Los Ojos del Ruiseñor
Capítulo 32: Ankh
Primavera / año x492 - junio
El ankh. El ojo, la magia, el poder, la sombra, el dominio total sobre todo; la bendición de guerra con la que nacieron todos los descendientes de la primera mujer de Vayalat, la que consolidó el reino junto con sus siete hijos. Cada uno de ellos con tanto poder por ser el primero que el mundo estaba a sus pies.
Nadie sabía cómo había obtenido esa mujer aquél poder y nadie sabía qué había hecho para controlarlo, pero lo cierto era que sus hijos eran poderosos; cada uno era de un padre diferente, cada uno era el hijo de un guerrero fuerte de ese continente o de algún otro. Vayalat y sus hijos aprendieron por las malas que el poder, más el poder que era desconocido, asusta a la gente. La gente era supersticiosa, temerosa, voluble.
Después de que Vayalat vio a varios de sus hijos morir por la ignorancia y el miedo de la gente que gobernaban, se decidió que era mejor mantener ese regalo oculto y relegarlo a ser una simple historia. Los hijos de Vayalat eran poderosos, pero eran humanos, eran frágiles y morían como cualquier otra persona.
El poder se concentró en la familia reinante, en las armas de guerra que fabricaban, en los asesinos que los Karanq entrenaban, en las ofrendas a la Sombra que ellos realizaban cada tanto tiempo. Cada hombre y mujer nacidos en la realeza de Vayalat podía rastrear su linaje hasta la primera mujer, hasta la madre de todos, y con cada nueva generación, el poder solo tendía a hacerse más grande.
Cada hijo e hija de Vayalat elegían cómo usar el ankh, pero todos sin duda lo usaban, descendían de guerreros cuyo amor por la guerra era envidiable e incluso las mujeres eran amantes de la batalla; ellas moldeaban a sus maridos porque era una vergüenza casarse con alguien que no era digno de ser el padre de la siguiente generación.
Pero el ankh era un mito, un cuento de hadas, un secreto a voces, algo que había que esconder y que pocos sabían.
Los rumores eran ciertos, su padre tenía la intención de atacar el reino y en ese momento ella entendía por qué: todo era la suma de las ofensas que el reino le había hecho a su familia. Rukia entendió la situación que su padre planteaba lo mejor que pudo, sabía que el rey no iba a soltar a Maranni tan fácilmente y la rebelión era un hecho inminente.
Rukia seguía pensando en lo diferente que habría sido todo si su padre hubiera confiado en ella, tal vez hubiera apoyado más activamente el plan de su padre o tal vez hubiera aprendido muchas cosas en el castillo que podrían servir a su padre en vez de estar renegando de no querer estar ahí, quizás se habría vuelto la inamorata de Kaien si era necerario con tal de obtener información, y tal vez no se hubiera enamorado de Ichigo. Ese último pensamiento la hizo sentir miserable, porque no podía imaginar su vida sin él y solo de imaginar que Kaien siquiera la tocara le producía una sensación desagradable.
Rukia soltó un suspiro y miró hacia el bosque desde su ventana, la oscuridad se extendía gradualmente sobre las montañas y la noche sería inminente en cualquier momento; sabía que no debía lamentarse por las cosas que se habían hecho y era mejor esperar por la respuesta de su padre antes de decidir hacer algo. El rey iba a atacar a Maranni si ella no estaba en Adelaar y sabía que Ichigo se vería obligado a llevar al ejército a la victoria, estuviera o no encerrado; ella lo había visto entrenar a los soldados para ser letales y precisos, esos soldados se iban a abrir paso entre todo lo que tuvieran enfrente y sería una masacre.
Huir no era una opción viable, no podía dejar a su familia, y traicionarlos tampoco era una opción, no podía sacrificar sus vidas por su propia felicidad aunque eso la hiciera sufrir; todo debía ser por un bien mayor. La rabia que sentía era igualada por el miedo que la recorría cada vez que pensaba en el futuro tan aterrador que podía suceder.
Dejó de pensar en todo eso cuando alguien llamó a la puerta, en ese momento Rukia se dio cuenta de que su habitación estaba casi a oscuras, así se levantó y encendió un par de velas mientras alguien volvía a llamar a la puerta; cuando se sintió lista para enfrentar el mundo, abrió la puerta.
— Rukia, debemos hablar. — Su padre estaba parado frente a ella y Rukia se hizo a un lado para dejarlo pasar.
— ¿Hay algo más que deba saber, padre? — Preguntó en tono neutro, casi resignada. Rukia ya no sabía qué más esperar de su padre, ya no sabía qué más esperar de toda esa situación.
— ¿Existe alguna posibilidad de que rompas tu compromiso con el Comandante y viajes a Jetaiya con Hisana, el bebé y tu madre? — Rukia cerró los ojos al escuchar a su padre hacer esa pregunta.
— ¿Pondrás en peligro la vida de un bebé recién nacido? — Respondió Rukia con una pregunta. Hacer eso no los llevaría a ninguna parte y ella lo sabía, pero la pregunta de su padre la había molestado. — No hay compromiso que romper, porque Ichigo y yo no estamos comprometidos. Nos casamos en el templo de Orlen, cuando estábamos delante de la caravana. Entonces la respuesta a tu pregunta, padre, es no.
— ¿Cómo te atreves? ¿Te obligó, no es así? Te obligó para que te casaras con él en secreto, ¿no es así? — Su padre estaba furioso. Rukia lo estaba mirando y las reacciones de su padre dolieron. Él le había dicho que esas decisiones eran suyas y le causaba cierto dolor que su padre reacionara así; él en verdad la había prometido con Koga, como si fuera un objeto más dentro de sus planes.
— Él no me obligó, él me lo propuso y yo acepté. Dijiste que sería mi decisión, padre ¿lo recuerdas? — Su voz se quebró un poco pero no iba a llorar a pesar de que en ese momento se sentía pequeña e indefensa; Rukia se dio cuenta de que nunca tendría la opción de elegir.
— Te divorciarás e irás a Jetaiya. Todo está listo, saldrás por la mañana con tu madre y el príncipe Koga. — Ordenó su padre. Rukia dio un paso atrás dandose cuenta de que esa pregunta inicial solo era para probar su dispición de seguir el plan.
— No padre, no lo haré. — Rukia sintió que le temblaban las manos por los nervios, el desamparo, la ira y el miedo.
— ¡Lo harás! ¡y lo harás ahora! — Su padre la tomó con fuerza del brazo y la condujo así por los pasillos.
—
Koga entró en la habitación de Hisana después de esa plática en la oficina de Soujun. Lo primero que hizo Koga cuando vio a Ichigo entrar a la oficina fue sonreír, pero no había sido una sonrisa feliz sino una sonrisa de derrota. Koga conocía a Ichigo, lo conocía desde que Ichigo tenía 13 años y lo conocía porque ambos estuvieron en la batalla de la Isla Trinidad cuando Cikram había intentado recuperar el control de la isla. Cuando Koga vio a Ichigo en la noche de la batalla, él realmente lo asustó porque lo que Koga había visto esa noche todavía no podía clasificarlo como realidad o alucinación.
Koga nunca pensó que el segundo príncipe de Avanta fuera Ichigo. El nombre del hombre con el que Rukia estaba comprometida nunca fue mencionado, nunca se le ocurrió preguntar el nombre porque era irrelevante para él y él nunca hubiera adivinado que Ichigo estaba allí. Kisuke había presentado a Ichigo como su heredero y Koga había interpretado que eso significaba que Ichigo iba a heredar el trono de Vayalat.
— Koga, ¿Qué pasó? — Hisana se acercó a él, ella estaba nerviosa y Koga se dio cuenta. Su hermana había estado así desde el día que Rukia habló con ella en privado, e Hisana negaba a decirle lo que había sucedido para que ella estuviera así de nerviosa. — Cuando fui a visitar a mi suegra, ella parecía estresada pero no me dijo la razón y parecía que había llegado alguien, pero no supe quién fue.
Koga sabía que Byakuya no le mentiría a Hisana, todos estaban tan involucrados en esa rebelión que era ridículo guardar secretos el uno del otro en ese momento, pero parecía que la suegra de Hisana estaba empezando a guardar secretos. Koga se acercó a Hisana y la llevó a sentarse en una silla lejos de la cuna donde dormía el bebé para no despertarlo con la charla, él no podía ocultarle su estado de ánimo a su hermana; Koga estaba realmente tenso.
— Soujun encerró al Segundo Príncipe de Avanta en las prisiones subterráneas. — Koga dijo eso, pero se sorprendió de que Hisana sonriera, como si eso la hiciera feliz. Koga no pudo entender ese gesto. — No sonrías Hisana, esto no es bueno.
— ¿Por qué? — Preguntó Hisana; su dulce voz hacía que su ira pareciera peor. Hisana era una princesa, hija de la concubina principal del rey, incluso tenía un linaje mejor que Koga y eso la hacía peligrosa. — Es el prometido de Rukia, seguramente lo usarán para hacer un trato con el rey de Avanta, en el mejor de los casos, él muere y tú puedes casarte con Rukia. La haces tu concubina principal y todo estará bien.
Koga miró a su hermana, ella no entendía la situación aunque la idea de esperar a que Ichigo muriera para tener a Rukia era tentadora. Sin embargo, lo que Koga había visto en esa oficina, la forma en que Rukia se movía, la forma en que ella hablaba y la forma en que Ichigo estaba parado detrás de ella, le aseguraba a Koga que Rukia sería una buena reina. La Rukia que vio en ese momento ni siquiera era la sombra de la Rukia que había conocido a principios de año, no era la chica que rescató del Sacerdote acosador; esa Rukia era una mujer que tenía poder.
Koga había llamado a Ichigo "manipulador" en esa reunión pero la escena en la que Ichigo puso su mano sobre el hombro de Rukia, como si estuviera tratando de calmar un huracán con un toque, fue completamente diferente a "manipular". Ichigo y Rukia eran iguales, solo que nadie se había dado cuenta, y Koga sospechaba que ni siquiera Rukia se había dado cuenta. Lo que sea que Rukia hubiera estado haciendo en Adelaar, la estaba haciendo cambiar; Rukia tenía la actitud que debería tener una reina, solo tenían que guiarla y ella tendría el mundo a sus pies.
Durante el corto tiempo que Koga estuvo con Ichigo en la Isla Trinidad se dio cuenta de una cosa, Ichigo en verdad era un manipulador, y no sabía si era porque Ichigo usaba el ankh o era algo natural en él. Vayalat era el reino más fuerte en esa parte del continente no solo por sus soldados, ellos usaban el ankh y nadie lo sabía más allá de sus aliados; Koga dudaba que los mercenarios supieran del ankh cuando Ichigo se les unió a petición de Kisuke. Vayalat era el único reino con magia y se decía que los otros reinos habían tenido un poder similar en el pasado, pero no había constancia de ello y Koga sospechaba que lo decían solo para mejorar sus propios linajes.
— El problema es que el hombre encerrado en el calabozo no está encerrado porque Soujun lo ha hecho su prisionero, Ichigo está encerrado porque quiere estarlo. Si hubiera sabido que él pertenecía a Avanta habría convencido a mi padre de usar otro método de ataque y no llamar a los mercenarios. — Koga se levantó de su asiento y miró a su hermana quien arqueó las cejas en un gesto de no entender lo que estaba diciendo. — Escucha, ese hombre es peligroso.
— ¡Por las Deidades, Koga! Es solo un hombre, y ahora es un hombre encerrado. — Hisana se levantó de su asiento, estaba molesta por la forma en que Koga se refería a Ichigo. — Le tienes miedo, ¿no es así? Le tienes miedo a Ichigo.
Los ojos de Koga se agrandaron y dio un paso atrás ante el avance acusatorio de Hisana. Tenía que admitirlo, temía de lo que Ichigo era capaz y lo que haría mientras estuviera encerrado; Soujun no conocía a Ichigo, nadie lo conocía realmente.
— Por supuesto que le tengo miedo, y si tú fueras inteligente también le tendrías miedo. — Koga miró a Hisana con los ojos entrecerrados antes de mirar al bebé en la cuna, estaba oscureciendo y las sombras comenzaban a invadir la habitación. — Enciende las velas alrededor de la cuna de tu hijo, no dejes que ninguna sombra lo toque.
Hisana solo miró a su hermano sin entender lo que quería decir, pero estaba oscureciendo y tenía que hacerlo, así que no se demoró y encendió las velas alrededor de la cuna de su pequeño hijo y futuro rey de Maranni; cuando ella terminó de hacerlo se acercó a Koga, que estaba bebiendo un vaso del licor que solía tener Byakuya en la habitación, y lo miró exigiendo una explicación a todo lo que estaba diciendo.
— Conozco a Ichigo desde que él tenía 13 años, y decir "lo conozco" es tomarme muchas atribuciones; el único que creo que realmente lo conoce es su tío y quizás el Rey de Vayalat. Ni siquiera sabía que él no era de Vayalat, simplemente lo asumí y obviamente me equivoqué. Ichigo fue catalogado como un niño prodigio por su tío, pero nunca dijo el por qué hasta que estuvimos en la batalla de la Isla Trinidad.
— Esa batalla fue hace casi 5 años, Koga. — La voz de Hisana sonaba molesta, como si Koga le estuviera haciendo perder el tiempo.
— Y fue la batalla más corta de la historia en la isla. Los mercenarios estaban atacando a los soldados de Cikram que intentaban recuperar el control de la isla, y nosotros nos dirigimos a la costa continental de Cikram para atacar directamente el reino y dirigirnos a la capital; la idea de Kisuke era conquistar Cikram para darles una lección. Ichigo estaba con nosotros, él era un niño pero si lo veías a los ojos podías perderte en un abismo; él no sonreía, hablaba lo necesario y solo asentía con la cabeza cuando se le daba una orden. Dudo que alguna vez sintiera miedo en ese momento; Ichigo no parecía humano. — Koga puso el vaso vacío sobre la mesa donde estaba la botella de licor. — Sabíamos que el rey de Cikram lideraba el ataque desde una tienda de campaña en la costa y la orden que se le dio a Ichigo fue que debía ir al campamento y matar al rey.
— Y me vas a decir que un niño de 13 años entró en la carpa de un rey, que seguramente estaba custodiada por muchos soldados, y lo mató. — Dijo Hisana con ironía, pero Koga solo asintió haciendo que la sonrisa de Hisana se desvaneciera.
— No solo eso, nadie sabe lo que realmente pasó, sino que Ichigo llegó con la cabeza del rey en una mano, una espada ensangrentada en la otra y una expresión tan neutra que dudé que él sintiera algo en ese momento. Los soldados que custodiaban la tienda y varios más también estaban muertos; así que tenemos que asumir que ahora Ichigo está encerrado porque quiere estarlo. — Koga vio la expresión de Hisana, era una mezcla de rabia y alguna otra emoción que él no podía descifrar. — Mañana te irás con tu hijo a Jetaiya, así lo ha dicho Byakuya. Maranni caerá en menos de dos semanas, así que preparas tus cosas, posiblemente te quedes viuda en poco tiempo y no permitas que las sombras toquen a tu hijo o también te quedarás sin hijo.
— Pero qué diablos estás… — empezó a hablar Hisana pero Koga levantó la mano para que no siguiera hablando. Koga salió de la habitación dejándola con su hijo, él no quería decir esa última frase pero tenía que hacerlo.
Koga realmente evitó decirle a Hisana lo que en verdad sucedió esa noche. Evitó decirle que vio cómo Ichigo, con la ayuda de Kisuke, hacía algo tan increíble que todavía dudaba que fuera real, pero en ese momento el miedo que sintió fue real. Quizás había sido una ilusión, nadie sabía cómo funcionaba el ankh excepto los portadores de esa magia, pero lo que hicieron seguramente fue suficiente para matar a los soldados o forzarlos a atacarse entre sí. Koga incluso podía recordar la sonrisa de Ichigo antes de realizar esa misión; él era aterrador.
Se detuvo en el pasillo, estaba pensando en ir a hablar con Ichigo pero vio a Soujun arrastrando a Rukia a la fuerza a través de la entrada de las prisiones subterráneas. Ichigo tenía poder, eso era algo de lo que Koga estaba muy seguro, y cualquier cosa que Soujun le hiciera a Rukia, Ichigo lo haría pagar por ello de una forma u otra. Koga había visto a Ichigo sonreír en la reunión en la oficina de Soujun y esa sonrisa le recordó esa noche en las costas de Cikram.
—
Las personas que los vieron no hicieron nada, simplemente se quedaron en silencio viendo a Rukia tratar de soltarse del agarre de su padre. Rukia no lo entendía, nada de eso tenía sentido, ¿por qué ella? ¿Por qué su padre la trataba así? En ese momento, Rukia sintió que era un peón más en la guerra que aún no había comenzado.
Su padre la condujo por los pasillos hasta las prisiones subterráneas de la Gran Casa, al reconocer el lugar a dónde iban Rukia sintió un nudo en el estómago y no pudo evitar que las lágrimas corrieran por sus mejillas. Rukia le rogó a su padre que la soltara, le estaba lastimando el brazo con el agarre pero su padre no estaba escuchando. Rukia tenía miedo, un miedo que hasta ese momento no había sentido en su vida porque su padre nunca la había tratado así.
Se detuvieron frente a las rejas de una prisión que estaba oscura, completamente oscura, y lo primero que vio Rukia cuando uno de los soldados encendió una antorcha cercana fueron un par de ojos amarillos que brillaban con la luz de la antorcha. Fue algo muy rápido pero definitivamente sabía lo que había visto, esos ojos no eran humanos, eran como los ojos de águila de Ichigo; esos eran los ojos de Kholtan.
— Rukia… — La voz de Ichigo sonaba calmada, pero Rukia sabía que él no lo estaba; nadie podía estarlo dentro de una prisión. Rukia notó un gruñido muy suave proveniente de la garganta de Ichigo, como si él fuera una bestia salvaje encerrada.
— Di las palabras Rukia, libérate de un hombre muerto. — Dijo su padre sin apartar los ojos de Ichigo.
— Puedes tenerme encerrado aquí, puedes evitar que lidere el ataque a Maranni y puedes enviar a Rukia a Jetaiya, pero te aseguro Soujun Kuchiki, que si continúas con tu estúpida idea, Maranni caerá. Tú, mejor que nadie, sabes que Vayalat se unirá a la batalla y no sabes a qué juego estás jugando. — Dijo Ichigo agarrándose a las rejas en la puerta de la prisión en donde estaba encerrado.
Rukia miró a Ichigo, quien parecía haber sido golpeado y cuya ropa estaba manchada de sangre seca.
— ¡Cállate, o di las palabras tú mismo! — Demandó Soujun con voz firme acercando a Rukia a las rejas dejandola frente a Ichigo.
Rukia miró a Ichigo con miedo pero él solo estaba mirando a su padre, como si quisiera saltar sobre él y golpearlo hasta matarlo. Ichigo suavizó su mirada al verla a ella y metió una mano entre las barras con la palma hacia arriba, esperando que ella le diera la mano. Rukia se negó porque no quería hacerlo pero su padre la obligó a poner su mano sobre la de Ichigo de forma violenta.
— Ichigo, no lo hagas. No quiero hacerlo. — La voz de Rukia se estaba quebrando y sus lágrimas corrían por sus mejillas. Ichigo solo la estaba mirando con infinita ternura a pesar de estar encerrado y en esa situación.
— Sabes que mi voluntad es tuya, mi amor. Será sólo momentáneo, nos casaremos en Adelaar, en una gran fiesta, te lo juro por la Sombra, pero ahora debemos hacer esto. No vas a deshacerte de mí tan fácilmente. — Rukia sintió el agarre de la mano de Ichigo, pero a diferencia de la última vez, esta vez se sintió tranquila, segura y fuerte, así que Rukia asintió y esperó a que Ichigo volviera a hablar. — Me divorcio de ti, me divorcio de ti, me divorcio de ti.
Ichigo dijo esa frase tres veces, una para cada Deidad, y Rukia no pudo resistir más, de un momento a otro cayó inconsciente y fue sostenida por los brazos de su padre.
— Te envidio, desearía que dos príncipes estuvieran interesados en mí así como lo están en ti. — Había dicho Yuki mientras terminaba de empacar las cosas de Rukia en un baúl para el viaje del día siguiente. — Aquí solo serás la Princesa del Pueblo, allí serás la reina de un reino, claro que tendrías que compartir a tu marido con sus concubinas, pero tú serías la reina.
— ¡Suficiente! — Dijo Rukia sintiendo que no podía soportar más esa plática. Le dolía la cabeza y todo lo que necesitaba era silencio para poder pensar correctamente.
Yuki no había dejado de hablar desde que Rukia se despertó del desmayo que Ichigo le causó. Rukia estaba segura de que él era el responsable de ese desmayo, porque cuando le tocó la mano sintió como si él la estuviera vaciando por completo. Rukia le haría muchas preguntas a Ichigo cuando todo terminara.
— Rukia… — Yuki solo miró a Rukia con los ojos muy abiertos por la forma en que había gritado. Rukia nunca le había hablado así a Yuki y la expresión de su amiga la habría hecho disculparse, pero en ese momento estaba tan enojada que no lo hizo.
— ¡Si tanto quieres ser reina, ve y dile a mi padre que cambias tu lugar conmigo y que a mi me deja en paz! — Rukia se levantó de la cama, de donde aún estaba sentada, y se dirigió a la ventana de su habitación; ella jugaba inconscientemente con su anillo de compromiso, necesitaba paz. — No me interesa ser la reina de ningún lado, solo quiero que esto termine; lo que sea que esté pasando, solo quiero que termine.
La oscuridad de la noche cubría la Gran Casa y Rukia podía ver las antorchas iluminando el patio y varios otros lugares; era tarde y el movimiento de la gente no se detenía. Así era el preludio de la catástrofe, con gente yendo y viniendo, con cosas y preparativos para sobrevivir; Rukia sabía que eso era todo, que lo que iba a pasar era real.
Yuki dejó de doblar la ropa y se quedó con una prenda en la mano, Rukia solo miraba por la ventana y Yuki dejó caer la ropa con molestia sobre la otra ropa que estaba dentro del baúl. Yuki estaba completamente enojada y se acercó a Rukia hablándole como nunca antes.
— Tú siempre lo has tenido todo, tu padre es el Concejero de la Paz y tú estabas destinada a ser una princesa. Si mi padre hubiera nacido antes que el tuyo, yo sería la princesa y no me negaría a ir con Koga y ser una de sus esposas para ayudar a mi familia a tener la independencia de las tierras. Tú eres egoísta, no quieres ayudar a nuestra familia, tú solo quieres estar con el hombre que está encerrado en la prisión. Siempre deseando lo que no es para ti, siempre anhelando lo que no puedes tener. Estabas destinada a casarte con el segundo príncipe y no quisiste, y ahora que no te vas a casar con él, resulta que si quieres casarte con él. Rukia, ¿alguna vez piensas en lo que haces o dices?
— Vaya, finalmente dices lo que piensas. — Dijo Rukia con amargura pero sin moverse de su lugar junto a la ventana. No había dejado de mirar a Yuki ni de jugar con su anillo de compromiso. Rukia nunca hubiera pensado que esas palabras realmente saldrían de Yuki.
— Yo nací primero que tú, se suponía que tú no debías nacer, que tu madre no tendría más hijos y que me enviarían a mi al castillo, pero tú tenías que nacer. — Yuki miró a Rukia con enojo. — ¡Y ahora todo este problema es culpa tuya!
— ¡Sal! ¡Sal de aquí! — Dijo Rukia sintiendo una ira que nunca antes había sentido. Rukia dio un paso hacia Yuki y puso un dedo en su pecho de forma amenazadora. — Sal de aquí y prepara tus cosas, porque Maranni va a caer, te lo juro por las Deidades, Maranni va a caer y yo me aseguraré de que no sobrevivas ni un día más de lo necesario si te quedas aquí. — Rukia señaló la puerta con el brazo completamente extendido, había sido un movimiento rápido y Yuki había dado un paso atrás por reflejo.
— ¡Vete a la mierda! Te mereces lo que te pase. — Yuki salió de la habitación dando un portazo.
Rukia soltó un grito de completa frustración y arrojó el baúl con su ropa al suelo en un ataque de ira. Todos en esa casa sabían lo que iba a pasar y nunca se lo dijeron, y ahora Yuki le estaba diciendo que toda su existencia era innecesaria porque seguramente Yuki había sido criada para ser la espía perfecta para su padre. Rukia estaba tan enojada y todo había iniciado con la falta de confianza de su padre. Rukia podría haber aceptado ese plan si su padre se lo hubiera dicho antes de ir a Adelaar, pero no lo hizo y ahora todos estaban en peligro de morir.
¿Cómo podía volver a confiar en su familia?
Rukia se sentía traicionada pero aun así quería ir a Adelaar, mentirle al rey y fingir que todo lo que había sucedido en Maranni era mentira; quería darle tiempo a su familia para hacer lo que tenían que hacer porque entendía por qué querían darle independencia a Maranni, y lo entendía porque era lo mismo que ella quería, lo mismo que le había prometido Ichigo en el cementerio aquella noche: deshacerse de Los Acuerdos de la Caída. Ichigo le había dicho que la iba a proteger, que podía sacarla del reino, y estaba segura de que escuchó a Ichigo decirle a su padre que matar a Kaien era una buena opción si quería vengarse del rey.
Rukia sabía que si Kaien moría, Ichigo se convertiría inmediatamente en el heredero y ella, estando casada con él, sería la reina. Rukia no dudaba de la promesa de Ichigo, confiaba en él porque si comenzaba a desconfiar de todos se volvería loca; en ese momento no sabía qué era peor, si ir a Jetaiya y cumplir con lo que su familia había planeado para ella dejando que la guerra comenzara, o pensar que era una buena idea que su padre matara a Kaien, pero definitivamente tenía que hacer algo, porque por la mañana su destino sería inevitable.
Con paso decidido se acercó a la puerta y trató de abrirla, no pudo; alguien la había encerrado en su habitación y seguramente fue por orden de su padre. Rukia sentía que el mundo se le venía encima, no sabía qué hacer, todo era demasiado para ella; sentía que estaba al borde del colapso mental y se llevó las manos a la cabeza tratando de aliviar el dolor, que se había agrandado desde que Yuki había dejado la habitación.
"Iré por ti. Nos vamos de aquí."
Rukia abrió los ojos al escuchar esa frase, por un momento pensó que Ichigo estaba con ella en la habitación pero no lo estaba, estaba sola y su anillo de compromiso se sentía diferente; parecía que su anillo estaba vivo, a falta de otra palabra para definirlo, el anillo estaba vivo.
—
Ichigo todavía estaba sentado en un rincón completamente oscuro en la mazmorra, estaba meditando en silencio, estableciendo la conexión con Kholtan que estaba volando sobre el cielo nocturno en ese momento; el ankh los unía y los dividía, un solo ser en dos cuerpos, dos seres compartiendo el mismo cuerpo.
El ankh le permitía ver lo que estaba viendo Kholtan en ese momento y pudo ver el movimiento de hombres en la Gran Casa, los carruajes que se preparaban para partir y todo lo demás. Soujun iba a huir, seguramente a Jetaiya pero eso era inútil, si huían no podrían regresar a Avanta, no recuperarían Maranni y nada de lo que habían hecho tendría sentido, sien embargo aún tendrían que cumplir con los acuerdos que habían hecho con Jetaiya.
Ichigo podía escapar de la prisión si quería, eso era fácil, pero estando encerrado era más fácil para él ver el alcance de las cosas, darle a Soujun esa ilusión de control y ver sus verdaderas intenciones. Ichigo iba a matar a Soujun con sus propias manos, de eso estaba seguro, así como que Rukia lo odiaría de por vida si mataba a ese hombre, pero era un precio que podía pagar.
Kholtan voló y salió de los terrenos de la Gran Casa, todo estaba oscuro pero una pequeña fogata llamó su atención y descendió hasta el punto de poder ver que Uryu y Renji estaban allí. Ichigo estaba mentalmente agradecido de que Renji no se hubiera quedado en el castillo y fuera a buscarlos; luego le preguntaría a Renji por qué lo hizo pero en ese momento se alegraba de verlo allí porque posiblemente lo necesitaría para salir de Maranni.
Kholtan descendió hasta donde estaban Uryu y Renji, y se paró en el suelo, Ichigo miró a sus amigos a través de los ojos de Kholtan y si pudiera hablar, les agradecería por estar allí. Sus amigos habían estado discutiendo sobre si ir a buscarlo al castillo o esperar un poco más; Uryu insistía en esperar y Renji insistía en ir inmediatamente y sacarlo de allí.
— Te dije que él está bien, Kholtan está aquí. — Dijo Uryu, y le entregó un trozo de carne al águila.
Ichigo rompió la conexión con Kholtan y estaba de nuevo en la mazmorra. Se levantó del suelo y se sacudió la ropa que estaba sucia, con sangre de los soldados que había matado cuando Soujun lo emboscó antes de encerrarlo en ese lugar, también había recibido un par de golpes pero no fueron nada comparados con los golpes de los soldados sobrevivientes. Ichigo sentía el ankh correr por sus venas, lo que iba a hacer en ese momento solo lo había hecho con la ayuda de su tío y usar el ankh de esa manera requería un gran control que él aún no tenía.
— ¡Oye! — Llamó Ichigo a uno de los guardias que lo custodiaban.
La luz de las antorchas iluminó sus ojos e Ichigo pudo ver el miedo en la expresión del guardia cuando los vio brillar, eso era una consecuencia de hacer la conexión con el águila de esa manera, pero era todo lo que necesitaba para llamar la atención del soldado.
— ¿Qué quieres? — Dijo el soldado mirándolo con desconfianza y miedo.
El único error de ese soldado fue mirar a Ichigo a los ojos, porque era todo lo que Ichigo necesitaba para tener dominio sobre ese soldado y salir de allí. Ichigo no sabía cuánto tiempo duraría su control pero sabía que sería suficiente para salir de allí y llegar a Rukia, así que no perdió el tiempo y con la ayuda del soldado abandonó la prisión.
Era de madrugada, de eso estaba seguro por el silencio en la Casa Grande, incluso se podían escuchar los pasos de los soldados que iban y venían entre las rondas del lugar. Ichigo se movía con las sombras de una manera casi inhumana, de la misma manera que lo había hecho cuando se infiltró en el campamento del rey de Cikram acompañado de los perros del infierno de su tío; Ichigo todavía no podía invocarlos por su cuenta.
Ichigo mató a todos los hombres que se cruzaron en su camino y el soldado que lo acompañaba escondió los cadáveres para que no fueran descubiertos tan rápido. El ankh solía cobrar un alto precio por usarlo e Ichigo esperaba que el momento de pagar fuera cuando estuvieran fuera de la Gran Casa o iba a tener problemas; su tío le había advertido sobre eso y por lo que no lo usaba más allá de la conexión con Kholtan. El ankh lo estaba guiando y no fue difícil para él encontrar la habitación de Rukia, el anillo que ella llevaba lo llamaba en ese momento y supuso que Rukia debía sentir el cambio en su anillo; ella debía sentir que el anillo estaba vivo.
La habitación de Rukia no tenía soldados vigilando la puerta, Ichigo supuso que pensaban que ella no escaparía y era fácil para él abrir la puerta de una patada rompiendo la cerradura; el ruido seguramente atraería a la gente, así que tenía que ser rápido. La habitación estaba iluminada y Rukia estaba sentada en un escritorio con una vela encendida haciendo algo que él no podía ver.
— Estoy lista, salgamos de aquí. — Rukia se levantó del escritorio e Ichigo vio que vestía ropa de montar y botas. — Le dejé una carta a mi padre; el resto es decisión suya, yo ya tomé la mía.
— Mis hombres nos esperan en el camino. Saldremos de aquí antes de que los guardias se den cuenta. — Prometió y tomó la mano de Rukia para salir corriendo de allí.
Ichigo no pensaba soltar la mano de Rukia, no le daría al destino la oportunidad de separarlos en ese escape. Ninguno de los dos dijo nada más, corrieron silenciosamente seguidos por el soldado que todavía estaba bajo el control de Ichigo, y justo antes de salir de la Gran Casa por la puerta de la cocina, Ichigo vio a Koga parado allí, evitando la salida y sosteniendo una vela encendida.
— Mátalo. — Susurró Rukia; y el soldado se enfrentó a Koga quien no dejó caer la vela en ningún momento.
—
Uryu estaba exhausto, esa noche era demasiado larga y sabía que no debía dormirse porque Ichigo no se quedaría encerrado en esa prisión; lo más probable es que Ichigo escapara de esa prisión por la noche mientras todos dormían. Renji estaba entretenido con Kholtan, también estaba esperando que sucediera algo, solo eran ellos dos porque la caravana de cosas de Ichigo estaba estacionada a las afueras de la ciudad de Maranni, fuera de la vista de todos.
El mayor problema que iban a enfrentar era que tenían que atravesar la ciudad, pasar por dos puertas y salir de allí; Uryu sabía que inevitablemente debían matar a los guardias que custodiaban las puertas pero le preocupaba que esta vez no fueran tan rápidos como cuando se infiltraron en Verasi.
— Alguien viene. — Dijo Renji levantándose del suelo y Kholtan levantó el vuelo.
Renji y Uryu se escondieron entre los árboles a los lados del camino pero dejaron el fuego encendido, cada uno con un arco en la mano, listos para matar si era necesario. Ichigo apareció montando a caballo con Rukia protegida por su cuerpo; Ichigo parecía agitado y agotado.
— ¡Vámonos! — Gritó Ichigo y una flecha pasó volando por su brazo, hiriéndolo. — ¡Ahora!
Eso alertó a Renji y Uryu quienes inmediatamente subieron a sus caballos para irse; en la distancia podían escuchar gritos y sonidos de cascos de caballos que se acercaban para detenerlos.
— ¿Qué pasó? — Preguntó Renji entre gritos mientras avanzaban por el camino. Las antorchas que custodiaban la entrada a la ciudad de Maranni se podían ver brillar en la distancia.
— Mi cuñado se enojó. — Dijo Ichigo con ironía, pero no detuvo al caballo. — Maten todo lo que se mueva, me ocuparé de que pasemos por esa ciudad.
Uryu notó que la voz de Ichigo sonaba cansada, como si estuviera reuniendo toda su energía y voluntad para resistir lo que estaba sucediendo esa noche. Uryu no sabía cómo Ichigo los llevaría a través de la ciudad pero confiaba en él, tenía que hacerlo porque era la única esperanza de salir vivo de allí.
Gracias a todos los que leen y comentan.
También disculpen los errores, los iré corrigiendo poco a poco, es un error por hacer la traducción. Disculpas nuevamente.
