Félix, ¿te quiere? ¿Es recíproco? -
Marinette quiso clavarse ese puñal, de verdad.
Ahí, metida en un extraño diálogo, ella deseó que Kagami le contestara con lo cierto. Así, si el puñal la atravesaba aún más, ella moriría de una buena vez. Sí por favor, más profundo e intenso, ahora. Dime lo que quiero escuchar y mi alma se irá por esa ventana, para no volver a mi cuerpo nunca más.
- Sí, Marinette, él me quiere...todo este tiempo...en Tokio...él y yo...- Kagami se cogió el rostro con ambas manos, luciendo francamente avergonzada. -...hemos vivido juntos...Era más práctico así. Oh, Mari, estuve muy mal, no paraba de llorar...y había tanto que hacer, firmar, leer voluntades, estudiar contratos...oh ¿Quién lo diría?...-
Ella no por supuesto.
Un zumbido nació en sus oídos y para distraerse, Marinette dirigió su mirada hacia un punto inexistente en el salón. Vio la decoración, las guirnaldas, los farolillos, la mesa llena de bebidas y vio a Luka Couffaine observándolas de soslayo. Destrozada, disociada de la realidad, Marinette decidió concentrarse en los latidos de su corazón, tratando de escucharlos. Pero no los oyó, no oyó ningún ruido en su pecho, no había nada...vacío... tal vez estaría muerta. Más le valía estarlo... Recordó una pintura famosa, la de un ser humano gritando en silencio sobre un puente. Se sintió igual. Sólo que ella estaba vestida con un hermoso vestido de volantes rosas, con guantes cortos en ambas manos y el cabello suelto a media melena.
- Sí, él que me quiere, lo sé. - Kagami Tsurugi lo dijo muy convencida de eso, levantó el mentón y desvió también su vista, pero lo hizo hacia el escenario, coincidiendo con los dulces ojos cobalto de Luka Couffaine, quien las observaba desde hace un rato. Kagami sosteniéndole la mirada al músico, dijo: - Él es el indicado, el hombre que siempre he buscado. - Marinette sabía que se refería a Félix, aunque sus ojos estuvieron puestos en otra persona.
El puñal imaginario le terminó de traspasar su corazón, logrando que unas inexistentes gotas de sangre cayeran sobre el suelo, ensuciándolo.
Y ella no habló, ni respondió.
El zumbido en sus oídos se intensificó, para luego desaparecer, abruptamente.
Silencio.
A pesar que el salón estaba retumbando de la música en vivo, entre ambas amigas, sólo existía el silencio. Y luego una declaración, un comunicado. Un aviso.
- No lo voy a perder, Marinette. No lo haré. - Marinette vio hacia su amiga, con los ojos muy abiertos, sorprendidísima del giro del diálogo. Kagami también le fijó los ojos café, sin retroceder ni un milímetro. - No voy a dejarlo ir. Nadie podrá alejarlo de mí. -
Una tanda de aplausos hizo que ésa incómoda conversación terminara, logrando que Kagami volviese a mirar a Luka. El músico ahora le sonreía, e imperceptiblemente, le guiñó un ojo, para empezar a agradecerle al público su recepción.
- Voy a tomarme algo, Marinette, a solas. Ya nos vemos por ahí. -
Majestuosamente, Kagami dio un último vistazo al escenario, para darse vuelta y mover su elegante vestido. Ella vestía de negro, con pedrería de fantasía cosida a mano en todo el peto. Su vestido era muy similar al de Marinette, pero la falda no tenía capas, sino que caía, ampliamente, dando un aspecto liso y regio. Ella llevaba una orquídea rosa colgando de su muñeca.
Kagami pensaba que había sido lo suficientemente clara con su amiga, porque, al igual que años antes, ella no mezclaba el amor con la amistad. No podía perder. En la vida, las oportunidades vuelan si no las coges con uñas y dientes. Y ella, la hija de Tomoe, había sido educada para conseguir todo lo que se propusiera en esta vida. No podía perder. No iba a dejarlo ir. A pesar que...a pesar que...
Kagami se detuvo, y abruptamente, giró su cabeza hacia un costado, detectando quién se le estaba acercando. Una presencia rocambolesca, un hombre en pantalones de piel y camisa entreabierta, con las uñas pintadas de negro y cabello pintado de azul eléctrico. Él había bajado del escenario y ahora, iba a encontrarse con ella. Kagami abrió los ojos con terror y espanto. Su corazón aleteó con fuerza, un vuelco apareció en su estómago. Toda la seguridad y clase mostrada ante Marinette se esfumó al verlo, y afligida por su debilidad, marchó hacia el lavabo, hacia cualquier lugar lejano.
Marinette, ajeno a toda esta escena, quedó ensimismada y conmovida por esas declaraciones, a punto de quebrarse en llanto. ¡Cómo le dolía el pecho! ¡Cómo le temblaban las manos! Tenía que huir de ahí, escapar corriendo o meter la cabeza y el corazón en la garrafa de vino y refresco, ahogarse en una bañera llena de champán, o coger una botella de nata azucarada y zampársela entera. Huir, escapar. Oh, maldito amor. Su amor.
- Ey - le dijo una voz conocida al lado suyo.
Púdrete imbécil, pensó de inmediato. Pero al verlo, sólo encontró paz y alegría, inexplicables por cierto. ¿Por qué verlo le dolía, y a la vez, la consolaba?
- Ey - murmuró Marinette, en tono muy bajito porque no tenía aire en los pulmones.
De repente, ante la ausencia de la banda de rock, las luces se atenuaron y sólo emitieron destellos azules, oscureciendo el salón. Una suave grabación sonó por los parlantes, el repiqueteo de un teclado de piano, un suave murmullo en inglés. Varias parejas cogidas de la mano, se adentraron al centro de la pista de baile.
- Es nuestra canción. - dijo Félix.
Con parsimonia, él le extendió una mano, pidiéndole en silencio que ésa canción la bailara con ella. ¿Se la debían, no es cierto? Desde aquella fiesta del cónsul, hace ya tanto tiempo. ¿Se lo debían, verdad? Nunca pudieron bailarla. ..y aunque él hubiese convivido con ella en Japón... aunque fuera el novio estable y permanente de su amiga... aunque se hubieran besado como si no hubiera mañana... aunque se hubiesen querido por sólo un instante... Marinette recompuso su alma juntando todos los trocitos de su corazón esparcidos por el ambiente, los ojos le brillaron, su rostro se suavizó y decidió que se despediría de él, definitivamente.
Ella puso una mano sobre la que él le estaba ofreciendo.
Y mientras caminaban hacia la pista, Marinette se preguntaba por qué no podían ser felices, por qué ambos debían pasar por esto. Espinas, dolor, lágrimas. Distancia y lejanía. Amistad y parentesco. Tal vez si lo hubiesen tenido claro desde el principio, ambos no se hubieran equivocado tanto.
Juntos, perdidos entre la multitud de parejas, y ocultos por las sombras, empezaron a moverse al son de la canción.
Desaparecieron, de imprevisto, todos los demás.
Y se hallaron solos, ella y él, sin quitarse la vista de encima...ni las manos.
When you hold me in the street
And you kiss me on the dancefloor.
Félix apoyó ambas manos en la cintura de Marinette y la acercó hacia él. Ella, todavía atónita por la magia que la envolvía, vaciló sobre dónde poner sus manos enguantadas. Sin embargo, no había mucho sitio donde dejarlas, así que las pasó por detrás del cuello, acariciendolo sin quererlo.
Y así como aquella vez en las calles de París, Félix sintió cómo una descarga eléctrica lo traspasaba entero de la cabeza a los pies. Se sintió como el hilo conductor, el cual según la ley de Biot-Savart, dice que si le atraviesa una corriente eléctrica genera un campo magnético, de manera proporcional a su intensidad.
Cortocircuito. Chispazo. Acción.
Ir en un mismo sentido.
O en otro distinto.
Every time I see you I die a little more
Stolen moments that we steal as the curtain falls
Quería abrazarla otra vez, y llenarla de besos como aquella tarde sobre el puente. Decirle que la quería, que no mintió. Ojalá nunca se hubieran separado, ojalá nunca hubiera amanecido.
La apretó más hacia sí, subió ligeramente una mano hacia la parte alta de su espalda.
Se miraban fijamente, intentando bailar...
...pero no lo hacían.
Estaban quietos.
Con el mundo alrededor suyo paralizado.
Y con sus corazones resurrectos, latiendo gozosos por dentro.
Por tenerse cerca.
Por amarse lejos.
Every piece of you it just fits perfectly
Every second, every thought, I'm in so deep.
But I'll never show it on my face
Ella lo quería. Él la amaba.
Ojalá lo hubieran sabido antes, ojalá..
Como un acto reflejo, él subió una de sus manos hasta acariciarle una mejilla y delinear, con delicadeza, el borde de sus pómulos, de mandíbula. Algo así ya había pasado antes. Ya lo habían vivido. Caricias, cercanía, manos y dedos. Aliento cercano, un beso acercándose, a punto de hacer colisión con el objetivo.
Un puente. La lluvia. El adiós.
"...dos conductores rectilíneos, verticales y en paralelo...con electricidad recorriendo sus cuerpos...generan un campo electromagnético..."
Repulsión. Atracción.
En un último destello de lucidez, Marinette se permitió romper el hechizo en el que estaba sometida. No. No. No aquí. No ahora. Entonces, la burbuja estalló, dejando ver que estaban en medio de un atestado salón, rodeado de gente. El mundo volvió a moverse, la música volvió a escucharse. No. No podía volver a caer.
Desesperada, aturdida aún entre sus brazos, Marinette reunió coraje y valentía, lo miró a los ojos y habló con fuerza.
Contraatacó.
- Félix, tú...¿seguirás estando con ella, seguirás saliendo con ella? -
But we know this, we got a love that is hopeless
Why can't you hold me in the street?
Why can't I kiss you on the dancefloor?
I wish that it could be like that
Félix dejó de respirar. Ambos se quedaron viendo, en silencio. Sólo ésas pequeñas luces azules se movían, tal cual un vector de protones positivos huyendo de los negativos, iluminando casi nada la pista de baile. Los demás seguían girando al ritmo lento de la música. Él observó cuán preciosamente índigo eran sus ojos, sus pestañas gruesas, sus cejas perfectas y sus labios rosados, muy bien delineados. Recordó, muriendo por dentro, la felicidad que sintió cuando la tuvo entre sus brazos, aquellos escasos minutos afuera del cinema, el día en el que su vida cambió.
Y sin dudarlo, Félix respondió, con voz plana y ausente, carente de emoción:
- No. - contestó. - No la dejaré. No puedo. -
Why can't we be like that?
Cause I'm yours
When you're with her, do you call her name...
Like you do when you're with me? Does it feel the same?
Marinette exhaló, y en ése aliento, dejó que el destino se llevara su amor.
Que partiera lejos.
¡Alguien la amaba! ¡Y a la vez, no!
¿Eso era el amor? ¡No podía serlo! ¡No!
Ella dejó caer sus brazos, y retrocedió un paso atrás. Dolía, le escocía tremendamente el pecho por dentro. Pero no podía lanzarse al suelo y ponerse a llorar, o a patalear. Tampoco podía golpearlo hasta la muerte ni hasta arrancarle un "sí" a patadas y bofetadas. No, no podría nunca.
- ¿Es tu última palabra? - volvió a preguntar ella.
- Es mi única decisión. - respondió él.
Why can't we be like that?
Cause I'm yours
Why can't we be like that?
Wish we could be like that
No esperó a que la música terminara en su totalidad, Marinette apretó los labios, decepcionada. No dijo nada. No hubo lágrimas, ni golpes. Ni gritos, ni explicaciones.
Ya no se debían ninguna.
Ella se dio la vuelta y se alejó de ahí.
Félix se quedó en esa esquina de la pista de baile, sin ella entre sus brazos. Huérfano de amor y de esperanzas, sabiendo que se iba la oportunidad de amarla nuevamente. Deseó perseguirla, explicarle su elección.
No puede decirte, Marinette, lo mucho que ella llora por las noches, lo vacía que despierta por las mañanas. Sola, abandonada, perdida en sus recuerdos y atosigada de responsabilidades. Yo sé lo que es perder un padre, pero ella, Marinette, ya ha perdido dos. ¡Y es tanto el peso sobre sus hombros!. En las mañanas, cepillo su pelo porque no puede hacerlo, o la obligo a comer porque no lo hace. Rompo el silencio, distrayéndola con las noticias, o corremos juntos por las calles, escuchando la misma playlist. Por las tardes, luego de estudiar, la llevo a sus clases de dibujo, a su taller de pintura, la recojo y la llevo a casa, vemos una película... y dormimos juntos...y vuelta a empezar.
No, él no podía decirle eso.
No podría hacerlo él, nunca.
A muchos metros más allá, Kagami Tsurugi observaba atentamente a su novio, percatándose cómo Marinette se alejaba de él, llorando en silencio.
Y él también lloraba... por dentro.
Ojalá ese beso bajo un paraguas rojo en un puente del río Sena hubiese sido eterno.
- ¿Sabes cuándo has amado de verdad, Marinette? -
Ahora ella lo sabía. Félix se lo dijo, justo antes de besarla como si no hubiera mañana.
- ¡Cuando el corazón se te rompe en mil pedazos si se va!. - O si lo has perdido.
Lo amaba de verdad, entonces.
Lo amaba muchísimo.
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Ay perdón, soy tan cliché...pero me prometí que en este fic iba a poner escenas felinette con harto fanon...sin exagerar, por supuesto. Yo no quiero llorar tanto como antes, pero siempre me sale algo triste. Lo lamento.
Yo sí entiendo a Félix, pero también a Marinette. Hay corazones que se rompen y no se puede evitar. Es el destino, o la casualidad. O la maldita estupidez de cada uno.
¿Qué tal la peluca de payasito? a mí me quedó bien bonita. No tengo pruebas, pero tampoco dudas.
Agradecimientos!
* A Mrs Fitzberry: sabes que es lo que mas me gusta de todo esto? que podemos gritar juntas! gracias x seguir ahí! Jajajaja, algunas veces pienso que sólo me saludas para exigir mis borradores...ok no, pero si. te quieroo!
* Moonnoir100: perdóname el vaiven emocional de cada capítulo, trato de "cautivar" a la audiencia, en realidad tengo temor a la pérdida y por eso me gusta dar y tomar...en este cap la cosa no es tan "emocionante" pero creo que debo una explicación del porqué no estarán hoy (ni mañana) juntos. Además, que la escenita de ellos dos bailando me traía LOCA desde hace meses. Hala, sueño cumplido...y con la cancioncita de la Little Mix o sea ...les lloro.
* Manu: jolin, lo lamento por olvidarme de tu cumple, soy fatal de fechas. La vida me trata mal, Manu. Además, yo sueño con tu análisis, es lo mismo que yo quiero...ahora sí, tengo harta esperanza que kuroneko sea él, o algo relacionado a él, que sepan quien es Hawk Moth y Adrien dé un paso al costado, o sea, todo esto, yo lo sueño. La teoria del psicomedian es caotica, porque es un capitulo que hasta donde presiento, no será relevante para la historia (relleno tipo cap del prodigio del cerdo y simpleman), asi que lo veo un poco no importante ese capitulo. Pienso que los tres q quedan serán una bombaza (kn, y los dos ult), gracias por leer Manu, en serio. Gracias por todo.
* Only D, DAYANA, tengo GANAS DE HARTO LEMON, asi q quiero que le de como cajón que no cierra, que le abata la puerta una y otra vez, que no le tenga piedad y todas esas cosas que me gustan, pero por clasificacion no las pondré por aquí peroooooo las pondré en oneshot aparte...pero se darán (aunque no lo diga explicitamente) y se darán demasiado, o sea, tu sabes. ¡Dame balas y sangre! ¡y thriller policial! ¡me como las uñas con tu fic! GRACIAS, es un honor! Y me has mencionado también en tu fic, me he derretido, he querido gritar de felicidad...pero nadie me hubiera escuchado. Eres grande, te rezo.
* Awwnonex! no puede ser, me has pillado! soy adicta a mis grandes frases de la vida...y me gusta repetirlas cuando veo que el contexto da para ello...frase tipica de lordthunder: el amor es una guerra, por ejemplo...y sí, si mal no recuerdo es el día 28 del felinette november del 2020 donde pongo algo parecido a lo que me dices, ¡que buena memoria! gracias por hacerme recordar ese placer que fue hacer ese fic. graciassss..no te preocupes, felix no se rendirá, tratará de recuperar la cagada que está haciendo...buajajjaa, en esa parte tb nos divertiremos un rato.
* Dayer! tenía que matar a alguien, dios no puedo con mi genio. Me encanta que me escriban...sabes? con Dayana (only D) estamos en un fandom en el que ES HABITUAL que las lectoras escriban reseñas que en serio, son analisis tipo tesis de universidad, asi que mucho texto? noooo, hablar no es malo...hay que aprovechar que podemos...y más si es sobre lo que nos gusta...estoy siendo cliché en el fic, verdad? porque el final será felinette, ya lo he dicho!
* Annitabanana, bienvenida! gracias por tus palabras, espero que el felinette te guste y te divierta, aquí una más de esta secta llamada felinette, el crackship que es mas crack que el gabrinette...jajaja ok no, perdoname no me tomé la pastilla. Gracias por todoooO!
* Evelyn! he visto tus reviews en La boda, muchas gracias por comentar! tal cual dices, soy mayor y vejete pero es que mi cuerpito me pide ver comics/manga/anime/tebeos, recitar poesía y leer romance, soy vieja para eso? quien lo dice? gracias por animarte a escribirme...lloro en mi rincón...gracias...
Muchas gracias a los que leen! seguimos publicando tb en wattpad!
Me he puesto intelectual en este cap, a que no recordaban la física de Instituto, eh? vaya , pues lo he tenido que recordar yo y confesaros que era una friki, una rarita y que sólo sabía sacar notas entre sobresalientes y matrículas de honor. (momento confesión).
Un fuerte abrazo
Lordthunder1000
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PD: es absolutamente cierto que Kagami y Felix han convivido, con todo lo que eso implica.
PD1: ¿eso está muy mal, verdad?...LO ESTÁ!
PD2: la canción! oh la canción es I'VE GOT DREAMS TO REMEMBER de Otys Redding! Además, he encontrado otra que es super triste y que quizá también le vaya bien a este cap...la canta Ana Mena, pero es un cover de los italianos Colapesce y DiMarino, "música ligera"...se está volviendo mi himno.
Hala, ñe, me voy a llorar y a quitarme el maquillaje de payasito.
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FELIZ NAVIDAD 2021!
