-Este fic es una reinterpretación del manga y anime "Dragon Ball" y "Dragon Ball Z" de Akira Toriyama. Los personajes pertenecen por completo a Akira Toriyama y a Toyotarō, más los personajes de carácter secundario y modificaciones las personalidades, hechos y trama corren por mi cuenta y mi entera responsabilidad. Les sugiero oír "Beautiful Crime" de Tamer para Goku, "Geronimo" de Sheppard para Gohan, "Wanting Moves" de Pantyraid para Raditz, "Royalty" de Neoni, Maestro Egzod & Chives para Bulma y "Cha La Head Cha La" de Ricardo Silva para el contexto del fic por supuesto.


Una semana después

Analizando por un instante el enorme árbol frente a él y juzgándolo con ojos muy críticos, Goku procedió a derribar de un solo golpe el madero que cayó sonoramente al suelo y generando un eco importante que pareció reverberar a lo largo del gran monte, mas el Son se desentendió perfectamente de ello y procedió a cargar el madero sobre sus hombros a la par que arrastrando el resto, silbando cantarinamente mientras dirigía sus pasos hacia su hogar, extrañando a su esposa, su comida y teniendo que prepararse junto con su hijo Gohan para el viaje a casa del Maestro Roshi. Extrañaba muchos a sus amigos, pero el haber permanecido tanto tiempo lejos de ellos era enteramente su responsabilidad, se había embelesado tanto disfrutando de su matrimonio con Milk y de los primeros años de la crianza de Gohan, que el tiempo le había pasado factura antes de darse cuenta, se había pasado años sin frecuentar a sus amigos y estos sí que querían saber de él; por su parte y acabando de terminar de cocinar el almuerzo justo en ese momento, Milk se secó distraídamente las manos en la ropa al momento de abrir la puerta y salir al patio en busca de su hijo. La princesa Ox vestía una blusa beige pálido con cortas mangas en forma de alas, anudada delicadamente en el frente del vientre, mallas marrón oscuro como sus cómodos zapatos bajos y sus largos cabellos azabaches cayeron sobre sus hombros y tras su espalda cuando deshizo el moño que siempre se realizaba para cocinar eficientemente, esbozando una sonrisa al ver a su esposo aparecer.

—Me muero de hambre— declaró Goku nada más estar frente a su esposa, ya pudiendo percibir el aroma de su deliciosa comida.

—Goku, ¿No has visto a Gohan?— inquirió Milk, extrañada ante la ausencia de su hijo.

—En absoluto— negó el Son, desvaneciendo su sonrisa en el acto. —¿No estaba contigo?— su hijo siempre lo esperaba en casa para la hora del almuerzo.

—Sí, pero sabes cómo le gusta explorar y debió alejarse cuando me distraje— se lamentó la princesa Ox, buscando superficialmente a su hijo en los alrededores con la mirada. —¿A dónde habrá ido? Si no comen rápido, no podrán irse, y el Maestro Roshi los espera— recordó preocupada y siendo consciente de sus planes ese día.

—No debe estar muy lejos— sosegó Goku cerrando la distancia entre él y su esposa. —Lo buscaré, volveré pronto— prometió sujetándola de los hombros y entrelazando su mirada con la de ella.

Gohan era su hijo, puede que solo tuviera cuatro años, pero era tan fuerte como se esperaba al ser hijo de dos peleadores de las Artes Marciales, y aunque en el fondo también estuviera preocupado por su hijo, Goku quería creer y se aferró a la idea de que nada malo le ocurriría a Gohan, e intentó convencer de ello a Milk, acunando su rostro entre sus manos e inclinándose para besar sus labios—logrando que ella se relajara y confiara en él lo suficiente para hacerle sentir que había cumplido con su deber—antes de alejarse y darle la espalda para buscar a Gohan, siguiendo el camino que creía podría haber tomado...El día no había transcurrido en absoluto como Gohan había esperado; se había alejado de la atenta vigilancia de su madre por un momento con el plan de buscar a su padre en el bosque, sorprenderlo, y regresar juntos a casa para almorzar, mas en lugar de ello se había perdido, desorientándose con el color y forma de las flores, con insectos llamativos y a los que se concentró en reconocer, luego topándose con un león de montaña y ante el que se recostó en el suelo sin moverse un centímetro para hacerlo perder le interés—fingiendo estar muerto—, solo para que este le quitase el sombrero de la cabeza y huyera con él, ante lo que el pequeño Gohan en vano intentó perseguirlo. Todo ello culmino con la aparición de un Pájaro Tábara Coronado en su camino, contribuyendo a alejarlo más y más de casa, pero en ese momento todo en lo que Gohan pudo concentrarse fue en la pequeña ave de pie sobre el tronco caído y cuyo plumaje observó con suma atención.

—Que hermoso eres, pajarito, mi nombre es Gohan— se presentó el pequeño Son, observando al ave y que sin embargo no tardó en salir volando. —¡Espera!— llamó sin poder evitarlo e intentando alcanzar al ave.

Solo hizo falta el más ligero movimiento por parte de Gohan para que el tronco caído sobre el que se encontraba recargado se voltease—apoyado como estaba en una roca—; el madero había servido hasta entonces como presa o dique que ralentizaba el flujo del rio, y ante el ligero movimiento el curso del agua no tardo en intentar retomar su eje natural, moviendo todavía más el tronco caído y arrastrando consigo al pequeño Gohan, quien cayó al agua y no pudo hacer nada para resistirse a la fuerza de la corriente, intentando nadar inútilmente para ir hacia la orilla, solo pudiendo mantener a flote su cabeza, gritando por ayuda y no solo por parte de su padre sino que de todo aquel que pudiera estar cerca para brindarle asistencia. Siendo relativamente bueno si de rastrear naturalmente se trataba—habiendo crecido en el Monte Paozu y habiéndose familiarizado con todos los animales que habitaban en el lugar, a la par que aprendiendo como atraparlos para alimentarse de ellos y sobrevivir como fuera necesario, pero respetando el orden o equilibrio de las cosas al mismo tiempo—, no fue un problema para Goku dar con lo que parecía ser el camino dejado por una criatura pequeña y con huellas parecidas a las de un humano—por el calzado—aunque considerablemente pequeño, y que no era lo más sigiloso del mundo en sus pasos, llevándolo hasta un león de montaña y que se encontraba recostado en un claro, teniendo entre sus patas el gorro de su hijo Gohan y en que Milk había bordado la Esfera del Dragon de Cuatro Estrellas, tan importante para él.

—Ese sombrero es de mi hijo, ¿Dónde lo encontraste?— preguntó el Son para sí, y ante lo que el felino le gruñó amenazadoramente. —¡¿Qué en dónde lo encontraste?!— volvió a preguntar, alzando la voz en esa oportunidad.

Como individuo, Goku podía ser uno de los hombres más pacientes del mundo gracias a las enseñanzas brindadas por su fallecido abuelo Gohan, pero algo primordial se había despertado en su ser tan pronto como se había casado con Milk y que solo había aumentado con el nacimiento de Gohan; era el deseo innato de protegerlos a ambos, a Milk que era su esposa y compañera de vida, y a Gohan cuya inocencia y estampa indefensa siempre lo instaban a cuidar de él, por lo que en ese momento simplemente le enfureció e hizo perder la paciencia contemplar a aquel felino, que tembló y se estremeció ante el tono de su voz antes de soltar el sombrero del pequeño Son y salir corriendo a ocultarse en la espesura de la flora del Monte Paozu. Gruñendo por lo bajo ante la reacción del felino e interiormente preocupado por mucho que intentara contenerse, Goku únicamente negó para si mientras se acercaba al lugar en que había caído el sombrero de su hijo y que sacudió ligeramente antes de observar la flora del lugar, notando una serie de huellas que se perdían en la espesura, pero cuyo rastro esperaba poder dilucidar desde lejos, por lo que no dudo en llamar a la Nube Voladora y subir a esta de un salto tan pronto como se situó a su lado, no queriendo perder el tiempo, sintiendo como su corazón se aceleraba irremediablemente a causa de la preocupación; un suspiro de alivio brotó del pecho del Son al confirmar ser capaz de distinguir el rastro de huellas y que siguió velozmente con la Nube Voladora, sorprendido por la velocidad de su hijo, pero no quedándose solo con ello.

Debía encontrar a Gohan y pronto.


Muy lejos del Monte Paozu y ocupado en lo suyo, un modesto granjero despejaba la tierra que planeaba usar para sembrar su fuente de vida y trabajo cuando a lo lejos distinguió una diminuta luz en el cielo y que parecía acercarse hasta donde él se encontraba, por lo que retrocedió impulsivamente, alejándose de la posible zona del impacto hasta llegar a su camioneta, tras la que se refugió y observó como una enorme esfera caía a la tierra, dejando tras de sí un enorme hueco. Del interior de la nave emergió Raditz, segundo de confianza del príncipe Vegeta, tan característico con su puntiagudo y extremadamente largo cabello negro, vistiendo su armadura de batalla marrón y negro como Saiyajin, con botas, guantes blindados, con dos bandas blancas; una alrededor de su brazo y otra en su pierna izquierda, y un rastreador azul sobre su ojo derecho y con que juzgó el poder de pelea del individuo ante él. Acostumbrado a ese tipo de aterrizajes, Raditz no supo que pensar del planeta al que acababa de llegar; si, había flora y fauna por doquier, su ubicación permitía el desarrollo plenipotenciario de la vida en formas pocas veces vistas en los planetas conquistados por el ejército de Freezer, y seguramente se vendería por un buen precio…solo que él no estaba ahí para eso, sino que para encontrar a su hermano. Creyendo que todo peligro había pasado, el granjero se acercó lenta y cautelosamente al enorme agujero, solo para encontrarse cara a un hombre de aspecto imponente y que se elevó desde las profundidades hasta situarse exactamente frente a él.

—¡Bu!— pronunció Raditz y haciendo que el hombre cayera de espaldas a causa del susto. —¿Un poder de pelea de 5? Que vergonzoso— estudió para nada impresionado.

—¿Quién eres?— cuestionó el granjero, no sabiendo que pensar de su llegada. —Ni se te ocurra acercarte, te haré volar en pedazos— amenazó, aterrado con solo verlo.

—¿En serio?— sonrió ladinamente el Saiyajin, viendo aquello como una mera broma.

Armado con una escopeta, el granjero no dudo en apuntar al hombre que tenía delante, tembloroso y visiblemente asustado, mas nada de ello le impidió disparar, solo para que la bala fuera atrapada en el aire por los dedos pulgar a índice del Saiyajin y que le sostuvo la mirada con indiferencia pues le seria enormemente fácil regresarla con un empujón en lo que sería una herida mortal, mas interiormente Raditz se volvió a recordar que no estaba ahí para tomar ninguna vida—orden expresa del príncipe Vegeta—a menos que fuera necesario y para asegurar que Kakarotto se uniera ellos en su lucha contra Freezer. Con ello en mente, Raditz simplemente desvió la trayectoria de sus dedos al empujar la bala entre estos, haciendo que chocara contra el vehículo del granjero y que tembló de terror ante lo fácil que había sido para el Saiyajin librarse de un disparo que para cualquiera seria letal. Sería muy divertido entretenerse con aquel humano, ya fascinado de por si por como las células de su cuerpo absorbían el calor y energía de la estrella madre que orbitaba su planeta, pero no estaba ahí para eso y fue una suerte que justo entonces su rastreador detectase un gran poder de pelea a lo lejos y reaccionara en consecuencia; un poder de 4.780, ha de ser Kakarotto, dedujo por el escaso poder de pelea del humano frente a él, elevándose del suelo sin problema y emprendiendo veloz vuelo hacia donde le indicaba su rastreador, sabiendo que no era exacto fiarse de este, pero siendo todo cuanto tenía para encontrar a su hermano, y estando muy ansioso por lo mismo. Habían pasado muchos años...


—¡Gohan!, ¡Gohan!

Aquella fue una carrera contrarreloj en partes iguales; por un lado estaba Gohan que intentó luchar contra la corriente y que seguía empujándolo más y más lejos, buscando aferrarse a cualquier roca o elemento en su camino, y que eran escasos, para intentar salir del agua, mas era en vano; y por otro lado estaba Goku sobre la Nube Voladora y quien con la vista de un halcón intentó distinguir cualquier posible señal de su hijo desde lejos, por un lado sorprendido de que su hijo hubiera llegado tan lejos y al mismo tiempo siguiendo su juicio que lo instó a seguir la corriente del río, llevándose una gran sorpresa al finalmente distinguir la diminuta figura de su hijo a lo lejos, nadando contra la corriente o intentándolo. Aunque mojado e intentando nadar sin mucho éxito, Gohan escuchó el llamado de la voz de su padre, volviendo la mirada hacia atrás y sonriendo con emoción, convencido de que su padre lo salvaría, mas el pequeño Son no pudo evitar sentir algo de miedo e incertidumbre cuando el rio se estrechó y lo llevo al interior de una caverna que lo alejo de su padre, quien tuvo que alejarse en la Nube Voladora para intentar seguirlo lo mejor posible, temblando de los nervios y emociones contenidas, queriendo salvar a su hijo pero estando impedido para aquello por el terreno en que se encontraba. Suspirando aliviado cuando vio a su hijo salir del otro lado de la caverna, Goku continuó siguiendo el cauce del rio, mas conteniendo un jadeo de preocupación al ver que el rio desembocaba en una enorme cascada, apremiándole el alcanzar a Gohan o sucedería una tragedia.

—Resiste, papá va a salvarte— aseguró Goku, intentando ser lo más rápido posible.

—¡Ayúdame!— rogó Gohan, viendo la cascada a lo lejos y aterrándose mas a cada momento.

—¡No!, ¡Gohan!— presionado como estaba, el Son intentó alcanzar a su hijo en el último segundo.

—¡Papá!— gritó el pequeño, solo viendo la caída y no pudiendo concentrarse en nada más que el miedo que sentía.

Puede que la Nube Voladora fuera en esencia el medio de transporte más rápido que Goku hubiera conocido en su vida, pero en ese momento no creyó que la velocidad de la Nube Voladora pudiera ser suficiente para permitirle alcanzar a evitar la caída de Gohan, haciendo que el Son contemplara impotente como su hijo se le escapaba de las manos justo cuando creía ser más de conseguirlo, como una ilusión efímera, haciéndolo contemplar la nada y comenzar a sentir el vacío de la perdida en su pecho…mas aquello fue muy breve, gracias al cielo. El Son contuvo un suspiró al volver a escuchar los llantos de su hijo llamándolo y muy cerca, indicándole a la Nube Voladora que se moviera y permitiéndole ver que en la enorme caída de la cascada se encontraba una rama de gran tamaño brotando de la pared de roca, y de la cual se encontraba firmemente sujeto Gohan, llorando desesperadamente y con los ojos cerrados, aparentemente ajeno a una realidad que Goku si notó. Un niño normal e incluso el hijo de alguien experto en las Artes Marciales no sobreviviría a una caída así, probablemente ningún niño podría…la única manera seria empleando la técnica de vuelo o concentrando lo suficiente su Ki para que la energía lo impulsase…pero un niño de cuatro años no tendría el poder suficiente para lograr, necesitaba desarrollarse y ello solo confundió aún más a Goku, quien le indicó a la Nube Voladora que se detuviera exactamente junto a la rama, y ante lo que el pequeño Gohan no tardó en brincar efusivamente a los brazos de su padre nada más abrir los ojos.

—Tuve mucho miedo, papá— sollozó el pequeño Gohan con su rostro enterrado contra el pecho de su padre.

—Gohan, ¿Cómo fue que tú...?— fue todo lo que Goku pudo preguntar, observando la enorme caída bajo ambos.

—No sé cómo fue— contestó el pequeño, concentrado únicamente en que se encontraba bien y que no había ocurrido nada malo.

—Regresemos, tu madre está muy preocupada— decidió el Son en voz alta, no viendo mucho sentido a pensar más de la cuenta en ello. —Y recuerda que visitaremos al Maestro Roshi— agregó, sabiendo que ello lo alegraría también.

—¡Si!— chilló de emoción Gohan, olvidando completamente lo ocurrido.

Viajar y conocer a nuevas personas no era la actividad favorita de Gohan, debido a su timidez y por haber sido criado bajo los estándares de la corte de su abuelo el rey Ox-Satan, prefería mucho más estudiar y aprender que socializar, pero tía Bulma estaría entre los asistentes a la reunión y en el fondo Gohan deseaba conocer a los amigos de su papa y de quienes tanto había oído, por lo que interiormente se llenó de emoción, sintiendo que si bien el día no había sido lo ideal, podía convertirse en algo mucho mejor e inolvidable. No era la primera vez que ocurría algo como eso, que Gohan escapaba de una situación de peligro que o bien podría lastimarlo o matarlo en el peor de los casos—interiormente Goku se reprendía por dejar que Gohan creciera siendo tan mimado por Milk, pero por otro lado todo lo que quería era que su hijo creciera libre de preocupaciones y peligros, ello lo llenaba de calma y una plenitud que no alcanzaba a expresar—, años atrás y durante un paseo familiar había tenido lugar una situación de peligro más parecida, pero que él había decidido ignorar, y ahora no fue diferente, algo muy paterno y humano en él quería que su hijo llevara el estilo de vida más normal posible, aunque otro impulso en su mente le dijera que debía prepararlo para una vida dura, un impulso que el Son acalló como en tantas oportunidades, indicándole a la Nube Voladora que los llevara a casa y sonriendo tranquilo mientras acomodaba a su hijo sobre su regazo, solo queriendo volver a casa y ver la sonrisa en el rostro de Milk, abrazarla y despedirse antes de ir a casa del Maestro Roshi.

Su vida era perfecta y no quería cambiarla.


No entiendo, Kakarotto, ¿Por qué te enviaron a este planeta? Se preguntó Raditz, recorriendo largas distancias a vuelo y siguiendo el nivel de pelea que indicaba su rastreador, viendo como el sistema de vida del planeta se encontraba perfectamente intacto junto con su civilización, no especialmente avanzada, aunque si enormemente prospera, lo que le confirmó que no habían enviado a su hermano menor a ese planeta para conquistarlo, mas, si no había sido por ello—el estereotipo más común de vida y labor para un Saiyajin—, ¿Cuál había sido el motivo de enviarlo allí hacía ya tantos años?, ¿En que habían estado pensando sus padres? Raditz intentó dar con la respuesta en su mente, cada vez más próximo a un elevado nivel de pelea y a donde se aproximó, suponiendo que se trataba de su hermano Kakarotto. Meditando en medio de la nada, en un enorme cañón rocoso y luego de largos días de entrenamiento que continuaban desde hace años, entrenándose para el momento en que volviera a enfrentar a Goku, Piccoro abrió los ojos de par en par a causa de la sorpresa al sentir un enorme poder acercarse hasta donde él se encontraba, como ninguno que hubiera sentido antes y que le heló la sangre por solo percibirlo; ¿Y este poder?, ¿Sera Goku? Fue lo primero que pensó Piccoro, pues el Son era el único individuo con un poder tan grande como para rivalizar con el suyo, mas algo le decía que no podía ser él y se confirmó cuando un desconocido se detuvo exactamente frente a él, a unos escasos metros de distancia. No, no es él, no sabía quién era ni lo había visto antes.

—¿Quién eres?, ¿Qué quieres de mí?— cuestionó Piccoro inmediatamente, no sabiendo como interpretar su repentina presencia.

—Nada, no me interesas— negó Raditz, observándolo de forma igualmente analítica.

—¿Por qué viniste aquí entonces?, ¿Acaso quieres morir?— inquirió el Namekiano, suponiendo que no se encontraba ahí para socializar precisamente.

—Muy valiente, ¿Te crees tan poderoso?— desafió el Saiyajin un instante antes de que su rastreador dilucidara su nivel de pelea. —322, nada mal, pero no eres a quien busco— desestimó, aunque considerándolo un buen entretenimiento.

—Insolente, ¿Sabes con quien te estas metiendo?— insistió Piccoro, negándose a ser visto como débil ante este desconocido con aires de grandeza.

—No, ¿Me lo explicaras, Namekiano?— consintió él, haciendo gala de sus modales aunque solo fuera como una mofa en ese momento.

Naturalmente arrogante por el conocimiento adquirido en sus muchas misiones ya sea junto a Nappa y el Príncipe Vegeta, o bien en solitario pues no habían sido pocas las oportunidades, así como por su astucia y habiendo sido entrenado en su lejana infancia por su padre Bardock quien había destacado con luz propia pese a ser un Guerrero de Clase Baja, Raditz acostumbraba a juzgar a los enemigos que tenía delante en base al poder de pelea que le indicara su rastreador y que era poco a su parecer en el caso de este Namekiano…pero más de un enfrentamiento le había demostrado que su rastreador podía estar equivocado, por lo que decidió darle el beneficio de la duda al individuo que tenía delante, indicándole que atacara cuando le placiera, pues él lo juzgaría en consecuencia y se divertiría si la ocasión se lo permitía. Sintiéndose entre minimizado y desafiado a niveles exorbitantes por este individuo de gran poder y que le parecía tan malditamente arrogante, Piccoro no dudo en concentrar el mayor poder que le fue posible en su mano derecha y que dirigió hacia el desconocido, implosionando una ráfaga de Ki que fácilmente habría de acabar con cualquiera, levantando una enorme nube de polvo que dificultó la visibilidad por los segundos siguientes al ataque, permitiéndole al atacante sonreír ladinamente, anticipando su victoria…mas grande fue la sorpresa de Piccoro cuando la nube de polvo se disipó y vio al individuo aún de pie a la misma distancia suya y como si nada hubiera sucedido, de brazos cruzados y con la misma expresión de arrogancia, si es que no mayor.

—Que aburrido, solo levantaste el polvo a mí alrededor— menospreciò Raditz con un fingido suspiro de decepción. —Ahora será mi turno…¿Qué?— un nuevo poder de pelea comenzó a ser detectado por su rastreador, haciéndolo enfocarse nuevamente en la misión de encontrar a su hermano. —Lo siento, tendremos que dejar esta pelea para otro momento— se despidió, teniendo algo aún más importante que hacer y que no podía esperar.

Sin importarle el desconcierto y extrañeza en el rostro del Namekiano y que solo pudo observarlo, paralizado por la enorme diferencia de poderes entre ambos, Raditz se elevó rápidamente del lugar, nuevamente tras esta inusitada pista sobre el paradero de su hermano y a la que se asió lo más posible; Un nivel de pelea de 12.909, puede ser el individuo más poderoso del planeta, ¡Debe ser Kakarotto! Estaba desesperado por volver a ver a su hermano y por cumplir la misión que el príncipe Vegeta le había encomendado a partes iguales, deseoso de respuestas que le habían estado vedadas desde su infancia, desde que sus padres habían enviado a Kakarotto a aquel planeta conocido como Tierra y por ende desde que el planeta Vejita había sido destruido, porque sabía y creía que este no había sido un accidente como tanto se había contado, tonto seria si lo creyera. No puedo entenderlo, ¿Qué has estado haciendo aquí todo este tiempo, hermano?, ¿Por qué te enviaron aquí, Kakarotto? Se preguntó el Saiyajin una y otra vez mientras volaba, estoico por los largos años de entrenamiento como parte del ejército de Freezer y castigos para hacerlo más dócil, pero aferrándose a los sentimientos que su madre Gine le había inculcado, añorando a este hermano que solo recordaba y que era la única familia que le quedaba. Espero que cuando nos veamos puedas darme las respuestas que busco, por nuestros padres, por el planeta Vejita y la raza Saiyajin, no quería tener que llegar a un extremo y tomar la vida de su hermano, todo lo que quería era volver a llamar hermano a Kakarotto, nada más…


Habiendo pilotado su propio vehículo por costumbre y no queriendo perderse por nada la reunión en casa del Maestro Roshi, Bulma fue la primera en llegar como de costumbre y según notó, aunque solo ella se molestaba en viajar siguiendo los medios tradicionales, quitándose los tacones nada más bajar del vehículo y pisando gustosa la arena, esbozando una sonrisa nada más sentir la brisa mecer sus rizos y disfrutando enormemente de la paz y quietud de la isla, tan diferente de la Capital del Oeste. La heredera Brief vestía una ceñida blusa negra de escote corazón ligeramente redondeado, sin mangas ni tirantes y que enmarcaba favorecedoramente su figura, chaqueta formal blanca hasta la altura de los muslos y que permanecía abierta, estampada por una serie de nombres de importancia en la moda, pantalones blancos ligeramente anchos y cómodos tacones negros—que se quitó al bajar de su vehículo debido a la arena—, sin otra joya que un par de pendientes de oro en forma de argollas, con sus largos rizos azul-violáceo cayendo tras su espalda. La causa para que la heredera Brief—quien dirigió sus pasos directamente hacia la casa, solo entonces volviendo a colocarse los tacones—no recibiera respuesta alguna a su llamado no fue otro que un partido de fútbol en la televisión y que tenía muy concentrados tanto a Krillin como al Maestro Roshi, pero también la preparación de un ponche sobre la mesa baja que había en el centro de la sala y que hubieron terminado justo en ese momento, lo que Bulma más necesitaba en ese momento; alcohol y pronto.

—¿Hola?, ¿Hay alguien en casa?, ¿Por qué diablos no contestan? Ah, es por eso— comprendió Bulma nada más cruzar el umbral.

—¡Bulma!— reconoció Krillin siempre feliz de verla, y esa era la impresión que ella buscaba causar.

—Hace mucho que no te veíamos, podrías habernos avisado que si vendrías— regañó el Maestro Roshi, igualmente complacido.

—¿Para qué finjan interés? No gracias— desestimó la heredera Brief con su característica arrogancia. —Sírvanme un poco, es la hora feliz en algún lugar del mundo— alentó, no queriendo desperdiciar el ponche recién hecho.

—Aquí tienes— su amigo le tendió una copa, que ella no dudo en beber de un trago, siempre muy resistente al alcohol. —¿Yamcha no vino contigo?— preguntó señalando lo obvio, pero sabiendo que también era algo delicado.

—¿Siguen peleados?— asumió Kame Sennin, no sabiendo bien que comentar.

—Si, y no habrá reconciliación esta vez así que ni se ilusionen— dejó en claro la pelilila, sirviéndose otra copa de ponche. —De todas formas estoy mejor sola. Ni le mencione que vendría, así que no se si habrá recibido su mensaje— supuso encogiéndose de hombros. —¿Y Launch?— preguntó dándole un tragó más lento a su copa.

—Se fue con Ten Shin Han, pero no dijo a donde— contestó Krillin, no sabiendo si llegaría ese día o no, y que decir de Ten Shin Han o Chaoz.

—Qué pena, con lo que quería verla— suspiró Bulma, aunque ello no le impidió notar la trayectoria de una de las manos de Kame Sennin, directamente hacia sus gluteos —Baja la mano, anciano, o no respondo— amenazó señalando la pistola que pendía de su cinturón y no queriendo gastar saliva.

—Sigues teniendo un carácter agresivo y violento, con razón sigues soltera— regañó el Maestro Roshi, no pudiendo jugarle siquiera una broma.

—Pues me sirve, así hago que los zánganos trabajen— justificó la Brief, habiendo aprendido a valorar su soltería. —A todo esto, les traje unos regalitos, la mitad no comestible— advirtió buscando algo en su cinturón.

Puede que fuera literalmente la mujer más poderosa del mundo, heredera de la mayor fortuna del planeta Tierra hasta ese momento, y que por ende pudiera ser muy arrogante, mas no era tanto como para encontrarse ajena a los sentimientos de los demás y que la hizo desembolsar sin problema una generosa cantidad de regalos de una pequeña capsula hoi poi que extrajo de su cinturón y que se desplegó en el suelo; era literalmente una mesa de la mejor comida que el mundo podía pagar, y una serie de regalos bellamente envueltos y apilados al costado de la mesa, más que suficientes para todos los invitados. Si, Bulma era poderosa y adinerada tanto como el dinero podía permitirle, pero era muy generosa y dulce con sus amigos si de demostrar afecto se trataba, puede que pareciera materialista, pero para ella que sentía tener tanto, la mejor manera que tenia de demostrar afecto era mediante presentes y no dudaba en darlos a quienes más le importaban, y a su vez sus amigos estaban tan acostumbrados a ella y su forma de ser que no podían evitar sentirse enormemente tocados emocionalmente ante cada nuevo regalo, que ella siempre elegia con esmero y precisamente pensando en hacerlos felices, y conociendo muy bien sus gustos. No queriendo parecer materialista, pero apreciando enormemente los regalos de Bulma, el primero en levantarse de su lugar fue Krillin, quien rodeo los regalos en busca de los que eran suyos y que casi temía abrir, en comparación con el Maestro Roshi y que buscó sus regalos para comenzar a abrirlos cuanto antes.

—Gracias, Bulma, no te hubieras molestado— agradeció Krillin casi tartamudeando de la ansiedad y emoción.

—O mejor sigue haciéndolo, siempre das los mejores regalos— alentó el Maestro Roshi, abriendo una caja y donde reposaba un valiosísimo reloj de oro.

—Pues claro, soy humilde— obvió Bulma con fingida arrogancia, no demostrando cuando le alegraba verlos felices. —¿El baño sigue donde siempre? Necesito polvearme la nariz— consultó, no queriendo deslucir en absoluto.

Recibiendo como única respuesta un vago asentimiento tanto de parte del Maestro Roshi como de Krillin quienes se encontraban totalmente embelesados abriendo sus regalos, casi sin habla y que hizo sonreír a Bulma quien se retiró en silenció por el pasillo hacia la puerta que daba con el baño; usualmente y al ir a otros lugares siempre debía llevar consigo un estuche de maquillaje en miniatura con todo lo que pudiera necesitar para retocarse y estar siempre presentable—literalmente hacía que su secretaria y asesora personal viajaran con estuches de maquillaje de emergencia precisamente por eso, a donde quiera que fuera—, pero por fortuna Launch siempre dejaba uno de sus estuches de maquillaje en casa del Maestro Roshi y ambas tenían casi los mismos tonos en común, permitiéndole a la heredera Brief moverse como si estuviera en su hogar, cerrando la puerta del baño tras de sí y encendiendo la luz junto a la puerta. Abriendo la puerta derecha del tocador sobre el lavabo del baño, Bulma sonrió complacida al encontrar el estuche de maquillaje y con el que se retocó el colorete que adornaba sus mejillas siempre pálidas por el roce del viento al viajar, y luego el delineado que resaltaba sus brillantes ojos azules y con los que contempló su reflejo; nada mal para tener veintisiete años, ¿cierto? Pudiendo enorgullecerse de su apariencia, aunque quizás no de todos sus logros, Bulma regresó el maquillaje a su lugar, procediendo a peinar sus largos rizos azul-violáceo con sus manos.

Siempre debía dar lo mejor de sí.


Viajar en la Nube Voladora implicaba un viaje largo—aunque mayor o más rápido del que se efectuaría en cualquier vehículo promedio—, valga la redundancia, pero que siempre resultaba por demás divertido para el pequeño Gohan, cómodamente sentado en el regazo de su padre y prestando atención a las aves de todas formas y colores que volaban por el cielo, a las nubes cuyas siluetas intentaba distinguir y encontrar sentido, e igualmente entretenido con los delfines que veía emerger de entre las olas, casi chillando de la emoción y buscando llamar su atención sin éxito, mas eso en nada lo decepcionó. Finalmente, y tras un viaje que para Goku al menos se había hecho eterno, a lo lejos el Son pudo distinguir el inconfundible hogar del Maestro Roshi y que recordaba tan bien del tiempo que había estado entrenando ahí bajo su tutela junto a Krillin, y que le provocó una enorme nostalgia mientras la Nube Voladora se acercaba a la playa, permitiéndole a padre e hijo finalmente descender de esta y aterrizar a unos metros de la casa mientras la Nube Voladora se desvanecía para estar en otro lugar en tantos ellos se encontraran ahí. Tan pronto como Goku alzó la voz y llamó al o los habitantes de la casa, recibió respuesta del interior por parte de Krillin, quien fue precisamente el primero en emerger con una expresión de extrañeza y pronto se le unió el Maestro Roshi, ambos observándose entre sí y luego al pequeño Gohan que sostenía en brazos, mas si aquello confundió a Goku, este no lo demostró, siempre tranquilo mientras observaba a su amigo y Maestro.

—Goku, ¿Quién es ese pequeño?— preguntó el Maestro Roshi, siendo el primero en romper el silencio.

—¿Qué ahora te dedicas a cuidar niños?— cuestionó Krillin, inevitablemente divertido ante aquella idea.

—Nada de eso, él es mi hijo— aclaró Goku sin desvanecer su sonrisa y dejando a su hijo sano y salvo sobre la arena. —Saluda, Gohan, ellos son amigos— indicó en voz baja, alentándolo a dejar a un lado su timidez.

—Hola— saludó el pequeño abrazándose de las piernas de su padre y en voz baja. —Mi nombre es Son Gohan— se presentó como su madre le había enseñado.

—Lo nombraste como tu abuelo…— comprendió Kame Sennin, sonriendo para sí y convencido de que su fallecido pupilo estaría orgulloso por ello.

—¿Qué criatura podrá escapar de este valiente guerrero?— preguntó Bulma nada más cruzar el umbral de la casa y haciendo que el pequeño Son sonriera de inmediato.

—¡Tía Bulma!— gritó Gohan con emoción, corriendo efusivamente hacia la pelilila.

—Besos, quiero muchos besos— pidió la Brief, cargando en brazos al pequeño que la besó una y otra vez en la mejilla. —¡Qué lindo!— apreció envolviendo cálidamente sus brazos alrededor de él y que rió tiernamente. —Oigan, no se hagan los tontos ahora, ¿No recuerdan que les hable de él?— cuestionó ante la visible sorpresa en los rostros de Krillin y Kame Sennin.

—Sí, pero por la forma en que te expresabas creíamos que bromeabas— obvió el Maestro Roshi con una ligera risa y sabiendo que no era el único en pensar así.

—Parecía que hablabas de una criatura de fantasía— respaldó Krillin en su defensa.

—¿Y no lo es?, ¿No eres una criatura de fantasía, Gohan?— preguntó la pelilila al pequeño Son y que se sonrojó en sus brazos mientras ella le alisaba la ropa. —Eres el niño más bello del mundo— declaró simplemente encantada con él.

—Quería venir antes, pero Milk y yo estábamos ocupados— se disculpó Goku, pues habían pasado años desde el Torneo Mundial de las Artes Marciales. —Siempre hay mucho que hacer en casa— agregó con una sonrisa mientras la brisa marina mecía su rebelde cabello oscuro.

—A ver, Gohan, muéstrales que edad tienes— pidió Bulma al pequeño niño que acomodó en sus brazos.

—Tengo cuatro años— declaró el pequeño Son, alzando cuatro de sus dedos de su mano derecha y con gran seriedad.

—Se ve muy educado para ser tan pequeño, hasta sabe contar— celebró Krillin, no habiendo niños tan inteligentes con menos de cinco años como Gohan.

—Milk se ha esforzado mucho para educarlo, y a mí— asintió el Son, pudiendo enorgullecerse de ello.

—Oye, Gohan, ¿Qué quieres ser cuando crezcas?— preguntó Krillin acercándose al pequeño en brazos de Bulma.

—Un gran investigador— contestó Gohan firmemente, habiendo tomado esa decisión solo.

—Oh, y serás todo lo que te propongas— respaldó Bulma de inmediato, besando en la mejilla al pequeño Son.

Puede que a ojos de terceros el pequeño Son hubiera elegido aquel sueño digno de un adulto serio y responsable por coerción de su madre, que era una princesa así como una mujer enérgica aunque contenida, pero en realidad y debido a los libros y elementos que su tía Bulma le había obsequiado desde que tenía memoria y cuyo nivel de dificultad iba en aumento cada determinado tiempo para incentivar su curiosidad, Gohan había tomado la decisión de convertirse en un erudito o gran investigador tan pronto como había comprendido el significado oculto tras aquella palabra en una de sus clases con su tutor personal del Castillo de su abuelo el rey Ox-Satan, y siendo incondicionalmente apoyado en su deseo por su madre y por tía Bulma. Siempre curioso, Gohan señaló el mar mientras se encontraba en brazos de Bulma, quien sin dejar de sonreírle no dudo en acercarlo hacia la orilla ante la que se arrodillo, moviendo el oleaje con una de sus manos y haciendo reír a Gohan, quien sin embargo se paralizo al ver a la enorme Tortuga del Maestro Roshi moverse lentamente por la arena y detenerse junto a él, mas acercando su cabeza e indicándole al pequeño que era un amigo, ante lo que Gohan finalmente le acarició la cabeza mientras volvía a esbozar una sonrisa; el pequeño Son era físicamente muy parecido a Goku, más con la cola que se movía tras él, pero quedaba muy claro que su personalidad era completamente opuesta a la de su padre, lo que resulto tanto sorprendente como interesante de contemplar para el Maestro Roshi y Krillin de pie junto al Son.

—Goku, ¿Gohan no ha hecho nada...extraño?— preguntó Krillin, no sabiendo bien como tocar tan delicado tema.

—Fuera del hecho que absorbe el conocimiento como esponja, no— contestó el Son encogiéndose de hombros. —¿Extraño en qué sentido?— inquirió, no entendiendo su pregunta.

—¿Cuándo ve la luna llena quizás?— profundizó el Maestro Roshi por su parte.

—No, en casa nos acostamos muy temprano— negó Goku aun sin entender, pero eligiendo no pensar demasiado en ello.

Solía levantarse muy temprano por las mañanas para aprovechar la luz diurna y hacer todas las actividades que permitieran el orden y funcionamiento de su hogar, tanto por costumbre como porque a Milk también le gustaba ver salir el sol por las mañanas, por lo que a esa hora habitualmente la luna se desvanecía y por las noches ambos cerraban las cortinas muy temprano y casi siempre se quedaban en casa, claro que en una u otra oportunidad habían acampado al aire libre y durante los primeros años de vida de Gohan, pero aparentemente en aquel tiempo había nido lugar luna nueva porque el orbe brillante no se había visto en el cielo según el Son recordaba, y sus amigos no le preguntaron nada. El objeto con demasiada energía se detuvo, comprendió Raditz finalmente y tras sobrevolar gran parte de la superficie del planeta en busca de aquel elevado nivel de pelea, mas pudiendo ahora por fin dejar de perseguir aquella fuente de poder y que se concentraba en un lugar específico…lo que tranquilizó al Saiyajin, pero también despertó en él una profunda ansiedad por lo que implicaba; Debe ser Kakarotto, no hay otra opción, concentro su energía con decisión y voló aún más rápido hacia el lugar en que se encontraba el nivel de pelea para llegar cuanto antes, lo que hizo que su propia energía fuera fácil de detectar para Goku, quien sintió un escalofrió recorrerlo desde la base de la nuca hasta la planta de los pies, no sabiendo identificar bien lo que sentía pero que no era algo precisamente positivo, y lo que no pasó inadvertido para su grupo de amigos.

—¿Qué pasa, Goku?— preguntó Krillin, extrañado por la abrupta reacción de su amigo.

—Siento un ki muy poderoso que se aproxima— fue todo lo que el Son pudo contestar.

—¿No serán Yamcha, Ten Shin Han…o Piccoro?— supuso Bulma, irguiéndose y cargando en brazos a Gohan que se abrazó a ella.

—No, jamás había sentido algo así, pero viene hacia aquí— negó Goku, esforzándose por mantener la calma.

Pocas cosas podían hacer que traicionara su calma característica, siempre admirando el poder de aquellos individuos que eran más fuertes que él sin importar las circunstancias, mas no demostrando temor, miedo o terror, esas emociones simplemente no tenían cabida en su subconsciente y ese momento no fue la excepción, pero Goku mentiría si dijera que no sentía algo extraño y que habría hecho temblar su cola si aún la tuviera, ¿Qué era aquel extraño sentimiento que nacía en lo profundo de su corazón y que por poco lo hacía estremecer? Viendo una isla a lo lejos y no queriendo dilatar más el encuentro que llevaba deseando durante tanto tiempo, Raditz concentró su energía tanto para acercarse a la tierra, así como para frenar su aterrizaje, posándose de pie sobre la arena y a unos metros de distancia de su hermano, quien lo observó sorprendido al igual que los humanos que lo acompañaban. Si no supiera que su padre Bardock había muerto hacia tantos años con la destrucción del planeta Vejita, Raditz habría tenido un arrebato de emocionalidad—heredado de su fallecida madre Gine—nada más ver a su hermano, profundamente conmovido por el asombroso parecido físico que este tenía con su padre Bardock, siendo literalmente su viva imagen, con la excepción de que Kakarotto no vestía la armadura del ejército de Freezer como su padre si, sino un extraño traje naranja, su piel era más pálida y parecida a la de su madre, y no tenía la cicatriz que su padre si en su mejilla izquierda, pero fuera de ello y salvo por la forma de su mirada era simplemente idéntico a él, y esto fue útil ya que le permitió a Raditz reconocerlo nada más verlo.

—Por fin te encuentro, Kakarotto— afirmó Raditz, observándolo de arriba abajo. —Haz crecido mucho, pero eres igual a tu padre— su madre no lo creería…si pudiera verlo.

—¿Quién eres?, ¿De que estas hablando?— cuestionó el Son, no entendiendo porque lo llamaba así.

—¿Se puede saber a qué has estado jugando todo este tiempo, Kakarotto?— cuestionó el Saiyajin, molesto por todos los años transcurridos sin noticias suyas. —Deberías haberte puesto en contacto conmigo hace cuando mucho una década— había creído que había perdido a su hermano, mas le consolaba que no fuese así.

—Mira, amigo, no sé quién eres, pero será mejor que te vayas de...— aconsejó Krillin, acercándose al desconocido para indicarle que se marcha de su reunión privada.

—¡Krillin, cuidado!— advirtió Goku un instante antes de que el apéndice alrededor de la cintura del desconocido se desplegara y goleara a Krillin, enviándolo hacia la casa, sobre cuyas escaleras de la entrada colisionó, resquebrajándolas. —Una cola…ese sujeto tiene cola…— tartamudeó al ver el apéndice peludo que ondeo contra el aire.

—¿Es que hasta olvidaste lo que esto significa, Kakarotto?— inquirió Raditz, casi entornando los ojos al tener que explicarle todo aparentemente.

—No vuelvas a llamarme con ese nombre tan extraño, ¡Mi nombre es Goku!— discutió el Son de inmediato, no entendiendo quien era ni que hacía ahí.

—No puedo creerlo…¿Qué hizo que actúes de esta manera?— se preguntó el Saiyain en voz alta, antes de considerar una posibilidad en su mente. —Dime, ¿Acaso te diste un golpe muy fuerte en la cabeza cuando eras pequeño? Es eso, ¿no?— mas bien afirmó ante la mirada que Kakarotto esbozó, evaluándolo mentalmente.

—Sí, no lo recuerdo, pero me golpee la cabeza cuando era pequeño, hasta tengo una cicatriz— asintió Goku llevándose una mano a la nuca en la zona que sabia tenía aquella cicatriz. —¿Pero eso qué tiene que ver con todo esto?— exigió saber, confundido en extremo y lo que solo aumentaba a cada momento.

—Goku— llamó el Maestro Roshi, interrumpiendo la conversación y obteniendo la atención de todos. —Quizás no es el mejor momento pero tu abuelo me contó algo al respecto en una de sus cartas. Hace veintidós años encontró un objeto muy extraño en lo más profundo del valle…— comenzó a relatar, empezando a entender mucho.


22 años antes/Monte Paozu

Viviendo lejos de todos y en constante meditación como antiguo alumno del Maestro Roshi, y siendo casi el polo opuesto a su gran amigo Ox-Satan—con quien mantenía correspondencia pero no hablaba personalmente desde hace ya varios años—, no había muchas cosas que llamaran la atención de Son Gohan fuera del ritmo de vida de los animales o los fenómenos presentes en el cielo, y esa misma mañana había visto uno; una estrella más brillante que ninguna otra que hubiera visto y que solo crecía hasta finalmente descender a la Tierra, un meteorito aparentemente y cuya trayectoria no pudo evitar seguir con curiosidad. Pero lo que había al interior del cráter no era un meteorito ni un cometa, era una enorme esfera de aspecto metálico y que lentamente se abrió, era una nave, lo que hizo que Gohan esperara por largos minutos a que alguien emergiera de su interior, mas esto no ocurrió, alentándolo a bajar al interior del cráter y estudiar al extraño visitante por sí mismo. Se trataba de un niño de no más de tres años, de rebelde cabello negro y en puntas, con ojos igualmente oscuros y piel pálida, vestía una extraña armadura compuesta por una pieza negra en el pecho con detalles en blanco y paneles beige en el estómago y la parte baja de la espalda, con protectores de hombros y caderas color beige, y debajo cortos pantalones azul brillante, con brazaletes negros con bordes blancos y botas blancas con puntera a rayas beige y suela gris, y por último una larga cola con pelaje marrón que se mecía tras èl. No se parecía a ningún niño que el Son hubiera visto antes:

Por el cielo, es un niño…¿Viniste en eso?— preguntó Gohan al pequeño infante y que cargó en sus brazos. —Y tienes cola— notó ante el apéndice extra que colgaba del pequeño. —No puedo dejarte aquí, sería muy peligroso, ¿No quieres venir a mi casa?— preguntó al niño y que parecía no saber hablar, pero que le pateó el costado enérgicamente. —Eres un niño muy activo— notó con una sonrisa, contagiado por el entusiasmo del pequeño. —A partir de hoy serás mi nieto, y tu nombre será…¡Goku!— decidió, no pudiendo dejarlo ahí solo y estando él mismo solo también. —Son Goku, ese será tu nombre, ¿Te gusta? Cuidare muy bien de ti, lo prometo— decidió obteniendo una curiosa e inocente sonrisa de parte del pequeño.

Igual que la sonrisa esbozada por aquel pequeño, inicialmente todo había parecido perfectamente inocente para Gohan, al fin y al cabo lidiaba con un niño como cualquier otro o eso es lo que parecía, y aunque este tuviera cola, el Son no tenía ni la más remota idea de con que comparar la crianza de aquel pequeño porque no había estado cerca de otras personas desde hace años, viviendo muy apartado de todos ahí en el Monte Paozu; lo primero que Son Gohan había notado del pequeño al que dio el nombre de Son Goku, y a quien comenzó a criar como si fuera suyo, es que era tímido y que lloraba constantemente para llamar la atención o si es que es que algo no le parecía, haciendo que las primeras noches de Gohan con él bajo su techo fueran una completa odisea. Por supuesto que lo que Son Gohan no sabía era que el pequeño Saiyajin tenía un largo linaje tras de sí y que con el paso de los días y semanas lo hizo actuar de manera hostil, agresiva y casi salvaje, no porque estuviera en desacuerdo con Son Gohan o no lo quisiera, sino porque ello era parte de su naturaleza inquieta, misma naturaleza que en uno de sus viajes por el Monte Paozu lo hizo alejarse del anciano y caer por un enorme risco, golpeándose en la cabeza y quedando inconsciente por días enteros y en que, sin embargo, Son Gohan no se separó de su lado en ningún momento, esperando que el pequeño abriera los ojos y que hizo lentamente luego de transcurridos cuatro días, visiblemente aletargado a ojos del Son, que despertó al sentir la luz del sol sobre su rostro, sentado junto a la cama y vigilando al niño.

Goku— llamó el anciano al niño y que lentamente enfocó su mirada en él. —Dime, ¿Te sientes, bien?— preguntó pese a intuir que no recibiría respuesta.

Si— contestó el pequeño para asombro del Son, que lo escuchaba hablar por primera vez, —solo…tengo hambre— confesó con ligera timidez. —¿Podemos comer algo?— pidió muy educadamente.

Claro, pequeño— asintió Son Gohan, enormemente feliz de verlo recuperado, —arriba, vamos a cocinar— alentó, apartando las sábanas y cargándolo en brazos.

¡Si!— gritó emocionado Goku, alzando sus brazos y envolviéndolos a los hombros del anciano, su abuelito.

Ese día fue extraño como tantos otros junto al pequeño Goku, pero de una manera muy peculiar, aunque el anciano no se molestó en prestar demasiada importancia—se trataba de un niño después de todo—; Goku había hablado por primera vez, era la primera oportunidad desde que estaba a su lado y viviendo bajo su techo que el pequeño articulaba una palabra en su idioma y no eran palabras torpes o toscas sino que perfectamente claras, bien pensadas y pronunciadas. Aquel día y como muchos otros después, Son Gohan ignoró muchas cosas, aunque no ignoró que aquella caída tan mortal y la lesión en la cabeza de una u otra forma habían hecho que el pequeño, conocido ahora como su nieto Son Goku, perdiera su agresividad instintiva, sí que hubo mantenido su energía básicamente inagotable—y que Gohan intentó asociar a su juventud como infante que era, mas sorprendiéndose en cada oportunidad por lo mismo—, pero su actitud ya no fue rebelde, salvaje u hostil en absoluto sino que se mostró y creció bajo su atenta mirada como un niño bondadoso, puro de corazón y poseedor de un afecto entrañable para el anciano, que vio recompensados con él todos sus largos años de soledad. Por supuesto que, de igual modo, el anciano le hubo enseñado al pequeño a ser compasivo y respetuoso con los demás en todo momento, pero a ello también contribuyo que Goku fuera capaz de tomarse las situaciones con calma, no permitiendo que nada lo pusiera nervioso, y sin pensar en ningún momento en el antes y después que aquel golpe había provocado en él.

O así fue hasta ese momento.


—Y ese niño era yo…— comprendió Goku, enormemente sorprendido, pero esforzándose por no dejarse llevar por la emoción. —Muy bien, tienes mi atención— declaró enfocando la mirada en aquel desconocido. —Ahora, dinos quién eres— exigió queriendo tener claro a quien tenía delante.

—No esperaba dar una lección de historia al venir aquí— consideró Raditz en voz alta, —pero bueno, creo que no hay otro remedio ya que eres un inepto— insultó disimulando una sonrisa ladina, justo cuando el humano al que acababa de golpear se levantaba de su lugar.

—Krillin...— suspiró el Son, preocupado por su amigo y que se sacudió la ropa aparentemente ileso.

—Ten cuidado, Goku, ese sujeto no es normal— advirtió Krillin quejándose por el dolor de golpe mientras avanzaba lentamente para situarse junto a Goku.

—Tiene razón— asintió el Saiyajin, manteniendo su sonrisa ladina. —Te lo diré en palabras simples; no eres un humano como piensas, naciste en el Planeta Vejita y eres un Saiyajin, perteneces a la raza guerrera más poderosa del universo; y yo soy tu hermano mayor, Raditz— expuso, punto por punto, dejando lo mejor para el final.

Era abrupto y totalmente directo, pero la única forma que Raditz conocía de decir la verdad a su hermano menor y por lo que no se arrepintió en lo absoluto de la expresión desencajada que obtuvo tanto de él como de los demás humanos presentes, ¿Para qué dilatar más la situación en cualquier caso? La verdad era lo que era, y cuanto más pronto lo entendiera Kakarotto, mejor sería para todos. Aunque acabara de escuchar del Maestro Roshi el relato sobre como su abuelo Gohan lo había encontrado—una historia que siempre había querido oír, pero que no le había sido posible por boca de su propio abuelo ya que este había fallecido antes de que él hubiera formulado aquella pregunta—siendo muy pequeño, Goku simplemente no quiso creer las palabras que este sujeto de nombre Raditz acababa de decirle, se había aferrado tan soterradamente a la creencia de que no tenía una familia o que no le había importado lo suficiente a esta como para añorarlo y volver por él, que ahora no podía creer tener un hermano y por supuesto que tampoco podía creer ni por un momento que fuera extraterrestre, ¿Por qué habría de creerlo?, ¿Es que aquello no podía ser un mero engaño? Aunque quisieran ponerse del lado de Goku en ese momento desde sus subconscientes, tanto el Maestro Roshi como Krilin y Bulma hubieron de admitir que interiormente muchas cosas comenzaban a tener sentido si tomaban en cuenta el hecho—dicho por el propio Raditz—de que Goku era extraterrestre, todo lo que ellos habían considerado extraño o una rareza ahora comenzaba a sonar normal y muy entendible, aunque no quisieran creerlo.

—¿El hermano de Goku?— repitió el Maestro Roshi, tan sorprendido como todos.

—¡Eso no es cierto!— protestó el Son, sonaba demasiado inverosímil, —¿Por qué debería creerte?— cuestionó, negándose a creer aquello.

—Sí, si Goku es un extraterrestre, ¿Por qué esta en la Tierra?— contrarió Krillin, indiscutiblemente del lado de su amigo.

—Es algo muy curioso la verdad, yo mismo lo ignoró, solo sé que poco antes de que nuestro planeta fuera destruido nuestra madre me informó que habías sido enviado aquí— inició Raditz expresando con sinceridad, pero sin desvanecer su arrogancia. —Intuí que se debía a tu bajo nivel de poder, pero ahora que te veo...eso no me queda tan claro— y le plateaba muchas formas de cómo proceder. —Los Saiyajin solían enviar a niños pequeños como tú a purgar planetas pacíficos como este adoptando nuestra verdadera forma de Ozaru al ver la luna llena, después de todo destruir y conquistar ha sido siempre nuestro mejor talento— prosiguió sin percibir el escalofrió que recorrió a todos nada más escuchar sus palabras y lo que implicaba.

—Si eso es cierto, ustedes son unos monstruos, Piccoro no les llega ni a los talones— juzgó Krillin, siendo el primero en salir de la impresión.

—¿Cómo podían enviar a niños indefensos al espacio? Es horrible— negó Bulma, no pudiendo imaginar nada semejante.

Escuchando y prestando atención a las reacciones de los humanos que parecían ser amigos de su hermano, Raditz notó al pequeño niño que se mantenía abrazado a la única mujer del grupo—extremadamente bella y de rasgos exóticos—, pequeño sin duda, pero con una vistosa cola de Saiyajin que capto su atención, ¿Era el hijo de su hermano? Por un lado, lo llenó de esperanza ver que el linaje Saiyajin podía continuar, pero también de ternura contenida ya que ese pequeño se veía idéntico a Kakarotto en sus días en su capsula de crianza. La sobrecarga emocional que Goku estaba sintiendo en ese momento era demasiada como para que pudiera entenderlo; primaba el dolor por comprender que había sido la causa tras la muerte de su abuelo durante todos esos años y sin haberlo sospechado por un instante hasta ese día, también el miedo por lastimar a quienes tanto le importaban nuevamente, pero también un ardor que nunca antes había experimentado y no se trataba del calor en los músculos por el esfuerzo, un golpe o una jornada de entrenamiento, sino que el ardor de su sangre, como si verdaderamente estuviera hirviendo, era pura emoción, un sentimiento absolutamente primario y que lo hizo sentir ansiedad por más a la par que miedo por lo que ello podía provocar, sentimientos que había buscado controlar largamente hasta ese momento y que hizo de igual modo en ese momento, aunque una pregunta se impuso duramente en su subconsciente en base a lo que acababa de escuchar de su…hermano, si podía llamarlo así; ¿Era eso lo que sentían los Saiyajin?

—No es posible…¿Y tú cola?— Raditz finalmente cayó en cuenta de la ausencia de la cola de su hermano. —Contesta, ¿Qué le paso a tu cola?— exigió, no pudiendo comprender que viviera con semejante deshonor

—Me la quitaron hace tiempo, cuando era adolescente— respondió Goku sosteniéndole seriamente la mirada.

—Eres un tonto, has pisoteado todo lo que significa ser un Saiyajin— negó el Sajiyajin apartando la mirada con furia, su padre no lo toleraría de estar vivo.

—Bien, porque no quiero serlo— asintió el Son sin sentir el menor remordimiento.

—Ya no me extraña que te hayas mezclado tan bien con los humanos— comprendió Raditz pues su apariencia no difería mucho, aunque su poder sí.

—Te dejare algo muy claro; no importa si soy de otro planeta, si tenía otro nombre o si tú eres mi hermano mayor— inició Goku, remarcando cada palabra muy bien y dando un paso más cerca de su…hermano. —Mi nombre es Son Goku, me crie en la Tierra, este es mi hogar y nada ni nadie va a cambiarlo— esa era su vida y no la cambiaría por nada en el mundo. —Ahora, ¡Lárgate!— espetó alzando la voz, no queriendo tener nada que ver con el pasado que acababa de oír y que prefería seguir ignorando.

—No importa cual fuera su pasado, Goku merece ser un terrícola— respaldó Bulma un paso tras Goku y cargando a Gohan, incondicionalmente a su lado como todos.

—Salvo a este planeta varias veces y merece quedarse aquí— secundó Krillin de igual modo. —¿Por qué no te vas y vuelves a tu casa?— sugirió pues evidentemente el Saiyajin ya no tenía nada más que hacer allí.

—Con mucho gusto lo haría, pero eso es imposible— discutió Raditz con evidente pesar. —Hace veintidós años nuestro mundo natal, el Planeta Vejita, fue destruido...la mayoría habló de un asteroide o un meteorito, pero son meras mentiras. Alguien para quien solíamos trabajar destruyó nuestro mundo, a nuestro padre, a nuestra madre y a nuestra raza casi por completo. Ahora quedamos muy pocos; tú, yo, el príncipe de nuestra raza y su mano derecha. Tal vez hayan otros pero no los hemos conocido ni hemos oído de ellos— explicó con abrumadora sinceridad y casi haciendo que Goku se arrepintiese de su dureza para con él. —Abre los ojos, Kakarotto, vengar a la raza Saiyajin es nuestra responsabilidad— expuso, esperando haber tocado un punto sensible en él. —¿No es tu hijo el que está detrás de ti?— cuestionó observando al niño en brazos de la mujer y que luchaba por correr hacia su padre.

—No, no— protestó Goku de inmediato, sintiendo que se le helaba la sangre por pensar en su hijo a quien deseó cubrir con su cuerpo, pero habría sido muy obvio.

—No mientas, su cola demuestra su herencia Saiyajin— obvió él, no pudiendo ignorarlo.

—¿Y eso que tiene que ver? Aunque tenga sangre extraterrestre, es un terrícola igual que yo— volvió a insistir el Son, deseando desviar el foco de atención.

—No es eso lo que te estoy diciendo— difirió Raditz retomando su seriedad —¿Qué no harías para proteger a tu hijo? En eso pensaban nuestros padres cuando te enviaron aquí, ahora puedo verlo— había sido una acción desesperada pero loable y ahora lo entendía —Entiende, no puedes mantenerte al margen de esto— insistió, mas de igual modo su hermano le sostuvo la mirada. —Tendré que enseñarte por las malas— comprendió y no teniendo otra opción.

Francamente, Raditz no había querido tener que llegar a emplear la fuerza, no contra un Saiyajin como él ni mucho menos tratándose de su hermano a quien no había visto en tantos años—y que le generaba una sensación de innegable afecto por todo el tiempo transcurrido, así como por su abrumador parecido con su fallecido padre Bardock—, pero Kakarotto no le dejaba otra opción y por lo que se acercó velozmente hasta este que en vano intentó prepararse para detenerse su seco golpe en el estómago, pues creía no necesitar más y lo confirmó tan pronto como su hermano se desplomó de rodillas en el suelo, tanto sin aliento como retorciéndose de dolor para incredulidad de los humanos que lo acompañaban. Goku siempre había sido un oponente formidable, no solo por el código de honor que seguía sino también por su fuerza al enfrentar a sus enemigos y haciéndolo parecer muy fácil, por lo que en ese momento resulto aterradora la forma en que fue enviado a varios metros de distancia por un único golpe de parte de Raditz, no inconsciente pero si lo suficientemente afectado por el golpe como para que le costase enormemente levantarse, siendo casi imposible, un cuadro que el pequeño Gohan nunca había visto y que lo hizo escapar de brazos de una sorprendida Bulma y correr hacia su padre, solo para ser atrapado a mitad del camino por su tío quien lo sujeto de la parte trasera de su ropa como si se tratara de un gato antes de que la Brief pudiera intentar siquiera alcanzarlo, solo pudiendo acercarse velozmente hacia el Son y quien solo pudo observar.

—¡Papá!— gritó Gohan nada más ser elevado del suelo por aquel desconocido.

—¡No, Gohan!— Goku en vano intentó levantarse del suelo y solo pudiendo gatear sobre la arena, siendo ayudado por Bulma que de inmediato se situó a su lado.

—Ya que no quieres entenderme, te dejare esto muy claro; si quieres que te regrese a tu hijo, debes escuchar todo lo que yo tenga que decir, pero lejos de estos humanos— expuso Raditz colgándose a su sobrino bajo el brazo y sin esfuerzo. —Tendrás cuando mucho un día para aclarar tu mente y sentarte a parlamentar conmigo, ¿Está claro?— él no aceptaría menos.

—Eso es imposible, Goku nunca hablaría contigo— discutió Bulma, pudiendo percibir la absoluta negativa del Son y entendiendo sus razones.

—Él no te ayudaría, nada de lo que tengas que decir lo haría cambiar de opinión— secundó Krillin pese a estar casi paralizado de miedo en su lugar.

—Puede que no tenga razones ahora, pero las tendrá a la larga o de lo contrario el destino de este planeta y de sus habitantes será la destrucción— declaró el Saiyajin para sorpresa de todos —El ser que destruyó el planeta Vejita planea apoderarse del universo entero destruyendo a quienes se le interpongan y eso incluye a los terrícolas. ¿Realmente pensaban que podrían mantenerse al margen?— su inocencia le resultó inevitablemente divertida. —¿Es que no entiendes, hermano? Esto no se trata solo una venganza personal, se trata de lo que fuimos y podemos volver a ser, se trata de la vida de tu hijo y quienes te importan— Kakarotto debía entenderlo, era vital.

—Regrésame a mi hijo...— gruñó el Son nuevamente, negándose a ceder ni un ápice.

—Veo que no quieres entender— suspiró el Saiyajin, lamentando tener que tomar aquella vía. —Bien, tendrá que ser por las malas, aunque tu poder es ridículamente bajo comparado con el mío en este momento— juzgó volviendo a esbozar su sonrisa ladina. —Ven a verme cuando hayas tomado una decisión, hermano— se despidió comenzando a elevarse del suelo.

—¡Gohan!— llamó Goku con esfuerzo, pero aún sin conseguir ponerse de pie.

—¡Papá!— sollozó el pequeño Son, congelado de miedo en brazos del desconocido Saiyajin.

El pequeño y sollozante Gohan por su parte no sabía que hacer, nunca había sido bueno para conocer a nuevas personas ni mucho menos diferenciar si estas eran buenas o malas, de hecho elegia socializar poco con los extraños hasta no haberlos conocido u observado largamente con anterioridad—excepto en el caso de tía Bulma, quien había estado siempre en su entorno familiar desde que él tenía memoria—y en nada fue diferente ahora el caso de este hombre de nombre Raditz y que decía ser el hermano de su padre, ¿Eso quería decir que era su tío? Todo era muy confuso para Gohan quien solo tenía claro en aquel momento que su padre no era invencible, que alguien lo había golpeado, que este hombre llamado Raditz lo tenía ahora bajo su poder y que era mucho más fuerte que su padre, de quien fue alejado más y más en ese momento. Arrastrándose por la arena, no pudiendo hacer más debido a las descomunales olas de dolor y que no se asemejaban a nada que hubiera sentido antes—y no hablaba en el sentido de haber sido derrotado o golpeado como nunca antes en su vida hasta ese momento—, sintiendo como se le aceleraba la respiración tanto por la impotencia que vivía así como por la desesperación de ser alejado de su hijo, y por una nueva realidad; ¿Cómo iba a salvar y recuperar a Gohan si acababa de ser casi derrotado por un solo golpe? Esta nueva realidad le heló la sangre a Goku, le aterró que todo cuanto él consideraba preciado e importante le pudiera ser arrebatado, e interiormente solo sabía que no iba a permitir que eso pasara…


PD: Saludos mis amores, prometí que actualizaría esta semana y lo cumplo, esperando como siempre poder cumplir con lo que ustedes esperan de mi, agradeciendo su apoyo y deseando siempre que mi trabajo sea de su agrado :3 las próximas actualizaciones serán "El Origen del Clan Uchiha" luego "El Clan Uchiha" y por último "El Rey de Konoha" :3 Esta historia esta dedicada a mi queridísima amiga DULCECITO311 (agradeciendo su apoyo desde el principio y apreciando su amistad y extrañando sus comentarios :3), a Zus (agradeciendo su aceptación y dedicándole esta historia por lo mismo, agradeciendo cualquier idea o aporte de su parte), a Casaco (agradeciendo muchísimo su opinión y siéndome inmensamente valiosa por lo que le dedico esta historia en agradecimiento), a Guest (profundamente agradecida por sus palabras, disculpándome por la demora y esperando cumplir con sus expectativas, dedicándole esta historia por lo mismo), a olivermarte15 (honrada de que tengamos la misma idea, dedicándole esta historia como agradecimiento por contar con su aprobación), y a todos quienes siguen, leen o comentan esta y todas mis historias :3 Como siempre, besitos, abrazos y hasta la próxima.

Dragon Ball Z, Hermanos & Diálogos: Por fin comencé la adaptación del primer arco de Dragon Ball Z, y debo confesarles que era algo que llevaba deseando desde hace tiempo, de hecho fue la parte que más desarrolle de la historia al comenzar a escribirla y pretendo ser lo más fiel posible a la historia original, mas efectuando los cambios que considero pertinentes a la trama original ya que, recordemos, el maestro Akira Toriyama hizo villanos a personajes como Raditz, porque era su idea terminar el manga con la saga Saiyajin, y que luego tuvo que modificar esto en base a lo que los fans queríamos. Por ende, no esperen que el Raditz que yo diseñe sea igual al que nos mostró el anime y manga ya que, como muchos, a mí no me pareció que el personaje nunca quisiera volver, por lo que aquí tendrá su historia propia y que espero sea de su agrado, y su vínculo de hermano con Goku es notoriamente más profundo emocionalmente, teniendo muy buenos recuerdos de sus días de infancia y también de sus respectivos padres Bardock y Gine. Por otro lado, me empeño en representar el dialogo y forma de expresar de los Saiyain no como brutos salvajes—que es lo que muchos piensan que son—, sino como individuos dedicados a la guerra y que sin embargo fueron traicionados por aquel a quien servían, por ello Raditz tiene modales pulidos, no mata por placer y cree firmemente que Freezer fue el responsable de la destrucción del planeta Vejita y no un meteorito.

También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia"), "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer), "El Siglo Magnifico; Indra & El Imperio Uchiha" (narrando la formación del Imperio a manos de Indra Otsutsuki en una adaptación de la serie "Diriliş Ertuğrul") :3 Para los fans del universo de "El Conjuro" ya tengo el reparto de personajes para iniciar la historia "Sasori: La Marioneta", por lo que solo es cuestión de tiempo antes de que publique el prologo de esta historia. También iniciare una nueva saga llamada "El Imperio de Cristal"-por muy infantil que suene-basada en los personajes de la Princesa Cadence y Shining Armor, como adaptación :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3