Los Ojos del Ruiseñor
Capítulo 40: Trabajo
Verano — x492 / 7 de agosto
Kisuke miraba la espalda del rey de Vayalat, estaba esperando que su padre dijera algo pero el rey solo se estaba en silencio; y el silencio de su padre era algo que a veces hacía que Kisuke se sintiera incómodo, porque significaba que su padre estaba pensando en lo que iba a decir.
Desde que Kisuke llegó al Palacio Vermist, lo primero que hizo fue ir a la oficina privada del Rey de Vayalat y dar un informe detallado de todo lo que había sucedido en Adelaar; o casi todo lo que había pasado allí, había cosas que como siempre, solo se las guardaba para él mismo.
— Entonces, ¿es definitivo? — preguntó Yhwach sin dejar de mirar la bahía desde su ventana.
— Lo es, Su Majestad. Isshin ha confirmado que Kaien será el rey. — Kisuke no tenía su habitual abanico en la mano, pero estaba moviendo sus dedos y jugando con una pequeña moneda entre ellos. — Isshin incluso propuso una reunión para renovar los términos de la alianza porque Ichigo no va a tomar el trono tras su muerte, como se estipula en el contrato.
— Debí haber aceptado la petición de divorcio que hizo Masaki cuando ella estaba aquí, en este momento Avanta sería nuestro. — Murmuró el rey y se volvió para ver a Kisuke. — ¿Ichigo tiene la intención de tomar el trono por la fuerza?
— No. — La voz de Kisuke era firme. — Ichigo lo intentará, pero estoy seguro de que si eso pone en peligro a su esposa, no hará nada. Se ve muy enamorado, tal como se veía Isshin cuando vino a pedir la mano de Masaki en matrimonio.
Yhwach asintió y se sentó en su escritorio.
— ¿Cómo es la chica? Tu madre dice que su anillo le mostró que la chica era fuerte.
— ¡Oh! Ella es fuerte e inteligente, es casi perfecta. — Kisuke se sentó frente a su padre, reclinándose en la silla mientras seguía jugando con esa moneda.
— ¿Casi? — El rey estaba intrigado por esa expresión y le indicó a Kisuke que continuara hablando.
— Ichigo es un manipulador natural. Aprendió a hablar, a modular su voz y a moverse de tal manera que parece encantador. Dice lo que tiene que decir y hace lo que tiene que hacer en el momento adecuado; yo mismo lo he visto hacer que la gente haga algo que no quiere hacer, solo porque él lo pide. Incluso nuestra alianza con Gardelia se hizo gracias a él, y cuando se aburrió de su relación con Yoruichi, simplemente nos hizo deshacernos de ella; nos vendió la idea de una guerra contra Gardelia y luego se fue con los mercenarios. Tengo que admitir que casi le creí cuando me habló del miedo a la guerra por romper su relación con Yoruichi, parecía genuinamente preocupado.
— De nada le sirve ser tan bueno, si no consigue que su padre le dé el trono. — Yhwach estaba al tanto de lo que había pasado, y tuvo que admitir que Ichigo era bueno, pero no infalible y eso le molestaba.
— Isshin tiene un claro favoritismo por su hijo bastardo que evita que Ichigo se acerque a su padre, pero definitivamente debe estar usando su encanto para hacer que la gente haga lo que él quiere.
— Y eso, ¿cómo se relaciona con la niña? — Yhwach estaba concentrado en lo que Kisuke estaba diciendo, completamente intrigado por la mujer que su nieto había elegido como esposa.
— Que la chica lo está manipulando a él. Me atrevo a pensar que ambos lo hacen con el otro, quizás inconscientemente, pero la chica definitivamente tiene poder sobre él. — Aseguró Kisuke lanzando su moneda y agarrándola con su mano.
— ¿Y descubriste eso en los días que estuviste allí? — Kisuke notó la molestia en la voz de su padre. La idea de que Ichigo fuera manipulado por su propia esposa no era agradable para Yhwach, y Kisuke podía verlo.
— No, lo descubrí cuando se casaron y por lo que me dijo Ichigo. — Kisuke se levantó de su asiento, sirvió dos vasos de licor verde, uno para su padre y otro para él, y nuevamente se sentó entregando el vaso de licor a su padre. — Tengo una historia muy entretenida para ti, padre, y luego podrás decidir si romper la alianza con Avanta o no.
Verano — x492 / 11 de agosto
"Puedes comenzar el recorrido en las tres ciudades del norte. Enviaré un soldado a cada ciudad, para que sea él quien me traiga los informes a la capital. Zhilen, Kirasam y Visnia son buenas ciudades para empezar. Que las Deidades te protejan, hijo mío. Isshin".
Ichigo arrugó el pergamino donde estaba escrito el mensaje de su padre y lo arrojó al fuego que ardía en la chimenea de la habitación. Su padre desconfiaba de él y eso no era una buena señal; ese soldado que enviaría su padre, y que serviría como "mensajero", no era más que un espía para asegurarse de que él estaba haciendo lo que tenía que hacer y que Rukia estaba con él.
Ichigo había estado en contacto con su espía en Maranni antes de salir de la capital, y por lo que dijo el hombre en su informe, alguien estaba haciendo preguntas. Los espías de Kaien y del rey eran probablemente los que hacían preguntas, y eran un peligro porque podían llegar a la verdad, o al menos a algo tan sospechoso que el rey tendría que ir en persona a Maranni para ver qué estaba pasando.
Esas posibilidades no le agradaban para nada, porque Ichigo había hecho un desastre cuando escapó de allí con Rukia, solo un ciego vería que lo que pasó no era normal; sabía que había cometido un error al usar el ankh de aquella manera, pero necesitaba sacar a Rukia de allí.
Más que el deseo de evitar una guerra, quería a Rukia con él; además, la idea de que Koga incluso tuviera la oportunidad de tocarla le hacía pensar en cosas indescriptibles contra su viejo amigo.
Rukia no iba a enviar a su padre a matar a Kaien, e Ichigo no podía sugerirlo porque era simplemente impensable; aun así sabía que el padre de Rukia haría el trabajo sucio, o al menos lo intentaría mientras siguiera pensando que el rey había enviado a matar a Emiko.
La única forma en que Soujun pudiera descubrir la verdad sobre la muerte de Emiko sería si entraba en la Sala del Registro; y solo el rey y sus hijos podían hacerlo. Ichigo había entrado en esa habitación después de su regreso de Maranni, y lo que encontró fue algo que lo hizo reír ante la ironía de la situación. Si le decía esa información a Rukia, ella se lo diría a su padre y eso no era conveniente para él.
Que Soujun supiera la verdad podía hacer que no quisiera matar a Kaien; y en ese momento Soujun era un hombre muerto que no sabía que estaba muerto.
Ichigo se calmó, se peinó el cabello con los dedos y salió de la habitación en busca de Rukia. Con la respuesta de su padre, podrían pasar un par de días más en esa cabaña antes de iniciar el viaje. Quería llevarla a la cascada y pasar la noche acampando allí, disfrutando de la naturaleza y de la vista.
Quería un día más de descanso antes de empezar a trabajar en las ciudades.
Verano — x492 / 17 de agosto
Zhilen era la primera de las ciudades que iban a visitar. Ichigo le había dicho que estaba cerca de la frontera con Gardelia, aunque era difícil tener una referencia geográfica para delimitar esa frontera, algo que no era el caso de Vayalat, cuya frontera estaba delimitada por la cordillera central de esa parte del continente.
Las Montañas Azules eran el punto más alto de esa cordillera, y en la cima de las montañas era el único lugar donde nevaba.
Había un lugar en donde el camino se dividía en dos, si seguían el camino hacia el norte entrarían a los páramos de Gardelia, y si continuaban más al norte entrarían al Desierto Rojo; y casi nadie lograba salir del Desierto Rojo.
El Desierto Rojo era quizás la zona de tierra más estrecha del continente, en comparación con las otras partes que componían el continente y cuyas tierras habían sido dibujadas por cartógrafos que dedicaron su vida a viajar por el mundo; el Desierto Rojo era conocido como la zona de la muerte, porque casi nadie que había intentado cruzar ese desierto había sobrevivido. Los días eran demasiado calurosos y las noches demasiado frías. Se decía que había gente viviendo en ese lugar, que en el centro del desierto había un oasis tan único y perfecto que era el paraíso y que solo los habitantes del desierto, los que allí nacieron, podían transitar por esa tierra tan hostil.
Si esas personas existían o no, era un misterio que Rukia no quería revelar; la idea de aventurarse en el desierto por su propia voluntad no era algo que le gustara.
Ellos tomaron el camino occidental; ese era el camino que los llevaría a Zhilen.
Ellos no tenían prisa por llegar a la ciudad porque Ichigo quería que ella disfrutara ese viaje; él quería que ella viera los pueblos a lo largo del camino y los campos de cosecha antes de llegar a las ciudades, así que viaje desde la casa en las montañas hasta la ciudad de Zhilen, fue lento.
Rukia tenía que saber sobre geografía, política y diplomacia, además de economía; y la mejor manera de hacerlo, era conocer la tierra en la que vivía, la gente y los cultivos.
Las princesas tenían más trabajo que hacer de lo que ella podría haber imaginado, y le costaba creer que solo había pasado poco más de un año desde que le dijo a Yuki que si se convertía en princesa, estaría sentada y luciendo bonita como una muñeca. Ese recuerdo la hacía reír cada vez que le venía a la mente, la hacía reír de lo equivocada que estaba en ese momento.
Si todo iba bien y ella se convertía en reina, ella sería la que se ocuparía de todo lo que hacía la reina Masaki; y eso era mucho trabajo.
Todo tenía que salir bien; incluso si para eso tenía que tirar a Kaien por el acantilado ella misma, porque cuanto más tardaban, más peligroso era.
Rukia no tenía nada en contra de Kaien, no le había hecho nada malo; solo se estaba interponiendo en el camino. Rukia necesitaba a Ichigo en el trono para poner fin a los Acuerdos de la Caída y su familia pudiera ser libre; tan libre como las circunstancias lo permitan.
Durante parte del viaje, Rukia había estado pensando en lo que Ichigo le dijo sobre ese "mensajero" que el rey enviaría a cada ciudad. El rey quería vigilarlos y eso la preocupaba, porque sabía que su padre estaba siendo investigado por sospecha de traición, y porque ella era la forma en que el rey pudiera obligar a su padre a que no hiciera nada contra el reino o para que asumiera culpas y así asegurar su ejecución.
Ichigo también le dijo que había estado recibiendo informes de Maranni y que no eran alentadores porque había gente haciendo preguntas.
Rukia sabía que tenían que actuar con cuidado, que si los informes de Maranni seguían llegando al rey, él podría averiguarlo todo y todos los involucrados podrían terminar muertos. Rukia era consciente de que su padre haría algo para vengarse de Isshin, pero no sabía lo qué haría su padre, cuándo lo haría o si tendría tiempo para hacerlo. Y eso también la preocupaba.
Todo el futuro era tan incierto, como lo que les esperaba cuando llegaran a esa primera ciudad.
Mientras desayunaban en el camino, Ichigo envió a uno de los soldados a la ciudad, le encargó que alquilara una posada y le dio una bolsa de monedas para pagar lo que tenía que pagar. Ichigo había decidido que no irían directamente a la casa del Señor de Zhilen, quería descansar un poco del viaje antes de tener que enfrentarse al trabajo, y Rukia estuvo de acuerdo.
Los viajes eran agotadores y lo último que quería Rukia era tener que fingir una sonrisa frente a un grupo de extraños. Eventualmente tendría que hacerlo, pero no quería hacerlo cuando estaba cansada de un viaje de tres días.
— Me pregunto si Kia quiere ir cabalgando con Kon a la ciudad. — dijo Ichigo en un tono de voz que parecía inocente y realmente curioso.
Rukia, que estaba a punto de subir al carruaje para continuar el viaje, se dio la vuelta y encontró a Ichigo atando esa tela tan característica que solía usar cuando fingía ser Kon, alrededor de su cabeza para cubrir el color de su cabello. Rukia sonrió al verlo hacer eso y negó suavemente con la cabeza antes de responder.
— Déjame preguntarle a Kia. — Rukia entró al carruaje, dándose cuenta de lo que Ichigo quería hacer y comenzando a buscar lo que necesitaba para cambiarse de ropa.
Salió unos momentos después, vestida con pantalones y botas de montar, con una blusa de algodón muy cómoda; se había trenzado el cabello y lo había atado con una bonita cinta. Nadie la conocía, solo los que habían asistido a la boda, pero vestida así nadie pensaría que era una princesa.
Recorrieron juntos el resto del camino para llegar a la ciudad, cada uno en un caballo, seguidos de cerca por un par de guardias que estaban a cargo de su seguridad. El sol estaba detrás de ellos y los árboles que crecían a los lados del camino les daban algo de sombra que hacía más cómodo el camino.
Antes de llegar a las puertas de la ciudad, Rukia vio campos con arbustos redondeados plantados en filas aparentemente interminables; la mayoría no tenía flores y los que sí las tenían, eran pequeñas y estaban muy espaciadas. Rukia notó que eran de un color morado muy bonito, y poco a poco hizo que su caballo avanzara de manera lenta para poder ver mejor las flores en aquellos arbustos.
— Son los campos de lavanda. La floración mayor es a mediados de julio y para este mes solo quedan los brotes tardíos; la mayoría ya se han cosechado. — explicó Ichigo. También había hecho que el caballo fuera lento y se había acercado a ella. — Un día te traeré a verlos, yo solo los he visto una vez; el color de las flores me recuerdan a tus ojos.
Esa última frase la hizo sonrojarse, sintió sus mejillas arder y se volvió para ver a Ichigo, pero él estaba viendo el camino; completamente enfocado en la ciudad a lo lejos.
— Mis ojos te recuerdan a las flores. — Corrigió Rukia con una sonrisa, e Ichigo se giró para verla; él también tenía una leve sonrisa en los labios.
— No, las flores me recuerdan a tus ojos. Fueron tus ojos los que me robaron el sueño la primera vez que te vi. — Ichigo dijo eso con tanta naturalidad que Rukia se sonrojó aún más. — El color de esas flores me recuerda a esa sensación embriagadora que tuve al verte por primera vez.
Rukia no habló más, le gustó esa confesión y la hizo fantasear un poco sobre la primera vez que se conocieron en ese camino entre el castillo y la ciudad. Ichigo le había mencionado muchas veces que ella le había quitado el sueño, pero nunca había entrado en detalles; Rukia no los necesitaba. El misterio y romance de esa primera mirada se mantenía por la falta de detalles; Rukia prefería pensar que a él le pasó lo mismo que le pasó a ella.
Llegaron al pueblo un poco después de ver esos campos de arbustos; las puertas de la ciudad estaban abiertas y las murallas estaban custodiadas por soldados que caminaban sobre ellas portando arcos y flechas.
La gente entraba y salía de la ciudad con fluidez, a pie, a caballo o en carretas que transportaban verduras y animales; había granjas y pueblos más pequeños en el camino, y las personas que vivían ahí vendían o comercializaban sus productos en la ciudad, y eso le pareció interesante a Rukia porque nunca lo había visto de la forma en que lo hacía en ese momento.
El soldado que Ichigo había enviado a buscar la posada, los estaba esperando a unos metros fuera de la ciudad con su caballo, él estaba sentado en una gran roca que estaba al lado de la carretera, pero en cuanto los vio acercarse inmediatamente se levantó. Ichigo detuvo su caballo y Rukia se detuvo con él para escuchar lo que diría ese soldado.
— Encontré una posada, en la calle principal. Es lo mejor que hay... — El soldado comenzó a explicarle a Ichigo cómo llegar allí, e Ichigo asintió a lo que dijo el soldado antes de seguir el camino y atravesar las puertas de la ciudad. Rukia vio al soldado subirse a su caballo y seguirlos; detrás de ellos iban los carruajes y los otros soldados que los acompañaban como escolta y seguridad.
Las calles principales de las ciudades siempre eran amplias y empedradas, solían atravesar la ciudad de lado a lado, y siempre había un camino que rodeaba las ciudades; ese camino era para personas que querían evitar atravesar la ciudad y preferían seguir un camino más tranquilo o tenían prisa por llegar a su destino.
Las únicas excepciones eran las ciudades de Maranni, la Capital y Visnia. No había ningún camino alrededor de las ciudades porque el camino a esas ciudades estaba en un desvío de la carretera principal, y no había nada más allá de ellas debido a la ubicación donde se construyeron las ciudades. La capital se construyó sobre un acantilado, Visnia se construyó en el borde de las montañas del norte y Maranni en el borde de las Montañas Azules, en el punto más alto posible.
Rukia miraba con curiosidad todo en la ciudad; miraba a las personas que iban y venían con cosas, los carros llenos de frutas o con animales que serían vendidos o sacrificados en mataderos para vender su carne; había tiendas, casas de té y tabernas; la calle principal de la ciudad era una calle dedicada al comercio de todo tipo.
A lo lejos podía oír el repicar de las campanas del templo de las Deidades que anunciaban el mediodía y el grito de la gente que anunciaba lo que vendían. Había árboles plantados a lo largo del camino, generalmente a un lado para no obstaculizar el flujo de la calle, y palmeras que crecían de un lado a otro y se balanceaban con la cálida brisa del mediodía. Rukia asumió que debía ser así, porque al estar tan cerca del norte, debían tener tanta sombra como fuera posible.
Lo que más llamó la atención de Rukia fue ver que en varias tiendas había ramos de flores moradas y blancas; también le llamó la atención el hecho de que había macetas y jardines que decoraban los balcones que daban a la calle principal, y que contenían los mismos arbustos que había en los campos. Rukia solo podía imaginar cómo se vería la ciudad en la época de la floración lavanda y decidió que, el siguiente año le pediría a Ichigo que viajaran de nuevo a Zhilen solo para poder ver las flores.
Ichigo se detuvo frente a una posada y desmontó de su caballo, la ayudó a bajar luego de intercambiar algunas palabras con el soldado, y entraron al lugar. La posada era hermosa, estaba hecha para dejar una buena impresión en los viajeros que se quedan allí; y estaba cumpliendo su objetivo porque Rukia en verdad creía que era muy hermoso el lugar.
— Espera un minuto aquí, mi amor. — Susurró Ichigo y Rukia se sentó en una silla cerca de una ventana, agradecida de descansar un poco de estar montando a caballo.
Mientras Ichigo hablaba con el dueño de la posada, Rukia miraba la ciudad a través de esa ventana; quería salir a ver la ciudad, vestida como Kia y no como una princesa, quería mezclarse con la gente y quería ver esas flores. Ichigo se acercó a ella, provocándole un pequeño susto que la hizo salir de sus fantasías, y le sonrió.
— Veamos nuestra habitación, Kia. — Susurró Ichigo y Rukia se puso de pie asintiendo con una sonrisa.
Ichigo seguía jugando al juego de los nombres, y eso le gustaba; ellos siempre serían dos personas en una: Rukia y Kia, y Kon e Ichigo.
El dueño de la posada parecía bastante feliz por algo, y Rukia se dio cuenta de que estaba sacando un letrero que decía "no hay vacantes" para colgar en la entrada de la posada.
— ¿Alquilaste toda la posada? — preguntó Rukia, un poco sorprendida.
— Técnicamente, sigue siendo nuestra luna de miel y quiero un poco de paz para poder estar con mi esposa. — Ichigo se encogió de hombros en un gesto indiferente. Rukia se sonrojó con esa última frase. — Además, el hombre parecía feliz de alquilarnos toda la posada. Debes tener en cuenta que los soldados también tienen que descansar al igual que los criados y cocheros. Alquilar toda la posada no es mala idea.
Rukia admitió que Ichigo tenía razón, pero no tuvo tiempo para hacer nada más porque Ichigo la levantó en brazos, como la princesa que era, lo que la sorprendió y sonrió por eso. Rukia se aferró a los hombros de Ichigo, viendo que él también se estaba riendo de lo que había hecho, y comenzó a caminar por el pasillo hacia donde estaba la habitación.
— ¿Lo harás cada vez que entremos por una puerta? — preguntó Rukia, completamente sonrojada, y un poco alarmada cuando Ichigo pateó la puerta para que entraran a la habitación.
— Sí.
Ichigo la llevó a comer a un lugar que era famoso en la ciudad por su comida, o eso decía el posadero que les había estado diciendo qué lugares eran buenos y cuáles no. Él la llevó a donde ella quería ir, y vieron todo lo que ella quería ver; caminaron hasta que a Rukia le dolieron los pies y regresaron a la posada antes de que cayera por completo la noche.
— Entonces, esta es una flor de lavanda. — Murmuró Rukia mirando el ramo de flores que le había regalado Ichigo en la plaza de la ciudad. El aroma era increíble y el color también. Rukia colocó las flores junto a su cabeza, al nivel de sus ojos. — ¿Mis ojos son del mismo color? — preguntó divertida.
Ichigo, quien se estaba quitando los zapatos sentado en la cama al lado de Rukia, se giró para mirarla y negó con la cabeza antes de apartar gentilmente el ramo de flores del rostro de Rukia.
— No, tus ojos son más hermosos, más coloridos y más brillantes. — Susurró Ichigo haciéndola sonrojarse de nuevo.
Verano — x492 / 17 de agosto
Rukia se había puesto uno de sus vestidos más bonitos ese día; la reina se había encargado de elegir personalmente cada uno de los vestidos que Rukia iba a usar en ese viaje cuando se enteró de que podían ir a las ciudades en el viaje de regreso, y Rukia no podía quejarse; eran vestidos muy bonitos, pero también significaba que la reina se había asegurado de que su representante estuviera vestida de acuerdo a la situación. Todo eso puso mucha presión sobre los hombros de Rukia.
Ella estaba nerviosa e Ichigo se dio cuenta.
— Ahora eres de la realeza, mi amor. — Le recordó Ichigo, cuando el carruaje avanzó por ese camino de grava hasta la entrada de esa casa en las afueras de la ciudad de Zhilen.
Ese camino conducía a la casa del Señor de Zhilen.
— Lo sé, y por eso estoy nerviosa. — Admitió Rukia, jugando con sus manos como solía hacerlo cuando estaba nerviosa. Eso no le había sucedido en mucho tiempo y era una clara prueba de lo nerviosa que estaba en ese momento.
— ¿Puedo quedarme dentro del carruaje y decir que estoy enferma? — Ichigo la miró por un momento y Rukia soltó el aliento que estaba conteniendo cuando la miró.
Ichigo se veía realmente guapo vestido de esa manera casual; no estaba vestido con todos los honores de un príncipe, ni como el Comandante. Solo vestía de manera casual porque se trataba de una visita casual. Rukia estaba vestida de la misma manera, con un lindo vestido y su diadema de piedras amarillas y blancas, que era más pequeña que una tiara.
— Si quieres quedarte aquí, está bien. — Añadió Ichigo y le acarició la mejilla. — No puedo obligarte a venir, pero es parte de tu trabajo, así como hacer esta gira es parte del mío. Son deberes que tenemos que cumplir, además en este momento eres la representante de la reina, al igual que yo soy el representante del rey.
— Dices eso y solo me pone más nerviosa. — Confesó Rukia. Le sudaban las manos y trataba de secarlas con la falda de su vestido. — ¿Y si algo sale mal? ¿Qué pasa si digo algo que no debería? La reina me dijo lo que debía hacer en estos casos, pero eso no evita que me ponga nerviosa. Es mucha presión, Ichigo.
— Elige una máscara. — Sugirió Ichigo y tomar su mano dándole un pequeño beso en el dorso. Rukia solo lo miraba sin entender completamente esas palabras. — Vivir en la corte es un juego de máscaras y apariencias, esto es lo mismo, solo que más grande y más peligroso. Elije una máscara y actúa de acuerdo a la persona que elegiste ser; piensa que es un juego.
— ¿Cómo cuando te ves como un hombre peligroso? — Preguntó Rukia. Ichigo sonrió, negó con la cabeza y la tomó por la cintura acercándola hacia él con un poco de fuerza.
Rukia jadeó.
— Yo soy un hombre peligroso, mi amor; un hombre peligroso que finge ser un príncipe. — Dijo Ichigo mirándola, sin soltarla ni separarse de ella. Rukia se mordió el labio, le gustaba cuando él actuaba así. — ¿Qué vas a elegir, mi amor? Porque una vez que se abra esa puerta, el juego habrá comenzado de nuevo y tendrás que permanecer en tu papel.
Se quedaron en silencio, mirándose el uno al otro hasta que el carruaje se detuvo. Rukia tenía que pensar, pero tener a Ichigo tan cerca de ella la hacía pensar en todo menos en lo que debería pensar. Ichigo le dio un beso que la dejó con ganas de más y se apartó de ella. Rukia estaba nerviosa, sonrojada y había olvidado que estaba nerviosa; Ichigo sonrió y pasó sus dedos por su cabello casualmente.
Era como ver cambiar el día y la noche, esa sonrisa encantadora que solo le dirigía a ella había desaparecido; Ichigo parecía un hombre peligroso de nuevo, y Rukia admitió que le gustaba aquél hombre peligroso más de lo que debería.
Rukia no podía parecer una mujer peligrosa, ella era una niña comparada con todos; no podía usar el gesto maternal que tenía la reina porque ella no era madre; y no podía usar esa expresión de que el mundo estaría a sus pies, que solía tener Nelliel desde que se casó, porque eso podía hacer que la gente hablara demasiado.
Rukia era joven, y lo mejor que podía hacer era parecer joven, inocente e ingenua; el contraste con el hombre peligroso que era Ichigo. Rukia miró a Ichigo por un instante, y solo podía imaginar muchas cosas con él y una cama; con el hombre peligroso.
Rukia podía escuchar el sonido de personas afuera del carruaje, hablando en susurros que no podía entender del todo. Cerró los ojos, respiró hondo; trató de calmarse y, cuando escuchó al soldado anunciarlos a los dueños de la casa, abrió los ojos con una expresión de inocencia y felicidad que no tenía ni sentía en ese momento.
Ese momento fue como arrojarse por voluntad propia al pozo de las bestias y tener que salir de ahí sin un solo rasguño.
—
— ¡Estoy tan cansada! — Se quejó Rukia quitándose la diadema y los zapatos al mismo tiempo. Dejó su diadema sobre una mesita y sus zapatos terminaron tirados en la alfombra. — Me duele la cara de mantener esa expresión de inocencia y alegría, me duelen los pies de caminar con la esposa del Señor de Zhilen, y me duele la cabeza de estar rodeada de gente todo el día. ¿Cómo puedes soportarlo?
Rukia se tiró sobre la cama y se acostó tratando de descansar un poco después de ese día que parecía demasiado largo. Ichigo se acercó a ella y se acostó a su lado, ambos estaban mirando al techo de esa habitación.
— Después de un tiempo te acostumbras; podría haber elegido cualquier otra expresión. — Ichigo se giró sobre su propio costado para poder ver a Rukia. — Podrías haber elegido a la mandona y siniestra Rukia que vi en la casa de la montaña.
Rukia se giró sobre su costado para verlo, y se sonrojó ante esa descripción de ella; le gustaba que él la viera así. Ichigo comenzó a acariciar su brazo con mucha suavidad y Rukia se mordió el labio antes de responder.
— Podría haberla elegido a ella, pero esa Rukia te pone cachondo, y sería un problema si ambos estuviéramos así y sin poder hacer algo para remediarlo. Viniste por tu trabajo como comandante y yo...
— Y tú, como mi sensual esposa, eres la representante de la reina. — Añadió Ichigo. Rukia suspiró y volvió a recostarse para ver el techo; le dolían los pies, pero el dolor de cabeza estaba disminuyendo.
— ¿Estás usando el ankh para curar mi dolor de cabeza? — preguntó Rukia y se giró un poco para acostarse de lado y ver a Ichigo cara a cara.
— No, tal vez solo necesitabas descansar y desahogarte para que el dolor de cabeza disminuya. — Aclaró Ichigo y Rukia sonrió antes de besarlo.
— Tengo una mejor idea para aliviar mi dolor de cabeza. — Susurró Rukia con picardía antes de poner una de sus manos en el pecho de Ichigo, jugando con uno de los botones de su camisa. — Pero necesito al Ichigo peligroso que debe estar escondido dentro de ti.
— No, no quieres a ese Ichigo. — Susurró Ichigo con una sonrisa, haciendo que Rukia terminara recostada en la cama con una de sus piernas alrededor de sus caderas. — Podría asustarte.
— Pruébame. — Lo desafió Rukia e Ichigo sonrió. Vio cómo esa sonrisa cambiaba y daba paso a ese hombre peligroso que le tanto había gustado ver en el carruaje.
Verano — x492 / 22 de agosto
Lo curioso de la historia es que tiende a repetirse, o eso le gustaba pensar a Kaien. Un Segundo Príncipe llamado Kaien había liderado el ejército de Avanta contra Maranni, en un ataque que había culminado en esa pelea en la sala del trono del Palacio de Jade donde nacieron los Acuerdos de la Caída.
Por eso le gustaba su nombre, porque había pasado a la historia y estaba plasmado en documentos firmados con la sangre de reyes. A Kaien le gustaba pensar que desde que eligieron su nombre, le habían destinado un futuro glorioso.
Ese segundo príncipe se había casado con la princesa de Maranni, y así había comenzado este ciclo de matrimonios ancestrales. La realeza de Avanta y la familia Kuchiki estaban más estrechamente emparentadas de lo que parecían; en términos coloquiales, eran familia, ya que más de una vez las princesas de Avanta se habían casado con un heredero de Maranni.
Antes de que se hicieran los nombramientos oficiales de los Principados del Reino, Kaien sabía que se iba a casar con la hija del Señor de Maranni, y eso le pareció curioso e incluso divertido porque la historia se iba a repetir. No le molestaba el rumbo que habían tomado los acontecimientos, no se casaría con la chica de Maranni, pero sería el rey; y eso era aún mejor.
Era el primer viaje largo que había hecho sin Nelliel desde que se casaron, e incluso si no quería admitirlo, la extrañaba más de lo que quería creer. Se había acostumbrado demasiado a su presencia, a sus palabras y a esa forma infantil que a veces usaba con él cuando estaban solos.
Kaien pensó que negar sus sentimientos por Nelliel sería suficiente y podría seguir con su vida como si nada hubiera pasado, pero se dio cuenta de que eso no era posible; Nelliel se había ido asentando gradualmente en su mente, hasta el punto de extrañar el aroma de su piel por las mañanas.
Pasaron la ciudad de Maranni y Kaien pudo ver, desde la ventana del carruaje, que las puertas de la ciudad eran nuevas y que no había rastro de destrucción alrededor; solo las puertas eran nuevas. Sabía que no encontraría algo relevante en la ciudad; lo que había sucedido en Maranni, según los informes, había sucedido hace poco más de dos meses, justo cuando Ichigo había ido a investigar los rumores.
El carruaje atravesó la ciudad de lado a lado, solo para encontrar un largo camino que terminaba en una elevación en el terreno, donde estaba construida la Gran Casa.
La Gran Casa era un palacio fortificado al igual que el Castillo de Adelaar, tenía grandes murallas y una gran puerta principal por la que pasó el carruaje de Kaien después de que los soldados lo anunciaran a los vigilantes.
Kaien había viajado discretamente, no porque no quisiera demostrar su condición de heredero y futuro rey, sino porque era más fácil de esa manera; de esa forma no llamaría tanto la atención en el camino y evitaría problemas.
El carruaje de Kaien avanzó por el camino de entrada y se detuvo justo en la puerta principal de la Gran Casa, esperó un momento a que Nnoitra abriera la puerta y descendió tranquilamente; siempre con esa sonrisa falsa que sabía usar muy bien. Kaien no se sorprendió al encontrar al hijo del Consejero Kuchiki esperándolo en la entrada, lo que lo sorprendió fue ver al hijo del Consejero usando un bastón a una edad tan temprana.
Los reportes decían que había resultado herido en aquellas misteriosas explosiones, y al parecer, aquellas heridas habían dejado secuelas.
— Su Alteza Real, el Príncipe Kaien. — Fue presentado por Nnoitra y Byakuya se inclinó solo con la cabeza en un gesto de bienvenida muy similar a los que Kaien había visto en el Concejal Kuchiki.
— Lord Byakuya, ¿verdad? — Preguntó Kaien con esa sonrisa falsa y amable. Byakuya solo asintió. — Sé que mi visita es imprevista, pero traigo un mensaje del rey.
Esas palabras tuvieron un efecto curioso en Byakuya, quien todavía estaba de pie en la puerta usando su bastón como apoyo. Byakuya se sorprendió y sus ojos dejaron que Kaien viera esa sorpresa, como si no esperaran un mensaje del rey, o como si estuvieran esperando demasiado.
Kaien le hizo un gesto con la mano a Nnoitra, y este le entregó a Byakuya un papel sellado, con el sello personal del rey, para que el joven Kuchiki lo leyera. Kaien sabía lo que decía ese papel, era el aviso de que él estaba allí oficialmente para hacer el trabajo de Ichigo; el rey lo había enviado directamente a revisar todos los asuntos relacionados con la seguridad y la milicia de la ciudad.
Byakuya solo vio el sello del rey y asintió, no leyó el contenido en ese momento.
— Su Alteza, por favor sígame. Hablaremos en la oficina privada de mi padre. — pidió Byakuya.
Kaien lo siguió, mirando el interior del palacio que tenía un aspecto abandonado, y notando que Byakuya cojeaba levemente en una pierna mientras caminaba. Se sabía que el Palacio de Jade se veía imponente y majestuoso antes, pero en ese momento parecía solitario y casi vacío; toda su antigua gloria se estaba desvaneciendo con el tiempo, y Kaien pretendía que lo único que quedara de ese palacio fuera exactamente eso, una historia.
Byakuya guió a Kaien a la oficina privada del Señor de Maranni, le ofreció un asiento y pidió que no lo molestaran; Byakuya se sentó en la silla detrás del escritorio y rompió el sello lacado para leer el contenido de la carta del rey.
Kaien se quedó en silencio, esperando a que comenzara la revisión y mirando con diversión lo que había en esa oficina. No importaba que no encontrara nada sospechoso, la verdadera misión era informar al rey de todo lo que veía, oía y hacían los habitantes de la Gran Casa.
Verano — x492 / 25 de agosto
El Palacio Blanco de Gardelia estaba de luto, las banderas negras ondeaban en la brisa fresca de aquél jardín gigante que era la capital, pero la ciudad estaba en completo silencio. La pira funeraria estaba colocada en la plaza frente al templo de las Deidades, y el cadáver del rey estaba colocado sobre un manto rojo sobre la pira con flores blancas que lo rodeaban simulando una cama.
Los cuernos sonaron por última vez en honor al rey caído, y el príncipe heredero se acercó con una antorcha encendida a la pira funeraria marcando el comienzo de la última ceremonia del rey. Los habitantes de la ciudad también se reunieron, rezando al unísono esa última oración para pedir a la Sombra que guíe el alma de ese rey al paraíso de las Deidades y le conceda el descanso eterno que se merecía.
Estaban presentes todas las concubinas del rey muerto, todas de luto por la muerte del rey y todas resignadas a que después de esa ceremonia tendrían que abandonar el Palacio Blanco; sólo la madre del heredero podía permanecer en el palacio, y sólo sus hijos podían seguir llamándose príncipes y princesas de Gardelia.
Yoruichi veía el cuerpo de su padre consumirse en las llamas de esa pira funeraria; la forma en que el fuego devoraba todo y se elevaba como una feroz bestia que rugía, vivía y se consumía a sí misma, fue casi hipnótica. Las reglas eran claras, y aunque iba a extrañar a sus hermanos y hermanas, no estaba dispuesta a abogar por que ellos permanecieran en el palacio. Su hermano sería coronado rey y, como rey, tendría sus propias concubinas.
Cuando se coronaba a un nuevo rey en Gardelia, la historia se reescribía de nuevo; y si alguno de los antiguos príncipes valoraba su propia vida, o había tenido la suerte de sobrevivir a su padre y al hijo favorito del rey, era preferible que se mantuviera alejado del Palacio y del deseo de convertirse en rey.
Yoruichi era la más joven de todas las princesas, era la favorita de su padre y, en ese momento, era la única princesa de Gardelia y la favorita de su hermano. Cualquier cosa que Yoruichi pidiera, su hermano se la daría.
Verano — x492 / 2 de septiembre
La puerta de la oficina privada del rey estaba frente a él, los sirvientes le habían advertido que la reunión del consejo no se había realizado ese día porque el rey se sentía exhausto y se había recluido en su oficina. Kaien esperaba que su padre no se enfermara; el rey todavía no podía morir.
Los soldados de su padre lo anunciaron, y momentos después la puerta se abrió para dejarlo entrar. Una mujer joven, a quien Kaien reconoció como una de las damas de la corte de la reina, salió de la oficina muy rápidamente, inclinándose torpemente ante él en una muestra rápida de respeto.
Kaien arqueó una ceja y luego miró a su padre mientras la puerta se cerraba detrás de él; evidentemente, no tenía por qué preocuparse por la salud de su padre.
— ¿Senna, padre? — Preguntó Kaien con curiosidad al acercarse a su padre, quien estaba sentado detrás de su escritorio. Kaien se sentó en una silla frente a él.
— Ella es bonita, ¿qué te puedo decir? — El rey se encogió de hombros con indiferencia. — La reina está molesta conmigo, de nuevo, y no quiere recibirme en su cama.
Kaien negó con la cabeza y le entregó a su padre el informe que había hecho durante su estancia en Maranni.
— Solo te recuerdo que Nelliel la quiere como dama de compañía, y si la reina se entera de que pretendes llevarte a esa niña a la cama, habrá problemas, padre. — Añadió Kaien. Isshin tomó el informe en sus manos y comenzó a leerlo, ignorando la advertencia de Kaien. — Además, ella es la hija del Señor de Neikel.
Por un momento, Isshin no dijo nada, leyó el informe y apuntó algunas cosas en una hoja de papel. Kaien se quedó en silencio por un momento, jugando con sus dedos y pensando en Senna. No tenía que pensar demasiado en lo que su padre podría estar haciendo con aquella chica dentro de su oficina, pero si la reina se enteraba de que Senna terminaba en la cama del rey, Senna podría terminar muerta.
— Destituiré al Señor de Neikel. — Aseguró Isshin dejando el informe a un lado. Kaien se sorprendió por eso pero no habló, solo esperó a que el rey dijera la razón de aquella decisión, si es que hubiera alguna razón. — No está haciendo un buen trabajo, y parece que ha estado robando recursos que destinamos a la ciudad. Está bajo investigación.
— ¿Y la chica vino a suplicar piedad por su padre? — Kaien arqueó una ceja ante la pregunta, pero el rey no parecía estar de humor para aceptar semejante broma. — Lo siento, Su Majestad. Me he excedido.
Kaien era el que a veces conseguía una chica bonita para que su padre pasara el rato, había empezado a hacerlo después de la muerte de Miyako; por eso conocía el burdel de la Tejedora. Kaien solía comprar a la prostituta más bella, educarla un poco para que no pareciera tan vulgar, y luego la presentaba con su padre para que él se divirtiera un rato.
La esclavitud estaba prohibida en Avanta, pero eran detalles que Kaien prefería ignorar solo para enfadar a la reina y hacer feliz al rey. Al final las chicas terminaban muertas, y eso hacía feliz a la reina; por lo que no encontraba nada malo en esa práctica.
Isshin aceptó la disculpa de Kaien.
— Maranni pasó de ser un peligro con exceso de soldados a un punto débil en menos de dos meses. ¿Por qué? Sé que está escrito en el informe, pero quiero su opinión personal. — Aclaró el rey luego de hacer esa observación.
— No sé qué decir, Su Majestad. — Comenzó Kaien y puso en su rostro esa expresión de preocupación que tan bien había practicado durante tantos años. — Si digo algo quizás sea una acusación contra mi hermano, y no quiero acusarlo de algo de lo que no estoy seguro, padre.
— ¿Crees que Ichigo tiene algo que ver con eso? — El rey pareció poco sorprendido, como si lo hubiera sospechado antes.
Kaien comenzó a preguntarse si el rey realmente sospechaba de Ichigo; si lograba acusarlo de traición, entonces el rey mataría a Ichigo por tratar de dividir el reino. Eso sería demasiado arriesgado en ese momento, tenía que usar bien sus palabras para no cometer un error de novato.
— Padre, no he dejado de pensar en eso. Ichigo es joven, aunque es el Comandante y ha tenido un entrenamiento excepcional, además de poseer esos dones que me has mencionado, pero tal vez le falte más experiencia con la gente. Incluso yo mismo considero que carezco de la experiencia necesaria con la gente. Creo que Ichigo intentó que el Señor de Maranni no fuera acusado de traición.
— ¡Estás insinuando que Ichigo me mintió a la cara! — El tono de voz del rey se elevó lo suficiente para que Kaien se diera cuenta de que debía ser aún más cuidadoso con sus palabras.
— No padre, no lo estoy insinuando, ni siquiera lo intentaría padre. Ichigo no podría mentirte, eres nuestro padre y rey, la sola idea de mentirte sería una traición, padre. Creo que Ichigo hizo un buen trabajo, cumplió con lo que le pediste y te trajo resultados. — Kaien se apresuró a decir. — Creo que Ichigo está tan enamorado de su esposa que cometió un error. Quizás habló con Lord Kuchiki y dijo algo que no pensó tan bien como debería, provocando que el exceso de soldados en Maranni fuera despedido.
Esa respuesta pareció complacer al rey, porque Kaien vio como su padre se relajaba en su asiento nuevamente.
— Tienes razón, tal vez cometió un error. — Repitió Isshin más para sí mismo que para Kaien. — Tienes que vigilarlo para que no cometa más errores.
Kaien sonrió interiormente ante esa última orden; vigilar a Ichigo era algo que no dudaría en hacer.
— También noté algo curioso en la Gran Casa, padre. La Gran Casa está casi vacía y casi no hay gente trabajando allí. — Comentó Kaien, atrayendo nuevamente la mirada de su padre. — Y no vi a la esposa de Byakuya ni a su hijo.
