—Mierda, mierda—
Hera corría como podía intentando escapar de la criatura, en unos instantes había despedazado a los gigantes y ahora la antigua diosa estaba siendo perseguida por él.
Piensa, piensa ¿qué sabes de los wendigo? Algún punto débil tendrán.
Pero por desgracia no sabía mucho de este panteón solo que eran espíritus que encarnaban el hambre y la naturaleza más cruda, mantenían alejados a las poblaciones de las zonas de su territorio. Seguramente su hijastra Atenea no pensó en ello cuando decidió construir ese sitio en el territorio de un wendigo.
Atenea era muy inteligente y sabía pero a veces parecía que sólo tenía serrín en su cabeza, su arrogancia y orgullo en más de una ocasión habían enturbiado su sentido común y sabiduría seguramente no creyó que esas leyendas fueran ciertas o tomaría al wendigo como una amenaza real.
Si alguna vez vuelvo a ver a la idiota de Atenea la golpearé.
Hera desesperada volvió al Bunker con una idea en mente esa criatura podría ayudarla en liberar a los demás y distraer a los que estaban allí, con eso en mente se adentró de nuevo por el túnel con la criatura detrás de ella soltando sangre y espumarajos por sus mandíbulas.
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Los prisioneros mientras estaban aburridos, habían visto irse a Hera por esa salida pero ya hacía tiempo que no volvía, ellos se temían lo peor que los hubiera dejado a su suerte o que los gigantes la hayan atrapado.
Lo que no se esperaban era a que la antigua reina del Olimpo salida disparada del túnel secreto con heridas y sangrando manchada de tierra.
—¡Agachaos! ¡rápido!—
Solo para que unos instantes después un enorme y horrible monstruo con un bramido saliera abollando las paredes de metal y fuera tras Hera.
—¡Hera!—Hathor miraba asombrada todo por ese extraño monstruo.
La mujer pasó de largo seguida de la criatura rumbo a las instalaciones causando en poco tiempo el caos.
Los soldados ya fueran gigantes, humanos y determinadas criaturas estaban en pánico de repente atacadas por un horrible monstruo con un cráneo de ciervo y cornamenta como cara y afiladas garras que despedazaban todo a su paso.
Hera por fin había podido despistar a la criatura mientras los demás estaban ocupados intentando acabar con el wendigo Hera se colo en los paneles de seguridad hasta la sala donde había múltiples ordenadores sacó un pendrive y copió toda la información valiosa que hubiera en los archivos.
A continuación afortunadamente podía abrir las celdas desde allí liberando a los prisioneros con prisas fue a las celdas de Démeter y Perséfone que estaban muy vigiladas pero con todo este caos podría entrar.
Lo que encontró la hizo marearse y que se le saltara el corazón.
Perséfone estaba en una celda acristalada inconsciente y Démeter no sabía lo que le habían echo pero estaba en una extraña metamorfosis, le recordaba inquietantemente a Dafne cuando se convirtió en el laurel para escapar de Apolo.
La diosa de la cosecha estaba igual la mitad del cuerpo era ya un árbol y tenía una expresión de agonía en su cara desencajada. A pesar de como estaban las cosas entre ella a Hera se le rompió el corazón verla en ese estado.
Sin poder contenerse más fue a liberar a ambas diosas primero a Perséfone la más fácil le tomó algo de tiempo pero finalmente pudo despertarla la diosa de la primavera se sorprendió enormemente al ver a la desaparecida reina de los dioses.
—¡Hera! ¿qué?—pero se calló al ver a su madre, a pesar de todo cuanto hizo verla en ese estado la hizo perder la compostura—¡Madre!—
—Cálmate Perséfone ahora la soltamos pero no podemos llamar la atención de los gigantes y sus subordinados—
Se pusieron manos a la obra pero era inútil era como si el el árbol fuera de acero intentaron cortarlo y hasta quemar al menos los bordes pero nada en ese momento aparecieron Hathor y Tenzin ambos se veían muy apurados.
—¡Hay que irse ya esa cosa no tardará en venir y los gigantes quieren llevarse a los prisioneros que queden!—
Pero la reina del inframundo no quería oír eso pero en ese momento aparecieron los gigantes seguidos del wendigo y sin otra opción no tuvieron más remedio que huir.
Una vez fuera del Bunker se reunieron con otros prisioneros Hera se volvió hacía su sobrina.
—Encontraré a tu madre te lo prometo—
Perséfone asintió entre lágrimas, sabiendo que la palabra de la ex reina era cierta.
—Pero prométeme que no les contará a nadie por ahora de mí sino Porfirión y los gigantes mayores emprenderán una búsqueda—
Comprendiendo las implicaciones estuvo de acuerdo.
—De acuerdo pero por favor contáctanos en cuanto puedas, no tienes ni idea de lo preocupados que hemos estado—
Hera hizo un gesto despectivo sin creer sus palabras en absoluto, Perséfone no la culpaba muchos celebraron cuando la reina decidió dejar el Olimpo, al principio su padre Zeus estaba furioso de que Hera se atreviera a dejarlos como un desafío a su autoridad pero luego se lo veía hasta feliz, cosa que repugno a Perséfone.
Ahora más que nunca entendía a la pobre reina del Olimpo ella creyó que se volvería loca cuando Hades estuvo a punto de engañarla con Menta y quiso darle celos con Adonis, o quería ni imaginar lo que sería estar en el lugar de su madrastra.
Ambas se despidieron Perséfone cuando volvió al reino submarino fue recibida entre los brazos de su esposo se veía más pálido que de costumbre y con lágrimas cosas que la sorprendió de sobremanera él jamás lloraba. Se sintió aún más culpable por haberse ido preocupando así a todos, les contó todo lo sucedido la traición de Démeter (hay Hades la maldijo) y lo del Bunker para finalmente la espantosa criatura.
Se abstuvo de contarles sobre Hera pero tenía que mantener su promesa.
Mientras Hera caminaba seguida del grupo de dioses que había liberado, se habían pegado a ella después de su escape y ahora iban a un lugar seguro.
