Después de muchos años Hera decidió volver al Olimpo a una fiesta para reunirse con su familia, hacía mucho que no los veía.
Se alegró mucho de reencontrarse con sus hermanas las tres estuvieron hablando durante mucho tiempo, poniéndose al día.
—¿Y cómo has estado con Océano y Tetis, hermana?—Deméter había estado preocupada por su hermana pequeña a pesar de que sabía que estaba bien con sus tíos.
—Muy bien he pasado muchos momentos felices y agradables con ellos—Su sonrisa cayó—Perdonad si pregunto esto ¿pero es cierto lo de Metis?—
Ambas diosas se tensaron, por lo visto las noticias llegaron también a los mares pero no era extraño.
—Si—dijo Hestia y se puso triste al recordar a la diosa—Debido a esa profecía Zeus desconfió y temeroso de que fuera un peligro la hizo desaparecer pero después cayo en depresión cuando desapareció Metis—
Zeus estuvo mucho tiempo aislado, a pesar de todo había amado a su esposa y después de aquello frecuento con otras mujeres Mnemosine con quien tuvo a las nueve musas y con Themis a las Horas. Siempre fue de ir tras mujeres, pero después de lo sucedido con Metis ahora mucho más, Hestia sabía que su hermano lo hacía para buscar consuelo y superar su dolor.
En ese momento aparecieron sus hermanos Poseidón y Hades La diosa en cuanto los vio corrió a sus brazos sorprendiendo a ambos dioses.
—¡Poseidón, Hades! ¡cuanto os extrañé!—
—Lo mismo pequeña—sonrió el dios de los mares se echó atrás para admirar a su hermana—¡Pero mírate! Estás más hermosa que antes incluso—
Hades sonrió—No te extrañe que todo un rebaño de dioses y titanes vengan a cortejarte—
Hera sonrió mientras los hermanos se reían, eso sí ambos tendrían que hacerse una nota mental para proteger a su hermana de esos pervertidos, si alguno se atreviera tendrían la ira de los mares y el inframundo.
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Zeus acababa de terminar de arreglarse, con una túnica griega blanca y con bordados dorados, estaba bien afeitado y su pelo oscuro hasta los hombros, llevaba una corona de oro y piedras preciosas que aumentaban su ya aire de realeza.
Sin embargo había tristeza en los ojos del monarca, extrañaba a Metis y no había ni un solo día que no anhelara su presencia.
Mirando por el balcón vio a las deidades entrando en el palacio, no estaba de humor para fiestas pero sus hermanos habían insisto en que fuera, pensando que eso lo animaría. Miró a la multitud aburrido hasta que vio algo que lo congeló.
Una mujer, no una diosa por que Zeus pensaba que solo podía serlo, caminaba hacía el palacio tenía unos preciosos ojos marrones y dorados, una abundante y hermosa melena de color castaño rico. Llevaba un vestido de color verde, azul y dorado con unos diseños de pavo real y ese era el animal sagrado de Hera.
Dándose cuenta de quién era miró fascinado y sin poder apartar la vista, su hermana era sin duda la mujer más hermosa de todas y no era el único que lo pensaba, los otros dioses no dejaban de darle miradas hambrientas cosa que lo enfurecía y llenaba de celos. Ya estaba a punto de lanzarles un rayo cuando fue a saludar a sus hermanos, por lo menos sabía que Poseidón y Hades la mantendrían a salvo.
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La fiesta estaba en su mayor apogeo, las deidades se reían y bailaban entre ellas Hera, que bailaba con Helios, su sonrisa era más hermosa que un amanecer y todos la miraban disimuladamente los hombres con deseo y las mujeres con envidia.
Pero la propia Hera no reparaba en eso se lo estaba pasando muy bien, encontrándose con viejos amigos y familia.
—¿Me permitís un baile con mi encantadora hermana?—dijo una voz profunda y varonil.
La diosa se volvió hacia su hermano Zeus y no pudo ocultar un sonrojo en sus mejillas. Helios no queriendo ofender al rey de los dioses cedió y Zeus con delicadeza cogió en sus brazos a Hera, los dos bailaron toda la noche, ninguno de los dos reparaba en lo que sucedía a su alrededor solo el uno en el otro.
—Te he echado mucho de menos hermana pero veo que tu tiempo en los mares te ha sentado bien—
La diosa sonrió.
—También te extrañé demasiado Zeus, a todos, me alegro de volver—su rostro se ensombreció—Siento no haber estado allí cuando lo pasabais mal—
El dios la abrazó, era como si perteneciera allí de hecho lo hacía.
—No te preocupes tú al menos estuviste bien y siempre has consolado a todos con solo tu presencia—
Hera se rio y para Zeus no hubo sonido más hermoso.
Terminada la fiesta el rey de los dioses acompañó a su hermana hasta la entrada de su templo, ella le dio un beso en la mejilla, para Hera fue algo inocente pero para Zeus fue el mundo, como una suave pluma se posara allí.
Cuando la vio desaparecer Zeus se hizo una promesa así mismo.
Serás mi esposa.
