Los Ojos del Ruiseñor
Capítulo 15: Secuestro
A los pocos días de rechazar los regalos de ambos príncipes su padre la invitó a almorzar, Rukia volvió a tomar el camino que pasaba cerca del patio de entrenamiento con la esperanza de encontrarse con Ichigo pero, como todos los días se dedicaba a buscarlo, no lo pudo encontrar; era como si Ichigo se estuviera escondiendo de ella.
Rukia no tenía ganas de comer con su padre, quería seguir buscando a Ichigo y solo necesitaba mirar en un lugar, en el acantilado donde vieron la puesta de sol por primera vez, pero se obligó a poner su mejor cara cuando estuvo con su padre. El enojo de padre por haber dejado plantado a Ichigo en la pista de baile había pasado, pero había algo en él que no coincidía con su expresión diaria y Rukia no supo qué era eso hasta que le sirvieron el postre.
— Hoy tuvimos una reunión en la Cúpula. — Su padre empezó a hablar y Rukia prestó atención a lo que estaba diciendo; él no solía decirle nada de lo que hicieran en el consejo a menos que ella estuviera involucrada y, por la forma en que su padre la miraba, Rukia estaba segura de que ella estaba involucrada en esa plática. — Hace unos días el Consejo le propuso al príncipe Ichigo casarse con una princesa. El rey había considerado esa posibilidad y me preguntó qué pensaba sobre ese asunto, porque los Acuerdos estipulan tu matrimonio con el príncipe pero como has dejado claro que no quieres un matrimonio arreglado entonces no tuve que pensar en una respuesta. Inmediatamente le dije al rey que no había ningún problema con que el príncipe se casara con una princesa. — El corazón de Rukia latía con fuerza dentro de su pecho; no podía creer lo que decía su padre y a la vez, una parte de ella sabía que eso podía pasar. — El príncipe Ichigo no respondió en ese momento, dijo que necesitaba pensar algunas cosas antes de darnos una respuesta. El rey dejó que el príncipe decidiera su propio futuro y hoy el Príncipe Ichigo dio una respuesta al Consejo, ¿puedes imaginar qué respuesta dio?
— No, padre. — La garganta de Rukia estaba seca y su voz sonaba ronca cuando respondió. Los sentimientos se mezclaban de una manera confusa, no sabía que esperar o qué desear.
— El príncipe Ichigo dijo "no", él no quiere casarse con ninguna princesa, por ahora; además él aceptó tu negativa a casarte con él alegado que él tampoco se quería casar contigo. — Rukia se quedó en silencio por aquellas palabras de su padre.
No sabía qué estaba esperando escuchar, ella lo había rechazado y él lo pudo interpretar como que ella no quería tener algún tipo de relación con él. De cierta forma se sintió libre aunque en el fondo se sentía decepcionada de que él rompiera el compromiso; aún así quería verlo, quería hablar con él porque sentía que debían de arreglar las cosas, ella estaría en el castillo en los próximos años y si se lo encontraba podría ser incomodo para ambos.
Pero todo se fue al infierno cuando entró en la habitación que compartía con las demás chicas y vio que Kiyone estaba recogiendo las cosas de Orihime. Inmediatamente le preguntó a la doncella el motivo, pero fue Nelliel quien habló.
— Señorita Kuchiki, se perdió la selección de Inamorata del príncipe Ichigo, pero como puede ver, la afortunada fue la señorita Orihime. — Había algo en el tono de voz de Nelliel que no le gustaba, incluso ella parecía más expresiva de lo habitual, como si lo disfrutara. — Ahora la señorita Orihime tendrá una habitación privada cerca de la habitación del Príncipe Ichigo.
— Oh ya veo. Orihime era mi amiga, la voy a extrañar. — Rukia puso su mejor cara de póquer aunque por dentro sentía que iba a estallar.
Kiyone había terminado de empacar las cosas de Orihime y había dejado su cama vacía, como si nunca hubiera estado allí. No sabía cómo reaccionar, estaba molesta y triste, también tenía dudas de si lo que decía Nelliel era cierto o no por la forma en que lo decía, pero también estaba celosa, unos celos asesinos que la hacían ver todo rojo. Ichigo era un traidor.
"No se puede confiar en los príncipes".
El vestido que llevaba estaba hecho a su medida, pero no era un vestido apropiado para salir o para una fiesta; ese vestido era para una ocasión privada como esa. El color azul medianoche contrastaba con su cabello, no usaba el corsé que tenía que se tenía que usar bajo los vestidos, solo tenía la ropa interior y sandalias.
Orihime parecía una princesa en su noche de bodas pero no se sentía feliz; no tenía esa felicidad que habrían sentido las Favoritas si alguno de ellas estuviera en su lugar. Ella sentía que no era justo lo que estaba pasando y que ninguna chica debería pasar por lo mismo pero había tradiciones demasiado antiguas como para cambiarlas de un momento a otro. Orihime tenía perfectamente claro eso porque su madre había sido la amante de uno de los príncipes.
No para todas las chicas era un sueño convertirse en la Inamorata de uno de los príncipes.
Orihime había visto las cicatrices en las muñecas de su madre, eran el recuerdo de cuando su madre intentó suicidarse porque el hermano del príncipe Isshin la había despedido después de tomarla como Inamorata. Orihime era demasiado joven para entender por qué su madre siempre parecía triste pero, en ese preciso momento, podía entenderla completamente; cuando atravesara la puerta de la habitación del príncipe Ichigo, su destino quedaría escrito en piedra y no podría hacer nada para cambiarlo.
La Kahya la había acompañado durante todo el proceso de preparación para esa noche, desde la visita a la doctora hasta las instrucciones de qué decir cuando estuviera frente al príncipe; incluso la acompañó por el pasillo hasta que la puerta del príncipe estuvo frente a ellos. Orihime solo quería salir corriendo de allí.
— Kiyone se quedará aquí, te estará esperando y te guiará a tu nueva habitación cuando salgas de la habitación del príncipe, ella te preparará el té que debes beber después de acostarte con él. Recuerda, el príncipe no puede tener hijos, todavía no. — Habló la Kahya, recordándole cosas.
Orihime asintió, era lo único que podía hacer. La Kahya la anunció y los guardias le abrieron la puerta para que entrara a la habitación. Dudó en dar el primer paso, pero Kahya la empujó hacia adelante.
— No lo olvides, sé complaciente y hazlo feliz.
La puerta se cerró detrás de ella y pudo ver la habitación del príncipe frente a ella, era espaciosa y podía ver que la cama estaba preparada, impecable y sin arrugas, quería huir pero no podía, seguramente la puerta estaba cerrada con llave. Dio un par de pasos temerosos, pero cuanto más avanzaba, más parecía no haber nadie en la habitación y, sin embargo, la mesa estaba puesta para que ellos cenaran. Tal vez podría hablar con el príncipe y pedirle que la dejara ir, tal vez si le decía que Rukia era su amiga, él podría ser bueno con ella.
Tal vez podría hablar de Rukia con él, tal vez podría ayudar a su amiga para que pudieran estar juntos, y después de todo, estaban destinados a casarse. Dio un paso adelante con un poco más de confianza aferrándose a esa idea o iba a terminar llorando ahora mismo.
— Llegas tarde, Orihime.
Esa voz detrás de ella la hizo detenerse, sintió un escalofrío que le erizó la piel y no se atrevió a darse la vuelta para comprobar quién había hablado.
— Yo... lo siento...
Orihime no sabía qué decir ni qué hacer, no sabía lo que estaba pasando pero las manos fuertes que la abrazaban en ese momento la hicieron perder toda determinación de hablar con él sobre Rukia. Ella solo quería que él la abrazara fuerte y la besara como si no hubiera un mañana.
Rukia no sabía cómo lidiar con sus celos, nunca antes había sentido celos hasta que llegó al castillo; en su casa no tenía nada ni a nadie que envidiar, pero en Adelaar todas sus emociones negativas se juntaron y se convirtieron en monstruos indescriptibles que la envolvieron en tentáculos que parecían querer controlarla.
Quería gritar, destrozar las cosas que estuvieran a su alcance.
Rukia nunca había imaginado que Ichigo tomaría a Orihime como su amante y no podía pensar en otra cosa que golpearlo tan fuerte que debería disculparse por existir. La idea de hablar con él podía irse al infierno, no se iban a casar y eso la alivió porque solo se verían por algún evento que inevitablemente los reuniera; aquella idea debería de calmar a la bestia de los celos que la rodeaba con sus tentáculos pero eso no paso, rompió lo que tenía en las manos en ese momento haciendo un ruido que llamó la atención de todas las chicas que estaban en la habitación con ella.
Fue la última en salir de los baños esa noche, por un momento pensó que se encontraría a Orihime ahí mientras la preparaban para ir con Ichigo pero eso no pasó, seguramente a ella la había bañado antes y eso la relajó, no sabía que habría al ver a su amiga, no sabía cómo iba a reaccionar porque desconocía por completo esa parte de ella misma.
Rukia necesitaba estar sola y agradeció a las Deidades que las tinajas de agua estuvieran separadas entre sí por una pared de mármol para que no tuviera que escuchar o ver a las Favoritas que hablaban de cosas que no le interesaban en ese momento; no quería pensar que estaban hablando de ella porque eso solo la enfurecía más y ese monstruo que extendía sus tentáculos sobre ella ganaría más terreno.
Era tarde cuando salió de los baños, la cena seguramente ya estaría servida y retrasó su llegada a la habitación todo lo que pudo, no tenía hambre.
— ¿Señorita Kuchiki? — Alguien la llamó y detuvo su caminar girando sobre sus pies para ver a la persona que la estaba llamando. La doncella pareció aliviada de verla.
— ¿Qué sucede? — Preguntó curiosa; Cuantas más razones tuviera para llegar tarde a la habitación, mejor.
— Señorita... es su padre. Ha enfermado. — Esa frase hizo retroceder a ese "monstruo de los celos y todas las cosas malas " dejándolo solo preocupación y ansiedad en ella.
Su padre estaba enfermo.
¿Cómo había ocurrido eso? Rukia no podía creer que su padre estuviera enfermo, almorzaron juntos y él se veía saludable. Empezó a pensar tantas cosas que no se dio cuenta del momento en que salía por las puertas de la cocina y se dirigía a las habitaciones de su padre corriendo para llegar tan rápido como le fuera posible.
Su cuerpo había reaccionado por instinto y no le importaba que el camino hacia el patio de entrenamiento estuviera mal iluminado, solo quería llegar a su padre y saber que estaba bien pero un par de manos la sujetaron con fuerza. Una mano le cubrió la boca y la otra la sostuvo con fuerza evitando que moviera los brazos.
— Si te resistes, te ataré como a un cochinillo. — Le dijo una voz de hombre cerca del oído.
El pánico se apoderó de Rukia por completo, eso no le podía estar pasando. Las Deidades la estaban castigando por algo.
No era la primera vez que Masaki preparaba el discurso que le iba a decir a la Inamorata de uno de los príncipes pero sí era la primera vez que preparaba el discurso para la amante de su hijo; aquello no debería haber hecho ninguna diferencia, amantes eran amantes, pero la había. La primera vez que dio ese discurso fue para Miyako y pensó que esa vez había dejado las cosas claras, sin embargo, todo lo que sucedió después alteró la vida en el palacio por un tiempo.
— Ulquiorra. — Saludó al hermano de Nelliel que estaba parado afuera de la habitación de la Inamorata de Ichigo.
Estaba un poco sorprendida de que él fuera el responsable de la seguridad de la chica; Ulquiorra era casi un General y no tenía que cuidar a la Inamorata en turno a su hijo pero ella no quería cuestionar esa decisión, no quería pensar más cosas de las que tenía que manejar.
— Su alteza, la señorita Orihime la está esperando. — Dijo haciéndole una reverencia antes de tocar dos veces la puerta para avisar a los que estaban adentro que la reina ya había llegado.
La puerta se abrió por dentro y Masaki entró con ese paso lento que a veces tenía, la chica estaba parada esperando que ella entrara para besarle las manos.
— Buenos días, majestad. — Masaki vio que la chica hizo un gesto doloroso mientras caminaba y eso la complació, significaba que la chica había cumplido con su deber la noche anterior.
— ¿Bebiste el té? — Preguntó ella sin rodeos. Orihime asintió. — ¿El príncipe quedó feliz y satisfecho?
— Si su Majestad. El príncipe no me dejó ir hasta que estuvo satisfecho. — Confirmó mirando al suelo con un rubor en las mejillas.
— Muy bien. A partir de hoy esta habitación será tu habitación, está cerca de la habitación del Príncipe Ichigo para que cuando quiera tu compañía pueda venir a visitarte sin ningún problema. La doncella que te atendió hoy será la encargada de atenderte durante el tiempo que seas la Inamorata de mi hijo; hay un guardia afuera, lo has visto ahora que abrió la puerta, se llama Ulquiorra y el príncipe lo ha enviado especialmente para ti. Él se encargará de cuidarte y protegerte cuando el príncipe no esté cerca, si necesitas ayuda en algo él se encargará de brindártela. Tu tío y tu hermano ya han sido informados sobre tu puesto, el Concejal Kyoraku ha designado una cantidad de dinero para la compra de telas y el pago de la costurera; te haremos ropa nueva. Ahora y siempre que la gente te vea, verán al príncipe Ichigo y no puedes parecer la hija de un campesino. No volverás a la habitación que compartías con las damas, esta será tu última habitación, cuando el príncipe decida que es hora de de que te vayas entonces te enviaremos a tu casa hasta que se arregle el matrimonio con tu futuro esposo. No interactuarás más de lo necesario con las Damas de mi Corte, tus clases serán privadas, pasarás algunas tardes conmigo y siempre acompañarás al Príncipe Ichigo en el almuerzo y la cena. Una vez a la semana beberás el té que tomaste por la noche, no puedes quedar embarazada y no necesito decirte qué te pasará si eso sucede; confío en que eres una chica inteligente.
— Si, su Majestad. — Susurró la chica sin levantar la vista.
Masaki sonrió ante la docilidad de la chica y salió de la habitación después de hablar un poco más con ella. Fuera de la habitación, Retsu la estaba esperando y parecía algo preocupada, pero cuando habló mantuvo el mismo tono de voz suave.
— Su Majestad, tenemos un problema. — Dijo sin esperar a alejarse de la habitación.
— ¿Un problema? — Preguntó con curiosidad porque Retsu rara vez se expresaba de esa manera, como si fuera algo que no pudiera resolver.
— La hija del concejal Kuchiki ha desaparecido. — Masaki miró a Retsu con una expresión indescifrable, aquello debía de ser una broma.
— ¿Ya has comprobado si está en las habitaciones del señor de Maranni? Ella suele estar allí a veces. — Trató de parecer calmada pero el enojo era cada vez mayor, aquella chica solo quería hacerla morir de un coraje.
La primera vez que Rukia había desaparecido fue porque estaba con Ichigo quién-sabe-dónde; sólo sabía que los guardias los habían visto salir del palacio temprano y regresar casi al anochecer. Esperaba que el haberla castigado haciéndola beber ese té hubiera sido suficiente para que se diera cuenta de sus acciones, pero parecía que la chica no entendía; ella era demasiado terca.
Agradeció a las Deidades que su hijo hubiera decidido no casarse con ella, no quería tener que imaginar su comportamiento como princesa si ese matrimonio se realizaba.
— Si su Majestad. Visitamos a Lord Kuchiki para averiguar si estaba allí, pero él no sabía nada de ella. No pasó la noche en la habitación y no la encontramos en ningún lugar del castillo.
La reina maldijo y se apresuró a ir a la habitación donde dormían las damas de su corte. Alguna de ellas debió haberla visto o saber algo, ella no quería tener que contarle al rey sobre alguna estupidez de una adolescente que no podía controlar sus hormonas.
— Pensé que te quedarías con tu Inamorata toda la mañana pero escuché que la despediste cuando terminaste. — Kaien tomó una fruta con un tenedor mientras seguía mirando a Ichigo que estaba mirando los asientos vacíos de sus padres; su madre los había invitado a desayunar, pero al parecer llegaría tarde.
— Es curioso, no sabía que mi vida sexual te interesaba tanto. — La voz de Ichigo sonaba tranquila, casi indiferente, pero había una pequeña sonrisa en él que a Kaien le resultaba intrigante.
— ¡Claro que me interesa! mi hermanito dejó de ser virgen anoche, incluso deberíamos celebrarlo. En el "Burdel de la Tejedora" hay unas chicas muy guapas y complacientes, ellas podrían mostrarte el verdadero placer entre sus piernas. — Sugirió con una sonrisa maliciosa e Ichigo puso los ojos en blanco por ese comentario.
— No era la primera vez que me acostaba con una mujer, en Vayalat lo hice con varias. Allí la reina también tiene una corte y constantemente me enviaba una nueva mujer para que estuviera conmigo. — Ichigo le dio una sonrisa maliciosa, igual que la suya. — Conozco muy bien los placeres de las mujeres, no necesito ir con una prostituta para averiguarlo.
— Mi hermanito se ha convertido en todo un hombre, ¿Qué no te habrán enseñado en Vayalat? — Dijo Kaien con curiosidad, tratando de ocultar que el comentario de Ichigo lo había molestado. — De todos modos, no puedo quedarme atrás o quizás me quede sin Inamorata.
— Y qué horrible debe ser quedarse sin algo que quieres, ¿no? — El sarcasmo en la voz de Ichigo era palpable.
Kaien sonrió.
— Lo sabes mejor que yo, hermanito. Elegiré a Inamorata hoy, tal vez mañana; elegiré a la chica que te rechazó, la chica Kuchiki. — Dijo esperando alguna reacción de Ichigo pero solo vio indiferencia.
Kaien estaba seguro de que Ichigo tenía sentimientos por la chica Kuchiki, por eso le había enviado un regalo para hacerla su Inamorata y por eso no había aceptado la propuesta de matrimonio con la princesa de Gardelia.
— ¿La chica Kuchiki? Pensé que ya te había rechazado. — Dijo Ichigo con una sonrisa burlona antes de levantarse de su asiento.
— Algo me dice que esta vez ella me aceptará. — Kaien siguió mirándolo, buscando un indicio de que esa indiferencia era falsa.
— Elígela como Inamorata, no me importa. Te lo dije la noche del baile y lo dije en la reunión del consejo, no me voy a casar con ella. Creo que nuestra madre no vendrá, así que me retiro. Tengo cosas que hacer.
— Vaya... entonces si te pasarás toda la mañana entre las piernas de la chica. — Dijo eso pero Ichigo ya le había dado la espalda y levantó una mano en una señal obscena mientras se iba.
Kaien sonrió. Encontraba divertida la nueva actitud de Ichigo, no lo había visto actuar así y tenía la ligera impresión de que tal vez esa era su verdadera forma de ser; después de todo, no habían crecido juntos e Ichigo bien podría haber estado fingiendo que era otra persona desde que llegó al castillo.
"Tu farsa de 'el hijo perfecto' ha terminado, ¿verdad Ichigo?"
Un par de horas después, mientras repasaba lo que tenía que hacer ese día, entró uno de los guardias con un mensaje del rey llamándolo a una reunión de emergencia; el primer pensamiento de Kaien en ese momento fue que el rey de Kuvar les había declarado la guerra, pero cuando llegó supo que eso no había sucedido.
La hija del Gran Concejal Kuchiki había desaparecido y el hombre estaba desesperado por encontrarla. Lo pusieron al día de la situación y así se enteró de que ya habían buscado a la chica por todo el castillo y no la habían encontrado. Ichigo llegó unos momentos después, despeinado, su ropa arrugada y un poco confundido, pero se recuperó rápidamente cuando le dijeron que la chica estaba perdida; Kaien solo lo miró, en verdad habían interrumpido a Ichigo mientras se cogía a su amante.
Cuando el rey formó los grupos de búsqueda, Ichigo se ofreció a ir con el grupo que se dirigía al bosque por el acantilado; Kaien sonrió ante eso, la velocidad con la que Ichigo se ofreció le confirmó que Ichigo sí tenía sentimientos por la chica Kuchiki.
"¿A qué estás jugando, Ichigo?"
Kaien se ofreció a unirse al grupo de búsqueda que comenzaba desde el templo de las Deidades hasta el cementerio cerca de la arboleda.
Cuando llegaron a donde el rey les había asignado, comenzaron a llamar a la chica Kuchiki por su nombre en voz alta, esperaban un momento en silencio para escuchar si contestaba y nuevamente la llamaban. Lo peor que le podía pasar a la chica era caerse por el acantilado y morir de un golpe en la cabeza, nadie que se cayera del acantilado sobrevive; lo sabía muy bien.
Comenzaron a entrar a la arboleda, las horas pasaban rápido y estaban llegando al cementerio cuando escucharon un gemido muy débil, de inmediato se trasladaron a donde creyeron haberlo escuchado. No dejaron de gritar el nombre de la chica y se volvió a escuchar el gemido en respuesta, hasta que un soldado gritó que la había encontrado detrás de una vieja lápida.
Cuando Kaien llegó a donde estaba el soldado, pudo ver a la chica Kuchiki que estaba asustada y temblando, balbuceando muchas cosas que Kaien no podía entender. Los soldados ya le habían quitado la mordaza de la boca y le estaban cortando las ataduras de las muñecas y los tobillos para liberarla. Sin perder tiempo, la cargó en brazos y regresó con ella al castillo. La chica Kuchiki era realmente ligera y se aferraba a él con fuerza, como si temiera que eso no fuera real, incluso podía sentirla temblar y sollozar, pero lo que llamó su atención fue un inconfundible aroma a menta que emanaba de ella.
Uno de los soldados en su grupo de búsqueda se adelantó, así que cuando llegaron al castillo, su padre y el padre de la niña los estaban esperando. Kaien no la bajó, sino que se acercó al concejal Kuchiki y le dio a su hija en sus brazos, como si le estuviera regalando un tesoro precioso; fue en ese momento que la chica empezó a llorar y a decirle a su padre lo asustada que estaba y todo el miedo que había sentido mientras estaba allí.
Gracias por leer.
