Perdón por no actualizar, ha habido un problema con el programa subía el capítulo pero no salía he visto que ha otros también les ha afectado ahora se ha arreglado, lamento la espera :)
Desde aquella fiesta Zeus se dedicaría a cortejar a Hera, haciéndole magníficos regalos, estando con ella y encantarla con su humor y con bailes, hasta en una ocasión se puso en ridículo sólo por ella.
Fue mientras paseaban por los jardines cuando un fuerte viento arrancó el chal que la diosa tenía y fue a parar a una zona con barro.
Hera estaba consternada pero Zeus sin amedrentarse se remangó y fue a recuperarlo.
—Déjalo Zeus es solo un chal te ensuciarás—dijo Hera, pero Zeus en un intento por impresionarla fue a por el chal con la mala suerte de que el suelo estaba tan resbaladizo que se calló quedando perdido de pies a cabeza de barro. Hera negó con la cabeza—¡Lo ves te lo dije!—
Hera fue a ayudar a su hermano con la mala suerte de que también se resbaló y calló en el barro, Zeus no pudo evitarlo se echó a reír pero paro cuando vio la expresión de su hermana. Antes de que pudiera darle unas disculpas su cara se llenó de barro, la diosa le había arrojado barro en la cara y ahora se reía. Pronto los dios iniciaron una guerra de barro mientras se reían a carcajadas, Hera jamás se lo había pasado tan bien ni se había reído tanto en su vida.
Zeus igual, en su infancia no hubo muchos juegos cuando intentaba desesperadamente escapar de su padre y ocultarse para algún día liberar a sus hermanos, así que esto para él fue como volver a la infancia viendo a la mujer que conquistó su corazón.
Sus hermanos los encontraron allí en el barro aún riéndose.
Pero no todo fue felicidad, con el paso del tiempo Zeus empezó a preocuparse aunque había avanzado mucho Hera todavía no había accedido a casarse con él y lo asustaba ¿y si nunca conseguía enamorarla y jamás quería casarse con él? Hera aún no le había dado una respuesta clara y le había pedido tiempo pues era una decisión muy importante.
Estaba tan enfrascado en sus pensamientos que no notó a la persona que entraba en la habitación.
—¿Ocurre algo mi rey?—
La mujer que acababa de entrar tenía ojos azules y pelo rubio con una figura delgada pero curvilínea de sonrisa sensual, hermosa y un brillo travieso e inteligente en sus ojos.
—¡Dana! Te he dicho que no entres sin mi permiso sabes que ya no puedes tomarte esas libertades —dijo molesto el dios del cielo.
Ella inclinó la cabeza en señal de disculpa.
—Lo sé mi señor pero no he podido evitarlo al verlo así—
Zeus se calmó, no era culpa de Dana, estaba descargando sus frustraciones en cualquiera que se le cruzara y Dana además era una de sus sirvientas más leales y antigua amante, astuta e inteligente con una respuesta apropiaba en momentos de duda y confusión.
—Se trata de Hera a pesar de todo sigue resistiéndose a casarse conmigo, ya no sé que hacer—
La mujer frunció el ceño, eso era un problema si la diosa del matrimonio no accedía aún Zeus lo tendría aún más complicado.
Espera un momento...
Se volvió al rey con los ojos encendidos, el dios conocía muy bien esa expresión era cuando había tenido una idea.
—Tengo un plan mi señor pero no sera honorable y enfurezca a vuestra hermana, pero es la garantía de que se case con vos—
El rey la miró con interés pero con la duda ¿que clase de plan sería?
—Sabéis mejor que nadie que vuestra hermana es la diosa del matrimonio y la familia, ella vela por las familias y matrimonios, unos deberes que toma muy en serio y con devoción—
Si era cierto su hermana amaba lo que hacía, bendecir a familias y matrimonios para que fueran prósperos y con muchos hijos eran unos deberes que Hera hacía de corazón.
—Si lo sé ¿adonde quieres llegar?—
—Mi punto mi señor es que ella es la diosa del matrimonio y como tal para ella es indispensable dar buen ejemplo a los demás sobre el matrimonio y la familia y que haría cualquier cosa para que eso no se empañara. Como por ejemplo que alguien le quitara su pureza y no contrajera matrimonio con ese hombre sería para ella un duro golpe y una deshonra para sus ojos, Hera nunca lo permitiría se casaría con él aunque fuera el que la forzó—
Zeus echó un paso atrás horrorizado, la idea de hacerle eso a su dulce hermana, hacerle daño cuando juró que la protegería y la haría sonreír.
—¿¡Te has vuelto loca Dana!? ¡no puedo hacerle eso es imperdonable! ¡vete de mi vista!—
La mujer se fue con una reverencia pero antes de dejar la habitación le dirigió una mirada de disculpa.
—Perdóname Zeus no te decía que hicieras eso, solo era una posibilidad. No pretendía ofenderte, solo ayudarte—dicho eso se fue.
El dios del trueno respiraba entrecortadamente fue a servirse néctar y bebía, se sentó y se tapó los ojos con las manos Dana algunas veces podía ser muy cruel pero lo había ayudado mucho en el pasado y aunque algunas de sus ideas y acciones estaban fuera de la moralidad y crueles lo hacía con buenas intenciones.
Pero esto...hacerle a Hera eso no podía, quería que se casara con él con gusto no porque no tuviera otra opción si le hacía eso no lo perdonaría jamás.
Pero ella podía perdonarle en el futuro tendría toda la eternidad para ganarse su perdón y demostrarle su amor y que era digno de ella como Hera es digna de ser reina del Olimpo, sacudió la cabeza no podía hacerle eso ¿en que estaba pensando? Ya encontraría otra manera.
El tiempo fue pasando y Zeus sentía que no avanzaba mucho, su paciencia poco a poco fue decreciendo y más con las palabras de Dana ¿y si nunca aceptaba? Le aterraba que otro dios se acercara a ella y consiguiera su mano.
Y sus temores parecieron cumplirse un día que Hera estaba riéndose con Prometeo un astuto y encantador titán que creaba cosas increíbles y se había ganado la amistad de Hera pero a Zeus no le caía bien en parte por eso.
Se retiró de allí furioso y esa noche una tormenta se desató en el Olimpo, los cielos mostraban la agitación interna de Zeus.
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Hera estaba cerrando las ventanas para irse a dormir no quería que la lluvia se colara dentro mientras meditaba sobre Zeus. La verdad es que Hera tenía fuertes sentimientos por él casi desde que volvió con Océano y Tetis pero los ignoró, sin embargo Zeus no paro de insistir en cortejarla y proponerle matrimonio eso hizo que la mujer cayera aún más enamorada de él.
Pero algo se lo impedía, su reputación con las mujeres no quería sufrir en el matrimonio prefería sufrir por no tenerlo nunca que tenerlo y él la hiciera daño. Pero él le había asegurado que sólo sería ella y la verdad es que la determinación de Hera se estaba debilitando pero no quería que su relación de hermanos se arruinara para siempre.
Pero no podía negar sus sentimientos hacía él.
De repente escuchó un golpeteo en la ventana se acercó y vio a un pobre pajarito, un cuco mojado y con una ala en una rara posición.
—¡Pobrecito! Debes de haberte desviado en la tormenta y golpeado, ven—
Cogió con delicadeza al animal y cerró la ventana le dio agua y le vendó el ala luego lo puso en una almohada en su cama junto a ella, se tapo con las suaves sábanas y le dio un beso en el pico al cuco.
—Buenas noches pequeño—
—Buenas noches Hera—
La diosa abrió los ojos, pensando que lo estaba imaginando pero notó un cambio de peso notable en su cama, temerosa levantó la vista y allí vio al rey de los dioses, conociendo su reputación retrocedió hasta la pared tapándose asustada con las sábanas.
—¡Zeus!—dijo furiosa—¿¡Como te atreves a engañarme de esa forma y a entrar en mis cámaras!? ¡vete antes de que conozcas mi ira!—
Normalmente creería que era un farol para intentar asustarlo pero viendo los ojos de Hera encenderse y su mirada tornarse feroz y furiosa por primera vez en mucho tiempo sintió miedo, pero también fascinación.
—Hera sólo tú puedes ser mi reina te he amado desde el primer momento en que te vi, yo amaba a Metis pero lo que sentía por ella palidece en comparación con lo que siento por ti—
Zeus avanzó en la cama hasta Hera la diosa sin vía de escape solo se le ocurrió una cosa.
De un movimiento repentino le dio una patada en la cara a Zeus aprovechando la distracción intentó escapar saltando de la cama pero el dios se recuperó enseguida, Hera sin rendirse agarro un jarrón y se lo estampó en la cabeza. No lo permitiría, Zeus no podía hacerle esto lucharía con uñas y dientes, furiosa y sintiéndose traicionada intentó de nuevo escapar pero fue agarrada fuertemente por el furioso rey de los cielos.
—No mi reina no escaparás—
Y Hera supo que su destino estaba sellado, maldijo a las Parcas por esto, ha Zeus y ha ella misma por acabar enamorada de él.
Esa fue la primera herida de muchas otras que vendrían para la joven.
