Los Ojos del Ruiseñor
Capítulo 41: Posibilidades
Verano — x492 / 3 de septiembre
Kirasam era la Ciudad Amurallada del norte del reino, una gran ciudad y el principal puerto comercial, después del puerto de la Capital.
Las ciudades generalmente tenían tantas Puertas como consideraban necesarias, pero Kirasam solo tenía cuatro Grandes Puertas. La puerta del norte o del Desierto, la puerta del sur o de la Arboleda, la puerta del este o de la Tierra y la puerta del oeste o del Mar.
Rukia, que estaba parada en la muralla de la Puerta del Mar, podía ver los barcos comerciales anclados junto a los muelles de madera, y en la distancia podía ver barcos que navegaban por las aguas más profundas y que parecían pequeños puntos moviéndose lentamente en el horizonte; esos barcos pertenecían a la flota naval de Kirasam.
Kirasam tenía la flota más poderosa del reino, fue esa flota con la que conquistaron Maranni desde la costa en aquella guerra que terminó en la Caída. En esos momentos, la flota naval de Kirasam vigilaba los mares en busca de piratas, porque eran una fuente constante de problemas y la razón principal por la que Kirasam tenía muros tan grandes.
Ichigo se reunió ese día con Lord Stark en el muro de la Puerta del Mar, ellos estaban hablando sobre el lugar, sobre lo que habían soportado las murallas y sobre el trabajo excepcional de la flota para repeler a los piratas que intentaban saquear los barcos.
Avanta tenía acuerdos comerciales con los reinos más allá del Desierto Rojo y con las Tierras del Ocaso, y los grandes barcos mercantes que llegaban a los puertos marítimos de Kirasam debían ser protegidos en pos de buenos acuerdos comerciales.
Rukia estaba escuchando a Ichigo y Lord Stark hablando en la distancia; los escuchaba hablar de todo mientras veía el muelle a través de los espacios que dejaban las almenas. Sostenía una sombrilla con una mano y un abanico con la otra; el clima era más caluroso en Kirasam que en Zhilen, a pesar de que Kirasam estaba en la costa.
La brisa cálida que llegaba del mar en ese momento, le secaba los labios, la boca y la piel.
Rukia quería volver a la posada o al menos estar en una sombra fresca, pero ella había insistido en hacer ese recorrido por las murallas con Ichigo, y debía esperar a que él terminara de trabajar, o al menos terminar el recorrido por el muro de la Puerta del Mar.
En Zhilen, Ichigo se había encargado de revisar la milicia, las murallas de la ciudad y dar algunas opiniones sobre asuntos que estaban sobre la mesa; tenía que hacer lo mismo en Kirasam porque era parte de su trabajo. El trabajo de Rukia era de carácter social, visitando viudas, huérfanos y escuelas; era menos complicado que revisar soldados, pero igual de agotador.
Visitar el templo de las Deidades era lo primero en la agenda después de realizar la visita inicial a los Señores que gobernaban las ciudades; tenían que dar la impresión de que todo lo que hacían era bendecido por las Deidades.
Llevar a cabo esas actividades en Zhilen le había servido de práctica a Rukia, y cuando llegó a Kirasam ya no estaba tan nerviosa, incluso se sentía ligeramente confiada.
Rukia sabía que todo era un juego de apariencias, así que cambió un poco la expresión de inocencia y felicidad que había usado con Zhilen por una expresión más seria, pero sin perder la sonrisa. Ichigo le había dicho que practicara, y ella lo hizo; su nueva máscara le sentaba mejor y se sentía más cómoda de esa manera.
Ella se había asegurado de no hacer promesas que no podría cumplir con las esposas de los Señores; les aseguraba que todas sus peticiones serían comentadas a la reina, e incluso las anotaba en un cuaderno que llevaba especialmente para eso, pero nunca dio una respuesta contundente.
Ichigo le había advertido que la inocencia atrae el peligro y que la gente solía aprovecharse de la inocencia. Bajo esa máscara de inocencia, Rukia estaba aprendiendo a identificar miradas, gestos y palabras.
Pasar el día con las esposas de los señores era agotador, no tan agotador como caminar al sol en una de las paredes, pero era agotador para Rukia; aunque le gustaba la forma en que la miraban y la respetaban, como si quisieran ser ella, y como si fuera alguien verdaderamente superior.
Rukia estaba casada con el hijo de una reina; una reina que era la princesa de un reino bastante poderoso, y aunque Ichigo no era el heredero de la corona, su estado de nacimiento era lo que lo hacía tan respetado y posiblemente temido.
Aun así, su estatus actual no era lo suficientemente alto como para que él diera un golpe de estado solo porque era hijo de una reina; el rey era poderoso y había puesto gran parte de su poder en Kaien. Había 13 ciudades y 13 grandes señores a los que tenía que convencer, y en ese momento todos estaban contentos con lo que tenían en ese momento.
Un golpe solo sería posible si hubiera descontento en la gente.
El clima se estaba volviendo más y más caluroso, y Rukia estaba comenzando a marearse. No era la primera vez que le pasaba, desde que llegó a Kirasam el calor la estaba afectando demasiado, pero ese mareo se sentía más fuerte y dudaba que pudiera ocultárselo a Ichigo así como lo había hecho antes.
Rukia cerró los ojos y se apoyó contra la pared con la mano que sostenía el abanico, esperando que pasara el mareo, y respiró hondo. Caerse al suelo, debido a algo muy pequeño e insignificante como un mareo, podría alarmar a todos, y eso no era necesario en ese momento.
— ¡Rukia! — La voz de Ichigo la hizo abrir los ojos, encontrando su expresión preocupada y sintiendo una de sus manos sobre sus hombros, sujetándola. Rukia no se había dado cuenta de que su sombrilla ya no estaba en su mano, sino en el suelo. — ¿Qué ocurre? ¿Estás bien?
Rukia trató de asentir en respuesta, pero el movimiento la hizo sentir que el mareo regresaba y se aferró un poco más a la pared. Eso fue vergonzoso para ella.
— Sólo dame un segundo, es el calor. — Aseguró Rukia, tratando de no preocupar a Ichigo, quien seguía sujetándola para que no cayera al suelo.
Ella solo esperaba que Ichigo no la cuestionara en ese momento por su mareo.
— La princesa no debe estar acostumbrada al calor del norte, mejor bajemos. — Rukia escuchó la voz de Lord Stark pero no se sintió capaz de hablar; solo sintió que sus mejillas ardían por la vergüenza de ese momento. Ella estaba llamando demasiado la atención.
— Sí, debe ser eso, Lord Stark. — Habló Ichigo sin dejar de mirarla a los ojos. Rukia sintió que Ichigo le haría muchas preguntas cuando estuvieran solas; todo por culpa del estúpido calor.
El mareo pasó unos segundos después de que Lord Stark hablara, aunque Rukia se quedó con esa extraña sensación de confusión después de ese mareo. Si la reina se enterara de este momento embarazoso, podría tener algunas palabras que decir al respecto.
— ¿Quieres que volvamos a la posada? — Preguntó Ichigo discretamente mientras bajaban las escaleras de la muralla.
Ichigo le había ofrecido su brazo para que ella lo sostuviera, y Rukia lo sostenía con más fuerza de lo normal; todavía tenía esa extraña sensación después del mareo que le hacía temer caer si caminaba demasiado rápido.
— ¿Tenemos algo más que hacer? Tengo hambre. — Respondió Rukia con una sonrisa nerviosa. Había desayunado bien, era imposible que tuviera hambre.
— Tenemos una invitación para almorzar con Lord Stark y su familia, estuvimos hablando de eso hace unos momentos. Puedo posponerlo hasta mañana y buscar un médico para que te revise si no te sientes bien. — Sugirió Ichigo.
Rukia podía ver lo preocupado que estaba por ella, incluso hasta el punto de postergar una reunión con Lord Stark, solo porque había tenido un estúpido golpe de calor. Rukia negó con la cabeza y le aseguró a Ichigo que estaba bien, que era solo el hambre y el calor.
— El reino antes de la vida. — Murmuró Rukia, e Ichigo solo hizo un gesto de molestia.
Rukia sabía que esa era la frase del rey: siempre el reino antes que la vida.
La casa de Lord Stark estaba lejos del puerto, más cerca de la Puerta de la Arboleda que de la Puerta de la Tierra. Afortunadamente Rukia se sentía mejor, el mareo no había regresado pero el hambre y la sed seguían presentes, así que cuando llegaron a la casa de Lord Stark y le ofrecieron agua, ella no dudó en beberla y pedir más; esa podría haber sido la mejor agua que había bebido en todo el viaje.
Hablaron de cosas triviales antes y durante el almuerzo, y en un momento antes de que terminara la comida, se mencionó su mareo por insolación. Lady Stark insistió en que debería ser revisada por un médico y no asistir al recorrido que faltaba por las murallas; Ichigo estuvo de acuerdo con Lady Stark y Rukia, aunque ella quería convencerlo de que estaba bien, no pudo hacerlo.
Ichigo estaba preocupado por ella y la idea de que la revisara el médico de Lady Stark no le parecía tan mala. Rukia volvió a maldecir el calor del norte.
— Necesitas que te examine el médico. ¿Cómo es posible que no me hayas dicho que te sentías mal desde que llegamos? Si lo hubiera sabido antes, ya habría buscado un médico para que te examinara. — Ichigo estaba molesto y preocupado, pero habló en un tono que era solo un susurro para ella; era parte del protocolo y Rukia estaba agradecida de que ambos estuvieran en un jardín lejos de los anfitriones.
— Fue sólo un mareo tonto, es por el calor. Estoy bien, en verdad. — Rukia no quería que el doctor la revisara, solo quería volver a la posada.
— Rukia, ¿no entiendes que si te pasa algo, pueden pasar cosas malas? — Ichigo tomó sus manos casi con desesperación. Rukia podía ver la preocupación en la mirada de Ichigo, y esa expresión en él la hizo sentir como si le apretaran el corazón.
Ella ni siquiera pudo volver a negarse a la revisión del médico.
Después de esa charla, Ichigo pospuso el recorrido por las murallas hasta el día siguiente. Rukia no sabía si sentirse halagada de que Ichigo la pusiera por encima de sus deberes como comandante o sonrojarse de vergüenza por haber hecho que Ichigo interrumpiera su trabajo debido a un estúpido mareo; pero estaba agradecida de que Lord Stark no pareciera molesto por eso.
El médico llegó unos momentos después, era una mujer mayor con el cabello gris por la edad. Estaba acompañada por una mujer más joven y Tier, la esposa de Lord Stark, hizo las presentaciones antes de que la doctora pidiera una habitación para poder revisar a Rukia en privado.
Rukia se despidió de Ichigo con una sonrisa nerviosa y siguió a la doctora; le hubiera gustado negarse de nuevo, pero mostrar una debilidad frente a Lord Stark y su esposa, ya era haber expuesto demasiado.
La revisión fue lenta, la doctora le hacía preguntas de todo tipo y Rukia estaba cada vez más ansiosa porque no terminaba esa estúpida revisión, solo hacía preguntas y preguntas y preguntas; solo había sido un estúpido golpe de calor y ya se estaba sintiendo mejor, no había necesidad de tantas preguntas.
— Déjeme comprobar su estómago, alteza; a veces en los viajes largos el estómago tiende a enfermarse por la comida mal cocida.
Agregó la doctora y Rukia, esperando que la ronda de preguntas ya hubiera terminado, se acostó en la cama y destapó su estómago para que la mujer, que se estaba untando las manos con una crema blanca con aroma a hierbas, la revisara.
Ese chequeo fue tan invasivo como cuando la doctora de la reina las revisaba, y Rukia tuvo que cerrar los ojos cuando la mujer presionó entre sus costillas para revisar su abdomen; Rukia se imaginó a sí misma como una bola de masa siendo amasada con violencia.
La doctora también revisó el vientre de Rukia, presionando ligeramente en el centro y hacia los lados con las yemas de los dedos, y luego se limpió las manos permitiendo que Rukia se ajustara la ropa ella misma.
— ¿Cuándo fue la última vez que tuvo su período, alteza? — Preguntó la doctora con calma.
Rukia se limitó a mirar a la doctora sin entender completamente esa pregunta, pero comenzó a recordar la última vez que había llegado su período. Tuvo su período durante los sucesos de la Gran Casa, pero desde entonces no lo había vuelto a tener; trató de recordar si en los meses posteriores a los eventos de la Gran Casa había sangrado, pero no había ningún evento con el que pudiera relacionarlo.
Nunca anotaba cuándo tenía su período, y desde que la reina le había hecho beber ese té, la vez que fue a la playa con Ichigo por primera vez, su período solía atrasarse o adelantarse por unos días. No se lo había tomado lo suficientemente en serio, y con todo lo que había sucedido desde los eventos de la Gran Casa, tenía cosas más importantes en mente que su período.
En ese momento, su período se volvió realmente importante.
Los ojos de Rukia se abrieron con sorpresa y miedo, uno que no había creído que se pudiera sentir, en el momento en que su mente lanzó una respuesta demasiado violenta. Eso no podía suceder porque ella estaba bebiendo el té.
Para eso bebía ese té.
— Un poco más de dos meses. — Respondió ella tratando de modular el miedo que sentía en ese momento.
— Ya veo… — Murmuró la doctora, anotando algo en una hoja de un cuaderno que sostenía. — ¿Y cuándo empezaste a intimar con el príncipe?
Rukia no sabía si sentirse avergonzada por esa pregunta o dejar que el pánico la invadiera por completo. Eso no podría estarle sucediendo a ella, no en ese momento.
—
La actitud de Rukia era tan sospechosa que la inevitable certeza de que algo estaba pasando, y que "ese algo" no era "algo bueno", lo invadió todo el camino de regreso a la posada donde se alojaban.
Rukia había estado demasiado sonriente cuando salió del chequeo médico, alegando que se sentía bien y que era solo un mareo por el calor, pero cuando entraron al carruaje ella inmediatamente cambió su actitud a una más seria y pensativa.
Ichigo sabía que Rukia solía sumergirse en su propia mente cuando pensaba en algo, y aunque lo entendía, era exasperante para él en ese momento; Rukia estaba más callada y tranquila que de costumbre, y eso no le gustó.
— Bueno, no puedo soportarlo más. ¿Qué está pasando, Rukia? — Preguntó Ichigo cuando ambos estaban dentro de su habitación en aquella posada. Rukia estaba en medio de la habitación, sin responder y dándole la espalda.
Ella estaba jugando con sus manos, aunque Ichigo no la miraba en ese momento de frente, él conocía el movimiento que Rukia solía hacer con sus manos y hombros cuando estaba nerviosa. Ichigo esperó un momento antes de acercarse a ella, pero tan pronto como dio unos pasos, Rukia giró sobre sus talones para verlo.
Ichigo se congeló en su lugar al ver la preocupación en el rostro de Rukia; era exasperante verla así.
— ¡Por las Deidades, Rukia! Dime qué está pasando. — Se acercó a ella, tratando de tomar sus manos para que dejara de jugar con ellas, pero Rukia dio un paso atrás; ese movimiento lo desconcertó. No quería pensar que Rukia estaba huyendo de él, como si le tuviera miedo. — ¿Rukia?
— Prométeme que no te enojarás. — Rukia estaba jugando con sus manos. Ichigo podía ver el miedo y la desesperación en el rostro de Rukia, en la forma en que ella jugaba con sus manos y la forma en que su pecho subía y bajaba, respirando profundamente, como si estuviera tratando de calmarse.
Esa frase nunca significaba algo bueno. Ichigo trató de acercarse a Rukia pero ella dio un paso hacia atrás, de nuevo.
— ¡Promételo! — Insistió Rukia. Ichigo sintió un escalofrío por la espalda, debía ser algo muy serio si Rukia actuaba de esa manera. — No dejaré que te acerques a mí hasta que me prometas que no te enojarás.
Aquello no le estaba gustando para nada a Ichigo.
— Te prometo que no me voy a enojar, pero dime qué te está pasando. — Dijo Ichigo unos momentos después de pensar detenidamente sobre lo que Rukia le había dicho. No le gustaba que Rukia se alejara de él, no le gustaba sentir esa distancia porque era como si Rukia se hubiera dado cuenta de repente de que él era realmente peligroso.
Rukia no se acercó a él, pero tampoco se alejó cuando él dio un paso hacia ella. Estaba esperando que ella hablara, su silencio lo torturaba y lo único que quería era acercarse a Rukia para abrazarla, pero temía que ella se alejara de él si intentaba acercarse.
No le gustaba sentirse rechazado por Rukia, era el peor sentimiento del mundo.
— La doctora cree que puedo estar embarazada. — Rukia no dudó en decir eso. Ichigo nunca esperó escuchar esa frase, al menos no en ese momento.
Ichigo se quedó en silencio, mirando a Rukia a los ojos antes de dirigir su mirada a su vientre. Eso no podía ser cierto, y sin embargo, las palabras de Rukia resonaron tan fuerte en su mente que el mundo bajo sus pies se sacudió con violencia.
— ¿Qué? — Ichigo quería acercarse pero esta vez sus piernas no se movían; estaba demasiado conmocionado para moverse. Tenía que haber un error en las palabras la doctora, Rukia no podía estar embarazada. — ¿La doctora cree que estás embarazada? Rukia, no juegues con eso; no es gracioso.
— ¿No es gracioso? ¡Pero si es divertidísimo! ¡Mira cómo me río! ¡Ja, ja! — Los nervios de Rukia se convirtieron en ira y sarcasmo, y señaló su propio rostro mientras hacía esa risa falsa. — ¡Claramente no estoy bromeando sobre esto!
Ichigo se pasó ambas manos por la cara, en un gesto de impotencia y desesperación; estaba molesto y conmocionado en igual medida. Rukia no podía estar embarazada. Pensar en un embarazo era algo que ni siquiera había sido tema de discusión porque ambos sabían las consecuencias que tendrían que afrontar si decidían que traer al mundo un hijo era una buena idea.
Eso no podría estar pasando.
— ¡Para eso se suponía que debías beber ese té! ¿No es así? ¿Cómo puedes decirme que la doctora cree que estás embarazada? — Ichigo comenzó a caminar de un lado a otro de la habitación, tratando de entender la dimensión de esas palabras. Esas palabras no podían ser ciertas. — ¿Cómo diablos sucedió esto?
— ¡Puedo decirte exactamente cómo diablos sucedió! ¡Recuerda que los niños no se hacen solos! — Le gritó Rukia haciendo que Ichigo dejara de caminar. Rukia estaba molesta, tal vez estaba más asustada que él en ese momento, pero la ira era lo único que en ese momento emanaba de la voz de Rukia.
Ichigo no pudo evitar pensar que un embarazo, en ese momento, era lo peor que les podía pasar. O los iban a matar a los dos o se encargarían de hacer que Rukia perdiera al bebé antes de que siquiera se notara el embarazo. Incluso si se supiera que había un hijo suyo, la separación del reino comenzaría, se formarían bandos y en ese momento Kaien todavía tenía todas las posibilidades de ganar.
El rey no iba a permitir una guerra civil; el rey haría cualquier cosa para evitarlo, incluso matar a Rukia de ser necesario.
— La doctora se equivoca. — Murmuró Ichigo después de un rato de silencio. El embarazo no era una noticia fácil de digerir, especialmente cuando significaba muchos problemas; por eso nadie podía saberlo. Nunca.
— ¿Qué quieres decir? — Preguntó Rukia confundida y acercándose a él. Ichigo levantó la mirada, y encontró la mirada interrogante de Rukia al hacer esa pregunta.
Ichigo estaba tratando de calmarse, estaba respirando tan profundamente como podía porque estaba comenzando a sentir la magia revoloteando entre sus dedos como si fueran mariposas; tenía que salir de allí, el ankh era peligroso si él no controlaba sus emociones, y en ese momento sus emociones se desbordaban a raudales.
— No estás embarazada. Es imposible que lo estés, la doctora se equivocó. — Aseguró Ichigo alejándose de Rukia y dirigiéndose hacia la puerta para salir de la habitación. — Voy a hablar con esa mujer.
Era imposible para él estar seguro de si Rukia estaba embarazada o no, solo esperaba que no lo estuviera porque no quería pensar en lo que tendrían que hacer si ella estuviera realmente embarazada; aun así, la idea de Rukia embarazada se había asentado en su mente con fuerza, así como todos los futuros posibles que se formaron en su mente en un segundo.
Rukia lo llamó para que no se fuera, pero él simplemente salió de la habitación con el único objetivo de controlar la magia que luchaba por ser liberada.
Nadie podía saber que Rukia estaba embarazada. Hablaría con esa mujer, compraría su silencio o la mataría, realmente no le importaba el destino de la doctora, solo le importaba que ella no revelara que Rukia posiblemente estaba embarazada o todo se iría al infierno.
—
Rukia estaba sentada en una silla, sus brazos estaban apoyados sobre la mesa, esperando que Ichigo regresara. Seguía pensando en esa discusión, en la forma en que él había reaccionado, primero con ira y luego con negación; ella también había reaccionado de forma similar cuando la doctora le aseguró que era muy probable que ella estuviera embarazada.
La doctora le había explicado que a veces el té no funcionaba como debería, le había explicado que, dada la cantidad de veces que había estado con Ichigo, era muy probable que hubiera quedado embarazada en poco tiempo.
Rukia se llevó las manos a la cabeza y cerró los ojos deseando realmente no estar embarazada.
— Es demasiado pronto para decirlo con certeza, pero para una mujer joven y sana como usted, es más fácil quedar embarazada; a veces basta con un descuido. — Había dicho la doctora.
Un descuido, así lo había llamado la mujer, pero para Rukia, más que un descuido, fue un error de cálculo.
No quería estar embarazada, ni siquiera quería ser madre; al menos no tan pronto. Rukia no sabía qué hacer y cada vez que pensaba en ese embarazo como una posibilidad, el recuerdo de las palabras de su padre sobre la muerte de Emiko le venía a la mente.
Rukia no quería morir y no quería que Ichigo muriera.
La doncella entró al cuarto con una bandeja en sus manos para recoger los platos con la cena, que aún estaba intacta; Rukia no tenía hambre, el estrés de ese día le había quitado el apetito.
— ¿Ya ha vuelto el príncipe? — Preguntó Rukia, nerviosa y preocupada por Ichigo, quien aún no había regresado y ya era muy tarde.
— El príncipe aún no ha regresado, alteza. — Confirmó la doncella y Rukia se sintió desesperada.
Golpearía a Ichigo cuando lo viera cruzar la puerta, solo por hacer que se preocupara por él de esa manera. Rukia también estaba preocupada de que Ichigo pudiera haberle hecho algo a la doctora, lastimarla o matarla, solo por hacer su trabajo.
— Está bien, puedes ir a descansar. — La sirvienta le hizo una reverencia a Rukia antes de salir de la habitación.
Rukia quería creer lo que Ichigo le había dicho y pensar que no estaba embarazada, pero las palabras de la doctora tenían más peso en su mente que la negación de Ichigo. Rukia se levantó de su silla y comenzó a pasear por la habitación de un lado a otro, pensando en lo que debería hacer y en cómo necesitaba que Ichigo la ayudara a tomar esa decisión; porque lo primero que pensó fue en beber el té para que desapareciera la posibilidad de ese embarazo.
Ella e Ichigo tenían todo que perder si realmente estaba embarazada.
Rukia se cansó de caminar por la habitación y se sentó en la cama, se quitó los zapatos y estiró los dedos de los pies. No tenía sentido seguir caminando en la habitación, eso no haría que Ichigo regresara más rápido y salir a buscarlo no era una opción porque no conocía la ciudad.
Si Ichigo no regresaba cuando las campanas del templo de las Deidades sonaran por última vez, enviaría a los soldados a buscarlo.
Rukia se acostó en la cama y se llevó las manos a la barriga, no sintió ningún cambio, pero el médico, cuando la revisó, dijo que su barriga se sentía diferente; lo suficientemente diferente como para sugerir un embarazo.
— Por favor, dime que no estás ahí. — Susurró y sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas. — Porque si estás ahí te matarán. Adelaar es un monstruo que se come todo lo bueno; y yo también soy un monstruo.
Rukia no sabía cómo lidiar con todos esos sentimientos, nuevamente se sentía pequeña e indefensa, y en ese momento en que Ichigo no estaba allí, se sintió sola y perdida. Era solo una posibilidad y había puesto su mundo de cabeza desde el momento en que lo pensó.
Era divertido ser una princesa, era divertido estar con Ichigo, pero en ese momento todo lo que quería era llorar porque tenía miedo del futuro que les podía esperar si en verdad había un bebé dentro de ella.
Todo lo que habían hecho, todo lo que habían dicho y todo lo que debían hacer, todo se tambaleaba ante la posibilidad; Rukia quería con todo su corazón que las palabras de Ichigo fueran ciertas porque en ese momento no quería un hijo.
Rukia dejó que las lágrimas fluyeran, necesitaba llorar y necesitaba pensar; pero sobre todo, necesitaba a Ichigo con ella porque se sentía completamente abrumada.
— Mi princesa de Maranni, ¿por qué lloras? — Rukia escuchó la voz de Ichigo, y un segundo después sintió su mano acariciar sus mejillas, secándole las lágrimas que había derramado.
Ichigo estaba allí, Rukia no lo había escuchado entrar a la habitación, pero él estaba allí, sentado en la cama junto a ella y mirándola con las cejas juntas en un gesto de profunda preocupación. Rukia se sentó en la cama, lo abrazó y comenzó a llorar de nuevo; Ichigo la abrazó con fuerza y le acarició la espalda, dejándola llorar todo lo que ella necesitaba en ese momento.
Ambos permanecieron abrazados hasta que ella se sintió más tranquila y las lágrimas dejaron de fluir de sus ojos.
Un momento después, se separó del abrazo de Ichigo, quien solo la miraba con preocupación, e Ichigo secó sus lágrimas con los pulgares, acariciando suavemente sus mejillas. Rukia sujetó suavemente el brazo de Ichigo y notó que su ropa estaba manchada de sangre.
— No es mi sangre. — Ichigo respondió rápidamente en un tono más tranquilo que antes. — Tampoco es de la doctora, no te preocupes. La mujer no dirá nada al respecto, no se harán rumores.
— Entonces... esta sangre... — Preguntó Rukia, tratando de desviar el tema principal tanto como fuera posible; todavía no se sentía lista para hablar.
— Tus emociones se manifiestan en lágrimas, mi amor. — Ichigo besó la mejilla de Rukia levemente, bebiendo una de sus lágrimas. — Las mías deben estar tranquilas o pasarán cosas malas; el ankh se salió de control, eso es todo.
Rukia se preocupó de inmediato al escuchar esas palabras y, a pesar de que Ichigo le había asegurado que no era su sangre, comenzó a revisarlo rápidamente para verificar que no estaba realmente herido. No le importaba quién había sido la víctima o las víctimas, solo le importaba saber que Ichigo estaba bien. Rukia sabía que con la noche el ankh solía volverse más fuerte.
— El anillo está dormido. — Susurró Rukia al darse cuenta de ese detalle. — Las otras veces lo he sentido despertar cuando usas magia.
— Las otras veces lo has sentido porque estamos relativamente cerca el uno del otro. — Aclaró Ichigo tomando la mano de Rukia para besar donde estaba el anillo. — Esta vez estaba en el otro lado de la ciudad, más lejos que antes. — Ichigo acomodó uno de los mechones de cabello de Rukia detrás de su oreja con suavidad. — ¿Por qué llorabas, mi amor?
Ichigo volvió a hacer esa pregunta y esa vez Rukia tenía que responder. Se sentía nerviosa por todo lo que estaba pasando, pero haber llorado la había ayudado a calmarse un poco y poder volver a tocar ese tema.
— Porque no sé qué vamos a hacer con esto. — Rukia señaló su barriga, no quería volver a decir esa palabra, tenía miedo de que si la decía se volviera real. — Ichigo, todo lo que hemos hecho no servirá de nada, si nos matan por tener un hijo.
Rukia no quería decirle que no quería tener un hijo, todavía no. Ichigo la miró con calma y se quedó en silencio por unos momentos, como si estuviera buscando las palabras adecuadas para responder a sus preguntas; Rukia necesitaba que él le dijera qué hacer, porque se sentía perdida.
— Hace unos momentos reaccioné mal, lo admito. No esperaba que me dijeras que estabas embarazada y necesito disculparme por mi comportamiento. — habló Ichigo tomando sus manos y besándolas gentilmente. — Sé que dije que no tenía prisa por tener hijos, sé que aún no podemos tener hijos, pero… Rukia, te amo y eres la mujer con la que quiero pasar el resto de mi vida. Eres la mujer con la que quiero tener hijos y quiero que se parezcan a ti.
Rukia no esperaba esa respuesta y se sorprendió un poco al escucharla porque ella también quería una familia con él, pero en ese momento quería muchas cosas que le parecían más importantes que tener un hijo.
Ella quería poder cumplir la promesa que se hicieron a sí mismos la noche en que se casaron, quería romper los acuerdos de la caída y quería que su familia fuera libre, pero sobre todo, quería que Ichigo estuviera con ella siempre.
Rukia solo miraba a Ichigo a los ojos, perdiéndose en la intensidad de esa mirada por un segundo sin tener el coraje de decirle que no quería tener un hijo todavía.
— No puedo obligarte a tener o no este embarazo, sé que tienes metas como yo, sé que tienes miedo como yo. Solo puedo ofrecerte opciones, mi amor; para mí siempre estarás por encima de un reino o una corona. Si quieres tener este embarazo, nada más importa. Saldremos de aquí si es necesario, y encontraré la manera de que tengamos la vida tranquila y feliz que una vez dijiste que querías tener. — Rukia iba a decir algo, pero Ichigo la detuvo. Esas palabras le hicieron tener un nudo en la garganta. Ichigo sostuvo su rostro gentilmente, acariciando una de sus mejillas con el pulgar mientras seguía mirándola a los ojos. — Si no quieres tener este embarazo, no te obligaré a tenerlo; y haremos lo que tengamos que hacer para alcanzar nuestras metas, mi amor. Estamos juntos en esto, mi amor, en las buenas y en las malas.
Rukia sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas de nuevo. Ichigo podía renunciar a todo solo por ella, si ella lo pedía, entonces se lo daría; así de intenso era el amor que Ichigo sentía por ella. Rukia tenía miedo de responder, porque no se sentía preparada para renunciar a todo.
— ¿No me odiarás? — preguntó Rukia, su voz temblaba y trataba de contener las lágrimas. — ¿No me odiarás por no querer tener un hijo ahora?
Rukia podía sentir todo el miedo vibrar en sus palabras e Ichigo solo sonrió y le dio un beso muy suave en los labios.
— No mi amor, no te odiaría. No puedo hacerlo. — Ichigo la miró y volvió a besar su mano sobre el anillo de compromiso. — Si vamos a hacer esto, lo haremos juntos mi amor. Sea lo que sea, lo haremos juntos.
