Los Ojos del Ruiseñor


Capítulo 24: Trucos


Primavera - Marzo. Año x492

La primavera solía llegar con un sol cálido, un calor agradable y una sombra fría, también con el canto de los pájaros que hacían sus nidos en los árboles del bosque que rodeaban el castillo y el acantilado, pero eso no fue lo único que llegó con esa nueva temporada del año, también llegó el ascenso de Ulquiorra como uno de los Generales del reino.

Era un evento que Ulquiorra había estado esperando desde que Orihime se había convertido en el Inamorata del Príncipe Ichigo. Sabía que su ascenso estaba cerca, pero no dejaba de albergar sus dudas respecto a lo que le había dicho el príncipe; Ichigo le había prometido a Ulquiorra que tendría su apoyo para que Orihime pudiera casarse con él, y Ulquiorra no estaba del todo seguro cómo iba a pasar eso; una cosa eran promesas y otra muy diferente los hechos.

La ceremonia de ascenso fue en la Cúpula, donde Ulquiorra juró ante todos los miembros del consejo, tanto los príncipes como el rey, que protegería el reino con su vida. Sin embargo, mientras juraba frente al rey, seguía recordando la conversación que tuvo con el príncipe Ichigo al comienzo de esa extraña relación: el príncipe Ichigo quería un hombre completamente leal a él, no leal al reino, leal a él.

Había tantas cosas que podían salir mal en los planes que el príncipe le había confiado, pero aun así Ulquiorra decidió seguir los planes del futuro Comandante en Jefe porque era lo que Ulquiorra necesitaba para poder casarse con Orihime sin que el Señor de Eikaran se negara.

Ulquiorra ya no era un simple soldado, era un General y, si todo salía según lo planeado, sería uno de los Seis Comandantes que estaban bajo las órdenes directas de Ichigo. Antes de dejar la Cúpula ese día, Ichigo dijo algo que, aunque llamó la atención de todos, parecía sin importancia.

— General Cifer, me gustaría que me hiciera un último favor antes de comenzar con sus funciones. ¿Podría acompañar a mi Inamorata a Eikaran mañana? Si su majestad no se opone a esto. — Dijo Ichigo mirando al rey quien solo asintió a lo que dijo el Segundo Príncipe.

Eso era lo que estaba esperando Ulquiorra, que le dejaran llevarse a Orihime y poder hacer lo que tenían que hacer, si todo iba bien, cuando Ulquiorra regresara a Adelaar, ya estaría casado con Orihime.

— Si, su Alteza. Me aseguraré de que la señorita Inoue llegue sana y salva a su casa. — Respondió y se inclinó ante los presentes antes de dejar la Cúpula para preparar todo para ese viaje.

Ulquiorra estaba feliz, pero no lo demostró y no quiso hacerlo, no quiso celebrar con anticipación porque no quería que la felicidad se le escapara de los dedos.

Después de que todos los demás asuntos fueron tratados en esa reunión, los consejeros se levantaron y se inclinaron ante el rey, que estaba terminando de revisar algunos documentos, y se retiraron del lugar. Ese era el momento que Ichigo estaba esperando, porque si quería hacerlo, ese era el momento adecuado; no había más tiempo que perder.

— Padre, me gustaría hablar contigo. — Había sido consciente de que había dicho "padre" y no "su majestad", lo que significaba que lo que iban a hablar no era una cuestión del reino. — A solas.

Ichigo miró a Kaien que había permanecido de pie en su lugar.

— Claro, no pretendo escuchar lo que tienes que decirle a nuestro padre. — La voz de Kaien, tan melodiosa y animada como siempre, enfureció a Ichigo, pero Kaien se retiró de la Cúpula dejándolo solo con el rey.

— ¿De qué quieres que hablemos, hijo mío? — Preguntó el rey con curiosidad después de que ambos se quedaron solos en la Cúpula.

— Se trata de Orihime. — Dijo Ichigo sin apartar los ojos de su padre, quien hizo un gesto de sorpresa y luego una sonrisa maliciosa.

A veces, Ichigo olvidaba que no conocía a su padre en absoluto, y que por lo general los reyes solían tener amantes; pero aun así no esperaba esa sonrisa de parte de su padre.

— ¿Estás interesado en ella? — Preguntó el rey, con una duda muy obvia.

Ichigo agradeció a Kaien, quien sin saberlo le había enseñado cómo comportarse frente al rey.

Como un bastardo.

— Es preciosa y muy complaciente. Me gustaría que ella tuviera una casa en las afueras de la ciudad. — Dijo eso con esa sonrisa pícara que esperaba que su padre entendiera. Ningún hombre pide una casa para su amante a menos que quiera más tiempo con ella.

— ¿Una casa aquí? — Preguntó su padre con la misma sonrisa pícara. — La chica se va a casar con un Señor que elija su hermano, seguramente se va a vivir a otra ciudad, ¿por qué quieres que la chica tenga una casa aquí? — Ichigo sabía que era lo que su padre quería escuchar.

— Quiero que ella sea mi amante. — Dijo Ichigo sin pensarlo más.

— Podrías haberla elegido como tu esposa. Rompiste el compromiso con la hija del Señor de Maranni, nada te impedía tomar a Orihime como esposa. — El rey estaba confundido.

— Lo sé, padre. Me has dejado tomar mis propias decisiones y eso me hace feliz, pero la verdad es que me gusta la chica Kuchiki, y lo he estado pensando. Hace mucho que leí los Acuerdos de la Caída y conozco la función de ese matrimonio. No me gustaría que el señor de Maranni vea una debilidad en el reino y piense que, por no casarme con su hija, puede tener la posibilidad de que poco a poco sus tierras vuelvan a ser suyas. Las fértiles tierras de Maranni son las que nos han mantenido ricos en alimentos, y considero que mi matrimonio con la chica Kuchiki es de vital importancia para el reino.

— ¿Es por eso que has estado con ella, incluso después de romper el compromiso? — Preguntó el rey con una ceja levantada.

— Por supuesto, padre. Ella no quería casarse conmigo y su padre parecía apoyar esa idea, qué mejor manera de conseguir ese matrimonio que enamorar a la chica y hacerle creer que su opinión importa en algo. — Dijo Ichigo encogiéndose de hombros con una leve indiferencia. — Se que ella no es una mujer fácil de tratar, es mejor hacerle creer que las decisiones que toma son de ella y no porque alguien la esté obligando.

El rey dejó ver la sorpresa en su expresión ante las palabras de su hijo, e Ichigo supo que le estaba diciendo a su padre lo que su padre quería escuchar.

— Y quieres que Orihime tenga una casa aquí para poder verla, ¿no? — Preguntó el rey con una sonrisa maliciosa.

— Sí, podría pedirte que dejes que Orihime se quede en el castillo, pero sé que mi madre no lo permitiría, así que supongo que será mejor que Orihime tenga una casa en las afueras para poder ir a verla sin la presión de sentir a mi futura esposa detrás de mí.

Ichigo supo que había dado en el blanco cuando vio a su padre sonreír; para nadie era un secreto que la madre de Kaien y su propia madre habían vivido juntas en el castillo, y eso había sido trágico; así que pedirle a su padre una casa para su Inamorata no sonaba tan mal.

— Hablaré con el Concejal Kyoraku sobre eso, pero en caso de que diga que sí, ¿Qué va a pasar con el marido de la chica? Su hermano elegirá a su marido.

— Es cierto, el Señor de Eikaran elegirá a su esposo, pero ¿podría rechazar una sugerencia de esposo dada por el propio rey? Además... el general Ulquiorra parece una buena opción de marido. — Fijo Ichigo con la misma sonrisa astuta.

Los ojos del rey brillaron de una manera que Ichigo no había visto antes, casi podía decir que su padre estaba orgulloso de lo que habían hablado. Ichigo no entendía por qué su padre estaba orgulloso de eso, Ichigo claramente le estaba diciendo que iba a engañar a su esposa con una chica, y que solo estaba jugando con los sentimientos de Rukia.

¿Era realmente el tipo de hijo que el rey esperaba que fuera? Kaien era igual y ¿por eso era el favorito de su padre? Por un momento pensó que estaba frente a una serpiente.

Al final de esa charla, Ichigo fue el último en dejar la Cúpula y no fue una sorpresa encontrar a Kaien escondido detrás de uno de los pilares, Kaien parecía estar muy feliz por algo, e Ichigo supuso que había estado escuchando toda la conversación con el rey.

— ¡Wow! ¿Qué diría la chica Kuchiki si se enterara de que el príncipe que la coronó en el Día de las Rosas solo la quiere como objeto? — Kaien habló con diversión en su voz.

— No lo sé, supongo que Nelliel ya sabe que ella es un objeto para ti, así que no tengo nada con qué amenazarte.

— Ten cuidado con lo que dices, hermanito. — Amenazó Kaien a Ichigo, sin dejar de sonreír.

— Te digo lo mismo, hermano mayor, pero lamentablemente no tengo nada con qué amenazarte, así que ve a decirle a la chica Kuchiki lo que has oído, evita mi matrimonio con ella y dale a Maranni la oportunidad de creer que somos débiles. A nuestro padre seguramente le encantará ese resultado. — Ichigo le dio la espalda a Kaien para irse por otro lado, estaba seguro de que había logrado insertar esa idea a la mente de su padre, confiando en que ningún rey quería perder su reino.

— Quizás lo haga y me case con ella. — Ichigo giró la cabeza para verlo por el rabillo del ojo.

— Hazlo entonces. Cásate con ella. Tú eres el futuro rey, no creo que ella te diga que no; simplemente no la dejes caminar cerca del acantilado, es un poco torpe y puede caerse.

Eso último no había sido una amenaza, pero le convenía hacerle saber a Kaien que él también sabía cosas. Ichigo no esperó una respuesta de Kaien, sabía que Rukia se enojaría si se enterara de lo que había hablado con el rey y, hasta cierto punto, ella podría creer que lo que él había dicho era cierto, pero Rukia sabía lo que estaba pasando. Ichigo confiaba en Rukia y esperaba que ella también confiara en él.

El rey accedió a lo que Ichigo le había pedido por la tarde, y para la cena, entregó las escrituras de la casa que Ichigo había solicitado, junto con una carta para el hermano de Orihime.

— Hablé con el Consejero de la Moneda, dijo que podíamos permitirnos una casa para tu amante, aunque no parecía feliz de que fuera precisamente para tu amante; sabes perfectamente que ella es su sobrina, pero no se negó. Te has comportado como siempre esperaba que lo hicieras y, aunque no compensa todos los años que estuvimos separados, no puedo negarte algo que me es fácil darte.

— Padre, tu regalo me hace muy feliz.

Fue en ese momento que Ichigo tuvo la certeza de que su padre estaba siendo movido por la culpa de no hacerlo heredero del trono y decidió que, aunque podía aprovechar eso, no lo haría. No en ese momento.

Después de hablar con su padre, fue a ver a Orihime para darle la noticia de que Ulquiorra había sido ascendido a General.

— Esta es tu última noche como mi Inamorata, Orihime. Mañana por la mañana Ulquiorra te llevará a Eikaran para preparar tu boda, como dictan las leyes. — Dijo sacando dos pergaminos perfectamente doblados, cada uno con el sello del rey. — Una es para que su hermano no se oponga a su elección de marido, aunque si tu tío le ha informado de la situación, no tendría por qué negarse. La otra es para ti, es la casa que te prometí; está a tu nombre, es tuya, Orihime.

— Muchas gracias, alteza. — Escuchó decir a Orihime y la felicidad en su voz fue contagiosa. Ichigo sabía que era una buena persona y que se merecía que le pasaran cosas buenas.

— Rukia saldrá a despedirse de ti, por la mañana. — Añadió Ichigo tomando las manos de Orihime para besarlas en agradecimiento. — Vive una vida larga y feliz, Orihime, y cuando tengas un hijo con Ulquiorra, déjame conocerlo.


Rukia salió de su habitación muy temprano para despedirse de su amiga, sabía que no volvería a ver a Orihime por un tiempo, pero su amiga le había prometido que la invitaría a su casa en Eikaran; Rukia sabía que Orihime se iba a casar con Ulquiorra, así que le deseó buena suerte y felicidad.

Rukia estaba feliz por su amiga, Orihime había encontrado la felicidad en la persona que correspondía a sus sentimientos. Rukia entendía las razones por las que Ichigo había elegido a Orihime como Inamorata, entendía el trato que el Concejal del Dinero le había propuesto a Ichigo, y entendía que la sonrisa de su amiga era porque ella realmente fue salvada por Ichigo.

Todavía recordaba el miedo de Orihime de ser elegida como Inamorata, Rukia había visto a Orihime temblar por eso y, aunque ambas tenían diferentes razones para no querer ser la amante de los príncipes, Rukia podía entender a su amiga.

Que las Deidades te cuiden; mi querida Orihime.

Rukia entró al castillo y se dirigió a la habitación de la reina para tomar sus clases del día, pero cuando entró, se dio cuenta de que el príncipe Kaien estaba con la reina. Eso fue un poco incómodo, no había estado con el Príncipe Kaien, en la misma habitación, desde el incidente del secuestro falso.

— Su Majestad, Su Alteza, no quise interrumpir. Me retiro. — Dijo Rukia inclinándose pero la reina le impidió salir de la habitación.

— Señorita Rukia, usted es la persona que estábamos esperando. — La voz de Kaien la hizo volverse para mirarlo con curiosidad. La reina le hizo un gesto para que se acercara a ellos, y Rukia se acercó a la reina tratando de alejarse un poco de Kaien.

— Su Alteza, ¿en qué puedo serle útil? — Preguntó ella mirando a Kaien, él señaló las cajas de joyería que estaban abiertas sobre la mesa.

Rukia no había notado las joyas y estaba empezando a ponerse nerviosa; no era porque iba a mentir, la reina le había dicho que de verdad la secuestraron esa noche y eso era lo que tenía que creer para que su cuerpo no la delatara. La clave de las mentiras era que tenía que creerlas primero antes de intentar hacer que los demás las creyeran.

— El príncipe Kaien está eligiendo uno de los anillos ancestrales de la familia para proponerle matrimonio a Nelliel. Y la estábamos esperando, señorita Rukia, para ayudarnos a elegir uno que sea apropiado para ella. — Aclaró la reina haciendo que Rukia se sentara a su lado.

— Oh… — Fue lo único que dijo antes de mirar todas las joyas en los cofres.

Rukia no entendió la petición de la reina; no conocía a Nelliel, no eran amigas, no tomaban el té de la tarde y no iban de compras a la ciudad los fines de semana. Rukia no conocía los gustos de Nelliel y no les prestó atención cuando ambas pertenecían a la Corte de la Reina; sin embargo, ella ya estaba allí y tenía que ayudar, o al menos adivinar un poco sobre los gustos de Nelliel.

En los joyeros que estaban sobre la mesa no solo había anillos, también había aretes y brazaletes hechos con piedras preciosas. Rukia todavía se sentía incómoda estando con Kaien, después de todo, el secuestro había sido un plan para acercarse a él y engañarlo; un plan que había salido mal.

Las joyas que allí se encontraban eran propiedad de la Casa Real, todas habían sido pagadas con dinero del reino y fueron heredadas de generación en generación; cada nuevo miembro agregó las joyas más valiosas que tenía para las generaciones futuras. Las nuevas joyas eran hermosas y valiosas, pero las joyas heredadas, aquellas que tenían historia o habían sido parte de la historia, como la Corona de Guerra de la Reina, eran mucho más valiosas.

— Este es el Anillo de la Reina. Se le da a la futura esposa del heredero al trono. ¿Estás seguro de que no quieres dárselo a Nelliel? — Le preguntó la reina a Kaien entregándole un anillo que estaba solo en su estuche.

El anillo era realmente hermoso, era un zafiro realmente grande que estaba rodeado de pequeños diamantes, el anillo era de oro y en el interior estaba grabada la frase: "Para la Reina de Avanta". Rukia se sorprendió por la sugerencia de la reina, sabía que la reina ya no estaba molesta con Nelliel pero no se imaginaba que aceptaría tan gustosamente regalar un anillo así; por lo que Rukia sabía, la reina no quería a Kaien en el trono.

— Madre, me encantaría dárselo a Nelliel, pero no sé si sería apropiado. Sé que esperabas dárselo a Ichigo. — Respondió Kaien mirando a la reina.

— Ichigo lo entenderá. Tú eres quien debería dárselo a Nelliel. Tú serás el rey, Nelliel será la reina y todo esto le pertenecerá.

— Será un honor para Nelliel llevar este anillo, madre. — Dijo Kaien besando la mano de la reina en agradecimiento antes de levantarse de su asiento para despedirse.

Rukia no entendió lo que acababa de pasar allí; la reina había cedido a algo para hacer feliz a Kaien, ¿por qué? Rukia quiso preguntar pero no lo hizo, no tuvo tiempo de hacerlo porque inmediatamente después de la partida de Kaien, Kahya entró a la habitación con un libro enorme en sus brazos.

— Devuelve las cajas de joyería a su lugar, Retsu. — La reina señaló las joyas. — Hoy comenzaremos los preparativos para la cena de compromiso de Kaien y Nelliel. Será una cena sencilla, solo la familia, los concejales y un par de invitados más. Lo haremos en el jardín blanco, el que tiene ese mármol que brilla con la luna.

— Su Majestad. — Rukia empezó a hablar, porque necesitaba saber por qué la reina le había dado ese anillo a Kaien. La reina sonrió y tomó la mano de Rukia gentilmente.

— No te preocupes tanto, es solo un anillo. — La reina le sonrió a Rukia y luego comenzó a hablar con Kahya.

Rukia miró a la reina sin comprender completamente lo que había dicho. ¿Es solo un anillo? ¿La reina misma había comenzado a favorecer a Kaien sobre Ichigo? Primero un anillo, luego qué, ¿su lealtad? Ichigo tenía que saberlo. El anillo era lo de menos, importaba el hecho de que su madre hubiera favorecido a Kaien.