Los Ojos del Ruiseñor


Capítulo 54: Rosa Invernal


Invierno — x493 / 14 de enero [Rukia, 17 años — Ichigo, 18 años]

La mano de la mujer parecía querer alcanzarla, y Rukia, aunque tenía miedo, no dudó en extender su mano para tomar la de aquella mujer. Ese toque era frío, como el agua que baja de las Montañas Azules en invierno, y al mismo tiempo era suave. La mujer frente a Rukia tenía ojos similares a los de ella y la única diferencia era que había algo ahí, en aquellos ojos, que Rukia no podía identificar.

"Tengo sed." La mujer habló en un susurro que Rukia encontró encantador e hipnótico al mismo tiempo.

"¿Quién eres?" La voz de Rukia sonaba curiosa y confundida, pero ante esas preguntas, esa mujer simplemente sonrió de una manera que Rukia no pudo entender antes de que comenzara a desaparecer.

El sueño terminó abruptamente y Rukia abrió los ojos rápidamente, saliendo de ese lugar oscuro donde la había llevado el sueño. Lo primero que vio fue el techo de su habitación, lo segundo que vio fue luz que entraba por las cortinas y lo tercero que vio fue el anillo que tenía en la mano.

Esa piedra roja brillaba y se sentía cálida.

Rukia se había acostumbrado a sentir los cambios en su anillo, era algo vivo que estaba lleno de una especie de magia que despertaba cuando Ichigo practicaba con el ankh. Rukia podía notar el estado de ánimo de Ichigo al sentir su anillo, pero esta mañana era algo completamente diferente.

El anillo, cuando Ichigo estaba molesto o enojado, se sentía agresivo; cuando Ichigo practicaba el control del ankh, el anillo se sentía agitado, como si estuviera cansado. Cada vez que Ichigo había usado el ankh con ella, ya fuera para curar una herida o para calmarla, el anillo se sentía suave; era como ser acariciado por una pluma.

Cuando Ichigo y Kaien se pelearon en el corredor del área de la reina, el anillo se sintió demasiado hostil e impaciente; como si el anillo anhelara algo prometido para ser entregado. Pero hoy, el anillo se sentía diferente, era ese tipo de calidez que alguien sentía cuando regresaba a su propia casa.

La puerta de su habitación se abrió y Tatsuki entró sosteniendo un arreglo de rosas, detrás de ella venían otras dos chicas sosteniendo varias cosas en bandejas. Rukia apartó la mirada de su anillo solo para encontrarse con la expresión de completa felicidad de Tatsuki.

— ¡Feliz cumpleaños, su alteza! — La voz animada de Tatsuki hizo que Rukia olvidara ese sueño y recordara que hoy era su cumpleaños. — Pensamos que aún estaría dormida e íbamos a poner esto sobre la mesa para que lo vea cuando despierte, pero llegamos tarde.

Ante la decepción reflejada en la voz de Tatsuki, Rukia se levantó de la cama con una sonrisa y se acercó a su doncella, que aún sostenía el arreglo de rosas, y lo tomó de sus manos para colocarlo sobre la mesa.

— Sigue siendo una hermosa intención. — respondió Rukia y abrazó a Tatsuki.

Había un protocolo a seguir, pero ahí nadie las veía y era demasiado temprano como para seguir el protocolo con alguien como Tatsuki, que era más que su sirvienta personal.

— Su Alteza, ¡Feliz cumpleaños! — Dijeron las otras dos chicas que sostenían las bandejas con los regalos. Ellas solo le hicieron una respetuosa reverencia y Rukia la aceptó con gusto.

— Las rosas son enviadas por Su Alteza, el Príncipe Ichigo. — explicó Tatsuki dándole a Rukia un pequeño sobre cuidadosamente doblado y sellado con el sello del Segundo Príncipe. — Los otros regalos son de varias personas, algunas de dentro y otras de fuera del castillo.

— ¿Gente de fuera del castillo? — Rukia preguntó confundida.

Tatsuki le dio un guiño de complicidad y Rukia pensó que entendió a lo que se refería su doncella.

Las sirvientas colocaron cuidadosamente los regalos sobre la mesa y todas abandonaron la habitación dejando a Rukia sola con esa nota de Ichigo. Rukia estaba emocionada de saber lo que estaba escrito en esa nota. A pesar de que Ichigo estaba en el área del rey, la idea de que él le enviara pequeños mensajes como esos era demasiado linda.

Mi rosa de invierno, ¡feliz cumpleaños! Me gustaría pasar todo el día contigo, pero las gemelas han amenazado con desplumar a Kholtan si no te dejo pasar el día con ellas. La maldad en ellas es grande, saben que yo sentiría todo el daño de Kholtan en mi piel y no es bonito. Sin embargo, la noche es mía y creo que será lo mejor. Te veré en la cena, mi rosa de invierno. Estaré impaciente por tu llegada. Diviértete.

Con amor, Ichigo.

Rukia sonrió ante la promesa de cenar con él, pero no ante la idea de que las gemelas lo habían amenazado de esa manera. Era demasiado cruel ese tipo de amenaza, especialmente porque Rukia una vez le había arrancado una pluma a Kholtan por error, lo que provocó que Ichigo colapsara en el suelo de dolor y sin poder moverse durante gran parte del día.

Los soldados fueron los que lo llevaron a su habitación esa vez, y Rukia se había sentido muy mal por causarle ese tipo de dolor.

— Solo tenían que preguntar. — susurró Rukia antes de revisar los regalos que tenía sobre la mesa.

Las rosas definitivamente eran las más hermosas, eran parte del jardín privado de la reina, porque eran increíblemente hermosas y grandes, y su aroma era verdaderamente exquisito. Revisó cuidadosamente los otros regalos en la mesa y vio que su hermano le había enviado una caja larga y pesada; así que lo abrió con cuidado y descubrió una hermosa daga junto con una nota.

En Maranni, cuando una princesa cumple 17 años, recibe su primera arma. Aunque tras la caída dejamos de ser reyes, la tradición no fue olvidada. Esta daga fue hecha especialmente para ti y no dudes en usarla contra tus enemigos, porque el camino que has elegido estará lleno de ellos.

Feliz cumpleaños hermanita.

Byakuya.

Rukia estaba un poco sorprendida por esa nota y la leyó unas cuantas veces más antes de ver la daga que le habían enviado. Aunque parecía más un adorno que un arma, cuando Rukia pasó la yema del pulgar por el filo, se hizo un pequeño corte que comenzó a sangrar lentamente.

En ese momento, Rukia recordó el sueño que había tenido y, siguiendo un impulso de curiosidad, pasó su pulgar sangrante por la piedra roja del anillo. La piedra se sintió cálida, brilló y de un momento a otro, el anillo se durmió. Rukia se quedó mirando el anillo, que parecía un anillo normal otra vez, y esperó a que sucediera algo, pero no pasó nada.

Solo cuando volvió a mirarse el dedo se dio cuenta de que la herida había desaparecido y se quedó mirando tanto la piedra como el dedo. Rukia no tenía la sangre de Vayalat en sus venas y se suponía que no tenía el poder de hacer ese tipo de magia, así que lo atribuyó al hecho de que tocó el anillo mágico y dejó de pensar en ello. Después de todo, Ichigo se había curado a sí mismo usando ese anillo antes.

Cuando volvió a mirar la mesa de regalos, descubrió un pequeño paquete envuelto en papel de embalaje que inmediatamente le llamó la atención. Cuando la abrió, Rukia vio que era una pequeña caja de metal que contenía una especie de bálsamo rosa que olía muy sutilmente a rosas.

Escrito dentro del papel de regalo, había un pequeño mensaje con letra torpe y muchos nombres que Rukia reconoció de inmediato.

Para los labios y para el amor. Bálsamo de rosas, porque las princesas no llevan carmín en los labios. Feliz cumpleaños Kia.

Rukia inmediatamente se puso roja al leer esas palabras y se cubrió la cara, como si temiera que alguien entrara a su habitación y la viera sonrojarse. Las chicas de La Joya le habían enviado ese regalo; eso era lo que Tatsuki quería decir con "gente de fuera del castillo".

Solo imaginarse a sí misma usando ese bálsamo hizo que sus mejillas se pusieran violentamente rojas porque los estimulantes del amor son tabú.

Las chicas de La Joya los utilizaban para mantener satisfechos a sus clientes en ocasiones muy especiales y cobraban una auténtica fortuna por utilizarlos. No se vendían libremente, e incluso Rukia se preguntó muchas veces de dónde los había sacado Madame Cyan.

Rukia estuvo tentada de probarlo para saber qué se sentía al usarlo, pero las gemelas irrumpieron en su habitación tomándola desprevenida y lo primero que hizo fue esconder ese bálsamo del pecado a sus espaldas por temor a que lo vieran y quisieran saber qué era.

— ¡Feliz cumpleaños Rukia! — gritó Yuzu mientras entraba a la habitación antes de notar que Rukia todavía estaba en camisón. — ¿Aún no te has vestido? ¡Llegaremos tarde al desayuno!

— Yo… sí… estaba pensando en qué ponerme. — Rukia se excusó sin moverse de su lugar y apretando con fuerza esa cajita, rezando para que no le hicieran mucho caso.

— ¡Por el amor de las Deidades! — exclamó Yuzu antes de acercarse al guardarropa de Rukia. — Un vestido y un buen par de zapatos, eso es todo lo que necesitas.

Rukia solo observó como Yuzu revolvía su ropa buscando un vestido que le gustara y un par de zapatos. Rukia aún estaba inmóvil en su lugar, sin saber cómo habría enfrentado la invasión de las gemelas si Ichigo no le hubiera enviado esa nota previa.

— Todavía tenemos tiempo. — Karin suspiró al decir eso y miró a Rukia. — Yuzu está emocionada, ha estado planeando este día durante semanas.

— ¡¿Por semanas?! — Rukia preguntó sorprendida por esa revelación.

La princesa Karin asintió con calma, sin dejar de ver a Yuzu hurgar en la ropa de Rukia.

Esa explicación respondió a la intensidad de Yuzu en buscar un vestido, y Rukia asintió dejando que la hermana menor de Ichigo hiciera lo que quisiera. Tatsuki se volvería loca cuando entrara a la habitación y descubriera el desastre que estaba ocurriendo.

— ¿Fue ella quien amenazó a las plumas de Kholtan? — preguntó Rukia aunque asumió que la respuesta sería .

— Sí, pero realmente no creo que ella fuera a hacerle nada. Esa águila es muy inteligente y nos ha estado evitando durante días. — El tono de voz de Karin hizo entender a Rukia que Karin también había contribuido a esa amenaza.

Rukia sintió un miedo incipiente dentro de ella con respecto a las gemelas.

Si lo pensaba bien, a ese par de niñas desde que nacieron le habían cumplido todos sus deseos y caprichos; eran las hijas preciadas del rey y si alguien intentaba hacerles daño, el castigo sería inmediato.

Si Yuzu y Karin señalaran a alguien como culpable de algo, su palabra pesaría más que cualquier evidencia. Las hermanas pequeñas de Ichigo eran Avanta y las Montañas Azules; ellos eran el reino, el día y la noche, y la única razón por la que Ichigo y Kaien podían unirse con un fin en común.

Después de que Rukia fue peinada y vestida para el día, las gemelas la llevaron a una casa de té en la ciudad.

Por lo general en esos lugares siempre había mujeres tomando té, comiendo postres y jugando a las cartas o algún otro tipo de juego que incluía apuestas. Eran una versión femenina de un bar e incluso en algunas casas de té vendían un tipo de licor de flores que, aunque no era agresivo con el paladar, solo recomendaban no beber más de 3 dedos.

Rukia no esperaba que las gemelas la llevaran allí, tampoco esperaba que cuando abrieran las puertas el lugar estuviera decorado o que habría invitados que fueran a felicitarla por su cumpleaños. Rukia pudo reconocer a varias de esas chicas como hijas de algunos señores importantes, así como a algunas hijas de ciertos jefes militares que habían estado presentes en su boda; sin embargo, lo que realmente la sorprendió fue ver a dos de las hijas de Lord Stark allí.

Durante su estadía en Kirasam, Rukia había pasado tiempo con las hijas de Lord Stark, por lo que la emoción en esas chicas era mayor que en los demás invitados cuando la saludaron.

— Llegamos ayer y en cuanto supimos que habría una fiesta de té para celebrarte, no dudamos en aceptar la invitación de las princesas. — Explicó Mila, la hija mayor de Lord Stark. — También trajimos regalos, llegaron al puerto la semana pasada y se los robamos a nuestro padre en la mañana.

Mila señaló algunas botellas en la mesa, todas parecían tener una fruta diferente adentro y algunas ni siquiera parecían ser del continente. Rukia pensó que era demasiado pronto para empezar a beber alcohol pero quién era ella para rechazar ese tipo de celebración; después de todo, es su fiesta de cumpleaños.

Kholtan chilló en los cielos atrayendo la atención de la gente de la ciudad y voló directamente al castillo para llegar a los campos de entrenamiento; entró por la ventana de la oficina de Ichigo y se paró en la percha donde solía descansar cuando pasaba tiempo allí.

Ichigo se vio a sí mismo a través de los ojos de Kholtan y rompió la conexión para dejar que el águila se adentrara en el bosque. Cada vez era más fácil conectarse con la parte de su alma dentro del águila, por lo que requería poca concentración para mantenerla, incluso su propia visión había mejorado.

Su tío le había dicho que adquiriría una cualidad que Kholtan poseyera cuando dominara la conexión por completo. Aparentemente sus ojos y la visión de Kholtan sería esa cualidad.

Los soldados que custodiaban su puerta anunciaron la presencia del sirviente personal del rey, e Ichigo suspiró permitiéndole entrar. Se suponía que Ichigo estaba trabajando, terminando su papeleo respectivo y el que Kaien había dejado sin terminar antes de partir hacia Visnia, pero no estaba de humor para hacerlo; menos aun cuando las gemelas habían secuestrado a Rukia bajo amenazas bastante crueles.

— Su Alteza, Su Majestad el Rey pide verlo en sus aposentos.

Ichigo asintió, contento de no tener que trabajar en ese momento, y caminó detrás del sirviente hasta que llegó a la puerta de la habitación privada de su padre.

Todo el camino estuvo pensando en Rukia y si se estaba divirtiendo en la casa de té. Las gemelas no querían decirle a dónde la llevarían y la parte controladora de él no pudo resistirse a usar a Kholtan para espiarla. Era la primera vez que usaba a Kholtan para vigilar a Rukia, y se justificó diciendo que estaba preocupado por ella y sus hermanitas; aunque en el fondo sabía que era mentira.

— La próxima fiesta del té será en el castillo. — prometió Karin, barajando las barajas con inusual maestría después de beber un poco del licor de frutas. — Y tal vez pueda lograr que vean a nuestro hermano mayor de cerca; ya saben, el alto, guapo, ojos verdes, cabello negro y una sonrisa encantadora.

Las chicas sonrieron e hicieron algunos comentarios sobre lo guapo que es Kaien y como les gustaría conocerlo muy, muy de cerca, aunque eso último fue una insinuación de doble sentido que hizo que Rukia se sonrojara ante ese nivel de descaro público.

Karin estaba vendiendo a Kaien, y Rukia agradeció a la Sombra que Karin no decidiera vender a Ichigo también.

Rukia le había prohibido a Ichigo tener amantes, pero eso no impediría que alguna chica terminara en la cama con él en algún momento. Ichigo quería tener al menos cuatro hijos con ella, pero si ella no podía dárselos, entonces ella misma tendría que elegir una Inamorata para que Ichigo tuviera al menos un heredero.

Las reglas eran las reglas, además el linaje del rey no se podía perder e Ichigo era un príncipe entre príncipes, haciendo que Ichigo tuviera mucha presión en el futuro con respecto a sus herederos; incluso más que Kaien.

Rukia ahuyentó esas ideas de su cabeza, no era el día ni el momento para pensar en ese futuro y volvió su atención a la conversación que estaban teniendo las invitadas. Para todos en el pueblo, Kaien todavía estaba casado con Nelliel pero parecía que a las chicas no les importaba ese pequeño detalle; una incluso mencionó que era extraño que el príncipe Kaien no tuviera un heredero y que era muy posible que pronto se eligiera una Inamorata.

— Me gustaría ser la nueva Inamorata del Príncipe Kaien. — Comentó la hija de uno de los Generales que vivían en las áreas comunes del castillo.

Rukia miró a la hija del general y consideró si Kaien realmente podía notarla. La chica era bonita, tenía ojos grandes y una expresión soñadora, pero siendo hija de un general posiblemente tenía sus propias razones para querer ser la Inamorata de Kaien.

— Y la Princesa Nelliel se convertirá en tu mejor amiga, y luego misteriosamente caerás por el acantilado. — Agregó Mila con sarcasmo en su voz. — El príncipe Kaien es muy guapo, pero yo valoro mi vida.

— Siento que me estoy perdiendo algo aquí. — añadió Rukia con una sonrisa nerviosa. No le gustaba cuando hablaban frente a ella y desconocía el motivo de esas palabras. — ¿Por qué se caería del acantilado solo por ser la Inamorata del Príncipe Kaien?

Mila, quien parecía haber notado su error al hacer esa declaración, se aclaró la garganta y miró a Rukia. Las otras chicas también parecían ansiosas por saber el significado de las palabras de Mila, por lo que guardaron silencio para escuchar mejor.

— Es porque acaba de llegar al castillo, Su Alteza. — Mila habló respetuosamente hacia Rukia y a las gemelas, quienes también parecían curiosas por lo que diría. — Estuve en la Corte de la Reina al mismo tiempo que Nelliel, y ella era una persona realmente odiosa. Bueno, ella no era odiosa, pero creía que por ser la protegida de la reina, era superior a nosotros y todo el tiempo nos miraba por encima del hombro. Nunca pensamos que haría amigas en el castillo porque siempre estaba sola, hasta que comenzó a interactuar mucho con la Inamorata del Príncipe Kaien y cosas... inusuales comenzaron a suceder.

— ¿Cosas inusuales? — preguntó Rukia en un intento de que la hija de Lord Stark siguiera hablando.

Mila parecía ansiosa por seguir hablando, así que aprovechó ese momento que tenía toda la atención sobre ella. El hecho de que Nelliel había estado en la Corte de la Reina mucho tiempo antes era nuevo para Rukia y quería saber más.

— La cosa es, Su Alteza, que la Princesa Nelliel siempre ha estado enamorada del Príncipe Kaien. — afirmó Mila, con esa certeza que le da el haber conocido a alguien por mucho tiempo. — Se notaba en la forma en que ella lo miraba, y era extraño que se convirtiera en la mejor amiga de la Inamorata del príncipe. Todo se volvió más extraño porque la Inamorata del príncipe se arrojó por el acantilado unos meses después.

— ¿Se tiró por el acantilado? — La sorpresa de Rukia se reflejó en sus ojos pero la pregunta no la hizo ella, sino una de las otras chicas que estaba atenta a esa revelación.

— ¡No lo repitas! — Mila puso su mano sobre la boca de esa chica.

Las gemelas se giraron para mirar a Mila por el rabillo del ojo, evaluando si debían intervenir o no, pero simplemente observaron en silencio.

La chica hizo un ruido con la garganta y retiró la mano de Mila de su rostro.

— Había habido mucho alboroto en el castillo durante los días anteriores y Miyako, que así se llamaba la chica, parecía preocupada por algo y hablaba con Nelliel en susurros. Iban juntas a todos lados y un día Nelliel no volvió al dormitorio de Damas de la Corte de la Reina y no vimos a Miyako entrar a tomar clases nuevamente. Las Inamoratas son enviadas a dormir cerca de las habitaciones de los príncipes y no pudimos acercarnos, hasta que un par de días después apareció Miyako caminando cerca del borde del acantilado.

— Las damas restantes mirábamos desde una de las ventanas del dormitorio, vimos al Príncipe Kaien acercándose a ella y la vimos tirarse por el acantilado. — Habló la hija del General, la que había dicho que quería ser la nueva Inamorata del príncipe Kaien, y Rukia supo que esta chica también había pertenecido a la misma generación que Nelliel.

Hubo un profundo silencio en ese momento que solo fue roto por el suspiro de Yuzu haciendo que todos recuperaran la compostura.

— Digan una oración por esa chica el domingo y no vuelvan a mencionar esto. Si la reina descubre que alguien habló de esto, le cortará la lengua a la persona responsable.

Mila inmediatamente se llevó las manos a la boca y juró nunca repetir lo que dijo en ese momento. Las otras chicas la imitaron y el juego de cartas continuó con normalidad; sin embargo, Rukia seguía pensando en lo que había dicho Mila y en el hecho de que todas las chicas habían estado en la corte de la reina en algún momento de su vida y por lo tanto, todas habían visto a Nelliel en el castillo en algún momento.

Luego de esas revelaciones, la conversación giró a otros temas y todos continuaron jugando y bebiendo licor de frutas hasta después del almuerzo, que fue el momento en que uno de los guardias entró en la casa de té anunciando que era la hora estipulada por la reina para regresar al castillo.

Antes de que nadie saliera de la casa de té, Karin hizo que se anotaran en una hoja alegando que había invitado a más personas, pero que para la próxima fiesta solo invitaría a los que asistieron en ese día.

Rukia se dio cuenta que lo que hizo la hermanita de Ichigo no fue más que obtener el nombre completo de manos de quienes habían estado en esa reunión. Lograr que todos se registraran era una forma confiable de que, si se difundían rumores, sabrían a quién buscar.

Ese par de princesas eran demasiado inteligentes y aterradoras, y Rukia podía notar la mano de la Reina Madre en la educación de las princesas.

Ichigo estaba sumergido hasta la nariz en la bañera del rey, completamente molesto y maldiciendo a su padre por elegir ese día para ir a Visnia; como si la carga de trabajo no fuera suficiente, ahora tenía que atender todos los asuntos del castillo, incluida la visita de Lord Stark.

Pero no importaba cuánto maldijera a su propio padre, el trabajo no desaparecería y todavía tendría que hacerlo, así que decidió relajarse en la bañera antes de ir a ver a Rukia.

Afortunadamente, Rukia se había visto atrapada en un almuerzo en la casa de los Kuchiki que había durado bastante tiempo y después ella había decidido tomar una siesta antes de la cena; así que Ichigo tuvo suficiente tiempo para terminar el trabajo asignado y quitarse el mal humor en el baño del rey.

Como esa cena sería más tarde de lo habitual, bien podría ser una fiesta de pijamas, así que por un momento consideró ir a verla en pijama. Esa imagen le pareció graciosa al imaginarse a Rukia también en pijama, y eso disipó un poco el mal humor que tenía en ese momento.

Para cuando llegó al área de la reina y tocó la puerta de la habitación de Rukia, Ichigo ya estaba de mejor humor, no había ido vestido en pijama sino de una manera más cómoda; solo pantalones formales, una camisa elegida para esa noche y zapatos, además del regalo que le había preparado a Rukia.

Al abrir la puerta, Rukia lo recibió con un gran abrazo tan sorprendente que lo hizo tambalearse en su lugar antes de devolverle abrazarla y besarla en la frente. Rukia era más baja que él y eso le parecía perfecto, porque así podía besarla mejor y ella cabía mejor en sus brazos.

— Llegas tarde. — La voz de Rukia sonaba divertida a pesar de que la frase pretendía ser un reclamo.

Ichigo dejó de abrazarla y tomó su mano dejándole un beso muy suave.

— Mis disculpas, mi princesa de Maranni. No volverá a suceder, mi amor. — habló Ichigo, entregándole la caja con el regalo que había preparado para ella. — ¡Feliz cumpleaños, mi rosa de invierno!

— ¿Qué es? — Preguntó Rukia mientras tomaba la caja y comenzaba a abrirla con cuidado para no dejar caer el misterioso contenido.

— Si te lo digo, ya no será sorpresa. — Agregó Ichigo sin perder su sonrisa.

Ichigo miró cuidadosamente a Rukia, disfrutando la sonrisa en su rostro y el sonrojo en sus mejillas mientras miraba el regalo. Rukia tomó el regalo entre sus manos y lo acarició cuidadosamente por un momento antes de mirar a Ichigo.

Dentro de la caja había una diadema que Ichigo había preparado desde que regresaron de Visnia; estaba hecha de la piedra blanca que encontraron en el manantial y diamantes blancos, todo engastado en una base de plata que brillaba con el reflejo de la luz de las velas.

— ¿Está hecho de lo que creo que es? — Preguntó Rukia, con esa sonrisa imposible de olvidar y con las manos temblando de emoción. — ¿Es la piedra del manantial?

— Así es. — Ichigo tomó esa diadema e hizo que Rukia caminara hacia el espejo que estaba en su tocador. — Me tomó dos meses terminarla, y cortar la piedra fue quizás la parte más difícil de todo el proceso. Quería regalarte algo que tuviera valor para los dos, porque el día de los manantiales y las galletas fue un día hermoso.

Ichigo explicó, ayudando a Rukia a ponerse la diadema para que ella pudiera ver cómo se veía en su cabeza. A Ichigo le gustó el contraste y el brillo de la diadema contra el cabello negro de Rukia, y le gustó que la imagen que vio en el espejo fuera la que él había imaginado mientras preparaba aquella diadema.

Rukia movió la cabeza de un lado a otro mirando la diadema desde todos los ángulos posibles antes de girar sobre sus talones para mirar a Ichigo con una gran sonrisa en los labios.

— ¿Te gusta? — preguntó Ichigo con algo de miedo en su voz, acariciando suavemente el cabello de Rukia detrás de su oreja.

— ¡Me encanta! ¡Es perfecta! — Rukia se puso de puntillas e Ichigo la agarró por la cintura, cerrando la distancia para besarla. — Y me encanta más porque lo hiciste para mí y solo para mí.

Ichigo la besó de nuevo, acariciando lentamente su espalda hasta que sintió como Rukia deslizaba su lengua dentro de su boca. Eso simplemente hizo que él la sostuviera por las piernas y la acomodara sobre el tocador lo más rápido que pudo. Algunas cosas cayeron al suelo pero a Rukia no parecía importarle, al contrario, parecía estar más interesada en abrirle la camisa para tocarlo mejor que cualquier cosa que cayera al suelo.

— Rukia… — susurró Ichigo con la voz ronca por el deseo, incapaz de controlar sus manos tratando de aflojar el vestido de Rukia mientras besaba sus hombros. — Se supone que es una cena.

Rukia jadeó e Ichigo maldijo cuando sintió la pequeña mano de Rukia acariciar su entrepierna sobre su ropa. Rukia sabía bien dónde y cómo tocarlo, había aprendido bien y eso solo hizo que él se rindiera a sus deseos.

— Es mi cumpleaños, así que yo decidiré qué quiero cenar. — susurró Rukia entre jadeos, empujando a Ichigo a una de las sillas dispuestas para la cena, con el deseo brillando en sus ojos violetas. — Y hoy quiero a mi marido para cenar.

Ichigo no se resistió y agarró a Rukia por las caderas mientras ella se sentaba sobre él para poder besarlo de nuevo. Rukia comenzó a mover sus caderas lentamente haciendo que Ichigo jadeara por la fricción de su cuerpo y la ropa. Ichigo estaba a punto de tirar de la última cinta para que el vestido de Rukia se aflojara por completo, cuando llamaron a la puerta del dormitorio interrumpiendo ese momento que nublaba los sentidos.

— La cena está aquí. — susurró Rukia agitada, dejando de moverse sobre Ichigo y sin saber qué hacer en ese momento.

Ichigo estaba agitado y jadeando, también había sido tomado por sorpresa por el golpe en la puerta en ese momento. Los besos de Rukia le habían hecho olvidar que Tatsuki llegaría con la cena.

— Vamos a cenar, mi amor. — Ichigo ajustó el vestido de Rukia lentamente, acariciando sus piernas y depositando pequeños besos en sus hombros antes de susurrarle al oído. — Y luego la diadema será la única prenda que usarás el resto de la noche.

Rukia se sonrojó e Ichigo lo encontró adorable; con ella pasaba del deseo a la ternura en un segundo y eso le encantaba.

Tatsuki entró a la habitación para servir la cena cuando ellos ya había arreglado su ropa nuevamente. Rukia se sentó en su asiento frente a la mesa e Ichigo se sentó frente a ella explicando por qué llegaba tarde a la cena. Explicó la posible situación en Visnia con Kaien, y la visita de Lord Stark quien estaría en la ciudad hasta que hablara con el rey.

Todo esto mientras Tatsuki servía la sopa de entrada.

Ichigo había escogido todos los platillos de ese menú de acuerdo a lo que le gustaba a Rukia, y para empezar Tatsuki sirvió una crema caliente con pan tostado que fue presentado en pequeños tazones para ambos.

Para el plato principal, Ichigo había elegido lomo de cerdo al horno bañado en una salsa dulce de albaricoque acompañado de verduras hervidas, junto con una pequeña porción de esa salsa dulce sazonada con especias picantes y vino tinto.

En ese momento, Rukia le estaba contando cómo había pasado la mañana en la fiesta del té que las gemelas le organizaron; habló de lo que había dicho Mila e Ichigo no supo cómo explicar lo que pudo haber pasado en esa ocasión. Solo podía asumir que Nelliel le había hecho algo realmente malo a esa chica para que ocurriera esa tragedia.

También le confirmó a Rukia que las chicas tenían razón, cuando la noticia del divorcio de Kaien se hiciera pública, las candidatas a esposa comenzarían a desfilar por el castillo buscando ser la nueva princesa heredera.

El postre fue una rebanada de hojaldre y frutas con crema.

Y para ese momento, Rukia ya se había quitado uno de sus zapatos para acariciar suavemente la entrepierna de Ichigo con su pequeño pie cubierto por esas medias blancas que le llegaban hasta la mitad del muslo. Ichigo sonrió ante lo que Rukia estaba haciendo y trató de hacerle cosquillas en la planta del pie para detenerla.

Durante casi un mes, Rukia no le había dejado tocarla más allá de besos y caricias; habían jugado un poco pero no habían hecho nada más.

Su vida sexual era realmente buena y dormían juntos muchas noches a la semana, pero la doctora de la reina los obligó a parar porque el té estaba afectando los ciclos naturales de Rukia. Ichigo quería hacerle el amor a Rukia y aun así, frustrarla en sus intentos de seducirlo era un divertido acto de rebeldía y venganza, aunque al final acabarían jugando como las noches anteriores.

— Las candidatas a esposa de Kaien serán un problema. — susurró Rukia mientras comía el último bocado de ese hojaldre y retiraba su pie de la entrepierna de Ichigo. Había una pequeña dosis de frustración en sus ojos que Ichigo reconoció. — Todavía no he hecho que Nelliel pague por el intento de asesinato y no quiero tener que preocuparme por alguien más con sus propios planes.

A Ichigo no le sorprendieron esas palabras, estaba consciente de que Rukia quería vengarse de lo que le hizo Nelliel y que no estaría tranquila hasta que lo consiguiera; su delicada rosa de invierno tenía espinas venenosas y le gustaba. Él también quería a Nelliel muerta solo por tratar de matar a Rukia; él había matado a más personas por menos que lo que hizo Nelliel, pero se contuvo de hacerle algo porque sabía que los culparían si algo le sucedía.

Tenían que dejar que la situación se calmara antes de hacer nada.

— ¿Puedo tratar de adivinar lo que harás? — preguntó Ichigo sin apartar los ojos de Rukia.

Ella se levantó de su asiento con ese andar casi felino y se paró detrás de él, colocando sus pequeñas manos sobre sus hombros, acariciándolo y haciendo una suave presión.

— No, no puedes. — Respondió Rukia con una voz animada comenzando a acariciar el pecho de Ichigo de manera seductora.

Ichigo sonrió, tomó las manos de Rukia para besarlas una por una y se levantó de su asiento solo para llevar a Rukia a la cama y hacer que ella se sentara sobre él con las piernas a los lados de sus caderas. Él la sostuvo así por un momento, acariciando su cintura y depositando suaves besos en sus labios.

— Es tu cumpleaños mi princesa, deja de intentar seducirme. — susurró Ichigo tomando una de las manos de Rukia para besar cada uno de sus dedos. — ¿No ves que ardo en deseos de hacerte el amor?

— Entonces, ¿qué nos detiene, mi príncipe? — susurró Rukia acariciando los labios de Ichigo con su pulgar tan suave que seducía. — Mi vestido no se va a quitar solo y tus pantalones estorban.

— No quiero que el té te afecte demasiado. — susurró Ichigo dejando un beso en el pulgar de Rukia. — Y los juegos son una tortura deliciosa, pero siguen siendo una tortura.

Rukia se inclinó sobre Ichigo y le dio pequeños besos en los labios, comenzando a desabrochar los botones de su camisa con cada beso que le daba. Ichigo no la detuvo; ese fue un truco muy sucio por parte de Rukia pero no iba a negar que lo disfrutaba.

— Podemos hacerlo. — susurró Rukia depositando pequeños besos en los hombros desnudos de Ichigo. — No pasará nada malo. Te deseo, mi amor, y extraño sentir tu calor dentro de mí.

— Rukia…

— Tenemos permiso del médico.

Ichigo sonrió ante esas mágicas palabras y dejó de contenerse para besarla intensa y apasionadamente. Le gustaba cuando Rukia no tenía miedo de decirle lo que quería, le gustaba cuando tomaba el control de esa manera, y le gustaba seguir sus deseos. Ella era tan dominante como él, y al mismo tiempo tan delicada como una flor al viento que había que proteger.

Rukia era simplemente perfecta.

Su corazón latía con fuerza dentro de su pecho, Rukia lo hacía perder la cabeza cuando lo besaba así y él simplemente buscaba más de ese tipo de besos que le eran tan necesarios para vivir. Sus manos comenzaron a recorrer el cuerpo de Rukia, buscando los lugares necesarios para que ese vestido se aflojara nuevamente y terminara en el piso, cuando Rukia lo detuvo lentamente.

— Espera… quiero mostrarte algo. — susurró Rukia contra los labios de Ichigo, su voz sonaba agitada e Ichigo no pudo resistir el deseo de besarla de nuevo.

Rukia no se resistió, pero antes de que Ichigo lograra abrir un poco más el vestido, rompió el beso y se alejó de él volviendo al tocador. Ichigo se acercó a Rukia por detrás y besó la nuca y los hombros mientras sostenía su cintura, haciéndola separar un poco las piernas entre besos. Rukia apoyó sus manos sobre el tocador y levantó las caderas, e Ichigo deslizó una de sus manos por debajo del vestido de Rukia solo para escuchar como ella jadeaba mientras la acariciaba suavemente.

— Mi Sol… — Jadeo Rukia en el momento en que Ichigo tocó aquella zona tan sensible de ella, moviendo las caderas muy suavemente contra la erección de Ichigo apresada entre sus pantalones.

Ichigo gruñó por aquél movimiento y la escuchó jadear por un momento más, sin dejar de acariciarla, antes de que la llevara a la cama y la hiciera sentarse encima de él para continuar besándola.

Ichigo tenía curiosidad por saber qué había estado buscando Rukia, pero sentir sus labios hizo que la pregunta no pareciera tan importante. Se acomodó en la cama para que Rukia no se cayera y la sintió aferrarse a él entre besos que arrebataban el aliento; él comenzó a acariciarle suavemente las piernas, levantando poco a poco la falda de su vestido mientras ella trataba de abrirle el pantalón con una mano.

— Mi Sol… — Rukia susurró en un jadeo que lo hizo gruñir mientras besaba su cuello y hombros que finalmente había logrado dejar al descubierto. — ¿Habías usado esto antes?

Ichigo se detuvo en ese momento y miró lo que Rukia sostenía en su mano, también notó que ella se sonrojaba y evitaba mirarlo. Esa imagen le pareció encantadora.

— ¿Qué es? — Preguntó con verdadera curiosidad pero sin soltar la cintura de Rukia, sintiendo el deseo calmarse lo suficiente como para poner atención a lo que Rukia le mostraba.

— Es bálsamo de amor. — Respondió Rukia sin mirarlo.

Ichigo pudo ver como las mejillas de Rukia se pusieron rojas cuando dijo esas palabras y tuvo que resistir el impulso de besarlas en ese momento.

Por un momento consideró decirle que no sabía qué era eso, pero verla tan avergonzada lo detuvo y prefirió responder con la verdad. Que ella le preguntara al respecto era nuevo, especialmente porque incluía saber sobre su vida sexual anterior, y ese era un tema que solía poner celosa a Rukia; incluso se enfadaba si alguien lo miraba fijamente durante más de cinco minutos.

— No, nunca lo he usado. — respondió Ichigo besando una de las mejillas sonrojadas de Rukia. — Creo que soy lo suficientemente complaciente en la cama como para que lo necesites, ¿o tienes quejas, mi rosa de invierno?

Rukia, quien aún estaba sentada sobre él, volteó a mirarlo y le dio un pequeño golpecito en el hombro haciéndolo sonreír.

— ¡Oye! — Se quejó, pero Ichigo lo encontró adorable.

— ¿Tatsuki te lo dio? ¿Te explicó cómo se usa? — preguntó Ichigo con una sonrisa sin soltar la cintura de Rukia. Rukia asintió con la cabeza. — ¿Quieres que lo usemos esta noche?

Ante esa pregunta, las mejillas de Rukia se pusieron realmente rojas e Ichigo las besó de nuevo antes de robarle un beso y quitarle sutilmente el recipiente de bálsamo.

— Nunca lo he usado. Cuando estaba de viaje me explicaron como usarlo pero nunca me interesó; mi mente siempre estaba en otras cosas. — explicó Ichigo destapando ese recipiente y pasando dos dedos sobre ese bálsamo cuya textura era una mezcla entre suavidad y firmeza. — Se supone que debes poner esto en tu mano para masturbarme y hacerme sentir placer. ¿Así es?

Rukia asintió e intentó tomar ese contenedor para hacer lo que Ichigo le había mencionado, pero Ichigo la detuvo; llenó dos de sus dedos en su mano izquierda con ese bálsamo y empujó el recipiente lejos de Rukia.

— No quiero que uses tu mano. — susurró Ichigo besando suavemente los labios de Rukia, quien se aferraba a él. — Solo cierra los ojos, es tu cumpleaños, tengo que complacerte esta noche.

— Ichigo… — susurró Rukia antes de que Ichigo la agarrara por la cintura y la acomodara mejor sobre sus piernas.

Ichigo la hizo levantarse un poco mientras deslizaba su mano debajo del vestido de Rukia, descubriendo que Rukia parecía haber planeado esta noche mejor que él. Ichigo sonrió y besó a Rukia muy lentamente, haciendo que ella abriera la boca para que él deslizara su lengua al mismo tiempo que sus dedos comenzaban a acariciar esos labios con el bálsamo.

La sintió estremecerse y aferrarse a él, el beso se hizo más intenso hasta que nuevamente la falta de aire los separó por un momento. Rukia colocó su frente en el hombro de Ichigo, y éste la sujetó firmemente por la cintura mientras su otra mano acariciaba esos labios cada vez más descaradamente.

Ichigo la escuchó jadear, sintió que ella se estremecía y pudo sentir el cuerpo de Rukia reaccionando a sus dedos; cómo sus fluidos calientes se mezclaban con el bálsamo del amor cuando él lograba introducirlos apenas un poco dentro de ella. Los gemidos de Rukia eran suaves mientras movía sus caderas rítmicamente mientras él usaba su palma para estimularla más.

La erección entre sus piernas le dolía de una forma placentera, anhelaba unirse a Rukia pero trataba de controlarse lo más posible. Tendrían toda la noche para hacerlo y no quería apresurar el placer en ambos.

Rukia gimió el nombre de Ichigo unas cuantas veces más, abrazándolo con fuerza y moviendo sus caderas más rápido mientras Ichigo continuaba estimulándola. Lo habían hecho tantas veces, desde que comenzaron a colarse en la habitación del otro, que él sabía bien el punto en el que Rukia estaba a punto de correrse.

Ichigo no dejó de masturbarla, hasta que la sintió correrse en su mano y ella gimió su nombre en su oído. Rukia se estremeció en los brazos de Ichigo antes de ceder a la calma que viene después del placer, e Ichigo le dio un par de besos en los hombros y labios antes de retirar su mano de entre sus piernas.

Se lamió los dedos frente a ella, saboreando el sabor que ella le dejaba en los dedos como tantas noches antes, y Rukia se sonrojó antes de besarlo de la manera más sucia posible comenzando a desnudarlo.

Cuando Ichigo la acostó suavemente en la cama, Rukia solo tenía puestas la diadema y las medias. Las piernas de Rukia eran bonitas; cuando usaba medias, sus piernas eran aún más bonitas.

Rukia trató de tomar el bálsamo nuevamente pero Ichigo la detuvo y lo empujó lejos de ella.

— Te lo he puesto… eso debería ser suficiente. — susurró Ichigo, colocándose entre las piernas de Rukia, dándole pequeños besos en los labios, bajando suavemente por su cuello hasta llegar a su pecho que se erizaba por el cálido aliento.

Besó con suavidad los pechos de Rukia y siguió bajando hasta llegar a su ombligo y dejar un último beso antes de empezar a subir de nuevo y volver a besarla en los labios.

Ichigo sintió las pequeñas manos de Rukia correr desde sus brazos hasta sus hombros antes de entrar en ella. Lo hizo suave pero era inevitable para él jadear ante el calor de Rukia que lo envolvía por completo con cada movimiento que hacían; estar dentro de su esposa siempre se sentía tan bien, pero ahora mismo se sentía aún mejor y no sabía si era por el bálsamo o por la abstinencia.

Ichigo escuchó los gemidos de Rukia debajo de él, la escuchó jadear su nombre y sintió que levantaba las caderas y apretaba las piernas para convertirlo en su prisionero con cada movimiento que él hacía. Agarró su cintura con una mano y con la otra agarró ambas muñecas de Rukia para sujetarlas fuertemente contra la cama; Rukia gimió y jadeó, y su expresión de placer solo hizo que Ichigo la embistiera más fuerte en ese momento.

Todo el cuerpo de Rukia reaccionaba a lo que él le hacía, la escuchaba pedir más y él no podía negarse a lo que ella le pedía; era un pecado no complacerla.

La besó casi con violencia y Rukia le devolvió el beso de la misma forma, incluso lo mordió un poco haciéndole sangrar los labios. Ichigo gruñó ante eso, pero Rukia parecía realmente complacida con esa reacción y lo besó de nuevo solo para beber la sangre de esa herida.

— Te mordí... me perteneces... eres mío. — Rukia declaró entre gemidos en los labios de Ichigo.

— Solo tuyo, mi princesa.

Rukia lo hizo salir de ella después de un momento y se recostó en la cama de espaldas a Ichigo; quien no dudó en besar cada trozo de piel disponible desde su nuca hasta el nacimiento de sus nalgas, antes de bajar un poco más y besar aquellos labios con hambre y sed haciendo que Rukia gimiera y se aferrara a las sabanas de la cama buscando algo que la mantuviera en aquél mundo del que Ichigo la estaba arrancando a besos.

Antes de que Rukia pudiera tocar nuevamente el paraíso con los dedos, Ichigo dejó de besar aquellos labios y la tomó de las caderas, se acomodó detrás de ella y de nuevo volvió a entrar en ella con un jadeo ronco y pesado. Rukia comenzó a marcar el ritmo en ese momento, haciendo que los jadeos de Ichigo se volvieran más roncos y se mezclaran con los suyos.

Ichigo la sujetó con fuerza de las caderas, la acarició y dejó marcas de su agarre en su piel blanca, hasta que sujetó a Rukia por el cuello y la obligó a apoyarse en sus propias rodillas. Rukia levantó uno de sus brazos y se aferró a la nuca de Ichigo en un movimiento tan fluido que Rukia se había vuelto casi la cuerda tensa de un arco. Ichigo bajó su mano libre hasta acariciar esos labios, estimulándola con su mano mientras la embestía así, sin darle tregua, sintiendo la espalda de Rukia contra su pecho y escuchando sus gemidos cada vez más fuertes que se mezclaban con los suyos.

En ese momento Ichigo volvió a tener el control y Rukia se rindió al placer, la sintió estremecerse, la escuchó jadear y cuanto más fuerte eran los jadeos, más agresivo se volvía en sus embestidas. Él la besó y esta vez fue su turno de morderle los labios antes de hacer la misma declaración posesiva sobre ella.

— Te mordí... Eres mía, mi amor. — Ichigo jadeó antes de lamer la sangre de esa herida y besarla de nuevo mientras la abrazaba para que no se separaran.

— Soy tuya, mi príncipe… solo tuya. — La respuesta de Rukia llegó entre jadeos en los labios de Ichigo, abriendo su boca dejándolo deslizar su lengua y saborear su saliva nuevamente.

Ichigo gruñó el nombre de su esposa y Rukia solo le pidió que fuera más agresivo, que no se detuviera y que la mordiera de nuevo. Ichigo cedió a lo que le pedía Rukia, jadeando y escuchando como sus cuerpos se juntaban una y otra vez con un sonido obsceno y excitante que los envolvía en un frenesí que llegaba a su fin.

Rukia terminó antes que él e Ichigo no resistió mucho más el movimiento de las caderas de Rukia y terminó justo después de ella, abandonándose al placer dentro de su esposa en ese momento, así como Rukia se estaba abandonando al placer que él le daba.

Ambos sintieron como el placer llegaba a su punto más alto y luego descendía hasta quedar ambos exhaustos, sudorosos y satisfechos, tumbados en la cama y tratando de recuperar el aliento que les faltaba en ese momento.