Los Ojos del Ruiseñor
Capitulo 30: Rumores
La cama se sentía demasiado cómoda y el canto de los pájaros por la mañana era encantador, pero lo único que Rukia quería era seguir durmiendo. Recordaba los besos de Ichigo en cada parte de su piel, detrás de su cuello, en su garganta y entre sus pechos que se erizaban con su aliento caliente; la forma en que la acariciaba, sin tocarla del todo pero haciéndola sentir tantas sensaciones al mismo tiempo, la hacía sentir que todo era irreal.
Aún no sabía cómo se había atrevido a hacer lo que hacía cuando le abrió el pantalón pero no se arrepentía de nada, sobre todo porque él le hizo lo mismo a ella y eso fue como tocar el paraíso con los dedos.
Solo recordar como sus piernas descansaban sobre los hombros de Ichigo mientras él pasaba su lengua de esa forma voraz por su intimidad, la hizo desear sentirlo de nuevo en ese momento. Recordaba haberse aferrado a las sábanas cuando el placer que Ichigo le causó fue tan grande que la hizo arquear la espalda al mismo tiempo que sentía todos los músculos de sus piernas tensarse antes de quedar completamente relajada en la cama.
Habían jugado antes, había mucho placer en esos juegos pero nunca habían hecho nada como lo que había sucedido esa noche, e Ichigo tenía razón, hacer eso les había quitado la paz. El viaje sería una tortura porque en ese momento Rukia lo quería sentir de nuevo y sabía que no podían ir más allá porque no tenía el té allí; Si hubiera sabido que él los alcanzaría, que estarían solos esa noche, Rukia le había pedido a Kahya que le diera ese té.
La noche de bodas podría irse al infierno, ella lo deseaba en ese momento.
La criada que trabajaba en la casa de su tío, que era el lugar donde se encontraban, entró con algunos sirvientes, un par de ellos llevaban una tina y varios más llevaban baldes de agua fría y caliente; debía bañarse en ese momento porque el viaje sería largo y solo podría bañarse hasta llegar a la Gran Casa.
Llegó a la cocina vestida con ropa de montar, una blusa cómoda, pantalones a medida y botas de montar. Era mejor para ella parecer un muchacho y no una dama si iba a montar a caballo en un viaje tan largo. Rukia había aprendido a montar mientras estaba en el castillo, Ichigo le había enseñado a hacerlo, y era una actividad que encontraba entretenida hasta que le dolían las nalgas por los saltos al galope.
Al primero que vio fue a Ichigo, que entró a la cocina con una sonrisa que la hizo sonrojar. Él tenía razón, ella no sabía cómo verlo después de ver sus ojos oscuros mientras le hacía esas cosas con la boca; era una tortura.
— Buenos días, alteza, ¿durmió bien? — Preguntó sentándose a desayunar. Su padre entró a la cocina en ese momento y parecía molesto por alguna razón que Rukia atribuyó a la presencia de Ichigo allí.
— Dormí de maravilla, señorita Kuchiki. El aire en las montañas es increíble. — Ichigo tenía una sonrisa encantadora que la hacía sonrojar. Rukia saludó a su padre e Ichigo hizo lo mismo antes de que los sirvientes les sirvieran el desayuno.
Su padre se veía molesto y evitaba ver a Ichigo mientras desayunaban, Rukia tenía la impresión de que quizás su padre había notado algo extraño por la noche. No recordaba mucho de la noche anterior, y si pensaba en ello, solo podía recordar a Ichigo mirándola y acariciándola, así que no sabía si lo que hicieron se escuchó fuera de su habitación, pero la sola idea de que su padre lo supiera la avergonzaba en ese momento.
Desayunaron y prepararon cosas para el viaje; su tío no estaba en la granja, estaba en Maranni por el nacimiento del hijo de Byakuya, y su padre le había explicado que todos se iban a reunir allí para celebrar al bebé, incluso el hermano de Hisana estaba allí.
A Rukia le pareció que Koga amaba mucho a Hisana. A pesar de que Hisana había sido exiliada de su reino, Koga trataba de verla e incluso el padre de Hisana parecía estar al pendiente de ella, lo cual le parecía algo extraño y fuera de lo común. A veces Rukia pensaba demasiado en la situación de Hisana, la forma en que sus padres seguían intentando tener contacto con ella a pesar de estar exiliada, era sin duda una señal de que Hisana era amada por su familia. Rukia se preguntó si su hermano tendría un título si se hubiera quedado en Jetaiya con Hisana; tal vez Byakuya sería un príncipe consorte o algo así.
— Mi querida Rukia, ¿me harías el honor de acompañarme esta mañana? — Le preguntó Ichigo cuando un soldado se le acercó a ella con su caballo listo.
— Pensé que no me lo preguntarías. — Rukia sonrió al decir eso y ordenó que se llevaran su caballo. Ichigo la ayudó a subirse al caballo que iban a compartir e inmediatamente después, también se subió él. — ¿Crees que mi padre sospecha de lo de anoche? — Susurró cuando ambos estuvieron sentados sobre el caballo.
— No lo sospecha, lo sabe. Me estaba esperando en la puerta de la habitación cuando dejé la tuya. — Susurró Ichigo en su oído con una sonrisa traviesa, pero Rukia se sonrojó violentamente. — No te preocupes, le dije que si quería me casaría contigo cuando llegáramos a Maranni. Para mí, sería mejor, así podríamos dormir en el mismo dormitorio y no tendría que infiltrarme en el tuyo como un ladrón; pero él no quiso.
Esas palabras acentuaron el sonrojo en las mejillas de Rukia, era vergonzoso que su padre lo supiera pero estaba agradecida de que no le hubiera dicho nada en el desayuno o hubiera sido aún más vergonzoso. Su padre dio la orden de avanzar y toda la caravana empezó a moverse, iban adelante, y su padre iba en un caballo cerca de ellos, como si no quisiera perderlos de vista.
— Pareces un niño, vestida así. — Dijo Ichigo con una sonrisa divertida. Esta vez, Rukia estaba sentada frente a él, sintiendo el pecho de Ichigo en su espalda y una de sus manos sujetándola de la cintura en un gesto posesivo que a ella le encantó. — Pero tu olor a menta me dice que eres mi Rukia; te ves adorable vestida así. — Le dijo y besó su cuello haciendo que su piel se erizara por completo. Rukia se mordió el labio. — Cásate conmigo en la ciudad vecina, Rukia.
— No quiero pasar mi luna de miel entre conspiraciones, prefiero esperar un poco más; pero Kia no tiene problemas. — Dijo Rukia en un susurro divertido cuando estaba segura de que nadie les estaba prestando atención.
— A Kon le encanta la idea. — Ichigo volvió a besar su cuello haciéndola sonrojar.
— ¿Vas a decirme por qué estás aquí? — Preguntó Rukia, consciente de que aún tenían pendiente esa charla.
— Vamos a hablar de eso, pero nos adelantaremos un poco; Uryu irá tras nosotros cuidándonos. Haga lo que haga y diga lo que diga, no reacciones violentamente; no quiero morir por una caída del caballo. — Rukia notó la advertencia en ese comentario a pesar de que la voz de Ichigo sonaba divertida.
La reina le había dicho a Rukia que a veces quedarse callada y escuchar era la mejor arma de una mujer. "Nadie sospecharía de una mujer bonita, que guarda silencio ante las conversaciones de los hombres. Escucha y sonríe, presta atención a lo que dicen los hombres que a veces subestiman a las mujeres, y luego usa esa información para tener poder. El reino le pertenece a los hombres, pero los hombres son nuestros".
En la conversación que Ichigo tuvo con su padre el día anterior, ella se mantuvo callada. Ichigo le había dicho que pasaría unas vacaciones en Maranni, y a su padre que iría a Neikel por un rumor de bandidos. Rukia no era estúpida y no tuvo que pensar mucho para darse cuenta de que Ichigo le estaba mintiendo descaradamente; sabía que él había ido a hablar con ella por la noche, pero el deseo superaba su deseo de saber, e Ichigo no se había negado a responder a su pregunta inicial antes de que todo se desviara.
En ese momento, hablar mientras montaban a caballo era la única forma de tener una conversación privada.
— Antes de decirte cualquier cosa, quiero que leas algo. Anoche, cuando regresé a mi habitación, Kholtan había llegado con una presa; era una paloma negra. Dime si sabes quién escribió el mensaje. — Dijo Ichigo cuando ya estaban muy por delante, y le entregó un trozo de pergamino enrollado.
Rukia desdobló el papel y leyó el contenido. No fue difícil reconocer la letra de su padre, ni la firma al final de la nota; solo que ella no entendió la nota. No estaba escrito en código, eran solo un par de frases que, para ella, no tenían sentido: "El Comandante viene con nosotros, lárgate. Creo que el rey sospecha. SK".
Rukia se quedó en silencio por un momento, leyendo y releyendo esas oraciones, tratando de darle sentido a lo que estaba escrito y al hecho de que su padre lo había escrito. Se suponía que iban a ir a Maranni para celebrar al hijo de Byakuya, ¿por qué alguien debería irse de allí? ¿Qué sospechaba el rey? Su familia entera estaría en Maranni, y la familia de Hisana estaría, al menos Koga estaría. ¿Por qué la presencia de Ichigo debería cambiar algo? Era solo una reunión familiar e Ichigo era su prometido.
— Rukia, háblame. — La voz de Ichigo sonaba muy suave cerca de su oído pero ella no podía responder, su mente estaba trabajando muy rápido. Necesitaba más información porque no entendía lo que podía significar esa nota.
— ¿Por qué te envió el rey? — Preguntó pero no se atrevió a mirar a Ichigo, no quería ver la expresión su rostro; tenía miedo de ver algo que pudiera asustarla.
— Hay un rumor sobre Maranni. Se dice que en Maranni tu padre está reuniendo un ejército más grande del que dice que posee la ciudad, y se dice que en Maranni hay soldados extranjeros, de los cuales tu padre no ha notificado al rey. El rey me envió a Maranni para comprobar si esos rumores son ciertos.
— Por eso te apresuraste a alcanzarnos, ¿no? — Preguntó en voz baja, en el mismo tono de voz que Ichigo. Rukia tuvo la impresión de que Ichigo estaba luchando consigo mismo al decirle e eso. — ¿Por qué tú?
— Porque soy el Comandante del Reino. — Ichigo hizo una pausa. — Porque juré lealtad al reino y porque eres mi prometida.
Rukia tragó saliva. Ella estaba tratando de procesar lo que Ichigo le estaba diciendo, él estaba respondiendo a sus preguntas pero sentía que faltaba algo allí; Rukia volvió a leer la nota. Ichigo había llegado con muchas sospechas sobre su padre, había interceptado un mensaje sin siquiera cuestionar nada solo porque era un mensaje que alguien envió a medianoche y tenía que ser interceptado. ¿Qué le iba a decir Ichigo a su padre si el mensaje era personal? "Disculpe Lord Kuchiki, mi águila se comió su paloma mensajera". Eso era ridículo.
Nadie mandaba una paloma con un mensaje a medianoche si no había problemas, así se suponía que funcionaban las cosas. Rukia se dio cuenta de que no conocía al soldado dentro de Ichigo, y eso la asustó; recordó que él era más que un soldado, Ichigo era el comandante del reino, el que controlaba todo el poder militar después del rey. Ichigo, con una sola orden, podría comenzar una guerra. Ichigo era el hombre cuyas manos siempre estarían manchadas de sangre, tanto de personas culpables como inocentes; él era el hombre que haría lo que tenía que hacer para llegar a la verdad, fuera lo que fuera.
Ese era el tipo de hombre con el que ella se iba a casar. Un hombre despiadado, pero que con ella parecía no poder ser del todo malo; no si le estaba confiando la misión que el rey le había asignado.
Rukia intentaba recordar sobre su padre y su extraña actitud; no quería sospechar de él, no se sentía bien sospechar de él. La nota en su mano era extraña e Ichigo no se había enfrentado a su padre, pero todavía estaba con ellos en el camino hacia Maranni; él estaba esperando algo.
— ¿Quieres ver qué hay en Maranni? — Preguntó después de un largo silencio que solo fue roto por el sonido de los cascos del caballo. Tenía muchas más preguntas que hacer, pero no encontraba las palabras adecuadas para expresarlas; ella nunca imaginó que Ichigo estaría allí por un rumor. Los rumores no eran buenos, un rumor podía acabar con la vida de alguien si no se podía probar que eran palabras falsas.
— Por eso vamos a Maranni, porque quiero ver si lo que dicen es verdad o no. Si es falso, entonces con mis propias manos ejecutaré al Señor de Neikel por insultar a la familia de mi mujer.
— ¿Y si son reales? — Preguntó Rukia tragando saliva.
La voz de Ichigo sonaba enojada y determinada, pero no podía dejar de pensar en la actitud de su padre; en la negativa que le dio cuando ella quiso volver al castillo de Adelaar, en su enfado porque ella había elegido a Ichigo; en las palabras que le había dicho en la cena de compromiso de Kaien: "Si te digo que te vayas, te irás de aquí sin mirar atrás" .
Rukia sintió la frente de Ichigo apoyarse en su hombro por un momento que pareció eterno; era la lucha interna de un hombre a sus espaldas. Tragó saliva de nuevo porque no quería escuchar esa respuesta, porque ya la sabía y el que Ichigo la dijera solo sería la confirmación de lo inevitable.
— El rey preparará un ataque si es necesario; los hombres están entrenados para atacar tan pronto como se da la orden, y tu padre lo sabe. — Ichigo parecía estar sufriendo en ese momento. Rukia se sentía como él. — Rukia, dime que los rumores son eso, rumores. Dime que no hay soldados de otro reino en la Gran Casa, dime que tu padre no escribió esa nota.
Rukia quería decirle que solo eran rumores, pero en ese momento ella misma se cuestionó lo qué había estado haciendo su padre, porque realmente sí había soldados de otro reino en la Gran Casa, pero ella nunca los había visto como enemigos o como un peligro para el reino, ella solo los vio como la escolta de Koga. Rukia no respondió a las palabras de Ichigo.
— ¿Qué pasará con nosotros? Contigo y conmigo, quiero decir. — Preguntó Rukia. Se le quebró la voz, sintió que iba a llorar, sus ojos se llenaron de lágrimas y su corazón latía de manera dolorosa. Ichigo la agarró por la cintura, como si temiera que ella se alejara de él; como si temiera que la arrebataran de sus brazos.
— Tengo veinte días para volver al castillo, tienes que venir conmigo. Si no estás en Adelaar en veinte días, atacarán; tu ausencia significa que los rumores son reales, todo el mundo sabe que tu padre no te dejará volver al castillo si de verdad está planeando algo grande. — Rukia asintió ante las palabras de Ichigo. Veinte días, en realidad era menos si se restaban los días de viaje; todavía tenían tiempo suficiente para demostrar que los rumores eran falsos. — Incluso si los rumores no son reales, tienes que volver al castillo conmigo.
Rukia solo miraba a la carretera, sus dientes estaban apretados, evitando llorar o decir algo, porque sentía que realmente podía llorar, y al mismo tiempo estaba enojada; su mente generaba muchas dudas y preguntas. Lo que Ichigo le estaba diciendo era un rumor, un simple rumor, y eso la hacía cuestionar muchas cosas; no quería imaginar lo que el rey podría estar pensando en ese momento.
— En Maranni siempre ha habido muchos soldados, la última vez que estuve allí, había soldados entrenando a jóvenes reclutas. Los soldados de otro reino son de Jetaiya; la esposa de mi hermano es de Jetaiya, una princesa exiliada. — Dijo ella respirando con dificultad, al menos le diría lo que sabe, porque no quería que Ichigo malinterpretara lo que había en la Gran Casa.
Rukia no quería pensar que su padre estaba cometiendo traición, pero tenía miedo; el castigo por traición era la muerte. Ichigo simplemente la abrazó un poco más fuerte cuando ella dijo lo que podría encontrar en la Gran Casa.
— ¿Volverás a Adelaar conmigo? — Le preguntó Ichigo, pero ella no supo qué responder. — Vuelve como mi esposa, Rukia; porque si regresas como la hija de Lord Kuchiki, serás un rehén. Como mi esposa, podría sacarte del reino, enviarte a Vayalat; protegerte o destruir el reino si alguien intenta lastimarte.
— ¿Y qué pasará con mi familia? — Las palabras se agolparon en su garganta y no salieron.
Ichigo le estaba dando opciones a pesar de que ella sabía que no las tenía; desde que hicieron oficial su compromiso, sabía que los acuerdos la obligaban a la voluntad del reino y su padre lo permitió. Quizás ésa fuera la prueba de que los rumores eran falsos, pero sentía tan frágil ese pensamiento que no sabía si confiar en este o no, porque su padre le había dicho que si era necesario, tendría que huir de allí.
— Te probaré que esos rumores son falsos. — Prometió a pesar de que su voz temblaba, e Ichigo solo asintió y besó su cuello una vez más.
