Los Ojos del Ruiseñor
Capítulo 31: Maranni
Soujun envió un mensaje para advertirle a Byakuya y Koga de la inesperada unión del Comandante del Reino en el viaje, y oró a las Deidades para que Koga hubiera tomado la precaución de irse allí; había tantas cosas que podían salir mal y tantas vidas que podían estar en peligro solo por la presencia de aquél hombre, que Soujun tenía que hacer algo para evitar que los descubrieran.
Soujun había pasado años planeando todo, años hablando con el Rey de Jetaiya, años pensando en el mejor momento para atacar Avanta, y en ese momento Jetaiya ya tenía a los soldados listos, solo tenían que coordinar el ataque. Soujun no sabía cómo el Rey de Jetaiya se las había arreglado para conseguir tantos soldados, pero definitivamente los tenía; y solo el nacimiento del hijo de Byakuya retrasaba todo, porque Hisana aún no podía viajar y no iban a arriesgarse a que la princesa de Jetaiya y su hijo estuvieran en medio del campo de batalla.
Pero esa demora solo era una brecha en el tiempo, algo que no evitaría que se llevaran a cabo los eventos programados, como la boda de Rukia con el Comandante; Soujun sabía que Rukia se convertiría en la Princesa del Pueblo y que se convertiría en rehén del rey para evitar cualquier tipo de peligro proveniente de Maranni. La única oportunidad de sacar a su hija del castillo, y posiblemente del reino, era en ese momento; obligar a Rukia para quedarse en Maranni de alguna manera y luego enviarla con Hisana y el bebé a Jetaiya era su mejor plan hasta ese momento, pero no contaba con la presencia del Comandante.
La excusa del Comandante de ir a Neikel por culpa de unos bandidos era poco creíble; Soujun sabía que el Comandante estaba allí para algo más que ir a Neikel, y ciertamente dudaba que fuera por Rukia; pero enfrentarlo allí, en medio del viaje, era algo que él no iba a hacer porque a pesar de que superaban en número al Comandante, sabía que Rukia haría algo, tal vez algo muy estúpido por estar enamorada, y se iría con Ichigo.
La mejor manera de enfrentarse al Comandante era en la Gran Casa, donde él no podría huir con Rukia porque estarían rodeados y el Comandante sería un rehén, algo con lo que presionar al rey. La independencia de Maranni, las tierras circundantes y el regreso de la Corona de la Reina a cambio de un hijo; parecía un trato justo porque Soujun sabía que la Reina amaba a su hijo y haría todo lo posible por tenerlo de regreso a su lado.
Durante los siguientes días del viaje había vio a Rukia con el Comandante, no se separaban e incluso cabalgaron juntos hasta a los siguientes pueblos adelantándose a ellos; para cuando la caravana los alcanzaba, ellos estaban sentados a la orilla del camino hablando y riendo. Un par de veces los encontró besándose y eso le pareció incómodo, especialmente después de la conversación que tuvo con el Comandante cuando lo encontró saliendo del dormitorio de Rukia.
— Si quiere tener seguridad sobre el honor de tu hija, Lord Kuchiki, me casaré con ella al llegar a Maranni. Sepa usted que habría casado con ella desde que la vi, —pero mi posición como el Segundo Príncipe me obliga a esperar. — Le había dicho el Comandante antes de irse a su propia habitación.
Pero lo último que Soujun quería era que Rukia se casara con el Comandante. Soujun quería a su hija lejos del reino, no en el centro de todos los problemas.
La última noche del viaje, la anterior al día de llegada a Maranni, Soujun vio a Rukia y al Comandante discutir. Era algo que no esperaba ver pero ciertamente le gustaba, un corazón roto era más fácil de convencer; una forma de alejarla de Adelaar y enviarla a Jetaiya.
— ¡Me dijiste que ya no hablabas con ella! ¡Juraste que nunca la volverías a ver! — Reclamaba Rukia al Comandante. Soujun solo pudo ver como el Comandante se quedaba en silencio, soportando las demandas de Rukia. — Y ahora te encuentro escribiendo una nota para verla en Neikel.
— Kia, no es lo que piensas. — El Comandante se defendió pero no dijo más, trató de acercarse a Rukia pero ella se alejó.
— ¿No es lo que pienso? ¡No es lo que pienso! Te lo advierto, si vas a verla a Neikel, esto se acabó. Me importa un comino el arreglo del matrimonio, esto se acabó.
— Iré a Neikel, te guste o no, y tú serás mi esposa, te guste o no. — El Comandante tomó a Rukia del brazo y la amenazó, luego se escuchó un fuerte golpe.
Rukia se soltó del agarre del Comandante después de golpearlo y entró al carruaje cerrando la puerta de golpe. Eso era todo lo que Soujun necesitaba para asegurarse de poder sacar a Rukia del reino sin ningún problema. Soujun sabía que era cruel regocijarse por la tristeza de su hija, pero todo era por su seguridad, y esperaba que ella lo entendiera con el paso del tiempo. Soujun se acercó al Comandante, que todavía estaba de pie en el mismo lugar donde había discutido con Rukia, y notó la expresión de enojo en su rostro.
— Se lo dije una vez, y se lo volveré a repetir, no forzaré a mi hija a hacer algo que no quiere. — Soujun esperaba que el Comandante le dijera algo, pero el Comandante solo lo miró en silencio y se fue.
El resto de la noche fue tranquila, tanto como su preocupación por Rukia se lo permitió. Soujun sabía que amenazar al príncipe no era una buena idea, tal vez el príncipe realmente estaba viajando a Neikel para ver a su amante, y era mejor no mover nada y esperar a que las cosas siguieran su curso. Soujun trató de acercarse a Rukia y hablar con ella pero Rukia se lo impidió, no lo dejó entrar al carruaje y no salió a cenar.
Soujun tenía muchas ganas de golpear al Comandante, pero prefería que continuara el malentendido entre el Comandante y Rukia, y si eso impedía que el Comandante llegara a Maranni, era mucho mejor. Necesitaba a Rukia lejos del Comandante, y esa discusión le había facilitado las cosas.
Ichigo era un buen mentiroso y Rukia se dio cuenta cuando él se acercó a ella para despedirse esa mañana. Tenía que seguir molesta pero era algo difícil de hacer, podía ver la marca en su rostro por el golpe que le había dado; Rukia se había excedido y lo sabía, sin embargo hizo acopio de todo su autocontrol para mantenerse alejada de él y no disculparse por golpearlo tan fuerte. Rukia se sentía terrible por golpear a Ichigo y engañar a su padre, pero era la única forma de conseguir que Ichigo llegara a Maranni antes que ellos.
— Querida...
— No me digas "querida". — Respondió reuniendo toda la ira que pudo en ella; eso era difícil de hacer porque la mirada de Ichigo seguía haciéndole temblar las piernas.
— Kia... iré a Neikel, tengo que hacerlo, pero te aseguro que no es por lo que piensas. — Ichigo la estaba mirando sin ninguna emoción en sus ojos y eso la asustó un poco, porque podía ver realmente un vacío ahí. — Y cuando vuelva, aclararemos esto y nos casaremos.
— Si el soldado tiene que cumplir su misión, no puedo detenerlo. En Maranni tengo muchas cosas que hacer y mucha gente que ver. — Los ojos de Ichigo reaccionaron a esas palabras y Rukia sonrió internamente, casi podía ver la advertencia de Ichigo en su mirada. Ella le tendió la mano como despedida y porque quería sentir su toque de nuevo e Ichigo le dio un beso educado en la mano. — No tenga prisa por volver, soldado, que no tengo prisa por casarme; ya no.
Los ojos de Ichigo podían mentir tan bien como su boca, pero sus manos no; cuando Ichigo la tomó de la mano, Rukia pudo sentir la necesidad de tenerla con él; también podía sentir en él el miedo de lo que iba a pasar cuando todos llegaran a la Gran Casa. Era la primera vez que sentía las emociones de Ichigo con tanta claridad, quizás porque ambos estaban ansiosos; quizás porque ambos tenían miedo.
Rukia sabía que Ichigo tenía que llegar a la Gran Casa antes que ellos y tenía que ver con sus propios ojos lo que realmente estaba pasando en Maranni; ambos sabían que si él llegaba con la caravana quizás no obtendría el resultado que esperaba y Rukia le había dicho que ella le demostraría que esos rumores eran falsos. Esos rumores tenían que ser falsos. Rukia había comenzado a dudar de su padre, pero se obligó a creer que él no haría eso, no sin decirle lo que realmente estaba pasando; Rukia tenía la certeza de que su padre confiaría en ella si estuvieran haciendo algo grande o peligroso.
Ichigo se despidió del padre de Rukia, y Rukia notó que su padre todavía estaba molesto pero igualmente se despidió de Ichigo. Ella sabía que su padre no confiaba en Ichigo y no le resultó extraño que su padre enviara a dos soldados tras Ichigo y Uryu, todo bajo la excusa de ser una escolta para Ichigo para el camino y que, cuando los soldados llegaran a la Gran Casa, los mismos soldados notificarían a todos de su llegada y tendrían las cosas listas para su recepción.
Rukia sabía que todavía tenía mucho que aprender, pero había visto la desconfianza en los ojos de su padre y sabía que podía usarlo en su beneficio; ella estaba asustada por lo que le pudiera pasar a Ichigo. Rukia se reprendió a sí misma por eso, porque tenía que preocuparse por su familia; debería tener miedo de lo que Ichigo y el rey podrían hacerle a su familia, pero esos momentos de incertidumbre la hacían cuestionarse muchas cosas.
Si su familia estaba planeando algo grande y no la consideraban lo suficientemente valiente o inteligente, significaba que no confiaban en ella, y cuando Rukia llegó a esa conclusión sintió un dolor en el pecho que no podía explicar. No era estúpida, no era ingenua e Ichigo confiaba en ella, la reina confiaba en ella, pero su familia parecía no confiar en ella.
Y ese nuevo pensamiento fue doloroso.
— Rukia, no tienes que volver a Adelaar si no quieres; podría enviarte con algunos amigos en Jetaiya, incluso con la familia de Hisanna. — Su padre le había dicho antes de que empacaran todo antes de continuar el viaje a Maranni. Eso la desconcertó un poco, pero trató de mantener la compostura prometiéndole a su padre que lo pensaría. Lo pensaría, porque incluso esa sugerencia era para pensarse.
No detuvieron la caravana una vez que comenzaron el viaje, Rukia había estado pensando en lo que le dijo su padre, en no volver a Adelaar y en enviarla a Jetaiya con la familia de Hisana. Hisana era una exiliada, se suponía que lo era, pero esa frase seguía dando vueltas en la cabeza de Rukia y cuanto más pensaba en ello, más creía que le habían mentido sobre la esposa de su hermano. ¿Qué más le había ocultado su familia?
—
Rukia sabía que habían llegado a Maranni incluso antes de ver la ciudad, el aire allí era diferente, más puro que en Adelaar porque estaba en las montañas. No quería mirar por la ventana, se estaba poniendo cada vez más nerviosa y temía que su padre lo notara; con suerte, su padre pensaría que ella era así por su discusión con Ichigo, pero no quería arriesgarse, así que solo podía ver lo que permitía su posición junto a la ventana del carruaje.
Lo primero que vio Rukia al llegar a la Gran Casa y bajarse del carruaje fueron los estandartes de Jetaiya que ondeaban con el viento de la tarde en un carruaje que ella conocía muy bien, era el carruaje de Koga, el hermano de Hisana. Koga nunca viajaba solo, por lo que seguramente su escolta debe haberse dividido entre la ciudad y la Gran Casa.
Lo segundo que vio Rukia fue a su padre bajándose del caballo apresuradamente, como si tuviera miedo de algo; Rukia sintió que su padre no esperaba que Koga estuviera allí. Sabía que su padre había enviado un mensaje para que alguien abandonara la Gran Casa, y el único extranjero allí era Koga. Ese mensaje no había llegado, y Rukia intuía que por eso su padre había reaccionado de esa manera.
Lo tercero que vio Rukia allí fue la presencia de cuatro hombres extraños que estaban agrupados jugando con dagas que arrojaban al tronco de un árbol tratando de dar en la marca que habían pintado en la madera. Ella nunca los había visto, ellos tenían tatuajes, su piel estaba bronceada por el sol y parecía que llevaban una especie de armadura, aunque no estaba segura de eso porque era solo una placa de metal que cubría su pecho sobre su corazón.
— ¡Rukia! ¡Regresaste! — La voz de Yuki hizo que dejara de ver a esos hombres extraños. — ¡Te has perdido mucho! Tengo que contarte todo lo que ha pasado desde que te fuiste a la Capital.
Rukia se dejó llevar por Yuki, que hablaba sin parar, y entraron a la casa no sin antes dar una última mirada a esos hombres que se divertían tirando cuchillos a un árbol.
— Yuki, ¿Quiénes son esos hombres? Parecen bandidos. — Dijo Rukia interrumpiendo el monólogo de su amiga sobre lo hermoso que era el hijo de Hisana.
— Son mercenarios. — Yuki dijo eso en un susurro, como si temiera que alguien la escuchara. — Escuché al príncipe Koga decir que eran mercenarios. Se autodenominan "la compañía de Tirnoq" pero no son muchos, son solo esos cuatro hombres. Todos afirman ser el líder y han estado aquí desde que llegó el príncipe Koga; ellos vinieron con él.
Rukia solo dijo un pequeño "ah" y siguió caminando con Yuki dirigiéndose hacia el lugar donde estaba su madre. Había mercenarios en la Gran Casa y habían llegado con el Príncipe Koga, eso le dio un mal presentimiento y todo en lo que podía pensar era en Ichigo, deseando que él estuviera bien haciendo lo que fuera que él estaba haciendo.
Rukia no estaba acostumbrada a la presencia de soldados en la Gran Casa, especialmente porque eran soldados de Jetaiya. Ella sabía que la Gran Casa, antes de la Caída, se llamaba Palacio de Jade, y era donde vivían los reyes de antaño, por lo que la presencia de soldados en esos viejos tiempos no era un problema, pero en ese momento parecía incómodo.
Hisana vivía en una zona realmente grande, en la parte oriental de la Gran Casa que había sido preparado para que vivieran Byakuya e Hisana; la Gran Casa era tan grande como el castillo de Adelaar y en cierto modo, la presencia de los soldados le recordaba al castillo.
— Me gustaría ver a Lady Kuchiki. — Dijo Rukia cortésmente a los soldados que custodiaban la puerta principal a la entrada de la habitación de Hisana. Aquello era ridículo, Rukia estaba en su propia casa pero entendía que debía respetar a la esposa de su hermano porque ella sería la futura Señora de Maranni.
Los guardias se movieron y la dejaron entrar en la habitación abriendo la puerta para ella. Hisana estaba inclinada sobre la cuna donde dormía su pequeño hijo; Rukia había visto al bebé el día que llegó y era idéntico a Byakuya, era como ver a su hermano en pequeño, solo la forma de los ojos del bebé le recordaba que Hisana estaba presente en ese niño.
Habían pasado cinco días desde que ella y su padre habían llegado a la Gran Casa, y solo quedaban al rededor de diez días para hacer lo que ella e Ichigo tenían que hacer; su padre aún no sabía que el rey la quería en Adelaar o la iban a atacar Maranni y cada día que pasaba sentía que su ansiedad aumentaba. Rukia todavía no sabía nada sobre Ichigo pero veía a Kholtan volar sobre la Gran Casa por las tardes, lo que significaba que Ichigo estaba allí, y aunque sabía cómo enviar un mensaje con el águila, no se atrevía a hacerlo.
Rukia había aprovechado los días en la Gran Casa, espiando siempre detrás de las puertas o paredes para lograr escuchar algo de lo que hablaban su padre, su hermano y Koga, y lo que había logrado oír y ver no le gustaba; de hecho la asustaba porque cada vez tenía más miedo de lo que pudiera pasar, pero su padre parecía tranquilo sabiendo que Ichigo no estaba allí. Rukia sabía que Ichigo no la iba a dejar sola, confiaba en él, y sabía que si era necesario llamaría al águila para que Ichigo la sacara de allí y fueran a Adelaar.
— ¡Rukia! — Hisana la llamó feliz, con el pequeño heredero en brazos. — No esperaba verte tan temprano.
— Quería estar contigo. — Dijo Rukia tratando de ocultar los nervios. — ¿Puedo sostener al bebé? — Preguntó Rukia acercándose a Hisana. Lo que iba a hacer podría no resultar del todo bien y aún así tenía que hacerlo; Rukia sabía que era bajo y vil, pero también sabía que quizás si solo preguntaba no le iban a decir nada.
Hisana sonrió y le entregó a Rukia el bebé con cuidado; el bebé realmente se parecía a Byakuya y eso la hacía sentir feliz porque sabía lo mucho que significaba para su hermano tener un hijo. Rukia caminó con cuidado, sosteniendo al bebé en sus brazos mientras él extendía sus pequeñas manos tratando de agarrar su cabello, alejándose de Hisana de manera sutil. El hijo de Byakuya tenía poco más de un mes, solo dormía y comía, pero no lloraba; Rukia pensó que el bebé se parecía demasiado a Byakuya.
La primera vez que Rukia sostuvo al bebé de Hisana, Rukia recordó ese sueño en el que había matado al hijo de Kaien e inmediatamente le devolvió el bebé a Hisana. Rukia tuvo que repetirse a sí misma muchas veces que aquello solo había sido un sueño, pero el bebé de Hisana se sentía como el bebé de la pesadilla y aquello la perturbó por un momento. Rukia debería aprender a calmarse, o no podría vivir en paz cada vez que cargara a un bebé; y ella lo sabía.
— Es un pequeño príncipe, ¿no es así, Hisana? — Preguntó Rukia con una sonrisa sin ver a su cuñada, acariciando la mejilla del pequeño bebé con un dedo.
— Así es, él es un pequeño príncipe. — Confirmó Hisana.
Rukia no miraba a Hisana, Rukia solo miraba al bebé y le hacía pequeñas caricias mientras el bebé trataba de agarrar el cabello de Rukia con sus manitas. Hisana estaba sentada en una silla, viéndola jugar con el bebé.
— ¿Es por eso que los guardias están aquí? Para protegerlo, ¿no es así? — Preguntó Rukia de nuevo pero no esperó la respuesta de Hisana. — Eres un pequeño príncipe, alguien a quien hay que proteger, ¿no?
El bebé era demasiado pequeño para reír, pero sonreía de una manera encantadora. Rukia miró a Hisana que caminaba hacia ella y el bebé, así que se alejó de Hisana y comenzó a caminar con el bebé por la habitación. Rukia pudo ver en Hisana algo de temor.
— ¿Serás un rey? — Preguntó Rukia al bebé con una sonrisa. — Serás un rey muy poderoso, pero ¿serás el rey de Jetaiya, Avanta o Maranni?
— Maranni no es un reino. — La voz de Hisana sonaba nerviosa.
Y en ese momento Rukia se detuvo y miró a Hisana con una sonrisa en los labios. Rukia vio la sorpresa en los ojos de Hisana, pero Hisana no respondió a las preguntas de Rukia, sino que se acercó a ella con los brazos extendidos para que Rukia le devolviera el bebé. Rukia se apartó un poco de ella y vio terror en los ojos de Hisana, pero fue solo por un segundo antes de que Rukia le regresara el bebé a Hisana.
— ¿Por qué haces esas preguntas? — Hisana abrazaba a su hijo como si temiera que Rukia se lo llevara.
Rukia no estaba al tanto de la imagen que proyectaba, no se había dado cuenta de que ella no era la misma chica que se había ido de allí a principios de año; estar con la reina la había cambiado, estar comprometida con Ichigo la había cambiado, y el poder que tendría con su matrimonio la había cambiado.
— Curiosidad. Cuando ese niño crezca será el señor de Maranni, Byakuya será el Consejero de Paz, y tu próximo hijo o hija será enviado a la capital para cumplir con los Acuerdos de la Caída, tal como lo haré yo. — Rukia se apoyó en el marco de una ventana mirando el paisaje lejano, el silencio en la habitación era pesado y sabía que ese era el momento porque había visto el miedo en Hisana y tenía que apostar al miedo porque sentía que era lo único que le quedaba en ese momento. — Sé lo que planean, sé que van a atacar, pero no sé por qué. Incluso sé que no eres una princesa exiliada como todo el mundo dice, así que será mejor que me digas qué está pasando porque estoy cansada de espiar a todo el mundo para averiguar qué está pasando y no quiero tener que hacer "cosas" para obtener las respuestas.
Rukia miró al bebé al decir aquella última oración, era una amenaza silenciosa e Hisana solo abrazó al bebé con más fuerza. Rukia no estaba mintiendo, estaba usando la información que Ichigo le dio y retorciéndola junto con lo que había visto en la Gran Casa; ella había planeado cuidadosamente esa reunión con Hisana, sabiendo que su madre estaría fuera de la casa ese día y que podría pasar tiempo a solas con Hisana.
— ¿Qué "cosas"? — Preguntó Hisana temerosa y Rukia solo sonrió.
— Solo "cosas". — Rukia levantó los hombros restándole importancia a la amenaza. — ¿Las quieres averiguar?
Hisana se alejo de Rukia y no soltó a su bebé. Rukia agradeció a las Deidades y a la Reina que sus manos ya no sudaran cuando se ponía nerviosa, pero no podía evitar que su corazón se acelerara hasta el punto de dificultar el control de su respiración. Rukia vio la expresión de culpa en los ojos de Hisana e Hisana miró hacia otro lado avergonzada. Rukia se acercó a ella e Hisana reaccionó de manera instintiva protegiendo a su bebé.
— Ahora dime qué está pasando y por qué mi padre quiere enviarme a Jetaiya contigo y con el bebé.
Rukia no quería perder la esperanza de que los rumores fueran falsos, pero lo que Hisana le dijo era todo lo que necesitaba para saber que estaba equivocada.
La Gran Casa estaba frente a él y era tan grande que se podía ver incluso desde el camino que conducía al pueblo; Ichigo sabía que esa casa había sido el hogar de reyes y reinas de antaño, y del cual estaba seguro, tenían la intención de hacerlo el hogar de reyes y reinas en el futuro.
Uryu estaba a su lado, en su propio caballo, ambos hombres estaban en silencio porque sabían que cuando entraran allí se estarían entregando a los enemigos del reino. Ichigo sabía que su padre lo había enviado porque él era el Comandante, pero también sabía que podría convertirse en rehén del Consejero si descubrían por qué estaba allí, y eso era exactamente lo que iba a suceder; Ichigo sería un rehén.
Rukia no le había mentido cuando le dijo lo que podría encontrar en la Gran Casa, había soldados Jetaiya en Maranni. Ichigo los había visto con sus armaduras amarillas y negras en la ciudad; eran pocos pero estaban ahí y eso era preocupante.
— Su Alteza Real, el Príncipe Ichigo. — Habló Uryu haciendo la presentación adecuada cuando Ichigo se bajó del caballo. Los soldados de Maranni y Jetaiya los habían rodeado a su llegada porque evidentemente no los estaban esperando.
Ichigo pudo ver la sorpresa en los soldados frente a él, ellos eran soldados del Concejal Kuchiki porque los soldados de Jetaiya no relajaron su postura. Era fácil reconocer a los soldados Jetaiya, su armadura amarilla y negra los hacía fáciles de distinguir; Los soldados de Maranni vestían la clásica armadura azul y negra de Avanta, pero con una adición en verde, un grabado de un árbol en el pecho de la armadura recordando el antiguo reino al que pertenecían.
— Quiero hablar con el concejal Kuchiki. — Pidió con calma mientras los soldados de Jetaiya lo miraban sin bajar las armas y los soldados de Maranni no sabían qué hacer. — Ahora.
— Sí, sí, alteza. — Uno de los jóvenes soldados de Maranni habló haciéndole una reverencia y salió corriendo hacia dentro de la Gran Casa. Ichigo se quedó allí parado, con los soldados extranjeros apuntándole con espadas cortas.
Ichigo sabía que la conmoción de su llegada no pasaría desapercibida, se suponía que él no estaría allí pero no había más tiempo, tenía que ser ese día si quería llegar a Adelaar a tiempo y si quería sacar a Rukia de ahí. Simplemente podría haber regresado al castillo cuando tenía todas las certezas en la mano, pero no tenía la intención de dejar a Rukia allí, no iba a darse el lujo de perderla.
— Su Alteza, sígame. — Dijo el mismo soldado que había ido a entregar el mensaje unos momentos antes, el chico parecía asustado y cansado por correr para entregar el mensaje. — Pero sin armas, por favor.
— Muy bien. — Ichigo ni siquiera se resistió a hacer lo que le pidió el chico; Uryu hizo lo mismo y entregaron sus armas a los soldados que los esperaban. Ichigo sabía que su ausencia en Adelaar también sería un mensaje, uno para atacar.
Ichigo caminaba detrás del soldado, al lado de Uryu quien estaba observando todo, buscando las salidas del lugar y la forma de moverse si tenían que salir apresuradamente. El soldado se detuvo frente a una puerta, que también estaba custodiada por un par de soldados, uno de cada reino, e Ichigo sabía que el Concejal no estaría solo en esa oficina. Los soldados abrieron la puerta pero no dejaron pasar a Uryu, e Ichigo solo asintió con la cabeza a su amigo, como una forma de decirle que todo iba a estar bien y que debía seguir el plan que habían trazado; Ichigo sabía que su amigo no moriría tan fácilmente, y él tampoco.
Dentro de la oficina privada del Señor de Maranni estaba el Concejal de pie a la derecha de Ichigo y apoyado en su escritorio; había un hombre con una mirada demasiado seria de pie junto a una chimenea frente a Ichigo; y otro hombre que parecía indiferente pero que había negado con una sonrisa furtiva, que estaba apoyado contra la pared junto a una ventana a la izquierda de Ichigo. El silencio en ese lugar era tan denso que podría cortarlo con un cuchillo. La puerta de la oficina se cerró a sus espaldas.
— Tu misión en Neikel, ¿tuvo éxito? — Preguntó el Consejero sin apartar los ojos de Ichigo. La voz del hombre rompió el silencio pero no la tensión en el lugar.
— Sí, mi misión tuvo éxito; por eso estoy aquí. — Habló Ichigo mirando a los tres hombres en esa habitación. — Parece que su misión también tuvo éxito, Concejal.
— Por eso está aquí, alteza, y no en la cárcel. — La situación era demasiado tensa, pero Ichigo sabía que había estado en peores situaciones y había sobrevivido. El Concejal volvió a hablar. — He estado pensando mucho en los eventos últimamente, y debo ser honesto con usted, Alteza, no consentiré que se case con mi hija.
— Asumiré que es porque se la has prometido a Koga, ¿no? Sus dos hijos casados con los herederos de Jetaiya, un buen movimiento que el rey seguramente felicitará. — Ichigo vio la sorpresa en los ojos del Concejal pero nada más, el hombre tenía una expresión pétrea. Ichigo relajó su postura, ese brillo de sorpresa en los ojos del Consejero era lo que necesitaba para saber que tenía la información correcta. — También asumiré que atacarán el reino cuando la princesa de Jetaiya pueda viajar de regreso a su casa, para no tener que poner en peligro su vida y la de su hijo, ¿no?
Ichigo miró a los hombres mientras hablaba, el hombre de rostro serio que se parecía al concejal apretó los puños, ese hombre debería ser el hermano de Rukia; por lo tanto, el hombre que sonrió debería ser Koga, Ichigo no lo había reconocido al entrar.
— Veo que está bien informado, Su Alteza, pero lamentablemente su información no sirve de nada; no le permitiremos salir de la Gran Casa o notificar al rey de esto.
— ¿Seré tu invitado? — Preguntó Ichigo levantando una ceja con curiosidad mientras hacía esa pregunta.
— Será nuestro prisionero. — El Consejero corrigió lo que dijo Ichigo sin apartar los ojos de él.
Ichigo hizo una mueca de sorpresa pero escondiendo una leve sonrisa; eso le pareció entretenido. El peligro de muerte inminente le gustaba, le gustaba la sensación de adrenalina que corría por sus venas en ese momento. Ichigo solía quejarse del abismo en el que estaba atrapado, pero no podía quedarse en la oscuridad tanto tiempo sin aprender a disfrutarlo. Ichigo sabía que si quería podía matar a los tres hombres allí y tal vez nadie se daría cuenta; quizás enfrentarse a Koga sería un poco difícil porque ambos habían estado con los mercenarios y tenían la misma técnica de lucha, pero estaba seguro que matarlo no sería tan problemático.
— ¿Qué le hace pensar que no le he advertido al rey de esto? He estado en Maranni mucho antes de que llegara, Concejal, y he visto, he oído y he comprobado que los rumores son ciertos. ¿Qué le hace pensar que no le advertí al rey antes de venir aquí?
— Sabemos que no ha notificado al rey, porque su escolta todavía está con usted.
Ichigo asintió lentamente y dio un paso hacia el Consejero; ese simple movimiento hizo que Byakuya y Koga también dieran un paso, como si tuvieran miedo de que le hiciera algo al Consejero. Hubo un ruido afuera pero era demasiado suave para que los otros hombres en esa habitación lo escucharan.
— ¿Rukia sabe lo que va a pasar? — Preguntó con calma, sin dejar de mirar a la Concejal a los ojos, ignorando a los demás en esa oficina. — ¿O simplemente le dirá que se va a casar con otra persona porque va a atacar a Avanta?
— Mi hermana ha sido clara sobre su relación, ella misma pidió irse a Jetaiya. — La voz de Byakuya sonó detrás de él.
— ¿En verdad? — Ichigo se veía divertido pero no dijo nada más, solo miró a Byakuya.
— ¿Alguna vez te han dicho que eres un manipulador, Ichigo? — Preguntó Koga mirando a Ichigo con una leve sonrisa. Ichigo dejó de ver a Byakuya para mirar a Koga.
— Un par de veces, pero nada que haya sido declarado cierto todavía. — Ichigo hizo un gesto indiferente con los hombros. — No hay cómo demostrarlo.
— ¿Qué está pasando aquí? — La voz confusa del Concejal llamó la atención de Koga e Ichigo.
— La dulce e inocente Rukia les tendió una trampa y no se dieron cuenta. Esa chica es buena mintiendo; ella dijo lo que querían escuchar y estaba ganando tiempo porque seguramente ella sabía que Ichigo estaba aquí. Ella sabía de los rumores, ¿no? — Koga miró al Concejal y luego a Ichigo quien solo asintió.
— Ella lo sabía. Me dijo que me probaría que los rumores no eran ciertos y concibió un plan para que yo pudiera venir y verificar que todo era mentira, porque confiaba en la inocencia de su familia. — Aclaró Ichigo mirando al Concejal. — Ella creía que era mentira, que eran solo rumores, pero evidentemente no lo era.
— Estuviste aquí desde antes de que llegara el Concejal, pero los únicos que llegaron fueron un par de soldados, lo sé porque yo estaba allí cuando llegaron y advirtieron que el Concejal llegaba por la tarde. ¿Eran esos hombres tuyos?
— Reemplazamos a los soldados del Consejero con un par de tipos que querían ganar algunas monedas extra antes de llegar a Maranni. Sus soldados eran buenos luchando, pero no fue difícil deshacerte de ellos. Así es como hemos obtenido la información necesaria, así como de los mercenarios que estaban por aquí.
— ¡Tú! ¡Te atreviste a meter a mi hija en todo esto! — El Concejal salió de su momento de estupefacción por lo que Ichigo estaba diciendo y se acercó a él acortando la distancia entre ambos antes de agarrar a Ichigo por el cuello de su camisa. Ichigo solo lo miró sin mostrar ninguna emoción; una actitud visceral podía estropearlo todo, aunque quería golpear al Consejero por atreverse a tocarlo.
— ¡Alguien tenía que hacerlo porque aparentemente nadie aquí tiene el sentido común para advertir a uno de los involucrados! — Ichigo se deshizo del agarre del Consejero con fuerza y lo empujó un poco; Koga no se acercó y Byakuya solo estaba esperando una orden de su padre para llamar a los guardias. — Rukia ya no es una niña, ella es perfectamente capaz de decidir qué está bien y qué está mal, qué es bueno y qué es malo. Rukia no es un objeto con el que puedas comerciar, no sin antes decirle lo que está pasando y darle la opción de aceptar o no lo que le ofreces. Concejal, usted no conoce a su propia hija.
— Mi hija ya no es tu problema, estarás preso y el ataque a Avanta es un hecho. Tu reino va a caer.
El Consejero estaba a punto de llamar a los guardias pero Ichigo chasqueó la lengua llamando la atención de todos. Ichigo tenía una sonrisa en su rostro, y el Concejal solo lo miró sin entender ese gesto.
— ¿Cuántos días hay de Adelaar a Maranni? ¿Cuántos días hay de Maranni a Verihan? ¿Pueden ir y venir en menos de dos semanas para defender Maranni y atacar Adelaar? Si pueden hacer eso, les dejaré hacer lo que quieran con el reino, destruirlo, quemarlo hasta los cimientos; solo deja que mi madre y mis hermanas salgan de Avanta.
— ¿Qué quieres decir con dos semanas? — Preguntó Byakuya con incredulidad ante esa revelación. — ¿Y por qué nos "dejarías" conquistar el reino?
— Tengo que estar en Adelaar en 6 días, si no estoy en ese tiempo, el rey enviará un ataque porque asumirá que me han secuestrado y que los rumores de que Maranni quiere independizarse son ciertos. — Ichigo hizo una pausa. — El reino debería ser mío pero si no puedo tenerlo, entonces no me interesa tenerlo. Ustedes quieren destruirlo y me gustaría saber la razón de un hombre para derribar un reino.
Ichigo había dicho todo lo que tenía la intención de decir en ese momento, parecía que el Concejal y su hijo aún estaban entendiendo lo que había sucedido, e Ichigo no les diría a menos que preguntaran; sin embargo, Ichigo realmente quería saber por qué querían atacar el reino.
— Tu padre asesinó a mi hermana, ella estaba embarazada y él la mató para que su trono no estuviera en peligro; por eso quiero que pague por lo que hizo. — Ichigo arqueó una ceja ante la confesión. Ichigo sabía que si decía algo sería algo cruel, porque todos sabían cuál era el castigo para los príncipes que desafiaban las reglas, así que esperó a que el Consejero dijera algo más. — También quiero liberar a mi familia de la presión del reino, de los malditos Acuerdos de la Caída, y de tener que enviar a un niño como rehén con la promesa de ser príncipe o princesa.
— Rukia también quiere lo mismo, ella no quiere que haya acuerdos matrimoniales, pero no quiere matar a mi padre; además, matar al rey o conquistar el reino no traerá de vuelta a su hermana.
— ¡Pero me aseguraré de que él sufra lo mismo!
— ¿Quieres ver sufrir al rey? Mata a Kaien. — Ichigo se quedó en su lugar mirando al Consejero que no esperaba tal respuesta. — Si Kaien muere, matarás al rey con dolor porque el rey ama a Kaien más que a sus otros hijos. Si matas a Kaien, te aseguro independencia, libertad y la ruptura de los Acuerdos de la Caída, sin más derramamiento de sangre que la de Kaien.
— ¿Qué? ¡Cómo te atreves! — Dijo Byakuya enojado ante esa sugerencia. Ichigo lo ignoró.
— Acepte mi oferta Concejal o ponga en peligro a toda su familia por un tonto ataque. Tiene hasta la noche para pensarlo porque me iré en la mañana y lo haré con Rukia; ella es mi mujer y no dejaré que se quede aquí si ella no quiere.
— ¿Crees que lo permitiré? — Preguntó el Consejero y trató de agarrar a Ichigo por la camisa pero Ichigo esquivó el intento de agarrarlo.
— Ella debe regresar a Adelaar conmigo, pero recuerde una cosa, si no regreso a Adelaar con Rukia en los próximos 6 días, Maranni va a caer, y yo personalmente lideraré el ataque. — Ichigo fue hacia la puerta y la abrió; allí estaba Rukia, su expresión tan neutral que parecía una estatua de piedra.
— Rukia… — Susurró Byakuya.
Rukia entró en la habitación e Ichigo se hizo a un lado para dejarla entrar por completo; afuera los guardias yacían en el piso, probablemente inconscientes, y Uryu se encargó de cerrar la puerta para darles privacidad.
— Padre. — Fue lo primero que dijo Rukia e Ichigo sintió que la ira fluía en esa palabra. — Solo haré una pregunta. ¿Por qué?
Ichigo estaba detrás de Rukia, apoyándola pero sin tocarla, tenía la impresión de que ella lo golpearía si la tocaba. Byakuya y Koga estaban allí, completamente serios; el Concejal tenía una expresión de total desconcierto. Rukia había escuchado la conversación detrás de la puerta, Ichigo se había asegurado de eso.
— No lo entenderías. — Logró decir la Concejal y se acercó a Rukia tomándola de las manos. — Quería protegerte, eres mi única hija. No quería que tuvieras la misma suerte que mi hermana, quería que fueras libre y feliz.
— Pero aun así me enviaste a la Corte de la Reina sin decirme qué estaba pasando realmente, sin decirme lo qué iba a pasar realmente. Me comprometiste con alguien a quien solo vi una vez en mi vida sin decírmelo y me dejaste creer que tenía una oportunidad en otra parte. ¿No te importa cómo me siento? ¿No confías en mi? — Habló Rukia con dificultad, con un leve temblor en su voz, era ese tono de voz impregnado de decepción.
— Rukia, esto es todo para que puedas...
— ¿Para que yo pueda qué, padre? ¿Para que yo pueda ser feliz? ¿Para que yo pueda vivir lo que mi tía, a quien no conozco, no pudo vivir? ¿Para que yo pueda qué, padre? Porque no creo que todo se trate de mí. — Dijo soltando las manos de su padre. — Cuando Ichigo me contó lo que estaba pasando, dije "mi padre no puede hacer eso, mi padre es un hombre honorable", pero mi padre me mantuvo en la ignorancia. ¿Pensaste que iba a decirle a alguien lo que iba a pasar?
— Rukia, no le hables así a nuestro padre. — Byakuya puso su mano sobre el hombro de Rukia pero ella inmediatamente se la quitó.
— Seré joven, pero no estúpida. — Los ojos de Byakuya se agrandaron por la forma en que Rukia habló.
— Hagan lo que quieran, ataquen si quieren, tengan su venganza si quieren, pero mañana me iré con Ichigo.
— ¡Serás rehén del rey! — El Consejero no podía creer lo que decía su hija.
— ¡Seré lo que tenga que ser! Allá arriba hay un niño inocente que no sabe de venganzas, ni conspiraciones, ni mentiras.
— Rukia, me estás faltando el respeto. Mide tus palabras, señorita. — El Consejero estaba molesto e Ichigo supo que era hora de hablar.
— Concejal, le pido que modere sus palabras. — Ichigo habló con una sonrisa, poniendo una mano en el hombro de Rukia; ella no lo apartó. — Después de todo, Rukia es una princesa y le debe el respeto que le otorga el título.
Chan... chan... chan...
