Capítulo 14: Reproches
Llegaron al carrito y pidieron dos salchichas, y luego comenzaron a deambular por ahí. Helga no se dio cuenta de lo hambrienta que estaba hasta que le dio la primera mordida a esa cosa, así que se lo acabó en un santiamén. A su lado, Arnold había atacado el suyo con la misma ferocidad.
—¿Vamos por otro? —Le preguntó Helga, y él asintió al instante, aparentemente feliz.
—No recordaba lo deliciosas que saben estas cosas —Afirmó Arnold con una gran sonrisa, mientras le daba una mordida a su nueva víctima, y Helga no pudo evitar sonreír también.
—¿Qué? ¿No hay Hot dogs en África? Yo recuerdo que sí había, y te gustaban bastante.
—¡Oh, y siguen siendo deliciosos también! —Le respondió él, aún feliz —Pero son diferentes... —Su sonrisa se hizo un poco más pequeña de repente —Todo es diferente... Ni mejor, ni peor, al menos, para mi. Pero cuando estás solo... —Ahora su voz comenzó a apagarse poco a poco —Todo pierde el gusto...
—Bueno, entonces eso explica por qué te gustan tanto estas porquerías —lo interrumpió ella con una sonrisa un poco tiesa. No le gustaba para dónde estaba yendo... El estómago comenzaba a arderle.
—Así es. Con esta compañía todo sabe a gloria —. Agregó eso último un poco más animado, mientras la miraba de reojo.
Helga sonrió, aún más incómoda.
—Sí. Nada se compara a la compañía que tenías por allá y que ahora ha venido aquí, a estas tierras vulgares. Es lógico que todo te sepa mucho mejor de lo que es —. Helga sentía como si algo se le hubiera pegado a la espalda y deseaba sacudírselo. Sabía lo que había querido decir. O al menos, lo que deseaba que hubiera querido decir, pero deseaba también que no hubiera sido así. Su vida ya era lo suficientemente complicada como para sumarle... bueno... a Arnold, ni más ni menos. Y peor, siendo como había sido la mayor parte de su vida: su amor imposible; Y ahora potenciado por la certeza de que había sido suyo y lo había dejado escapar de sus manos... No quería eso ahora, ni nunca, maldita sea. Pero especialmente ahora...
Por su parte, afrontando su propia tormenta interna, Arnold no respondió nada. Tenía la mirada fija al frente ahora que había terminado de comer, y ni siquiera parecía escucharla.
Pasaron un buen rato solo vagando en silencio, hasta que el hombre volvió a hablar, y lo hizo de manera tan repentina que de la sorpresa la hizo estremecerse un poco.
—La compañía era mejor allá... Cuando tú estabas allá.
Helga se paró en seco. Oh, no. Maldita sea; no otra vez...
—¿Qué?
Él se detuvo también.
—No ha pasado un solo día, Helga, en el que no lamente haber dejado que te fueras ese día... En el que no me recrimine por no haber regresado contigo.
Helga solo lo miró, inmóvil, pero no dijo nada. No podía ser; Con un demonio ¿Qué se suponía que debía responder a eso?
Arnold continuó:
—Yo... Creo que nunca pude superarte...
La aludida frunció el ceño, molesta. ¿De dónde salía toda esa verborrea?
—¿No se supone que estás aquí para recuperar a tu familia? Y por cierto, esa familia que tienes por allá, haciendo quién sabe qué con Olga y los niños, esa es una señal suficiente de que sí me superaste, Arnold.
El rubio la miró igual de ceñudo.
—¿Acaso no tienes una familia tú también, Helga?
—Sí —Respondió ella —, pero yo no estoy diciendo que no te he superado.
—¿Y ya me superaste entonces, Helga?
Helga abrió la boca para decir que sí, pero no pudo. Se quedó con el aire abandonándola de los pulmones, pero sin emitir sonido. El hermoso hombre frente a ella la miraba directamente; compungido. Y ella no supo qué responder, pero hizo lo mejor que pudo.
—Creía que sí, Arnold. Hasta un día antes de la fiesta estaba segura de que ya eras historia antigua... que ya...
—Yo no tanto —Soltó mientras se llevaba una mano al despeinado cabello —. Pero creí que al menos tenía mi vida ya decidida... No eras más que un anhelo intangible, algo que simplemente no iba a pasar... Pero míranos; Se supone que vine aquí a intentar recuperar a mi familia, y el primer día que voy a recoger a mi hijo a su escuela, te encuentro a ti ahí. ¿Qué posibilidades había de que terminaras viviendo en el mismo lugar que los padres de mi esposa, y que ella viniera aquí, que me trajera aquí después de decidir que ya no quiere nada conmigo? ¿Qué posibilidades había de que a nuestros hijos les tocara no solo ir a la misma escuela, sino también al mismo salón de clases? ¡Y mira! ¡Me entero de que estás en una situación similar!
Helga lo miraba horrorizada, y estuvo a punto de responderle algo, cuando éste la interrumpió.
—Sé cómo estoy sonando en este momento, Helga. Sé que estoy siendo un patán; Un desgraciado para con los sentimientos de mi familia y para los tuyos, pero Helga; ¿Qué quieres que haga? Te estoy diciendo la verdad. Hace rato, cuando me encontré con Lorna y entramos al parque, estuvimos hablando un buen rato. Al principio fueron solo tonterías; las tonterías que dices cuando no sabes cómo comenzar a tratar los temas realmente importantes, pero cuando al final llegamos a ello, Lorna me dijo que, aún si me quedaba, no estaba segura de que quisiera seguir conmigo; que hay muchas cosas que tenemos qué arreglar y que no sé qué tanto, ¿Y te digo algo? Todo lo que me dijo hizo perfecto sentido, pero a mi no me importó, aunque quisiera forzarme a que lo hiciera. Cuando le dije que había decidido quedarme aquí, lo dije en serio, pero no me refería a que fuera porque quisiera seguir con ella, aunque ella lo tomó así. Yo... en un principio no supe por qué lo hice; Anoche, antes de acostarme, había decidido volver un par de meses, para darle tiempo a Lorna de aclarara su cabeza y a ti... de que lo de tu esposo no estuviera tan reciente... Pero cuando quise expresarlo, mi boca dijo que me iba a quedar, y que iba a buscar un trabajo de verdad, Helga. Eso fue lo que dije, porque era lo que en verdad quería decir, aún cuando no quisiera aceptarlo... No quiero volver a poner distancia... darle tiempo al tiempo y llegar y... No quiero que pase lo mismo...
"Yo sí volví por ti". La frase le llegó a Helga como una cubetada de agua fría, y a Helga se le cerró aún más la garganta.
—Arnold, tú —Apenas alcanzó a decir, pero, como siempre, Sophie hizo su aparición en el momento menos oportuno posible... Aunque igual venía acompañada de todos los demás, así que esta vez no se le podía culpar a ella sola.
.
por fin he regresado, quinientos años después. Esta vez digamos que fue por problemas técnicos... En fin. Aquí está el capi nuevo.
Agradecimientos especiales a The J.A.M. a.k.a. Numbuh i, LizDe-Chan y NatDiz por sus comentarios. Muchas gracias por su apoyo, en serio.
Y pues nada. ¡Nos leemos!
