Hera contemplaba desde su ventana el paisaje del Olimpo, como siempre hermoso y opulento pero para Hera era un panorama desolador.

Nuevamente no sabía nada de Zeus seguramente estaba en una de sus escapadas, como si no lo supiera. Al principio de su matrimonio estaban llenos de felicidad y amor, fueron trescientos años perfectos que ha la reina se le hicieron demasiado cortos comparado con la eternidad de sufrimiento que le esperaba.

Su marido después de un tiempo empezó a aburrirse y a fijarse en otras mujeres Hera fingía no saberlo pero se daba cuenta ninfas, diosas, titanes y mortales eso ya fue humillante ¿que tenían ellas? ¿tan mal estaba que Zeus buscaba la compañía de hasta mortales?

Tuvieron hijos Ares era inquieto y violento por naturaleza junto a su hermana Eris, Eileithyia era una diosa del parto amable y Hebe era una niña dulce y amable, siempre alegraba a su madre. La primera vez que sucedió no estaba tan sorprendida, quizás en el fondo sabía que esto acabaría sucediendo.

Zeus le suplicó perdón prometiéndole que no lo haría al ver el dolor y la traición en los ojos de su esposa pero lo hizo de nuevo una y otra vez.

Era la diosa del matrimonio y la familia pero era puesta en ridículo por su esposo y la tomaban en broma, las otras diosas se reían a sus espaldas, la que una vez fue una venerable, admirada y amable reina ya no era más que una cáscara en sí.

Pero la gota que fue el baso fue cuando descubrió que el padre del futuro bebé de Démeter no era otro que Zeus. Sintió como su corazón se rompía en miles de pedazos y luego los pisoteaban hasta que solo quedaba polvo. Sentía como la bilis le subía por la garganta pero se contuvo mientras escondía sus verdaderas emociones tras una máscara pétrea, primero aclararía las cosas.

Fue al hogar de Démeter la diosa de la cosecha vivía en el mundo mortal y anhelaba tranquilidad lejos de la ciudad de los dioses, era también idóneo para que Hera hablara con su hermana lejos de oídos indiscretos.

Llamó a la puerta y esperó pacientemente hasta que unos pasos se acercaron y la puerta se abrió dando paso a Démeter.

Hola hermana pasa, pasa—dijo la diosa mayor sonriendo.

Hera le sonrió cortésmente mientras entraba en la pequeña pero acogedora casa vio el fuego crepitando y una cuna junto a objetos de bebé.

Veo que ya te estás preparando para la llegada del bebé—

La diosa asintió.

Sí algunos son regalos de nuestros hermanos y tíos—

Hera se acercó a los regalos y la cuna, era magnifica de marfil y madera blanca con pinturas doradas muy hermosa. Se acercó a otros regalos un espejo de mano de plata, joyas, etc.

Veo que nuestra familia ha sido muy generosa ni siquiera Zeus me dio tantos regalos así de magníficos cuando tuve a nuestros hijos—

Si la diosa de la cosecha pudiera haber tenido un infarto lo habría tenido, Hera se volvió hacia ella con una expresión oscura en sus ojos y llena de rabia y dolor.

Yo...yo no sé—

Hermana no se te ocurra mentirme he sido reina mucho tiempo y se cuando alguien miente, me esperaba esto de Zeus ¿pero de ti? Lo sé todo porque Zeus te cuida y va a visitarte desde que empezasteis esta aventura—

Démeter se puso más pálida se sentó, no se atrevía a decir nada.

Hera sabía bien cuando su esposo no estaba por mucho que intentara hacerle creer lo contrario lo que más le dolió es que fue Hestia quien más la cuidó en sus embarazos mientras Zeus se ausentaba y ahora que su hermana estaba embarazada de su marido el la prodigaba de atenciones y la cuidaba.

Hera se levantó y miró fijamente a Démeter.

Puede que ahora seas madre y tengas a mi esposo pero has perdido una hermana, no te quiero ver en el Olimpo, solo interactuaremos en las reuniones y cuando Zeus venga a verte de nuevo y cuéntale que ya lo sé todo—

Hera abandonó ese lugar mientras lloraba al mismo tiempo que el cielo estrellado parecía llorar con ella.

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Zeus se quedó blanco y preocupado de que Hera tomara represalias con Démeter y el bebe pero ella le aseguró que no hizo nada y Hera no había echo nada contra ninguna de sus amantes e hijos ilegítimos por ahora.

Pero la reina tenía un límite para tolerarlo todo y si no era ella sera otro quien la pusiera en su límite y fueron dos cosas lo que desencadenaron al fin su ira.

Una noche mientras dormía Hera alguien entre las sombras se coló por suerte Zeus no estaba, lo más probable es que estuviera con alguna amante. Se acercó a la reina con un cilindro conectado a una aguja, el cilindro contenía un líquido oscuro.

Hera estaba dormida pero el desconocido agitó un poco de arena de sueño de Hypnos para asegurarse de que no despertara. Se acercó en la nuca inyectó ese líquido, esperó expectante viendo como la diosa se removía un poco incómoda hasta que volvió a dormir tranquila, la sombra sonrió y se fue.

La segunda cosa fue que otra de las amantes de Zeus también quedó embarazada y no era otra que Leto, la titánide quien nunca perdonó a Hera por casarse con Zeus y llevárselo según ella ahora presentaba orgullosa su vientre abultado.

Démeter dio a luz a una preciosa niña llamada Perséfone, en cuanto dio a luz las atenciones de Zeus fueron a otras mujeres, nunca se quedaba demasiado tiempo con alguna.

Demeter se quedó triste y dolorida de tener que cuidar a una hija sola, siempre tuvo celos de su hermana Hera pero después de que esta la repudiara y de que Zeus se fuera con Leto se arrepintió pero ahora tenía una hija preciosa que amaría y protegería.

Leto recibía atenciones de Zeus y los demás inmortales, Themis decía que sus hijos serían poderosos dioses Zeus estaba tan satisfecho y orgulloso que decidió que serían olímpicos cosa que golpeó a Hera más. Ares era el único de sus hijos que era olímpico pero Eris, Eileithyia y Hebe no eran consideradas diosas lo suficientemente importantes.

Hera paseaba cuando en el jardín vio a Zeus con Leto.

¿Y vas a continuar casado a Hera?—

He de hacerlo estamos casados y más siendo ella la diosa del matrimonio—

Pero Zeus ¡ella no es digna de ser reina! Deja que la pisoteen y a pesar de ser diosa del matrimonio miro como está—

Si...eso es cierto—

Zeus ciertamente amó a mucho a Hera pero con el paso del tiempo fue a por otras mujeres y los hijos que tuvo de sus aventuras eran mejores que los legítimos. Ares era fuerte pero arrogante y belicoso, demasiado para su gusto, Hebe era una niña dulce y buena pero débil ni suficientemente poderosa. Eileithyia solo comandaba los partos y los bebés, en cuanto Eris era la discordia y el caos personificado.

Mientras hablaban Hera apretaba tanto los puños que el icor salía de sus manos al clavarse sus uñas en sus palmas. Donde le inyectaron la sustancia fue extendiéndose poco a poco de su nuca a sus venas como telas de araña negras, la diosa llena de ira explotó.

Ella le enseñaría a esa perra de Leto, Zeus y los demás que con ella no se debía jugar ni subestimar.

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Leto estaba sentada contra un árbol cerca se uno de sus santuarios mientras acariciaba su vientre, era feliz iba a ser madre de unos maravillosos hijos además del hombre que amaba.

Leto se enamoró instantáneamente del apuesto inmortal que acabaría con la tiranía de su padre y liberando a sus hermanos, esos ojos de tormenta, la piel bronceada, pelo oscuro y mandíbula fuerte y perfecta.

Pero se sintió devastada cuando el inmortal no tuvo interés en ella sino en Metis y acabaron casándose, Hera su amiga de entonces la animó y sintió que podía confiar en alguien pero resultó ser una trepadora de poder al casarse con Zeus aunque ella afirmó que nunca tuvo interés en él.

Jamás se sintió engañada y traicionada pensando que tenía la oportunidad de casarse con Zeus pero Hera terminó por casarse con él.

No sintió remordimientos cuando el rey de los dioses por fin empezó a cortejarla una noche que quedaron mientras se besaban Leto le preguntó.

Pero ¿que hay de tu esposa?—

No te preocupes por ella estoy aquí y ella no se atreverá a hacerte nada, nunca lo hace de todas formas. Ahora no hablemos de Hera ella no importa—

Leto sonrió y volvieron a besarse.

Leto sonrió ante esos tiernos recuerdos de repente sintió una punzada en el vientre ¡se había puesto de parto! Sorprendida pero emocionada se tumbó, pero algo sucedía a pesar de que sentía los dolores y las contracciones los bebés no salían, presa del pánico preguntó a las ninfas.

Lo lamentamos mucho señora Leto pero la reina Hera nos hizo jurar que no te acogeríamos para que pudieras dar a luz, así en todas partes. Está furiosa y destruyó ella misma a algunos de mis primos que la cuestionaron para demostrarnos que sus amenazas eran en serio—

Leto se quedó pálida y el miedo la recorrió, Hera jamás hizo nada contra ninguna de las amantes de Zeus ni con su propia hermana ¿porque ahora?

Su madre Phoebe le decía siempre (todo tiene un límite, hasta la piedra más dura o el diamante acaban cediendo y se resquebrajan)

Leto se levantó temblorosa mientras desde los cielos podía escuchar una risa familiar y a la vez desconocida que la hizo temblar.

Querida Leto ¿de verdad creías que saldrías impunemente? ¿¡tu!? ¿¡una insignificante titan de segunda generación por esta humillación hacía mí!? Creo que descubrirás de lo que soy capaz.