Los Ojos del Ruiseñor
Capítulo 26: Herida de batalla
Primavera - Año x492 / Abril
Ni siquiera había dudado de la respuesta que le dio en ese momento. Rukia sabía que su relación era más que un momento, él se lo había dicho en la playa y en el cementerio, incluso en El Día de las Rosas él había sido lo suficientemente claro con sus sentimientos por ella. Rukia correspondía a esos sentimientos, no tenía dudas al respecto o no habría regresado al castillo; nadie viviría dentro de un monstruo como el Castillo de Adelaar si no fuera por obligación o por amor.
Y Rukia estaba segura de que amaba a Ichigo. Ichigo la conocía bien, sabía que a ella no le gustaba llamar la atención; ella se lo había dicho y probado mientras pertenecía a la Corte de la Reina.
— Si quieres, podemos hacer una fiesta para anunciar el compromiso. — Le había sugerido Ichigo antes de que la criada entrara a la habitación para hacerle saber que los baños estaban listos.
— No quiero una fiesta, solo un almuerzo. Un almuerzo estaría bien, para anunciarlo a mi padre y a tu familia. No necesito fiestas, no en este momento. — Dijo ella dándole una sonrisa de despedida antes de irse con la criada a los baños.
Nelliel tuvo una fiesta de compromiso, una fiesta en la que demostró que era la elegida por el Príncipe Heredero, pero Rukia no quería lo mismo que Nelliel, era algo que había tenido claro mucho antes de llegar al castillo. Rukia era de gustos simples, pero también sabía que la vida en el castillo cambiaba a la gente; la gente solía acostumbrarse a lo fácil, a lo bonito y a lo brillante.
Desde el momento en que Ichigo le entregó el anillo de compromiso, Rukia no podía dejar de verlo; era un rubí enorme, o eso creía aunque no estaba segura, parecía más como fuego líquido contenido dentro de un cristal que brillaba de forma antinatural. Ese anillo era lo opuesto al Anillo de la Reina, el anillo que tenía Nelliel estaba hecho de zafiro y oro, y el anillo que llevaba en ese momento era de fuego y metal; Rukia tenía la impresión de que en cualquier momento saldría una llamarada de su anillo.
La sensación de ese anillo era como si hubiera algo vivo en su interior, y aunque esa sanción la asustaba un poco, le gustaba imaginar que su anillo era más que un simple anillo de compromiso.
Ella quería un almuerzo para anunciar su compromiso con Ichigo, y fue un almuerzo lo que se ordenó preparar. Habían dispuesto de una de las terrazas del acantilado para ese almuerzo, un trío de músicos tocaba instrumentos de cuerda para amenizar el momento, y los sirvientes del castillo se encargaban de atenderlos. El viento pasaba entre los pilares y llenaba el lugar de una corriente fresca que hacía agradable estar allí, las cortinas aún estaban dobladas pero cuando descendiera el sol de la tarde se extenderían para evitar el paso de tanta luz.
— ¿Es el almuerzo que querías? — Preguntó Ichigo besando su mano, justo sobre el anillo de compromiso, mientras ambos estaban apoyados en el balcón construido cerca del borde del acantilado. Rukia había notado, por primera vez desde que estaba ahí, que la caída desde el acantilado sería muy larga y mortal.
— Realmente pensé que solo seríamos tú, yo, tu familia, mi padre y el Sumo Sacerdote. — Dijo Rukia mirando la gran cantidad de invitados que estaban allí, comiendo y riendo. Tener más invitados de los que pensaba era algo que la desconcertaba un poco.
— Bueno, ellos están ahí. — Dijo Ichigo con una sonrisa nerviosa señalando a sus familias.
— Junto a los Concejales, las Damas de la Corte de la Reina y un par de invitados que no conozco. — Rukia señaló discretamente a las personas que mencionó. Estaba hablando lo suficientemente bajo como para que nadie los pudiera escuchar aun a la distancia.
— Eso es culpa mía, cuando le pedí permiso a tu padre para proponerte matrimonio, estábamos en la Cúpula y estaban todos los concejales, así que cuando la reina se enteró, los invitó. — Dijo rascándose la cabeza sin mirarla.
— ¿Y las Damas de la Corte? ¿Y ese par de invitados que no conozco?
— Las Damas de la Corte vienen con la reina, y ese par de desconocidos son enviados de Vayalat. Mi abuelo los envió.
— ¡Cómo llegaron tan rápido! — Rukia creía que Ichigo quería darle un infarto. Sintió que se iba a desmayar; él le había contado bastante sobre su familia en el otro reino y temía no darles una buena impresión. En ese momento ese miedo era real.
— Llevan aquí desde la cena de compromiso de Kaien, les pedí que se quedaran por este día, porque así sabrán la fecha de nuestra boda y así llegará mi abuelo a tiempo. — Rukia no sabía qué decir, quería enojarse con Ichigo pero reconoció que él tenía razón.
— Está bien, todo el mundo tiene una razón para estar aquí. — Dijo controlando un poco los nervios por aquellas revelaciones tan imprevistas. — Después de todo, me voy a casar con un príncipe, y una vida muy privada no creo que tendremos, ¿verdad?. — Dijo eso con un sonrojo en sus mejillas e Ichigo sonrió antes de asentir a sus palabras.
— Si no hubiese tanta gente, te besaría en este momento. — Agregó Ichigo acercándose a ella. Rukia se sonrojó aun más por eso, el aroma de Ichigo era realmente adictivo.
— Es tu castigo por invitar a tanta gente. — Dijo Rukia con una sonrisa, pero le dio un pequeño beso muy rápido en los labios antes de alejarse de él para no llamar la atención.
— Muy bien, acepto mi castigo, pero luego te voy a besar. — Amenazó haciéndola sonrojar. — Es la hora del postre, ¿has elegido la fecha de nuestra boda? — Preguntó Ichigo con una sonrisa mientras le ofrecía su brazo para que ella se aferrara a él.
— Sí, ya lo elegí, te va a gustar.
El día en que Ichigo concluyó su educación, el rey hizo oficial su nombramiento como Comandante en Jefe de Avanta. La ceremonia de nombramiento fue similar a la tuvo cuando llegó al reino y el rey lo nombró Segundo Príncipe, solo que en esa nueva ceremonia de nombramiento, el rey le entregó una medalla que debía llevar siempre y, con ella, le entregó el control total de los soldados del reino.
— Su Majestad, le juro que defenderé el reino de nuestros enemigos. Mi lealtad siempre estará con el reino. — Dijo Ichigo y se inclinó ante el rey porque era lo que se esperaba de él. Ichigo juraría su lealtad para que el rey pudiera dormir tranquilo por las noches sabiendo que sus hijos conocen perfectamente bien sus obligaciones; por eso las vidas de todos los príncipes estaban tan controladas porque ningún rey quería pasar a la historia como "el rey que no podía controlar a sus propios hijos", pero Ichigo había sido cuidadoso en elegir las palabras que dijo en ese juramento.
Ichigo sabía que asumir el cargo de Comandante en Jefe del reino no aseguraba la lealtad de los hombres bajo su mando, esos hombres eran como Ulquiorra, debían su lealtad al rey y al reino, no a él; pero también sabía que la lealtad se compraba, tal como lo había hecho con Ulquiorra, cada hombre tenía un precio, solo tenía que encontrarlo.
Después de revisar las arcas del reino junto con Kyoraku, y después de que el rey aceptara su sugerencia de incentivar a la milicia, todos los soldados recibieron una pequeña bolsa de monedas; todo bajo las órdenes de Ichigo para asegurarles que ellos supieran el tipo de futuro que les esperaba con él al mando. Esa fue una política fácil, un primer movimiento muy acertado porque los soldados se veían felices y más dispuestos a seguir las ordenes en su entrenamiento; no era un secreto para los soldados lo bueno que era Ichigo con la espada, pero eso no evitaba que ellos lo vieran como un niño, así que primero se aseguró de que el futuro de sus soldados fuera prometedor para que tuvieran esperanza, y luego seleccionó a los mejores para formar su pequeño grupo de asesinos.
Ichigo sabía que no serían como los asesinos de Vayalat. En Vayalat los Karanq entrenaban a pequeños niños huérfanos que no tenían nada más que sus vidas, solo los mejores eran los que sobrevivían y eran entregados en un ritual a la Sombra que los hacía renacer como asesinos; pero en Avanta, Ichigo tenía hombres que tenían mucho que perder, tenían familia, tenían amigos, tenían futuro. El reto ahí era hacerlos tan buenos como se pudiera, matar a la familia y amigos de esos soldados no era opción, él los necesitaba firmes y leales a él.
La mañana que reunió a los mejores hombres de la armada, supo que convencerlos de unirse a su pequeño grupo de asesinos le costaría más que simples palabras y monedas. Ichigo era el comandante en jefe del reino, pero aún era más joven que ellos, era ridículamente joven, pero sin duda tenía más experiencia que muchos de los que estaban ahí. Ichigo estaba respaldado por sus dos amigos, no había pedido la ayuda de su padre porque no la necesitaba; Renji y Uryu eran perfectamente capaces de derrotar a los soldados que estaban ahí, los tatuajes en la espalda de sus amigos, que él mismo había hecho, eran una prueba de ello.
Su tío le había dicho "conviértete en un hombre excepcional" y ese era el momento de saber si podía ser un hombre excepcional.
— Están todos aquí porque son los mejores hombres en el ejército de Avanta, todos serán parte de la primera generación de soldados cuyas habilidades estarán por encima de las habilidades comunes. Solo responderán ante mí y ante ellos, los Karanq. — Señaló a Uryu y Renji al hacer oficial su nombre. — Si lo hacen bien, si logran completar el entrenamiento, yo les aseguro que no volverán a temerle a la muerte, ella será su aliada en la batalla. — Dijo mirando a los soldados que estaban parados frente a ellos. Veinte de los mejores hombres de la milicia.
Uno de los soldados dio un paso hacia Ichigo.
— Somos los mejores de los mejores, señor, pero dudamos que tres niños puedan enseñarnos más de lo que ya sabemos. — Los otros soldados expresaron su acuerdo con lo que había dicho aquél soldado e Ichigo tuvo que ocultar su sonrisa de satisfacción que aquella respuesta le causaba; él estaba esperando que sucediera algo como eso.
— Sí, tienes razón, somos niños. — Ichigo desenvainó su espada y sus amigos siguieron su ejemplo. Los soldados los miraron algo sorprendidos antes de que el soldado frente a Ichigo desenvainara su propia espada con una sonrisa de suficiencia. — Así que estos niños se van a enfrentar a todos ustedes; tres niños contra veinte soldados entrenados del reino. Ustedes son lo mejor de lo mejor, pueden contra tres niños.
Ichigo casi podía ver cómo se formaban las ideas en el cerebro del soldado frente a él, cómo celebraba prematuramente haber vencido al "comandante del reino"; aquello solo lo hizo sonreír disimuladamente mientras jugaba con su espada de forma perezosa.
— ¿Todos al mismo tiempo? — Preguntó el soldado mientras sostenía la espada en posición de atacar. Ichigo estaba parado frente al soldado con la punta de su espada rozando el piso, sin tomar ninguna postura, solo mirando al soldado.
— Como ustedes prefieran. Si los mejores soldados del reino cayeran frente a tres niños, sería vergonzoso para el reino.
Ichigo estaba consiente de que esas espadas eran reales, que cualquier corte haría una herida profunda, que si golpeaban mal podían matar a alguien, y aun así sus amigos aceptaron esa pelea sin siquiera dudarlo, sacaron sus espadas y esperaron el ataque. Nada mejor para agudizar el instinto de supervivencia que sentir la posibilidad de la muerte.
El resto de los soldados sacaron sus espadas pero solo tres se acercaron a Ichigo y sus amigos, fue un poco más rápido de lo que Ichigo imaginaba, el soldado que lo atacó era bueno y, aunque parecía que iba a resistir varios golpes, el soldado fue rápidamente derrotado. Renji y Uryu también habían derrotado a sus oponentes, y después de un momento, todas las espadas chocaban entre sí haciendo un ruido metálico con cada golpe. Las hojas cortaban el cuero de las armaduras, cortaban la piel y hacían que cualquiera que tuviera la mala suerte de encontrarse en el camino de la espada, que era blandida por un soldado o por Ichigo y sus amigos, sangrara.
Ichigo era bueno pero no infalible, aún no, y tener lesiones era una constante en ese tipo de entrenamientos, era el recuerdo que, aunque eran realmente buenos, también eran humanos. Al final, Ichigo y sus amigos habían derrotado a casi todos los soldados, que eran incapaces de entender lo que había sucedido, y solo un soldado había llegado hasta el final de la pelea. Ese soldado fue el único que había logrado herir el brazo de Ichigo lo suficientemente profundo como para hacerlo sangrar; en ese segundo Renji y Uryu se movieron de una manera que, si el soldado no hubiera soltado la espada en el momento en que vio la sangre de Ichigo, habría muerto en ese momento.
Aquello fue sorprendente, porque a pesar de que los guardias de Ichigo habían luchado y lucían cansados, se habían movido más rápido de lo que nadie podía imaginar; algo que no había pasado desapercibido para los demás soldados que estaban ahí.
— Curen sus heridas, los veré aquí en una semana, si quieren recuperar el honor que tres niños les quitaron. — Le dijo a los soldados cuando todos estaban tomando sus cosas. Ichigo se rasgó la camisa e hizo un vendaje improvisado en la herida mientras se aseguraba de que todos los soldados que habían resultado heridos se dirigieran al médico para recibir tratamiento.
No le servían de nada si morían por culpa de una herida mal curada.
Después de que todo estuvo en orden con los soldados, Ichigo se dirigió al interior del castillo; el médico militar se ofreció a curarlo pero él se negó, alegando que sus soldados eran los que realmente necesitaban la atención. Cuando llegó a su dormitorio, Renji ya había ido en busca del médico del rey y lo estaba esperando adentro para atenderlo.
— Ustedes dos, vayan a curar sus heridas, estaré bien. Hanataro les dará de comer, díganle que yo los envié. — Dijo mirando a sus amigos, que se veían tan agotados como él, y ambos salieron de su dormitorio para ir al médico militar.
La herida era más grande de lo que había imaginado, estaba en el lado externo de su brazo izquierdo, entre el hombro y el codo, pero el sangrado se había detenido debido al vendaje que se había hecho; sin embargo, tuvo que morder un trozo de cuero por el dolor que le causó el médico cuando comenzó a limpiar la herida, el médico tuvo que hacerla sangrar para quitar la mala sangre y así la herida pudiera sanar más rápido.
Ichigo se estaba limpiando el sudor cuando escuchó la voz de Rukia afuera de su habitación, no sabía cómo es que ella se había enterado pero ella estaba afuera de su habitación y los sirvientes no querían dejarla pasar porque el doctor aún estaba con él.
— ¡Hazte a un lado y déjame entrar! ¡Tengo que ver al príncipe! — Ichigo temía por sus sirvientes, la voz de Rukia sonaba realmente molesta. — ¡Su Alteza! ¡Haga que me dejen entrar!
— ¡Déjenla entrar! — Gritó pero el esfuerzo lo hizo estremecerse. No solo tenía cortes, también tenía varios golpes que le provocaron dolor en ese momento.
Se puso la camisa antes de que los guardias dejaran entrar a Rukia, ella no sabía que él tenía un tatuaje en la espalda, era una sorpresa que se estaba guardando para un momento más privado. Rukia estaba furiosa y lo primero que hizo al entrar al dormitorio fue hablar con el médico que lo estaba tratando. Ichigo tenía que admitir que Rukia era buena ignorando a la gente cuando estaba enojada.
— ¿Qué le pasó a Su Alteza y cómo puedo ayudarlo, doctor? — Preguntó Rukia sin ver a Ichigo.
— Mi Señora, Su Alteza solo tiene heridas y contusiones por el entrenamiento, pero todas sus heridas han sido tratadas para que no se infecten y han sido vendadas. No deben representar ningún peligro para su alteza, solo tendrá un poco de dolor, pero solo un par de gotas de este medicamento lo calmarán y lo harán dormir. — Ichigo estaba viendo al doctor hablar con Rukia; también vio cómo el médico le dio un frasco con un ungüento y un gotero con medicina. — Debe poner un poco del ungüento sobre la herida después de que su alteza se bañe y vendarla nuevamente.
Ichigo se sentía como un niño pequeño, podía cuidarse perfectamente bien, no era la primera vez que tenía un rasguño en el brazo y sabía qué hacer; el dolor no era un problema, pero se sentía bien que Rukia se preocupara por él de esa manera; se sentía como algo cálido dentro de él.
Rukia acompañó al doctor a la puerta cuando terminó de darle las instrucciones de cuidado; luego Ichigo y Rukia se quedaron solos en el dormitorio e Ichigo la vio poner la medicina en la mesa junto a su cama. Rukia tenía una sonrisa en los labios, pero solo era una pantalla, sin detenerse a considerar nada, empezó a regañarlo como si él fuera un niño pequeño.
— ¡Luchaste contra veinte soldados! ¡Qué sucede contigo! ¿Piensas dejarme viuda antes de casarnos? — Ichigo se asustó por un momento, Rukia se veía realmente molesta.
— ¡Pero gané! — Se defendió mientras Rukia revisaba las heridas que tenía y cómo habían sido curadas. Aquello le dolió y no pudo evitar hacer una mueca por eso.
— Sé que ganaste. No me voy a casar con alguien a quien pierde al enfrentarse contra los veinte soldados que él mismo provocó. — Rukia todavía estaba molesta pero había suavizado su voz. — ¿Duele mucho?
Ichigo hizo una mueca pero Rukia ya estaba poniendo un par de gotas de la medicina en un vaso de agua para dárselo. Ichigo se calmó un poco y tomó el vaso con su mano derecha.
— ¿Y cuándo tenga que ir a la guerra? ¿Qué pasará cuando no puedas estar conmigo para cuidarme? — Ichigo hizo esas preguntas y Rukia se quedó callada por un momento.
Ichigo sabía que era una posibilidad muy real, ninguno de los reinos mantenía una paz duradera con sus vecinos y las constantes batallas en la frontera sur contra Kuvar eran algo que siempre habían tenido.
— Ese día le rezaré a las Deidades para que te traigan de regreso a mí, sano y salvo. Ahora bebe la medicina. — Rukia señaló el vaso que sostenía Ichigo.
— Lo beberé solo si me besas después y te quedas conmigo hasta que me duerma. — Dijo Ichigo con una sonrisa provocativa. Rukia se sonrojó y se alejó de él un paso.
— ¿Eres acaso un bebé? — Preguntó ligeramente molesta. A Ichigo el gustaba verla así.
— No, pero te ayuda a practicar para cuando tengamos los nuestros. — Dijo y bebió la medicina para que Rukia no tuviera la oportunidad de regañarlo de nuevo. La medicina era amarga, e hizo un gesto de desagrado cuando terminó de beberla antes de acomodarse en la cama. — Me dormiré pronto. No te preocupes, voy a estar bien. — Le aseguró pero Rukia solo se le quedó mirando un momento antes de besarlo.
—
Rukia veía a Ichigo dormir de nuevo, se había quedado con él toda la tarde hasta la cena y le cambió las vendas de la herida después de que él se bañara. Ichigo había hecho muchos comentarios sobre ellos dos bañándose juntos en la bañera del rey, pero Rukia se había negado a hacerlo, solo de recordar aquello se sonrojaba de la vergüenza.
Ella sabía que debía levantarse de la cama y salir del dormitorio, no podía quedarse allí a pesar de que ya estaban comprometidos, pero no quería dejarlo solo. Había visto la herida y era bastante grande, aunque Ichigo le había asegurado que había recibido peores heridas; esos comentarios no la ayudaron a disminuir su preocupación por él, sino que la ayudó a imaginarse a Ichigo cubierto de heridas sangrantes y con una espada en la mano en medio del batallas.
Esa idea había sido demasiado gráfica.
Rukia trató de calmar un poco su preocupación por Ichigo y dejar de pensar en eso; no iba a negar que la idea de que Ichigo fuera a la batalla la asustaba demasiado pero él era el Comandante en Jefe del reino, tenía que ir a todas las batallas y llevar al ejército a la victoria. Rukia lo sabía, confiaba en él y confiaba en que Ichigo siempre saldría victorioso, pero aun así no podía evitar temer por su vida.
No podía quedarse en la habitación de Ichigo por más tiempo, a pesar de que sus brazos eran realmente cómodos para dormir y el aroma de su piel era realmente atractivo. Se levantó de la cama con cuidado de no despertarlo y comenzó a caminar por el dormitorio, agradeció que estuviera iluminado por varias velas y antorchas para no tropezar con la alfombra, no quería terminar conociendo en el piso de la habitación de Ichigo tan de cerca.
Mientras caminaba, Rukia cayó en cuenta de que no había estado antes en la habitación de Ichigo, él siempre la veía en lugares públicos o al aire libre, la única vez que él había estado en la habitación de ella fue cuando le propuso matrimonio, pero tampoco habían pasado mucho tiempo allí; Ichigo seguía el protocolo de cerca y evitaba que se formaran rumores sobre su relación. Sabía que cualquier cosa podía desatar la lengua de las personas y eso no era bueno; Rukia sabía que mantener las apariencias era parte del juego de la Corte Real.
Rukia notó que Ichigo tenía muchos libros ordenados en un estante grande, incluso que había varios libros en su escritorio donde comenzó a curiosear un poco tratando de no hacer demasiado ruido. Había cartas dobladas, cuadernos y pergaminos sueltos con anotaciones aleatorias que ella miró pero no leyó el contenido hasta que un pergamino llamó su atención.
[...]
Sabes que los soldados que entrenarás no serán lo suficientemente buenos como los de aquí, pero sé que ciertamente serán buenos. Tienes mi permiso para hacerlo; entrénalos. Confío que sabrás qué cosas enseñarles y qué cosas no enseñarles, pero no olvides que la Sombra nos protege a nosotros y siempre tendremos la victoria; así como la Sombra te protege a ti.
Sé que tienes miedo de que ataquemos Avanta, no temas porque no lo haremos pronto; atacar hoy o dentro de unos años, no hará mucha diferencia, ambos sabemos que vamos a devastar todo, pase lo que pase; sabes que la Tríada nos respalda. Disfruta tu vida, cásate y ten hijos o mata al bastardo y conviértete en rey, si tienes el coraje para hacerlo. Es tu elección.
Tu abuela está feliz con tu elección de novia, dice que su anillo está en buenas manos. Sería bueno si pudieras contarle un poco sobre la historia de ese anillo, que sepa que no está usando cualquier anillo.
Nos vemos el día de tu boda, tal vez envíe una comitiva a la boda del bastardo, después de todo, debemos mantener buenas relaciones con tu padre y tenemos curiosidad por conocer a tu novia; esperamos que hayas mejorado tus gustos de elección de pareja.
Por cierto, Yoruichi vino para una visita de protocolo a principios de la primavera, parece que ya se recuperó de su ruptura amorosa. Ella todavía no sabe que te vas a casar y siento pena por las personas que estén cerca de ella cuando se entere de tu matrimonio. El rey de Gardelia dice que Yoruichi rechazó al último pretendiente que le presentaron; el rey está preocupado porque parece que Yoruichi no quiere casarse con ninguno de los pretendientes que la han presentado. Me pregunto por qué será.
[...]
Rukia leyó el resto de la carta pero lo que le llamó la atención fue la mención de "Yoruichi", ¿Quién era Yoruichi para Ichigo y qué relación tenían? Esas dudas le hicieron sentir que el monstruo de los celos estaba despertando nuevamente.
Ichigo todavía estaba dormido y ella quería golpearlo para despertarlo, quería que le explicara esa carta, pero sabía que él estaba bajo el efecto de la medicina y no se despertaría pronto. Dejó la carta en su lugar y se dirigió a la puerta, tenía que salir de allí e ir a su habitación; estaba molesta por lo que había leído y al mismo tiempo sabía que no debería estarlo porque revisar las cosas personales de otra persona no era correcto.
Se paró frente a la puerta por un momento, quería irse y a la vez quedarse, pero volvió a la cama con Ichigo y se acostó a su lado; Ichigo era de ella, solo de ella.
— ¿Terminaste de revisar mi correspondencia? — La voz tranquila de Ichigo la hizo abrir los ojos por la sorpresa. Él estaba despierto y ella no se había dado cuenta.
— Pensé que estabas dormido. — Dijo ella, pero no negó que había estado leyendo su correspondencia.
— Lo estaba. Me desperté cuando te levantaste de la cama. — Dijo muy despacio. — Pensé que saldrías del dormitorio, pero en cambio empezaste a mirar mis cosas. ¿Leíste algo que te hizo enojar?
Rukia no se había movido de su lugar, no se había volteado para verlo y estaba tratando de controlar al monstruo de los celos que parecía tomar más control sobre ella. Ichigo tomó su mano para jugar con sus dedos y Rukia supo que él sabría si estaba mintiendo.
— ¿Quién es Yoruichi? — Preguntó. A Rukia le pareció escuchar que Ichigo hacía un sonido ahogado de risa y eso la enfureció más.
— En esa carta se mencionan muchas cosas, pensé que preguntarías por el anillo, pero tú me preguntas por Yoruichi. — Ichigo se acomodó mejor para que ella estuviera casi en el centro de la cama, se acostó a su lado, apoyándose en su lado derecho, y Rukia vio que incluso despeinado y en pijama, Ichigo se veía guapo.
— Sí. — Rukia lo miró a los ojos.
— Yoruichi era… — Ichigo hizo una pausa y Rukia sintió la desesperación correr por sus venas. — Yoruichi era mi amante.
Rukia lo miró con los ojos entrecerrados y sintió la necesidad de darle un puñetazo en la herida, pero no lo hizo. Quería pegarle, gritarle o hacerle algo; sintió que el monstruo de los celos la envolvía con sus tentáculos mientras lo miraba. Por dentro estaba gritando pero trató de controlarse, al menos hasta que Ichigo le dijera si todavía estaban en contacto. Ichigo estaba tranquilo y no había evadido la pregunta, por lo que tenía que estar tranquila.
— ¿Planeabas hablarme de ella? — Preguntó con la mandíbula tensa.
— ¿De verdad quieres saber sobre ella? — Rukia notó que Ichigo estaba sorprendido, como si él no esperara aquella pregunta.
— Claro que quiero saber, no es que ella sea una mujer con la que te acuestas y luego te olvidas, en la carta dicen que es una princesa y que aparentemente no te olvida, tanto es así que vale la pena mencionarla en una carta. Por supuesto que quiero saber quién es ella, y por qué el hombre que te escribió pensó que era necesario mencionar que ella ha ido a verlo. — Ichigo se bajó de la cama y se alejó de ella.
Rukia estaba molesta, sentía celos y nervios mezclándose dentro de ella por lo que Ichigo diría sobre esa Yoruichi. Se quedó en la cama mirando la espalda de Ichigo cubierta por su pijama, vio como se pasaba los dedos por el cabello en un gesto de desesperación y luego regresó a la cama sentándose a su lado.
— Esa carta llegó hace un par de días, te iba a contar sobre Yoruichi estos días, pero no hay mejor momento que este momento. Como sabes, viví en Vayalat desde que tenía 10 años y la conocí ahí. Todos los años ella iba con su padre, el rey de Gardelia, a visitar a mi abuelo por las fiestas de primavera, y nosotros nos veíamos mucho, tenemos la misma edad así que nos llevábamos bien. Y una vez sucedió que ella fue a la visita de primavera y nos fuimos a la cama, no debíamos hacerlo, pero lo hicimos.
— ¿Estabas enamorado de ella? — Preguntó Rukia sintiendo al monstruo de los celos abrazarla con sus tentáculos.
— Pensé que sí, pero después de un tiempo me di cuenta de que no, pero ella se enamoró de mí. Ella quería casarse conmigo, insistió mucho en que nos casáramos y yo le dije que no era posible en ese momento, porque mi padre aún no me había declarado heredero al trono; le dije que si quería casarse conmigo, tendría que esperar, pero ella no quería esperar. No sé qué pasó después, me sacaron del reino para mi entrenamiento y cuando regresé, el asunto con Yoruichi ya estaba resuelto. No la he vuelto a ver desde entonces.
— ¿Te habrías casado con ella si hubieras sido el heredero? — Rukia todavía estaba celosa y enojada, pero quería saber más.
— Si mi matrimonio con ella era de alguna utilidad para el reino, sí, nos habríamos casado.
— Pero Kaien se va a casar con Nelliel.
— Kaien es un bastardo, nadie quiere que su hija se case con un bastardo, mucho menos los reyes. Los príncipes y las princesas son como el mejor ganado del mundo, la mejor especie de la que podrían nacer los mejores niños. Un bastardo es un insulto, solo sirve para ser uno más, sus hijos, aunque tengan la sangre del rey, no es algo de lo que presumir por la forma en que fueron concebidos. Por eso me volvieron a proponer que me casara con Yoruichi, pero me negué. Los príncipes no se casan por amor, se casan por obligación; si el matrimonio sirve al reino, entonces se celebra el matrimonio.
— ¿Me amas? — Preguntó Rukia con más calma. Ichigo la miró a los ojos por un momento antes de responder.
— Te amo más de lo que puedo expresar. — Dijo Ichigo acariciando la mejilla de Rukia con suavidad. Rukia cerró los ojos ante ese toque y de un momento a otro sintió los labios de Ichigo en sus labios.
Rukia todavía estaba celosa y la explicación, aunque era convincente, todavía no le daba paz que necesitaba en ese momento, pero había algo en la forma en que Ichigo la estaba besando que la hizo llevar una de sus manos a nuca de Ichigo para que él no la dejara de besar. Él poco a poco la fue acostando en la cama, de una manera lenta y sutil, que cuando Rukia abrió los ojos al romper el beso, su cabeza yacía sobre una de las almohadas de Ichigo.
— Si yo hubiera estado antes con alguien... ¿te habrías molestado? ¿Te comportarías de manera diferente sabiendo que alguien más me ha tocado? — Preguntó ella haciendo que Ichigo la mirara con atención.
— Hubiera estado celoso, pero no puedo exigirte algo que no puedo darte. ¿Y por qué debería tratarte de manera diferente? Eres mía, me gustas más que físicamente, me gustas tú. El pasado es lo que da forma al presente. La situación que planteas no sucedió, pero estoy seguro, y te puedo jurar frente a las Deidades que solo tengo ojos para ti, solo tú estás en mi mente; mi pasado es pasado, me ha convertido en el hombre que soy ahora, el hombre que está contigo, el hombre que te ama. Eres mi presente y mi futuro, solo te quiero a ti, moriría por ti y mataría por ti; mi voluntad es tuya, mi amor.
Rukia sonrió, eso era suficiente para ella en ese momento, e Ichigo se inclinó para besarla de nuevo. A Rukia le gustaba el sabor de la saliva de Ichigo, no sabía por qué pero le gustaba besarlo y le gustaba la forma en que acariciaba su cuerpo con esa habilidad que la hacía suspirar y estremecer por completo.
Si él había aprendido eso con otra mujer, entonces ella debía estar agradecida por eso, porque cada beso y cada toque que Ichigo le daba la hacía suspirar, hacía que su piel se erizara y se calentara, a pesar de que ambos estaban vestidos en ese momento. Rukia separó lentamente sus piernas e Ichigo se colocó entre ellas, subiendo un poco la falda de su vestido, acariciando sus piernas de una manera tan lenta que Rukia sintió más y más calor.
Ambos se miraron en la penumbra pero Ichigo no hizo nada para desvestirse o desvestirla, solo la miró con esa intensidad que la hacía sentir como si él fuera un tigre y ella una presa que quería ser devorada.
— Te amo… — Susurró Rukia y lo vio sonreír de una manera que no lo había hecho antes, era una nueva sonrisa, encantadora, seductora y al mismo tiempo la hacía sentir peligro. Ichigo era un hombre peligroso.
Ichigo se acercó a ella y la besó de nuevo, la hizo ahogar un jadeo por la intensidad de ese beso y poco a poco fue dejando sus labios hasta llegar a su cuello; Ichigo lo hacía tan lentamente que Rukia contuvo la respiración y dejaba escapar jadeos cada vez más audibles. Rukia se sorprendió al sentir como Ichigo comenzaba a mover las caderas lentamente, era un movimiento muy suave y podía sentir como la erección de Ichigo presionaba entre sus piernas por sobre la ropa; ese se sentía muy bien y la hizo cerrar los ojos disfrutando en ese momento de todas las sensaciones que Ichigo le estaba provocando.
Rukia pasó sus manos por el abdomen de Ichigo, por los músculos de su espalda que parecían tensarse cuando los tocaba, y enredó sus dedos en el cabello de Ichigo cuando él regresó a sus labios para besarla con la misma intensidad con la que alguien lucha por la vida. Todo su cuerpo reaccionaba a lo que Ichigo le estaba haciendo, la forma en que la besaba, la forma en que la acariciaba, la forma en que movía sus caderas contra ella de una manera tan suave a pesar de estar completamente vestido; todo eso la hacía querer más.
— Tu herida… — Susurró Rukia mientras su mano recorría el brazo herido de Ichigo.
— ¿Qué tiene mi herida? — Preguntó Ichigo mientras seguía besando su cuello y sujetándola de una pierna para tenerla pegada a él.
Rukia se erizó por completo, el aliento caliente de Ichigo en la piel de su cuello la hizo morderse el labio. Sus piernas estaban alrededor de las caderas de Ichigo y estaban tan cerca que podía sentir la erección de Ichigo rozando más y más su ropa; Ichigo siguió moviendo sus caderas estimulándola solo con ese movimiento y Rukia comenzaba a sentir que la ropa le estaba estorbando, quería sentir la piel de Ichigo contra la suya.
— Deberías descansar… — Cerró los ojos con un grito ahogado cuando sintió que una ola de placer la recorría por completo; no sabía cómo había sucedido, pero estaba casi segura que había sido por ese suave movimiento que Ichigo hizo con sus caderas mientras besaba su cuello, clavículas y hombros. Toda su piel se erizó en ese momento, sintió que la fuerza de sus piernas desaparecía y una sensación de vaguedad la llenaba por completo.
— ¿Debería? — La voz de Ichigo en su oído la hizo cerrar los ojos y morderse el labio. Su cuerpo se sentía vibrar de una manera que nunca antes había sentido. Ella estaba sonrojada y su corazón latía demasiado rápido. Ichigo dejó de hacer ese suave movimiento con sus caderas, pero Rukia no dejó de sentir la erección de Ichigo presionando entre sus piernas sobre la ropa.
Rukia sabía que la estaba dejando elegir si quería quedarse allí o no, si quería ir más allá de los besos y las caricias o salir intacta de esa habitación. Rukia realmente quería continuar, quería sentir los labios de Ichigo en su piel de nuevo, y abrió los ojos solo para encontrar la mirada de Ichigo en ella, como una bestia salvaje a punto de atacar a su presa. Rukia abrió la boca, estaba a punto de decir algo, cuando alguien llamó a la puerta del dormitorio.
— Su Alteza, ¿está la señorita Kuchiki ahí? — Era la voz de Kahya y Rukia no sabía si agradecer o maldecir a las Deidades. Ichigo se quedó en silencio por un momento.
— Sí, aquí está la señorita Rukia. — Dijo Ichigo y Rukia notó que decir eso le había costado un poco de esfuerzo, podía notar que su voz estaba más ronca de lo habitual. — Ahora sale, me estaba ayudando con mis heridas.
Rukia todavía estaba agitada e Ichigo le dio un último beso antes de levantarse de la cama para que ella pudiera ajustar su vestido que estaba revuelto. Cuando Rukia logró normalizar su respiración, Ichigo la escoltó hasta la puerta del dormitorio; él también estaba agitado y parecía molesto por la interrupción al igual que ella. Al salir del dormitorio, la Kahya la estaba esperando y no parecía feliz de verla salir de la habitación de Ichigo tan tarde.
— Señorita Rukia, gracias a su cuidado, seguramente estaré mejor por la mañana. — Ichigo le dio un beso de despedida a la mano de Rukia le dedicó una mirada que le hizo temblar las piernas. Era ese tipo de mirada que iba acompañada de una promesa o una advertencia futura.
— Eso espero, alteza. — Dijo y su voz tembló un poco.
Ichigo se despidió de la Kahya y luego regresó a su habitación. La Kahya miraba a Rukia con sospecha, y Rukia sabía que realmente se había metido en problemas por dejar la habitación de Ichigo tan tarde, pero la Kahya no dijo nada, simplemente caminaron en silencio hasta la puerta de su habitación donde finalmente la mujer habló.
— Señorita Rukia, ¿deberé traerle el té de las Inamoratas? — Preguntó la Kahya haciendo sonrojar a Rukia de repente.
— No… nosotros no… — Rukia no imaginó que Kahya le haría esa pregunta. Era demasiado vergonzoso. — Solo estábamos hablando, Sra. Retsu.
La Kahya la miró con sospecha pero no dijo nada. Rukia temía que Kahya descubriera que no solo habían hablado, sino que estaban a punto de hacer otra cosa, pero la Kahya se fue de allí en silencio. Habían estado tan cerca de hacerlo, tan cerca, que Rukia empezó a maldecir mentalmente a Kaien porque tenía que esperar a que él se casara para que ella pudiera casarse con Ichigo.
NDA: ¿Verdad que los engañé? Sí, si fue lo que creen que es. Sí, Ichigo es muy bueno en la cama. Sí, ellos estaban vestidos. Fin.
