Los Ojos del Ruiseñor


Capítulo 45: Amanecer


Verano — x492 / 14 de septiembre

— No lo hizo, pero no es algo de lo que debamos hablar ahora. — El Señor de Visnia se quitó el saco y se lo entregó a Ichigo con indiferencia. — Lo discutiremos en el Palacio del Sol, junto con la Reina Madre.

Cuando extendió la mano para sostener el abrigo que le dio su tío, Ichigo se dio cuenta de que su ropa estaba manchada con la sangre del arquero; la sangre en su piel se había secado dejando esa sensación pegajosa pero no se había dado cuenta de eso hasta ese momento. Obviamente su tío no le creyó que no había torturado al arquero hasta matarlo.

Ichigo todavía estaba enojado, la idea de que Kaien estuviera detrás de ese ataque revoloteaba en su mente pero no podía hacer nada para probarlo; no tenía pruebas y ya había matado al arquero.

De igual forma ese arquero era inútil porque terminaría siendo ejecutado sin decir algo que sirviera para encontrar al culpable; el hombre parecía genuinamente convencido de que el rey había dado la orden de matar a Rukia y eso le preocupaba también.

— Está bien, hablaremos de eso en el Palacio del Sol. — Ichigo usó el abrigo del Señor de Visnia para cubrir su brazo ensangrentado y no levantar más conmoción en la Casa de Justicia, ya tenía suficiente con el soldado que lo había visto así.

Distorsionar la mente del soldado para que si hablaba de lo sucedido lo confundiera todo, había sido difícil. Ichigo no sabía que podía hacer algo así, pero esa magia era tan antigua que había misterios que se habían perdido a lo largo de los años.

El señor de Visnia asintió y ambos salieron de las mazmorras.

Ichigo no podía dejar de pensar en Kaien y cómo pudo haber enviado tal orden, asegurando que Rukia era la hija de un traidor sin siquiera tener pruebas de esa traición, e incluso si las tuviera, no podría ejecutar a una princesa como si ella fuera un animal.

Las órdenes contra los miembros de la familia real se llevan a cabo según el protocolo para evitar más rumores de los necesarios.

Una vez más el enojo se apoderó de él, pero tuvo que calmarse y pensar con la cabeza fría lo qué debía hacer a continuación ya que no podía permitir que Rukia fuera un objetivo para Kaien. Ichigo no dudaba de la intención asesina de su hermano, pero también existía la posibilidad de que Kaien solo estuviera haciendo eso para asustarlo; para recordarle que él también tenía poder sobre la vida y la muerte.

Entraron a la oficina donde estaba Rukia, y ella inmediatamente se acercó a él abrazándolo con fuerza; Ichigo se sorprendió pero recibió el abrazo sintiendo una calma que lo hizo sonreír. Rukia no había sufrido ningún daño, y eso era lo único que importaba en ese momento.

— Prepararé todo para ir al Palacio del Sol. — Comentó el Señor de Visnia unos momentos después. — Hablaremos allí.

Ichigo asintió ante esas palabras y alejó un poco a Rukia de él, lo suficiente para poder ver su rostro. La puerta se cerró cuando su tío salió de ahí.

— ¿Estás bien? — preguntó acariciando la mejilla de Rukia, ignorando por completo a su tía que aún estaba en esa oficina pero no había hablado desde que él entró.

— Ahora estoy bien. — sonrió Rukia, aunque esa sombra de miedo no se había disipado por completo y esa sonrisa no era del todo feliz. — ¿Estás bien?

Rukia se apartó de Ichigo al hacer esa pregunta y comenzó a revisarle el pecho con las manos, como si pudiera encontrar algo fuera de lugar al hacerlo, hasta que le quitó el abrigo que estaba sosteniendo y vio la sangre seca manchando su piel y ropa.

— No es mi sangre. — Dijo con calma, y tuvo un dejavu del tiempo que habían estado en Zhilen. Él sonrió ante eso, pero no dejó que Rukia tocara su mano. — Hice lo que tenía que hacer. Desde el momento en que alguien piense en hacerte daño, ha firmado su sentencia de muerte.

— Tú lo mataste. — Fue la primera frase que dijo Kukaku después de que Rukia le cubrió el brazo de nuevo con el saco. Ichigo levantó la vista de Rukia y se centró en su tía, que tenía los ojos bien abiertos.

— Lo hice. — Ichigo no se molestó en mentir. — Lo hice porque trató de matar a Rukia. Conoces los castigos para cualquiera que intente levantar la mano contra la familia real, no debería sorprenderte.

Kukaku asintió con la sorpresa aún en su rostro.

Ichigo no estaba diciendo mentiras, el castigo por intentar matar a alguien de la familia real era la muerte; quizás lo que sorprendió a su tía fue que no había seguido el protocolo. Ichigo sabía que podía meterse en problemas, pero encontraría una manera de evitar que el rey se enojara porque mató a un arquero.

— ¡Esto es inaceptable! — Exclamó la Reina Madre Raiza, cuando Kukaku y el Señor de Visnia estaban en la oficina del rey en el Palacio del Sol con ella. — ¿Cómo pudieron tener la audacia de hacerlo?

El Señor de Visnia estaba de pie detrás de la silla donde estaba sentada Kukaku, con una mano sobre el hombro de ella. La Reina Madre estaba completamente furiosa, caminando por esa habitación tratando de controlarse, pero era imposible.

— ¡Se suponía que el templo de las Deidades era un lugar seguro! — exclamó Raiza. — ¡Se suponía que nada como eso podía pasar ahí!

— Madre, recuerda tu problema del corazón. — Pidió Kukaku pero Raiza la ignoró. No iba a morir por una tontería como esa; lo que le preocupaba era que habían atacado a Ichigo y Rukia en el templo de las Deidades.

— Su majestad, el templo es un lugar seguro. Personalmente, envié a los soldados más competentes y leales para que se encargaran de la protección del príncipe y su esposa. El lugar fue revisado antes de que ingresaran, no había forma de que algo así sucediera. — explicó el Señor de Visnia, ligeramente alterado pero modulando su tono de voz para no enojar más a la Reina Madre.

— ¡Pero sucedió! ¡Casi matan al príncipe del reino! — Raiza, que se paseaba de un lado a otro de la habitación tratando de entender qué había sucedido, se sentó en uno de los sillones. — No soportaría una muerte más en mi familia.

Se hizo el silencio pesado en esa oficina después de esas palabras. No era ningún secreto que su corazón había comenzado a fallar tras la muerte de sus hijos menores, y una de las razones por las que se había mudado al palacio de Visnia era para poder tener la tranquilidad que no se encontraba en Adelaar.

Raiza se llevó una mano a las cienes, presionándolas levemente con el pulgar y los dedos medio y anular, tratando de aliviar el dolor de cabeza que no la había abandonado desde que se enteró de lo sucedido en el templo de las Deidades.

— Ichigo dijo que era el arquero de Adelaar. El hombre tenía la insignia de los arqueros del reino, quizás así fue como logró llegar al balcón. — El Señor de Visnia tomó un pergamino doblado y arrugado, que tenía dentro de la bolsa del pantalón, y se lo tendió a Raiza. — También encontramos la orden de ejecución, y tiene el sello del rey, pero las órdenes son ridículas. Quien hizo esto quería que fuera rápido y al mismo tiempo público.

Raiza tomó la nota y la leyó.

"Yo, Isshin de Avanta, Rey de Avanta y las Montañas Azules; declaro a la Princesa Rukia de Avanta culpable de conspiración y traición al reino. Crimen cometido al apoyar en secreto a Lord Kuchiki, junto con un grupo de conspiradores, que buscan desestabilizar a reino. Se ordena su ejecución inmediata".

Y sí, era una orden de ejecución.

Alguien que no conocía las reglas o que pensaba que matar a un miembro de la familia real sería fácil había escrito esa ridícula orden; aun así, solo estaba el sello del rey, ni su firma ni la de los Tres Grandes Consejeros estaba presente en ese pergamino.

El sello por sí solo valía mucho, pero para una orden de ejecución de un miembro de la familia real se necesitaban las firmas de los consejeros y Rukia era la hija de uno de ellos; en cualquier caso, se habría emitido una orden de arresto ya que Rukia era una princesa.

— Aunque no quiero admitirlo, el que dio esta orden no fue Kaien. — Raiza dobló la nota y la colocó sobre la mesa de centro que estaba frente a ella. — El que envió esto es alguien que tiene acceso a la oficina del rey y sabe dónde se guardan los sellos, pero no fue Kaien.

— ¿Cómo puedes estar tan segura, madre? — preguntó Kukaku completamente confundida. — Kaien quiere a Ichigo fuera del camino hacia el trono, bien podría ser él quién está detrás de todo esto.

— Exactamente. — Raiza miró a su hija que parecía no entender lo que pasaba en ese momento. — Si hubiera sido Kaien, la orden sería matar a Ichigo. Matarlo de un tiro, no atacar a Rukia con la premisa de que es la hija de un traidor. Además, ahora los príncipes no pueden matarse entre sí, ambos lo saben.

— Si Kaien mata a Ichigo, podría enfrentarse a una rebelión. Ichigo es el Comandante en Jefe del Reino y hasta ahora ha estado haciendo un buen trabajo. — El Señor de Visnia se sentó junto a Kukaku. — El hecho de que haya suspendido su luna de miel y esté haciendo el recorrido por las ciudades con su esposa, lo está colocando en una posición muy estimada por la gente, sin mencionar que la opinión de la gente sobre Rukia es bastante buena. Si Kaien lo mata ahora, todo lo que siempre quiso podría verse afectado porque sabe que nosotros apoyaríamos la rebelión.

— Una de las gemelas reinaría mejor que el hijo de esa mujer. — Comentó Raiza con desdén. — Pero lo último que quiero es que Ichigo muera, mi nieto debe tener lo que es suyo por derecho, y que mi estúpido hijo le dio a ese bastardo.

Hubo un momentáneo silencio después de las palabras de Raiza hasta que el Señor de Visnia se levantó de su asiento con un suspiro.

— Le prometí a Ichigo que hablaríamos de esto aquí, sin embargo, creo que es mejor si solo ustedes tres están en la conversación. — El Señor de Visnia miró a Kukaku y le tendió la mano para que se levantara del asiento. — Hay muchas cosas que atender con todo esto, incluidos los rumores que seguramente se están esparciendo entre la gente.

— Está bien. — Raiza miró a su hija, quien había estado en silencio la mayor parte del tiempo. — Kukaku, ocúpate de difundir los rumores en la ciudad. Nadie debe saber que el arquero está muerto, todavía no. Que las mujeres digan que el que disparó en el templo de las Deidades fue un hombre que quería matar al Sacerdote y que el príncipe y la princesa estaban en el momento y lugar equivocados.

Kukaku asintió.

— Así será, madre. He estado pensando en eso desde que llegamos al Palacio. — Aclaró Kukaku con tono neutro y luego sonrió nerviosamente. — Ichigo es aterrador, todavía puedo escuchar en mi mente los gritos de ese hombre siendo torturado. No queremos que la gente sepa que el futuro rey no tiene compasión cuando se trata de proteger a su esposa.

Esas palabras sorprendieron a Raiza; ella no se había dado cuenta de que Ichigo y Rukia eran tan cercanos, ya que solo los había visto en el desayuno y su comportamiento había sido un poco formal. Kukaku podía decir eso de ellos porque los había visto en una situación peligrosa, y en esos momentos era cuando realmente se veía el valor y los intereses de cada persona.

El Kahya entró minutos después de que Kukaku y el Señor de Visnia dejaran esa oficina; Raiza sintió que el dolor de cabeza aumentaba y agradeció a las Deidades que la chica hubiese entrado en ese momento.

— Prepara la medicina. — Pidió Raiza cerrando los ojos.

La Kahya asintió a la orden y vertió un par de gotas de un líquido ámbar en un vaso de agua. Raiza observó cómo la medicina se disolvía lentamente en el agua antes de agitarla un poco y beberla. Esta agua no tenía sabor, pero el efecto de la droga fue casi inmediato. A los pocos minutos de beberlo, el dolor había comenzado a remitir.

— Gracias. — susurró Raiza y se reclinó en el sofá esperando que el dolor desapareciera por completo. — Dile al príncipe Ichigo y a la princesa Rukia que los estoy esperando. También trae un poco de té.

— Si su Majestad. — respondió la Kahya y salió de la oficina.

Raiza se quedó sola nuevamente en ese lugar, donde tantas veces había estado con su esposo cuando eran jóvenes y se pasaba la tarde hablando de cualquier cosa; esa oficina era su lugar favorito en el Palacio del Sol.

En esa oficina, el príncipe heredero le había propuesto matrimonio.

Llamaron a la puerta momentos después y eso la hizo volver a sentarse; el dolor de cabeza había desaparecido y les dio la orden de entrar a quienes tocaron a la puerta. Ichigo entró a la oficina sosteniendo la mano de Rukia de una manera tan natural, que Raiza por un momento se recordó a sí misma entrando en esa oficina sosteniendo la mano del antiguo rey.

Su historia era similar a la de Ichigo y Rukia. De ser la niñera del primer hijo del príncipe a la corona, pasó a ser la princesa heredera y luego la reina. Era justo como Rukia había dicho en el desayuno "nada era como se suponía que era", y sin embargo había sido.

— Mis queridos nietos. — dijo Raiza, extendiendo su mano para que Ichigo y Rukia la besaran antes de tomar asiento en el sofá frente a ella. — ¿Cómo están? Rukia, ¿estás más tranquila?

Raiza sabía que Ichigo y Rukia se habían dirigido a su habitación tan pronto como llegaron. La Kahya le había informado que lo primero que Ichigo había pedido era que se preparara el baño y que se incinerara la ropa que habían usado.

— Así es, Su Majestad. Estoy mejor ahora que todo se ha calmado. — respondió Rukia asintiendo. Raiza pudo ver que Rukia no soltaba la mano de Ichigo y no se sorprendió por ese gesto. — Agradezco a las Deidades que tanto Ichigo como yo estemos sanos y salvos.

Raiza asintió y miró a Ichigo, quien todavía parecía estar molesto; no podía culparlo, alguien había intentado matarlos. La Kahya entró con el té, lo sirvió y salió de esa oficina; todo sin hacer más ruido del necesario, dándoles un momento de silencio forzado.

— Mi tío dijo que hablaríamos aquí, ¿dónde está? — preguntó Ichigo, yendo directo al punto después de que la Kahya se fuera de allí.

— Está terminando de hacer algunas cosas, al igual que la princesa Kukaku. Ellos serán los encargados de hacer que lo ocurrido hoy se desvíe hacia otro objetivo. Ustedes serán unas víctimas desafortunadas que estuvieron en el momento y lugar equivocados, atacadas por un arquero que no tiene puntería.

— ¿Por qué? — preguntó Ichigo, obviamente molesto. Raiza supuso que podría pasar algo como esto.

— Porque no podemos decir que el arquero trajo la orden de matar a tu esposa, porque no podemos dejarles saber que la futura reina de Avanta fue acusada de traición al reino, y porque no queremos que vean una grieta de debilidad en el Comandante en Jefe del Reino y futuro rey. — explicó Raiza mirando a Ichigo. Ichigo se quedó en silencio, mirándola como si buscara las palabras para decir algo. — Hay una orden de ejecución para Rukia.

Esa información no sorprendió a Ichigo; Raiza supuso que era algo que le había dicho el arquero cuando lo interrogó. Raiza le entregó el papel que habían encontrado entre la ropa del arquero a Ichigo y esperó unos momentos a que lo leyera.

Raiza pudo ver a Rukia leyendo junto a Ichigo, y la expresión de Rukia pasó de la curiosidad a la sorpresa, terminando con un grito ahogado con su propia mano antes de mirar a Ichigo con pánico.

— ¡Ellos lo saben! — susurró Rukia, quizás su intención era que solo Ichigo la escuchara pero ella no pudo modular su voz lo suficiente.

Algo en esa orden de ejecución era cierto: Rukia estaba conspirando y aparentemente Ichigo era consciente de ello.

— ¿Ellos lo saben? — preguntó Raiza, en un tono de voz que dejaba claro que necesitaba una explicación para esa expresión. — Yo también lo quiero saber.

Rukia trató de hablar, pero no parecía encontrar las palabras adecuadas para comenzar esa explicación; Raiza solo la miró e Ichigo besó la mano de su esposa antes de hablar.

— Todo empezó con la muerte de Emiko. — Ichigo inició esa explicación y Raiza, al escuchar el nombre de esa niña, se sintió transportada al pasado, a esa noche en que la esposa de Ganju pidió permiso para ir a Maranni por unos días a visitar a Soujun. — A partir de ese día, Lord Kuchiki no dejó de pensar en su hermana.

Ganju fue el primer hijo que perdió; él y su esposa murieron en un asalto a la caravana en la que viajaban y todavía era doloroso a pesar de que habían pasado muchos años.

El recuerdo dolía, pero la Reina Madre no tuvo tiempo de entristecerse por el destino de su príncipe o de preguntarse por qué Ichigo había comenzado con esa frase. Ichigo comenzó a relatar los rumores que llegaron al rey, su propio viaje a Maranni para investigar los rumores y la forma en que el padre de Rukia estaba conspirando con la ayuda del rey de Jetaiya.

Él le explicó la forma en que el padre de Rukia y el rey de Jetaiya planeaban usar a los mercenarios y sus máquinas de guerra para atacar el castillo, todo con el propósito de matar a Isshin y obtener la independencia.

— ¿Por qué contra Isshin? — preguntó Raiza sin entender completamente lo que estaba diciendo Ichigo.

— Mi padre cree que el rey Isshin hizo matar al príncipe Ganju y a mi tía, todo porque él sabía que mi tía estaba embarazada. — respondió Rukia, quien parecía menos nerviosa y más concentrada en lo que se decía en ese momento. — Cree que estaban huyendo para salvar a su hijo.

Raiza sintió que aquello debía ser una locura.

Ella no sabía que Emiko estaba embarazada y saber esa información hizo que Raiza se encontrara en una encrucijada con respecto a sus sentimientos. Las reglas eran las reglas, todos las conocían, pero entre el enojo por no haber seguido las reglas y la tristeza de saber que Ganju quería huir del reino para proteger a su esposa, hizo que Raiza sintiera que se le encogía el corazón ante aquél trágico pasado.

Isshin no mataría a Ganju, eran hermanos, eran amigos y eran confidentes. Isshin fue el primero en apoyar el matrimonio de Ganju con Emiko a pesar de que las reglas establecían que Ganju tenía que esperar a que Isshin se casara.

No, Isshin no pudo haber sido el responsable de la muerte de Ganju.

— No. Eso es una infamia. — Raiza miró a Rukia; el dolor en su pecho comenzó como una punzada. — ¿Qué evidencia tiene tu padre para culpar al rey de algo tan atroz como dañar a su propia sangre?

— Ninguna. — Rukia estaba tranquila, pero Raiza vio a Ichigo apretar la mano de Rukia en ese momento, como si tratara de calmarla o prevenirla. — Son solo sospechas de mi padre; no hay nada que lo pruebe. Yo hice que Jetaiya detuviera el ataque.

Raiza se quedó en silencio, tratando de asimilar esas palabras.

— No hubo ataque ni lo habrá. Jetaiya se retiró. — explicó Ichigo. — Pero el padre de Rukia continúa con la idea de que el Rey Isshin fue quien mató a la Princesa Emiko. Sé que el rey envió espías a Maranni y no tengo ninguna duda de que incluso Kaien fue a Maranni solo para ver con sus propios ojos lo que estaba sucediendo. No tengo idea de lo que ellos saben o no saben. No tengo idea de lo que han estado haciendo los Kuchiki en Maranni, solo espero que lo que estén haciendo no haya influido en el incidente de hoy.

Ichigo estaba molesto y esa vez fue Rukia quien apretó la mano de Ichigo para calmarlo. Raiza se dio cuenta de que estaban demasiado involucrados el uno con el otro; era como si ambos fueran un solo ser dividido en dos.

Esa impresión la asustó. El ancla y la vela al mismo tiempo; cada uno ejerciendo alguna influencia sobre el otro para mantener el barco en movimiento.

Raiza tomó un sorbo de su té, que se había enfriado después de esa charla, y suspiró; la punzada en su corazón se desvaneció. Sabía que tenía que controlarse y ese día había tenido demasiadas emociones que no ayudaban a calmar su corazón; afortunadamente el té tenía ese sabor que le recordaba a la medicina que estaba tomando y mentalmente agradeció a la Kahya por ser tan previsora.

— La orden de ejecución no la dio el rey. — Comentó la Reina Madre después de beber su té y dejar la taza sobre la mesa. — Tampoco la dio Kaien.

— ¿Cómo está tan segura, Majestad? — preguntó Ichigo con un tono molesto que se notaba mucho.

— Es fácil. Tienes la nota en tu mano. Dime, ¿qué falta en esa orden de ejecución? — habló Raiza mirando a Ichigo. — Eres el Comandante del Reino, fuiste criado para ser rey. Dime qué está mal en ese papel.

Ichigo volvió a leer la nota en silencio por un momento.

— La nota solo tiene el sello del rey. — respondió Rukia, quien también estaba leyendo esa nota nuevamente.

Raiza asintió con la cabeza haciéndole un gesto para que continuara hablando.

— No pueden dar una orden de ejecución a un miembro de la familia real así, debe tener la firma del rey, la firma de los consejeros y no puede ser una orden de ejecución por ser princesa. — respondió Ichigo.

La furia en Ichigo se notaba por la manera en que él apretó el puño y trató de controlar su respiración.

— Quizás Kaien tuvo algo que ver en esta orden de ejecución, pero no el rey. Kaien es el único que entra en la oficina del rey y tiene acceso a las cosas del rey porque ha sido declarado príncipe heredero; podría haber tomado el sello y usarlo, pero la orden no vino de él. — Explicó la Reina Madre.

— ¿Lo estás defendiendo? — preguntó Ichigo levantándose de su asiento, molesto e incrédulo.

— No. — respondió Raiza sin moverse de su lugar. — Ahora siéntate. Te estoy enseñando a conspirar. — Ichigo no se sentó. — Si Kaien hubiera enviado a alguien a matarte, no estaríamos teniendo esta conversación; estarías muerto. Tú, Rukia y el sacerdote del templo estarían muertos; la muerte del cura solo sería para desviar la atención y hacerte parecer una víctima más. Siempre se busca convertir el asesinato en un accidente; así se preparan las muertes que no llevan orden oficial.

Ichigo se sentó después de esas palabras y Raiza se dio cuenta de que las sospechas del padre de Rukia sobre la muerte de Emiko tenían esa cualidad; sin embargo, se negó a creer que Isshin hubiera sido responsable de esas muertes.

Raiza dejó de lado esos pensamientos sobre la muerte de Ganju, no era el momento de sumergirse en esa espiral de hechos pasados que habían comenzado a desvanecerse con los años.

— Alguien entró en la oficina del rey, usó el sello e hizo esa tonta orden de asesinato. Los cargos podrían incluso ser falsos, pero un soldado que es leal al rey llevaría a cabo la misión solo porque creería que el rey se la dio. — La Reina Madre miró a Ichigo y luego a Rukia. — Así actúan los soldados que son ciegamente leales. No cuestionan nada, no piensan si lo que llega a sus manos es cierto o no, simplemente cumplen creyendo que es lo que ordena su rey. Los soldados que son verdaderamente leales y dignos de confianza reciben información directamente del rey, no a través de pergaminos mal escritos.

Ichigo arrugó esa nota entre sus manos, con un gesto de enfado tan familiar, que por un momento Raiza recordó al viejo rey. Rukia tomó esa nota de la mano de Ichigo de una manera sutil para que él no la destruyera.

— Esa es la única prueba de que alguien dentro del castillo intentó matar a Rukia. — habló Raiza rompiendo el momentáneo silencio que se había formado en ese lugar. — Mostrárselo al rey depende de ti. La nota en sí no prueba nada, no hay nada que la relacione con Kaien u otra persona, además siempre habrá alguien que reciba el castigo y Kaien sabrá cómo encontrar a alguien que pague el precio si su nombre se ve involucrado en una acusación.

De nuevo hubo silencio detrás de esas palabras; Raiza tenía la impresión de que Ichigo se estaba perdiendo en sus propios recuerdos en ese momento.

— Tienes razón, abuela. — Ichigo habló con un suspiro, sosteniendo de nuevo la mano de Rukia.

Ya no había ira en la voz de Ichigo, sino una especie de tristeza y resignación que lastimaba el alma de la reina madre. Raiza de nuevo recordó ese pasado dentro del castillo, cuando Masaki dejó a Adelaar con Ichigo en brazos, enfermo y con un golpe en el rostro infantil.

— El rey le cree a Kaien. Siente una preferencia demasiado obvia por él; si digo algo en contra de Kaien, no tendrá peso y Kaien sabrá cómo salirse con la suya. No sé por qué mi padre ama a Kaien más que a mí. — suspiró Ichigo, con esa expresión de tristeza y resignación que ha estado presente y escondida al mismo tiempo durante muchos años.

Las palabras de Ichigo hicieron que Raiza volviera a tener dolor en el pecho, pero ese dolor no era por enfermedad, sino porque sabía por qué Isshin no amaba a Ichigo tanto como debería. Por un momento Raiza pensó en decirle la verdad, por muy loca que fuera, pero lo consideró mejor; ellos ya habían pasado por mucho y merecían un descanso.

— Dejemos de pensar en esto. — La Reina Madre se levantó de su asiento y caminó hacia donde estaban Ichigo y Rukia, quienes también se habían levantado. Raiza una vez más acarició las mejillas de Ichigo y Rukia con un gesto maternal. — Mis queridos nietos, yo tengo suficiente amor para los dos. — dijo con una sonrisa y besó sus frentes, a pesar de que Ichigo era más alto que ella. — Y estoy agradecida con las Deidades porque ustedes dos están bien y esto no se ha convertido en algo más grande de lo que tenemos que arrepentirnos. Mañana no irán a trabajar, pasaremos el día aquí, en familia.

Raiza sonrió al decir eso y quitó sus manos de las mejillas de Ichigo y Rukia, no sin antes darles una nueva caricia maternal.

— Pero tenemos trabajo que hacer… — empezó a decir Rukia.

— Yo me ocuparé de todo, mañana pasaremos todo el día juntos. — Raiza se apartó de ellos y sonrió al verlos confundidos. — Ya sé, ustedes dos necesitan despejarse de todo esto, así que haré los arreglos para que vayan a los manantiales mañana.

— Pero nosotros… — intentó hablar Ichigo.

— Pero nada, vayan a descansar, preparen sus cosas que mañana después del almuerzo se irán a disfrutar de un par de días en la montaña. — Raiza prácticamente los empujó fuera de la oficina al decir aquello. — Que tengan una buena cena y nos vemos mañana. Si pueden, háganme un bisnieto, quiero conocerlo antes de morir.

— ¡Abuela! — exclamó Ichigo, completamente rojo por eso.

Raiza se echó a reír, pero los hizo irse y llamó a la Kahya para que comenzara a preparar todo para el viaje a los manantiales.


Verano — x492 / 16 de septiembre

Desde la ventana de esa cabaña en la montaña, Rukia podía ver el cielo que estaba teñido con esos colores del amanecer, esos rosas, morados y naranjas, que hacen que el cielo pareciera un cuadro; de nuevo, era demasiado temprano para estar despierta, pero ya no tenía sueño.

Rukia no había podido dormir la noche del ataque, las pesadillas la hacían despertar agitada y sudando, y todas esas pesadillas eran sobre una flecha que golpeaba a Ichigo en el pecho provocando su muerte.

Rukia no tenía miedo de morir; ella tenía miedo de que Ichigo muriera.

Ichigo lo había notado esa noche y, aunque él solía darle espacio para que su mente trabajara, esa vez Rukia decidió que era mejor hablar. Rukia le contó a Ichigo todo lo que estaba pasando por su mente, desde quién era el posible responsable hasta el profundo miedo que sentía y que no tenía nada que ver con su propia muerte.

La conversación con la Reina Madre la había dejado pensando, y aunque la posibilidad de que Kaien no estuviera directamente involucrado en ese ataque estaba presente, tanto Ichigo como Rukia estuvieron de acuerdo en que Kaien tenía sus manos en el asunto. Ellos no tenían forma de probarlo, pero aun así lo reportarían al rey ya que se había cometido un crimen.

No tenía sentido permanecer en silencio, ambos sabían que intentarían matarlos si no terminaban pronto con Kaien y tenían que usar todos los recursos posibles para ganar tiempo. A Rukia no le preocupaba que Nelliel quedara embarazada, lo había resuelto con esas galletas que había hecho que Yuki le llevara. Era posible que Nelliel nunca pudiera tener hijos y eso les daba dos años para descubrir cómo matar a Kaien sin levantar tantas sospechas.

Rukia conocía los términos del contrato de bodas de Nelliel y la cláusula del descendiente porque la reina Masaki se lo había dicho. Tenían dos años antes de que Kaien pudiera tener la oportunidad de divorciarse de Nelliel o tener una amante que le diera un hijo si Nelliel no podía darlo.

Eso le recordó a Rukia que necesitaba saber cómo estaban las cosas en el castillo, no podía llegar a Adelaar sin saber qué había pasado en su ausencia. Adelaar era un monstruo, necesitaba saber si estaba despierto o furioso.

— ¿No pudiste dormir de nuevo? — preguntó Ichigo desde la cama.

Rukia giró sobre sus talones y caminó lentamente hacia la cama, aun mirando a Ichigo y esa expresión de preocupación que no desaparecía de su rostro. Él también estaba preocupado por ella, Rukia lo sabía, y quería hacer algo para que toda esa preocupación desapareciera de ambos.

— No, esta vez dormí bien. — confesó Rukia y se acomodó en los brazos de Ichigo; ambos se cubrieron con la sábana. En la montaña, el aire de la mañana era un poco más frío y eso hizo que deseara estar acurrucada con Ichigo hasta que el sol calentara el día. — ¿Tú dormiste bien?

— Tan bien como fue posible. — respondió Ichigo, mirándola. Rukia lo miró preocupada. — Hablas en sueños, anoche estabas peleando por quién podía comerse una pierna de pavo más rápido. ¿Con qué estás soñando, eh? — preguntó Ichigo fingiendo molestia antes de hacerle cosquillas.

Rukia se echó a reír y trató de defenderse hasta que sintió los labios de Ichigo colocar un beso en la piel de su hombro. Ichigo estaba sonriendo al igual que ella.

— Con que deberíamos tener un concurso de comida, mi amor. — bromeó Rukia antes de robarle un beso. — Creo que no fue un sueño, fue más como un recuerdo en un sueño. Una vez estaba peleando con Yuki sobre quién comería más rápido; ella ganó y me estuvo molestando durante una semana con eso. Luego le pedí la revancha y volví a perder; ella se burló de mí durante el resto del mes hasta que se olvidó de eso.

— Yuki. ¿Ya la perdonaste? — preguntó Ichigo dándole un beso muy suave en los labios nuevamente. — Porque cuando regreses al castillo tendrás que verla muy a menudo.

— Ella quería ser yo. — Rukia dejó escapar un suspiro y se acomodó en los brazos de Ichigo que la abrazaron. — No soy lo suficientemente generosa para perdonarla, lo que dijo me dolió, como lo que hizo mi padre, pero tienes razón y sé que la veré muy a menudo en el castillo, así que debo hacer las paces con ella.

— Dale regalos. — susurró Ichigo después de un momento de silencio. Rukia lo miró sin comprender e Ichigo la besó en la nariz. — Dale regalos, dale dulces, joyas, piedras preciosas sin mucho valor. Dale telas para hacer ropa, zapatos; invítala a pasar las tardes contigo; hazla tu amiga aunque sea mentira.

— ¿Por qué? ¿Crees que nos sirva de algo? — preguntó Rukia. — Es muy ambiciosa, siento que si la tengo cerca y me equivoco, ella podría usarlo para algo. Ha estado en la corte de la reina desde que nos fuimos de luna de miel, y si pudo mentirme todos estos años, no sé qué habría hecho en mi ausencia.

Luego de decir esas palabras, Rukia reafirmó la idea de que debía saber cómo estaban las cosas en el castillo, porque entrar a Adelaar era entrar directamente al infierno. Mentiras y conspiraciones por todas partes.

— Eso es algo que sucederá estés cerca o no, no podemos controlar lo que hacen los demás, pero podemos influir en ellos. — respondió Ichigo con una sonrisa y besó su cuello. Rukia se mordió el labio, las manos de Ichigo la acariciaron lentamente y la hicieron sonrojar. — Pero la razón por la que quiero que tengas a Yuki cerca, especialmente cuando dejas el castillo, es para que la confundan contigo. Yuki es como tú, es un poco más alta y sus ojos son grises, pero definitivamente se vería como tú si la vestimos adecuadamente.

— ¡Quieres que sea un señuelo! — susurró Rukia sorprendida por esa sugerencia, olvidándose del deseo de hacer el amor con Ichigo que comenzaba a surgir en ella cuando entendió lo que él quería decir. — Pero si nos atacan de nuevo... ¿Y si pasa como dijo la reina madre? ¿Qué haremos si envían a un asesino? — Rukia estaba un poco nerviosa.

— Si envían a un asesino, posiblemente el objetivo sea yo, no tú. — Ichigo le colocó un mechón de cabello detrás de la oreja a Rukia. — Pero es algo con lo que he vivido toda mi vida, sé que siempre intentarán matarme, como príncipe, como comandante y como rey; es algo que va de la mano del poder.

Rukia se quedó en silencio por un momento, pensando en lo que Ichigo había dicho y en cómo quería que ella usara a Yuki. Yuki no era una persona de confianza, a menos que supiera que iba a ganar algo, y Rukia tenía que pensar en algo que Yuki realmente quisiera para no negarse a estar de su lado.

No le gustaba la idea de que un asesino fuera enviado para matar a Ichigo, la sola idea la aterrorizaba, pero él tenía razón, no había nada que pudiera hacer para evitarlo.

— ¿Puedo encerrarte dentro del castillo para siempre? — preguntó Rukia mordiéndose el labio.

Ichigo sonrió y le robó un beso.

— No mi amor, no puedes; al igual que no puedo encerrarte en el castillo. — Ichigo se sentó en la cama y la hizo sentarse con él. — Eres libre, mi amor. Me gustaría, y no te imaginas cuánto, dejarte encerrada en una torre para que nadie pueda hacerte daño, pero no puedo. Cuando los pájaros han estado libres toda su vida y luego son encerrados, mueren de tristeza.

— Todo esto es demasiado peligroso. — susurró Rukia y se levantó de la cama un poco frustrada; Ichigo se levantó tras ella.

— La vida es peligrosa, mi querido ruiseñor. — Ichigo se acercó a Rukia y la besó muy suavemente en los labios. — Sabes que podemos escapar.

Rukia lo miró y lo besó de nuevo, sonrió y lo abrazó con fuerza; le había gustado que la llamara así, como los ruiseñores de Vayalat que son únicos en su clase.

— No. No vamos a huir, esto se ha vuelto realmente personal, mi amor. — Rukia lo miró a los ojos y sintió las manos de Ichigo en sus caderas, acercándola a él. — Intentaron matarme y eso no puede quedarse así, también me prometiste que me convertirías en la reina, y yo quiero ser la reina.

— ¿Ah, sí? — Ichigo la tomó en sus brazos y la levantó del piso para llevarla de regreso a la cama. Rukia soltó un pequeño grito y se echó a reír. — Las reinas son crueles, despiadadas y la gente al escuchar su nombre, tiembla. ¿Quieres ser así? — preguntó Ichigo antes de acostarla en la cama y empezar a hacerle cosquillas.

Rukia comenzó a reír, tratando de defenderse y haciéndole cosquillas a Ichigo, o al menos intentándolo, hasta que ambos estuvieron acostados en la cama tratando de calmar su risa.

— No, realmente no quiero ser reina; aunque la idea es muy tentadora. — confesó Rukia cuando pasó ese divertido momento. — Sólo quiero estar contigo. Me gusta ser princesa y cuanto más me gusta, menos quiero que Maranni sea independiente. Quiero que no haya más Acuerdos de la Caída, al menos la cláusula de matrimonio arreglado, y quiero que seas rey. — Rukia se volvió para verlo. — Quiero que tengas lo tuyo, lo que te mereces.

— ¿Y si no merezco ser rey? — preguntó Ichigo y Rukia vio la duda en sus ojos. Esa pregunta no era parte del juego de ese momento, era un miedo real que salió de él. — Todos quieren que yo sea el rey, dicen que debería ser el rey pero... ¿y si mi destino no es ser el rey? Quizás por eso el rey no me ama como...

— ¡No! — exclamó Rukia sentándose en la cama, impidiéndole terminar esa frase. Ella se sentó en el vientre de Ichigo, poniendo sus manos sobre su pecho, y él inmediatamente puso sus manos en sus caderas. — No. Te mereces ser el rey. Hay reglas y me las han dicho hasta la saciedad. Desde que llegué y me hicieron parte de la Corte de la Reina no han dejado de decirme las reglas y aun así han hecho lo que han querido. No. Tú te mereces ser rey, por nacimiento eres el heredero del reino. Las Deidades y todo el mundo sabe que tu nacimiento fue bendecido por ellas y que tuya es la corona de Avanta y las Montañas Azules.

— Las Deidades no me escuchan. — Ichigo susurró esa frase sin apartar los ojos de ella.

— ¡No! — dijo Rukia de nuevo. — No sé mucho de la vida como tú, toda mi vida estuvo alejada de la Corte de Adelaar. Toda mi vida se decidió desde el momento en que nací, pero las Deidades si escuchan. Yo les pedí que evitaran mi matrimonio con alguien que no conocía, les pedí que me dejaran elegir con quién estar y las Deidades me escucharon. Las Deidades escuchan; tal vez te hayan escuchado y solo están tardando un poco en responder.

— Rukia… — la voz de Ichigo se quebró levemente.

— Y si esto es una prueba de las Deidades para demostrar que te mereces el trono, entonces lo vas a superar. Si necesitas fuerza, te la daré; y si necesitas un lugar para descansar, entonces te arrullaré para que descanses cómodamente. — Rukia miró fijamente a los ojos de Ichigo, y por primera vez vio como se le llenaban de lágrimas. Rukia sintió que su voz se quebraba levemente al hablar. — Te amo Ichigo, y solo las Deidades saben que no puedo expresar con palabras todo lo que siento por ti, porque el amor que siento por ti es tan inmenso como el mar o el cielo.

Rukia hizo una pausa para aclararse la garganta y sintió las manos de Ichigo presionar sus caderas. Ichigo no parecía saber qué decir y su respiración era pesada y lenta.

— Hemos cambiado desde el día que nos conocimos en el camino a la ciudad, me gusta pensar que hemos madurado un poco... que yo he madurado un poco... y sé… y veo que el amor que esperas del rey es nada, y no lo necesitas. No vale la pena esperar el amor del rey, porque si él no ve lo que todos vemos en ti, entonces no te merece como hijo.

Rukia hizo un esfuerzo por no llorar, tal vez lo mismo que hizo Ichigo en ese momento porque lo vio parpadear y girar la cabeza hacia un lado para limpiarse la cara; Rukia hizo lo mismo, se secó las mejillas y se bajó de Ichigo para acostarse a su lado en silencio.

— Te amo Rukia, te amo más de lo que puedo expresar, y ahora te amo un poco más, si eso es posible. — susurró Ichigo, con la voz afectada por el sentimiento, y la abrazó suavemente.

Rukia sintió la calidez en ese abrazo y se acurrucó en los brazos de Ichigo en silencio; dejó escapar un suspiro y cerró los ojos por un momento más después de limpiar las lágrimas que se habían escapado traidoramente de sus ojos.

El amanecer todavía decoraba el cielo, aún podían dormir un poco más.