Los Ojos del Ruiseñor
Capítulo 51: Desde adentro
Otoño — x492 / 27 de octubre [Kaien, 20 años.]
El castillo de Adelaar se dividía en varias secciones; una era el área de la reina, donde vivía la reina y generalmente la mayoría de las mujeres que estaban bajo su cuidado; el área del rey, donde sólo vivían el rey y los príncipes que eran hijos del rey reinante; y las áreas comunes, donde vivían las otras personas del castillo que tenían un alto grado de estima y de valor militar, como los generales de alto rango y algunos comandantes.
Orihime y Ulquiorra vivían en una de las áreas comunes; era la que estaba al lado del área de la reina y desde donde tenían una vista del templo de las Deidades del castillo.
Dentro de las áreas comunes estaban los salones para los grandes bailes, así como pequeños estudios y habitaciones sin dueño que eran utilizadas por quienes querían un espacio privado. La reina era quién se encargaba de autorizar su uso y la Kahya entregaba las llaves de esa habitación al nuevo propietario.
Dentro de esas pequeñas habitaciones, había una habitación pequeña que era la favorita de Kaien; esta estaba en el área común del castillo que estaba cerca de la Cúpula, y no era muy grande. Lo había adaptado como su propio espacio fuera del área del rey y era donde solía pasar la mayor parte del tiempo cuando tomaba un descanso de los deberes que solía tener.
A lo largo de los años esa habitación se llenó de libros, algunos muebles y alfombras, incluso había un diván donde Kaien solía dormir a veces cuando no quería volver a su habitación.
Kaien pretendía pasar su cumpleaños en ese espacio, disfrutando del silencio y la calma, leyendo un libro o simplemente existiendo, pero aquello le fue imposible.
El día del cumpleaños, cuando no había una amenaza o peligro inminente para el reino, debía ser un día de descanso que solo era interrumpido para el festejo de ese día; sin embargo ese día, desde muy temprano en la mañana, un sirviente del rey le pidió que se preparara para ir a cazar.
Y Kaien no pudo negarse.
Su rey, y padre, fue quien pidió eso, por lo que se preparó con la mejor disposición en él para pasar un día con su padre.
Kaien no se sorprendió al ver que Ichigo también estaba allí, junto con algunos soldados que irían con ellos, algunos jefes militares de alto rango y los consejeros que eran amigos de su padre; una partida de caza era algo que reunía a los hombres que vivían y frecuentaban el castillo.
Todos los invitados se encontraban de pie en la Puerta del Acantilado, junto con sus caballos y algunos sirvientes que en ese momento los asistían, y al verlo llegar, inmediatamente lo felicitaron, deseándole que las Deidades le concedan más años de vida, buena salud y felicidad. Kaien devolvió los saludos con su clásica sonrisa perfeccionada para tales asuntos y estrechó algunas manos; las únicas personas a las que abrazó fueron su padre e Ichigo.
El protocolo dictaba que solo aquellos con quienes compartía sangre podían acercarse a él de manera tan personal en público, además de su esposa.
— ¡Hermano mayor! — Ichigo habló, atrayendo la atención de todos mientras miraba a Kaien y le sonreía. — Organicé esta partida de caza, con el permiso de Su Majestad, por supuesto, para celebrar su cumpleaños.
Ichigo inclinó levemente la cabeza al referirse al rey, y Kaien sospechó por un momento que tal vez esta cacería no era del todo para celebrar su cumpleaños. Las cacerías eran peligrosas, un error y alguien podía acabar muerto.
Kaien decidió no expresar sus ideas en ese momento y prefirió agradecer a Ichigo por tan generoso y entretenido regalo.
— ¿Y cuál es la presa mayor?
— Un jabalí.
Los invitados a la cacería, al escuchar que habría un jabalí, se emocionaron y rápidamente subieron a los caballos ayudados por los sirvientes. El rey y Kaien, que no se habían movido de sus lugares como los otros invitados, miraron a Ichigo con una mezcla de duda y preocupación. En ese momento Kaien realmente sospechó que Ichigo quería matarlo en su cumpleaños.
— ¿Hay un jabalí adulto suelto en el bosque, Ichigo? — Preguntó el rey, un poco confundido y bastante preocupado.
Kaien ahora no solo tenía que preocuparse de morir por culpa de una flecha accidental, sino también de un peligroso jabalí que debía estar vagando libremente por el bosque, marcándolo como propio.
— No padre. — Ichigo habló con calma, mirando al rey con respeto. — El jabalí está encerrado en una zona del bosque. Yo no dejaría libre a un animal tan peligroso, además los cazadores lo están vigilando y solo lo soltarán si el rey lo permite.
Las palabras claras y los movimientos precavidos del Ichigo, hicieron que rey se relajara al escuchar esa explicación y palmeó el hombro de Ichigo como señal de que estaba de acuerdo con lo que había hecho antes de alejarse de ellos y prepararse para la cacería.
— ¿Dónde conseguiste un jabalí adulto? — Preguntó Kaien mientras ambos caminaban hacia donde los esperaban los sirvientes con sus caballos.
— Tengo amigos, pedí unos favores y pagué unas monedas. — respondió Ichigo con esa sonrisa maliciosa que solo le mostraba a Kaien cuando estaban en privado. — No te preocupes, hermano mayor, no te voy a matar durante la cacería. Ya te lo dije, no pretendo impedir tu ascenso al trono.
Poco tiempo después sonó el cuerno de caza que dio inicio a la cacería, y todos los invitados entraron al bosque por la puerta del Acantilado, completamente emocionados por saber quién lograba conseguir más presas.
Durante la cacería hubo un par de ocasiones en las que Kaien preparó su arco con la intención de dispararle a Ichigo por la espalda, ya que Ichigo estaba un par de pasos por delante, pero Kaien desistía de esa idea, retirando la flecha y guardándola.
Kaien decidió darle a Ichigo el beneficio de la duda por una sola razón: el fratricidio se castigaba con la muerte.
Al final de la cacería, todos los asistentes regresaban con al menos una cinta de color atada al brazo. Resultó que cada presa que se soltaba en el bosque tenía una cinta que valía puntos; iban desde 1 punto hasta 5 puntos, y por alguna razón los pollos valían 5 puntos.
Cuando Kaien le preguntó a Ichigo por qué los pollos valían más, Ichigo respondió que atrapar un pollo era realmente difícil. Ninguno de los asistentes pudo cazar al jabalí, por lo que los cazadores que se encargaban de vigilarlo, lo descuartizaron y repartieron los trozos entre los invitados.
Cuando regresaron a la Puerta del Acantilado, los asistentes felicitaron a Ichigo por organizar una cacería tan exitosa y felicitaron nuevamente a Kaien por su cumpleaños antes de abandonar el lugar con su respectivo botín de caza; además de algunos premios extra que se repartieron con motivos de quién hizo más puntos al juntar las cintas.
Después de pasar todo el día cazando, lo único que Kaien quería hacer era darse un baño y acostarse en la cama para descansar. No podía negar que había sido divertido, pero había sido agotador caminar por el bosque la mayor parte del día y le dolían los dedos por el uso constante del arco.
Al entrar a su habitación se encontró con que había una mesa con regalos prolijamente dispuestos, por lo que se acercó a ver un momento lo que le habían enviado ese año y no encontró nada realmente interesante. Había libros, botellas de vino, algunos cortes de tela fina y varias chucherías de metal que pretendían ser un adorno; la mayoría eran cosas que no tenían valor.
Entre todas estas cosas había regalos de su familia.
El rey le dio una pluma nueva para escribir, estaba dentro de una cajita y era realmente hermosa, era negra y parecía brillar con la luz. La reina le dio un libro en blanco, muy acorde con el regalo del rey. Sus hermanas pequeñas le dieron frutas confitadas, e Ichigo le dio una botella de ese licor dorado que él solía llamar "el licor de negocios".
Kaien se preguntaba de dónde sacaba Ichigo ese licor o si había traído consigo una caja llena de esas botellas, porque ese tipo de licor no se producía en el reino; incluso desconocía totalmente que ese tipo de licor existiera.
Esos eran los únicos regalos, no había más, y por dentro sentía una ligera decepción de que no hubiera un regalo de Rukia, pero lo ignoró y prefirió concentrarse en prepararse para la cena.
Cuando entró al lugar donde sería su cena de cumpleaños, se encontró con que allí solo estaba su familia, no había extraños ni personas que hubieran venido de otros lugares para agasajar a los invitados, y eso le agradó porque sería una cena tranquila.
Nelliel estuvo a cargo de preparar el servicio de platos que se sirvieron esa noche, desde la entrada hasta los postres. El rey eligió los vinos que se sirvieron, y después de que todos hubieron bebido varias copas de vino, el ambiente se relajó.
Kaien era consciente de que la relación entre Nelliel y Rukia estaba en un punto de distante cordialidad; los rumores de la pelea entre Nelliel y Rukia recorrieron el castillo como el viento, y para ese momento todo mundo sabía una versión distinta de lo ocurrido. Aunque los rumores de esa pelea le causaron diversión, y cierta admiración por el coraje de Rukia al decir esas palabras, sabía que no debía presionar demasiado la situación.
Nelliel era una mujer celosa y apasionada, y aunque a Kaien le gustaba eso, también sentía que estaba perdiendo a su mejor amiga al tener que cuidar sus palabras para no herir los sentimientos de su esposa.
Después de la cena hablaron de cosas triviales, y recordaron que el año anterior no habían celebrado su cumpleaños porque volvían de Verasi después de haber reconquistado la ciudad del sitio de Kuvar. No hablaban de cosas serias o delicadas, todo giraba en torno a lo fácil, alegre y emocionante; hablaron de la caza, del jabalí y del bosque que iba cambiando de color.
La conversación fue tan fluida que de un momento a otro ya se estaban contando anécdotas sobre el frío, el mar y las noches tormentosas de invierno, hasta que la reina comentó que Kaien solía tocar el violín en invierno, cuando había niebla se adentraba en el castillo.
— Recuerdo que lo hacía de noche, cuando la niebla invadía el bosque y todos los jardines del castillo. Kaien salía a uno de los balcones, cuando él aún dormía en el área de la reina, y empezaba a tocar una tonada que era realmente hermosa. — Comentó la reina con la alegría que da estar bajo los efectos del vino.
Kaien recordó esa escena de inmediato, aunque pensó que la había olvidado hace mucho tiempo, y se sorprendió de lo vívida que era la imagen en su memoria. El balcón del que hablaba la reina estaba sobre uno de los jardines interiores y no podía ver el mar, pero la niebla, que de alguna extraña manera se extendía por los jardines del castillo, se arremolinaba entre los arbustos mientras él tocaba el violín.
Era un recuerdo de la infancia y sonrió ante la inocencia que había en él en ese momento porque pensaba que era mágico que cuando tocaba el violín, la niebla invernal parecía bailar. Nadie sabía que esa era la razón por la que tocaba el violín con más frecuencia durante los días de invierno; ese era su secreto.
— Su alteza, ahora tengo curiosidad por escucharlo tocar el violín. — comentó Rukia, quien estaba sentada al lado de Ichigo. — Desde que llegué al castillo no he escuchado el sonido de un violín.
Kaien salió de ese recuerdo infantil cuando sintió que la mano de Nelliel apretaba su pierna debajo de la mesa y dejó escapar un suspiro. Nelliel había insistido en que él tocara el violín para ella pero él nunca lo había hecho; si él tocaba el violín en ese momento, solo porque Rukia se lo pidió, era muy probable que todo terminara mal, y Kaien no quería tener que lidiar con una escena de celos de Nelliel esta noche.
Rukia e Ichigo estaban tranquilos, con las manos juntas y jugando con los dedos de forma distraída. Una parte de Kaien quería complacer a Rukia y otra parte le decía que estaba mal; esa pequeña obsesión se estaba volviendo cada vez más preocupante y necesitaba controlarla.
— Creo que he bebido demasiado vino esta noche, y más que tocar una hermosa melodía será algo tortuoso y agonizante para los oídos. — Kaien se excusó.
El rey se sintió decepcionado por esta respuesta, pero no insistió más en que Kaien tocara el violín esa noche. Para pasar el disgusto, Nelliel sacó una baraja de cartas provocando que el estado de ánimo de todos cambiara en ese momento. A todos les gustaba apostar, así que pasaron el resto de la noche apostando y bromeando sobre quién perdería más.
Otoño — x492 / 29 de octubre [Byakuya, 22 años.]
Byakuya dejó de mirar su bastón, el que tendría que usar durante un par de años hasta que su pierna izquierda estuviera completamente curada, y se bajó del carruaje que lo había llevado a Adelaar. La situación era peligrosa, bastante agresiva en realidad, pero habían tenido tiempo de pensar en cómo arreglar la situación en la que se encontraban.
La sonrisa de su padre, quién lo esperaba afuera de la Casa Kuchiki, se desvaneció cuando lo vio avanzar con la ayuda de un bastón. Su padre no sabía que una de sus piernas había resultado gravemente herida en esa explosión, y Byakuya había tenido cuidado de ocultarle esa información; no era necesario que su padre la supiera.
— No es permanente. — Fue lo primero que dijo Byakuya al ver la expresión preocupada de su padre.
Su padre asintió a sus palabras, aunque no parecía muy convencido, y le hizo un gesto con la mano para que él y su acompañante entraran a la casa. Byakuya avanzó tras él, su bastón hacia un ruido seco cada vez que lo apoyaba en el piso para dar un paso; y Akura, que era el hermano mayor de Yuki y compañero de viaje de Byakuya, desmontó de su caballo y entró a la casa detrás de ellos después de dar algunas órdenes a los soldados que los acompañaron.
Byakuya abrazó a su padre antes de que ambos se sentaran en los sofás de la sala de estar de la planta baja, y Akura se paró junto a la puerta después de mirar a su tío con respeto. El rey lo había convocado al castillo usando como pretexto el Baile de las Almas, y Byakuya tuvo la impresión de que eso no era algo bueno.
— Koga está en la Gran Casa. El rey lo invitó al castillo. — comentó Byakuya, pasando sus dedos por el mango de su bastón que tenía talladas flores de cerezo. — Creo que este es el final. Todos en la Gran Casa están preparados para esto y solo esperan lo peor. Un grupo de soldados de Jetaiya son los encargados de proteger a Hisana, la sacarán del reino por si el rey decide ejecutarnos por traición.
Su padre se sorprendió al escuchar esas palabras, pero asintió con pesar.
— Supongo que el rey quiere hablar con él sobre todo lo que pasó; después de todo, estás casado con una princesa de Jetaiya. — Soujun se levantó de su asiento y sirvió dos copas de brandy, una para él y otra para Byakuya. — Posiblemente el rey dará el veredicto después de las Celebraciones de las Almas. El rey hablará contigo mañana después del almuerzo, supongo que te va a interrogar.
Byakuya asintió a lo que dijo su padre, él también había llegado a esa conclusión desde que recibió la invitación para asistir al baile de las almas. Byakuya ni siquiera cuestionó por qué el rey le estaba dando tanto tiempo entre su llegada y el interrogatorio, posiblemente el rey tenía todas las pruebas que necesitaba en sus manos para incriminarlos por traición y solo estaba jugando con ellos.
— Me declaré culpable después de que me interrogó, por eso siempre me acompaña un guardia. Asumí la culpa de tu matrimonio y de haberle mentido al Segundo Príncipe cuando fue a investigar. También por mentir en la Cúpula cuando me interrogaron por primera vez. — Soujun bebió el brandy de su vaso de una sola vez. — Si declaras que no sabías lo que estaba pasando, quizás el rey te deje ir.
— ¿Le dirás esto a Rukia? — Preguntó Byakuya después de un momento de silencio.
— No. — Soujun dejó su vaso junto a la botella de brandy. — Es por ella que estamos en esta situación. Se dejó convencer por las palabras del Segundo Príncipe, creía que no podíamos ganar y… es mejor que no se entere de esto. Ella también será llamada a declarar.
Byakuya asintió.
En ese momento la vida de todos corría peligro y él no pretendía exponer la vida de su pequeño hijo. Si Rukia estaba atrapada en la telaraña que el Segundo Príncipe había tejido para ella, prefería observar la escena desde lejos; decirle a Rukia lo que iba a pasar podría hacer que los traicionara de nuevo.
Otoño — x492 / 31 de octubre [Rukia, 16 años.]
Este año hubo más gente asistiendo al Baile de las Almas que otras veces. Desde los invitados habituales de cada año hasta las familias de las Damas de la Corte de la Reina. Ese año era el último año de residencia de las Damas de la Corte de la Reina en el castillo, al año siguiente, después del baile de primavera, todas las chicas restantes de la Corte de la Reina regresarían a sus respectivos hogares.
Si lo habían hecho bien sirviendo en la corte de la reina, las Damas de la Corte de la Reina podrían decidir sobre su propia vida; podían elegir entre trabajar en el castillo o comenzar su educación para ser médicos o maestros. Si no tuvieron el talento suficiente, regresarían a casa con una posible propuesta de matrimonio que aseguraría sus vidas para el futuro.
En el Gran Salón del baile no sólo estaba la familia de las Damas de la Corte de la Reina, sino también la familia de la Favorita de la Reina. La familia de Senna estaba ocupada hablando con un hombre que parecía ser muy importante y que veía a Senna como si fuera un trozo de carne.
Rukia sabía que la reina ya había encontrado marido para Senna y que esa noche se verían por primera vez de manera informal antes de hacer válido el compromiso.
El hombre que veía a Senna era de Neikel, igual que ella, y pertenecía a una familia noble, por lo que casar a Senna con él sería fácil. Eso era un poco espeluznante, especialmente porque Senna, a pesar de que estaba sonriendo, parecía incómoda.
— Así termina una fantasía. — susurró Kaien al oído de Rukia, sobresaltándola un poco al tomarla desprevenida. — ¿Dónde está Ichigo?
— Es una fantasía horrible. — Respondió Rukia mirando a Kaien, tenerlo tan cerca la incomodaba. — Está resolviendo un problema de última hora y volverá en cualquier momento. ¿Lo necesitaba para algo, Su Alteza?
Rukia marcó la distancia entre ellos de manera cordial haciendo a Kaien sonreír.
— No, solo quería venir a saludarte. — Kaien parecía optimista y feliz, y nuevamente eso hizo que Rukia se sintiera incómoda. Había algo en Kaien que no le gustaba, pero no sabía muy bien qué era. — Hace mucho tiempo que no veo a tu hermano, pensé que vendría con su esposa... Supongo que es mejor que ella no viniera.
Después de esas palabras, Kaien volvió a su silla y Rukia pudo ver que Nelliel estaba molesta con Kaien. Eso fue extraño, pero Ichigo regresó momentos después y tampoco parecía feliz, por lo que las palabras de Kaien se desvanecieron en el fondo de su mente.
— ¿Qué pasó? — preguntó Rukia, un poco preocupada por la expresión de Ichigo cuando él se sentó junto a ella.
— Koga está aquí.
— ¿Qué? ¿Por qué? — Rukia se asustó con esa revelación. No sabía si la presencia del hermano de Hisana allí era buena o si terminaría hundiendo a su familia.
— No lo sé, pero el rey no quiere que se sepa todavía. Supongo que lo tratará como una visita de Estado. — Ichigo bebió lo que quedaba en su vaso de una sola vez. — No sabía que vendría Koga.
Rukia miró a su padre y a su hermano, quienes habían llegado hacía un par de días, y supo que las últimas palabras de Kaien habían sido para advertirle que algo le iba a pasar a su familia.
— Kaien sí lo sabía. — susurró Rukia mirando a su hermano. — Vamos, salgamos de aquí.
El día había sido largo, y con esa noticia Rukia no tenía ganas de quedarse en el baile, por lo que abandonaron el Gran Comedor después de despedirse del rey y la reina, quienes nuevamente estaban sentados juntos.
Era obvio lo que el rey estaba haciendo, y Rukia solo podía orar a las Deidades para que su familia no se viera tan afectada en este momento. Si el rey decidiera destruir a su familia, entonces ya no sería necesario que Ichigo subiera al trono para que terminara con los acuerdos de la caída, porque ya no habría una familia Kuchiki a la que someter. Sería un precio muy alto a pagar y ella estaría involucrada en todo lo que pasara.
Fueron sus decisiones egoístas las que habían desencadenado todo lo que estaba pasando en ese momento, pero ella lo prefería así a tener que ver una guerra que lo arrasaría todo y acabaría con su familia de una manera cruel.
En ese momento Rukia se dio cuenta de que la oración inicial de Kaien no se refería a Senna y su matrimonio arreglado, él ni siquiera podía haber estado viendo a Senna cuando dijo aquella frase; esa frase era para ella. Si su familia era acusada de traición, también podría ser acusada de conspiración a través de su matrimonio; especialmente porque a pesar de romper su compromiso con Ichigo, al final se casaron.
Cualquier cosa podría tomarse como maliciosa, y sería su palabra contra la del rey.
Y el rey siempre tenía la última palabra.
Kaien tenía razón, así terminaba una fantasía; pero ella la había elegido y disfrutado, así que enfrentaría las consecuencias de sus decisiones egoístas, tal como le había advertido a su familia cuando llegaron para su boda.
— Bien, aquí es donde se supone que debes golpearme. — La voz de Ichigo la sacó de sus pensamientos. Rukia parpadeó un par de veces mientras se giraba para mirarlo sin entender lo que Ichigo quería decir. — Pero prefiero que el golpe no sea tan fuerte esta vez, la última vez hasta me temblaron los dientes.
Rukia se tomó un momento para comprender que Ichigo se refería al baile del año anterior y luego comenzó a reírse suavemente. Estaban parados en medio de un corredor entre el Gran Salón y el área del rey; el año anterior estaban parados entre el Gran Salón y la casa Kuchiki.
— Solo para mantener la tradición de darte un golpe en la noche más mágica del año. — susurró Rukia y abofeteó muy levemente la mejilla de Ichigo, quien esperaba el golpe con una sonrisa.
— Vamos a la habitación, mi amor. Esta es la noche en que me vengaré del golpe que me diste el año pasado; así que saca de tu mente todos los problemas que te distraigan porque serás mía. — Ichigo la tomó de la mano y comenzó a caminar rápidamente llevándola consigo. — No dejaré que nadie te haga daño, incluso si tengo que enfrentarme directamente a mi padre.
Rukia sintió que la mano de Ichigo apretaba la suya y sonrió mientras apretaba la mano de Ichigo. Su corazón revoloteaba en su pecho con felicidad. Estando con Ichigo, nada la lastimaría.
Al llegar a la habitación, los sirvientes que se suponía debían estar custodiando la puerta habían sido cambiados, en su lugar estaban Renji y Uryu con su uniforme habitual pero con una expresión somnolienta. Tal vez era muy tarde y necesitaban descansar, después de todo, el día había sido bastante agotador desde la mañana.
Ichigo dio un par de instrucciones a Renji y Uryu, quienes asintieron al mismo tiempo y abrieron las puertas de la habitación que estaba completamente iluminada por la luz de las velas.
— ¿Por qué están vigilando la entrada? — preguntó Rukia cuando ambos estaban dentro del dormitorio y la puerta había sido cerrada por Uryu.
— Porque si los sirvientes de siempre estuvieran allí, cuando gritaras de dolor, se alarmarían y entrarían a la habitación, interrumpiendo el ritual. Renji y Uryu saben cómo es el ritual porque ya lo han pasado, saben el dolor que causa y saben que no pueden interrumpirnos. — explicó Ichigo mientras servía un par de vasos con el "licor de los negocios".
Rukia miró rápidamente hacia la puerta cerrada una vez más y tomó el vaso que Ichigo le estaba entregando en ese momento. La habitación estaba bien iluminada, por lo que Rukia podía ver claramente el líquido dorado en su vaso. Era la primera vez que bebía de ese licor y estaba emocionada.
— Todavía estás a tiempo de retractarte, esto será doloroso y una vez que empiece no puedo parar. Debes estar completamente segura de lo que vas a hacer, un tatuaje es un contrato con la Sombra, aunque no seas descendiente de la Reina Vayalat, serás tomada como tributo y la Sombra te bendecirá con sus dones. — explicó Ichigo sin quitarle los ojos de encima, completamente serio mientras hablaba.
Rukia era consciente de eso.
Ichigo se lo había explicado claramente, y aunque los dones eran tentadores, solo eran una forma de potenciar las habilidades naturales de cada persona; por eso los soldados que entrenaba personalmente Ichigo eran tan buenos, porque eran un arma que la Sombra terminaba de pulir.
Rukia no sabía qué don le daría la Sombra, solo era consciente de que tenía buena mano con las plantas, y no sabía cómo eso podría serle útil a la Sombra. Todo era diferente con Ichigo, él nació con el don de la guerra y cuando se lo entregaron a la Sombra, fue más como llevarlo de vuelta a casa que un tributo.
— Estoy segura. — Rukia habló levantando su copa con el licor de los negocios. — Tú tienes uno, nuestros hijos lo tendrán, y yo también quiero tenerlo.
— Entonces... — Ichigo chocó su copa con la de Rukia, brindando y sellando el momento con una sonrisa ladina que le hizo temblar las piernas a Rukia. — Esto es oficialmente un negocio, mi amor.
Ambos tomaron un sorbo del licor y Rukia sintió que el vapor del alcohol subía por su nariz hasta su frente. Era un licor realmente fuerte pero tenía un sabor completamente diferente a todo lo que Ichigo le había dado a probar antes; después de un par de sorbos más, Rukia decidió que le gustaba el sabor.
Ichigo dejó su vaso vacío y tomó la mano de Rukia, haciéndola caminar hasta que ambos estuvieron frente al espejo. Rukia podía ver su reflejo con el de Ichigo, él detrás de ella, y ella con el vaso de ese licor en su mano derecha.
Rukia entendió que Ichigo estaba comenzando cuando las luces de las velas comenzaron a oscurecerse, y el anillo en su mano despertó aún más fuerte que otros días. Él le había dicho que esa era la mejor noche para hacer ese tipo de tatuajes, por lo que no se sorprendió cuando el estado de ánimo dentro de la habitación cambió a algo oscuro e intrigante.
Ichigo no le había dicho cómo se hacían esos tatuajes, pero que lo descubriría esta noche.
— No dejes de mirarte al espejo. — susurró Ichigo detrás de ella, poniendo su mano derecha en su cintura y sujetando suavemente su mano izquierda con la otra. — Lo que verás será sólo para ti, te verás de la forma que eres realmente, y al mismo tiempo, te verás de la forma en que podrás llegar a ser. Este ritual es para las parejas de los portadores, hará más grande el vínculo entre nosotros.
Rukia asintió, sintiéndose nerviosa y emocionada al mismo tiempo. Su cuerpo estaba caliente y no sabía si era por el ritual, por el anillo, por el licor que había bebido o por la cercanía de Ichigo en ese momento.
El vaso de licor aún estaba en su mano pero Rukia seguía viendo el reflejo, como había dicho Ichigo. Allí estaba ella, con el vestido negro con bordados de hilo plateado que llevaba puesto en ese momento; con la tiara de diamantes rosas que la distinguía como Princesa del Pueblo, y con ese juego de collar y aretes de amatistas que la Reina Madre le había regalado el día de su boda.
Detrás de ella estaba Ichigo, vestido como el Segundo Príncipe, sosteniéndola firmemente, con los ojos cerrados y recitando algo que ella no podía entender; supo que él estaba recitando algo porque escuchó el susurro de su voz y vio en el reflejo que él movía los labios, pero solo eso, hasta que se dio cuenta que había algo extraño con el espejo.
La habitación estaba oscura, las velas se habían apagado pero aún podía verse en ese espejo, y podía ver a Ichigo con ella.
La Rukia en el espejo le sonrió y levantó la mano que sostenía el vaso de licor, bebió un poco del contenido y se lo acercó al Ichigo en el espejo quien abrió mucho los ojos con una sonrisa. Sus ojos habían cambiado, eran diferentes, eran negros y amarillos pero de una manera que no podía explicar. Ese Ichigo bebió el licor del vaso sin quitar las manos de la Rukia en el espejo.
— Esto es un negocio. — Esa Rukia y ese Ichigo hablaran al mismo tiempo, mezclando sus voces de una manera poco natural; el vaso en la mano de esa Rukia desapareció en ese momento. — Un trato que tienes que mantener.
Rukia no pudo evitar ver lo que estaba pasando en el espejo, era hipnótico y la atraía de una manera inexplicable, que aunque pudiera apartar la mirada, no lo haría. Rukia asintió a lo que decían las personas en el espejo, y tanto ese Ichigo como esa Rukia sonrieron con un brillo diferente en sus ojos.
Ichigo le había dicho que la persona que vería en el espejo era ella como realmente era; como ella podría ser. La mujer que Rukia vio en el espejo era ella, o al menos se parecía a ella, pero la sonrisa y la mirada en su rostro eran completamente diferentes a las suyas. Esa mujer irradiaba una confianza abrumadora, así como una autoridad y un poder que rivalizarían con los de la propia reina.
A Rukia le gustaba la mujer del espejo; le gustaba lo que veía. Rukia quería ser como la mujer del espejo.
Ese Ichigo, el del espejo, sonrió y besó la mano que sostenía de aquella Rukia con una devoción inexplicable. Dejó un camino de besos sobre aquella Rukia, desde la punta de los dedos de su mano izquierda hasta su hombro y, cuando quería besar su mejilla, la mano donde antes estaba el vaso de licor, lo detuvo.
— Dilo, mi amor... — La voz de Ichigo, de su Ichigo, llegó resonando en su oído izquierdo causando que su piel se erizara por completo al sentir el calor de su aliento rozando su piel. Su corazón latía con fuerza y su respiración era irregular, incluso podía sentir como su boca estaba ligeramente entreabierta.
— Yo… Rukia… voluntariamente me entrego a la Sombra… — Las palabras salieron naturalmente de su boca haciendo que el Ichigo en el espejo sonriera y dejara besos nuevamente desde el hombro de la Rukia en el espejo hasta la punta de sus dedos, mientras Rukia recitó algunas palabras que sólo ella podía decir.
Cuando ese Ichigo alcanzó las puntas de los dedos de esa Rukia, Rukia sintió un dolor agudo en la punta de uno de sus dedos y gimió muy suavemente; trató de mover su mano, pero Ichigo la sostuvo firmemente en su lugar.
— No dejes de mirarte al espejo. — susurró Ichigo, evitando que ella mirara su dedo lastimado.
En el espejo, uno de sus dedos estaba sangrando y ese Ichigo sonrió mientras miraba la sangre. Esa Rukia estaba tranquila, inamovible y sin mostrar ningún tipo de miedo o inquietud. Ese Ichigo lamió la sangre de esa Rukia, y esa Rukia cerró los ojos con una expresión de absoluto placer.
Rukia estaba embelesada con lo que vio en el espejo, realmente no podía apartar la mirada de esa imagen, porque ese Ichigo estaba besando a esa Rukia con una pasión demasiado erótica. Las manos de ese Ichigo recorrieron el cuerpo de esa Rukia hasta que una se colocó dentro del vestido de esa Rukia, en la zona donde debían de estar las costillas.
Tan pronto como Rukia se dio cuenta de que la mano no se movía de ese lugar, una punzante ráfaga de dolor la golpeó haciéndola gritar y cerrar los ojos. Había calor y frío al mismo tiempo, todo era demasiado intenso; sentía como si cada parte de su cuerpo se estuviera separando y uniendo al mismo tiempo en un dolor demasiado agónico.
Ichigo no le había mentido, el dolor era grande pero rápido, y como llegó, desapareció. Aun así, Rukia no tenía la fuerza para ponerse de pie e Ichigo la sostuvo para poder llevarla a la cama.
— Quiero verlo. — susurró Rukia, agitada y abrumada por todas las sensaciones que recorrían su cuerpo y su mente.
— Lo verás mañana. Ahora descansa. — susurró Ichigo besando su mano antes de ayudarla a quitarse la tiara, las joyas y los zapatos.
Rukia asintió, no sabía qué forma había tomado ese tatuaje pero estaba demasiado cansada para contradecir a Ichigo en ese momento. Él tenía razón, ella podía verlo por la mañana.
