Los Ojos del Ruiseñor


Capítulo 39: Maquinaciones


Verano x492 — 27 de julio

Ulquiorra se negaba a creer lo que Nelliel le había dicho el día que fue a visitarla. Los sirvientes del castillo le habían dicho que Nelliel se había enfermado del estómago, pero cuando habló con su hermana, supo que había sido una mentira. Nelliel le aseguró que la culpable de su tragedia fue la reina, que la reina le había puesto algo en el café y eso provocó que perdiera el embarazo.

Ulquiorra ni siquiera sabía que Nelliel estaba embarazada.

Las acusaciones de Nelliel inicialmente no tenían sentido, pero cuanto más pensaba Ulquiorra en ellas, más sentido tenía para él que la reina fuera responsable de la pérdida de Nell. La idea de que Kaien había metido a Nelliel en un juego demasiado peligroso solo por haberla convertido en su esposa, le causó un escalofrío a Ulquiorra.

Ulquiorra había protegido a su hermana durante toda su vida, y le costaba asimilar que protegerla se estaba volviendo cada vez más difícil; en esos momentos Nell era la princesa heredera, la mujer que sería la madre de la siguiente generación de príncipes y princesas.

Ulquiorra sabía que Ichigo quería el trono, pero no sabía si Ichigo sería capaz de ensuciarse las manos de esa manera o si haría que la reina lo hiciera por él. De todos modos, Nell le había dicho que solo tres personas sabían de su embarazo y que dudaba que la doctora hubiera guardado silencio sobre esa noticia. Ulquiorra no sabía si las lealtades dentro del castillo se habían dividido hasta el punto de dañar a su hermana, pero tenía que averiguarlo.

Su lealtad era hacia Orihime, ella era su esposa, pero no iba a dejar a su hermana desprotegida; la reina ni siquiera podía ser señalada como culpable porque no había pruebas que la acusaran de eso.

Acusar a la reina de atentar contra los descendientes del heredero de la corona, sin tener pruebas que sustentaran la acusación, era una sentencia de muerte que nadie estaba dispuesto a tener.

— ¿Con quién es tu lealtad, Orihime? — preguntó Ulquiorra a su esposa mientras almorzaban juntos en su habitación dentro del castillo.

Orihime dejó de comer en ese momento y colocó su tenedor suavemente junto a su plato. Ulquiorra podía ver la duda en los ojos de su esposa, la intriga por esa pregunta que parecía no tener sentido en medio de ese almuerzo.

— Mi lealtad está contigo, ¿por qué haces esa pregunta, Ulquiorra? — Orihime siguió mirándolo a los ojos.

La expresión de Orihime le daba a entender a Ulquiorra que ella no comprendía el motivo de aquella pregunta.

Ulquiorra, incluso si no lo expresaba en ese momento, se había sorprendido por la facilidad con la que Orihime había respondido esa pregunta; cuando Ichigo le hizo esa pregunta a él, en esa reunión sobre las lealtades, Ulquiorra había dudado, pero Orihime ni siquiera pensó en su respuesta.

Ulquiorra no dudó en ese momento en contarle a su esposa todo lo que había discutido con Nelliel, confiando plenamente en Orihime después de que ella le diera esa respuesta.

— ¿Por qué la reina lastimaría así a Nelliel? — preguntó Orihime, con esa calma y ese tono de voz suave que había en ella, cuando él terminó de hablar.

— Porque no es la primera vez que la reina hace algo así. — Aclaró Ulquiorra. Orihime le dio una mirada interrogante para que siguiera hablando. — Hace unos años, la reina hizo lo mismo con Inamorata de Kaien.

— Pero Nelliel no es una Inamorata, es la princesa heredera. — Orihime se quedó en silencio, pensando, y Ulquiorra esperó pacientemente a que ella dijera algo. — No creo que la reina lo haya hecho, pero sé que debes apoyar a tu hermana. Solo espero que ni ella ni tú estén equivocados, sé que la reina los ha protegido, y dudar de ella sería algo… algo que no se sentiría bien.

Ulquiorra había tenido cuidado de no mencionar que Nell creía que la reina lo había hecho para ayudar a Ichigo y así darle tiempo para matar a Kaien y hacer que pareciera un accidente. Orihime apreciaba a Ichigo y Rukia, habían sido tan buenos con ella mientras ella era la falsa Inamorata, que Orihime no se había dado cuenta de que Ichigo y Kyoraku la usaban para hacer que Sora les debiera un favor.

Kyoraku era uno de los consejeros principales del rey, pero Sora poseía un ejército listo para cualquier ataque; y nada servía más para desestabilizar un reino, que la amenaza de una guerra interna.

Orihime realmente nunca estuvo en peligro de ser una Inamorata.

Nelliel le había dicho que Kaien la estaba cortejando en ese momento y le había prometido no tomar un Inamorata hasta que tuviera una respuesta a su propuesta de matrimonio. Lo que hizo pensar a Ulquiorra que el argumento que Ichigo usó cuando tomó a Orihime por Inamorata, era una farsa para obligarlo a jurarle lealtad y tenerlo a él protegiendo sus secretos.

Un secreto que lo acusaba inmediatamente traición por conspiración, si todo salía mal para Ichigo. Ulquiorra era consciente de que le había jurado lealtad a Ichigo, pero esa lealtad se terminaría si Ichigo lastimaba a Orihime o Nelliel.


Verano x492 — 30 de julio

Nelliel se despertó sola en su habitación, todo estaba muy silencioso y se asustó cuando la cortina de su balcón se agitó con el viento haciendo un pequeño ruido. Kaien se había ido por la mañana, antes de que ella despertara, y se sorprendió al encontrar una nota de él sobre la mesita de noche junto con una de las rosas de jardín de la reina.

Era la primera vez que le dejaba una flor y una nota que le decía por qué tenía que irse tan temprano, aquello la hizo sonreír y abrazar aquella flor contra su pecho; el aroma de la rosa era exquisito, era blanca, como a ella le gustaban, y la colocó con cuidado sobre la mesita donde la había encontrado.

— Su Alteza, la doctora está aquí. — Advirtió su doncella.

Nelliel no se había dado cuenta de que la chica había entrado, hasta que ella habló. El silencio se había vuelto algo constante en su habitación desde aquél día.

La doctora de la reina entró en la habitación y le hizo una reverencia; la mujer parecía un poco nerviosa, pero a Nelliel no le importaba, solo se quedó en la cama esperando que la doctora se acercara e hiciera su trabajo.

Durante la revisión Nelliel solo cerró los ojos y trató de pensar en cualquier cosa que no fuera ese momento; solo pensar en lo que había pasado, y en el dolor que aun sentía dentro del pecho, la hacían querer volver a llorar.

— Su cuerpo se ha curado y ya no tiene inflamación en su vientre; ya no tendrá que seguir la dieta especial para reponer la sangre, alteza. — Explicó la doctora. Nelliel solo asentía que decía la mujer. — Tendrá que esperar hasta que vuelva su período para poder estar con el príncipe; aunque le recomiendo que beba el té para que no se embarace tan pronto y su cuerpo pueda terminar de curarse por dentro.

Nelliel solo estaba escuchando a la mujer, pero lo que estaba diciendo era algo que Nelliel no quería escuchar. Cuando el médico terminó de hablar, Nelliel la despidió y la criada se acercó a Nelliel para ayudarla a vestirse.

Kaien le había dicho que no volvería a tocarla hasta que ella estuviera segura de que quería estar con él. Nelliel sabía que Kaien quería un hijo, aunque no se lo dijera, era algo que Kaien necesitaba para asegurarse su lugar como heredero de la corona; y que él le dijera que la esperaría, era la mayor prueba de que Kaien la amaba.

Ese pensamiento la hizo sonreír de nuevo.

Su contrato de matrimonio decía que tenía dos años para quedar embarazada antes de que se hiciera legal que Kaien pudiera tener una amante. Si se demostraba que ella era incapaz de tener un hijo de Kaien, él podría tener una amante y Nelliel tendría que adoptar a ese niño como propio. Nelliel no quería adoptar el hijo de otra persona, quería darle un hijo a Kaien; ella quería que su hijo algún día fuera llamado rey.

Nelliel sabía que era capaz de tener un hijo de Kaien, solo tenía que tener cuidado la próxima vez y no confiar en la reina. Ese día que había cometido el error de tomarse ese café con la reina, junto con las galletas que le había traído la chica Kuchiki, fue el día en que cometió el mayor error de toda su vida.

Nelliel nunca volvería a cometer el error de confiar en la reina.

Nelliel atribuyó ese sueño con Miyako como una estupidez de su mente y no volvió a pensar en ello; era ridículo pensar que la muerta regresaría de la tumba para vengarse. Más que la venganza de una mujer muerta, fue la confirmación de que le hicieron perder a su hijo, porque Nelliel había estado con Miyako cuando el té que le hicieron beber hizo efecto; Nelliel conocía lo que hacía ese té, ella lo había visto.

El médico no se lo confirmó, pero la reina llegó al día siguiente para decirle que ella no había sido responsable. Nelliel se negaba a creer que había perdido a su hijo por "voluntad de las Deidades".

Cuando Kaien regresara esa noche, le pediría que le buscara un cocinero privado. La reina solía decir que la amaba, que era como una hija para ella, que la había adoptado como su protegida, pero en ese momento Nelliel dudaba de la reina y de todo lo que decía.


Verano x492 — 1 de agosto

Ichigo se despertó con aquella sensación tan familiar en el cuerpo, aquella que con los años se iba haciendo cada vez más fácil de reconocer aunque estuviera dormido.

Esa vez no tuvo que escuchar el chillido del águila en el cielo para saber que Kholtan estaba allí, fuera de la casa, de pie sobre la rama de uno de los árboles, con un mensaje para él. Se levantó con cuidado, Rukia dormía tranquilamente a su lado, dándole la espalda y abrazando una almohada; la luz del sol no entraba en la habitación, por lo que Rukia podía dormir todo el tiempo que ella quisiera.

Ichigo miró a Rukia en silencio por un momento, su espalda desnuda y su piel blanca eran algo que le gustaba, pero le gustaba más su mente y carácter. A él le gustaba todo de ella; todo lo bueno y todo lo malo que había visto. Ichigo extendió una mano con la intención de acariciarla, pero se contuvo de hacerlo; Rukia era una tentación para él, y sabía que si la tocaba, la despertaría con besos solo para hacerle el amor de nuevo.

Y no podía hacer eso, Rukia tenía que descansar.

Ichigo le dio un beso en el hombro desnudo a Rukia antes de salir de la habitación, vestido con una camisa y pantalón, con sus botas de montar puestas y el guante de cuero que usaba para cubrirse el brazo cuando llamaba a Kholtan.

Solo ese beso en la piel desnuda de Rukia fue una gran lucha entre su autocontrol y el deseo; si Rukia supiera todo lo que ella provocaba en él, el mundo sería de ella.

Después de hacer su rutina matutina, Ichigo salió al patio trasero y caminó un poco hasta llegar a donde estaba Kholtan; el águila estaba de pie sobre una de las ramas altas de los árboles que crecían en esa montaña, e Ichigo extendió la mano para que el águila llegara a él.

La ausencia de Ichigo hizo que Rukia se despertara esa mañana, había dormido tan profundamente toda la noche que había olvidado dónde estaban y le tomó un tiempo ordenar sus pensamientos. Estaban en medio del bosque en una montaña, en una casa donde el aire que entraba por la ventana era fresco y se mezclaba con el aroma de los árboles y la naturaleza.

Rukia se levantó pesadamente de la cama, estaba cansada y supuso que por eso Ichigo no la había despertado. Volver a la cama era tentador, pero si Ichigo no estaba allí, entonces no era lo suficientemente tentador. Abrió la puerta y encontró a la doncella que había llevado de viaje para que la atendiera; no se llevó a Tatsuki porque la necesitaba en el castillo.

La hermana de Renji serían sus ojos y oídos en su ausencia.

Todos sabían que el juego había comenzado y Rukia ya no era más una niña; ella estaba consciente de que lo que hacía tenía consecuencias, pero tenía que hacerlo porque tenía un objetivo al igual que Ichigo; ambos sabían que formaban un buen equipo y ambos sabían lo que querían.

La doncella entró en la habitación con una sonrisa y un cuenco de agua en las manos; la chica había estado atendiendo a Rukia desde que se había convertido en la favorita de la reina y sabía perfectamente bien lo que Rukia necesitaba y cuándo lo necesitaba. Esa doncella era leal a Rukia, le había jurado lealtad a Rukia en el momento en que llegaron a la casa de campo, y Rukia la aceptó porque sabía que necesitaba personas leales a ella dentro del castillo; no leales a la reina, leales a ella.

— ¿Dónde está mi esposo? — Rukia dijo esa palabra e inmediatamente sintió sus mejillas arder; le parecía irreal que Ichigo fuera su esposo porque esa palabra era una palabra poderosa. Era una palabra de pertenencia; Ichigo le pertenecía a ella.

— El Príncipe Ichigo está afuera, Alteza. Esta mañana muy temprano llegó el águila del príncipe y él la está atendiendo. El príncipe dijo que desayunará con usted, cuando estuviera lista. — Aclaró la doncella mientras Rukia hacía su rutina matutina.

Esa forma de referirse a ella, "Alteza", era algo que definitivamente le gustaba. Ella estaba al mismo nivel que Ichigo, Kaien y Nelliel, y al mismo nivel que las princesas del reino. Rukia tenía poder y eso se sentía increíble para ella.

"El mundo entero está a tus pies, mi amor; todo lo que quieras, todo lo que necesites, solo tienes que pedirlo y lo tendrás. Incluso yo estoy a tus pies, mi amor". Ichigo le había dicho el día de su boda, cuando entraron al salón de banquetes y todos los presentes les hicieron una reverencia.

Ichigo le había dicho que cualquier cosa que dijera se haría, y si no la obedecían, entonces ella tenía el poder de castigar a quien se opusiera; eran palabras que hacían que todo un mundo estuviera disponible para ella. Si su primer hijo era un niño, entonces su voluntad sería incuestionable solo por ser la madre de un príncipe. Ella solo tenía que asegurarse de no tener a ese príncipe antes de tiempo; en esos momentos, un hijo sería una sentencia de muerte segura.

— ¿Está listo el té? — Preguntó Rukia.

— Si su Alteza. — Dijo la criada antes de salir de la habitación con el cuenco de agua y las demás cosas que Rukia había usado.

La criada entró a la habitación con una taza de té caliente y Rukia simplemente tomó la taza, cerró los ojos y bebió el contenido sin respirar. El sabor del té no era desagradable, estaba endulzado con miel y se le habían agregado hojas de menta, pero aun así, era un té que Rukia prefería beber lo más rápido posible.

Hacer el amor con Ichigo era una de las cosas que más le gustaba en ese momento, todo el placer que Ichigo le daba era indescriptible, y tenía que tener cuidado con todo lo que hacía. Tatsuki le había enseñado varios trucos para que él terminara fuera de ella, pero no quería usarlos porque le gustaba la sensación de abandono de Ichigo cuando terminaba dentro de ella; le gustaba ver esa expresión de absoluto placer en el rostro de Ichigo después de ver al depredador en sus ojos.

— Prepara la mesa para el desayuno. — Pidió Rukia entregándole la taza vacía a la doncella. La doncella le hizo una reverencia antes de salir de la habitación.

Rukia salió de la casa por la puerta trasera y se dirigió hacia el lugar donde la doncella le había indicado que estaba Ichigo. El camino conducía a la cascada de donde se obtenía el agua que se usaba en la casa e Ichigo estaba sentado a un lado del camino, sobre unos troncos que servían como asiento frente a una fogata, pero el águila no estaba con él.

Ichigo la vio acercarse y sonrió, pero no se levantó, en cambio extendió una mano para que ella se acercara a él y la hizo sentarse sobre sus piernas, agarrándola con fuerza de la cintura.

Rukia sonrió ante eso, le gustaba sentir el agarre de Ichigo en su cuerpo.

— Buenos días, mi princesa de Maranni. — La saludó Ichigo con una sonrisa dándole un beso en los labios.

— Buenos días, mi príncipe de Avanta. — Respondió Rukia e hizo lo mismo, solo que ese beso fue un poco más intenso que el primero. Ichigo la abrazó un poco más fuerte, haciéndola jadear al romper el beso.

— Kholtan trajo una carta para ti. — Susurró Ichigo en sus labios sin querer separarse de ella.

Rukia sonrió mordiéndose el labio sin apartar los ojos de Ichigo. Ichigo jugó con los dedos de su mano, entrelazándolos con los suyos, sin dejar de mirarla a los ojos.

— ¿Qué dice la carta? — Preguntó Rukia dándole un besito. Ichigo le entregó a Rukia un pergamino enrollado, sellado con cera roja, que tenía en la bolsa de su pantalón.

— No lo sé, no lo he leído. — Admitió Ichigo con una sonrisa.

Rukia tomó ese pergamino y le dio a Ichigo un último beso. Ella se quedó sentada sobre las piernas de Ichigo y él no soltó su agarre en su cintura, acercándola más a él, dejando pequeños besos en sus hombros. Rukia rompió el sello para poder leer el contenido de la carta; la carta era de Tatsuki.

La noticia era algo que estaba esperando y, sin embargo, fue una noticia sorprendente. La tragedia de Nelliel no debería haberla alegrado, pero la sensación que tuvo al leer que todo había resultado como había imaginado fue algo que estaba lejos de ser triste.

— ¿Fue mejor que tirarla por las escaleras o enviarle una araña de sombra? — Preguntó Ichigo, quien la había estado viendo leer la carta en silencio.

— No pensé que realmente funcionaría. — respondió Rukia, entregándole la carta a Ichigo para que la lea. — Supongo que conozco a Yuki mejor de lo que imaginaba, y tuvimos mucha suerte.

Rukia no sabía cómo reaccionar, porque sabía que la sensación de alivio por la tragedia de Nelliel no debería sentirse tan bien, y aun así, Rukia se sintió tranquila y aliviada. Ichigo dobló la carta y la dejó a un lado antes de mirarla a los ojos.

— ¿Cómo te sientes? — preguntó Ichigo. Rukia sintió el calor de la mano de Ichigo en la suya y entrelazó sus dedos con los de él.

Rukia se quedó en silencio por un momento, Ichigo estaba esperando una respuesta que ella no quería dar, porque no quería decirle que se sentía bien. Sentirse bien en ese momento no era algo que debería de sentir; ella no debería estar feliz por eso.

Rukia cerró los ojos y le tomó un momento reunir el valor necesario para responder esa pregunta.

— Pensé que me sentiría culpable, pero no siento nada más que alivio. Estaba más angustiada por la doncella que murió por ese secuestro falso, que por lo que le pasó a Nelliel. — Rukia miró a Ichigo a los ojos mientras decía eso, pero la expresión de Ichigo era neutral, completamente concentrada en lo que ella estaba diciendo. — No es normal sentir esto. Sé que no debe ser normal. ¿Por qué me siento aliviada?

Ichigo no habló en ese momento, se quedó en silencio y Rukia se sintió desesperada; ella quería que él dijera algo, que él le dijera que estaba equivocada y que era un monstruo, pero no lo hizo, solo la miró en silencio y le dio un beso muy suave en la mano.

— La primera vez que maté a alguien, yo aún era un niño. Al principio sentí miedo pero cuando llegué al campo de batalla no sentí miedo, ansiedad o nerviosismo. Simplemente llegué allí, maté a los que se interpusieron en mi camino y logré mi objetivo. No lo dudé, no lo pensé, solo hice lo que tenía que hacer. — Ichigo hizo una pausa y Rukia solo pudo escucharlo hablar sin soltar su mano. — No es como lo que hiciste, no mataste a alguien, mataste una parte de alguien; eliminaste algo que se interponía en tu camino a tu objetivo, por eso sientes alivio.

— Maté una esperanza. — Susurró Rukia.

Ichigo besó su mano suavemente de nuevo.

— Es lo mismo que el té que tienes que beber todas las semanas, mata una esperanza. Ella quería tener un hijo, por eso es una tragedia, pero tú, mi amor, ¿quieres que tengamos un hijo ahora? — Rukia se quedó en silencio por un momento ante esa pregunta y simplemente negó con la cabeza; ella no quería tener un hijo en ese momento, quería tener muchas cosas, pero no un hijo.

Rukia se levantó de las piernas de Ichigo y lo hizo levantarse de su asiento; dejó de pensar en las noticias que habían llegado en la carta y decidió que no tenía sentido preocuparse por algo que había sucedido y debería suceder. Ambos habían jurado que no importaba cuánta sangre tuvieran que derramar para lograr su objetivo; ellos harían lo necesario para tener lo que deseaban.

Todo lo que habían hecho sería inútil si ella se arrepintiera en ese momento. De nada serviría haber puesto una espada sobre la cabeza de su padre, de nada serviría haber escapado de Maranni con Ichigo, y de nada serviría haber evitado la destrucción de Maranni, si ella tenía miedo.

La vida tranquila, en el camino que habían elegido, no era una opción.

— Tienes que matar al bastardo y cambiar algunas reglas cuando te conviertas en rey. — Afirmó Rukia, haciendo que Ichigo caminara con ella de la mano al interior de la casa.

— ¿Me dejarás tener Inamoratas? — Preguntó Ichigo con tono pícaro.

Rukia se detuvo e Ichigo también; giró sobre sus talones y presionó su dedo índice contra el pecho de Ichigo como advertencia.

— Si tienes un Inamorata, será la última vez que sientas placer, mi amor. — Rukia lo amenazó completamente seria.

— Esa amenaza no debería excitarme así. — Añadió Ichigo tomándola de la cintura con fuerza; Rukia se mordió el labio, pasando de los celos al deseo en segundos. — Así que desayunemos antes de que decida hacerte el amor sobre la mesa.


Verano x492 — 4 de agosto

Nadeshiko dejó el castillo unos días después de que Rukia hiciera su viaje de luna de miel, se aseguró de que Yuki estuviera sana y salva dentro de la corte de la reina y se despidió de su esposo. Esa fue quizás la despedida más difícil que Nadeshiko había tenido en toda su vida de casada.

No era como las despedidas que solía tener cuando Soujun hacía los viajes a la capital, esa despedida fue diferente y dolorosa.

Ese adiós fue verdaderamente un adiós, Nadeshiko y Soujun sabían que esa era la última vez que se verían; Soujun sería ejecutado cuando descubrieran todo lo que había hecho en Maranni, era una verdad innegable y ambos lo sabían. Nadeshiko le había pedido a su marido que la acompañara a Maranni, que le diera alguna excusa al rey y luego fueran a Jetaiya a pedir asilo a Koga, pero Soujun se había negado.

Soujun le había dicho que no le dejarían salir de la capital, siempre habría una razón por la que nunca podría irse y si escapaba, Rukia sería tomada como prisionera. Ese era el verdadero papel de la esposa del segundo príncipe, ser rehén del rey en caso de que el señor de Maranni decidiera levantarse contra el reino.

Nadeshiko estaba devastada y Soujun solo podía consolarla asegurándole que sacaría a Rukia del castillo tan pronto como fuera posible.

El carruaje de Nadeshiko no se detuvo en la granja de su cuñado en Tenjira, sino que continuó hasta que llegó a Maranni; estaba custodiada por algunos de los soldados de Soujun que tenían la orden de protegerla y regresar a la capital después de haberla llevado a salvo a la Gran Casa.

Las puertas de la ciudad ya habían sido reparadas y solo quedaban unas pocas banderas negras que simbolizaban el duelo que había en la ciudad por todas aquellas víctimas de ese desastre. Nadie sabía lo que había pasado esa noche y la gente hacía preguntas, por suerte la mayoría de los habitantes estaban dormidos y solo los soldados fueron testigos de eso; los mismos soldados que habían muerto esa noche.

Nadeshiko salió del carruaje y lo primero que hizo fue preguntarle a uno de los sirvientes sobre Byakuya. Una doncella la guió a la habitación donde estaba Byakuya; Nadeshiko estaba ansiosa por volver a ver a su hijo, temía que no se hubiera recuperado por completo, pero cuando lo vio sentado en esa suave silla, sosteniendo uno de los libros de Soujun, el miedo se desvaneció por completo dando paso al alivio de verlo vivo.

Byakuya parecía estar bien y eso la hizo sonreír. Nadeshiko se acercó de inmediato a su hijo, y Byakuya se sorprendió al ver a su madre allí.

— Hijo mío, ¿cómo te sientes? — preguntó Nadeshiko mientras se acercaba a su hijo. Byakuya tomó las manos de su madre, dejando el libro en su regazo, y las besó como una muestra de respeto.

— Bienvenida, madre. — Saludó Byakuya con un tono de voz neutro. — Estoy mejor; la recuperación ha sido lenta, pero estoy bien, me quedarán cicatrices en la espalda y en el pecho, pero nada que la ropa no cubra.

Nadeshiko suspiró aliviada y agradeció a las Deidades, luego miró alrededor de la habitación, buscando a la esposa de Byakuya, pero no vio a Hisana ni al bebé por ninguna parte; eso alarmó a Nadeshiko, pensando que quizás Hisana se había ido y regresado a Jetaiya con el bebé.

— ¿Dónde está tu esposa? — Preguntó un poco preocupada. No quería empezar a hacerse ideas de más, pero era imposible con toda la situación en ese momento.

— Estoy aquí, suegra. — Hisana estaba parada en la puerta de la habitación con el bebé en brazos. — ¿Pensó que había huido?

Nadeshiko se sonrojó de vergüenza al saber que sus pensamientos fueron descubiertos, pero se sintió aliviada al ver que Hisana no se había ido de Maranni. No podría soportar el saber que su familia se estaba desmoronando.

— No, pensé que te había pasado algo malo. — Mintió Nadeshiko. — Pero me alivia saber que estás bien.

Hisana hizo una mueca de molestia pero se acercó a Byakuya, acunando a su bebé en sus brazos, para sentarse en la silla que estaba junto a la silla de Byakuya. Nadeshiko tuvo que admitir que el matrimonio de su hijo había evolucionado bastante bien; Hisana no se había escapado y eso era algo bueno.

— Mi padre, ¿está bien? ¿Por qué vienes sola, madre? — Preguntó Byakuya al ver que nadie más entraba a la habitación en donde estaban.

Nadeshiko sintió la preocupación en la voz de su hijo y vio a Hisana poner una de sus manos en el hombro de Byakuya en un gesto de apoyo y calma; ella no tuvo más remedio que contarles lo que había sucedido en el castillo desde su llegada y todo lo que Rukia les había dicho esa noche.

La expresión de Byakuya pasó de la sorpresa a la preocupación y luego al enojo por todo lo que Nadeshiko estaba diciendo; si hubiera podido levantarse en ese momento, lo habría hecho. Nadeshiko se quedó en silencio, esperando que el enojo de Byakuya se calmara antes de continuar hablando, porque lo siguiente que diría sería peor.

— Necesito que me escuches, porque debemos tomar una decisión y debemos ser discretos; hay espías en la ciudad y posiblemente dentro de la Gran Casa. — advirtió Nadeshiko, atrayendo por completo la atención de su hijo y de Hisana. — Tenemos que irnos de aquí; abandonar todo e irnos de aquí.


Verano x492—5 de agosto

Su Majestad, he decidido aceptar la oferta que me hizo antes de salir de Adelaar, así que comenzaré el recorrido por 13 ciudades esta semana. Como bien sabe, estoy en una cabaña en las montañas del norte, y hay algunas ciudades en el camino de regreso a la capital. Espero regresar a la capital a fin de mes con buenas noticias para usted, Su Majestad.

Que las Deidades lo protejan, majestad. Ichigo.

Ichigo leyó la nota un par de veces y consideró que era suficiente. Lo puso en un recipiente de metal después de sellarlo y se lo entregó a uno de los soldados que lo acompañaban. Pudo haber enviado a Kholtan pero no lo hizo, su águila también merecía tener unas vacaciones.

Momentos después salió de la casa en busca de Rukia que estaba afuera, en el patio trasero.

Ichigo estaba molesto porque el rey no les dio más tiempo para tener una luna de miel como era costumbre con los príncipes, y le enfureció ver el claro favoritismo que su padre tenía por Kaien. Matar a Kaien con las galletas de Rukia era muy tentador, pero sabía que el plan fracasaría, las galletas solían ser compartidas y más de una persona podía terminar muerta.

El día antes de emprender el viaje, le había preguntado al rey por qué no le había concedido más tiempo; la única respuesta que obtuvo fue que aún no había cumplido con sus deberes como Comandante en Jefe del Reino y que si quería más tiempo, podía hacer la gira con su esposa.

Ichigo no creyó esa explicación, y estaba seguro de que el rey no quería que se alejara demasiado de la capital. Solo podía atribuirlo a una cosa: el rey todavía sospechaba de Lord Kuchiki y no quería que Rukia estuviera lejos de la capital. Después de todo, Rukia era el rehén del rey e Ichigo no sabía qué era peor, que Rukia fuera un rehén con una corona, o que Rukia lo supiera y no se preocupara por eso.

Lo último que quería Ichigo era poner a Rukia en peligro, así que tenía que pensar en cómo protegerla en caso de que todo se saliera de control. Tenía que asegurarse de que ella tuviera un lugar donde esconderse en caso de que tuvieran que huir del castillo, y Maranni no era una opción viable porque sería el primer lugar donde la buscarían.

— ¿Enviaste la carta? — preguntó Rukia. Estaba sentada en uno de los troncos con Kholtan de parado sobre su brazo enguantado; el águila se veía enorme a su lado e Ichigo asintió mientras se paraba frente a ella.

— Sí, el mensajero acaba de irse. — respondió con calma. Kholtan chilló y se elevó en el aire con un gesto indignado y molesto; Ichigo conocía muy bien a su águila, y aquella expresión le hizo levantar una ceja. — Creo que está celoso. ¿Desde cuándo le gustas tanto a Kholtan?

Ichigo se sentó junto a Rukia que se reía de ese comentario.

— Una parte de tu alma vive dentro del águila, supongo que esa parte de ti también está enamorada de mí. — Rukia se señaló a sí misma riendo divertida. — Eso significa que soy irresistible para tu alma.

— ¿Ah sí? — Ichigo la miró con los ojos entrecerrados. — ¿Qué te hace pensar que estoy enamorado de ti? — preguntó sin dejar de mirarla de esa manera.

Rukia se levantó de su asiento, se paró frente a Ichigo, puso sus manos en su cintura y una expresión de indignación en su rostro; ambos sabían que ese gesto era falso.

— Te casaste conmigo. — declaró Rukia, muy segura de sí misma.

— Solo porque un contrato me obligó. — Ichigo se acomodó mejor en su asiento y fingió indiferencia, pero una sonrisa luchaba por escapar de sus labios cuando vio esa pequeña expresión de rabia en esos ojos que lo volvían loco.

Rukia se relajó antes de volver a hablar.

— No puedes vivir sin mí. — Rukia se miró las uñas mientras decía eso, completamente segura de sí misma. — Soy tu droga, me necesitas para seguir viviendo y que el mundo no se derrumbe en un apocalipsis de agonía.

Ichigo la escuchó hablar, tan segura como que su nombre era Rukia, y eso lo hizo sonreír para sus adentros; le gustaba esa fuerza y determinación en Rukia.

Ella era perfecta.

— Esta vez ganas, solo porque tienes la boca llena de razón. — Ichigo se levantó y la tomó por la cintura, acercándose a ella pero sin besarla. — Ahora necesitas tener la boca llena de besos para que el mundo pueda ver un nuevo amanecer mañana.

— ¿Y si no quiero que me beses? — preguntó Rukia. Sus labios estaban peligrosamente cerca de los de él; ella lo tentaba de una manera única.

— El mundo se derrumbaría, mi amor; porque soy tu droga. — Susurró Ichigo con una sonrisa maliciosa antes de besarla. Rukia no se resistió a ese beso, se acercó lo más que pudo a Ichigo, abrazándolo y disfrutando ese momento.

— Te amo mi príncipe. — susurró Rukia entre besos haciéndolo sonreír.

— Y yo te amo más, mi princesa de Maranni. — Respondió Ichigo sin apartar los ojos de ella, haciéndole saber que sus palabras eran ciertas; quería que Rukia tuviera la seguridad de que él era completamente suyo.


Verano x492 — 6 de agosto

El sonido de las plumas sobre el pergamino y la respiración eran los únicos sonidos en la oficina privada del rey; la boda y los invitados habían pasado al olvido tan rápido como se supo de la desgracia de Nelliel en el castillo. La reina no quería hacerlo público, ni siquiera quería decírselo al rey, pero Kaien no pensaba como la reina.

Gracias a la tía de Ichigo, Kaien había descubierto algo que le parecía interesante. La noche de la firma del contrato de boda, Rukia había dado un discurso extremadamente interesante, y para Kaien no pasó desapercibido que esas palabras estaban destinadas a la princesa heredera de Vayalat.

Kaien era encantador, él lo sabía, y también era el futuro rey de Avanta, las relaciones entre reinos vecinos, amigos y que estaban unidos por sangre, tenían que ser buenas sin importar qué.

No le tomó a Kaien mucho más que una tarde de conversaciones con la Princesa Kirio para saber que la razón por la que Ichigo no había querido casarse con la Princesa de Gardelia era porque Ichigo y la princesa habían tenido una aventura que había terminado mal.

Además de eso, Masaki tuvo que salvar el trasero de Ichigo para evitar un conflicto entre Vayalat y el reino de Gardelia por culpa de un romance adolescente.

Cuando Kaien se enfrentó a Masaki, la noche en que Nelliel se enfermó, lanzó "una piedra al aire" esperando golpear algo, y así fue. La reacción de Masaki fue suficiente para saber que, efectivamente, había logrado golpear algo. Kaien supuso que aquello era suficiente para que la reina decidiera hacerle saber al rey que Nelliel había tenido un aborto espontáneo.

No hicieron pública la noticia, pero en el castillo se habló de ello, y no fue de extrañar que las esposas de altos funcionarios y concejales se acercaran a Nelliel para brindar apoyo por la pérdida de su embarazo. Kaien veía la sonrisa de Nelliel con toda esa atención, sabía que a ella le gustaba recibirla, y sabía que ella se ocuparía de hablar bien de él para quitarle el estigma de "hijo ilegítimo" que poseía.

Masaki, en lugar de debilitarlos con esta traición a Nelliel, los había convertido en el centro de atención.

Kaien dejó a un lado el libro de cuentas que estaba revisando, había varias cosas que no le gustaban pero sabía que se mejorarían cuando las cosechas comenzaran a llegar. Todos los años pasaba lo mismo, pero se habían encargado de hacer lo necesario para que el reino no pasara hambre en invierno y quedara un excedente para servir de protección en caso de catástrofe o de guerra.

Ese año había sido muy tranquilo en cuanto a enfrentamientos más allá de los habituales con ladrones y bandidos; Kuvar parecía no haber vuelto a intentar tomar ninguna ciudad del sur, aunque varios pueblos pequeños habían sido atacados.

Kaien no quería admitirlo, pero Ichigo estaba haciendo un buen trabajo como Comandante en Jefe; había tomado buenas decisiones que habían salvado la vida de muchas personas en la frontera sur.

Se frotó fuertemente los ojos y empezó a ordenar las cosas que había usado, era tarde y podía ver desde la ventana, como la luz del sol acariciaba las copas de unos árboles. En cualquier momento sonarían las campanas del templo de las Deidades anunciando la puesta del sol, y eso pondría fin al trabajo de ese día.

Mientras recogía los pergaminos encontró una pequeña nota, su padre estaba concentrado en uno de los libros de cuentas y Kaien aprovechó la oportunidad para leer el contenido de esa nota.

No le sorprendió descubrir que se trataba de un informe de Maranni; se habría sorprendido si su padre no hubiera enviado un espía allí después de lo que Lord Kuchiki había dicho en esa reunión. Terminó de leerlo y lo volvió a poner sobre la mesa donde estaba trabajando con el rey.

— El hijo del Señor de Maranni no ha muerto; está lesionado y en recuperación. Su tío es el que se ocupa de todo en la ciudad. — Comentó Kaien llamando la atención de su padre.

— ¿Qué dices? ¿Cómo lo sabes? — Preguntó el rey y Kaien se reclinó en su silla, descansando un poco la espalda.

— También envié un espía a Maranni, la envié a la Casa Grande y parece que se las arregló para quedarse allí, porque sabe más que el tuyo, padre. — Comentó tranquilamente y sacó del bolsillo de su pantalón el informe que le había llegado por la mañana. — Esperaba que termináramos de trabajar para contártelo, padre.

Kaien le entregó la nota a su padre, para que él también pudiera leerla, y esperó su reacción. En esa nota había cosas interesantes que seguramente a su padre le gustaría saber, por lo que fue paciente y vio como la expresión de seriedad de su padre se convertía en una expresión de sorpresa.

— ¡La esposa de Byakuya es una princesa! — Exclamó el rey y Kaien asintió.

— Una princesa exiliada de Jetaiya. Aparentemente, el hijo del Consejero no solo se hizo amigo de un príncipe, sino que también logró ganarse el corazón de una princesa. — Kaien comenzó a mover distraídamente sus dedos sobre la mesa, con una expresión de preocupación en su rostro. — El señor de Maranni está ocultando información y me temo que le mintió descaradamente a mi hermano cuando fue a investigar los rumores.

Isshin apoyó los brazos en el borde de la mesa y entrelazó los dedos, pensando cuidadosamente en lo que Kaien había dicho. Kaien solo esperaba en silencio, no quería decir más porque sabía que su padre podría enojarse si sugería que Ichigo podría estar conspirando contra ellos con la ayuda del Señor de Maranni.

— ¿Crees que Ichigo intentará hacer una rebelión por el trono? — Preguntó el rey con duda en la voz.

Kaien sabía que de su respuesta dependía lo que su padre pudiera pensar de Ichigo; podía hacer que Ichigo pareciera un hombre ambicioso o una víctima de la situación. Si Kaien decía que Ichigo estaba planeando algo, y resultaba que no era cierto, Kaien se vería como un hombre temeroso de su propio hermano; y lo que más importaba en ese momento era mantener su imagen de buen hijo frente al rey.

— No padre, no creo que Ichigo lo intente. Hablé con él antes de que se fuera de luna de miel y me dijo que lo único que quería era pasar el resto de su vida con su esposa, de manera tranquila. No sé si me mintió, prefiero pensar que mi hermano fue honesto conmigo. — Mintió Kaien. — Por otro lado, no se sabe desde cuándo el Señor de Maranni se ha relacionado con la realeza de Jetaiya; y por lo que he leído, Jetaiya era el principal aliado de Maranni antes de la conquista.

Hacer una acusación y un ataque directo a Ichigo no era una buena idea; Kaien prefirió hacer lo mismo que Masaki le hizo a él, atacar una debilidad. Matar a Ichigo era una buena opción, pero hacerlo sufrir era mejor; especialmente porque también hará sufrir a Masaki.