Los Ojos del Ruiseñor
Capítulo 29: Travesuras
Primavera / año x492 - junio
Ichigo estaba exhausto, había dejado el castillo de Adelaar en cuanto terminó la reunión del Consejo, y viajar a caballo durante casi dos días sin descanso era peor que ir a pelear. Su padre le había dado una orden y tenía que cumplirla, aunque no quisiera; todo porque él mismo había jurado lealtad al reino y la situación en la que se encontraban ponía en peligro el reino.
Kholtan chilló mientras volaba, era casi mediodía pero cuanto más se acercaban a las montañas más fresco hacía y Kholtan disfrutaba viajar así, entre la naturaleza; Ichigo miró hacia arriba para ver a su águila que comenzaba a descender con esa elegancia tan característica de ella, hasta que aterrizó en su brazo extendido y protegido por su guante de cuero que evitaba que las garras del águila desgarraran su carne. Kholtan había regresado pronto, lo que significaba que Rukia estaba a menos de medio día de distancia. El viaje a Maranni duraba seis días a una velocidad normal e Ichigo esperaba que el Consejero Kuchiki no tuviera prisa por llegar a Maranni, porque tenía que interceptar la caravana antes de que ellos llegaran a su destino y no tenía tiempo que perder.
Kholtan tenía un trozo de pergamino atado en su pata e Ichigo lo quitó suavemente antes de dejar volar su águila de nuevo; era el pergamino con la nota que le había enviado a Rukia pero tenía unas palabras en el reverso, inmediatamente reconoció la letra de Rukia y sonrió al ver que ella había respondido con las instrucciones para que él pudiera llegar a donde ella estaba.
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La carretera principal, el primer desvío a la izquierda después de Tenjira.
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Tenjira era la ciudad más cercana a donde él y Uryu estaban en ese momento. Ichigo había logrado llegar a la caravana del concejal Kuchiki a pesar de que habían dejado el castillo un día despues que él, y eso lo mantuvo calmado. Las palabras de su padre seguían resonando en su cabeza con la misión que le había encomendado e Ichigo seguía preguntándose cómo iba a sacar a Rukia de allí. Si los rumores eran ciertos, Maranni tendría tantos soldados, que irse de allí con Rukia sería peligroso para ambos.
Ichigo avanzaba en compañía de Uryu, la caravana donde él llevaba sus cosas estaba un día tarde porque Ichigo había decidido no detenerse a descansar más de lo necesario y Renji se había quedado en el castillo encargado de entrenar a los soldados; si todo salía mal, Ichigo no quería tener que probar la efectividad de ese entrenamiento contra los soldados de Maranni.
Si todo iba mal, no quería ser el responsable de guiar ese ataque.
Pasaron la carretera de entrada a Tenjira y siguieron la carretera principal hasta llegar al desvío, el desvío conducía a una finca, solo que la casa era realmente grande, más de lo habitual para una finca común, y eso parecía curioso. Quizás pertenecía a la familia de Rukia, o quizás a un amigo de su familia, realmente eso no importaba mucho, lo que en realidad importaba era que Rukia estaba allí y que él se las había arreglado para alcanzarla.
Los soldados que custodiaban la entrada a la finca lo detuvieron y tuvo que identificarse ante ellos para poder pasar; los soldados parecían confundidos, pero no podían negarle la entrada, era uno de los príncipes del reino y era el puto Comandante en Jefe. Ichigo vio a uno de los soldados entrar en la casa y supo de inmediato que el soldado notificaría al Concejal Kuchiki de su llegada.
— Uryu, vigila a los soldados, si ves que alguien se va de aquí demasiado rápido hacia Maranni, elimínalo. — Susurró y Uryu asintió comprendiendo la orden que se le estaba dando.
Kholtan estaba volando sobre la granja e Ichigo sabía que su águila cazaría cualquier cosa que saliera volando de allí; Kholtan era muy inteligente, pero sobre todo, Kholtan era parte de él. Ichigo no quería llegar a derramar sangre, pero lo haría si era necesario; la misión que le había encomendado su padre, además de sacar a Rukia de allí, era averiguar qué tan ciertos eran los rumores.
Ichigo desmontó de su caballo cuando Rukia salió por la puerta de la casa, estaba cansado y le dolía la espalda, necesitaba descansar pero lo haría cuando terminara lo que tenía que hacer. La sonrisa de Rukia cuando lo vio fue genuina, ella estaba feliz de verlo, y eso lo hizo feliz, pero también sabía que tenía que hablar con ella sobre su llegada. Ichigo se preguntaba cómo iba a explicarle que tenía que regresar con él a la capital, pero sobre todo, no sabía cómo explicarle que ella era un rehén y que la vida de su familia y de muchas otras personas dependía de ella.
— Señorita Kuchiki, estos días sin usted ha sido una tortura. — Dijo con una sonrisa cuando ella lo alcanzó y le hizo una reverencia. Tenían que mantener las apariencias, pero lo único que quería en ese momento era besarla e ignorar los rumores sobre el Concejal, pero tendría que guardar esos deseos para más tarde.
— Su Alteza, no imaginé que me seguiría a casa. — Rukia lo estaba mirando, y aunque se veía feliz, Ichigo podía notar las preguntas que comenzaban a formarse en ella y que no podía expresar en ese momento.
— No debería haberte seguido, debería haber salido contigo en este viaje, querida. — Dijo mirando al padre de Rukia que también salía por la puerta y se les acercaba. El hombre no parecía feliz. — Pero tenía cosas que hacer, sin embargo, unas vacaciones en la mítica Maranni no estarían mal.
Ichigo lo dijo antes de que el padre de Rukia llegara a donde estaban, se lo dijo solo a Rukia, porque incluso si no podía hablar abiertamente sobre la situación en la que se encontraban, al menos intentaría sonar lo suficientemente contradictorio como para que ella cuestionara las palabras que saldrían de su boca.
— Su Alteza, qué sorpresa su visita. — Dijo el Concejal sin apartar los ojos de él. Ichigo podía notar el desconcierto y la molestia en el padre de Rukia; el Concejal definitivamente no lo quería allí y su visita no era nada bien recibida. — No esperaba que viniera, alteza. ¿Ocurre algo con el reino? ¿Está bien el rey?
Pasaban muchas cosas en el reino, y el rey definitivamente no estaba contento, pero no podía decirle eso al Concejal, no hasta que pudiera demostrar que los rumores eran falsos. Ichigo realmente deseaba que esos rumores fueran falsos.
— El rey está perfectamente bien, al igual que el reino. Solo lamenta un poco no poder unirse a usted para celebrar a su primer nieto. - Dijo en tono amistoso. Si Ichigo había aprendido algo bien de Vayalat, era saber cómo decir mentiras; pero no podía subestimar la percepción de los demás, especialmente si los demás estaban siempre alerta. - Pero espero que mi inesperada visita no sea un problema, estoy aquí porque el rey me ha enviado a Neikel para revisar algunos asuntos; Lord Baltan se ha acercado al rey diciendo que hay bandidos que dañan sus tierras.
Y para llegar a la ciudad de Neikel, tuvo que seguir la carretera a Maranni; era una forma sutil de decirle que los acompañaría el resto del camino pero no que se quedaría con ellos.
— Los bandidos siempre son un problema. — Añadió el Concejal mientras lo miraba. La molestia y la actitud sospechosa que Ichigo había notado en el Concejal se relajó pero no del todo; el Concejal no confiaba en él. — Espero que se una a nosotros y nos permita recibirlo en la Gran Casa antes de continuar su camino hacia Neikel, Su Alteza.
— Sería un honor, Concejal Kuchiki. — Ichigo hizo una pausa y se volvió para ver a Rukia, que había estado a su lado en esa charla. El Concejal se dio cuenta y volvió a hablar.
— Mi hija le mostrará la habitación donde podrá descansar, me imagino que viajar dos días sin descanso habrá sido agotador, Alteza.
Ahí estaba el comentario que Ichigo estaba esperando, la confirmación de que el Concejal sabía que los había alcanzado a propósito; la confirmación de que el Concejal sospechaba de él y de su viaje a Neikel.
El concejal no dijo más y se fue con un gesto serio. Rukia tomó a Ichigo de la mano y lo llevó a la cocina en silencio; Ichigo la vio asegurarse de que estuvieran solos, y ella se sentó a su lado antes de hablar en un susurro.
— No sé cómo hacer esta pregunta sin ofenderte. — Rukia jugaba con su anillo de compromiso mientras hablaba. A Ichigo le gustaba que ella estuviera con él, y le gustaba que durante toda la conversación con el Concejal ella hubiera estado en silencio, escuchando y viendo cómo se comportaban al hablar. A él le gustaba porque sabía que ella estaba prestando atención a lo que decían y luego le preguntaría lo que en su mente hubiese cruzado.
— ¿Prestaste atención a la charla? — Preguntó con calma mientras se acercaba a ella para besar su mejilla y luego susurrar en su oído. — Sé que lo hiciste, pero no podemos hablar de eso ahora. Lo haremos más tarde, te lo prometo.
— Está bien. — Susurró Rukia antes de moverse un poco para besarlo. A él le gustaba cuando ella tenía la iniciativa, pero eso solo le hacía probar su propia resistencia con ella; el no tomarla en sus brazos y llevarla a la cama para hacerle el amor, era una batalla que cada vez era más difícil ganar.
Habían pasado noches juntos, él entraba en su habitación o ella lograba evadir a los sirvientes y entrar en la de él. Desde el incidente con la herida en el brazo, esa escena de la cama se había repetido mucho. La curiosidad de Rukia por saber todo lo que no sabía era algo que realmente lo ponía a prueba. Las preguntas que ella le hacía, las respuestas que él le daba y los ejemplos que ella trataba de recrear con las respuestas, lo hacían masturbarse en la bañera del rey cuando se bañaba.
A la hora de la cena, Ichigo ya sabía dónde estaba, a quién pertenecía la casa y cuánto tardaría en llegar a Maranni desde ese punto. Rukia le había mostrado la habitación donde dormiría esa noche, que estaba convenientemente cerca de la de ella, y cuando todos estaban dormidos, se dirigió con cuidado a la habitación de ella; la puerta no estaba cerrada, sería una tontería pensar que ella se quedaría con la duda de su visita tan repentina. Rukia era inteligente y observadora.
— ¿Por qué estás aquí? — Preguntó Rukia en un susurro en el momento en que él estaba dentro de la habitación y la puerta había sido cerrada con seguro. Ichigo podía notar la curiosidad en su voz, tal vez un poco de enojo también. — Y no digas que vas a Neikel, nadie cabalga tres días sin descanso para llegar a una ciudad por culpa de unos bandidos, y no creo que extrañes tanto mis besos para que llegues a donde yo estoy por un beso.
Ichigo sonrió, Rukia era bastante inteligente y aprendía rápido. Todavía no sabía cómo decirle las cosas, pero sabía que debía hacerlo.
— Porque quiero estar con mi prometida. — Dijo acercándose a ella lentamente hasta que la arrinconó contra la pared sin dejar de mirarla fijamente, como miraba un depredador a su presa. La habitación estaba iluminada con un par de velas, por lo que no estaban completamente a oscuras e Ichigo podía notar perfectamente los gestos y expresiones de Rukia. — ¿Qué, no puedo viajar tres días sin un descanso solo para besarte, mi querido "Reino"?
Preguntó Ichigo con descaro, recordándole cómo se había referido Rukia a sí misma la noche de la boda de Kaien. Ichigo vio el rubor de Rukia y puso una de sus manos en su cintura acercándola a él; ambos recordaban perfectamente lo que habían hecho en la boda de Kaien en aquél pasillo oscuro. Ichigo había visto cómo Kaien miraba a Rukia y no le gustó, Rukia era suya y Kaien tenía que entenderlo, por las buenas o por las malas.
— Me gusta verte celoso. — Dijo Rukia con una sonrisa. Ichigo podía sentir las pequeñas manos de Rukia acariciándolo, pasando desde su pecho hasta dejarlas en sus hombros; la mirada de Rukia lo volvía loco, le quitaba toda la paz que tenía y se la llevaba con ella. Mirar sus ojos, y luego ese gesto con su labio, era demasiado para él.
Ichigo vio a Rukia pasar de la molestia al deseo en segundos, y sonrió ante eso, porque sabía que cuando ella se mordía el labio era porque estaba luchando contra sus instintos más básicos y salvajes. A Ichigo le encantaba esa expresión, era adicto a la expresión de ella en su rostro, y no pudo resistir el impulso de besarla; Rukia no se resistió y se aferró a él mientras lo besaba, abrazándolo y enredando sus dedos en su cabello; Ichigo la podía sentir pegarse a él con tanto deseo, como si ella quisiera fundirse con él en ese beso. Ichigo bajó sus manos a los muslos de Rukia solo para levantarla y hacer que ella envolviera sus piernas alrededor de sus caderas mientras seguía besándola, apoyándola contra la pared para besarla mejor.
Ichigo podía sentir las manos de Rukia aferrándose a él; la forma en que lo acariciaba mientras sus manitas comenzaban a abrir su camisa y ella comenzaba a besar su cuello. Ichigo nunca había dejado que Rukia lo desnudara, eso les impedía ir más allá, hacia lo inevitable. Ichigo deseaba a Rukia con cada fibra de su cuerpo, pero sabía que si hacían el amor, ella tendría que empezar a beber el té de las Inamoratas y sabía lo que ese té les hacía a las mujeres; Renji se lo había contado cuando una tarde estaban hablando del trabajo de Tatsuki, la hermana de Renji, e Ichigo no quería eso para Rukia.
La reina había obligado a Rukia a tomar un té que era incluso más fuerte que el té de las Inamoratas, y según la Kahya, Rukia estuvo a punto de morir desangrada por culpa de ese té. Definitivamente Ichigo no quería eso para Rukia, no tan pronto, porque Rukia eventualmente tendría que beber ese té, pero quería evitar que el té la afectara demasiado.
— Rukia… — Jadeó su nombre y su voz salió demasiado ronca. — ¿Cama? — Preguntó y solo escuchó un leve "sí" de los labios de Rukia antes de que ambos terminaran en la cama.
Ichigo se aseguró de dejar a Rukia sentada sobre su estómago, para que ella lo mirara desde arriba, necesitaba calmarse un poco pero la expresión traviesa de Rukia no lo estaba ayudando; amaba esa expresión en ella.
— Ahora estás bajo mi poder, ¿por qué estás aquí mi amor? — Preguntó Rukia, e Ichigo sintió que ella movía sus caderas lentamente, acomodándose encima de él hasta quedar sentada sobre sus caderas sin dejar de hacer ese movimiento. Ichigo se maldijo a sí mismo por enseñarle a hacer eso. No podía pensar con claridad en ese momento, Rukia había aprendido demasiado bien y si quería, podía torturarlo.
— El rey me envió a… — Dijo en un jadeo ahogado, mezclado con una sonrisa traviesa. Ichigo podía sentir que su miembro comenzaba a ponerse duro por el movimiento de las caderas de Rukia sobre él; y estaba seguro de que ella también lo sintió cuando la vio sonreír y morderse el labio de nuevo.
— ¿El rey te envió a una misión peligrosa? — Rukia se veía divertida, y no dudó en poner sus manos en las caderas de Rukia; en ese momento no sabía si quería detenerla o continuar.
— Peligroso es lo que estás haciendo, mi amor. — Le advirtió, y vio como ella metía la mano en el espacio entre ellos comenzando a acariciar su hombría dura por sobre su pantalón. Cerró los ojos cuando sintió que ella lo acariciaba, estaba muy duro y Rukia no lo estaba ayudando a calmarse. — ¿Por qué te enseñé a hacer esto? — Jadeó sintiendo que la mano de Rukia continuaba acariciándolo.
— Porque yo te lo pedí. He estado pensando en algo. — Rukia sonó divertida, pero no dejó de acariciarlo. Ichigo podía sentir los primeros fluidos saliendo de la punta de su hombría, mojando sus pantalones.
— ¿Qué has estado pensando? — Ichigo sintió el placer correr a través de él, llevó una de sus manos al rostro de Rukia solo para acercarla a él y besarla con demasiado deseo; Rukia siguió moviéndose muy lentamente sobre él.
— Algo nuevo… — Susurró Rukia en sus labios y se soltó de él. Ichigo se sintió aliviado, pensó que Rukia se sentaría a su lado pero estaba equivocado; ella se acomodó entre sus piernas, con una mirada completamente seria, como si estuviera pensando cuidadosamente en algo, e Ichigo solo pudo ver como Rukia comenzaba a abrirle lentamente los pantalones.
— Rukia, ¿Qué estás haciendo? — Ichigo la vio hacer aquello e intento impedirlo tomando una de las manos de Rukia, pero ella apartó su mano suavemente y siguió en su misión.
Ichigo podía ver la determinación de Rukia en su mirada y eso lo excitó aún más que ya no trató de evitar lo que ella pretendía hacer. Ichigo no podía apartar la mirada de las manos de Rukia, la luz de las velas le permitía ver cómo Rukia sacaba su hombría de sus pantalones con sus manitas y el tacto fue tan increíble que soltó una maldición entre jadeos. Si Ichigo había pensado en ese momento que solo eso haría Rukia, entonces se había equivocado y la sorpresa en su rostro fue suplantada rápidamente por una expresión de placer cuando sintió la boca de Rukia empezar a darle sexo oral.
La boca de Rukia era tibia, los fluidos de su hombría se mezclaban con su saliva y podía sentirla jugando con su lengua en su miembro duro. Era la primera vez que lo hacía e Ichigo no tenía idea de cómo ella había llegado a esa conclusión, pero en ese momento no podía pensar, el placer que Rukia le estaba causando era indescriptible y solo se rindió a ella y a su boca.
Ichigo susurró el nombre de Rukia en un jadeo, pero ella simplemente lo ignoró y siguió pasando la lengua por todo su miembro; Ichigo podía sentirla chupar y beber todo de él. Rukia lo tenía, literalmente, en sus manos; Ichigo se sintió emboscado pero aquello era increíblemente placentero. De un momento a otro Ichigo comenzó a mover sus caderas lentamente, dejando escapar jadeos roncos y ahogados hasta que sintió que no podía resistir más lo que Rukia le estaba haciendo. La mirada que tenía Rukia cada vez que él la miraba lo volvía loco, el sonido de su garganta y su boca, eran algo que le iba a arrancar la poca paz que le quedaba.
— Rukia, sácala de tu boca... harás que me corra... — Jadeó pero Rukia nuevamente lo ignoró y comenzó a chupar su miembro cada vez más rápido. Ichigo no pudo resistir lo que ella le estaba haciendo y se corrió en su boca soltando un jadeo ronco.
Todo su cuerpo se relajó en ese momento, y sintió como la boca de Rukia lo liberaba de aquella deliciosa presión; estaba aturdido pero lleno de esa calma embriagadora que venía después de un orgasmo. Rukia se sentó a su lado, mientras él trataba de entender cómo se habían metido en esta situación; Ichigo se ajustó los pantalones y guardó su hombría dentro de sus pantalones o podían pasar cosas más fuertes que una simple mamada.
— Rukia... — Comenzó pero Rukia lo detuvo poniendo uno de sus dedos sobre sus labios.
— Me habías dado mucho placer, más de lo que yo sabía darte, así que estuve leyendo un poco, y creo que no lo hice tan mal. — Dijo Rukia con una sonrisa en los labios sin apartar los ojos de él.
— ¿Y qué más leíste? — Le preguntó Ichigo haciéndola acomodarse en la cama lentamente, tenía curiosidad y no la iba a dejar que se saliera con la suya. Si ella quisiera jugar así, ellos jugarían así. — Más bien, ¿de dónde sacaste los libros que hablaban de esto, mi amor?
— Yo… — Rukia vaciló, parecía avergonzada de decirlo. Eso era gracioso, no quería decirlo pero no había tenido miedo de hacerlo.
— ¿Esos "libros" decían cosas como esta? — Preguntó Ichigo mientras se acomodaba entre las piernas de Rukia, que estaban ligeramente dobladas, levantándole solo un poco de la ropa de dormir que llevaba y acariciando suavemente la piel de sus piernas. — ¿O decían cosas como esta? — Preguntó de nuevo comenzando a deshacer muy suavemente el nudo que mantenía unida la ropa de dormir de Rukia, dejando parte de su pecho libre y ligeramente expuesto. — ¿O talvez decían cosas como esta? — Preguntó por tercera vez mientras pasaba sus dedos entre los pechos de Rukia haciendo que su piel se erizara por completo.
Rukia lo miraba fijamente, pero solía cerrar los ojos ante las caricias de Ichigo que la hacían aguantar la respiración y estremecerse; el pecho de Rukia subía y bajaba lentamente e Ichigo podía ver el rubor en su rostro a pesar de la poca luz.
— No, no decían nada de esto. — Confesó Rukia mientras lo miraba mordiéndose el labio.
— Lo adiviné. — Ichigo susurró sin dejar de acariciarla pero sin tocarla del todo; eran solo toques muy suaves en su piel. Rukia no había leído nada; lo que hizo fue porque alguien se lo había explicado. — ¿Me dirás quién te dijo cómo hacer esto?
Rukia lo miró fijamente por un momento, aún mordiéndose el labio, con una expresión traviesa en su rostro. Ichigo sabía había adivinado lo que Rukia había estado haciendo, pero no dejó de acariciarla gentilmente; él también podría torturarla.
— Me dijeron que iba a ser la Princesa del Pueblo, así que fui al pueblo. — Susurró Rukia sin apartar los ojos de él e Ichigo sonrió con satisfacción; se inclinó sobre ella y rozó suavemente sus labios con los suyos, pero no la besó.
— Eres muy curiosa mi amor, pero no me enoja que hayas ido en busca de conocimiento por tu cuenta. ¿Las chicas fueron buenas contigo? — Preguntó en un susurro en su oído.
— ¿Cómo lo sabes?
— Me lo acabas de decir, mi amor. — Dijo besando su cuello y lentamente comenzando a besar su garganta, pasando entre sus pechos hasta dejar un beso en su ombligo. Ichigo la escuchó suspirar. — Me gustó lo que hiciste con tu boca, mi amor, pero dime, ¿Cómo podré verte y no recordar la expresión que tenías en ese momento? ¿Cómo podré besar tus labios sin imaginar las cosas más traviesas y deliciosas que has hecho esta noche? Ahora que sé cómo se siente tu boca, mi amor, las noches sin ti serán una tortura, te has llevado mi paz, mi amor. Debes ser castigada.
— ¿Castigada? — La escuchó hablar con una sonrisa divertida. Rukia no se resistía y se dejaba hacer porque sabía que él no la lastimaría.
— Sí, debería hacerte algo que sea igual a lo que me hiciste a mí. Debería hacer que la distancia te torturara tanto como a mí. — Dijo comenzando a dejar más besos en su piel, evitando deliberadamente su vientre y su entrepierna, y comenzando a besar la piel de sus muslos con mucha suavidad.
Ichigo sabía que se iría al infierno por hacer eso, pero el deseo era más fuerte que su sentido común, y los jadeos de Rukia no lo ayudaron a detenerse.
