Los Ojos del ruiseñor


Capítulo 57: Las chicas Kuchiki


Primavera — x493 / 8 de junio

Sus ojos violetas; la inmensidad y el universo dentro de ellos. La luz, la vida y el amor. Tan perfectos y únicos que, aunque él volviera a buscarlos en el universo, no encontraría tanta perfección junta.

La primera vez que él vio esos ojos no fue en el camino cuando el soldado se dirigía al castillo con el mensaje de la victoria, sino cuando el rey Isshin fue coronado. Él era un niño en ese momento, demasiado pequeño para recordar esos detalles que a esa edad aún no eran tan importantes.

La primera vez que él la vio, ella estaba sentada en el jardín en compañía de una mujer que la cuidaba y él estaba siendo atendido por otra mujer que se aseguraba de que no le pasara nada. Se sentó junto a ella en ese jardín y compartió ese dulce que no era más que una rodaja de manzana cubierta de caramelo.

— Tienes unos ojos bonitos. — Fue lo primero que él le dijo a esa niña, con toda la inocencia que hay en un niño, tan sonriente que no encontró nada malo en esa frase ni en acercarse a ella para ver mejor ese color violeta que tanto brillaba.

— Tú también. — Respondió aquella pequeña niña, que no se había movido de su lugar pero que no necesitaba hacerlo. Ese niño estaba tan cerca de ella que podía ver ese color miel, como el caramelo que cubría ese trozo de manzana, con toda la claridad del mundo.

Si pudieran recordar ese momento en el pasado, entonces podrían decir que fue el destino; pero ninguno de los dos lo hacía.

La inocencia de ese niño fue cambiada por el tatuaje en su espalda, y la juventud de esa niña cambió esos dulces recuerdos por cualquier otra experiencia más amarga.

Había sido solo un momento, uno pequeño y único, pero desde ese día a esa niña le gustaban las manzanas y el caramelo, y ese niño había buscado inconscientemente esos ojos nuevamente.

Destino.

Ichigo delineó esa hermosa nariz, las cejas y las pestañas con la misma suavidad con la que se trata algo que es único, frágil y perfecto; era un toque con algo que casi podría llamarse adoración. Rukia dormía entre sus brazos, tan suave y profundamente como si no hubiera dormido en mucho tiempo; como si finalmente se sintiera en casa, protegida, segura y feliz.

La había extrañado con locura, cada parte de su mente y corazón la extrañaba hasta el punto de parecer doloroso y, sin embargo, cuando la vio allí, de pie en medio de la noche, en ese pasillo, vestida con su camisa como única prenda de dormir, descalza y con el pelo suelto, lo único que se le ocurrió fue que tal vez estaba soñando de nuevo con ese momento.

Solo la emoción y la felicidad en esos perfectos ojos violetas le recordaban que esto no era un sueño, pues la realidad era aún más perfecta que la fantasía y era inevitable abrazarla y besarla en ese reencuentro.

"El reino antes de la vida", pero Rukia era su reino y su vida, y nada importaba más que ella en ese momento. Rukia tenía razón, era por ella que el universo veía un amanecer todos los días, porque sin ella… sin ella solo habría agonía y caos.

Era tarde y él la llevó a la cama, pero no le hizo el amor. No como solía hacerlo en esas noches llenas de pasión cuando cada parte de ellos gritaba por la piel del otro.

Ichigo la hizo sentar en la cama, se arrodilló frente a ella, y besó esos delicados pies uno a uno, en un silencio que solo se rompía con la respiración de ambos y el sonido del viento; acercó su frente a ellos en actitud de disculpa por la demora en regresar y luego le besó las rodillas y las manos. La besó hasta llegar a sus mejillas, su nariz y sus párpados.

Un beso, una caricia, un suspiro y una sonrisa, todo por cada noche que pasaron lejos el uno del otro.

Rukia besó las manos de Ichigo, lo hizo con la suavidad de las alas de una mariposa aleteando al viento, besó cada uno de sus dedos y besó sus labios con la misma suavidad del algodón; besó sus mejillas y sus párpados, haciéndole sentir con cada toque que necesitaba comprobar que él era real.

Rukia le hizo saber, aun sin decir palabra en ese momento, que al igual que él, ella había soñado con ese reencuentro.

Rukia despertó envuelta en el calor que le brindaba el cuerpo de Ichigo, ese calor tan agradable y dulce que la hacía sentir amada y protegida.

Ichigo realmente había regresado a ella.

"El reino antes de la vida", había pensado Rukia cuando le dijeron que Ichigo estaba en el área del rey, que el primer lugar al que él había ido era al área del rey y no con ella. Por un momento sintió que se le rompía el corazón ante esa lejanía y salió corriendo de su habitación queriendo verlo y reclamarle el por qué no iba a ella, a su reino, pero al verlo allí, con la ropa limpia, el pelo húmedo y una sonrisa en sus labios, se le olvidó que estaba enfadada con él.

Se sintió tonta, se sintió ingenua y se sintió inmensamente feliz.

Ichigo olía a limpio aunque a ella no le hubiera importado que estuviera sudado y sucio, de la misma forma lo habría abrazado, besado y amado en silencio con todas esas caricias.

Él estaba dormido, y Rukia aprovechó ese momento para acariciar su rostro nuevamente, con el anhelo y la felicidad de saber que él había regresado a ella y que estaban juntos nuevamente. Quería despertarlo para decirle que viajarían a Vayalat con las gemelas, que viajarían en verano, pero al mismo tiempo quería que él siguiera durmiendo, que descansara a su lado y que se sintiera seguro y protegido entre sus brazos.

Habría tiempo más tarde para las noticias.


Primavera — x493 / 20 de junio

Yuki tenía el privilegio de la casa por ser la primera de esta nueva generación de la Corte de la Reina en estar en el castillo. Ella fue la primera en elegir una cama en ese enorme lugar que había sido acondicionado como dormitorio para todas las invitadas, y fue la primera en acomodar sus cosas a su antojo.

A medida que avanzaba el día, las demás invitadas llegaban uno a uno, a veces en parejas, pero siempre acompañadas de su propia criada que las cuidaría porque todas esas chicas pertenecían a las 13 Grandes Familias del reino y debían ser tratadas como tal.

Rukia le había dejado claro a Yuki que esta corte no era como las anteriores. No era una invitación para estudiar y servir a la reina, no era una invitación para que la suerte de una chica cambiara si un príncipe la llevaba a la cama por unos días, ni era para que alguien medianamente importante pusiera sus ojos en ellas.

Esa corte era para que el Príncipe Kaien tuviera opciones de esposa y para que la futura princesa heredera fuera elegida de entre las Grandes Familias del reino.

"Ninguna de ellas es tu amiga, no importa si te sonríen, todas tienen la intención de llamar la atención de Kaien. Fueron educadas y entrenadas por sus familias desde el momento en que les llegó la invitación, y saben exactamente qué vienen a buscar".

Todas esas chicas habían estado antes en la corte de la reina, todas esas chicas se conocían de alguna parte y Yuki sabía que eso la ponía en desventaja. Lo único que la hacía feliz y aliviada era que la sobrina de su tía Nadeshiko estaba allí, y su relación con ella era tolerable. Yuki sabía que tenía que tener aliadas en esa corte o no iba a llegar muy lejos sin importar si tenía el apoyo de Rukia o no.

La Kahya entró en la habitación seguida de cerca por Riruka, quien vestía de manera similar a la Kahya, y todas las chicas en esa habitación inmediatamente se inclinaron ante la Sra. Retsu.

La Kahya sonrió ante la excelente educación de las niñas y las condujo a todas lentamente a la habitación de la reina, pues era indispensable presentarse el primer día para que la reina pudiera verlas y evaluarlas; además de que era el momento en que las reglas de esa corte serían dictadas de manera clara para todas las presentes.

Yuki no esperaba ver a Rukia en la habitación de la reina así como tampoco imaginó que Rukia estaría sentada a la derecha de la reina, en una clara demostración de posición y poder dentro del castillo y el reino, por lo que la sorpresa en su cara era genuina.

Todas y cada una de las chicas besaron la mano de la reina y se inclinaron respetuosamente ante Rukia, quien respondió con una sonrisa y, en algunas ocasiones, saludó discretamente a alguna de las invitadas.

Cuando fue el turno de Yuki de besar la mano de la reina e inclinarse ante Rukia, la voz de Rukia vino a su mente como un recuerdo: "Si no eres tú, será otra persona. Sinceramente, prefiero que seas tú".

Yuki se dio cuenta de que Rukia conocía a más personas de las que ella creía y que aparentemente tenía amigas cuya posición de nacimiento era realmente valorada; todas esas chicas pertenecían directamente a las 13 familias, y por la forma en que habían sido presentadas a la reina, Yuki podía decir el apellido que tenía cada una y la importancia dentro de las 13.

Una vez más, Yuki agradeció a las Deidades que Rukia la había elegido para apoyarla en su plan para convertirse en la nueva princesa heredera, y se prometió a sí misma no dudar del consejo de Rukia ni desobedecerla porque así como Rukia la apoyaba en ese momento, también podría decidir apoyar a alguien más.

Yuki no era estúpida; ella sabía que Rukia estaba buscando colocar a alguien en la cama del príncipe y convertirla en la princesa heredera. Rukia solía decir que no quería ser la reina, pero era muy obvio para Yuki que Rukia quería poner a alguien en esa posición; alguien a quien ella pudiera manipular a su antojo.

Liberar a Maranni y romper Los Acuerdos de la Caída parecía más una excusa que el deseo de un alma, pero Yuki quería ser reina, y si tenía que seguirle el juego a Rukia, lo haría.

La telaraña del castillo era grande, enredada... y peligrosa.

— Bienvenidas, mis queridas niñas. — Habló la reina, levantándose de su asiento. Lal Kahya estaba de pie junto a la puerta y Rukia estaba sentada en su asiento, observando todo con una expresión amistosa en su rostro.

— Gracias por su generosidad al invitarnos nuevamente, Su Majestad. — Contestaron todas las chicas.

— Todas ustedes han crecido y se han convertido en mujeres hermosas. Ustedes serán las hermosas rosas que adornarán mi jardín privado. — La reina abrió los brazos en un gesto maternal, sin perder la sonrisa. — Sé que conocen el motivo de esta invitación. El reino no espera, la vida no espera y las decisiones no esperan. El príncipe heredero necesita una esposa y las han llamado porque son las mujeres más hermosas del reino, las más inteligentes y cuya suerte fue nacer dentro de las 13 Grandes Familias del reino. Se espera que el Príncipe Kaien elija a una de ustedes como la próxima princesa heredera, la que ocupará mi lugar cuando llegue el momento adecuado y será la madre de un futuro rey. Su único trabajo será hacerme compañía, cultivar su mente y lucir hermosas. Conocen las reglas, dense el valor que se merecen y no dejen que el príncipe juegue con ustedes, porque ustedes saben lo que pasará si piensan que entrar en la cama del príncipe les asegurará una boda con él.

Todas las chicas asintieron sin levantar demasiado la vista. Yuki solo miró ese brazalete negro que Kaien le había regalado hace un par de días, y nuevamente las palabras de Rukia resonaron en su mente.

"Entra en su corazón, entra en su cama y luego embarázate. Te convertirás en la nueva princesa heredera, te convertirás en la futura reina y podrás hacer lo que ni mi padre ni yo pudimos hacer: liberar a Maranni. Pero debes entrar en su corazón, o no nos servirá de nada que te conviertas en su esposa si él no te escucha".

Todas regresaron a la gran habitación que se usaría como dormitorio después de algunas palabras más de la reina, y tan pronto como estuvieron solas, de inmediato comenzaron a hablar sobre lo que harían o dejarían de hacer, sobre la buena o la mala suerte que tenían por estar allí, y sobre muchas cosas más.

Algunas de esas chicas tenían una propuesta de matrimonio y sus familias aun así las habían enviado al castillo, porque atrapar al príncipe heredero era mejor que al hijo de cualquier señor. Yuki sentía lástima por ellas pero al mismo tiempo sabía a quién hacer aliada, porque mientras menos chicas quisieran acercarse a Kaien, mejor para ella.

Yuki ya tenía la atención de Kaien y ese brazalete era prueba de ello, solo tenía que mantenerlo interesado.

Debido a la situación con Nelliel y la familia Kuchiki, mantenerse alejada de Kaien fue una buena idea. Rukia le había dicho que si quería atraer la atención de Kaien, tenía que evitar parecer desesperada por estar con él.

La instrucción era simple: evítalo.

Y eso fue lo que hizo Yuki todo este tiempo, evitarlo lo más posible.

Cuando estaban cerca, Yuki hacía una reverencia a Kaien y reducía el contacto visual tanto como fue posible. Ella se sonrojaba y bajaba los párpados lentamente de vez en cuando o le sonreía, pero nunca hablaba. Eso fue algo difícil para Yuki, pues lo único que quería era acercarse a Kaien para que nadie se le adelantara y lo enamorara.

Fue en el baile de primavera que Kaien la acorraló por primera vez y la cuestionó por evitarlo así todo el tiempo; también le recordó que eran amigos y que en este momento él necesitaba un amigo. Yuki tuvo la delicadeza de mostrarse nerviosa ante esta cercanía, pero aceptó que el tiempo que habían sido amigos había sido placentero y divertido.

Y de nuevo se hicieron amigos.

El día que llegó el brazalete, Rukia hizo que Yuki lo rechazara y se lo devolvieran al príncipe. Yuki se enojó, pero Rukia le aseguró que rechazar tal regalo del príncipe haría que el príncipe se interesara por ella.

"No eres una flor que puede recoger del campo, eres un gran premio que debe conseguir. El príncipe Ichigo rompió el compromiso pero lo seduje, le di un par de besos y regresé a Maranni, me distancié del príncipe y le hice creer que no volvería. Así que cuando regresé al castillo, él me estaba esperando con un anillo más antiguo que cualquier reino y una propuesta de matrimonio porque se dio cuenta de que no podía vivir sin mí". Rukia dijo eso como si un malvado plan hubiera funcionado a la perfección.

Yuki dudó por un momento de ese discurso, pues sabía que Rukia no quería un matrimonio arreglado y ella habría hecho lo imposible por romperlo y regresar a Maranni; pero también admitió que no había estado con ella todo ese tiempo y que no estaba segura de lo que Rukia había hecho o dejado de hacer. Rukia nunca habló realmente sobre lo que sucedió en el castillo o sus sentimientos, o cualquier cosa que fuera realmente importante.

Lo que Yuki no dudó fue que efectivamente los hechos habían sido así, el príncipe rompió el compromiso, Rukia volvió a Maranni y, cuando ella volvió a Adelaar, ellos volvieron a comprometerse.

Si esa confesión la realidad de Rukia era cierta o no, no importaba porque lo que pasó entre Yuki y Kaien fue exactamente como Rukia le había dicho a Yuki que sería. El Príncipe Kaien la acorraló por segunda vez y le preguntó por qué había rechazado el regalo.

Ese día, Yuki volvió a ver la ira de Kaien en esos hermosos ojos verdes y tuvo que armarse de valor para no decir que Rukia la había forzado; ella debe seguir el plan si quiere ser reina.

"Esto no tiene segundas intenciones, eres mi amiga. Es un regalo para una amiga". Kaien había dicho esa vez y Yuki respondió con algo que hizo que la ira de Kaien desapareciera.

"Ser su amiga es suficiente para mí, Su Alteza. No quiero nada más, soy feliz así". Esas palabras no eran enteramente de Yuki, fue Rukia quien dijo esa frase pero Yuki la recordó y la dijo en el momento exacto.

"Pero me hace feliz darte esto". Kaien insistió, y ahí mismo le colocó el brazalete.

Antes de irse, Kaien besó el dorso de la mano de Yuki haciéndola sonrojar pero al mismo tiempo dejándola temblando con ese miedo primitivo que había permanecido en su mente desde el día que Nelliel le rompió los dedos de la mano.

Yuki podría ser una mujer sin escrúpulos que estaba engañando al príncipe heredero, pero el dolor que sintió cuando se rompieron los dedos sería algo que la mantendría alerta para siempre.

—Yuki.

Una de las chicas nuevas la llamó. Yuki se dio cuenta de que estaba perdida en sus propios pensamientos y que estaba acariciando distraídamente el brazalete que Kaien le había dado. Inmediatamente levantó la vista y reconoció a una de las chicas de la familia Cifer, parientes de Ulquiorra y Nelliel.

— ¿Qué pasa? — Se notaba la confusión en la voz de Yuki.

Esa tarde no solo había escuchado el discurso de la reina, sino también el discurso de Rukia que resonaba en sus oídos con un eco eterno.

— ¿Sabes lo que pasó entre el Príncipe Kaien y Nelliel?

Esa pregunta tomó a Yuki con la guardia baja, aunque en el fondo sabía que tarde o temprano le preguntarían eso; ella simplemente no pensó que le preguntarían en ese momento. Yuki vivía en el castillo cuando todo pasó, así que ella era la única en esa habitación que debía saber todo lo que pasó en esa ocasión, y le pareció natural que todas quisieran saber de antemano qué no hacer si querían ser la nueva princesa heredera.

Yuki pensó por un momento, tenía prohibido hablar de eso, así que le tomó un momento encontrar una respuesta que funcionara para todas esas chicas, y luego sonrió.

— Nelliel cometió el error de pensar que la Princesa Rukia era su enemiga. — Esas palabras desconcertaron a las demás en esa habitación. Yuki sonrió. — Te aconsejo que no cometas ese error. Lo hice una vez y… no pienso volver a hacerlo. No es a la reina a quien debes temer, es a la princesa Rukia.

Esa última frase hizo que todas guardaran silencio por un momento. Todas habían visto a Rukia sentada al lado de la reina, con una expresión amistosa y una sonrisa en su rostro, asi que las palabras de Yuki no coincidían con lo que habían visto, pero de inmediato desviaron el tema de conversación.

Yuki se quedó en su cama y volvió a fijar su mirada en el brazalete, recordando la forma en que Rukia ajustaba esa diadema blanca en su cabeza cuando hablaba frente al espejo.

"Estoy casada con el segundo hombre más poderoso del reino, vivo dentro de su corazón y mente. Lo que digo, él escucha. Lo que quiero, me lo da. Si quisiera comenzar una guerra, él me pediría una fecha. Si quisiera matar a alguien, él me pediría un nombre. Si quisiera ser la reina, él se convertiría en el rey solo para darme la corona. Soy la que controla el reino y su paz, pero no quiero ser reina, no quiero esa corona y no quiero guerra, quiero que seas reina y hagas lo que ni mi padre ni yo pudimos hacer. Prefiero que seas tú que cualquier otra persona".

Yuki miró a las chicas de la corte, algunas de ellas hablaban de Rukia de forma animada nuevamente y hacían planes para pasar unos días con ella. Yuki solo suspiró mientras pensaba que si esas chicas vieran a la Rukia que ella veía, no estarían tan felices de pasar tiempo con ella.

Rukia era en ese momento, una tirana en potencia.


Verano — x493 / 22 de junio

La reina tenía preferencia por tener fiestas en días específicos, y sus favoritos eran los días en que las estaciones cambiaban de nombre. La fiesta de despedida de las damas de la corte de la reina fue en primavera, y en ese preciso momento, la cena de bienvenida de las chicas nuevas era el día que comenzaba el verano.

Kaien solía burlarse de eso con Nelliel y decía que la reina solo lo hacía para ahorrarse el gasto de tener que hacer fiestas todo el tiempo. Nelliel se reía de esos comentarios y defendía a la reina alegando que eran días mágicos y místicos, y que era buena suerte honrarlos de esa manera. Kaien solía responderle a Nelliel que la reina la estaba contagiando con sus locas ideas, y luego ambos se reían un poco más de cualquier otra cosa.

En ese momento, Kaien extrañó la risa de Nelliel.

— Gracias a las Deidades, Su Alteza, ha estado comiendo bien y ha vuelto a ganar peso. Por un momento temimos que se enfermara de algo realmente grave. — Comentó uno de los sirvientes que lo ayudaba a vestirse.

Kaien asintió y agradeció ese gesto de preocupación.

Para nadie era un secreto que desde que regresó de Visnia había dejado de comer y se encerró en su habitación, saliendo solo los días que era absolutamente necesario. Estaba molesto y triste, pero sobre todo, estaba solo.

El rey seguía escuchándolo pero había algo en él que parecía diferente; no había dejado de favorecerlo pero algo había cambiado en el rey. Una prueba de que el rey aun lo favorecía fue que el mismo rey ordenó que se formara la nueva corte de la reina específicamente para conseguirle una esposa, y eso no le gustó, pero no podía negarse porque su padre todavía estaba enojado con él y era mejor no provocar la ira del rey.

Uno de los sirvientes colocó el águila coronada sobre su pecho y el atuendo quedó completo. En el espejo, Kaien podía ver al príncipe heredero del reino, el futuro rey de Avanta y las Montañas Azules, y tuvo que obligarse a sí mismo a recordar por qué originalmente quería ser rey para no darse por vencido en este momento e ir a buscar a Nelliel.

Kaien quería ser el rey para poder vengarse de Masaki por lo que le hizo a Miyako y a su hijo.

Rendirse en ese momento era simplemente darle a Masaki lo que ella siempre había peleado para Ichigo, y él no iba a darse el lujo de cometer ese error. Las cartas ya estaban repartidas y solo quedaba jugar. Además, nadie renunciaría a un reino por amor, esas eran ideas estúpidas y ridículas, y por eso todavía no confiaba plenamente en que Ichigo no quería el trono por el amor que le profesaba a Rukia.

Rukia es hermosa, y Kaien no iba a negar que de vez en cuando fantaseaba con ella en la cama. Desde que la escuchó gemir en la oficina de Ichigo, una tarde en que él se acercó a hablar de algunas cosas, el eco de su voz cargada de placer no salía de su mente. Tampoco ayudó que la hubiera visto salir de allí lamiéndose los labios pensando en que él no la veía.

Solo imaginar lo que Rukia podría hacerle con esos labios lo ponía duro.

Kaien tuvo que desviar esos pensamientos a otra dirección antes de salir de esa habitación; no quería arruinar sus pantalones en ese momento. Así que respiró hondo, volvió a calmar sus pasiones y salió de esa habitación con paso tranquilo y relajado, solo para encontrarse con Ichigo en las escaleras que conducían a la salida del área del rey.

Ichigo estaba vestido con todos los honores del Segundo Príncipe y tenía esa sonrisa cínica en su rostro que Kaien había aprendido a reconocer como la verdadera sonrisa de Ichigo.

— ¿Emocionado por conocer tu harem, hermano mayor? — Preguntó Ichigo con diversión y picardía en sus ojos.

— Me aseguraré de que mi próxima esposa no quiera matar a la tuya. — Respondió Kaien con esa misma sonrisa ladina.

Era una broma cruel, pero Ichigo se rió y sacudió suavemente la cabeza.

— Será mejor que te asegures de que esta nueva esposa te dure un poco. Necesitamos un heredero del reino y te estás demorando mucho, hermano mayor. Solo porque no puedo tener hijos con Rukia todavía, o ya te habría hecho tío.

Las palabras de Ichigo, junto con esa sonrisa cínica en su rostro, hicieron que Kaien quisiera golpearlo en la cara, pero se contuvo. Ambos se hacían comentarios así todo el tiempo, pero ninguno de los dos hacía nada más, ninguno quería terminar en una pelea a puñetazos.

Kaien tenía que admitir que los golpes de Ichigo dolían de una manera extraña.

— Mejor juega con tu mano y no con tu cuello, hermanito. — Kaien hizo un movimiento obsceno con la mano haciendo reír a Ichigo antes de llegar al salón donde sería el baile.

Kaien sabía que Ichigo no mostraba su risa o ese lado suyo en público.

Ichigo parecía que iba a decir algo, pero de un momento a otro se quedó en silencio y Kaien notó que ya habían llegado al salón de baile, por lo que evidentemente Ichigo volvería a su papel de buen hijo.

Kaien tenía dolores de cabeza por los cambios de personalidad de Ichigo.

Entraron juntos al salón de banquetes y caminaron una sección de ese pasillo, cada uno con su expresión habitual en sus rostros. Ichigo con esa mirada de hombre malo que Kaien había aprendido a reconocer como la máscara favorita de Ichigo, y él con su amable y encantadora sonrisa.

— Y a tu izquierda, hermano mayor, tu harem. — Ichigo no estaba sonriendo cuando dijo eso, pero la expresión en sus ojos le dijo a Kaien que eso le parecía demasiado gracioso a su hermano menor.

Estaban repitiendo esa escena, solo que esta vez, el bastardo cínico era Ichigo.

Kaien apartó la mirada de Ichigo y miró con curiosidad dónde se suponía que debían estar las nuevas damas de la corte de la reina. Doce chicas que estaban allí para él, todas vistiendo quizás sus mejores ropas y joyas para llamar su atención. Kaien les dedicó esa encantadora sonrisa y vio como todas las chicas se sonrojaban ante ese gesto; todas excepto Yuki, quien en lugar de sonrojarse parecía celosa.

Y eso le gustó.

Además del hecho de que ella todavía estaba usando ese brazalete.

Rukia entró junto con las hermanitas de Ichigo, quienes estaban muy emocionadas y no precisamente por el baile. Karin había recibido una carta del Segundo Príncipe de Jetaiya con la respuesta a la carta que ella había enviado, y el príncipe prometió reunirse con ella en Vayalat para discutir los términos y condiciones de su futura relación en persona antes de viajar a Adelaar y pedirle al rey su mano en matrimonio.

Rukia estaba casi segura de que Ichigo iba a matar a Koga y al Segundo Príncipe de Jetaiya cuando descuera lo que estaba pasando entre el Segundo Príncipe y Karin; sin embargo, la reina estaba feliz por eso y probablemente el rey encontraría una manera de aprovechar esa unión.

— Mi princesa de Maranni. — Ichigo la saludó cuando llegó a la mesa donde se suponía que debían sentarse. Él la ayudó a sentarse, luego se sentó a su izquierda para susurrarle discretamente al oído. — Te ves hermosa con ese vestido, pero te verás aún más hermosa cuando te lo quite más tarde.

Rukia se puso completamente roja por esa declaración y pellizcó la pierna de Ichigo debajo de la mesa por decir eso. Ese no era el lugar para tener ese tipo de conversación, había demasiada gente y alguien podría escucharlos por error; además, el tono de voz de Ichigo no la ayudaba a no pensar en eso y la idea de Ichigo quitándole el vestido apareció salvajemente en su mente.

— Si hubieras apretado un poco más arriba, ya te habría sacado de aquí. — volvió a decir Ichigo con un tono sugerente, tratando de no llamar demasiado la atención, e hizo que ella lo tocara debajo de la mesa. Ichigo estaba duro y Rukia tuvo que contener las ganas de morderse el labio, porque entonces Ichigo realmente iba a sacarla de allí y la metería en una habitación. — No miento, te ves hermosa así.

Rukia decidió que no podía ser la única en problemas y lo acarició sutilmente antes de retirar su mano y alcanzar su abanico para darse aire y ahuyentar el calor; aunque lo único en lo que Rukia pensaba en ese momento era en Ichigo acorralándola contra cualquier lugar y tomándola sin piedad.

En los últimos días lo habían hecho tantas veces, que aún no entendía cómo podían caminar sin problemas, ambos.

— Más tarde, me pondré bálsamo labial. — comentó Rukia con naturalidad, mirando a Ichigo quien sonrió ante esa declaración. — Mira, creo que tengo los labios secos. Debe ser por el calor.

— Sabes qué, no puedo dejar que tus labios estén así, mi amor. Te ayudaré a ponértelo. — comentó Ichigo levantándose de su asiento para ayudarla a levantarse.

Rukia sonrió ante eso y, ante la mirada confusa del rey y la reina, quienes hablaban de algo que a ellos no les interesaba, y Kaien, quien prácticamente estaba sentado a su lado, se alejaron de ahí.

Salieron por una de las puertas laterales de ese salón de fiestas y caminaron hacia un área oscura donde no había gente. Rukia rápidamente sacó el bálsamo de amor y se lo puso en los labios antes de empujar a Ichigo contra la pared y arrodillarse ante él.

— Mi princesa, ¿aquí? — preguntó Ichigo sin detenerla mientras ella le abría los pantalones.

— Apaga las luces, escóndenos y no hagas ruido. No puedo dejarte así toda la fiesta, lo hago por tu salud, mi príncipe.

Ichigo hizo lo que le pidió Rukia, usó la Sombra para hacer que todas las antorchas se apagaran y el lugar quedara más oscuro de lo habitual, y Rukia sonrió antes de usar su boca para darle placer. Escuchó a Ichigo maldecir y jadear, y eso la hizo sonreír mentalmente mientras su boca y lengua continuaban haciendo jadear a su esposo.

Rukia podía escuchar el ruido que hacía con su garganta mientras lo complacía; podía saborear los fluidos de Ichigo en su boca mientras continuaba de esa manera, chupando un poco más fuerte solo porque le gustaba la sensación de Ichigo tensándose de placer. No podía verlo en ese momento debido a la oscuridad, aunque sus ojos se estaban acostumbrando a la penumbra, pero podía escucharlo tratando de sofocar sus jadeos y de no sostener su cabeza para marcar el ritmo para no despeinarla.

— Rukia… detente… — Ichigo jadeó después de un rato pero Rukia no se detuvo, sino que continuó con su trabajo antes de sentir que él la alejaba con suavidad. — Es mi turno.

Rukia iba a protestar pero Ichigo la acorraló contra la pared y le levantó el vestido con tanta urgencia que Rukia solo pudo abrir las piernas y gemir cuando él entró en ella. Su cuerpo estaba listo para recibirlo, y cuando lo sintió dentro de ella, llenándola por completo, solo pudo maldecir por lo malditamente placentero que era hacerlo en este lugar, con el peligro de ser descubiertos.

Era indecente, inmoral y jodidamente placentero.

Ichigo la besó, sin importarle lo que ella había estado haciendo con su boca antes, y Rukia simplemente se agarró donde pudo mientras sofocaba los gemidos de los labios de Ichigo y levantaba las caderas para que él no se detuviera. Ichigo la embestía con tanta fuerza que la hizo ponerse de puntillas algunas veces.

— Mi Sol… — Rukia jadeó sintiendo que estaba a punto de llegar al paraíso.

— Mi Luna, no me detendré... dame lo que es mío.

La voz de Ichigo, en algo que era una mezcla de jadeo y gruñido, hizo que Rukia cerrara los ojos ante la ola de placer que recorrió su cuerpo en ese momento. Rukia sintió que Ichigo cedía al placer dentro de ella, y se quedaron en esa posición hasta que sus corazones se calmaron.

Las piernas de Rukia temblaban cuando regresaron al salón de baile y encontró a Ichigo más atractivo de lo normal en ese momento. Sabía que cuando fuera seguro salir de esta fiesta, ambos terminarían en una habitación y lo volverían a hacer.

Rukia palideció cuando la reina preguntó si todo estaba bien, pero Ichigo fue quien respondió comentando que estaban admirando la belleza de la luna. Rukia ni siquiera se había dado cuenta si había luna esa noche o no, pero esa respuesta no era exactamente sobre la luna.

El rey llamó al mayordomo y le ordenó que comenzara con el protocolo de las presentaciones de las jóvenes.

Todos los invitados tomaron asiento, la música se volvió suave y las Damas de la Corte de la Reina se prepararon para ser escoltadas ante el rey para la presentación formal. Kaien tomó su lugar, a la derecha del rey, entre Ichigo y el rey, e Ichigo se levantó de su asiento, dejándolo libre y sentándose a la derecha de Rukia.

Se suponía que eso no debía suceder, solo tenían que recorrer los asientos, pero las posiciones tenían que ser las mismas; Ichigo siempre debía estar a la izquierda de Rukia y a la derecha de Kaien. Rukia se dio cuenta de lo que hizo Ichigo en ese momento y sonrió; él estaba dejando claro que ella era más importante que él. Ichigo tomó la mano de Rukia e hizo que sus dedos se entrelazaran sin importarle en absoluto que todo mundo los viera, y Rukia sonrió ampliamente en ese momento.

Luego presentaron a la primera chica, quien se inclinó ante el rey y la reina, las princesas y por último ante Kaien e Ichigo.

Kaien respondió con un movimiento de cabeza para mostrar respeto, pero la chica, volteándose a ver a Ichigo, se sonrojó. A Rukia no le gustó eso, pero antes de que el enojo pudiera dibujarse por completo en su rostro, Ichigo besó su mano frente a esa chica y la chica inmediatamente miró hacia abajo y se alejó.

Rukia se sintió complacida por lo que hizo Ichigo, y desde entonces, no soltó su mano. Rukia solo miraba a las chicas con una expresión tranquila, sabiendo que Ichigo le daría su lugar ante cualquiera de ellas que tratara de verlo con otras intenciones.

Después de las presentaciones, y viendo como Kaien sonreía encantadoramente a las chicas que se presentaban, Yuki sintió que su nivel de celos subía un poco más. No ayudó que las chicas comenzaran a comentar lo guapo que era Kaien, ni que dijeran que lo que acababa de comenzar esa noche era una competencia entre aquellas que realmente querían ser la nueva princesa heredera.

La única razón por la que Yuki no se había ido de esa mesa era porque las chicas comenzaron a comentar que le tenían un poco de miedo a Rukia. La forma en que las miró era claramente una amenaza educada, aunque una de las hijas de la familia Cifer le restó importancia diciendo que era natural que Rukia se sintiera amenazada por la presencia de mujeres mucho más hermosas que ella.

— Te apuesto a que puedo hacer que el Príncipe Ichigo caiga a mis pies durante mi tiempo aquí. — Esa chica habló, confiada en sus encantos, y algunas otras siguieron su broma riéndose con ella.

— Mientras tú intentas que el Príncipe Ichigo peque entre tus piernas, yo me concentraré en lograr que el Príncipe Kaien ponga un anillo de compromiso en mi mano. — Otra chica habló riéndose un poco más.

— Yo me conformo con que el príncipe ponga una de sus manos en mi cuello mientras me muestra cómo es el amor en la familia real. Sólo mirarlo me da calor. ¿Cómo se verá sin toda esa ropa?

Yuki escuchó eso último y se levantó de la mesa cerrando los ojos y respirando hondo. Salió discretamente del salón de baile, dejando atrás a todas aquellas chicas que empezaban a hablar de Kaien y de cómo se vería sin ropa, y se dirigió a uno de los balcones que daban a uno de los jardines que había en el castillo.

Se agarró con fuerza a la barandilla del balcón y cerró los ojos tratando de calmarse.

— Cálmate Yuki, no pierdas la calma. Esas chicas vienen con la intención de enamorar al príncipe o al menos acostarse con él. Es natural que piensen en cómo se vería desnudo. Es escandaloso y obsceno, pero relájate, Yuki. Tú no quieres verlo desnudo, tú no quieres verlo desnudo...

— ¿No quieres verme desnudo? No sé cómo interpretar eso, creo que me hiere el ego. — La voz divertida de Kaien detrás de ella la hizo callar en ese momento.

Yuki giró sobre sus talones sin querer ver si Kaien estaba allí o no, pero cuando se dio cuenta de que él estaba parado detrás de ella, el color rojo cubrió por completo su rostro. No lo escuchó llegar y nunca imaginó que él estaría detrás de ella en ese momento.

— ¡No! ¡No, su alteza, no quise decir eso! — Yuki no sabía qué decir ni dónde esconderse. Ella quería ver a Kaien desnudo, pero tenía que controlarse o todo podría salir mal.

— Entonces, ¿si quieres verme desnudo? — Preguntó Kaien con esa sonrisa encantadora y Yuki se tapó la cara porque no sabía qué más hacer.

Kaien se rió de buena gana ante esa reacción y Yuki no sabía dónde esconderse, así que le dio la espalda a Kaien para tratar de recuperar el aliento y la respiración. Su mente estaba en caos y quería gritar, no se suponía que fuera así esta noche, se suponía que ella debía ser encantadora mientras bailaban formalmente y le diría que estaba feliz de ser su amiga.

— No quise avergonzarte así. — Kaien se disculpó después de un momento. — Era algo que tenía que hacer al verte tan enojada. ¿Te molestó algo de lo que dijeron esas chicas? Porque puedo hacer que las envíen a casa y acabar con sus sueños de ser princesas en esta noche.

Yuki agradeció a las Deidades que el príncipe no la mirara a la cara en ese momento, pues escuchar esa frase la hizo sonreír al darse cuenta de que el príncipe le estaba dando ese tipo de poder. Yuki se calmó un poco y volteó a ver al príncipe nuevamente, tratando de no mostrar su felicidad por esas palabras.

— No alteza, fue solo un momento de la realidad. — Yuki sonrió nerviosa. — Todo está bien. Será lo que se escuche todos los días en el dormitorio de las Damas de la Corte de la Reina, solo que me tomó un poco desprevenida.

— ¿Estás diciendo que las recatadas damas de la corte hablarán de verme desnudo cuando estén solas? — Preguntó Kaien con un tono de incredulidad y diversión en su voz.

— Sobre cómo se verá desnudo y mucho más, Su Alteza. —Confirmó Yuki desviando la mirada con las mejillas sonrojadas y acariciando el brazalete negro que tenía en el brazo. — Muchas de ellas sueñan con convertirse en la princesa heredera, también sueñan con lo que será estar entre tus brazos y esas cosas escandalosas que no quiero volver a repetir.

Kaien se acercó a ella lentamente, hasta que estuvo frente a ella y la miró con curiosidad. Yuki se sonrojó un poco por la cercanía.

— ¿Tú sueñas con convertirte en la princesa heredera?

Yuki escuchó la duda y la curiosidad en su voz. No habían hablado de ese tema, ni de ese tema, ni de ningún otro que fuera realmente relevante. Hablaban del tiempo, de las fiestas y de la comida; pero de nada que fuera realmente importante como el reino.

Yuki se encontró con los ojos del Príncipe Kaien y luego bajó suavemente la mirada. Sutilmente dio un paso atrás y agarró su propia mano, la que Nelliel había lastimado antes.

— Sueño con una vida tranquila, un poco cómoda si no es mucho pedir...

Kaien tomó la mano que Yuki había estado protegiendo sutilmente y la levantó a la altura de los ojos. Yuki no se resistió pero no volteó a verlo, eso ya no era una actuación, era Yuki siendo ella misma; y Yuki tembló al recordar cuando Nelliel se rompió la mano.

— Fue esta mano, ¿no es así? — Preguntó Kaien con un tono de voz que Yuki no pudo identificar. Ella no levantó la vista, solo asintió. — ¿Es por esta mano que no quieres ser la princesa heredera?

Yuki cerró los ojos y guardó esa debilidad dentro de ella, luego retiró suavemente su mano de la mano del Príncipe Kaien. Fue sólo un segundo de sí misma y nada más.

— Creo que deberíamos volver al baile, Su Alteza. — susurró Yuki con toda la intención de evitar esa conversación. — Pueden pensar mal si alguien nos ve aquí...

—Yuki.

El siseo en la voz de Kaien le dijo a Yuki que él quería una respuesta a su pregunta.

Yuki consideró por un segundo decirle la verdad, decirle que ella sí quería ser la princesa heredera, pero la voz de Rukia y esa conversación habían hecho eco en su mente recordándole que ella debía ser el premio que Kaien quería obtener.

Tenía que usar lo que le pasó a su mano a su favor.

— Fueron tres dedos, los escuché romperse uno a uno y quizás fue el dolor más intenso que sentiré en mi vida. La doctora de la reina dijo que si no tenía cuidado podía perderlos, pero tuve suerte y sanaron bien. No los perdí. — Yuki habló mirando su mano, acariciando los tres dedos que Nelliel se había roto al pisarla. — Fue un costo muy alto para un beso, Su Alteza.

— Fue mi culpa, no debí...

— Ya no importa, su alteza. — Yuki sonrió, haciendo lo que mejor sabía hacer: pretender que ella estaba tomando toda la culpa. — Además, si lo pienso bien, fue un buen beso y yo tengo algo que los demás no tienen.

— ¿Qué cosa?

Yuki se acercó al Príncipe Kaien y se colgó de su brazo casualmente y Kaien inmediatamente tomó la postura correcta para que ella se sintiera cómoda.

— Soy amiga de su alteza, y pase lo que pase con las chicas en la Corte de la Reina, mientras siga siendo amiga de su alteza, soy feliz.

Esa declaración hizo sonreír a Kaien y Yuki le devolvió la sonrisa. Kaien comenzó a caminar junto con Yuki hacia el salón de baile con calma hasta que se detuvo antes de cruzar la entrada; entonces Yuki se giró hacia él, un poco confundida y curiosa del por qué el príncipe se detuvo.

— Espera un minuto. — murmuró Kaien girándose para mirar a Yuki con una expresión que a Yuki le pareció divertida, pero que Kaien definitivamente no lo estaba. — ¿Me acabas de rechazar?

— ¡Oh! ¡Mire qué hora es, su alteza! Creo que van a servir la cena, creo que me adelantaré.

Yuki soltó el brazo de Kaien, entró rápidamente a la habitación y volvió a sentarse en su lugar.

Por suerte, nadie parecía haber prestado atención a su ausencia y parecían estar todavía enfrascadas en algún tipo de conversación que a Yuki no le importaba en ese momento. Le preocupaba más haber rechazado al príncipe y haberlo abandonado en el balcón que escuchar a un grupo de chicas decir tonterías.

El juego que esas chicas habían dicho que habían comenzado era un juego que ni siquiera ellas sabían que no podían jugar. Yuki quería reírse nerviosamente pero trató de calmarse, tenía que pensar las cosas con calma porque eventualmente tendría que bailar con Kaien esa noche y tenía que tener una excusa para darle por dejarlo allí.

Yuki logró calmarse y disfrutar de la cena, que realmente estuvo deliciosa, y evitó poner los ojos en blanco cada vez que escuchaba a una de las chicas decir que con esa comida engordarían y se verían horribles. Uno de ellas incluso afirmó que quizás era una prueba de la reina para ver si eran modestas al comer.

Algunos más dijeron que solo tomarían un bocado de cada uno y dejarían el resto en su plato porque no querían tener mal aliento cuando fuera su turno de bailar con el príncipe.

Yuki, queriendo ver qué harían esas chicas, pidió otra ración de postre, y tuvo que contener la risa al escuchar lo sorprendidas que estaban las chicas al verla comer así.

— El lado positivo de esto es que el príncipe no se va a fijar en ti. — Comentó burlonamente una de las chicas de Cifer. — Creo que podemos descartar a la primera ahora.

— No quiero convertirme en la princesa heredera. — Yuki mintió con esa naturalidad que había en ella mientras los sirvientes se llevaban los platos con los postres que esas chicas habían rechazado. — Pero al Príncipe Kaien le gusta la crema de vainilla y canela, que es el postre que sirvieron hoy y que todas ustedes acaban de rechazar.

Las chicas entraron en pánico al escuchar eso, pero una de las Cifer solo hizo un sonido desdeñoso con su garganta, como si no creyera lo que acababa de decir Yuki.

— Mentirosa. Solo podrías conocer las comidas favoritas del príncipe si alguna vez hubiera compartido una mesa contigo y él te lo hubiera confesado.

Yuki rió en voz baja ante eso y comió lo último de su postre.

— Tienes razón, miento. — Dijo Yuki moviendo la cuchara de lado a lado. — O tal vez no. ¿Te imaginas que el príncipe haya decidido invitar a bailar solo a las que comieron postre? Me comí dos, tal vez me pida bailar primero o dos veces.

— Es ridículo.

Yuki solo se encogió de hombros y se sentó en su lugar, mirando a los invitados a la fiesta, quienes eran prácticamente todos los residentes y visitantes habituales del castillo, y algunos familiares de las chicas que se hospedaban allí.

Cuando retiraron todos los platos y se colocaron las charolas con los bocadillos sobre las mesas, fue cuando formalmente dieron inicio al baile; porque esa presentación no era más que un gran baile para celebrar el verano.

Yuki observó cómo las chicas se arreglaban la ropa, el cabello, incluso las joyas, sabiendo que tenían que causar una buena impresión, y nuevamente tuvo que contener las ganas de reírse de eso. Yuki también quería saber a quién invitaría a bailar primero el príncipe, tal vez se había enojado con ella y la dejaría de último, pero era algo que Yuki no podía decir con seguridad. Durante la cena evitó mirar la mesa del príncipe, aunque las chicas dijeron que él miraba en su dirección de vez en cuando.

El príncipe se levantó de su asiento y se dirigió a la mesa de las Damas de la Corte de la Reina, todas estaban nerviosas, o casi todas, y Yuki solo se sentó bien en su asiento hasta que el príncipe se paró frente a ella.

— Mi querida Yuki, comienza el baile conmigo. — Dijo Kaien con esa sonrisa encantadora y esa voz asombrosa mientras le tendía la mano.

Yuki se sonrojó pero rápidamente aceptó la mano del príncipe, sin voltearse a mirar a las chicas de la mesa para no arruinar el momento, aunque seguramente lo pasaría mal después. Kaien la condujo a la pista de baile y la sujetó con fuerza por la cintura mientras sostenía su mano antes de que comenzara la música.

— Definitivamente has herido mi ego hoy más que nadie en este castillo. — Comentó Kaien con esa encantadora sonrisa. — No sé cómo debo sentirme. Me rechazaste, no quieres verme desnudo y me dejaste solo en el balcón.

Yuki se sonrojó. Durante la cena tuvo tiempo de pensar en una excusa y una buena mentira para contarle al príncipe.

— Y si hubiera intentado besarme, le habría pegado, Alteza. — Yuki agregó riéndose un poco antes de que la música los separara por un momento.

— ¿En verdad? — Preguntó Kaien entrecerrando los ojos.

— Sip. — Yuki sonrió porque podía ver un dejo de ira en esa mirada. — Su alteza, puede que usted sea el príncipe heredero, futuro rey, pero yo ya tengo a alguien que me bese. Y no me rompen los dedos por besarlo.

Yuki sintió que el agarre de Kaien en su cintura se apretaba pero no demostró que lo sintiera; no sabía si eran celos o algo más, pero eso le gustaba.

— ¿Y quién es él?

— Un soldado Maranni que vino con la guardia de mi hermano.

— ¿Me rechazas por soldado? — La incredulidad en la voz de Kaien hizo feliz a Yuki internamente. — ¿Es por eso que me has estado evitando?

— Eh… sip.

— Sabes que podría reubicarlo y nunca lo volverías a ver, ¿verdad?

Yuki pudo saborear los celos en la voz de Kaien en ese momento, pero tuvo cuidado porque tenía que mostrar una expresión de miedo; se suponía que eso era una amenaza, y una muy fuerte. Kaien estaba amenazando con alejar a su novio de ella para poder besarla con seguridad.

Yuki tenía a Kaien donde quería.

— Confío en que su alteza no lo hará. — Yuki desvió la mirada con cuidado justo cuando la pieza musical terminó. — Gracias por darme el honor de bailar con usted, Su Alteza.

Yuki le hizo una reverencia, pero Kaien la agarró del brazo y, a la vista de todos, llevó a Yuki a un área apartada donde no podían ser vistos ni oídos. Ella en ese momento pensó que realmente había ofendido al príncipe, y estaba a punto de hablar y disculparse, cuando él la acorraló contra unos pilares, la sujetó con fuerza por la cintura y la besó.

La besó con algo parecido a la violencia, Yuki fingió resistirse al principio, tratando de alejar al príncipe solo para darse cuenta de que la estaba abrazando con más fuerza y tratando de hacerla abrir la boca. Fue en ese momento que Yuki cedió y abrió la boca para dejar que Kaien deslizara su lengua en ella.

El beso fue intenso, incluso más intenso que el primero que le dio, y Yuki lo abrazó solo para hacer ese beso aún más apasionado al punto en que dejó escapar un gemido; eso solo hizo que Kaien tomara su pierna y la levantara un poco para seguir besándola hasta que fue imposible sostener ese beso.

— ¿Ves? Sabía que estabas mintiendo. — Kaien habló con esa voz encantadora pero sin soltarla, dejando que se escuchara un jadeo muy suave en su voz. — No me pegaste, hasta te gustó.

Yuki maldijo mentalmente, aparentemente Kaien también estaba jugando con ella y tenía que tener cuidado. Como estaba agitada, Yuki puso sus manos sobre el pecho del príncipe para que se alejara de ella.

— Esto no está bien, Su Alteza. — susurró Yuki haciendo que Kaien la soltara. Aprovechó que Kaien se apartó un paso de ella y se alejó un poco más de él. — En realidad, no está bien. Yo no... Lo siento, su alteza.

Y esa vez, Yuki realmente se alejó evitando mirar atrás. No quería una noche de placer con el príncipe, quería la corona y tenía que jugar bien sus cartas si no quería exponer su mano antes de tiempo.

Al llegar al dormitorio, Yuki comenzó a caminar de un lado a otro, sabía que si hubiera continuado con ese beso, podría haber terminado esa noche en la cama de Kaien. Dejarlo esta vez fue posiblemente el movimiento más arriesgado que jamás había hecho y necesitaba prepararse mentalmente para ser ignorada por Kaien.

Él lo había dicho, ella había herido su ego y lo había insultado.

Había elegido sus acciones y debía continuar con el juego que había iniciado, debía calmarse o podía perderlo todo. Yuki quería gritar pero se contuvo y decidió que era mejor quitarse el vestido y ponerse la ropa de dormir.

Yuki estaba terminando de cepillarse el cabello cuando una de las chicas, las que querían ser la princesa heredera, entró en la habitación completamente molesta.

— ¡Tú!

Otros entraron detrás de ella, parecía que el baile había terminado pronto y Yuki tenía un mal presentimiento.

— ¿Qué?

La chica la agarró por los hombros, Yuki no se defendió pero reprimió una mueca. Su piel no era tan delicada como la de Rukia, pero tenía la sensación de que al día siguiente todavía tendría marcas de ese agarre brusco.

— ¿Qué hiciste para ofender al Príncipe Kaien? — Preguntó la chica. Yuki sintió como esa chica le clavaba las uñas hiriéndola mientras la sostenía de los hombros.

— ¡Nada, yo no le hice nada! — respondió Yuki cerrando los ojos. De nuevo, recordó lo que Nelliel le había hecho cuando ella besó a Kaien, y de nuevo, Yuki tuvo miedo. — ¡No he hecho nada para ofenderlo! ¡Déjame ir! ¡Me estas lastimando!

— ¡Y te voy a lastimar más! ¡Arruinaste nuestra noche! ¡El príncipe volvió enojado por lo que sea que le hiciste y luego se fue de la fiesta! — le gritó la chica. Yuki mantuvo los ojos cerrados. — ¡Ahora dime qué hiciste para ofender al príncipe!

Por un momento, Yuki tuvo miedo de abrir los ojos y encontrar a Nelliel allí.

— ¡Lo rechacé! — gritó Yuki con los ojos cerrados, con un miedo que no había sentido hasta ese momento. — ¡Lo rechacé, lo rechacé! ¡Déjame ir!

La chica la soltó incrédula y se alejó de ella. Yuki sintió que su alma regresaba a su cuerpo y, con cuidado, tocó donde esa chica la había estado sujetando con fuerza solo para encontrar sangre en sus dedos. La chica que la había sostenido en realidad la había lastimado.

Yuki estaba asustada, el miedo y el dolor se mezclaron con el recuerdo de lo que le hizo Nelliel y su mano comenzó a temblar; Yuki no pudo evitar ver sus dedos manchados con su sangre. Sin decir nada, salió de esa habitación con destino a la habitación de la doctora de la reina y no escuchó si la chica se disculpaba o la maldecía, eso no le importaba en ese momento.

En ese momento Yuki solo sentía miedo.


Verano — x493 / 23 de junio

Un sirviente llamó a la puerta de la habitación de Kaien esa tarde, sacándolo de sus pensamientos sobre lo que había sucedido la noche anterior. Ni siquiera iba a cuestionar el por qué lo hizo, solo quería hacerlo y eso es todo, pero ser rechazado lo enojó. Era como si las chicas Kuchiki hubieran acordado rechazarlo, primero Rukia y ahora el clon de Rukia.

Kaien dio permiso para entrar y el sirviente entró con una pequeña caja y un papel doblado en sus manos. Kaien permitió que el sirviente se acercara y le entregara lo que llevaba, y luego le permitió salir de la habitación.

Reconoció la caja, era donde le había enviado el brazalete a Yuki, y cuando la abrió notó que dentro no solo estaba el brazalete sino también ese pequeño anillo que le había regalado el año anterior. Eso solo lo hizo enojar más. Tomó la nota sabiendo de antemano que sería una excusa ridícula de por qué ella lo estaba rechazando, pero comenzó a leerla de todos modos.

Su alteza, sus besos duelen. Cada vez que me ha besado he sufrido una lesión y como le dije anoche, es un costo muy alto por uno de sus besos. Le devuelvo sus regalos y le devuelvo su amistad, que si bien es divertida, no podría soportar otra herida. Ignóreme si quiere, no me vuelva a hablar si lo he ofendido, no le juzgaré. No quiero ser la princesa heredera, solo le pido que no aleje a mi soldado; al menos sus besos no duelen tanto.

Yuki.

Kaien leyó esa nota una y otra vez, y la ira en su mirada se profundizó tanto que sus cejas se juntaron. Arrugó la nota y la sostuvo en su mano antes de llamar a uno de sus sirvientes, quien entró corriendo tan rápido como sus pies se lo permitieron.

— Averigua quién lastimó a la señorita Yuki y, cuando lo sepas, trae ante mí al culpable. ¡Y trae a la señorita Yuki a mi habitación, ahora!

El sirviente asintió y salió de esa habitación. Kaien dejó esa caja con las joyas en una pequeña mesa. Estaba completamente molesto, no entendía cuál era el punto de molestar a Yuki de esa manera. Cuando supiera quién la había lastimado, su furia sería terrible.

El sirviente llegó un momento después con Yuki, quien estaba vestida con sencillez y parecía evitar su mirada tanto como podía. Ella se inclinó ante él y se apartó sin mirar hacia arriba.

— ¿Quien fue? ¿Quién te lastimó? — Preguntó Kaien, sin disimular la ira en su voz.

— No es nada grave su alteza, fue mi culpa. — respondió Yuki sin levantar la vista. — La doctora ya me revisó y dice que todo está bien, que no es grave, entonces no...

— Te pregunté quién fue y qué te hizo.

Yuki vaciló y lentamente se giró dejándole ver su espalda. Kaien se quedó allí, observando cómo Yuki se abría lentamente la ropa y exponía uno de sus hombros para que Kaien lo viera. Yuki no habló y Kaien se acercó para ver lo que ella le estaba mostrando.

Alguien la había sujetado lo suficientemente fuerte como para dejar moretones por el agarre, y las uñas se habían clavado en su piel. Kaien trató de tocar sus heridas, pero en el momento en que rozó la piel de Yuki, ella instintivamente se alejó de él.

— Está en ambos hombros, ¿no es así? — Preguntó Kaien. Yuki solo asintió, sin decir una palabra, y se arregló la ropa de nuevo.

Yuki volvió a quedar frente a Kaien pero sin levantar la vista.

— Quién fue? — Preguntó de nuevo, completamente molesto.

— Nadie, su alteza. —susurró Yuki. — No es importante.

— ¡Claro que sí! ¡Eres mi amiga y alguien se atrevió a lastimarte!

— No tiene de qué preocuparse, Su Alteza. Está bien así, ya no me molestarán. Les dije que no quería ser la princesa heredera y que no me interpondría en el camino de quienes lo quisieran ser.

Kaien intentó acercarse de nuevo y Yuki evitó el toque sin levantar la vista. Kaien miró fijamente a Yuki, aún sin entender por qué la lastimarían por acercarse a él, eso era ridículo y aun así la chica tenía las heridas en la piel. Alguien dentro de la Corte la había lastimado después del baile, alguien que ya creía que tenía derecho a lo que estaba pasando en el castillo.

Dejó ir a Yuki sin más preguntas, y Yuki le hizo una reverencia antes de salir de la habitación. Kaien volvió a guardar silencio, pensando qué habría pasado para que alguien terminara herido la primera noche.

Cuando su sirviente regresó, como él esperaba, no trajo respuestas ni culpables. Kaien estuvo tentado de enviar un mensaje a las damas de la corte de la reina, advirtiendo que cualquiera que se atreviera a lastimar a Yuki sería expulsado de inmediato, pero no lo hizo.

Yuki era una Kuchiki y, aunque su presencia dentro de la corte le daba la posibilidad de convertirse en su esposa, Kaien era consciente de que el rey esperaba que no la eligiera a ella. El asunto con los Kuchiki aún le causaba cierta incomodidad y era preferible mantenerlos alejados del poder político del reino tanto como fuera posible.

Rukia estaba molesta y el dolor de cabeza no la ayudaba.

Yuki le trajo más problemas de los que quería, pero tenía que lidiar con eso; por eso Rukia pidió que Yuki no fuera incluida en la corte, pero la reina había dicho que ella debería estar allí porque era parte de la familia Kuchiki y tenía la edad suficiente.

Del mismo modo, Rukia tenía la intención de convertir a Yuki en la princesa heredera y hacer que ella hiciera todo el trabajo de los acuerdos y Maranni, por lo que estar dentro de la corte o no era irrelevante si tenía la atención de Kaien.

— Abran la puerta. — ordenó a los sirvientes, que en ese momento custodiaban la puerta del dormitorio de las Damas de la Corte de la Reina. Riruka estaba con ella, siempre un paso detrás.

Los sirvientes así lo hicieron, y uno de ellos la presentó haciendo que todas las chicas se levantaran de sus asientos y le hicieran una reverencia. Rukia había hablado con la reina y ella le había dado tanto poder, que realmente Rukia podía hacer lo que quisiera, incluso castigar a las damas de la corte porque ella sería la encargada de ellas.

Rukia no planeaba usar ese poder hasta que regresara de su viaje a Vayalat, pero aparentemente ni siquiera podía tener tiempo libre sin problemas. La Rukia que entró allí era la princesa, la mujer con el poder que estaba destinada a ser.

— No puedo creer que un baile simple y hermoso haya terminado de esta manera. — Rukia comenzó a hablar, algunas de las damas bajaron la mirada, pero las chicas Cifer la miraron con superioridad en los ojos.

Rukia se paró frente a ellas y las chicas no miraron hacia abajo. Rukia entrecerró los ojos.

— Imagino que han pasado muchos años desde tu estancia aquí, y las reglas han cambiado. — Rukia habló mirando a las chicas Cifer. — Así que considero necesario recordarles las reglas que rigen el castillo en este momento. Frente a la familia real, la mirada baja en señal de respeto. Nadie tiene más poder en este castillo que la familia real. Cualquier acto que sea considerado delito será sancionado en consecuencia. No confundan cortesía con confianza, aquí no todos tienen el privilegio de llamar "amigo" a alguien de la familia real. ¿Cuántas reglas han roto las damas Cifer hasta ahora, Riruka?

Rukia pudo ver la sorpresa en la familia de Nelliel, pero no sonrió.

— Una, su alteza. No han bajado la vista ante su presencia. — Respondió Riruka desde atrás de las chicas Cifer. — El castigo es arrodillarlos al sol durante el mediodía.

Rukia asintió.

— Mañana serán castigados por ello.

— Su Alteza, debo decirle que conocemos las reglas del castillo mucho antes de que usted estuviera aquí, y debo decirle que no tiene la autoridad para castigarnos. — Respondió una de esas chicas con una sonrisa de suficiencia.

— Cierto, no había terminado de hablar. — Rukia se alejó de las chicas Cifer y se paró frente a todas las damas. — A partir de hoy, yo me encargaré de velar por ustedes, cuidarlas y castigarlas si se portan mal. Todo bajo las órdenes de la reina. Así que sí, señorita Cifer, puedo castigarla. Les recuerdo que aquí nadie es más que nadie, todos son exactamente iguales; cualquier maltrato u ofensa entre ustedes, será sancionado en consecuencia. Desde un día de sol, como las señoritas de Cifer, hasta la expulsión de la corte. ¿Alguna pregunta?

Nadie habló, pero las chicas Cifer no bajaron la mirada. Rukia sabía que o esas chicas se iban del castillo o ellas las iba a terminar arrojando por el acantilado.

— Volvamos al asunto del baile. No es culpa de la señorita Yuki que Su Alteza el príncipe Kaien fije su mirada en ella, lastimarla no hará que Su Alteza se fije en ustedes, al contrario, podría causar que Su Alteza incluso les ignore. Su alteza tiene en cuenta la humanidad y la buena voluntad de las personas, y les aseguro que no elegirá a una persona cruel como su esposa. — Rukia hizo una pausa. — Entonces, si realmente quieren ser la nueva princesa heredera, no vayan por la vida pensando que tienen algo que en verdad no tienen. Este castillo es un monstruo, y no todos sobreviven dentro.

Diciendo esa amenaza, Rukia se dio la vuelta y se dirigió a la salida seguida por Riruka. Las chicas se despidieron de ella, excepto las Cifer, y la puerta se cerró. Fue entonces cuando Riruka miró a Rukia con curiosidad.

— Rukia, su alteza… ¿realmente vas a castigar a las Cifer?

— Por supuesto. Mañana prepara todo para que se arrodillen en el acantilado. Uno de ellas hirió a Yuki.

— Pensé que no la querías y por eso nos pediste que la molestáramos en la corte.

— Digamos que la perdoné un poco, pero todavía tenemos que bajarle el ego a las chicas Cifer. Son parientes de Nelliel, por lo que es bastante seguro que quieran ir tras Kaien sin importar nada.

— ¿Crees que es una venganza familiar?

— No, más bien creo que quieren hacerle ver a Nelliel que son mejores.


Dedicado a Kaede Hiwatari Blueriver y a usaguichan23