Capítulo 2: En las entrañas

Guilliman comenzó un lento pero constante análisis de los años de historia del imperio. Una historia distorsionada y manipulada, incluso aquí, en el corazón del imperio, la verdad se mezclaba con la mentira, la superstición, y la religión.

- El emperador tuvo nueve hijos, los más grandes héroes de toda la humanidad, pero el gran mal en represaría creo a nueve demonios con el fin de oponérsele. -Leyó Guilliman con un deje de burla, pese que los primarcas leales habían cambiado, en si el mensaje seguía igual. Eso llamo la atención del señor de ultramar. - ¿Por qué hay nueve leales y nueve traidores en esta línea de tiempo también?

Obviamente no obtuvo respuesta alguna, pero eso no calmo al primarca, casi era como si la historia estuviese condenada a repetirse, una y otra y otra vez, solo cambiaban los papeles que cada uno representaba.

En esta ocasión él era un traidor

- Pese a la propaganda, y la censura, casi puedo hacerme una idea general de las cosas. -El primarca levanto su tabla de datos, listo para leer en voz alta.

Guilliman, el inconforme, el traidor, el separatista, quien, consumido por su envidia a la divinidad de los auténticos hijos del emperador, aprovecho la guerra iniciada por el tres veces maldito, logro partir al imperio en dos. Lamentablemente con la ascensión del emperador al trono dorado, el imperio no tenia los recursos para quemar a los traidores en el fuego de la retribución, por fortuna, el fénix decidido atender este problema con un enfoque diferente. El hijo más querido del emperador no toleraría esta falta, y con un golpe maestro, capturo al traidor, encerrándolo en una prisión de éxtasis a solo unos latidos de su muerte. El traidor sufriría por su falta por toda la eternidad.

- No se como sentirme acerca de esto, el mismo escenario, el mismo resultado, los mismos personajes, solo cambiaron las motivaciones. -Guilliman se quejó, mientras se frotaba los ojos con cansancio.

El sur del imperio, ahora conocido como segmento Ultramar, pese a perder a su líder, se negó a una reunificación pacífica y hasta la fecha ha resistido todos los intentos del imperio por cualquier medio.

Actualmente Ultramar está siendo controlado por un monarca que porta su marca maldita, y gobierna con puño de hierro un segmento de la galaxia el cual se considera un lugar donde solo la peor calaña de xenos, mutantes, y traidores, pueden sobrevivir.

Tan oscuro, corrupto, y maldito está el sur de la galaxia, que ni la propia luz del astronomicon llega. Por lo tanto, ha sido catalogado como un lugar prohibido, y las legiones de los hijos de hierro se han visto obligados a establecer un bloqueo planetario, para evitar que esta sombra se extienda más.

Cualquier nave que viaje desde o hacia este lugar maldito estará sometida al edicto metam. Y será juzgada por los hijos de hierro.

Guilliman termino su lectura con un sentimiento extraño en el pecho.

La historia, o los retazos que había encontrado eran cuanto menos curiosos, aun no se podía dar una idea clara de la historia, pero si tenía que especular, el calculaba que fue su hermano Dorm, quien cometió traición. La completa desaparición de los puños imperiales, apoyaba esa teoría, pero hasta encontrar información que validen esa teoría, era solo eso, una teoría.

Sin embargo, había otra gran diferencia de lo que ocurrió con Horus en su línea de tiempo, quien sea que fuese el traidor no parece haber contado con el carisma para convencer a la mitad de sus hermanos para sumarlos a su causa. No estaba muy seguro de eso último, pero explicaría porque su nombre aun aparecía como un desertor que partido al imperio, y no fue borrado completamente de la historia del imperio, como si lo fueron los nombres de aquellos hijos del emperador quienes traicionaron a su padre.

Bueno, no se mencionaba que el fuese hijo del emperador, y por lo que había dado a entender la historia que había leído, él había sido un miembro de alto rango antes de que la envidia hacia lo divido lo llevase a separarse del imperio. Un humano común y corriente que dejo que su envidia lo consumiese, y ahora sufre eternamente en una cárcel de éxtasis, una cárcel ubicada en terra, más específicamente en el palacio.

- Si se da la oportunidad me gustaría encontrarme con mi yo de esta realidad. -Guilliman dejo esos pensamientos de lado, y se concentró en informes que solo militares de alto rango deberían conocer.

Mientras algunos reportes sugerían que la XIII legión era tan culpable como las demás por su traición, otros señalaban que esta simplemente se separo por ignorancia a las acciones de Dorm. Aun así, eso no importaba. Él era un lamentable traidor, uno que ya había sido juzgado y sentenciado por el propio emperador, pero ni así el imperio logro recuperar el territorio que se separó de la luz del emperador.

- Quien sea el idiota al que se le haya ocurrido el ocultar la verdad, para "evitar que otros caigan en la tentación de los dioses oscuros" espero haya muerto de la peor manera posible. -Maldijo el primarca mientras revolvía todos los datos que tenía. Tratando de darles un orden cronológico, o algo parecido. -Esto no tiene sentido.

Con un gruñido cansado Guilliman se dejó caer, estaba cansado, muy, muy, muy cansado. No había dormido desde que su nave se estrello en aquel planeta cuyo nombre estaba prohibido por el propio emperador, y ya comenzaba a pasarle factura la total falta de descanso.

Dejo lo que estaba haciendo, estaba arto de todo, incluso en otra línea de tiempo, el imperio era una entidad completamente ilógica, que abrazaba el fanatismo en lugar de la razón mas objetiva.

- Talvez lo mejor sea destruirlo, para después reconstruir sobre sus restos algo nuevo, no necesariamente algo mejor, simplemente algo diferente, cualquier cosa que no sea el imperio, seria genial.

Guilliman maldijo, apago todo, y luego se fue a un rincón, donde se acomodó lo mejor que pudo, durmiéndose poco después de cubrir su cara con la pesada manta que los custodes le habían facilitado.

Sin embargo, su sueño, no seria tranquilo.

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Los sueños del primarca fueron extraños, una rara combinación de hechos que podía recordar, y desvaríos que, pese a no tener sentido, se sentían reales.

Guilliman se vio rodeado de sombras, pero cuando la oscuridad parecía ser lo único que existía a su alrededor, el primarca vio una luz, una luz que lo guiaba hasta un infante, era él, el infante frente a él, era su yo más joven, Guilliman no comprendía lo que estaba pasando, pero no tuvo tiempo para analizarlo, de un momento a otro la capsula donde el infante se encontraba se selló, antes de salir disparada atreves de la disformidad.

Guilliman vio como los poderes ruinosos corrían detrás de su capsula y la de sus hermanos, lograron alcanzar algunas, pero las protecciones que estas tenían no permitieron que la maldad de los dioses del caos contaminase a los recién nacidos que albergaban. Aun así, los dioses no se rindieron, y emplearon todo su poder para abrirlas, pero los dioses no comparten, y tan proto como una de las capsulas mostro signos de debilidad, una encarnizada batalla entre los cuatro dioses del caos comenzó.

La pelea salvo a las capsulas, ya que lograron escapar mientras sus captores luchaban entre sí.

Guilliman sonrió, sus hermanos estaban a salvo, al menos de momento. Dejo a los dioses y trato de encontrar su capsula, esta estaba lejos, a una distancia imposible de calcular. Entre todas las capsulas, la suya era la única que los dioses del caos no parecían haber intentado capturar ¿Por qué?

Bueno, eso no importaba, su capsula estaba a salvo, eso era todo lo importante.

Su capsula viajo a una velocidad imposible, en un ángulo muy alto, y por unos segundos Guilliman se preguntó ¿Cómo se detendría? Si seguía así saldría de la galaxia.

El primarca bajo la mirada y observo la vía láctea, su hogar, alejándose cada vez más. Y entonces ocurrió, su capsula golpeo con algo. Por unos segundo Guilliman reconoció el objeto que su capsula había golpeado, sabia que lo había visto en alguna ocasión, era extraño, pese a que no podía recordar su nombre, casi sentía como si tuviese su nombre en la punta de la lengua, pero no podía pronunciarlo, por alguna razón.

Finalmente, su capsula cayo cual meteorito en Macragge. Fue muy emocionante para el primarca ver su hogar una vez más, en especial porque la huella de la guerra no estaba contaminando el planeta.

Según la leyenda, el Cónsul Konor Guilliman, uno de los líderes planetarios de Macragge, recibió una visión de un noble niño solo en el bosque profundo, y de una brillante entidad, que ordenó a Konor que lo guiase y protegiese.

O al menos eso es lo que le contaron a Guilliman cuando este pregunto de pequeño, la verdad parecía ser un tanto diferente, su padre había estado cazando junto a sus allegados, en el momento que un meteorito de dos colas se estrelló cerca de su posición. La curiosidad le gano al sentido común, y junto a todos los sirvientes que no habían huido fue a investigar el cráter.

Allí, a la sombra de las poderosas Cataratas de Hera, hallaron al infante jugando entre los restos de su cápsula de gestación, varias voces hablaron, algunas pidieron matarlo, otras querían irse, pero al final fue la voz del cónsul de Macragge quien se impuso. Llamando al recién nacido Robute, y declarándolo su hijo.

Guilliman camino un poco, observando todo lo que ocurría a su alrededor, era extraño poder caminar en sueños, él sabía que esto era un sueño, y, aun así, era un mudo espectador, incapaz de cambiar algo o influenciar de ninguna forma en lo que estaba ocurriendo a su alrededor.

El XIII primarca siempre se había preguntado si fue el emperador quien arreglo su encuentro con su padre Konor, algunos estudiosos imperiales afirman que el emperador de la Humanidad preparó intencionadamente la dispersión para que sus hijos pudieran experimentar la vida entre los humanos normales en sus años de formación.

Él tenía serias dudas sobre esa creencia, Agron era un claro ejemplo del poco control que el emperador había tenido sobre el destino de las capsulas de sus hijos cuando estas se dispersaron por el inmaterium. Aun así ¿Cómo hubiese sido su vida si el no hubiese sido hallado Konor? ¿O si su madre Tarasha Euten no lo hubiese educado en su inigualable estilo de liderazgo y organización?

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Los ojos de Guilliman se abrieron de golpe, sacándolo de ese extraño sueño, pero la sombra del inmenso dolor que arañaba su corazón no se fue. Tarasha Euten, su madre, ella debería haber estado viva para el momento en el cual él fue encerrado dentro de ese campo de estasis, a solo unos latidos de la muerte.

¿Cómo había tomado la noticia?

¿Qué había sido de ella?

¿Dónde y cuándo murió?

Estas y cientos de miles de otras peguntas saturaron los sentidos sobrehumanos del primarca, todas esas preguntas dolían, y cualquier respuesta que pudiese pensar no hacían mas que agudizar ese dolor.

No era como que Guilliman se hubiese olvidado de su madre adoptiva, pero buscar cualquier rastro de ella después de diez milenios era una tarea imposible. Como se arrepentía en estos momentos el no haber insistido un poco mas en esa tarea.

Guilliman movió levemente sus músculos, o al menos lo trato, todo su cuerpo estaba completamente inmóvil, no solo eso, después de analizar lo que le rodeaba se dio cuenta que este claramente no era aquella habitación abandonada y olvidada donde los custodes lo habían dejado mientras ellos buscaban información.

Él se encontraba en una especie de bodega, había mucha basura acumulada, inmensos paquetes estaban esparcidos sin ningún orden, las cajas simplemente habían sido apiladas una sobre la otra sin ningún cuidado. Pero sin duda lo que más llamo su atención fue la energía que parecía envolver su cuerpo.

Nuevamente trato de moverse, solo que en esta ocasión si logro algo, solo que no fue su cuerpo lo que se movió. Él XIII primarca sintió como su conciencia era jalada hacia afuera de su cuerpo.

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Como correspondía al hijo de un Cónsul, Roboute Guilliman fue educado intensamente, y rápidamente absorbió cada pizca de información disponible, antes de ocupar su lugar en el prestigioso Cuartel Agiselus en Ciudad Macragge. Allí fue entrenado en las artes militares, y en poco tiempo superó a sus compañeros e incluso a sus instructores. Sin nada más que aprender, se graduó, y retomó su puesto junto a Konor. Estaba claro que los dones de Guilliman para la organización y la práctica de la guerra serían muy útiles en la lucha contra los enemigos de Macragge tanto dentro del planeta como fuera de él.

Demostrando que la fe depositada en él no estaba siendo desperdiciada, Guilliman obtuvo una serie ininterrumpida de victorias militares, que culminaron con la completa destrucción de las flotas piratas que tanto tiempo llevaban acosando las rutas espaciales entre Macragge y los sistemas cercanos con los que había mantenido el contacto.

En un banquete celebrado en honor de los logros de Guilliman, el otro Cónsul de Macragge, Gallan, propuso que se restituyera una antigua tradición de Macragge: tras lograr una gran hazaña para la nación, el héroe sería recompensado con la oportunidad de conquistar un territorio para sí mismo. Cualquier nueva tierra que pudiera conquistar para el reino, sería suya para gobernar.

Los presentes murmuraron por algunos segundos. Mientras algunos apoyaban la idea, otros temían que pasaría si se le daba tanta libertad a alguien tan joven.

Tras varios segundos donde nadie hablo en voz alta, Gallan propuso que Illyrium, el salvaje territorio septentrional de Macragge poblado por bandidos, sería el reto y la recompensa perfectos. Nuevamente los murmullos, solo que en esta ocasión fueron silenciados por Konor, quien apoyo la idea.

Tras que las festividades terminasen Guilliman saldría de la ciudad con mas de la mitad de las fuerzas armadas de su padre adoptivo.

Las bárbaras tribus de Illyrium nunca habían sido pacificadas, y aunque atacaron a la expedición del joven primarca con una furia sin igual, en seis meses Guilliman había superado a cada uno de los líderes tribales en combate singular y se había ganado su respeto y lealtad.

La conclusión de esta aplastante victoria fue empañada por la noticia de que Konor había fallecido, y de que, como único Cónsul restante, Gallan había tomado sus competencias y posesiones.

Gallan envió sus condolencias, pero también ordenó a Guilliman y a sus tropas que abandonasen inmediatamente Illyrium para jurarle lealtad. Guilliman regresó como se le había ordenado, pero se horrorizó al ver el estado de abandono en que habían quedado las antiguas tierras de su padre adoptivo solo pocos meses después de pasar a manos del nuevo gobernante único, con lo que cuando se presentó ante Gallan, se negó desafiantemente a arrodillarse.

Ante los nobles reunidos, afirmó sin dejar lugar a dudas que Gallan no era el único Cónsul: ante ellos se encontraba el Cónsul de Illyrium, según las antiguas tradiciones que el mismo Gallan había invocado. Gallan no tenía más autoridad sobre él que las mismas estrellas. Con esto, Guilliman regresó al norte a la cabeza de su curtido y extenso ejército, además de todos los siervos que aun eran leales a su padre adoptivo. Tras semejante despliegue de fuerza militar, Gallan no volvió a hablar de lealtades.

Libre de las ataduras de la tradición, Guilliman forjó su propia visión de la civilización. En una década, los antaño desolados páramos de Illyrium pasaron a ser el hogar de bastas industrias e inmensos ejércitos, los cuales dejaban en mantillas a los del resto del planeta. En comparación, los estancados territorios de Gallan, eran un área marginal.

El momento donde Guilliman tendría que reclamar su auténtico lugar como único gobernante de Macragge se acercaba.

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Guilliman volvió a despertarse. En esta ocasión su cuerpo si le respondió como debería. Logro pararse sin problemas y comprobar que efectivamente se encontraba en el mismo abandonado lugar donde se supone debería haber estado en un principio.

El primarca agito su cabeza, alejando cualquier pensamiento que pudiese haber tenido sobre lo que sea, que acabada de pasar, todo era solo un sueño, producto del cansancio y el extremo estrés al que estaba sometido.

En especial recordó que el nunca había compartido puesto con Gallan, al maldito traidor asesino de su padre y muchos otros crímenes que no valían la pena recordar, no le había mostrado piedad, él lo había ejecutado al poco tiempo, de que su viaje a las tierras salvajes terminase.

Guilliman repaso lentamente todos los recuerdos de su vida, pero esta tarea era difícil en estos momentos, junto a sus recuerdos, los recuerdos que el sabia que eran suyos propios, habían unos en paralelo que él no podía asegurar que no pasaron. Eran sus recuerdos, y a la vez no.

El primarca se froto lentamente la frente, mientras su mente se sumergía nuevamente en los recuerdos, recuerdos que no eran suyos, al menos eso quería creer.

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Roboute Guilliman llamó a sus hijos genético Ultramarines, en referencia a los profundos mares azules de Macragge. Mares que su padre adoptivo siempre había adorado.

Su cruzada para reconquistar los mundos humanos perdidos en la larga noche, en nombre del Emperador, comenzó por los planetas con los que Macragge. Los quinientos mundos habían vivido en un largo aislamiento, pero pronto se reunificarían con la ancestral Terra. Los primeros planetas en incorporarse fueron; Talassar, Calth, Quintarn y Tarentus. Estos formarían el núcleo sobre el cual se fundaría el reino de Ultramar.

Estos primeros planetas se convirtieron en un modelo de las futuras conquistas. Su legión se esforzó al máximo por evitar derramamientos de sangre innecesarios, ya sea la suya o la de su oponente, incluso a riesgo de sufrir mayores bajas. Esto, junto con la forma en la que reparaban y mejoraban la infraestructura de cada planeta, hacía que con cada conquista obtuviesen un mundo estable, deseoso y ansioso por contribuir a la visión de Guilliman, en lugar de una población resentida que requiriese una guarnición para ser pacificada. De esta forma, los Ultramarines fueron capaces de obtener reclutas y material de guerra en un área cada vez mayor, y al hacerlo, aumentaron su número a un ritmo sin igual entre las demás legiones astartes.

Los mundos bajo su control crearon fuertes lazos entre sí, con una identidad tan Ultramarine como imperial. Con cada nuevo mundo, estos planetas de "Ultramar" crecían en fuerza militar e influencia cultural. A menudo su reputación los precedía de tal modo, que las fuerzas invasoras eran recibidas por multitudes aclamadoras en lugar de por una resistencia armada.

Finalmente, su expansión llegó tan lejos que entró en contacto con planetas sometidos por otras Expediciones imperiales. Reconociendo el superior funcionamiento de Ultramar en comparación con el estancado e ineficiente Administratum, un número cada vez mayor de ellos solicitó discretamente unirse a Ultramar. Incluso llegó a haber peticiones de algunos planetas de la Franja Este para que el Segmentum Ultima fuese renombrado "Segmentum Ultramar".

Esto llevó a amargas disputas entre el Administratum y los Ultramarines. La XIII legión fue acusada de instigar estas peticiones, además de minar la autoridad del Imperio. Y aunque esto fue desmentido constantemente, los conflictos continuaron. El Administratum comenzó a tomar medidas cada vez mas estrechas de mente para tratar de silenciar las quejas de los mundos fronterizos, sin darse cuenta que eso solo empeoraba el problema.

La guerra verbal creció en intensidad hasta el punto de que, en el concilio de Jhalta, oficiales de alto rango del Administratum acusaron abiertamente a los Ultramarines de intentar tomar el control de planetas imperiales mediante subterfugios. Incluso llegaron a acusar a los ultramarines de haber dado la espalda al Imperio y al Emperador de la humanidad.

Con el encuentro a solo segundos de degenerar en un enfrentamiento violento, el propio Guilliman tuvo que interferir. Valiéndose de su sobrehumano carisma, logro calmar la tensa situación, y dirigirla a un nuevo rumbo. Primero acuso a los gobernantes que el Administratum por su mirada a estrecha, y de corto plazo, luego señalo incapacidad de ver el plano más amplio, la galaxia era suya para conquistarla, no tenía sentido pelear por pequeñas fortunas, el infinito era su recompensa.

Los representantes del Administratum tercos como eran, no podían negar que las palabras del primarca eran ciertas, podían mejorar, simplemente tenían que tener una visión más amplia. Tras una larga autocritica terminaron aceptaron las intenciones del primarca como benignas, el resto de la reunión se discutieron teorías organizativas, donde incluso el primarca tomo notas, ser un hijo del emperador no significaba que no podía mejorar.

Al final pareciese que el malentendido había sido resuelto.

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Guilliman regreso a la realidad cuando uno de los custodes lo sacudió levemente.

- ¿Se encuentra bien señor Guilliman? - Pregunto el guardián dorado, con voz grave.

- Estoy bien, solo trato de organizar toda la información obtenida, no es tarea fácil. - Se escuso Guilliman, sin querer dar una respuesta.

El custode asintió y regreso a su lugar, dándole espacio a Guilliman para pensar.

Guilliman se apoyo contra la pared, ya comprendía lo que estaba ocurriendo. Él de alguna forma había entrado en contacto con el alma de su contraparte, quien se supone estaba encerrado en alguna parte de este palacio imperial. Solo que eso no tenia sentido. Se supone que su contraparte estaba encerrado en un campo de éxtasis, atrapado fuera del tiempo, incapaz de contactar con cualquiera.

¿Cómo era que él había podido conectarse?

Guilliman nunca había sido un psíquico, si bien era consiente que como hijo del emperador el tenia un potencial psíquico inmenso, el nunca había desarrollado esta habilidad. Por lo que la única explicación posible era; algo debió despertar un poco su talento dormido.

Lentamente repaso los últimos eventos de su vida; el despertar psíquico de la humanidad, sus largas charlas acerca de la divinidad con aquel Eldar(El Eldar nunca le dio un nombre) que le acompañaba desde su despertar, las mal llamadas guerras de las plagas, su muerte a manos de su hermano Mortarion, y su posterior resurrección con el poder de su padre. Seria ingenuo de su parte decir que el seguía igual tras todo eso, simplemente había sido el quien se había negado a aceptar los cambios.

Eso no importaba, cualquiera que fuese el evento que era irrelevante, lo único que importaba en este momento era identificar que alcance tenían sus nuevas habilidades y como controlarlas.

Esto era más fácil decirlo que hacerlo, ya que él simplemente no sabia como comenzar. En especial considerando lo peligrosa que era la disformidad en estos momentos, una mente sin entrenamiento abierta a la disformidad era un peligro para todo un planeta ¿Cuán peligroso seria él, quien era un primarca?

No, eso no importaba, él no tenía tiempo para eso, debía obtener información, planificar su regreso a casa, a su casa, la cual estaba en otra línea de tiempo.

Un inmenso dolor de cabeza asalto al primarca, si esto no era bueno.

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Con el Administratum aparentemente pacificado, Guilliman esperaba poder volver a concentrarse en la correcta administración de Ultramar. Lamentablemente eso sería imposible.

Un comunicado secreto de su hermano Rogal Dorn que le advertía de que el Emperador había ordenado personalmente que él y toda su Legión de los Ultramarines fuesen ejecutados bajo los cargos de alta traición.

Guilliman se quedó impactado y horrorizado ante la noticia. Incluso llego a considerarlo una broma de mal gusto de su hermano, pero el aspecto demacrado y dolorido en la mirada de su hermano le convenció de escuchar sus palabras.

Según Dorn, desde que el Emperador se había retirado a Terra, se había aislado cada vez más, y esto había sido aprovechado por fuerzas siniestras para hacer que se negase a ver incluso a sus propios hijos. Dorn dijo que, tras las puertas cerradas, los malentendidos con el Administratum habían sido manipulados hasta el punto de que su padre se había convencido de que Guilliman estaba a punto de separarse del Imperio. La situación se había salido de control, y en un ataque de rabia, el Emperador había ordenado que una vasta flota de batalla fuese organizada para destrozar cada mundo dentro del llamado Segmentum Ultramar.

Dorn afirmó que cuando le comentó su preocupación por el hecho de que hermanos astartes, e incluso hermanos primarcas, iban a intentar matarse unos a otros, el Emperador solo había decretado que cualquiera que se opusiera sus órdenes sería declarado traidor y ejecutado como tal. Así que Dorn no tuvo de otra que dirigir una inmensa flota imperial a los bordes del Segmentum Ultramar.

Dorn le explico con lenta calma, como la mente del Emperador, había sido nublada por mentiras y paranoias. Tan profunda era la locura de su padre en estos momentos que tratar de razonar con él en estos momentos era una combinación entre imposible y peligroso.

Dorn también le explico que había sido capaz de convencer a varios de sus hermanos primarcas de esta verdad durante el viaje, aunque razonar con Corax, Fulgrim y Angron habían sido imposible. Con todo lo repugnante que le resultaba, Dorn le propuso que estas legiones fuesen "neutralizadas" hasta que la situación mejorase.

Guilliman estuvo de acuerdo y con gran pesar sugirió que el mejor lugar para realizar la emboscada era el recientemente sometido planeta de Istvaan V. Los planes para la batalla por venir fueron trasados rápidamente, la emboscada seria una batalla brutal.

Poco antes de irse Dorn también reveló que los Portadores de la Palabra y la Legión Alfa habían sido enviados a parte, con el único propósito de incendiar el corazón del Segmentum Ultramar. La conversación termino con Dorn transmitiéndole las rutas programadas de la Legión Alfa y los Portadores de la Palabra, esto sin duda seria una gran ayuda para que pudieran ser rastreados y combatidos con mayor facilidad.

Viendo que no tenía más opción, Guilliman aceptó con tristeza el plan de Dorn. Su Legión, apoyaría a aquellas que Dorn había podido convencer de la locura del Emperador.

Llego el tan esperado momento, Guilliman jamás sintió tanto miedo antes de una batalla, pero no había nada que este pudiese hacer para parar lo que estaba por venir. Aplastar a la Guardia del Cuervo, los Hijos del Emperador y los Devoradores de Mundos en Istvaan V no fue difícil, en especial al conocer sus códigos direccionales, los Ultramarines pudieron apuntar a las naves y cápsulas de desembarco, destruyéndolas antes de que la mayoría de sus ocupantes pudieran siquiera poner un pie en el planeta.

Los pocos que sobrevivieron lucharon como leones, y aunque no eran rival para las fuerzas dispuestas en su contra, un puñado logró escapar de vuelta a la órbita, extendiendo la noticia de la rebelión.

Dorn y sus Legiones se prepararon para abandonar Istvaan V, pero antes de separarse los dos hermanos se reunieron una última vez. Guilliman ofreció a las legiones renegadas asilo dentro del Segmentum Ultramar. Dorn le agradeció la oferta, pero dijo que debía regresar a Terra para explicar sus actos al Emperador. Dorn le advirtió que aquellos que manipulaban a su padre eran expertos en el arte de tergiversar la verdad, y que la misma gente que había susurrado falsedades contra los Ultramarines sin duda empezaría a extender propaganda contra Dorn y sus camaradas en los siguientes meses. Le llegasen las noticias que le llegasen, Dorn urgió a Guilliman a recordar su amistad y a confiar en él.

Tras esto, Guilliman les deseó buen viaje y buena suerte. Aunque deseaba ardientemente regresar a Terra y ayudar a liberar a su padre de las fuerzas malignas que le rodeaban, Ultramar seguía estando bajo ataque de dos legiones astartes enteras, por lo que cada marine, y cada ciudadano del Segmentum Ultramar sería necesario para derrotarlas.

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Guilliman volvió a la realidad una vez más, en esta ocasión lo había hecho a voluntad. Ya sabia quien organizo la rebelión contra su padre. Por lo que sus planes ya podían poner más o menos un ritmo, ahora solo restaba comenzar a identificar las prioridades.

Con dedos rápidos digito el código primarca de Fulgrim, no estaba seguro si el código de su hermano caído era valido en esta realidad, pero no perdía nada probándolo.

Ante él una pantalla de información se abrió, toda esa información antes clasificada estaba ahora a su entera disposición. Aún era pronto para considerarlo como una victoria, era al menos era un avance.

Necesitaba mas información, y ya tenia los medios para conseguirla. Aun así, le quedaba un amargo sabor de boca, ¿Cómo había enfrentado a los Portadores de la Palabra y la legión Alfa?

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Ultramar se movilizó para defenderse, cortando los viajes, el comercio y la comunicación con el Imperio. Las noticias que se filtraban hablaban de una guerra civil total, y como Dorn había predicho, sus fuerzas eran retratadas en términos espeluznantes. Eran acusadas de haber perpetrado actos de horribles excesos, torturas y genocidios. Había incluso fantásticas historias de hechicería, y demonios, que solo reforzaron su creencia en la desesperación de los enemigos de Dorn.

Dentro de sus propias fronteras Guilliman se preparaba para defenderse. La flota de los Portadores de la Palabra se dirigió de cabeza hacia el corazón del Segmentum Ultramar. Gracias al aviso de Dorn, los Ultramarines fueron capaces de reunir fuerzas suficientes para interceptar a sus naves antes de que alcanzaran Macragge. Al negársele su objetivo primario, la flota de Lorgar pasó a atacar a cualquier planeta que se encontró. Sembraron la estrella de Calth con arcanos minerales que apagaron su fuego celestial y sumieron el planeta en una noche eterna. A Quintarn no le fue mucho mejor: con la amenaza de los fanáticos pendiendo sobre sus cabezas, todos sus habitantes se vieron obligados a arrancarse los ojos. Incluso después de varios siglos, Quintarn es conocido como el "Mundo de los Ciegos".

Lo que a Lorgar le faltaba en habilidad táctica, lo compensaba más que de sobra con su furia religiosa y su fanática determinación de no rendirse nunca, sin importar el coste. Causaron daños horrendos, y los Ultramarines tuvieron que hacer grandes esfuerzos simplemente para evitar que los Portadores de la Palabra masacrasen poblaciones civiles enteras.

El enfoque marcial de la legión Alfa era radicalmente diferente, aunque igual de letal. Mientras que el asalto de Lorgar era un ariete demoledor que arrasaba todo a su paso, Alpharius era un veneno debilitante que se extendía insidiosamente por el Segmentum Ultramar. Los enemigos parecían estar en todas partes, haciendo fallar las estructuras de mando de cada planeta que tocaban mediante asesinatos, desinformación, terrorismo y sabotaje. Peor aún, eran como fantasmas: trabajaban mediante redes de agentes humanos, y eran enloquecedoramente difíciles de combatir abiertamente. En cualquier otro reino que no fuese Ultramar, semejante estrategia habría provocado una parálisis generalizada y arrojado a cada planeta a un egoísta aislacionismo, pero las enseñanzas organizativas de Guilliman les dieron las herramientas para soportar la tormenta.

Finalmente, Guilliman acorraló a Alpharius en el planeta Eskrador. Para pillar desprevenido a su hermano, Guilliman abandonó su habitual cautela táctica y en su lugar intentó vencer a Alpharius en su propio juego. Tomando al enemigo por sorpresa, el ejército de Guilliman golpeó a sus enemigos desde varias direcciones al mismo tiempo, superándolos y cortando toda posible vía de escape. La arrinconada Legión Alfa no tuvo más opción que librar una batalla convencional, y si bien luchó con fiereza, no eran rival para los Ultramarines.

Tras un duelo que pareció durar horas, Roboute Guilliman ejecutó finalmente a Alpharius por sus crímenes al pie de los acantilados de Amanthi. Más que una catarsis, Eskrador resultó ser una victoria pírrica para los Ultramarines. Muchos grandes héroes de Ultramar, como el Capitán Orar y Lord Kharta, Regente de Talassar, murieron para lograrla, y sin embargo la pérdida de su Primarca no detuvo ni frenó siquiera el cáncer de insurrecciones que la Legión Alfa había extendido por todo el Segmentum.

Guilliman estaba herido, y su legión demasiado debilitada, Lorgar no tardaría en atacar y muy posiblemente derrotarlo, lo cual terminaría con un fanático religioso matando a cada hombre mujer y niño del Segmentum Ultramar

Por fortuna la noticia de que los Portadores de la Palabra interrumpieron sus ataques a los mundos centrales de Ultramar y pusieron rumbo de vuelta al Imperio llego. Parecía que la voluntad de luchar de los fanáticos se había roto. Con el tiempo se reveló que esto había sido provocado por la muerte del Emperador, aunque parecía que Dorn y su bando de la guerra civil también habían sido derrotados. A pesar de todo lo ocurrido, Guilliman aún lloró la muerte de su padre, pero sabía que esto era solo una pausa en el conflicto. Herido y sangrante como estaba el Imperio, solo era cuestión de tiempo que su vengativa mirada se posara en ellos. La producción militar fue redoblada, y se tendió un metafórico "Telón de Acero" en torno al Segmentum Ultramar.

Durante décadas, el único contacto que tuvieron con las tropas imperiales fueron las insidiosas insurrecciones y actos de guerrilla inspirados por la Legión Alfa, y algunos se atrevieron a pensar que serían dejados mayormente en paz. Guilliman, sin embargo, se mantuvo inamovible en su decisión de mantener la vigilancia. Su constancia se vio recompensada cuando el martillazo imperial cayó en forma de Cruzadas en masa. Mediante una meticulosa planificación, habilidad y valentía, rechazaron cada ataque. La tasa de muertes fue horrenda, perdiéndose poblaciones planetarias al completo, pero Ultramar, como siempre, perduró.

Viendo cómo crecía la corrupción e ineficacia dentro del Imperio tras la muerte del Emperador, Guilliman sintió miedo que a Ultramar le pasase lo mismo él si llegase a caer, por lo que refinó y codificó sus pensamientos en su obra maestra sobre organización, "el Codex Ultramar"

Su libro, además de recoger cómo las autoridades civiles debían estructurarse, también decretaba que su propia legión debería ser dividida en unidades autosuficientes más pequeñas para cubrir las vastas áreas de espacio que debía proteger. Las grandes compañías fueron reorganizadas y rebautizadas como capítulos, dándose a sus señores una autonomía mucho mayor. De esta forma, Guilliman creó una estructura fuertemente conectada con los planetas que protegía, pero que a la vez podía solicitar apoyo al resto de Ultramar en caso de enfrentarse a una amenaza muy superior, como las Cruzadas Imperiales.

Esta nueva forma de hacer la guerra fue puesta a prueba cuando fueron atacados por formas odiosamente pervertidas de Marines Espaciales que vestían las insignias de las Legiones a cuyo lado habían luchado en Istvaan V. Esta invasión se vio acompañada por una explosión de extraños y brutales cultos dentro de sus fronteras. Aunque esto se atribuyó en un principio a un nuevo plan de la Legión Alfa, pronto se hizo evidente que era algo mucho más peligroso, cuando los Bibliotecarios de la legión descubrieron tardíamente la verdadera y horrible naturaleza de la Disformidad. Por si la realidad de la posesión demoníaca, de la existencia de los poderes ruinosos y de la capacidad de estos para corromper incluso a los Astartes no era lo bastante impactante, también quedaron destrozados al darse cuenta de cómo Dorn los había manipulado a ellos y a su punto de vista de la guerra. Se hizo terriblemente evidente que los "fantásticos cuentos" que se extendían desde las fronteras imperiales, historias que habían sido ignoradas como simple propaganda negra, contenían una amarga dosis de verdad.

El descubrimiento de cómo le había usado Rogal Dorn fue devastador para Guilliman. Dorn había aprovechado bien el aislamiento de Ultramar respecto a Terra y el malentendido con el Administratum para sus propios fines. La confianza de Guilliman en su hermano había sido empleada para hacerle cómplice de la destrucción de tres legiones leales en Istvaan V, y empujarle a elegir el bando equivocado en el alzamiento contra el Emperador.

Las manos de Guilliman estaban manchadas con la sangre de su padre, y esto le hizo caer en una terrible depresión. Tan terrible era su situación que paso casi tres años en total aislamiento. Esta situación preocupa profundamente a sus tropas, pues era su mando lo que les permitió soportar cada desafío que el universo parecía empeñado en enviarles.

Cuando Guilliman logro finalmente salir de su exilio auto impuesto, lo hizo con un importante anuncio. Debían sanar la herida entre el Segmentum Ultramar y el Imperio. A pesar de toda la sangre que había sido derramada, y toda la que seguramente se derramaría en el futuro previsible, debían reunificarse si querían tener alguna oportunidad de destruir al Caos.

Para gran consternación de sus lugartenientes, Guilliman inició las negociaciones con los que gobernaban en lugar del Emperador, y el planeta Prandium fue elegido como el lugar del que debería haber sido un histórico encuentro.

En vez de eso, fue el lugar de una cobarde emboscada bajo la bandera de la tregua. La última y mejor esperanza para la paz entre los reinos fue destrozada, cuando la delegación imperial les engañó.

Al principio las discusiones entre ambos bandos parecían ir bien, Guilliman reconocía su responsabilidad en este problema y estaba dispuesto a pagar el precio que fuese necesario para llevar a buen puerto las negociaciones, lamentablemente todo su esfuerzo se vio truncado cuando los Astartes imperiales atacaron en masa a sus anfitriones Ultramarines sin piedad alguna. El primarca de la XIII legión era el objetivo de su ira.

Guilliman llamo a la calma y trato desesperadamente de demostrar que sus intenciones eran buenas, pero sus esfuerzos terminaron en el momento que Fulgrim lo ataco a traición. Incluso atravesado de un lado a otro, el primarca hizo un último esfuerzo para hablar con su hermano, lamentablemente este no estaba dispuesto a escuchar otra cosa que no fuesen sus palabras.

Mientras caía al piso se maldijo, a su incompetencia, y a su falta de voluntad para contraatacar, pero el verdadero horror estaba por venir.

Fulgrim, primarca de los hijos del emperador tenia un destino peor que la muerte, reservado para su hermano. Atrapado en un campo de estasis un latido antes de su muerte, el XIII primarca fue llevado a santa Terra como un macabro trofeo de guerra.

Entre la vida y la muerte, la mente del primarca pudo registrar los hechos que ocurrían a su alrededor. Fuese que Fulgrim así lo quiso, o fuese solo mala suerte, Guilliman había registrado cada segundo de su encarcelamiento.

Un espectro condenado a vagar eternamente a la luz del astronomicon, sin descanso, hasta el día del juicio final.

Fue por eso que se conectaron, tan pronto como Guilliman piso santa Terra, su contra parte lo sintió. Una oportunidad de escapar a este tormento eterno. Una oportunidad de vengarse de sus hermanos, una oportunidad de obtener justicia.

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Guilliman volvió a levantarse, ya sabia lo que estaba pasando, y entendía mas o menos lo que se esperaba de él. Con paso firme abandono su refugio improvisado, un custodio trato de detenerlo, pero ante la fría mirada del hijo vengador, decidió que lo mejor sería solo seguirlo en absoluto silencio.

Guilliman camino por lo que debieron ser horas por los más oscuros y abandonados pasillos del palacio imperial.

Estaban tan abajo que el propio custode que le seguía ya no tenia la mas remota idea de en donde se encontraban. En un principio el caballero dorado creyó que el primarca quería ingresar a las celdas negras, pero, ya no estaba tan seguro.

Tras unos últimos pasillos, el primarca se detuvo frente a una puerta entre abierta.

- Esta sección parece haber sido abandonada hace milenios mi señor. -Comento el cusdode.

- Abre la puerta. -Demando el primarca ignorando por completo el comentario anterior.

- Eso es imposible mi señor, nuestro juramento….

- Es invalido. -Guilliman aparto su vista de la puerta y encaro al custode quien se sintió tan amenazado que puso su lanza entre él y el hijo del emperador. -Cualquier juramento que le hayas hecho a mi padre, fue hecho a mi padre ¿Y adivina qué? Mi padre no está aquí, Quien sea el emperador que se sienta sobre el trono dorado de esta santa terra no es a quien le juraste lealtad, no le debes nada, por otro lado, mi padre te ordeno serme de utilidad, y la mayor utilidad que puedo darte en este momento es; Abre esa puta puerta en este momento.

El custode se quedo en silencio por unos segundos, razonando las palabras del primarca, para después de una larga y minuciosa discusión interna, llego a la única conclusión posible. Él, Custodio el empeador, no tenía ni sentía ninguna lealtad a este mundo o su emperador.

Este lugar cuales quiera que fuese no le provocaba la dicha que el sentía al estar en Santa Terra, y seguramente sus compañeros sentían lo mismo. Con mano firme cumplido la orden del hijo vengador.

Guilliman se permitió una sonrisa cuando la puerta se abrió, el interior era exactamente lo que el había visto, una habitación abandonada, un cuarto hecho bodega. Guilliman importaba tan poco a sus hermanos que ni siquiera tuvieron la decencia de encerrarlo dentro de una de las celdas negras que se supone están debajo del palacio.

Aquí, en este lugar abandonado, y olvidado, estaba encarcelado el XIII hijo del emperador. Era hora de cambiar eso. Con un movimiento firme de su mano Guilliman uso su espada para atravesar el pecho de su contraparte de esta línea de tiempo.

Un suspiro de agradecimiento escapo de los labios del primarca mientras el capo de éxtasis se apagaba. Finalmente, el eterno sufrimiento al que había sido condenado había terminado, y por su propia mano.

Guilliman se quedo allí, viendo el cuerpo, su propio cuerpo, muerto. Era una visión de lo mas extraña y retorcida. En especial, porque su otro yo no estaba muerto, no del todo, de alguna forma sus almas se habían fusionado, el seguía en el control, eso estaba claro, pero ahora el sabia todo lo que su contraparte sabia. Y allí, en el borde de su conciencia, podía sentir como su otro yo susurraba.

- Levanta mi cadáver, y llevado para que el archimago lo examine, debemos desentrañar todos los secretos sobre la creación de primarcas que este emperador pueda tener.

Había tantos problemas con esa orden que el custode simplemente no sabía por dónde comenzar a señalar, aun así, había una verdad que superaba cualquier duda que él pudiese tener. El emperador que se sentaba en el trono dorado sobre sus cabezas, no era alguien a quien él deba guardarle lealtad alguna. Este mundo, no era su mundo, y nada de lo que se dijese podía cambiar eso.

Cuando Guilliman salió de la bodega donde había sido abandonado, se encontró con una patrulla de tres custodes quienes venían en sentido opuesto.

Uno de los Custodes levanto su arma y grito.

- Alto, identifíquense, y declaren sus intenciones.

El custode detrás de Guilliman se adelanto listo para entregar un código de identificación, pero el primarca de los ultramarines tenía otros planes.

- Alabado sea el emperador, quien en su incalculable sabiduría los a enviado en nuestro ayuda. -Declaro Guilliman mientras sonreía debajo de su casco. Al siguiente paso, los tres custodes que formaban la patrulla habían perdido la cabeza. Quedando solo aquel que cargaba su cadáver. -Evita que sus armaduras y cadáveres desaparezcan, ellos también serán examinados.

El custode cumplido esta tarea, pero sin ganas. Desactivar el protocolo final de la armadura de un custode era un pecado, una falta de respeto que solo se realizaba si el custode guardaba algo de vital importancia para el imperio. Y aunque no sintió que estuviese traicionando a sus camaradas, no pudo evitar sentirse sucio por esta transgresión.

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El archimago Belisarius Cole estaba aburrido, ya había ejecutado todas las subrutinas que podía, por lo que estaba a nade de salir de la nave cuando un custode ingreso, este inmenso guardia dorado traía consigo dos regalos del hijo vengador.

El primero, un cadáver perfectamente conservado del XIII primarca de esta línea de tiempo. Este sin duda era un regalo muy valioso, se pondría a examinarlo tan pronto como obtuviese algunos implementos necesarios.

El segundo era un poco mas raro, Dos custodes decapitados, y tres armaduras doradas.

Oh si, vendito sea el Omnishia, las investigaciones que realizaría, los descubrimientos que obtendría, Oh si, vendito sea el Omnishia. El archimago Belisarius Cole no se había equivocado cuando eligió servir al XIII primarca.


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