Los Ojos de Ruiseñor
Capítulo 58: Poderosa
Verano — x493 / 24 de junio
Rukia miró el tablero de ese juego de guerra que solía jugar con Ichigo algunas tardes. Él siempre le ganaba, pero realmente le enseñó cómo jugarlo y le enseñó que la vida en el castillo era similar a ese juego. Además, al igual que en ese juego de guerra, el juego en el castillo era algo que ella no podía jugar sola.
"Aquí sabemos cuál es la función de cada pieza, por eso es fácil jugar cuando lo aprendes, pero en el castillo tenemos que crear nuestras propias piezas. Usa el poder que te dará nuestro matrimonio, sé una mala persona o sé buena persona, amenaza, compra o exige. Crea tus propias piezas". Ichigo le había dicho eso mucho tiempo atrás, antes de que se casaran.
Y eso es lo que Rukia había hecho.
Cuando Yuki quiso entrar a la corte de la reina, Rukia se reunió con Loly y Riruka para tomar el té una tarde, y tuvo la sensación de que ellas aceptaron ir a esa reunión solo porque no podían rechazarla; se vería mal que rechazaran una invitación de una futura princesa.
No eran amigas, no eran aliadas, y es posible que nunca se llevasen bien en otras circunstancias, pero Rukia tenía la idea de que tal vez, y solo tal vez, si les demostraba que serían recompensadas por prestar atención a sus palabras, al menos podría mover un poco los hilos de esa enorme red.
El comienzo de esa reunión fue silencioso y tenso, hasta que Rukia se aclaró la garganta y Tatsuki le llevó un par de joyas para el cabello, las cuales eran bastante hermosas y realmente caras, y las colocó frente a Loly y Riruka.
"Sé que no tenemos una buena relación, y realmente no sé cómo empezó esto, pero ojalá ya no fuera así. Tomen este regalo como una muestra de buena voluntad de mi parte, no pido que seamos grandes amigas, pero por lo menos espero tener una relación cordial con ustedes." Rukia habló esperando que esas chicas tomaran los regalos.
La primera en hacerlo fue Riruka, y Rukia pudo ver como la felicidad de tener algo así de bonito y costoso brillaba en sus ojos. Tanto Loly como Riruka eran hijas de líderes militares de alto rango, pero incluso si tenían una vida cómoda y con ciertos lujos, probablemente nunca habían tenido algo tan caro en sus manos como en ese momento.
Loly tardó un poco más en aceptar el regalo, pero lo hizo de todos modos y Rukia estuvo segura que de las dos, la relación con Riruka podría ser más fácil de llevar.
"¿Por qué no invitaste a Senna?" preguntó Loly, con la joya en la mano, dudando de esa muestra de buena voluntad.
"Porque creo que a Senna realmente no le gusto para nada". Rukia respondió con una sonrisa nerviosa, omitiendo el hecho de que el padre de Senna había metido en problemas a su familia y más detalles que no deberían saberse.
Ambas chicas salieron de esa habitación después de decir que considerarían su oferta de paz, y solo un par de días después, Riruka apareció ante Rukia asegurándole que aceptaba esa paz. Riruka no se disculpó, pero Rukia no lo necesitaba; ella solo dejó que la intención se asentara y solidificara.
La noche antes de partir en su viaje de luna de miel, ya con el título de princesa, Rukia se acercó a Riruka y colocó una horquilla bastante bonita y muy cara en su cabello mientras le pedía que le hiciera un favor. La idea era simple, que le mostraran a Yuki un poco del cariño que le habían mostrado a ella cuando llegó a la corte.
Cuando Riruka preguntó por qué quería eso, Rukia respondió que Yuki era su prima y que había sido mala con ella porque pensaba que la vida no era justa y que ella también merecía más.
"Solo un poco, porque ella piensa que todo es fácil". Rukia le había dicho y Riruka estuvo de acuerdo.
Cuando Rukia regresó de su luna de miel, luego del enfrentamiento entre ella y Nelliel en el pasillo, se les unió Loly; y cuando llegó el momento de que la reina decidiera el destino de esas chicas, fue Rukia quien habló con palabras amables sobre ellas con la reina.
Así fue como Loly fue a estudiar a Entabeni para convertirse en maestra, y Riruka se convirtió en aprendiz de la Kahya.
Cuando la noticia se hizo oficial y las chicas avisaron a sus familias, Rukia tuvo el placer de leer las cartas de respuesta enviadas por los padres de ellas. La posición de Kahya en el castillo era realmente importante y el padre de Riruka estaba muy complacido y orgulloso de que ella fuera la sucesora de señora Retsu.
Cualquier familia con suficiente dinero podía permitirse el lujo de tener una Kahya, que era básicamente un ama de llaves, pero ser la Kahya al servicio de la reina era una posición completamente diferente. Ella era la mujer de confianza de la reina, su mano derecha, su mano izquierda, sus ojos y oídos, y hasta sus pies; así de importante era ser el Kahya de la reina.
El padre de Loly también estaba complacido y feliz con el destino elegido para ella, los maestros eran pagados por la casa real para trabajar en escuelas públicas, pero si su instrucción era realmente favorable, podían convertirse en maestros privados para nobles y familias adineradas.
En cualquier caso, ambas chicas tenían un futuro prometedor por delante.
Rukia había movido un par de piezas ocultas dentro del castillo de forma sutil, como si estuviera jugando un juego de guerra, y su pieza maestra era Yuki.
Orihime, antes de irse con Ulquiorra al exilio, le dijo que Nelliel era una araña que tejía una telaraña en el castillo, sin embargo, Rukia no se veía a sí misma como una araña porque ella no estaba tejiendo ninguna red. Ella simplemente estaba tirando de los hilos que ya estaban allí para su propio beneficio.
— Su alteza, es hora. — Riruka, que había entrado en su habitación después de que Tatsuki abriera la puerta, habló. — Todo está listo.
Rukia movió una pieza más en ese tablero y fijó su atención en Riruka, quien estaba nerviosa a pesar de que tenían el permiso explícito de la reina para ejecutar este castigo. La futura princesa heredera tenía que ser, ante todo, respetuosa de las reglas y conocer su lugar antes de que le pudiera ser dado.
— Muy bien, vamos a por las chicas Cifer. — susurró Rukia asintiendo, aunque esas palabras eran más para ella que para Riruka.
"Cuando te conviertas en reina, si la Sombra lo permite, tendrás que manejar la corte de damas, a las Inamoratas, a la Favorita de la Reina, ya sea para ser la esposa de tu hijo o la amante de Ichigo, y a los bastardos. Tendrás que vigilarlos y castigarlos si se portan mal u ofenden a alguien, y tendrás que asegurarte de que se cumplan las reglas. Sé perfectamente que recuerdas tu primer castigo, ¿o me equivoco? No hay amenazas vacías, si lo dices, lo cumples." La reina había dicho.
Y de hecho, Rukia lo recordaba. El castigo por escabullirse con un príncipe había sido doloroso. Sin embargo, las reglas a veces estaban en tonos tan grises que no se podían distinguir, y ella también lo entendía.
Cuando entraron en el dormitorio de las Damas de la Corte de la Reina, inmediatamente todas se pusieron de pie y le hicieron una reverencia a Rukia; todas menos las chicas Cifer, que estaban sentadas en sus lugares, como si nadie hubiera entrado a esa habitación. Como si creyeran que Rukia las había amenazado en vano el día anterior, como si creyeran que Rukia realmente no tenía poder en ese momento; como si creyeran que ellas tenían algo de valor allí.
Ese detalle no pasó desapercibido por Rukia y nuevamente esa mujer con poder que residía dentro de ella, apareció con una muy sutil sonrisa dibujada en su rostro; era ese tipo de sonrisa que es previa a hacer conocer a tus oponentes el verdadero terror.
Rukia no era enemiga de las chicas Cifer, las chicas Cifer la eligieron a ella como su enemiga, y Rukia había aprendido bien sobre enemigos. Los últimos dos años le habían enseñado mucho sobre eso.
— ¡Guardias! — gritó Rukia, aun mirando a las chicas Cifer que la ignoraban a propósito, y un par de mujeres soldado de la Reina Masaki entraron a la habitación en el instante en que Rukia las llamó. — Acompañen a las señoritas Cifer al área designada para su castigo. Su irreverencia debe ser castigada y deben aprender algunos modales o no durarán mucho en este castillo.
Las chicas Cifer miraron a las mujeres soldado, se les dibujó la arrogancia en el rostro y se levantaron de su asiento, pero no para ir con ellas sino para amenazar a Rukia con acusarla ante la reina por ese trato, alegando nuevamente que ella no tenía el poder para castigar a las hijas de la familia Cifer.
— ¡Tú! ¡Realmente te arrepentirás! ¡Escribiremos a nuestra familia! — amenazó el mayor de ellos. — ¡Arruinaremos tu reputación!
Rukia simplemente las miró y les indicó a los soldados de la reina que las agarraran de los brazos para que las escoltaran al área que había sido preparada para su castigo. Rukia no tenía intención de hablar, ya había dicho lo que tenía que decir y esas amenazas, aunque le causaron algo de miedo, trató de no demostrarlo en ese momento.
Las chicas Cifer terminaron yendo a regañadientes donde los guardias de la reina les indicaron. Ambas tenían esa expresión en sus rostros que indicaba que todo les parecía ridículo, pero sin duda esa expresión cambió cuando descubrieron que las estaban llevando al acantilado donde había dos cojines esperándolas.
El borde del acantilado era peligroso, todos lo sabían, y el lugar donde se colocaron esos cojines estaba demasiado cerca del borde. Un movimiento en falso, un pequeño empujón, y terminarían saludando de cerca en el fondo de ese acantilado.
— ¡Ya lo entendimos! ¡Ya lo entendimos! — Dijo la mayor de las chicas Cifer con cierto tono de miedo en la voz. — ¡Bajaremos la mirada ante ti, lo haremos!
— ¡Oh! ¡Eso me hace feliz! Pero... ustedes dos recibirán el castigo de todos modos. — Rukia habló mirando a aquellas chicas que intentaban liberarse del agarre de los guardias. Rukia no podía negar que estaba disfrutando eso, porque realmente lo estaba. Ella lo sabía, el poder seducía a la gente. — ¡Arrodíllenlas!
Y los guardias de la reina así lo hicieron.
Hicieron que las chicas Cifer se arrodillaran sobre aquellos cojines cerca del borde del acantilado, mirando el mar y resistiendo el sol del mediodía, sabiendo que a medida que avanzaba la tarde el sol les daría directamente en la cara. Ese par de chicas iban a aprender a bajar los ojos de una forma u otra.
— No crean que no lo sé, porque lo sé y la reina también lo sabe. — Rukia habló unos momentos después, parándose detrás de ellas y poniéndoles sus pequeñas manos sobre los hombros dándoles un ligero apretón. Esa sutil amenaza de que podría arrojarlas por el precipicio en este momento y hacer que pareciera un accidente las hizo temblar. — Sé que una de ustedes lastimó a Yuki, tienen suerte de que ella sea generosa y no presente cargos por ofensas… pero no lo soy, así que mientras aprenden a bajar la mirada, piensen en lo que les podría pasar si el Príncipe Kaien se entera de que una de ustedes lastimó a su amiga. No solo recibirían este castigo, sino que serían devueltas a su hogar en menos tiempo del esperado y su reputación realmente se arruinaría.
Rukia soltó los hombros de esas chicas después de decir esa amenaza y se alejó de ellas para sentarse en una silla mientras Riruka le pasaba una sombrilla para protegerse del sol. Los soldados de la reina se fueron después de unos momentos, y solo Rukia y Riruka se quedaron allí, velando por el castigo mientras Tatsuki les servía un vaso de jugo del día para mitigar un poco el calor.
El castigo no estaba destinado a durar mucho, solo era para que tuvieran un precedente de que Rukia no hablaba en vano y, de una forma u otra, tenía que castigar a esas chicas por lo que le habían hecho a Yuki. Yuki era su pieza maestra en ese juego, y Rukia no podía permitir que algo malo le sucediera mientras el juego continuaba.
Antes de que Rukia decidiera moverse para levantarle el castigo a las chicas Cifer, Kaien caminó hasta donde ella estaba, con ese paso decidido que siempre tenía y una mirada de confusión en su rostro que pocas veces solía mostrar. Era obvio que alguien le había informado de lo que ella estaba haciendo, y Rukia se preparó mentalmente para una conversación que podría ser incómoda.
Rukia se levantó de su asiento y le hizo una reverencia a Kaien, luego muy sutilmente tomó su abanico y comenzó a abanicarse despreocupadamente.
— Alteza, ¿qué lo ha traído hasta este lado del acantilado? — Preguntó Rukia cortésmente, mirándolo con toda la inocencia que podía tener.
— Hermanita, empiezo a creer que tienes algo en contra de las chicas Cifer. — Comentó Kaien en un tono que mezclaba humor y reclamo, pero sin voltear a mirar a Rukia. Toda su atención estaba en esas chicas arrodilladas.
Rukia entendió perfectamente ese comentario y usó su abanico para refrescarse un poco antes de hablar. Debía tener cuidado con sus palabras porque a pesar de contar con el apoyo de la reina, Kaien seguía siendo el príncipe heredero y el resentimiento por lo sucedido con Nelliel y los Kuchiki seguía ahí.
— No tengo nada en contra de las chicas Cifer, al contrario, parece que las chicas Cifer tienen preferencia por meterse con las chicas de la familia Kuchiki. — comentó Rukia, aun moviendo su abanico suavemente y volviendo a enfocar su mirada en las chicas castigadas.
— ¿Tú crees? Que yo sepa, esas chicas no han hecho nada contra ti. Solo están aquí para mí y por el sueño de ser una princesa. — Kaien hizo una pausa. — ¿O eso te molesta?
Rukia dejó de abanicarse y se quedó en silencio por un momento. Esa última pregunta no le gustó nada. Esa insinuación le molestaba demasiado porque Ichigo le había confiado lo que Kaien sentía por ella.
— Me gusta castigar a la gente bajo cualquier excusa, su alteza. Ahora la excusa que estoy usando para castigarlas es que no se inclinaron ante mí cuando me vieron. Ya sabe, después de un tiempo, la gente se acostumbra a ese tipo de respeto.
El tono indiferente que usó Rukia hizo que Kaien se echara a reír en ese momento.
— Tienes un punto, hermanita. Eres una princesa y te deben respeto, pero no tienes el poder de castigar a las hijas de las Grandes Familias solo por no respetarte. — explicó Kaien con calma, mirándola con esa superioridad que Rukia no había visto en él. — El respeto se gana, no se exige, y menos se obtiene mediante el castigo. Mi hermano ha puesto demasiado poder en ti y no sabes cómo usarlo. Eso pasa cuando no creces dentro de la Corte y no aprendes bien tu lugar.
Rukia asintió sin sentirse ofendida, aunque evidentemente el comentario tenía la intención de hacerla sentir mal. El enojo por todo lo sucedido seguía ahí y Rukia tenía la impresión de que ese enojo era contra ella e Ichigo, pues Kaien parecía tener una muy buena relación con Yuki.
— Crecer en la Corte tampoco es garantía de que uno aprenda su lugar. Estoy a cargo de la Corte de la Reina, mi trabajo es asegurarme de que la futura princesa heredera sea una mujer apta para sentarse en el trono a tu lado cuando se conviertas en rey, hermano mayor. — Rukia hizo una pausa y luego añadió sin apartar los ojos de Kaien. — Casi morir a manos de la última me dio ese privilegio.
La ira en el rostro de Kaien al recordarle ese detalle fue realmente notable, pero Rukia sostuvo su mirada con firmeza. Rukia sabía que este tema era demasiado peligroso y delicado para ser discutido de esa manera, pero ella no era como todas esas chicas que se podían asustar con una mirada de enojo. Kaien tenía razón, Ichigo realmente le había dado ese tipo de poder que no todos podían desarrollar, y realmente lo estaba disfrutando, aunque una parte de ella todavía estaba un poco asustada.
— Quítales el castigo. — ordenó Kaien con esa voz seria y autoritaria que poseía cuando no sonreía.
— No.
— ¿No? — Kaien miró a Rukia, pero ella no bajó la mirada. — Rukia, estás excediendo tus límites. Quítales el castigo a esas chicas.
Rukia podía decirle muchas cosas a Kaien sobre exceder los límites, pero optó por ignorar ese comentario y hablar de otra cosa.
— Le dije que era una excusa, Su Alteza. — Rukia miró a Kaien y luego señaló a ambas chicas con su abanico. — Uno de las dos hirió a Yuki. La reina es consciente de esto, y aunque Yuki no puede decir cuál de las dos fue porque estaba realmente asustada esa noche, ya sabes, esos viejos traumas, está bastante segura de que fue una de ellas la que la lastimó.
— Expúlsalas de la Corte, entonces. — Kaien habló con la mandíbula tensa.
Rukia pudo ver que aunque Kaien se parecía a Ichigo, cuando Kaien estaba enojado se veía completamente diferente a cuando Ichigo estaba enojado. Cuando Kaien se enojaba, toda esa belleza y encanto que proyectaba se desvanecía en un segundo.
— ¿Qué privilegios tiene Yuki, Su Alteza? Lastimarla de esa manera no amerita la expulsión de esas chicas, solo un castigo con una carta a sus padres. — explicó Rukia mirando la cara de incredulidad de Kaien. — Además, obviamente no confesarán haberla lastimado, y si Yuki no las acusa directamente, no habrá forma de ejecutar el castigo.
Kaien miró a Rukia, su expresión bordeaba la ira y la incredulidad, y luego miró a esas chicas.
— Dales otra media hora de castigo. Hazles saber que fui yo quien lo ordenó, y como tú está a cargo de la Corte, hermanita, las quiero lo más lejos posible de mí. — Ordenó Kaien y se retiró de allí.
Rukia le hizo una reverencia y luego envió a Riruka a decirles a las chicas Cifer que el Príncipe Kaien ordenó que el castigo se extendiera por otra media hora.
—
Por la tarde, las chicas de Cifer ya estaban en la habitación, con la piel enrojecida y con sus criadas aplicándoles ungüentos para que su piel no se dañara más por ese castigo. Maldijeron a Rukia en voz alta, quejándose de que era una tirana y que lo que les hizo no se quedaría así; además de que ella inventaba mentiras sobre el príncipe solo para hacerlas sufrir más.
Yuki solo las escuchó y evitó reírse de las cosas ridículas que decían. De nuevo, agradeció a las Deidades que Rukia realmente la estaba apoyando porque no quería tenerla en su contra.
Esa Rukia que Yuki había conocido en Maranni definitivamente se había ido.
Las chicas Cifer parecían no haber entendido realmente quién era Rukia ahí. Ellas tenían la esperanza de ser la próxima princesa heredera, que no es más que la promesa de ser la reina en un futuro muy, muy lejano, y que su única función sería dar un heredero al trono; un heredero que preferiblemente debía ser un varón o los hijos de Rukia subirían al trono sin ningún impedimento.
Pero Rukia… Rukia está casada con el hombre que mueve a los soldados, el hombre encargado de proteger el reino y, según las palabras de Rukia, el hombre que mataría si alguien la ofendiera.
Las chicas Cifer no entendían que, si Rukia quisiera, la ciudad de Uzker podría quedarse sin soldados capaces de defenderla de cualquier tipo de ataque, o incluso reducir la seguridad en la ciudad.
Las chicas Cifer no entendían que Rukia se había vuelto peligrosa.
Verano — x493 / 27 de junio
El verano se estaba poniendo más caluroso de lo normal a pesar de que todavía estaba comenzando. Kaien estaba molesto, estaba de mal humor y no podía encontrar la paz que su mente pedía. Ichigo solía molestarlo diciéndole que necesitaba estar con una mujer, que debería buscar una para quitarse esa cara de mal humor en las reuniones del Consejo.
Y Kaien no quería admitir que Ichigo tenía razón, pero definitivamente era cierto. Él no se había acostado con ninguna mujer desde que regresó de Visnia y masturbarse no lo estaba ayudando en esa situación.
Kaien se quería acostar con Rukia, en quien no había dejado de pensar desde que escuchó ese gemido en la oficina de Ichigo, o al menos, acostarse con Yuki que era similar a Rukia, solo para pasar un buen rato y quitarse esa idea de la cabeza.
El único problema era que Rukia estaba casada y Yuki lo había estado evitando desde el baile. Si Yuki no se hubiera ido esa noche, él se la habría llevado a la cama sin dudarlo.
Kaien dejó de dar vueltas y vueltas esa noche y se levantó. Era tarde, seguramente todos estarían durmiendo y podría usar los baños para quitarse el calor con agua fría mientras pensaba si sería una buena idea ir con las chicas de La Tejedora y buscar una mujer para calentar su cama o elegir a una de las chicas que trabajaban en el castillo.
Estaba pensando en eso último, en el hecho de que había doncellas muy lindas en el castillo que no se negarían a calentar su cama sin todo el compromiso de las Inamoratas o futuras esposas, cuando llegó al baño y encontró que de hecho, no había sirvientes y el lugar estaba relativamente oscuro.
Comenzó a desabrochar los botones de su camisa para poder entrar a donde estaban la bañera del rey y las tinajas de agua, cuando escuchó un gemido. Kaien reconoció ese gemido, era el mismo que había escuchado cuando fue a la oficina de Ichigo aquella vez, y maldijo a las Deidades porque escuchar a Rukia gemir era lo último que necesitaba esta noche; él necesitaba el baño y podían ellos irse a coger a otro lado que por eso había suficientes habitaciones en ese castillo.
Para nadie era un secreto que el baño del rey había escuchado más gemidos que todas las habitaciones del castillo juntas, él había estado allí muchas veces con Nelliel, y el rey y la reina también pasaban tiempo allí; Kaien tenía un trauma con ese último recuerdo del rey y la reina que prefiría no recordar. Incluso cuando Miyako estaba viva, él había pasado ese tipo de momentos allí con ella.
Sin contar todas las amantes del rey.
Kaien no tenía intención de salir de allí, así que se acercó a esa segunda puerta, que era la entrada a las tinajas y a la bañera del rey con la intención de correrlos de allí, pero al mirar por esa puerta se quedó helado.
La escena frente a él no se parecía en nada a lo que él hubiera esperado encontrar.
Rukia estaba sentada en el borde de esa bañera que estaba a ras de suelo, con esa ropa fina que usaban para bañarse pegada al cuerpo por culpa del agua, con las manos apoyadas en el suelo y con los brazos tensos para no terminar acostado en el piso; tenía la cabeza echada hacia atrás, los ojos cerrados y la boca abierta dejando escapar gemidos rítmicos. Sus piernas estaban sobre los hombros de Ichigo, quien estaba dentro de la bañera con el agua cubriendo hasta su abdomen y que le sostenía una pierna con una mano mientras su rostro estaba enterrado entre esas piernas blancas complaciéndola con su boca; la otra mano de Ichigo se movía rítmicamente bajo el agua complaciéndose a sí mismo.
Kaien se dio la vuelta tan rápido como notó esa escena, y decidió que era mejor salir de allí. Definitivamente necesitaba una mujer en su cama.
Verano — x493 / 28 de junio
Habían hecho el amor desde el baño del rey hasta el dormitorio, incluso al despertar lo habían vuelto a hacer hasta que les avisaron que era hora de levantarse de la cama porque los esperaban para desayunar. Esa vez, Rukia impidió que Ichigo saliera de entre sus piernas y casi llegaban tarde al desayuno. Ichigo tampoco había puesto mucha resistencia a eso, así que él también tenía la culpa de ese retraso.
Rukia todavía no tenía suficiente de ese sentimiento, y pensó que nunca lo tendría. Realmente amaba hacer el amor con Ichigo, amaba sentirlo dentro de ella de cualquier manera posible y amaba cuando lo hacía sucumbir al movimiento de sus caderas o su boca. Le gustaba esa mirada en su rostro, y le gustaba escucharlo suplicar cuando ambos estaban en medio del placer. Le gustaba someterlo y le gustaba ser sometida.
A Rukia le gustaba ese hombre peligroso que la tomaba sin piedad y la mordía, y luego le hablaba al oído recordándole que ella le pertenecía a él y solo a él.
Tatsuki le decía que era porque estaban recién casados, aunque de eso ya había pasado casi un año, y que con el tiempo la pasión desenfrenada se calmaría y encontrarían otro tipo de amor más tranquilo y dulce. Rukia esperaba que eso no sucediera tan pronto porque en ese preciso momento estaba disfrutando de toda la pasión que ardía entre ellos sin ningún reparo.
Desayunaron con la familia real, como una forma de marcar la despedida de las princesas, ya que ellas se irían a Vayalat por un tiempo. Hablaron y rieron un poco, la reina se puso un poco sentimental porque era la primera vez que las gemelas iban a Vayalat, y el rey la consoló diciendo que ellas estarían bien.
Por un momento, esa escena pareció ser la de una familia feliz.
Para cuando llegó el momento de partir ya se habían hecho las despedidas y las promesas de las cartas. La reina besó las mejillas de sus hijas e Ichigo besó la mano de su madre y se inclinó ante su padre; el rey abrazó a sus hijas, Kaien se despidió de sus hermanitas y Rukia los reverenciaba a todos.
Rukia estaba emocionada por este viaje, la reina la había instruido en la etiqueta de la corte en Vayalat y había elegido la ropa que ella usaría allí. Rukia sabía que la reina lo hacía porque el verano en Vayalat solía ser caluroso y porque aún recordaba que Rukia solía usar ropa vieja y cómoda con demasiada frecuencia en el pasado.
"Tienes que lucir bien, eres una princesa y eres la esposa de un príncipe, representas al reino de Avanta. Hablarán de ti, frente a ti y a tus espaldas. Te evaluarán y te pondrán a prueba. Llevas puesto el anillo generacional de mi familia, el que solo pasa de reina en reina, se suponía que Kirio sería la próxima portadora, pero ya no. Ten cuidado con ella, es obvio que no le gustas. No la provoques, no discutas con ella... pero sobre todo, no dejes que ella te quite el anillo. Ese anillo, por alguna razón que no me puedo explicar, se comunica contigo así que es tuyo." La reina Masaki casi tuvo un ataque de pánico cuando tuvo esa conversación con Rukia, y Rukia también.
Ella era una simple humana a punto de entrar en lo que era verdaderamente la guarida de un lobo. Todos en esa familia podían usar ese tipo de magia, por lo tanto, todos en esa familia podían matarla mientras dormía enviando una araña de sombra. Rukia sintió un escalofrío en la espalda ante esa conclusión, porque Ichigo no sería capaz de protegerla en este lugar.
El carruaje salió de la ciudad y el paisaje se volvió verde, Rukia dejó de mirar por la ventana y volvió a mirar su anillo. El anillo estaba despierto pero Ichigo no estaba usando el ankh, el anillo solo estaba despierto como esas veces cuando se comunicaba con ella a través de los sueños.
Rukia lo acarició por un momento, sabía la sensación que le estaba dando su anillo en ese momento, y sabía lo que tenía que hacer, pero no quería cortarse el dedo. Miró a Ichigo, que estaba mirando por la ventana, y se acomodó junto a él, apoyando la cabeza en su brazo por un segundo antes de que Ichigo la abrazara y le diera un beso en la frente.
— ¿Qué sucede, mi amor? — Preguntó con curiosidad. Solo estaban ellos en ese carruaje, por lo que podían hablar libremente sobre lo que quisieran. — ¿Es por el anillo?
Rukia asintió y se escondió contra el pecho de Ichigo, sintiendo ese aroma a cítricos y madera que él siempre tenía y que a ella le gustaba respirar. Ichigo tomó su mano y le dio un pequeño beso, acariciando su anillo y quitándoselo con mucha delicadeza para ponérselo él.
— ¿Mejor? — Preguntó haciendo que Rukia recostara su cabeza en su regazo, acariciando suavemente su cabello. — ¿Estás nerviosa por lo que te puedan decir sobre este anillo? Si hubiera sabido que te iba a afectar de esta manera, no te lo hubiera dado. Se suponía que debido a que no tienes la sangre de Vayalat, solo sería un anillo más. Es mi culpa que tengas esos sueños.
Rukia se estiró para acariciar suavemente el rostro de Ichigo.
— No le tengo miedo al anillo... no mucho, en realidad. — Confesó Rukia con una leve sonrisa. — Es un poco raro, pero no me asusta. Tengo curiosidad por saber por qué sucede esto. Quizás soy descendiente de una hija perdida de Vayalat y es por eso que tengo este tipo de poder en mí. — Rukia bromeó un poco e Ichigo sonrió levemente sacudiendo la cabeza antes de darle un pequeño beso. — Además, es mi anillo y me lo quedo. Ahora déjame dormir, tengo sueño y es tu culpa.
Ichigo rió un poco y le robó otro beso haciendo que Rukia se sonrojara.
— ¿Quién no me dejaba salir de entre sus piernas en la mañana? ¿Eh? ¿Eh? — preguntó Ichigo haciéndole cosquillas a Rukia.
— No te vi negándote a quedarte ahí, mi amor. — respondió Rukia entre risas.
Ichigo le dio un besito más y dejó de hacerle cosquillas. Rukia se acomodó en el regazo de Ichigo y volvió a inhalar ese aroma que emanaba de él, pues allí se sentía cómoda, feliz y protegida.
— Descansa mi amor, velaré por tu sueño. — susurró Ichigo y Rukia se sintió tan feliz que sin duda se quedó dormida allí.
N/A: Holi a todos los que están leyendo esta historia.
Esta historia la subí originalmente como una "precuela" de El Ruiseñor, pero con el paso del tiempo me di cuenta de que, aunque comparten el universo y los eventos en algún punto compartirán similitud, la forma de llegar a ellos cambió. Por eso tomé la decisión de subir "La Dama del Bosque", que es en sí, la historia de El Ruiseñor llenando los vacíos argumentales de la trama. Lo que pretendía hacer con esta historia pero que no logré.
Esta historia [Los Ojos del Ruiseñor] está enfocada al romance. La historia de La Dama del Bosque está enfocada en la venganza.
Solo puedo decirles que espero las disfruten.
Adiosito.
Kaede Hiwatari Blueriver: La información, ni siquiera sé de donde la saco jeje pero me alegro que te guste :D
usaguichan23: Espero que te siga gustando :D
