Los Ojos del Ruiseñor


Capítulo 14: Inamorata


— Los príncipes llamaron al joyero, su majestad. — La voz de Retsu sonaba tranquila como siempre.

Masaki tuvo la impresión de que Retsu había esperado hasta que terminaran la revisión de gastos para decir eso, ahora debía hablar con Kyoraku sobre ese detalle porque él era el Consejero de la Moneda y todo los gastos mayores eran con él.

— ¿Ambos príncipes lo hicieron? — Preguntó tranquilamente dejando a un lado el libro de cuentas que llevaba. Las donaciones a organizaciones benéficas en las celebraciones de las almas redujeron un poco los gastos de ese mes.

— Si, su Majestad. Parece que ambos pretenden elegir su Inamorata estos días.

Masaki suspiró y se levantó de su escritorio dejando a un lado todo lo que aún faltaba por hacer. Caminó con paso relajado hacia el balcón y pudo ver el templo de las Deidades, el mar y el borde del acantilado a lo lejos; el viento revolvió un poco su cabello y mientras lo arreglaba se dio cuenta de que alguien estaba saliendo del templo de las Deidades.

— Lo está haciendo de nuevo. — Dijo mirando a la persona que salía del templo y se dirigía al acantilado. — Kaien está rezando de nuevo.

Masaki conocía a Kaien, lo había criado como su hijo aunque al principio no quería hacerlo; el rey lo había reconocido como su hijo y ella, después de haber enviado a Ichigo a Vayalat, encontró consuelo en el hijo de la mujer extranjera que cada día se parecía más a Isshin cuando era joven. Sabía que el parecido físico era algo contra lo que Ichigo no iba a poder competir; su hijo se parecía a ella y el bastardo se parecía a Isshin.

Retsu se acercó a ella y miró a la persona que se había detenido cerca del borde del acantilado. Estaba demasiado lejos para que nadie lo reconociera, pero ambas sabían que era él.

— Todos los años alrededor de esta fecha, se para en esa parte del acantilado. — Comentó Retsu. Masaki lo sabía, ella era la responsable de que él hiciera eso.

— Prepara las habitaciones para las Inamoratas de los príncipes, deben estar cerca de sus habitaciones privadas, también elige a las sirvientas que atenderán a las chicas y busca a la costurera para saber si tiene las medidas de todas, al menos debe haber un vestido para cada una para esa cena. — Ordenó y Retsu asintió.

Masaki regresó al interior de la habitación y se sentó en su silla, frente a su escritorio, para continuar con el trabajo que tenía que hacer. Retsu la miraba como si quisiera preguntarle algo que no debería de preguntar, con esa curiosidad mezclada con preocupación que a veces había en su mirada.

— Dilo. ¿Qué pasa?

— ¿No le preocupa que se repita el incidente que sucedió con Miyako, Su Majestad? — Retsu parecía realmente preocupada.

— No. — Dijo seriamente, reabriendo el libro de cuentas donde lo había dejado. — Miyako era única; ninguna de las chicas de la corte se parece a ella, ninguna se acerca a lo que ella era y ninguna es tan tonta como ella.


Kaien se sentó en el borde del acantilado con los pies colgando y observó la puesta de sol que caía lentamente. Le parecía que habían pasado muchos años desde que era un niño y tenía miedo de acercarse al acantilado; ese recuerdo lo hizo sonreír porque Miyako fue quien lo ayudó a superar ese miedo.

En ese tiempo el rey le había ordenado a la reina que la corte estuviera compuesta por al menos tres damas de la edad de Kaien pero la reina se había negado a hacerlo, Ichigo no estaba presente pero el rey le recordó a la reina que era su culpa que Ichigo no estuviera en el castillo. La reina tuvo que agregar tres lugares más a su corte por culpa de él.

Sabía que su padre lo nombraría Segundo Príncipe y en ese momento se haría efectivo su compromiso matrimonial con la hija del señor de Maranni; sabía que Ichigo sería el Príncipe Heredero y lo entendió y lo aceptó. Kaien sabía que era por el amor de su padre que fue reconocido como un príncipe a pesar de ser un bastardo y eso estaba bien.

Todo cambió con la llegada de Miyako.

La noche de la presentación de la Corte de la Reina fue la primera vez que la vio. Ella era tan joven como él y desde ese momento él no se interesó por nadie más.

Masaki le había explicado sobre las Inamoratas y lo había enviado al médico del rey para que le explicara lo que debía saber sobre "las cosas de los hombres". La reina le había explicado la regla de los hijos, el hecho de que no podía tener hijos hasta que Ichigo se casara y tuviera su primer hijo; y lo entendió porque había sido educado de esa manera.

No le envió la invitación a cenar, no hasta que estuvo seguro de que era algo que ella quería. Durante semanas estuvo provocando encuentros furtivos con ella, Nelliel lo ayudó a que eso sucediera porque ella era parte de esa corte, y solo eran el tiempo suficiente para verla, besarle la mano y entregarle una carta.

Él le recitaba poesía detrás de los arbustos, le cantaba canciones al aire por donde ella pasaba y se escapaba del castillo cuando ella salía al pueblo solo para encontrarse con ella en la carretera o en el mercado. Entonces, cuando menos lo pensó, ambos estaban saliendo juntos a la ciudad, siempre ayudados por Nelliel que los escondía de la vigilancia de la reina. Su primer beso no fue bajo la presión de ser amantes, fue en el acantilado donde estaba sentado en ese momento, justo después de la misa de la tarde, con el atardecer iluminándolos.

Fue en ese momento que envió la invitación a cenar junto con la joya que había elegido para ella y no le importó que el destino ya estuviera planeado para ellos, solo quería estar con Miyako.

Todavía recordaba la voz de Miyako diciéndole que lo amaba, con una sonrisa en los labios, mientras ambos miraban la puesta de sol sentados allí en el borde del acantilado.

— Aquí estás. — La voz de Nelliel lo distrajo de esos recuerdos tan agradables y lo trajo de regreso al presente.

— ¿Lo trajiste? — Preguntó en ese estado de felicidad que le provocó ese recuerdo.

— Para ser honesta, no quería traerlo. — Respondió Nelliel entregándole una pequeña cajita de madera cuando él ya se había levantado del piso y estaba frente a ella.

Kaien no respondió.

Abrió el estuche y encontró un collar de oro blanco y diamantes que brillaba a la luz anaranjada del atardecer; era el collar de Miyako, el que él le había dado cuando la eligió como Inamorata y que Nelliel había guardado antes de que todas las cosas de Miyako fueran sacadas de su habitación. Lo miró por un momento y lo metió en su bolsa de pantalones antes de mirar a Nelliel que parecía molesta.

— Considéralo como un préstamo. Te lo devolveré pero, para que no te enfades, te daré un collar de zafiros para que te lo pongas cuando decidas ser mi Inamorata. — Dijo en broma, pero Nelliel le pellizcó el brazo por decir eso. — ¡Está bien! Está bien, lo entiendo, nada de ser amantes.

Ambos comenzaron a caminar hacia el castillo riendo.

— Ya te dije. Solo me voy a acostar con mi esposo y solo me acostaría contigo si nos casamos. — Dijo ella riendo un poco pero con un leve rubor en las mejillas.

— Estamos cerca del templo de las Deidades, casémonos ahora y dejemos que el mundo arda. — Dijo de nuevo, riendo un poco. — Sabes que podríamos hacerlo y no habría problema, soy el Príncipe Heredero.

— ¿Me convertirás en la reina? — Preguntó divertida.

— ¿Quieres ser la reina? Probablemente eres la única que podría ser reina de todas las mujeres que viven aquí, la reina te crió como a una hija.

— Ella me crió para ser la Kahya, no para ser una reina. — Ella respondió.

— La Kahya, la reina, todo depende de con quién te cases. Cásate conmigo, Nell. — Dijo y se detuvo frente a ella. Era más alto que ella y no dudó en acariciar su mejilla mientras la miraba con una sonrisa que era verdaderamente genuina. — Cásate conmigo, Nell.

Esa vez, esas palabras, era una propuesta de matrimonio real y ambos lo sabían.


Esa semana había sido un torbellino de emociones y dolor para Rukia, comenzando con los celos asesinos que la invadían cada vez que las Favoritas hablaban de Ichigo y terminando con el período doloroso que tuvo ese mes.

Aquellos días habían sido aterradores y tenía miedo de morir desangrada pero afortunadamente eso no sucedió, la doctora la atendió y detuvo el sangrado pero tuvo que reponer la sangre que había perdido y estaba a dieta de remolacha e hígado; comer eso era tan aterrador como el sangrado.

— Las Deidades me están castigando. — Se quejó con Orihime cuando tuvo que comer remolacha hervida por tercer día para desayunar. — Si sigo comiendo remolacha y el hígado vomitaré.

— Quizás en el almuerzo puedas comer algo diferente. — Susurró Orihime esperanzada, pero Rukia tenía la sensación de que la harían comer remolacha e hígado por más días.

Rukia suspiró resignada y siguió desayunando tratando de no prestar atención a las Favoritas que esperaban que uno de los dos príncipes estuviera presente cuando fueran a servir a la reina. No sabía qué le molestaba más: que estaban hablando de Ichigo o que estaban tristes porque ella no se desangró hasta morir.

La reina todavía estaba molesta con ella por lo que no tendría que ir a servirla hasta que la reina la pidiera, eso no le facilitó las cosas porque de esa manera no podía ver a Ichigo; ese lapso de dolor y sangre la hizo considerar las cosas desde otra perspectiva.

Sabía que debían hablar, cuanto más pensaba en las cosas, más rápido pasaba su enojo con él, pero no se arrepintió de haberlo golpeado; le gustaba pensar que el golpe que le había dado era igual al dolor indescriptible que había sufrido y que el universo volvía a estar en armonía.

Decidió que lo buscaría, si podía encontrar a Kon en cualquier lugar antes, podría encontrar a Ichigo, solo tenía que ser paciente y regresar a los lugares donde se habían conocido; tenía que dejar de mentirse a sí misma, quería volver a verlo.

Durante la tarde de ese día, Senna entró gritando de emoción; ella era la que había estado sirviendo a la reina ese día así que Rukia supuso que debía ser algo bueno, o al menos bueno para Senna y sus amigas.

— La reina me dijo que no volviera a su habitación después del almuerzo, me dijo que me arreglara y…

Rukia dejó de escuchar cuando Senna empezó a decir que probablemente era porque un príncipe iba a enviar una invitación; eso la puso realmente nerviosa.

¿Y si Ichigo la invitaba? ¿Estaría de acuerdo en convertirse en su amante? ¿Quería ser la amante de Ichigo?

Con esas preguntas llegó el recuerdo de la conversación que tuvo con su padre, sobre el hecho de que Ichigo no era el heredero de la corona y la posibilidad de que se viera obligado a casarse con alguna princesa extranjera. ¿Y si ella se convertía en su amante y él se veía obligado a casarse con otra persona? Con solo pensar en esa posibilidad sintió un nudo en la garganta.

Lo mejor que podía hacer era encontrarlo e intentar arreglar las cosas.

La Kahya entró en la habitación al anochecer, acompañada por un sirviente que sostenía una pequeña caja en sus manos. Las Favoritas se acercaron tanto como la Kahya se los permitió, Nelliel avanzó con paso lento e indiferente, Orihime se retorció las manos de los nervios y Rukia tuvo que tomarla de las manos para que se relajara un poco.

Comprendía el miedo que Orihime sentía porque ella también lo sentía.

A lo largo de la tarde se había sentido ansiosa, no dejaba de pensar en Ichigo y todos los futuros posibles que podrían pasar si decía que sí, pero cuando la Kahya entró con el sirviente sintió un miedo que recorrió su espalda de manera abrumadora.

— Esta noche el destino de una de ustedes cambiará. — La expresión feliz en la Kahya era extraña. Rukia se sintió un poco intimidada, no la había visto sonreír así.

La Kahya se hizo a un lado y dejó pasar al sirviente, quien abrió la pequeña caja revelando un collar de oro blanco y diamantes. Era increíblemente hermoso y brillaba de una manera antinatural. Las Favoritas miraron la joya con avidez, uno de ellas podría tenerla y acostarse con uno de los príncipes.

— Un regalo de Su Alteza Real, el Príncipe Kaien, a la señorita Rukia Kuchiki. El príncipe pide que lo use en la cena de esta noche.

Rukia no podía creer que el Príncipe Kaien le hubiera enviado ese collar, solo había hablado con él un par de veces, ni siquiera podía considerar que lo había atrapado con algún misterioso encanto que poseía; fue demasiado brusco y la hizo sentir como si fuera un postre en una mesa de postres entre los que podían elegir.

— No. Es un honor para mí pero no acepto la invitación. — Dijo ella sabiendo que no se metería en problemas por rechazarlo; con suerte no volvería a invitarla, pero podría resultar un poco incómodo hablar con él de nuevo.


Kaien admiraba el collar que la chica Kuchiki había rechazado, nadie, jamás, lo había rechazado y que ella hubiera sido la primera fue un golpe a su ego que lo lastimó de manera inexplicable. Nell solía decirle "no" muchas veces, pero Nelliel era como una hermana para él, su mejor amiga y sus rechazos no se tomaban en serio, pero la Kuchiki era diferente.

Sabía que ella podía rechazarlo, pero una parte de él dijo que eso era imposible; aparentemente esa parte de él estaba equivocada.

Los sirvientes le dijeron que Nelliel estaba pidiendo permiso para entrar a su habitación y eso le pareció gracioso, ella se había demorado más de lo esperado en ir y reclamar el por qué él le había ofrecido el collar de Miyako a la chica Kuchiki, así que la dejó entrar.

La ira en los ojos de Nelliel era deliciosa, casi excitante.

— ¿Entonces era para ella? — Nelliel estaba molesta, realmente enojada y Kaien disfrutó al ver esa expresión en ella.

— Sí, era para ella. Solo quería comprobar si era como las otras chicas o no. — Dijo sin darle importancia. Kaien tenía el collar en sus manos, lo había sacado de su estuche mientras hablaba.

— Ella es la única que tiene el permiso de la reina para rechazar regalos. Es obvio que las otras chicas no iban a rechazar el collar. —Dijo Nelliel de nuevo, la ira en su voz era música para los oídos de Kaien.

Kaien sonrió cuando vio que ella se enojó más y dejó de pensar en la chica Kuchiki; se levantó de su asiento, mirando a Nelliel solo para acariciar su mejilla suavemente mientras seguía sonriendo.

— ¿Son celos en tu voz, Nell? — Preguntó con una sonrisa en los labios antes de pararse detrás de ella y guiarla hacia uno de los espejos de la habitación.

Nelliel no respondió pero sus mejillas estaban rojas; a Kaien también le gustó esa reacción. Puso el collar en el cuello de Nelliel después de arreglar su cabello de una manera suave y le dejó ver cómo se le veía; Nelliel miró fijamente su reflejo por un momento y se llevó los dedos al cuello, acariciando el collar un poco.

— Los diamantes te quedan muy bien, Nell. — Dijo mirando los ojos de Nelliel que se reflejaban en el espejo, aún de pie detrás de ella. — La propuesta de matrimonio sigue vigente, si aceptas casarte conmigo no tendré amantes. Si aceptas, le haré una propuesta genuina a tu hermano pidiendo tu mano en matrimonio y nos casaremos en la primavera. Serás la Reina Nelliel, serás la Reina de Avanta y las Montañas Azules, y llevarás la Corona de Guerra de la Reina.

Kaien le susurró al oído a Nelliel, como una víbora, y sonrió porque podía ver en el reflejo de los ojos de Nelliel cómo ese futuro se dibujaba como una posibilidad muy real.


Llegó la invitación de Ichigo, tenía que llegar, Rukia la estaba esperando y ya tenía lista la respuesta cuando llegó el sirviente con su regalo.

— Un regalo de Su Alteza Real, el Príncipe Ichigo, para la señorita Rukia Kuchiki. El príncipe pide que lo use en la cena de esta noche. — Dijo el sirviente mostrando un brazalete, filigrana de oro blanco con esmeraldas; la pulsera era hermosa, brillaba con el reflejo de la luz.

— No. Me siento muy halagado pero no acepto el regalo. — Las Favoritas la miraron con incredulidad pero Rukia no tuvo tiempo de prestarles atención.

Internamente quería ir con él pero se había dicho a sí misma que no sería impulsiva de nuevo, ella tenía que hablar con él primero antes de ceder a sus propios deseos. Ella quería estar segura que aquello sería más que un simple romance pasajero.


Querido sobrino, te pido disculpas por escribirte algo tarde. Me enteré de tu hazaña en la ciudad de Verasi y me sorprende que eligieras llevar a un par de novatos contigo, eras perfectamente capaz de entrar, matar y salir sin levantar sospechas. ¿Volver a Avanta te ha ablandado, sobrino? Sé de Verasi, así que debes asumir que también sé lo que pasó el día de tu llegada y sí, lo sé, y ni siquiera tuve que usar un espía para averiguarlo. Tu abuelo está muy enojado con tu padre, "¿Cómo se atreve a poner a un bastardo en línea directa al trono?" gritó cuando llegó la noticia en la carta de tu madre. Casi le declaramos la guerra a Avanta, pero tienes suerte, todavía no lo haremos. El bastardo ganó, así que espero que hayas dejado de pensar que el reino será tuyo solo por ganar el amor de tu padre. Mátalo, mata al bastardo. Sé que puedes hacerlo, lo sé porque te he visto hacer cosas aún más peligrosas y has vuelto victorioso, pequeño príncipe prodigio, pero si no quieres matarlo, busca otra forma de tener lo que te pertenece, a menos que ya no quieras ser rey. ¿Cómo debo referirme a ti de ahora en adelante? ¿Su Alteza Real, Segundo Príncipe de Avanta?

[...]

Parte del contenido de esa carta eran regaños, parte insultos y burlas, y la última parte eran consejos e Ichigo podía imaginar la voz de su tío con cada línea que leía. La carta había llegado pocos días después de la Noche de las Almas y no había querido responder; por eso había un gato serval durmiendo en su cama como si fuera suya. Había tantas cosas en las que pensar y tantas cosas que hacer que le dolía la cabeza.

El reino no espera, la vida no espera, las decisiones no esperan y, sin embargo, él esperaba que Rukia aceptara el regalo que le había enviado y fuera quien cenara con él esa noche. La había estado buscando tanto como se lo permitían sus responsabilidades y no había podido encontrarla, la invitación era su último recurso y ella se había negado.

Seguramente ella estaba demasiado enojada con él y él podía entenderlo, pero su actitud también lo enojaba. Encontrar a Kia era más fácil que encontrar a Rukia.

"Si para tener el trono tengo que ser un bastardo, como Kaien, entonces lo seré".

Garabateó en un pergamino limpio y llamó al gato de su tío que parecía estar esperando la respuesta para regresar a Vayalat. Ichigo guardó el pergamino en el contenedor que tenía al gato en el cuello y lo vio salir del balcón con una agilidad que ningún gato común tenía; ese gato era tan mágico como Kholtan.


Gracias por leer.