Los Ojos del Ruiseñor
Capítulo 46: Origen
Verano — x492 / 16 de septiembre
La ausencia de Rukia en la cama fue lo que lo despertó por segunda vez esa mañana, solo para darse cuenta de que ella no estaba en la habitación.
Ichigo se sentó en la cama, se pasó los dedos por el cabello sin importarle si eso lo hacía más desordenado o no, y se quedó pensando en la charla que tuvieron temprano en la mañana. Las palabras de Rukia resonaban en su mente y dentro de su alma, sabiendo que ella tenía razón y, sin embargo, no podía asimilar completamente las palabras.
Seguía esperando la aprobación de su padre, alguna muestra de afecto más allá del elogio de ser un buen comandante o un buen soldado. Ichigo quería tener una complicidad con su padre como la que su padre tenía con Kaien; quizás eso era lo único que envidiaba a su hermano.
Durante sus años en Vayalat, su tío había sido como su padre; Kisuke era quien le había dado todo lo que esperaba de su propio padre, pero algo muy pequeño dentro de él anhelaba, deseaba, que fuera su propio padre quien le diera ese tipo de cariño.
Rukia tenía razón, pero aceptar que su padre nunca lo amaría de la forma en que amaba a Kaien era algo que lo hacía sentir inferior, pequeño, frágil y débil.
Ichigo se levantó de la cama y descubrió que Rukia le había dejado algo de ropa lista; eso lo sorprendió y sonrió olvidándose de todo lo que había estado pensando antes de levantarse de la cama. Esas ideas no dejarían su mente tan fácilmente, pero eran ideas en las que pensaría cuando estuviera solo.
Se vistió y cuando se miró en el espejo le pareció que iba vestido como si se fuera a pasar el día entero en la cama porque sus pantalones eran de algodón teñido de café y su camisa era suave y ligera. Ichigo sonrió al darse cuenta de que olían a menta, al igual que Rukia.
Se puso las botas y salió de la habitación cuando terminó su rutina matutina con la intención de buscar a Rukia, pero la cabaña estaba muy tranquila y silenciosa. Ichigo caminó lentamente por el lugar y escuchó una risa proveniente de la cocina; sonrió al reconocer la voz de Rukia en ese momento.
Rukia estaba cantando y decidió quedarse parado en la puerta de la cocina, en silencio, y mirando la espalda de Rukia que parecía muy entretenida con algo. Ichigo la escuchó cantar una canción sobre galletas y chispas de chocolate, hasta que ella se dio cuenta de que él estaba allí cuando miró hacia atrás.
— ¡Buenos días! — saludó Rukia desde su lugar, aun haciendo lo que sea que estaba haciendo, y dándole una sonrisa realmente feliz.
Esa era la sonrisa de Rukia, la verdadera sonrisa; una que a él le encantaba ver.
— Buenos días. — Ichigo se acercó a ella y la abrazó por detrás dándole un beso en la mejilla. — ¿Estás haciendo galletas? — preguntó curioso al notar que había masa extendida sobre la encimera de la cocina y parecía estar mezclada con algo negro que conocía muy bien. Era masa de galletas con chocolate.
— Galletas para el picnic. — explicó Rukia con una sonrisa antes de devolverle el beso a Ichigo en la mejilla.
— ¿Picnic? — preguntó Ichigo, notando que Rukia tenía harina en la cara y en el delantal que llevaba para no manchar su ropa. — Espera un minuto, no me dijiste que sabías hacer galletas.
— Tengo muchos encantos que el príncipe del reino no conoce. — respondió Rukia con una sonrisa antes de entregarle el cortador de masa redondeado. — Ayúdame cortando la masa, te serviré el desayuno.
Ichigo tomó el cortador de masa y comenzó a marcarlo en la masa para galletas. Ichigo nunca había hecho galletas, así que cuando levantó el cortador por segunda vez, este tenía masa pegada y la galleta había perdido su forma. Ichigo entró en pánico en ese momento, no sabía qué hacer pero no quería llamar a Rukia, así que lo intentó de nuevo y obtuvo el mismo resultado, incluso la masa parecía no cortarse, sino solo embarrarse más y más en el cortador.
— Nunca has hecho esto, ¿verdad? — preguntó Rukia, con una voz tan divertida que hizo que Ichigo saltara de su lugar. Ichigo divagó por un momento en su respuesta y Rukia tomó el cortador, lo limpió y pasó el borde afilado por un poco de harina. — Esto se hace así.
Rukia le enseñó a cortar las galletas e Ichigo, después de aprenderlo, hizo los siguientes cortes en la masa.
Así estuvieron toda la mañana, cortando masa para galletas y colocándolas en bandejas para que el cocinero las metiera en el horno de piedra, que estaba afuera de la cocina. Ambos terminaron llenos de harina en la ropa y en la cara; Rukia había hecho más masa para galletas, e Ichigo estaba realmente divertido removiendo la masa y cortándola.
La canción sobre galletas y chispas de chocolate se cantó a dos voces mientras estaban en la cocina hasta que llevaron la última bandeja de galletas al horno de piedra.
Desayunaron, se rieron y cuando las galletas y la comida estuvieron listas, Rukia puso todo lo que necesitaban en una canasta y la cubrió con un mantel doblado.
— Muy bien mi querido ruiseñor que canta sobre galletas y amor, ¿dónde será nuestro picnic? — preguntó Ichigo tomando la canasta para cargarla.
— En el manantial. — respondió Rukia con una sonrisa luego de quitarse el delantal y limpiar un poco de la harina que había caído sobre su vestido. Ichigo se dio cuenta de que el vestido de Rukia era tan simple y cómodo como la ropa que él usaba. — Hablé con los soldados cuando me levanté y les pedí que prepararan el lugar.
Ichigo se sorprendió de lo bien planeado que Rukia tenía todo, y ella pareció notarlo porque solo sonrió triunfalmente antes de comenzar a caminar hacia la salida de esa cabaña. Ichigo la siguió todavía sorprendido pero feliz.
Rukia realmente había planeado todo, porque cuando llegaron al manantial, que no estaba realmente lejos de la cabaña, encontraron que los soldados habían traído una mesa y un par de sillas que habían dispuesto cerca de la orilla de ese cuerpo de agua.
— Mi comandante. — Uno de los soldados le habló atrayendo su atención. — Hemos revisado la zona y es segura, no hay huellas de animales cerca, pero seguiremos dando recorridos de vez en cuando.
— Está bien. — Ichigo asintió y el soldado hizo una reverencia antes de dejarlos solos.
El manantial en sí era una gran piscina natural con un borde de grandes piedras cuidadosamente labradas que impedían que el agua que brotaba de la tierra se desbordara y que tenía un muro de piedra en uno de los bordes, donde crecían pequeños brotes de árboles entre sus grietas que formaban parte de la propia montaña. Ese manantial había sido modificado por los trabajadores de su tío, porque el borde más cercano al muro de piedra estaba abierto, dejando que el agua fluyera en un pequeño arroyo que pasaba cerca de la cabaña.
Era algo que Ichigo sabía incluso si no podía ver el camino de ese arroyo, porque era la única forma en que tenían agua en la cabaña donde estaban.
Después de colocar las cosas en la mesa, ambos se quitaron la ropa, dejando solo la ropa interior, y entraron al agua que estaba realmente fría. Ichigo pudo ver que el fondo de esa piscina natural estaba hecho de piedras, grandes y pequeñas, y que incluso había una gran roca en el centro pero que estaba completamente sumergida.
El agua era cristalina, pero cuando se removió el fondo, se levantó el sedimento en reposo, aunque no tardó en volver a asentarse.
— No sé nadar. — Confesó Rukia, cuando ambos estaban en el agua e Ichigo estaba comprobando la profundidad del lugar.
Ichigo regresó hacia ella y tomó sus manos.
— Es fácil, te voy a enseñar; solo que no podemos cantar esta vez. — bromeó Ichigo un poco. Rukia asintió entre risitas e Ichigo comenzó a explicarle lo que tenía que hacer.
—
Rukia se sentó en esa enorme piedra sumergida, e incluso sentada allí, el agua llegó un poco más alto que su pecho; no se había imaginado que un manantial sería así y era increíble estar en uno.
Parecía que el agua estaba estancada, pero el sonido constante del agua corriendo por las piedras que daban inicio al pequeño arroyo, le recordaba que era increíble que el agua fluyera directamente del suelo.
Ichigo tenía razón, era solo agua y nada más, pero las personas que iban a esos manantiales tenían fe en que sus males serían curados. No se sorprendería si se colocaran estatuas de las Deidades en esos lugares, solo para asegurarle a la gente que el milagro funcionaría.
Era muy lindo estar allí, los rayos del sol eran interceptados por las hojas de los árboles dando una cálida sombra y las hojas que caían al agua eran arrastradas por aquella pequeña corriente. El verano estaba a punto de terminar y el calor iría disminuyendo gradualmente hasta que entrara el otoño.
— ¿Quieres intentarlo de nuevo? — preguntó Ichigo acercándose a ella con una piedra en la mano.
La gran piedra en la que estaba sentada estaba en un lugar profundo, uno donde incluso Ichigo no tocaba el fondo con sus pies, y Rukia había llegado hasta esa piedra nadando o tratando de nadar. Ichigo le había enseñado lo suficiente como para no ahogarse allí.
— No, me gusta sentarme aquí. — respondió, e Ichigo se sentó a su lado en la piedra, disfrutando de la naturaleza y entregándole la piedra que llevaba. — ¿Una piedra? — preguntó Rukia mirando lo que Ichigo le había entregado.
— Es una piedra blanca, o algo así, hay muchas en el fondo y será un recuerdo de este día. — explicó Ichigo señalando el lugar de donde lo había sacado.
La piedra no tenía una forma definida más allá de ser una roca casi tan grande como el tamaño de su mano, y era realmente hermosa porque era blanca y parecía que tenía líneas o cristales aún más blancos en el interior. Rukia no había visto una piedra así y le parecía increíble.
— Me gusta, nos la llevamos. — asintió Rukia con una sonrisa.
Uno de los soldados que estaba haciendo vigilancia pasó caminando, cuidando de no ver demasiado hacia dónde estaban ellos.
— Gracias. — comentó Ichigo junto a ella. Ambos miraban hacia el soldado que se perdía entre los troncos de los árboles.
— ¿Por qué? — preguntó Rukia con curiosidad; se giró para mirarlo y pudo ver el perfil de Ichigo. Le parecía tan perfecto como una escultura. — ¿Por enseñarte a hornear galletas?
— Además de eso, también por todo lo que dijiste en la mañana. — Ichigo se giró para verla y le acarició la mejilla gentilmente. — No sabía que necesitaba escuchar esas palabras hasta que las dijiste. Gracias.
Rukia sonrió con satisfacción ante la caricia y las palabras de Ichigo, sintiéndose feliz de haberlo ayudado a pesar de que no estaba del todo segura de cómo lo hizo.
— No hay problema. — susurró Rukia, pero antes de que Ichigo la besara, ella le echó agua. Ichigo se quejó y Rukia se echó a reír. — Es por las cosquillas de la mañana. ¡Mi venganza será terrible!
Ichigo regresó al agua y, desde un lugar seguro, le devolvió el ataque a Rukia, quien sostenía con fuerza la piedra blanca que Ichigo le dio en una mano, y con la otra le salpicaba agua.
Verano — x492 / 20 de septiembre
Volver a las responsabilidades, después de haber pasado un par de días alejado de todo y de todos, ayudó a Ichigo a intentar concentrarse en lo que tenía que hacer.
La Reina Madre había cumplido con lo que dijo. Ella se había asegurado de que los rumores no fueran tan escandalosos, la versión oficial sería que un loco entró al templo de las Deidades y atacó a los que allí estaban.
Un loco era mejor que decir que alguien había querido matar al Sacerdote, ya que eso podría traer problemas con los Representantes de las Deidades, y ellos realmente eran un dolor de cabeza si algo los involucraba.
Aun así, Ichigo tenía que hacer su trabajo y el recorrido por las murallas de la ciudad, aunque todo estaba listo, él tenía que ver con sus propios ojos que todo estaba como se especificaba en el informe que enviaría a la capital.
Después de todo, asegurarse de que las ciudades estuvieran bien formaba parte de su trabajo también.
Ichigo selló el informe para el rey y se lo entregó al mensajero que siempre venía a las ciudades. Ichigo tuvo que abstenerse de enviarle una carta al rey contándole lo que había sucedido en el templo de las Deidades, aunque lo más probable era que el mensajero hablara, pero eso no le importaba.
Ichigo quería ver la mirada del rey cuando pudiera mostrarle esa orden de ejecución. Ichigo quería ver qué haría su padre ante una acusación contra Kaien.
Las campanas del templo de las Deidades sonaron, indicando que la tarde comenzaba, e Ichigo se levantó de su asiento en la oficina del Señor de Visnia para estirarse un poco y relajar su postura. Su trabajo había terminado unas horas antes, cuando el enviado del rey salió por esa puerta, pero se había quedado ayudando un poco con unos documentos para su tío.
El Señor de Visnia siempre tiene muchas presiones, sobre todo porque la Reina Madre era su suegra y ella siempre lo vigilaba.
Ichigo colocó los papeles en los que estaba trabajando sobre el escritorio y tomó la invitación que le habían entregado por la mañana; los habían invitado a una fiesta y eso le parecía agradable, sobre todo porque no era una fiesta cualquiera, era la fiesta de la vendimia y nunca había asistido a una de ellas.
Seguro que también iría su abuela, a la Reina Madre le encantaba el vino como a todos en ese Palacio.
—
Kholtan estaba de pie del brazo de Rukia. El águila se aferraba al brazo de Rukia con tanta fuerza que Rukia tenía la impresión de que si no fuera por el guante de cuero de Ichigo, el águila le habría lastimado el brazo con sus fuertes garras.
El sol se estaba poniendo y aunque no era el mejor momento para enviar al águila, tenía que hacerlo si quería que llegara la respuesta a su carta antes de que tuvieran que salir de Visnia.
— Cuídate. — le susurró al águila antes de acariciarle las plumas por última vez. — Ve con Renji o con Uryu.
El águila alzó el vuelo y Rukia vio cómo Kholtan se perdía en el cielo detrás de una nube.
Rukia se quedó allí un momento más, mirando al cielo, hasta que dejó escapar un suspiro y regresó al interior del palacio. Esperaba que Orihime respondiera pronto a su carta, necesitaba saber cómo estaban las cosas en Adelaar antes de regresar.
Equinoccio de otoño — x492 / 23 de septiembre
— Tengo que admitir que me gusta este lugar. — comentó Rukia, mientras ella e Ichigo caminaban por ese viñedo, entre las hileras de enredaderas que aún no habían sido cosechadas pero que pronto lo serían.
Los guardias, como siempre, los vigilaban unos metros detrás de ellos.
Se suponía que ya no había peligro pero la Reina Madre insistió en que una escolta de soldados los acompañara e Ichigo estuvo de acuerdo con eso, así que Rukia no tuvo más remedio que aceptarlo.
A lo lejos podía escuchar el sonido de la música que amenizaba la fiesta y a los invitados en la terraza del jardín.
— El Palacio del Sol es la residencia de verano del rey. Podemos volver cuando quieras, y seguro que podremos volver a pasear por los viñedos. — prometió Ichigo, sosteniendo el brazo de Rukia mientras caminaban y admiraban el lugar. — Además, mi abuela te adora, por lo que estará feliz de que pasemos un tiempo con ella.
— Es porque soy adorable. — respondió Rukia abriendo su abanico para jugar un poco con él. — ¿No lo cree, señor comandante del reino?
Ichigo sonrió y negó con la cabeza sin apartar los ojos de ella.
— Ni siquiera lo negaré, bella Princesa del Pueblo. — Rukia se sonrojó.
Él siempre tenía ese efecto en ella, la hacía sonrojar y poner nerviosa cuando la miraba así, como si fuera la única mujer en el mundo, y no ayudaba que él estuviera vestido como el Segundo Príncipe del reino.
Regresaron a la fiesta después de ese larguísimo paseo por las viñas en el momento exacto en que iban a hacer la cata de vinos para todos los invitados. Ambos se pararon junto a la Reina Madre, que estaba conversando con varias personas, y recibieron las copas en las que se serviría el vino.
Después de que se sirvió el primer vino y la Reina Madre se acercó lo suficiente a ellos para que al hablar, solo ellos la escucharan.
— Tardaron demasiado en volver. — La Reina Madre se fijó en Ichigo después de decir eso. — Es el vino que se supone que debes probar, no a tu esposa. — Rukia se puso completamente roja al escuchar ese comentario de la Reina Madre y casi se atragantó con el vino en su boca.
— ¡Abuela! — reclamó Ichigo en voz baja, tan rojo como Rukia por ese comentario. — ¡No hicimos nada de lo que imaginabas! ¡Estábamos paseando por el viñedo!
— Tu abuelo estaría muy decepcionado de ti. — Respondió la Reina Madre negando dramáticamente con la copa de vino en la mano. — Él tenía más agallas, uno de tus tíos fue concebido en una fiesta de vendimia.
Ichigo se atragantó con el vino que estaba bebiendo y Rukia no supo si reírse de ese comentario o sorprenderse por la forma natural en que la Reina Madre dijo eso.
— Respira bien y dame un bisnieto, que me estoy haciendo vieja. — dijo de nuevo la Reina Madre, haciendo que Ichigo se volviera a poner más rojo que el vino que estaba tratando de matarlo en ese momento.
Ichigo sobrevivió a los comentarios de su abuela, y tan pronto como terminó la cata de vinos, se llevó a Rukia de ahí. Rukia apreciaba eso, porque sentía que se iba a desmayar si seguía poniéndose roja por esos comentarios de los que no podía reírse en público aunque quisiera.
Eventualmente ellos le darían un bisnieto a la Reina Madre, pero aún no era el momento.
Caminaron durante un rato entre la gente que iba y venía de un lado a otro; Rukia e Ichigo estaban vestidos de acuerdo al protocolo de la casa real, y tuvieron que saludar a muchas personas que se detenían a hablar con ellos. Todo era agotador, divertido porque era una fiesta y había mucho vino, pero agotador.
Caminaron hasta el otro extremo del viñedo, donde también había mucha gente, y Rukia vio como un grupo de música afinaba sus instrumentos. Un grupo de personas estaba comenzando a reunirse y otro grupo estaba vertiendo cestas de uvas en lo que Rukia pensó que era un barril muy ancho y muy grande.
— Sus Altezas. — La voz de un hombre que se les acercó y les hizo una reverencia llamó la atención de Rukia.
Por un momento pensó que venía a saludarlos, hasta que se dio cuenta de que era uno de los anfitriones de la fiesta. Ella e Ichigo le devolvieron el saludo.
— ¿Nos haría el honor de participar en el pisado de la uva? — preguntó el anfitrión, señalando ese enorme barril. — El lagar está casi listo y sería un gran honor para nosotros que fueran los primeros en bailar.
Rukia había leído un poco sobre esas fiestas el día anterior, y estaba emocionada al darse cuenta de qué era todo lo que estaban organizando en ese lugar y lo qué les proponía el anfitrión.
— Por supuesto que aceptamos, mi señor. — respondió Rukia antes de que Ichigo pudiera negarse.
— ¡Maravilloso! — Exclamó alegremente el hombre. — Síganme por favor, les ayudaremos a prepararse.
Ichigo no se negó a seguir al hombre, quien parecía genuinamente encantado de que fueran al lagar, pero miró a Rukia esperando una explicación de por qué había aceptado el baile. Rukia sabía que la gente no dudaría en sacar provecho de algo en lo que la familia real estuviera involucrada, especialmente si les dejaba dinero.
— Bailemos, mi amor. — Fue lo único que dijo Rukia, con una sonrisa en los labios, sabiendo que Ichigo no le negaría nada.
— Sabes que el vino que se producirá del baile que haremos se venderá como si fuera "las lágrimas de la Madre", ¿no? — le preguntó Ichigo antes de llegar al lugar donde los llevaban.
— Lo sé, pero nunca antes había bailado sobre uvas y no pretendo desperdiciar esta oportunidad para hacerlo. — Rukia abrazó a Ichigo, deteniendo su avance. — O le digo a la Reina Madre que no quieres darle un bisnieto.
— ¡Rukia! — Ichigo se sorprendió al escuchar esa amenaza. — ¿Tú también? Ya no pasarás más tiempo a solas con mi abuela, se te está contagiando su actitud.
Rukia se echó a reír ante ese comentario, pero Ichigo la tomó de la mano y la llevó a donde el anfitrión los estaba esperando para darles instrucciones sobre qué hacer y cómo hacerlo.
Cuando todo estuvo listo, un par de sirvientas les lavaron los pies. Ichigo se había subido los pantalones hasta la rodilla y Rukia había sujetado su vestido al costado de sus caderas con una cinta que le habían dado para ese propósito, y luego entraron al lagar.
La sensación de las uvas aplastadas bajo sus pies era algo que Rukia nunca imaginó sentir; era extraño y divertido al mismo tiempo.
— Hoy, el príncipe y la princesa del reino nos han honrado con el primer baile de la cosecha. — anunció el presentador, y la gente que se había reunido allí comenzó a aplaudir. — No tenemos ninguna duda de que el vino que ayudarán a crear será exquisito. ¡Que empiece el baile!
La música comenzó a sonar después de ese pequeño discurso, y Rukia se inclinó ante Ichigo, él respondió de la misma manera, y luego tomó su mano. El baile era sencillo, solo tenían que seguir el ritmo de la música, intentando bailar alrededor del lagar para triturar la mayor cantidad de uvas posibles.
Ichigo parecía molesto al principio, pero después de un tiempo, comenzó a disfrutar del baile y la música, haciendo que todo el momento fuera aún más increíble y mágico para Rukia.
Otoño — x492 / 27 de septiembre
Muchos eventos habían sucedido dentro del castillo de Adelaar a lo largo de los años, pero si alguien conocía la historia de cómo el rey Isshin conoció a la madre de Kaien, esa era la reina madre Raiza.
Raiza era la reina cuando Isshin llegó por primera vez con esa mujer al castillo. La madre de Kaien era una chica hermosa, tenía ojos negros y cabello aún más negro; su piel era hermosa y debido a su cabello, se veía más pálida de lo que realmente era.
La chica llegó herida en el tobillo y fue el médico de la reina quien la atendió, todo a pedido del príncipe Isshin quien parecía genuinamente preocupado por la chica. Raiza no objetó, era un acto de bondad que no se podía negar, pero esa chica no parecía pertenecer al reino, ni siquiera parecía pertenecer al continente, y Raiza temía que fuera una esclava.
La esclavitud estaba prohibida en el reino, y era un motivo más para ayudarla, aunque parecía estar muy bien educada y eso solo aumentaba la duda sobre el lugar de origen de la chica.
El tobillo de la chica sanó y, aunque Raiza pensó que la chica se iría en cuanto pudiera caminar bien, eso no sucedió. El príncipe Isshin hizo algo que no estaba en las reglas, tomó a la chica como Inamorata.
Esa noticia fue escandalosa.
Las damas de la corte se sintieron ofendidas, aunque ser la Inamorata del único príncipe del reino era algo que realmente no se deseaba porque él ya estaba comprometido con la princesa de otro reino, que el príncipe eligiera a alguien que se encontró como un animal en la calle, fue un insulto.
Fue aún más insultante que de la noche a la mañana el príncipe Isshin intentara cancelar la boda con la princesa Masaki.
Esa boda tenía que celebrarse, había una alianza de paz entre ambos reinos que se consumaba con el matrimonio entre Isshin y Masaki, y el viejo rey no iba a permitir que su reino fuera destruido solo porque su hijo no podía mantener sus pantalones en su lugar.
Raiza intentó varias veces hacer que Isshin se deshiciera de su Inamorata, incluso se aprovechó del hecho de que Isshin se fue del castillo una vez para echarla del lugar antes de la boda, pero de alguna manera Isshin se enteró y regresó antes solo para confrontar a su propia madre, alegando que ella no era nadie para tratar así a la mujer que él amaba.
Esas palabras fueron algo que Raiza nunca pensó que escucharía de su propio hijo, pero nunca volvió a intentar echar a la Inamorata del castillo. Ver a esa chica vestida de princesa, caminando y riendo en el palacio como si fuera la dueña, hacía que Raiza perdiera la calma.
El día de la boda, sin embargo, la Inamorata no apareció por ningún lado y, aunque Isshin estaba desesperado porque no la vio, él supo comportarse hasta que todo terminó. Raiza había pensado que esa mujer finalmente había entendido que no era bienvenida en Adelaar; pero no fue así.
La ausencia de la Inamorata fue solo por ese día y cuando regresó, lo primero que Raiza escuchó de la boca de esa mujer fue una declaración de guerra.
— ¿Te has dado cuenta de lo mucho que me ama el príncipe? No puede vivir sin mí y tú nunca podrás sacarme de este castillo. No importa qué mujer pongas frente a él, soy la única mujer a la que él va a mirar. Pregúntale a la princesa en qué cama pasó la noche de bodas el príncipe.
Raiza abofeteó a la Inamorata, pero esa chica solo sonrió y se fue de allí como si ese golpe hubiera sido una recompensa y no un castigo. Raiza, aunque no quería hacer lo que le dijo esa mujer, fue a la habitación de Masaki y la encontró sentada en la cama, completamente desconsolada y sola.
Masaki, al ver a Raiza, le preguntó entre lágrimas qué le había pasado a Isshin, por qué de un momento a otro había dejado de amarla, y Raiza no supo qué responder. El matrimonio entre Isshin y Masaki no se consumó en la noche de bodas ni en ninguna otra noche.
Raiza intentó matar a la Inamorata, intentó envenenarla un par de veces, y aunque Raiza vio cómo esa mujer bebía el veneno, parecía que era inmune a él.
La siguiente noticia que estremeció el castillo de Adelaar hasta los cimientos fue cuando Inamorata anunció que estaba embarazada. Isshin estaba completamente feliz, tanto que incluso había comenzado a buscar un nombre para su "príncipe o princesa".
Esa noticia destrozó emocionalmente a Masaki, quien todavía esperaba que Isshin volviera a ser el mismo hombre que viajó a Vermist solo para darle una flor. Los rumores sobre la infertilidad de Masaki empezaron a sonar, pero todo era completamente falso porque la realidad era que Isshin no había consumado el matrimonio.
Nuevamente intentaron matar a la Inamorata o hacerla perder a su hijo, pero nada de lo que hicieron pareció funcionar. Todo fue tan frustrante y abrumador que Raiza realmente comenzó a creer que nunca sacarían a la Inamorata del castillo.
Cuando nació Kaien, Isshin se llenó de alegría; Masaki, por su parte, había dejado de esperar que Isshin se volviera a verla. Raiza sabía que Masaki no había regresado a Vayalat por dos razones, la primera era que todavía amaba a Isshin y la segunda era porque no dejaría el castillo hasta que viera a esa mujer y a su hijo muertos.
Nuevamente intentaron matarla, pero no pareció funcionar, hasta que una noche Masaki entró en la habitación de Raiza, completamente desesperada. Raiza comenzaba a dudar que Masaki pudiera seguir soportando esa situación por más tiempo.
— Esa mujer es una bruja. Le envié una sombra, hice una araña y se la envié, y ella no murió. Debería estar muerta ahora mismo, pero la veo riendo en uno de los jardines. Ella es una bruja del Mar de Jade.
Raiza trató de calmarla; no entendía lo que estaba diciendo Masaki sobre enviarle una araña, pero Masaki estaba realmente desesperada, y por un momento Raiza temió que Masaki hubiera perdido la cordura.
— ¿Una araña? — preguntó Raiza tratando de que Masaki se concentrara en una cosa a la vez.
— ¡Por las Deidades, madre! ¿No te lo dijo el rey? ¿No te dijo por qué estaba tan feliz con el compromiso entre Isshin y yo? — Negó Raiza ante esa pregunta. — El rey tiene miedo de esto.
Esa noche fue la primera vez que Raiza vio el ankh.
Ella vio como Masaki comenzaba a mover sus propios dedos, como si estuviera tirando de hilos invisibles con la palma de su mano levantada, y de la nada, hilos negros comenzaron a moverse sobre su piel hasta que se formó una araña.
— ¿Eres una bruja? — preguntó Raiza, completamente sorprendida de ver lo que le parecía realmente imposible.
— No, esto no es brujería, es un regalo para la guerra y solo mi familia lo posee. Por eso Vayalat es un reino belicoso, madre. Una araña es la más fácil de controlar, esta es la razón por la que nadie ha podido derrotar o conquistar a Vayalat; por eso los soldados atacan de noche. Vayalat es el único reino que ataca de noche.
Raiza se sentó en la primera silla que encontró, no sabía lo que estaba escuchando; ella no podía entenderlo.
— Le escribí a mi propia madre. — continuó Masaki al ver que Raiza se había sentado. — Le conté lo que estaba pasando y ella respondió. Hoy recibí la carta y mi madre dice que esta mujer probablemente sea una bruja; eso explicaría por qué el veneno y el ankh no funcionan en ella.
El Mar de Jade estaba tan lejos que llegar allí era un viaje de medio año, si no había contratiempos en el viaje, y las tierras del Jade, ese extraño y misterioso lugar, eran casi un mito. Se creía que este lugar estaba casi deshabitado, y la existencia de esas mujeres que rezaban a los dioses que eran una mezcla entre hombre y bestia, era también casi un mito.
Raiza no creía que la Inamorata de Isshin fuera una bruja; lo que pasaba debía ser otra cosa, o tal vez Masaki estaba siendo más afectada por todo lo que estaba pasando en el castillo de lo que parecía. Aunque aceptó que el ankh era real porque lo había visto con sus propios ojos, creer que la Inamorata era una bruja era demasiado para ella.
Una tarde llegó Masaki, tan nerviosa como nunca la había visto Raiza, y confesó que había convocado a la mujer al salón del acantilado.
— Le dije que se fuera. — Confesó Masaki. — Le dije que se llevara a su bastardo y se fuera de aquí, pero ella me ignoró. Ella se rió de mí y me dijo que su hijo sería rey porque yo nunca tendría hijos, y que tan pronto como Isshin pudiera, se divorciaría de mí y se casaría con ella. — Masaki caminaba de un lado a otro en esa habitación, jugando con sus manos que estaban sudando de los nervios en ese momento. — Me enojé. El ankh no funciona en ella, así que me abalancé sobre ella y comenzamos a forcejear. Muchas veces estuvo a punto de caerse por el acantilado, y aunque le golpeé la cabeza contra los pilares y las paredes de piedra, esa mujer no murió. De un momento a otro, no sé cómo sucedió, esa mujer colgaba sobre el acantilado, aferrándose solo sus dedos en el muro de piedra, y por primera vez vi miedo en sus ojos, madre.
Raiza escuchó esa confesión con aprensión en su cuerpo; sabía que Masaki había sido una arquera, que había ido a batallas y que no dudaba en matar al enemigo. Raiza nunca pensó que vería a Masaki tan nerviosa al confesar algo que solía hacer cuando iba a la batalla.
— Y entonces esa mujer me miró a los ojos, y juró que nunca dejaría el castillo, que incluso si moría, nunca dejaría el castillo porque su recuerdo viviría en Kaien. Esa mujer me dijo que Isshin amaría a su bastardo más que a cualquier hijo que pudiera darle; que nunca podría deshacerme de Kaien, porque mi don no funcionaría con él, y que Isshin protegería a su hijo de mí y de cualquiera que intentara alejarlo de él. — Masaki comenzó a secarse el sudor de las manos con la falda de su vestido, y Raiza se dio cuenta de que Masaki estaba tratando de no llorar. — Me maldijo tres veces y no pude soportarlo, comencé a pisarle los dedos para que se cayera de una vez por el acantilado, e incluso cuando se estaba cayendo, me maldijo una vez más riendo.
Raiza no sabía qué decir ni qué hacer en ese momento, pero cuando se descubrió que la madre de Kaien se había caído por el precipicio, Isshin no dijo nada ni hizo nada, y nunca se buscó a ningún culpable para justificar su muerte.
Isshin parecía confundido, como si estuviera saliendo de un sueño muy profundo, y cuando se abrió la habitación de la mujer para sacar sus cosas, los sirvientes encontraron un libro extraño, que parecía estar cubierto de piel humana.
Nadie entendió lo que había escrito ese libro, y Raiza se aseguró de quemarlo para que nadie pudiera tenerlo; si Kaien era el hijo de una bruja de jade, entonces no iba a correr el riesgo de que volviera a ocurrir lo mismo.
— Todo volvió a la normalidad después de la muerte de la madre de Kaien. — Comentó Raiza a Ichigo y Rukia, quienes estaban sentados frente a ella, escuchando atentamente esa historia. — Fue como despertar de una pesadilla, aunque Masaki nunca volvió a ser la misma, se vio afectada por todo lo que pasó en ese tiempo. Tratamos de hacer que Isshin cumpliera las reglas sobre bastardos pero no funcionó, las palabras de esa mujer resultaron ser ciertas, porque cuando el viejo rey murió, lo primero que hizo Isshin fue legitimar a Kaien.
Ichigo estaba completamente en silencio, sin moverse en absoluto más que cambiar de posición en su asiento. Rukia estaba completamente en silencio también, jugando con ese extraño anillo rojo en su mano.
— Esa es la razón por la que Masaki crió a Kaien como si fuera su propio hijo, porque esperaba que esa maldición no se cumpliera, pero fue inútil. — prosiguió Raiza. — No sabemos cuánto le hizo esa mujer a Kaien mientras aún estaba viva, o si esos dones son heredados, pero Kaien tiene una marca algo extraña en la planta de su pie izquierdo. Esa marca estaba en el libro, pero no pudimos entender qué significaba, del mismo modo que nunca sabremos por qué esa mujer estaba aquí e hizo lo que hizo.
Otoño — x492 / 29 de septiembre
—
Rukia, tenemos mucho de qué hablar y son cosas que te diré cuando regreses al castillo, pero hay cosas que debes saber antes de regresar.
Lord Kuchiki todavía está en el Consejo, sigue siendo el Consejero de la Paz, pero no va solo a ningún lado, Ulquiorra siempre va con él. Kaien fue a Maranni, después de ese viaje Ulquiorra fue asignado como protector de Lord Kuchiki.
Escuché rumores sobre convocar a Lord Byakuya y su familia al castillo, pero no sé por qué.
Senna es la nueva favorita de la reina y la reina está enojada. El rey firmó los papeles asignando a Senna como su amante oficial, y sé que sabes lo que significa.
Senna y su hermana Leena están en el castillo; Leena llegó unos días después de que se hiciera oficial que Senna sería la amante del rey. Leena es amiga de Nelliel, estuvo en la corte antes que nosotros.
Yuki se ha vuelto muy cercana a Kaien, sin embargo, ella todavía está sola porque Loly y Riruka siguen a Senna; creen que estando con ella sus vidas serán más fáciles.
Kaien le envía regalos a Yuki, Nelliel se enoja pero lo acepta. Sabes que los chismes corren rápido en el castillo, pero hasta ahora Kaien no ha pedido una amante, creo que en el fondo le tiene miedo a Ulquiorra.
Y sobre tu otra pregunta, sobre si alguien ha dicho algo sobre Visnia, no sé nada. No se ha mencionado que haya ocurrido un incidente en esa ciudad. ¿Algo malo sucedió?
Espero que llegues sana y salva al castillo, debemos tomar el té y hablar mucho.
Orihime
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Se actualiza los martes.
