Hefesto se ajustó sus gafas de trabajo al mismo tiempo que miraba la información del pendrive era increíble, todos estos dioses encarcelados y en distintos bunkers en varios sitios del planeta esto no iba a ser fácil.
Por lo que vio en un principio las instalaciones fueron de los Olímpicos diseñadas por la propia Atenea y luego con ayuda de los dioses más fuertes los fueron capturando.
El dios del fuego estaba indignado, ¿de hay las ausencias de varios de ellos en periodos prolongados de tiempo? ¿como pudieron caer así de bajo? Aunque para su decepción el panteón griego en los últimos milenios había caído en decadencia, bastante autocomplacientes, llenos de sí mismo y con la cabeza completamente metida en la arena.
También descubrió diversos experimentos que lo repugnaron y algo que lo sobresaltó si esto era cierto los gigantes tenían un nuevo talón de Aquiles pero tenían que ir al oráculo aunque eso sería extremadamente difícil.
Hefesto llamó a a su madre y le reveló todo algo que sorprendió a Hera si era cierto podían tornar las cosas a su favor.
—¿Me estás diciendo que hay una nueva forma de matar a gigantes?—
—Si y esta vez no es por medio de la cooperación entre un dios y mortal sonó algo que no es ninguna de las dos cosas un dios convertido en mortal—
Hera estaba sin palabras, cuando renunció a su divinidad a las parcas no fue solo para desaparecer para siempre de las vidas de los Olímpicos (sería como buscar una aguja entre mil pajares sin su esencia divina) sino también vivir en paz y a su modo.
Jamás imaginó que esto le resultaría de utilidad algún día.
—Pero con este descubrimiento yo sola no es suficiente Gaia cuenta con todo un ejército—
—De eso no tienes que preocuparte—Hefesto hizo una mueca mientras veía unos archivos en ordenador—Los dioses que rescataste del bunker tampoco son dioses ya en sí son como tu despojados de su divinidad a la fuerza a diferencia de ti—
Sus ojos se abrieron como platillos alienigenas sin poder creérselo.
—No es posible, a un dios no se le puede despojar de su divinidad a si como a sí ¡sería un caos en el equilibrio!—
Un dios no podía volverse mortal así como a sí o ser asesinado para ello tenía que tener un suplente para sustituirlo y no siempre había uno adecuado, por lo que sabía Hera poco antes de huir del Olimpo es que escucho una conversación entre Zeus y algunos otros dioses.
—¿Cree esto sabio señor Zeus?—Themis la titánide de la justicia pregunto al rey de los dioses, era un mujer voluptuosa de hermosos rasgos que miraba gravemente a quien fue su marido.
—Estoy completamente convencido Themis y no quiero escuchar ni una reticencia más—Zeus se paseaba por la habitación en uno de los sillones estaba sentada una despampanante rubia, de labios regordetes y color coral y ojos azules una pierna sobre la otra y sonreía burlonamente.
—Vamos querida Themis, es lo mejor no ha sido más que una arpía amargada desde hace milenios y si lo hacemos no solo nos desharemos por fin de ella sino de nuestros infructuosos matrimonios—
La que hablaba no era otra que Afrodita la diosa del amor y la belleza hija de Urano quien desde el principio odió a Hera pues rivalizaba con ella en matrimonio sino que la caso con ese monstruo Hefesto.
Themis se volvió hacía la diosa por su descaro al hablar así de la reina.
—No se como puedes hablar así Afrodita, si Hera ha echo su parta justa de cosas horribles pero ni la mitad de lo que le hicisteis a ella o a otros—
No era ninguna tonta sabía como se habían comportado los dioses a lo largo de los eones y si no fuera porque sino Zeus la expulsaría directamente al Tártaro diría que esta regla de dioses estaba empezando a parecerse peligrosamente a la de Kronos.
Con tristeza miró a Zeus antes fue un joven lleno ilusiones sobre un futuro brillante, justo y con buen juicio pero con el pasar de los siglos al igual que su padre el poder, la paranoia y su lujuria junto al odio se habían llevado a ese chico entrañable junto a toda la generación de dioses de la primera generación.
—¡No hables así Themis! Te tengo respeto por tus servicios, amistad y nuestras hijas pero una palabra más y no seré indulgente, sus ojos tormentosos y centelleantes brillaron fríamente mientras una furiosa tormenta se gestaba en el exterior gestando sus sentimientos—
La titánide solo calló mientras miraba lo que parecía una opción perdida.
—Las cosas que nos ha echo Hera son mucho peores es hora de que todo vuelva a su lugar se le quitarán sus dominios a mi futura esposa pero no la divinidad así se mantendrá el equilibrio—
—Y así poder castigarla ¿no?—dijo con voz derrotada la titánide.
Mientras conversaban no sabían que estaban siendo espiados por cierta diosa con creciente horror y angustia pero a estas alturas ¿de que debería sorprenderse?
Hera con el paso de los milenios había perfeccionado más que nadie en el panteón incluso en el mundo la habilidad del ocultamiento y espionaje, ya era buena en la titanomaquia quien a pesar de que no le dejaron se infiltró en las filas enemigas ante las propias narices de los titanes.
Agradecía lo que Themis hacía por ella pero era inútil Zeus y casi el resto de su familia estaban perdidos para ella Hestia era los pocas que se había mantenido fiel a sí misma.
Hera sin el menor ruido o indicio se fue de allí no le daría esa satisfacción y le arrebatara lo poco que tenía por la fuerza no esta vez no, no como su dignidad, el amor de sus hijos, orgullo y felicidad.
No más.
Los gigantes con ayuda de algunos científicos han encontrado la forma de matarlos y extraerles su esencia sin dar al caos además por lo que he visto no se los han quitado a los prisioneros del Olimpo.
Cómo no seguramente para torturarlos sin parar, sin tener que preocuparse de que murieran pero se asegurarían de atar sus fuerzas.
—Entonces es el momento de liberar al resto de los dioses en los otros bunkers—
