Naittinkel

Capítulo 4: Juegos de Guerra

Verano - año x491: Ichigo 17 años

El rey, al enterarse de que la ciudad de Verasi había sido tomada por soldados de Kuvar, ordenó a un grupo de soldados liderados por él mismo que iniciaran la marcha hacia la frontera sur para enfrentarlos. Los kuvaritas iban a lamentar haber tenido la osadía de retomar una de las ciudades de Avanta.

Varias veces el ejército de Avanta los había repelido y la misma cantidad de veces se habían movido nuevamente para tomar diferentes ciudades y pueblos a lo largo de la frontera sur, a veces tenían la osadía de atacar pueblos ubicados en las costas del reino. Los ciudadanos ya estaban cansados de eso, vivían con el miedo constante de morir por estos hombres, que de vez en cuando llegaban y atacaban, buscando quedarse con la tierra que les pertenecía. Isshin sabía qué batallas pelear y cuáles no, y atacar a Kuvar, que era tan grande como Avanta, no era una buena idea sin aliados.

Al llegar a la ciudad de Verasi instalaron un asedio que incluyó el corte de suministros y salidas, si una persona que no sea un habitante de esa ciudad intentaba salir de la ciudad, entonces esa persona sería acribillada por las flechas de los arqueros. Habían estado así durante varios días. Sabían que los asedios duraban semanas, incluso meses, si los recursos dentro de la ciudad eran vastos.

Todo parecía ir bien hasta que varios cuerpos aparecieron colgados en una de las muralla de la ciudad, todos con una soga al cuello, junto con una amenaza: "Levanten el asedio o el amanecer los recibirá junto con los cadáveres de sus ciudadanos". El rey no podía tolerar eso, no podía permitir que esos salvajes trataran a su pueblo así, e inmediatamente reunió al Concejo de Guerra que lo había acompañado.

Ichigo no fue invitado por la simple razón de que no pertenecía al consejo, era solo un soldado más en el ejército de su padre. Eso no le molestaba tanto como debería, simplemente obedecía las órdenes junto con los otros soldados que se habían entrenado con él en el castillo. Kaien había adoptado una actitud de superioridad desde que había comenzado la campaña e Ichigo dedujo que era solo porque él estaba allí y que no era la primera vez que su hermano acompañaba al rey en una campaña de este tipo.

— No volverás a Avanta para ser un príncipe. — Le dijo su tío la noche antes de emprender su camino de regreso al castillo de Adelaar. El tablero del juego de la conquista, que estaban jugando esa noche, estaba medio lleno e Ichigo iba ganando.

— Entonces, ¿por qué regreso? Si no soy un príncipe, ¿Qué se supone que seré? — Preguntó molesto moviendo una de sus piezas para conquistar un espacio más en el tablero del lado de su tío.

— Serás un soldado. — Respondió su tío con calma. Kisuke sonrió antes de mover una de sus piezas y conquistar todo el territorio de Ichigo. — ¡Gané de nuevo!

Ichigo no supo cómo hizo eso su tío, repitió todo el juego en su mente tan rápido como pudo y en ningún momento vio a su tío acorralarlo de esa manera. Miró a Kisuke, que ocultaba su sonrisa de victoria detrás de su abanico, antes de hablar.

— ¿Estás insinuando que debería renunciar a mi derecho a la corona? — Preguntó volviendo a poner las piezas en el tablero para iniciar un juego nuevo.

Ese pequeño juego de guerra, tan estratégico como la guerra misma, le hacía pensar demasiado. Ichigo nunca había derrotado a su tío en ese juego y hacerlo era un desafío para él. El enojo por la sugerencia que su tío había dado se había desvanecido.

— No, pero llevas tanto tiempo lejos del reino de tu padre que cuando regreses serás un extraño. La gente no te conocerá, sabrá que eres un príncipe porque es lo que eres, un hombre con un título, pero la gente no sentirá la misma simpatía por ti que por tu hermano que ha estado allí toda su vida. — Explicó Kisuke y movió una de sus piezas hacia el campo de batalla de Ichigo que estaba desprotegido.

— Y si me convierto en soldado, ¿me ganaré la simpatía del pueblo? — Preguntó sin ver a su tío. Movió una pieza inusual y conquistó la mayor parte del campo de batalla de su tío.

— Convertirte en soldado te dará la simpatía de los soldados. Los hombres hablarán de ti como un igual y los hombres felices dicen cosas buenas de quienes admiran; los hombres borrachos se jactan de sus logros personales con las mujeres en las tabernas. — Su tío movió una pieza haciéndole ver lo fácil que era llevar a alguien a una trampa si atacaba demasiado rápido. Ichigo protestó por la trampa de su tío y dejó de prestar atención al juego.

— Quieres que la gente me quiera, ¿por qué? El reino será mío. — Eso último lo dijo con una certeza que se derrumbó con las siguientes palabras de su tío.

— ¿Estás seguro de que el reino será tuyo? ¿Olvidas que tu padre prefirió a su hijo bastardo antes que a ti? — Su tío bajó su abanico para mirarlo. — La gente es de Kaien, nunca olvides el por qué tu madre te sacó de Avanta. Cuando regreses, te convertirás en soldado. Conviértete en un hombre excepcional entre hombres excepcionales. Haz que la gente te ame y te admire, porque esa es la verdadera forma de tener la corona que te pertenece y que, seamos honestos, tu hermano quiere; pero sobre todo, no muestres todo lo que puedes hacer en un solo movimiento. La ignorancia de tu enemigo es tu ventaja.

Kaien era su enemigo. Su tío se lo advirtió esa noche y su padre lo confirmó el día de su llegada. El Príncipe del reino, había dicho. Ichigo sabía lo bueno que era, había recibido un entrenamiento que podría haberlo matado y si moría, en palabras de su tío, significaba que no merecía ser más que eso, un hombre muerto.

Su padre le había dicho que se volvería el nuevo comandante del reino pero para convertirse en eso, primero tenía que demostrar a los soldados que era un hombre excepcional al que podían seguir sin temor alguno. Kaien podía quedarse con las reuniones del consejo, hablar con los consejeros y caminar entre los soldados con esa expresión de superioridad que siempre cargaba en el rostro; él comenzaría a hacer las cosas que necesitaba para poner todo a su favor.

Esa era la razón por la que estaba acampando con sus otros dos compañeros, al final del campamento, con los otros soldados de bajo rango.

— ¡Oye Ichigo! — Lo llamó Renji, uno de los compañeros de equipo con el que estaba en el equipo de entrenamiento de Kenpachi.

Ichigo dejó de pensar en lo que su tío le había dicho la última noche en Vayalat y tomó un sorbo del agua que estaba bebiendo. El sabor del agua le recordó el agua que bebió en el ataque a la Isla Trinidad, le recordó la guerra.

— ¿Qué pasa, Renji? — Preguntó cuando su compañero se sentó a su lado con un plato de comida en las manos. Uryu llegó unos momentos después, también con un plato de comida.

— El rey salió de su tienda, está recorriendo el campamento junto con el príncipe Kaien, creo que el Concejo de Guerra ha terminado y está evaluando la situación de los soldados. — Renji intentó comer un pedazo de la carne seca que le habían dado.

Renji y Uryu eran los únicos que lo trataban con esa informalidad típica de la amistad. Lo llamaban por su nombre cuando estaban solos y usaban las formalidades solo cuando Ichigo estaba en su papel de príncipe del reino, lo que rara vez sucedía porque la mayor parte del tiempo estaba con ellos en el escuadrón.

— Seguro que no veremos acción, nos dejarán hasta el final de todo solo para enterrar los cuerpos. — Uryu también intentó comer un pedazo de la carne seca. — Es lo único que hacemos, eso y cavar letrinas, lo bueno es que esas cosas solo se cubren con más tierra y ya.

— Esta comida es incomible. — Renji arrojó la carne seca contra el tronco de un árbol, rebotó y cayó al suelo. Uryu dejó de intentar comer cuando vio eso.

— Solo si el rey no decide que debemos abrir la puerta de la ciudad con la cabeza. — Murmuró Ichigo mientras dejaba de comer la carne seca, era deprimente ver lo incomible que era pero así era la comida en la guerra.

— Si eso pasa, tú eres el experto, solo tienes que orientarnos. — La expresión despreocupada de Renji se convirtió en una de total seriedad cuando terminó de decir eso. Ichigo no se inmutó. — No debí decir eso, lo siento.

— Eso es lo que va a pasar, los guiaré para que no mueran. — Confirmó antes de mirar la cuchara en su mano. — Solo que no puedo prometer que si sucede, volverán vivos o completos.

Renji y Uryu se quedaron en silencio por un momento, ninguno de ellos tomó un bocado más de su comida. Ninguno de ellos había estado en la guerra, ninguno había tomado una vida para salvar la suya y ninguno había sentido el peso de una espada real en su mano; ninguno de ellos había recibido heridas de guerra, solo Ichigo.

— Cuéntanos cómo es estar en batalla. — Uryu habló en voz baja.

Nadie les prestaba atención, solo eran un grupo de soldados de bajo rango. Ichigo se quedó en silencio, pensando cómo explicar a sus compañeros lo que era ir a la guerra, lo que era estar en ella; todos tenían la misma edad, pero solo él había ido a la guerra y regresado de ella.

— Es horrible. — Dijo después de pensarlo un rato. — Cuando estamos entrenando nos golpeamos, nos caemos y nos levantamos solo para volver a intentarlo pero en la guerra es diferente; en la guerra te olvidas de todo. No es como esas historias de héroes que blandieron su espada y derrotaron a muchos enemigos, en ese momento, en el instante en que ves cómo tus compañeros son traspasados por espadas o flechas enemigas, es cuando notas lo frágil que eres en realidad. El pánico se apodera de ti y sientes que no puedes moverte, no piensas, la primera vez es más instinto que conocimiento.

Ichigo hizo una pausa, Renji y Uryu se quedaron en silencio dejándolo hablar, escuchando atentamente lo que estaba diciendo; nunca lo había dicho en voz alta y eso era una especie de desahogo para él.

— La primera vez que estás en una batalla es como crecer de repente, como saltar de un acantilado y sobrevivir a la caída. En ese momento no piensas, solo tomas la espada y tratas de salvar tu vida pero luego, cuando te das cuenta de las vidas que tomaste, entonces el mundo entero se derrumba bajo tus pies y caes en un agujero negro. Te preguntas si esos hombres que mataste tenían familia, si tenían hijos o si tenían hermanos, piensas demasiado en eso. Cuando vamos a la guerra, no solo muere el enemigo, también morimos allí.

Hubo un largo y pronunciado silencio entre ellos, Ichigo había estado pensando en la primera vez que había ido a la guerra, la primera vez que había visto la sangre manchar su espada y la primera vida que tomó; el primer hombre que mató era un par de años mayor que él, pero ambos estaban en el campo de batalla tratando de matarse entre sí. En el momento en que asimiló ese acto, un abismo infinito se abrió bajo sus pies y se lo tragó por completo; desde ese día no había podido salir de allí, ese abismo clamaba constantemente por un tributo de sangre que él se negaba a dar.

— ¡Atención, Su Majestad el Rey Isshin está aquí! — Gritó uno de los soldados provocando que todos los soldados, que estaban comiendo en grupos frente a su respectiva carpa, se levantaran de su lugar y se pusieran en formación para recibirlo.

Ichigo también se puso de pie y saludó a su rey con respeto, Kaien estaba detrás del rey como una sombra e Ichigo notó que parecía contener una sonrisa detrás de su gesto serio.

— Elige a tus hombres y ven a mi tienda. — Le ordenó el rey sin apartar los ojos de él, como si lo evaluara.

— Si, su Majestad.

Algo le decía que Kaien no había olvidado los golpes que le dio en el patio de entrenamiento y que solo estaba esperando la oportunidad de vengarse, su instinto le decía que ésta era la venganza de su hermano. El rey se fue de allí cuando terminó de decir eso e Ichigo miró la espalda de su padre mientras se alejaba antes de volverse para ver a Renji y Uryu.

— Bueno, ustedes dos son mis hombres. Si vamos a morir, prefiero morir luchando junto a los únicos amigos que tengo. — Dijo eso, consciente de que era la primera vez que lo decía en voz alta.

La amistad entre ellos se había formado en silencio, Ichigo nunca había reforzado ese hecho hasta ese momento cuando dijo en voz alta que eran sus amigos.

Renji y Uryu guardaron sus cosas, siguieron a Ichigo a través del campamento hasta la tienda del rey, que se destacó entre las otras tiendas porque era más grande que todas las demás, y se presentaron frente a los soldados imperiales para que los dejaran pasar. Ichigo encontró a su padre sentado en la cabecera de una gran mesa con mapas y pergaminos, Kaien estaba sentado a su derecha, como siempre.

— Tenemos esta situación: — Su padre empezó a hablar después de que le presentaran sus respetos. — Por cada día que nos lleve recuperar la ciudad, aparecerán más ciudadanos muertos y eso no podemos permitirlo. El príncipe Kaien está seguro de que podrías tener una buena idea para ayudarnos a solucionar esto y, después de consultar con el comandante de Vayalat sobre tu entrenamiento, estoy convencido de que podría ser cierto.

El rey lo miraba con esa mirada penetrante, como si esperara que diera la respuesta incorrecta al mismo tiempo que daba la respuesta correcta. Ichigo miró a sus amigos que estaban en silencio, solo un paso detrás de él, y luego miró al rey. Ichigo estaba maldiciendo mentalmente a su tío por ponerlo en esa situación, casi podía imaginarlo escondiendo su sonrisa detrás de su abanico.

— Su Majestad, no tengo la información necesaria para sugerir una idea, pero si Su Majestad quiere que estemos a la vanguardia, lo haremos. Si Su Majestad quiere que lleve un grupo de avanzada para inspeccionar el terreno, lo haré. Si Su Majestad quiere que derribemos las puertas de la ciudad con nuestras manos, lo haremos. Su Majestad, ordene y cumpliremos con su pedido o moriremos en el intento.

La voz de Ichigo era seria, determinada y, en el fondo, resignada al hecho de que su padre no lo amaba tanto como amaba a Kaien. No podía imaginar un futuro en el que él fuera el comandante y su padre lo escuchara de la forma en que escuchaba a Kaien.

— Quiero la cabeza del General que se esconde tras los muros de la ciudad. — El rey habló después de escuchar ese pequeño discurso.

— Entonces le daremos eso, Su Majestad. — Dijo. Ichigo sintió a sus amigos tensarse detrás de él. Los había embarcado en una misión suicida.

— Mañana atacaremos la ciudad. Tu misión, si eres tan bueno como dicen el Capitán Kenpachi y el Comandante de Vayalat, será evitar que el hombre huya y poner su cabeza a mis pies.

El rey explicó cuidadosamente lo que quería e Ichigo solo asintió en cumplimiento de la orden junto con sus amigos. Salieron de la tienda y la luz del día los deslumbró un poco, se habían acostumbrado a la oscuridad en la tienda del rey.

— Creo que tendrás que enseñarnos cómo sobrevivir a la carnicería de mañana. — Susurró Renji pero Ichigo no respondió en ese momento.

Caminaron en silencio hasta que llegaron a su tienda de campaña; Renji no dejaba de mirar sus manos, como si le hubieran dado algo demasiado pesado para cargar.

— No estaremos en la masacre mañana. — Aseguró mirando a su par de amigos unos momentos después.

En el camino de regreso a su tienda, tuvo una idea que podría ser muy buena o muy mala.