Los Ojos del Ruiseñor


Capitulo 33: Red


Verano / año x492 - junio

— No tengas miedo, yo te protejo. — Le susurró Ichigo a Rukia. Ella solo asintió a sus palabra y lo abrazó. La había sentado en el caballo de tal manera que su cuerpo la cubría completamente; Rukia era pequeña, era fácil de cubrir.

Byakuya estaba detrás de ellos, persiguiéndolos con varios soldados a caballo, y había ordenado a los hombres que estaban con él que dispararan flechas en la oscuridad; lanzar las flechas así era peligroso, podría lastimar a Rukia. Ichigo maldijo a Byakuya por aquello, Byakuya podía lastimar a su propia hermana. La familia de Rukia realmente quería evitar que se la llevara y le dijera al rey lo que estaba sucediendo allí; tanto es así que lastimar a Rukia se había convertido en una opción si eso los detenía. Con cada acción que tomaban contra él, contra Rukia, Ichigo agregaba una tortura más a sus muertes.

En ese momento no le importaba que fueran la familia de Rukia, definitivamente los haría pagar por aquello.

Ichigo todavía recordaba lo que Soujun le había dicho innumerables veces: "No forzaré a mi hija a hacer algo que no quiera"; pero el hombre la había obligado a hacer algo que ella no quería, la había obligado a romper el matrimonio falso que habían inventado para intentar protegerla de algún modo; pero evidentemente no había funcionado. Ichigo había apostado por las palabras del Concejal y en ese momento descubrió que las palabras de aquél hombre no tenían honor alguno.

Ichigo entendía el resentimiento que tenía el padre de Rukia contra el rey, porque era algo similar a lo que él sentía, porque era algo que él haría si alguien le hiciera lo mismo a sus hermanas; Ichigo le había dado a Soujun una opción, pero el hombre no la había aceptado e Ichigo no podía hacer nada para cambiarlo, solo proteger a Rukia de la tormenta que la familia de ella estaba por desatar. Todo podría haber sido diferente si el padre de Rukia hubiera aceptado, tal vez podrían ser aliados pero eso no sucedió; cada quien tenía sus propios planes.

El ankh estaba drenando su energía con cada segundo que pasaba pero Ichigo sabía que tenía que aguantar, al menos hasta que salieran de la ciudad, así que solo abrazó con fuerza a Rukia y la desmayó de la misma manera que había hecho antes en la prisión; él sabía que Rukia estaba protegida por el anillo de su abuela y que ella estaría bien. Si él moría esa noche, al menos Rukia no lo vería morir.

Ichigo abrazó a Rukia con fuerza y las puertas de Maranni se abrieron con un golpe y un estruendo que alarmó a todos; Ichigo y sus amigos atravesaron la ciudad tan rápido como los caballos lo permitían. Los guardias que cuidaban las puertas tardaron un poco en comprender lo que pasaba, tal vez eran segundos, pero eran los suficientes para darle ventaja a Ichigo y sus amigos; cuando Byakuya dio la orden de detenerlos, Ichigo abrió las puertas de salida de la misma manera a como habían entrado: con un estruendo.

El ankh se volvía más fuerte por la noche, con las sombras que los rodeaban; por eso Ichigo había podido hacerlo pero le había costado casi toda la energía que tenía. Las puertas de la ciudad se cerraron tras ellos y se oyeron los gritos de los soldados; no eran gritos de sorpresa o enojo por el hecho de que se cerraran las puertas, eran gritos de terror. Ichigo estaba agradecido de que Rukia todavía estuviera inconsciente porque Byakuya probablemente estaría entre esos hombres que gritaban, y esos hombres no iban a sobrevivir. El ankh era una bendición de la guerra y la guerra se alimentaba de sangre.

Llegaron hasta donde estaba el carruaje que tenía las cosas de Ichigo, las puertas de la ciudad estaban cerradas, pero aunque las lograra abrir, la masacre los habría detenido y eso les daba la ventaja definitiva. Renji y Uryu se bajaron cada uno de los caballos, que estaban cansados y parecía que no podrían dar un paso más, solo para ayudar a Ichigo y Rukia a bajar del caballo en donde ellos estaban.

— Tenemos que irnos, no podemos quedarnos aquí mucho tiempo. — Dijo Ichigo mirando a Rukia dormida en los brazos de Uryu. — No nos perseguirán, espero que no... — La frase quedó inconclusa.

Ichigo estaba completamente agotado, el cuerpo estaba en el límite que podía soportar, y él simplemente quedó inconsciente en los brazos de Renji que evitó que colapsara en el piso.


Cuando Rukia se despertó, descubrió que estaba dentro del carruaje de Ichigo, acostada en el asiento que alguien había convertido en una cama para ella. Ichigo estaba acostado en un asiento frente a ella, completamente quieto, y por un segundo Rukia temió que él estuviera muerto; el miedo la hizo levantarse rápidamente de su cama improvisada y acercarse a él; tuvo un pequeño mareo pero lo ignoró tratando de enfocarse en Ichigo, en ver si estaba respirando y para su alivio inmediato descubrió que él estaba vivo. Ichigo estaba muy quieto, pero estaba vivo.

— ¡Gracias a las Deidades! — Susurró acomodándole a Ichigo el cabello detrás de la oreja para despejar su rostro.

Rukia no recordaba lo que pasó en la noche anterior, solo recordaba la frase de Ichigo asegurándole que él la protegería y de repente todo se oscureció. Tenía tantas preguntas para Ichigo, pero todas tendrían que esperar hasta que él estuviera despierto.

El carruaje siguió moviéndose y la luz que se filtraba a través de las cortinas le hizo saber que era de día. Rukia miró la ropa de Ichigo que estaba sucia, rasgada y llena de sangre seca; ella comenzó a acariciar con cuidado los vendajes de sus heridas, alguien lo había curado, y por un momento pensó que se despertaría pero no lo hizo. Ichigo solo estaba durmiendo, perdido en el mundo de inconciencia en el que estaba en ese momento.

Rukia se sentó en el piso del carruaje junto a la cama improvisada de Ichigo, sentía que había dormido demasiado pero aún se sentía agotada. Miró a Ichigo por un momento y luego miró su anillo de compromiso; recordó que lo había sentido vivo, que había escuchado la voz de Ichigo salir de aquél anillo, por extraño que eso pareciera, y en ese preciso momento el anillo estaba cálido.

Ella no sabía por qué lo hizo, tal vez fue una intuición o una corazonada, tal vez esperanza, pero Rukia se quitó el anillo de compromiso y se lo puso en el dedo meñique de Ichigo, que era donde le quedaba mejor, y lo dejó dormir. Rukia tenía un vago recuerdo de ese anillo, de lo importante que era para algo, pero no recordaba por qué y en ese momento no sentía ganas de pensar.

Rukia sabía que iban de camino a Adelaar, sabía que se convertiría en una prisionera al llegar al lugar y solo esperaba que Ichigo no permitiera que otra persona se encargara de su vigilancia. Rukia se dio cuenta de que confiaba demasiado en Ichigo, pero en ese momento él estaba inconsciente, herido y no sabía si iba a despertar pronto. Y si Ichigo no se despertaba, ¿Qué le pasaría a ella? Rukia no se sentía fuerte, no se sentía preparada para enfrentar el mundo sola porque siempre había estado bajo la protección de alguien; primero su familia, luego la reina y ahora Ichigo.

Ella no tenía las habilidades para hacerlo, ni ella ni ninguna mujer al parecer, porque todas estaban siempre bajo la protección de alguien, ya fuera de su familia directa o por matrimonio; y cuanto más pensaba en ello, más indefensa se sentía ella misma.

Le había dejado una carta a su padre donde ella decía lo mismo que le había dicho el día anterior en esa reunión en su oficina, Rukia había intentado no escribir más, por si esa nota caía en las manos equivocadas.

"Acepta el trato y te aseguro que obtendrás lo que pides; simplemente no comiences una guerra. No pongas en peligro a nuestra familia, no derrames la sangre de la buena gente de Maranni. Yo iré con el Comandante a Adelaar, él me va a proteger; no se preocupen por mí porque estaré bien, solo piensen en lo que él les dijo" .

A pesar de todo, Rukia no quería traicionar a su familia y si podía ayudar a Ichigo a tener más poder, tampoco lo estaría traicionando a él ni al reino; sabía que estaba tejiendo una red y que en el centro estaban todos sus deseos egoístas de estar con Ichigo. El día anterior parecía, en ese momento, un día muy lejano.

Nadeshiko no estaba feliz ese día; su hijo mayor estaba herido y su hija menor había escapado con el Segundo Príncipe del reino en la noche. Todo había cambiado de un momento a otro y las palabras de Soujun, culpándola por no educar adecuadamente a Rukia, todavía resonaban en su mente en un eco infinito.

La discusión de esa mañana, después de que todo terminó y los soldados pudieron contabilizar los cuerpo que estaban en las puertas, era algo que nunca había tenido con su esposo; ellos tenían sus diferencias pero siempre habían logrado encontrar la solución, o al menos un plan de acción, para cuidar de la mejor manera a su familia y la ciudad. Con Soujun en la capital, Nadeshiko estaba a cargo de la ciudad junto con Byakuya, pero en ese momento, la ira y la frustración de Soujun se habían dirigido a ella a pesar de que no era su culpa.

Y Nadeshiko hizo lo mismo con Soujun; ella le había dicho que todo lo que había pasado en su familia era culpa de él, por su deseo de venganza y por no haberle dicho a su hija lo que iba a pasar. Nadeshiko le recordó a su esposo que él no conocía a Rukia; pero Nadeshiko tampoco conocía a la Rukia que regresó de Adelaar en esa semana, porque incluso para ella, su hija era una extraña. Nadeshiko tuvo que admitir que tampoco esperaba que su hija hiciera algo así; los había traicionado y había escapado.

Además de eso, en la persecución de Rukia y el Segundo Príncipe, Byakuya había sido herido. Nadie sabía qué había sucedido o por qué las puertas de la ciudad se habían abierto o cerrado de una manera tan antinatural, y nadie sabía qué había causado la muerte de los hombres que intentaron abrir las puertas para perseguirlos.

Nadeshiko estaba enojada por lo que hizo Rukia y le preocupaba que Byakuya pudiera morir por aquellas heridas. Los médicos estaban haciendo todo lo posible para curarlo, pero las heridas que tenía eran algo que ellos nunca habían visto; los médicos dijeron que tuvo suerte de no estar cerca de las puertas o habría muerto como los demás hombres. Todas las víctimas tenían las mismas heridas que Byakuya, pero Byakuya fue el único que sobrevivió.

— En vista de lo sucedido, los mercenarios y yo, nos retiramos. — La voz de Koga resonó en la oficina de Soujun. Los tres, Koga, Soujun y Nadeshiko, se habían reunido para discutir qué harían a continuación, pero parecía que no llegarían a ningún acuerdo.

— ¿Qué estas diciendo? ¿Nos dejas? ¿Los mercenarios también? — Preguntó Soujun cuando Koga dijo esas palabras. Nadeshiko se levantó de su asiento, desde donde estaba escuchando hablar a los hombres, y encaró a Koga.

— Te recuerdo que Jetaiya tiene un acuerdo con Maranni. — Dijo Nadeshiko mirando a Koga, quien parecía preocupado por algo. Era la primera vez que ella hablaba desde que comenzó esa reunión.

— Lo tenemos, eso no está en disputa, pero Ichigo tenía razón en lo que dijo. Ellos se fueron y nosotros no tenemos el tiempo para ir a Verihan y volver, no hay tiempo para preparar un ataque o una defensa que nos asegure que saldremos victoriosos o vivos. Los soldados de Maranni pueden resistir un ataque, pero no durarán; Maranni cayó cuando era reino, ¿Qué te hace pensar que no caerá ahora que es solo una ciudad? — Dijo Koga y caminó hacia la puerta. — Solo podemos huir, sería una estupidez quedarnos aquí. Isshin va a lanzar el ataque en cuanto ellos lleguen, incluso puede que antes si envían un mensajero, tenemos al menos dos semanas para preparar todo, vaciar la ciudad de los soldados e irnos, tiempo suficiente para que Byakuya viva o muera.

— Byakuya no va a morir. — Nadeshiko miró a Koga. Nadeshiko se negaba a aceptar ese destino para su hijo. La muerte era algo que nunca aceptaría mientras Byakuya estuviera respirando.

— Entonces rézale a las Deidades para que tus palabras sean verdaderas. No me voy a arriesgar a que mi hermana y mi sobrino se queden aquí, viajarán conmigo a Jetaiya y nos llevaremos a Byakuya.

— ¿Serán tus rehenes? No podrás salir de aquí con ellos. — Amenazó Soujun. Koga soltó una risa sarcástica.

— ¡Ellos son mi familia! ¿Recuerdas lo que pasó la última vez que tomaste a un rehén? — Preguntó Koga acercándose a Soujun. Nadeshiko podía ver la ira de Koga con bastante claridad. — Tenemos un acuerdo con Maranni, uno que se selló con un matrimonio y un hijo, hemos cumplido con tu pedido y hemos dado más de lo que nos has dado. Jetaiya tenía una deuda ancestral, la hemos cumplido, pero parece que no eres el hombre que se necesita para ser el libertador de un reino. Me llevaré a mi familia, dejaremos que Byakuya se quede aquí y él puede alcanzarnos si quiere; ahora es parte de nuestra familia, pero parece que tú no entiendes ese concepto.

Soujun no dijo nada, solo miró a Koga y escuchó lo que dijo. Nadeshiko sabía que Soujun se estaba conteniendo, tratando de mantener la calma; ella no estaba de acuerdo con las palabras de Koga pero tuvo que aceptar que tal vez había algo de verdad en ellas. Soujun no dijo nada y Koga volvió a la puerta pero no la abrió.

— Apoyaremos a Maranni, prestaremos las espadas y contrataremos a los mercenarios, pero si Avanta llama a Vayalat para luchar, entonces nosotros nos retiraremos. — Advirtió Koga mirando a Nadeshiko y Soujun. — Esa sería una pelea que no podríamos ganar. Ichigo te dio una opción, Soujun Kuchiki, y no la aceptaste; y era una buena opción.

Koga los miró una vez más y luego salió de esa oficina. Nadeshiko se quedó con Soujun, quien solo tenía los puños cerrados en una clara muestra de ira y frustración.

— ¿Qué vamos a hacer ahora? Al menos sabemos que tenemos poco más de una semana para decidir qué haremos, es el tiempo que se tarda en hacer un viaje de Maranni a Adelaar y de regreso. — Preguntó Nadeshiko con los brazos cruzados. Estaba molesta, preocupada y cansada; no quería perder a su familia, lo que quedaba de ella en ese momento.


Cuando Ichigo se despertó todo estaba muy tranquilo, sentía que había dormido durante días y sin embargo sentía que le dolía todo el cuerpo. Estaba solo dentro del carruaje y escuchó las voces de Renji y Uryu, junto con las voces de los soldados que viajaban con ellos y la del cochero, pero no escuchó la voz de Rukia; se quedó en silencio por un momento más y luego la escuchó agradeciéndole a Renji por algo. Ella estaba bien y eso lo tranquilizó, posiblemente estaban comiendo y eso le recordó que no había comido en muchos días.

Se sentó en esa cama que estaba formada por los asientos de los carruajes desplegados y sintió protestar todo su cuerpo; tenía los músculos rígidos, duros, y parecía que lo habían estirado en el potro porque le dolían las articulaciones. Revisó cuidadosamente su cuerpo encontrando vendajes que parecían recientes, con cuidado se quitó uno de ellos y encontró que la herida ya habían cicatrizado y era solo una marca rojiza; seguramente el resto de sus heridas estarían en las mismas condiciones pero no se quitaría los vendajes aún, les daría un poco más de tiempo de recuperación.

Alguien le había cambiado la ropa sucia y rota por una más cómoda, y estaba descalzo, sus botas no estaban ahí y no las encontró en ese momento. Ichigo se estiró de nuevo y respiró un poco, le dolía todo el cuerpo pero sabía que era por usar el ankh de esa manera; fue en ese momento que notó que estaba usando el anillo de compromiso de Rukia y sonrió.

Ichigo dudaba que Rukia supiera qué era ese anillo, pero estaba agradecido de que se lo pusiera, por eso él se había recuperado tan rápido; Ichigo sabía que podría haber muerto o dormido muchos días más, pero eso no había sucedido. Tenía que entrenar si quería mejorar, lo haría con sus hermanas cuando regresara a Adelaar; ellas estaban siendo entrenadas por su madre de manera discreta para que su padre no lo supiera.

Podía quedarse dentro del carruaje pero quería ver a Rukia, escucharla no era lo mismo que verla, y no estaría tranquilo hasta que la viera. Se levantó con cuidado de su asiento, sus piernas temblaron un poco pero fue solo momentáneo, abrió la puerta y encontró a Uryu parado allí.

— Por fin te despiertas. — Dijo su amigo con una leve sonrisa; Uryu estaba agradecido de verlo despierto e Ichigo asintió con una leve sonrisa.

— Lady Rukia estaba a punto de ir a besarte para que despertaras. — Añadió Renji antes de que Rukia lo golpeara con fuerza en el hombro. Ella estaba sentada junto a él.

Ichigo soltó una carcajada al ver aquello pero inmediatamente soltó un jadeo, las costillas le dolían al igual que los pulmones. Rukia estaba completamente roja de vergüenza pero Ichigo la encontraba adorable; ella estaba bien y fuerte. Uryu lo ayudó a bajar y lo llevó a donde todos estaban comiendo; Ichigo seguía descalzo y las piedritas del camino le molestaban un poco. Era tarde, así que pensó que no se moverían de allí hasta el día siguiente y eso lo hizo sentirse relajado.

— Rukia golpea fuerte; es mejor no provocarla. — Le advirtió Ichigo a Renji con una pequeña sonrisa al verla acercarse a él y sentarse a su lado.

— Renji tiene una boca muy grande, habla mucho. Le he aplicado pequeños golpes correctivos. — Dijo Rukia sin mirar a Renji. Ichigo miró a su amigo que solo asentía y acariciaba el brazo donde Rukia lo había golpeado; eso solo lo hizo sonreír más.

— ¡Tiemblen ante el poder de la princesa! — Añadió Ichigo abrazando a Rukia. La acercó a él y le dio un pequeño beso en la cabeza ignorando a sus amigos que desviaron la mirada en ese momento. — ¿Estás bien, querida?

— Estoy bien. ¿Tú estas bien? — Preguntó Rukia mirándolo a los ojos.

Ichigo podía ver la preocupación de Rukia reflejada en sus ojos, en esos ojos que lo volvían loco pero que en ese momento solo eran un mar de preguntas; ese no era el momento de hablar.

— Estoy mejor ahora que te tengo en mis brazos. — Susurró y besó la mejilla de Rukia. En ese momento a Ichigo no le importaba que lo vieran sus amigos, solo quería sentir la suave piel de las mejillas de Rukia con sus labios.

Renji se aclaró la garganta interrumpiendo el momento y Rukia, como un acto reflejo, le arrojó una piedra que recogió del suelo.

— ¡La princesa es una tirana! — Se quejó Renji haciendo reír a Ichigo por eso.

El dolor estaba ahí, pero podía ignorarlo porque Rukia estaba con él.


— Es la hora. — Ichigo estaba serio y tranquilo al mismo tiempo. — Bajarás primero, Uryu te llevará a tu habitación y se quedará contigo; cuidará tu puerta para que nadie entre.

El cansancio y el dolor fue menor gracias al anillo de Rukia, por eso no se lo había devuelto, necesitaba fuerza en ese momento para terminar la misión. Ichigo sabía que le faltaba mucho entrenamiento para dominar el ankh por completo como lo hacían su tío y su abuelo, pero si quería hacerlo entonces debía de entrenar lo más pronto posible.

Vayalat tenía tanto poder que habrían podido conquistar todos los reinos entre el Desierto Rojo y las Tierras Abruptas, pero no fue así. Su tío solía decir que ellos amaban la batalla y que ganarían todas las batallas que tuvieran que enfrentar, pero eso no significaba que debían hacerlo; "el poder solo atrae problemas, te conviertes en un peligro si no lo controlas" solía decir su tío.

— ¿Lo harás? — Preguntó Rukia, aún mirándolo a los ojos, e Ichigo notó la incertidumbre y el miedo en ella; aquello era normal, él tenía la vida de la familia de Rukia en sus manos. Si él decía algo mal, todo podría conducir al desastre.

Ambos sabían que si querían estar juntos tenían que hacerlo posible porque todo parecía estar listo para separarlos.

— Lo haré. — Confirmó en el momento exacto en que el carruaje se detuvo y uno de los guardias que estaban con ellos abrió la puerta. — Ahora vete, te veré cuando todo esto termine, lo prometo.

Rukia asintió y salió del carruaje con esa elegancia tan característica suya, pero Ichigo podía ver los nervios y el miedo en su rostro; él no se atrevió a decirle que se calmara, ella estaba pasando por mucho y lo último que necesitaba era alguien que le dijera que debería calmarse.

Ichigo cerró los ojos por un momento, respiró hondo y salió del carruaje con calma. Habían hecho el viaje de regreso a Adelaar en el carruaje donde él había ido a Maranni, por lo que tenía ropa limpia, pero Rukia no, y Renji tuvo que comprarle ropa en el camino para que se cambiara al menos dos veces. La ropa con la que habían salido de la Gran Casa estaba llena de sangre, afortunadamente nada de esa sangre era de Rukia.

— Su alteza, bienvenido. — Dijeron los sirvientes, quienes estaban allí esperando que saliera del carruaje; todos se inclinaban ante él en ese momento.

Ichigo no había dado aviso de su llegada, pero se sabía que al poner un pie dentro de los terrenos del castillo, los soldados darían el aviso al castillo.

— ¿Dónde está el rey? — Preguntó Ichigo con voz firme, sin moverse de su lugar.

— En sus habitaciones privadas, alteza. — Respondió el sirviente sin mirarlo a los ojos.

— Bien. Lleva mis cosas a mi habitación. — Ordenó y se dirigió a las habitaciones de su padre seguido por Renji, que estaba solo un paso detrás de él.

"El reino antes de la vida", solía decirle su padre cuando estaban en las reuniones del consejo y tenían muchas cosas que hacer; por lo que se esperaba que primero fuera a ver a su padre para informar de todo lo sucedido en ese viaje.

Los guardias imperiales lo recibieron en la entrada de la habitación de su padre, lo anunciaron y lo dejaron entrar unos momentos después; Renji no entró, se quedó afuera esperándolo.

— Su Majestad. — Ichigo le hizo una reverencia a su padre, quien lo estaba esperando parado dentro de la habitación.

— Y bien, ¿Son ciertos los rumores? — Preguntó el rey directamente.

— Lo son y no lo son, Su Majestad. — Ichigo hizo una pausa. — Es cierto que hay soldados en Maranni, más de los mencionados en los informes, y es cierto que se les está entrenando. He investigado entre los soldados, todos aseguran que están entrenados para ir a las distintas ciudades y pueblos cercanos a Maranni; la mayoría son muy jóvenes e inexpertos en la batalla. No vi en ningún momento de mi estadía en Maranni, como infiltrado en la ciudad o como invitado del Concejal, la presencia de soldados extranjeros o gente extraña. Le he preguntado al Señor de Maranni el motivo de tantos soldados en la ciudad y me ha dicho que son jóvenes de varias pequeñas comunidades, que quieren tener la fuerza necesaria para proteger a su familia de los bandidos y saqueadores.

— ¿Y la chica?

— Ella está aquí en el castillo, en su habitación y uno de mis hombres la cuida. El Concejal no estaba de acuerdo con dejarla venir, pero ha cedido a la presión. Tuve que amenazar con acusarlo de traición si no cedía y al final lo hizo. Ya sea que el Concejal esté preparando algo contra el reino o no, está siendo cuidadoso. Sugiero que lo vigilemos por un tiempo.

El rey se quedó en silencio por un momento, sopesando las palabras que Ichigo le había dicho. Ichigo esperaba que su padre creyera en él y en su palabra, al menos lo suficiente como para que no sucediera algún desastre.

— Definitivamente lo vigilaremos, pero con su hija aquí, dudo mucho que esté planeando algo, a menos que la vida de su hija no le interese. — Dijo el rey dándose la espalda para tomar un par de papeles que estaban en su escritorio. Ichigo hizo una mueca de enfado ante esa frase, la lluvia de flechas no parecía una muestra de amor del concejal por su hija. — No hay nada que impida tu boda, además las invitaciones se distribuyeron hace tiempo, así que todo seguirá según lo previsto.

— Gracias padre. — Dijo Ichigo con alivio.

Él sabía que si existía la sospecha de que Rukia era la hija de un traidor, entonces anularían la boda y la encerrarían. Le harían a ella lo que Soujun le había hecho a él en Maranni.

— Vigilaremos al Concejal Kuchiki, enviaré a alguien más para que haga vigilancia permanente en Maranni y nos informe continuamente de lo que ocurre allí. Ahora puedes irte a descansar, hijo mío.

— Gracias padre. — Ichigo hizo una reverencia a su padre y salió de la habitación.

Ichigo estuvo a punto de ofrecer a uno de sus hombres para la vigilancia en Maranni pero no lo hizo, no quería que el rey creyera que estaba tratando de esconder algo; él sabía que enviarían a alguien a Maranni y se alegró de que su padre le dijera aquello, significaba que confiaba en él. Ichigo había hecho lo que le había prometido a Rukia que haría, le daría al Concejal el tiempo necesario para que él considerara su propuesta, pero no podía evitar que las cosas siguieran adelante; en el peor de los casos, Ichigo lograría convencer a su padre de que Rukia era solo una víctima de la ambición del Concejal.

Esa afirmación no estaría tan lejos de la realidad; después de todo, si el padre de Rukia aceptaba el plan y se enteraban, el único ejecutado sería el Concejal e Ichigo lo ejecutaría con sus propias manos.

En el momento en que Rukia se despertó notó que las velas en su habitación estaban encendidas iluminando todo; no recordaba en qué momento se había quedado dormida, pero debió haber sido en algún punto después del baño y antes de la cena porque tenía hambre. Se levantó de la cama y notó que todavía llevaba el vestido que solía usar después del baño, ese cómodo y viejo vestido que había venido con ella la primera vez que llegó al castillo.

Era tarde, así que decidió no cambiarse de ropa, después de todo se volvería a dormir en cualquier momento y le gustaba estar cómoda. Sobre la mesa había una bandeja con un plato de comida y una jarra de agua; estaba descalza y sentía el suelo frío donde las alfombras no cubrían mientras se acercaba a la mesa. Lo primero que vio junto al plato de comida fue una nota de Ichigo.

"Estabas dormida, no quería despertarte. Te veré en el desayuno, mi amor. Ichigo."

Había dos razones por las cuales Ichigo podía estar dormido en ese momento, la primera era porque era tarde y Rukia no sabía qué tan tarde era, y la segunda porque estaba cansado de todo lo que había pasado; así que Rukia tomó algo de la comida en su plato y comió hasta que su hambre estuvo satisfecha. Cuando terminó de cenar, tomó sus zapatos y abrió la puerta de su habitación para ver si había alguien afuera, pensó que Uryu estaría allí, pero no lo estaba.

Rukia se aseguró de que nadie la viera salir de su habitación, no era la primera vez que salía de forma furtiva de ahí y se iba a la habitación de Ichigo por la noche, pero siempre solía tener cuidado. Ella era buena escondiéndose entre los pilares y detrás de las paredes, así que se dirigió a la habitación de Ichigo evitando a los guardias y sirvientes ocasionales que vagaban por el castillo.

Los sirvientes de Ichigo estaban parados en la puerta de su habitación, pero se les ordenó que la dejaran entrar si la veían llegar por la noche; así que los hombres no dijeron nada, simplemente tocaron la puerta dos veces, para hacerle saber a Ichigo que ella estaba ahí afuera, y luego la puerta se abrió permitiéndole entrar a la habitación.

Al entrar vio a Ichigo parado frente de la percha de Kholtan, estaba colocando cuidadosamente algo en la pata del águila.

— ¿Qué estás haciendo? — Preguntó con curiosidad cuando se paró junto a él y acarició suavemente las plumas de la cabeza del águila.

— Le enviaré un mensaje a mi tío para explicarle lo que me pasó. — Dijo Ichigo con calma antes de extender su brazo enguantado para que Kholtan se parara sobre él.

Rukia lo siguió en silencio, mirando al águila con curiosidad. Escuchó a Ichigo darle órdenes al águila y luego dejarla volar en la inmensidad de la noche.

— ¿Recuerdas la carta que leíste la primera vez que estuviste aquí? — Preguntó Ichigo viendo a su águila volar y perderse en la noche.

— ¿La carta que menciona a Yoruichi? — Preguntó Rukia cruzando los brazos, molesta y celosa de nuevo. Ichigo la miró y sonrió al verla así; eso solo la enfureció más.

— La carta decía muchas cosas, y solo recuerdas las tres líneas que mencionan a Yoruichi. — Ichigo parecía divertido ante sus celos. Rukia no dijo nada, estaba molesta. Ichigo levantó la mano donde tenía su anillo de compromiso. - En esa carta se mencionaba este anillo y muchas otras cosas que es mejor que sepas en este momento. Pensaba decírtelo de otra manera pero todo ha cambiado, así que es mejor que te lo cuente una vez; así sabrás con quién te vas a casar.


Verano - Año x492 / Julio

— Ella es más inteligente de lo que crees. Ella está en Adelaar, le está mintiendo al rey en la cara y se aseguró de que el segundo hombre más poderoso del reino no dijera nada sobre lo que pasó aquí; confiaré en ella, no en ti. Dejaré a Hisana aquí, pero si algo le pasa a mi hermana o su hijo, me aseguraré de que lo pagues con tu propia vida. — Amenazó Koga antes de subir a su carruaje y salir de la Gran Casa en compañía de los mercenarios.

Ambos hombres habían estado hablando desde que Nadeshiko encontró la carta que había dejado Rukia y se la había mostrado a Soujun.

Nadeshiko había estado en un debate interno hasta que decidió que Rukia tenía poder, más poder del que creía y las palabras de Koga le dieron esa certeza. Nadeshiko presionó a Soujun hasta que aceptó seguir el plan de Rukia; ella sabía que Byakuya estaba en ese estado porque Soujun no había querido aceptar ese trato, y no dudó en recordárselo a su esposo tantas veces como fuera necesario para que aceptara.

— Rukia está arriesgando su vida y si se enteran, la decapitarán. — Le dijo Nadeshiko a Soujun después de que Koga dejara la Gran Casa. — Lo mínimo que puedes hacer es al menos confiar en ella. Confié en ti y ahora mis dos hijos están en peligro de morir, además es posible que nunca volvamos a ver a nuestro nieto si Byakuya o Koga deciden que Maranni no es seguro para él, así que es tu turno de confiar.

Soujun distribuyó a los soldados entre los diversos pueblos y ciudades cercanas a Maranni, también preparó lo que le iba a decir al rey cuando regresara a la Capital y rezó a las Deidades para que no hubiera inconvenientes. En el peor de los casos, lo atraparían en el momento en que pisara la capital, en el mejor de los casos, el rey le preguntaría por qué no había advertido del excedente de soldados en la ciudad.

Había tanta incertidumbre sobre lo que sucedería cuando llegara a la capital que sintió una especie de miedo que nunca antes había sentido, pero sabía que debía superarlo porque tenía que confiar en que todo saldría bien; Nadeshiko había insistido en ir con él con la excusa de que Rukia se iba a casar y tenía que estar con su hija pero esa boda era algo que lo enojaba; no quería que ella se casara con el segundo príncipe, solo quería que Rukia se fuera de allí.

— Hisana se hará cargo de Byakuya, y ella no estará sola. — Le aseguró Nadeshiko. — Mi familia de Orlan vendrá a ayudarla mientras estemos en la Capital.

Soujun sintió que una espada colgaba sobre su cabeza pero tenía que continuar como si nada hubiera pasado; las palabras de Nadeshiko, culpándolo de todo lo que había pasado, todavía seguían resonando en su mente. Ella había estado con él, con su infinito amor y compasión por él y sus hijos; ella lo había apoyado y continuó haciéndolo a pesar de todo lo que había pasado y Soujun no podía dudar del amor que su esposa le tenía, porque todavía estaba con él; porque ella todavía lo amaba a pesar de todo.

Solo podía confiar en que todo saldría bien, porque si no, entonces estaba llevando a su esposa a una muerte segura. Soujun tuvo que confiar en su hija porque ya no era una niña, a pesar de que la veía de esa manera.