Los Ojos del Ruiseñor
Capítulo 69: Preludio 2
Verano — x493 / 18 de julio
Rukia estaba sentada en la cama de esa habitación, viendo a Ichigo lavarse la cara con el agua que Tatsuki les llevó, y pensando en cómo decirle que Yoruichi la golpeó después de una discusión entre ambas. El mejor momento para hablar con él era ese porque Ichigo no podía invocar el don hasta que comiera y se recuperara, y eso tomaría al menos un par de horas; sin embargo, Rukia todavía tenía un poco de miedo por la reacción que pudiera tener él cuando le contara todo lo que pasó mientras estaba inconsciente.
Ella sabía cómo reaccionaba Ichigo cada vez que alguien la atacaba, y no iba a negar que le gustaba la forma de actuar de Ichigo, pero en ese momento no era prudente que él actuara de esa manera porque ya tenían bastantes cosas en qué pensar.
El tío Kisuke tenía razón, lo que pasó ya no incluía solo a Ichigo y Yoruichi, o a Ichigo y Yushiru, incluía tres reinos y la posibilidad de un ataque era bastante probable. Vayalat estaba a salvo gracias a la alianza que firmaron y que evita agresiones entre Gardelia y Vayalat, pero Avanta era un tema aparte. Ichigo es el príncipe de Avanta, el comandante del reino, y le había dado una paliza a un jodido rey.
Yushiru parecía el tipo de hombre que con una sola palabra podría ordenar un ataque a Avanta por el golpe que Ichigo le había dado, y justificarlo con cualquier tontería.
La sola idea de ver a Ichigo tener que ponerse la armadura e ir a la guerra la aterrorizaba. Rukia sabía que Ichigo era un hombre de guerra, la había vivido y la había sobrevivido; él podía usar el don para luchar y ella no tenía dudas de que él siempre regresaría con la victoria, pero la idea de ese futuro la asustaba demasiado.
— Ok, mi Luna… dime qué pasa. — preguntó Ichigo después de limpiarse la cara y sentarse a su lado. Rukia dejó de pensar en esas posibilidades y levantó la mirada para verlo mejor. — Porque el hecho de que estemos aquí y no en la casa de la playa esperando el almuerzo me hace pensar en muchas cosas. ¿A quién estamos esperando?
Rukia sonrió nerviosa y se quitó los zapatos para poder poner los pies sobre la cama. Ichigo la miró esperando una explicación y Rukia sabía que tenía que dársela porque él la necesitaba y la merecía.
— Estamos esperando al tío Kisuke. — respondió Rukia mientras Ichigo se sentaba frente a ella en la misma posición que usarían para meditar. Estaba descalzo pero la ropa que vestía era ropa limpia, Rukia se había encargado de eso. — Mi Sol, prométeme que no te enfadarás.
— La última vez que dijiste esa frase fue porque pensabas que estabas embarazada. — Ichigo le recordó con una ceja levantada.
Rukia rió nerviosamente pero negó con la cabeza. Estar embarazada en este momento sería la menor de todas las preocupaciones, pues ambos tenían un plan para cuando eso pasara; aunque esperaban que eso no sucediera y no necesitaran usar ese plan.
— No estoy embarazada, pero si lo hubiera estado, ya lo habría perdido. — Rukia miró hacia otro lado mientras decía eso, jugando con sus manos que comenzaban a sudar nuevamente, pero teniendo cuidado con su muñeca derecha, que debería estar vendada e inmóvil, pero que no lo estaba.
Los golpes que le dio Yoruichi fueron tantos y tan dolorosos, que si la familia de Ichigo no tuviera ese tipo de magia, ella todavía estaría en la habitación del doctor bajo observación y posiblemente inconsciente. Rukia maldijo a Yoruichi una vez más.
Rukia agradeció a la Sombra por ese don, aunque había cosas que no podía curar, como su muñeca adolorida. Ella prefirió no taparlo mientras estaba con él porque si Ichigo se despertaba y veía esa venda, lo primero que preguntaría sería "¿quién te lastimó?", y el caos se desataría nuevamente.
— Mi Luna, no juegues con eso. — El tono de voz de Ichigo sonaba bastante serio pero Rukia sonrió nerviosa. Ambos habían sufrido por esa "posibilidad" en el pasado y no era algo para bromear en este momento, aunque ella no lo había dicho de esa manera. — Ahora, deja de desviar el tema. ¿Qué tan serio es el problema en el que nos metimos?
Esa última pregunta ya no estaba impregnada de esa seriedad, sino de preocupación, y fue acompañada de una suave caricia que Ichigo depositó en su rostro. Rukia miró a Ichigo por un momento y sonrió antes de tomar su mano y besar su palma mientras mentalmente agradecía a las Deidades; porque fue a ellas a quienes rezó en el pasado para poder estar con alguien como él.
También agradeció a la Sombra, porque gracias a ella, podría vivir una eternidad al lado de Ichigo.
Rukia respiró hondo antes de sostenerle las manos, tal como él lo hacía cuando quería que ella escuchara, pero ella solo usó su mano izquierda. Su muñeca había comenzado a doler por haber hecho muchos movimientos en tan poco tiempo.
— Solo prométeme que no te molestarás hasta que termine de hablar.
Ichigo la miró por un momento, completamente serio, hasta que asintió levemente. Fue en ese momento que Rukia habló.
Ella le contó todo, con cada asqueroso detalle que había logrado registrar con todos sus sentidos, desde el golpe del rey de Gardelia hasta la pelea que tuvo con Yoruichi.
Ichigo era la única persona a la que no le ocultaba nada, es su cómplice, su socio en el crimen y su confidente; realmente solo se tenían el uno al otro porque incluso si confiaran en más personas, solo ellos serían responsables de su propio futuro.
Ichigo solo la escuchó en silencio, como ella le había pedido, pero Rukia podía decir por la forma en que Ichigo le sostenía las manos y la obvia expresión de enojo en su rostro, que no estaba feliz en absoluto; sobre todo al enterarse de la pelea con Yoruichi y todo lo que le había dicho la princesa de Gardelia.
Rukia podía ver la furia en sus ojos, podía ver la intención asesina arremolinándose dentro de él, y podía sentir, al igual que cuando sintió su enojo antes de la pelea con el tío Kisuke, cómo la furia de Ichigo se apoderaba de ella como un maremoto. Era un sentimiento abrumador nacido de la luna grabada en su piel, haciéndole saber que Ichigo en realidad se estaba absteniendo de levantarse de la cama y salir de la habitación para ir en busca de Yoruichi.
— Fue la reina Aiko quien detuvo la pelea, aunque yo me desmayé y no supe más hasta que desperté en la habitación del médico de la reina. — Rukia continuó con cautela y sin soltarle la mano. — Tenía golpes y rasguños en los brazos, y me dolía el cuerpo y la cabeza, pero el médico de la reina me dio algo de beber y me volví a dormir. Cuando volví a despertar, ya no tenía heridas, pero todavía me dolía un poco el cuerpo y tenía la muñeca derecha vendada. — Levantó el brazo derecho para que él pudiera ver lo que decía. — El médico de la reina dice que debo haberme apoyado en él cuando me caí y se dobló mucho, pero se curará pronto. Se supone que debo vendarlo, pero no quería que fuera lo primero que notaras cuando te despertaras y te enojaras.
Ichigo, quien aún estaba molesto y quien tenía esa mirada que prometía que Yoruichi iba a pagar por atacar a Rukia, tomó la muñeca de su esposa con una delicadeza inusual, como si estuviera tocando algo demasiado frágil, y le dio un beso en la piel donde había una pequeña hinchazón. Rukia contuvo la respiración en ese momento, y luego Ichigo se levantó de la cama en completo silencio.
— ¡Ichigo, espera! ¿A dónde vas? — Rukia se levantó rápidamente de la cama para agarrarlo del brazo y detenerlo antes de que abriera la puerta.
Ichigo estaba realmente enojado.
— Le advertí que no se metiera contigo pero no me escuchó. ¡Estoy harto de todo esto! — Ichigo tomó suavemente su mano para que ella lo soltara, pero toda la ira estaba ahí, hirviendo dentro de él. — Ahora me va a escuchar, me va a escuchar de verdad, y luego voy a…
— ¡No! No vayas, ella no está aquí. No he terminado de contarte lo que pasó. Vuelve a la cama conmigo, mi Sol.
Ichigo la miró en silencio por un momento, y Rukia sintió que su alma se relajaba cuando Ichigo accedió a volver a la cama con ella. Ambos se sentaron en la misma posición que tenían antes, e Ichigo tomó su mano derecha y comenzó a acariciar suavemente su muñeca lastimada; era como si le estuviera dando un masaje que se sentía demasiado bien y aliviaba el poco dolor que sentía en ese momento.
— Para cuando pude salir de las habitaciones del médico, ya estaba oscuro y no me permitieron volver a esta habitación contigo, me enviaron de vuelta a la casa de la playa y asignaron a una Sombra para cuidar de mí. Tardaron mucho en curar las heridas y lo que me dieron para aliviar el dolor me mantuvo dormida. — Rukia continuó narrando mientras Ichigo aliviaba el dolor en su muñeca con ese suave toque. — Al día siguiente pasé toda la mañana contigo, traté de leer un poco y traté de organizar lo que debíamos hacer para la celebración con Orihime y Ulquiorra, pero mi mente no estaba enfocada en nada. Lo único en lo que podía pensar era en lo que iba a pasar. El tío Kisuke vino por la tarde, jugando con su abanico y con su buen humor habitual, y hablamos del anillo.
— ¿Le dijiste que el anillo es falso?
Rukia se dio cuenta de que, a pesar de que la voz de Ichigo parecía relajada y tranquila, incluso curiosa, aún podía sentir esa sensación de ira emanando de la luna en su propia piel. Quizás era porque se había tragado el anillo y ahora la magia era parte de ella, es que podía sentirlo más claramente; incluso estaba sorprendida de lo bien que se controlaba Ichigo. Rukia envidió ese autocontrol y se dijo a sí misma que debía ser tan buena como él.
— Lo hice. En la noche de la pelea, después de la plática con el rey Yhwach, fue el tío Kisuke quien me acompañó de regreso a la casa de la playa, y creo que es bastante observador porque supo de inmediato que estaba escondiendo cosas y que no había dicho algunas cosas sobre el golpe que me dio el rey Yushiru. — Comentó esto último con una pequeña risita nerviosa.
Ichigo sonrió ante esas palabras.
Rukia pensó que Ichigo se enfadaría porque le había dicho al tío Kisuke sobre el anillo, pero no lo hizo, y eso la desconcertó un poco; además de notar que el sentimiento de ira se desvanecía lentamente.
— ¿Tienes las vendas que necesitas para tu muñeca? — Preguntó Ichigo al final de ese masaje. Rukia asintió y las sacó del bolsillo oculto que tenía en la falda de su vestido. Mentalmente le agradeció a la Reina Masaki que todos sus vestidos tuvieran esa peculiaridad, porque realmente le eran útiles.
En silencio, Ichigo comenzó a vendarle cuidadosamente la muñeca, tratando de no aplicar demasiada presión pero manteniendo el vendaje firme, y no se detuvo hasta que hizo un pequeño nudo para asegurar el vendaje. Rukia notó que era incluso más cómodo que el vendaje que el médico de la reina le había hecho.
Ichigo realmente sabía cómo tratar heridas sin tener que usar magia.
— Mi tío tiene un gran instinto para las cosas… y tiene un gato enorme que le espía, así que o lo intuye o el gato se lo dice. — explicó Ichigo mientras Rukia movía ligeramente los dedos y apoyaba la mano en su propio regazo.
— ¿Un gato como Kholtan? — preguntó Rukia con curiosidad porque ese tipo de conexión era realmente mágica para ella. Ichigo asintió de nuevo. — ¿No te molesta que se lo dijera? Sobre el anillo.
Ichigo negó con la cabeza ligeramente, haciendo un ruido con la garganta.
— Estaba pensando en que le hablemos de ese anillo, el tío Kisuke sabe muchas cosas y tal vez nos pueda ayudar, pero me ganaste y está bien. ¿Qué te dijo sobre el anillo?
— Dijo lo mismo que tú. Nadie lo había hecho antes, pero había que tener cuidado. Dijo que me enseñes lo que sabes y que entrene contigo, también dijo que me daría unos apuntes para leer y estudiar, y me dijo que le dijera esto a la reina Masaki, para que ella también me instruyera. — Rukia hizo una pausa lenta. — También me dijo que debía tener cuidado de no pasar por lo mismo que tú pasaste el día de la fiesta. ¿Es así como te ves cuando pierdes el control?
Esta vez fue el turno de Ichigo de reír nerviosamente.
— La verdad… — Rukia se dio cuenta de que, el enfado que sentía Ichigo por lo sucedido con Yoruichi, se había calmado. También sabía que ese sentimiento seguía ahí, debajo de ese nerviosismo. — Es que el don realmente no me controló como la primera vez en esa celda. ¿Recuerdas que te dije que era una sensación de poder que quería volver a sentir? — Rukia asintió. — Bueno, lo he estado entrenando. Sería hacer trampa o algo así, pero en lugar de aprender a dominar las sombras una por una, me salté todo hasta intentar dominar el ankh. No sé cómo explicarlo.
Ichigo se rascó la cabeza con una sonrisa nerviosa.
— ¿Me estás diciendo que los engañaste a todos? — Rukia lo miró con los ojos entrecerrados esperando una respuesta. — ¿El tío Kisuke te noqueó durante días cuando no era necesario?
— Técnicamente no les mentí. – Ichigo comenzó a levantarse lentamente de la cama, como si se estuviera preparando para huir. Rukia lo miró con suspicacia, comenzando a moverse con él. — Ellos asumieron que el don me controlaba como aquella primera vez y no los he sacado de ese error. Después de matar al rey de Gardelia, yo habría vuelto a la normalidad y luego habría estado dormido durante días. — Ichigo se alejó con cautela de la cama, solo para estar seguro. — Estuve inconsciente por días porque abusé del don, no porque el tío Kisuke me golpeó.
— Mi Sol… — siseó Rukia, esperando una explicación más detallada de esa situación, más por curiosidad que por enfado, pero era divertido ver a Ichigo así de nervioso y no se iba a perder de jugar un rato con él. — ¿Por qué te alejas de mí?
Rukia se levantó de la cama y lentamente comenzó a caminar hacia Ichigo, quien comenzaba a caminar hacia atrás, como si tuviera miedo de su propia esposa, y levantó las manos casi en modo de defensa.
— Mi Luna… Realmente no sabía si funcionaría. — Ichigo comenzó a hablar de una manera algo rápida, como si quisiera evitar que Rukia se enojara. Rukia sonrió internamente ante eso, aunque todavía tenía una expresión seria solo por el placer de poner a Ichigo más nervioso. — Puedes imaginar que el ankh es como una "cosa" que vive dentro de ti y que al mismo tiempo es parte de ti. Puedes... puedes usarlo a voluntad... pero primero tienes que... tienes que entrenarlo... como cuando un niño aprende a hablar...
Ichigo tartamudeó al hablar y se alejó de ella lentamente, mirando hacia atrás para no chocar con nada, pero Rukia solo lo miraba con esa expresión que decía "¿y qué más?" mientras caminaba hacia él, hasta que en un momento Ichigo chocó contra la cama, otra vez. Ambos habían caminado alrededor de la cama e Ichigo terminó sentándose en ella, mirando con miedo a Rukia, quien en algún momento había comenzado a sonreír como si lo hubiera atrapado.
— Mi Luna... no te enojes...
— No estoy enojada… — susurró Rukia sin parar hasta quedar frente a él.
Rukia levantó su pequeña mano e Ichigo la siguió con sus ojos, los cuales estaban llenos de miedo, y se congeló cuando ella lo tocó. Sabía por qué Ichigo la miraba así, después de todo, en un momento de ira y celos, ella lo había lastimado.
Tal vez era cruel jugar con él de esa manera, pero al mismo tiempo le parecía un poco divertido castigarlo así por no contarle ese pequeño detalle.
Ichigo dejó de ver la mano de Rukia en su hombro y levantó la vista con una sonrisa que le hizo temblar las piernas. Fue en ese momento que Rukia se dio cuenta de que ella no había acorralado a Ichigo, sino que Ichigo la había llevado a una trampa usándose a sí mismo como cebo. Rukia intentó dar un paso atrás, pero Ichigo la agarró por la cintura y, en un movimiento demasiado rápido, Rukia terminó acostada en la cama con Ichigo encima de ella, con las manos apoyadas a los lados de su cabeza y sus piernas atrapando las de ella para que no pudiera escapar.
— Aún tienes mucho que aprender, mi Luna.
Ichigo le susurró antes de darle un pequeño beso en los labios, sin moverse de esa posición. Rukia solo lo miró, tratando de entender cómo Ichigo la había tomado con la guardia baja, pero no hizo nada para levantarse. Le gustaba esa posición, era cómoda e Ichigo se veía muy bien con esa expresión divertida.
— Como decía mi Luna, pasé esa parte hace muchos años, controlo mis emociones y puedo usar el don a voluntad en mi piel y en objetos inanimados... como cuando hago que se apaguen las antorchas y las velas. Cada cosa se entrena por separado, cuanto más te sincronizas con el ankh dentro de ti, más cosas puedes hacer y dominar. Es un proceso lento de hecho.
Rukia sintió que necesitaba un cuaderno para anotar lo que Ichigo le estaba explicando en ese momento, porque le sería útil más adelante, y porque mirarlo así le hacía pensar en otras cosas que no tenían nada que ver con aprender a dominar el don.
— Y… ¿Cómo es que haces trampa? — Rukia se acomodó mejor, e Ichigo hizo con ella cuando sintió como quería liberar una de sus piernas de esa prisión. Rukia se sintió cómoda flexionando un poco su pierna y solo por el placer de jugar un poco más, la enredó con la de Ichigo.
Ichigo sonrió y eso hizo estremecer a Rukia. La sonrisa de Ichigo, la que solo le daba a ella, era demasiado para su corazón que latía incontrolablemente cada vez que él sonreía así.
— Cuando entreno o medito, dentro de mi mente visualizo un corredor con muchas puertas, y al final hay una puerta que es realmente grande y pesada. — Ichigo sostuvo suavemente la pierna de Rukia, acariciando suavemente la piel mientras explicaba esa parte. — La primera es una puerta que está siempre abierta, es la que hace fluir el don con naturalidad, como la respirar o escuchar; lo que es parte de nosotros sin tener que entrenarlo. Cuanto más entreno, más puertas abro y estas permanecen abiertas porque es algo que aprendí a controlar.
Rukia imaginó lo que decía Ichigo, pero al mismo tiempo dejó de pensar en ello solo para tratar de controlar su corazón, que parecía que se le iba a salir del pecho si Ichigo no dejaba de tocarla y mirarla de esa manera.
— Todavía hay muchas puertas que no he abierto porque todavía no las he entrenado, pero durante un tiempo, cuando volví de la guerra, intenté abrir la puerta más grande y que evita que el ankh se salga de control. En mi mente, la noche del ataque a la playa, esa puerta se abrió y abrió todas las demás.
— ¿Y lo abriste cuando estabas entrenando? — La pregunta de Rukia salió en un susurro que era casi un jadeo e Ichigo sonrió antes de colocar un suave beso en su hombro y susurrarle al oído.
— Sí, lo hice… pero inmediatamente lo cerré.
El tono de voz de Ichigo cuando dijo eso le pareció demasiado sensual a Rukia, y la hizo contener la respiración por un momento. Ichigo volvió a besar su cuello antes de volver a mirarla a la cara y continuar con la explicación.
— Es como abrir algo donde hay mucha presión, algo que jala desde adentro para mantener la puerta abierta mientras yo jalo desde afuera para mantenerla cerrada. Lo abro y lo mantengo abierto solo un par de centímetros, dejando que un poco del don fluya y me controle para poder abrir algunas de las puertas que permanecen cerradas. La noche del baile lo hice, la abrí un poco más porque estaba enojado, y le tiré dos sombras diferentes al rey de Gardelia.
— Espera… ¿dos? — Rukia interrumpió la historia, que era más una clase privada verdaderamente valiosa que una historia, y olvidó por completo el deseo que Ichigo despertaba en ella con solo esos simples toques. — Pero sólo detuvieron una. Nadie vio la otra sombra.
Ichigo sonrió con la sonrisa victoriosa que solía emocionar demasiado a Rukia, y ella contuvo la respiración cuando Ichigo se inclinó lo suficiente para rozar sus labios mientras hablaba.
— Esa era la intención, quería que todos vieran la sombra más grande e ignoraran a la más pequeña. — Ichigo se alejó un poco de Rukia, sin perder esa sonrisa en su rostro, y ella descubrió que había estado esperando un beso. — Mi reina pidió la cabeza del rey de Gardelia, y mi reina tendrá la cabeza del rey de Gardelia.
La forma en que Ichigo se refirió a ella como "su reina" la hizo estremecerse, y la piel de Rukia se erizó en ese momento; su corazón latía aceleradamente, y dentro de su pecho sentía una felicidad, un triunfo y una emoción indescriptibles. Si alguien le hubiera dicho hace dos años que estaría encantada de que la llamaran "reina", no lo hubiera creído.
Rukia movió su otra pierna y la liberó, hizo que Ichigo quedara atrapado entre sus piernas en ese momento, y él le dio un suave beso en el hombro que le hizo sentir calor. Ichigo ni siquiera lo estaba intentando, pero Rukia estaba a punto de decir "sí" a lo que él quisiera en ese momento. Odiaba ser tan débil frente a su esposo.
Ichigo agarró su pierna y se acomodaron de nuevo, haciéndola sentarse sobre él por un momento antes de agarrar su rostro para poder besarla. Rukia no se resistió y cedió al beso que en ese momento era tan dulce y cálido para ella. Fue solo eso, un beso muy dulce.
— ¿Le pusiste una araña? — Rukia rozó los labios de Ichigo con los suyos mientras hacía esa pregunta.
— No, la araña mata lentamente. — Ichigo buscó los labios de Rukia para volver a besarla después de esa frase. Rukia se alejó de él después de ese beso y lo miró mientras él explicaba. — La araña te enferma y luego mueres lentamente, como el padre y el hermano pequeño de Senna. No existe una cura humana para el veneno de la araña de las sombras. Con nosotros es imposible que funcione porque somos parte de la Sombra y no nos puede hacer daño, aunque sería muy doloroso y nos enfermaría por un día o dos, pero no morimos por mucho que haya intención asesina en esa invocación. Ni en ese tipo de invocación ni en ninguna otra que incluya un animal ponzoñoso.
Rukia se quedó en silencio por un momento, recordando cuando la reina Masaki le había dicho que habría un nuevo señor en Neikel, así como las cartas de Ichigo mencionando la muerte del hermano menor y el padre de Senna una vez que Senna se había casado con Lord Yushima. Ese niño era una víctima inocente y todavía se sentía molesta por eso, pero también era consciente de que cosas así sucedían, y que eran cosas que ella tendría que hacer si algún día se requería.
Además, su padre y su hermano no tenían exactamente las manos limpias, nunca hablarían de eso, pero ser el consejero de paz no era más que ser un asesino. Familias enteras habían desaparecido por orden del rey, príncipes traidores habían sido asesinados por orden del rey, y un Kuchiki había sido el responsable de ejecutar esos asesinatos. Todo por el bien de la paz en el reino.
— Pero estabas pensando en ponerle una araña a Nelliel, incluso le pusiste una a la princesa de Gardelia. — Rukia le recordó un momento después.
— No las iba a matar, una vez que las arañas hubieran cumplido su cometido de hacerlas sufrir, las habría curado. — Rukia parecía querer decir algo, pero Ichigo habló antes que ella. — Se llama: técnicas de tortura. No es solo aprender a convocar a la araña, hay que aprender a controlar todo lo relacionado con ella. Maté varios animales por no saber controlarla al principio y algún que otro vendedor usurero en el mercado. En mi defensa diré que esos vendedores se lo merecían.
Rukia ni siquiera se sorprendió por eso último y en su lugar se concentró en lo que importaba en ese momento.
— ¿Y qué le enviaste al rey? — Preguntó con curiosidad y con esa emoción de saber que el hombre que la había golpeado y enviado ese vino envenenado a Ichigo moriría. Yoruichi nunca debería haber involucrado a su hermano, porque realmente no sabía con quién se estaba metiendo.
— Una sombra que le hará suplicar morir. — Ichigo parecía muy complacido consigo mismo. — Posiblemente antes de que finalice el año haya un nuevo rey en Gardelia, si aún queda alguien vivo en la línea de sucesión y no hay una guerra civil. Pero no hablemos de ellos, que me enojo de nuevo y tengo una vista demasiado bonita desde aquí para estar enojado. Mejor cuéntame, ¿qué más te dijo el tío Kisuke?
Rukia sonrió ante el comentario y se sonrojó de nuevo mientras apartaba la mirada un poco. Ichigo en realidad la estaba seduciendo sin siquiera intentarlo, y eso no era justo.
— Me dijo algunas cosas más, pero él quiere decírtelas personalmente, así que solo tenemos que esperar a que llegue.
— Perfecto, así tengo tiempo para besar a mi esposa, que tengo que recuperar estos tres días que estuve inconsciente.
Rukia se quejó dándole un pequeño golpe en el pecho, pero en realidad no era una queja, e Ichigo se levantó un poco solo para alcanzarla y besarla. Rukia no iba a negar que ella también necesitaba los besos de Ichigo.
—
Kisuke estaba parado afuera de la habitación de Ichigo, su abanico en una mano, una carpeta de cuero en la otra y una oreja pegada a la puerta, tratando de escuchar algo. Junto a él estaba Tatsuki, con una bandeja de comida, y detrás de ella estaba otra sirvienta, con una jarra de vino, una jarra de agua y vasos limpios.
— No hay ruido ahí dentro. ¿Estás segura de que mi querido sobrino se despertó? — Kisuke volteó a mirar a Tatsuki, quien parecía un poco nerviosa pero que no levantó la vista por respeto al hombre.
— Si su Alteza. El príncipe se despertó hace poco tiempo, la princesa Rukia me pidió comida y un poco de agua para que él se lave la cara. — explicó Tatsuki tratando de controlar los nervios en su voz. — Traje el agua antes... pero no creo que...
— ¡Maravilloso! Así puedo hablar con ellos. — Kisuke la interrumpió porque la niña había comenzado a balbucear. Abrió la puerta y entró ruidosamente en la habitación. — ¡Buenos días mi querido sobrino y sobrina!
El silencio en esa habitación fue eterno aunque solo duró un segundo.
Kisuke dirigió su atención a la cama y encontró a Ichigo sentado en ella, con Rukia sentada encima de él, ambos con expresiones asustadas y sus ropas ligeramente desacomodadas. Rukia inmediatamente se alejó de Ichigo y se escondió detrás de una mampara de madera e Ichigo le arrojó una almohada a Kisuke, quien estaba cubriendo la mitad de su rostro con su abanico y no tuvo problemas para esquivar esa almohada.
— ¡No entres en las habitaciones de las personas sin previo aviso! — Gritó Ichigo con la cara roja por haber sido descubierto así.
— Estuviste inconsciente durante tres días, y cuando te despiertas tienes energía para... esto. ¡Definitivamente eres un prodigio, querido sobrino! — Kisuke comenzó a reír, cubierto por su abanico como una sabandija.
Eso explicaba por qué había tanto silencio en la habitación, sus bocas estaban ocupadas; por suerte solo fueron besos y no otra cosa. A Kisuke le parecía divertido encontrarlos así, besándose como si fueran una pareja de amantes, y eso le hizo recordar los viejos tiempos, cuando él mismo era joven e irreverente, y su padre lo descubrió haciendo lo mismo que ellos, pero con esa chica.
— Pensé que ustedes dos estaban dormidos, pero eso no importa. ¿Mi querida sobrina ya habló contigo? — Preguntó Kisuke antes de hacer pasar a las sirvientas para servir la comida. Rukia todavía estaba detrás de la mampara de madera e Ichigo estaba abrochándose la camisa que casi había perdido.
— Sí, ya me dijo algo. — Ichigo no parecía feliz y eso era de esperar.
— Está bien, comamos primero.
Rukia salió de su escondite un momento después, con un bonito rubor en sus mejillas, y le ofreció a Kisuke una disculpa por cómo los había encontrado. Kisuke solo cubrió su rostro con su abanico, miró a Ichigo, quien esta vez no podía salir corriendo como lo había hecho la última vez en el pasillo, y les indicó que se sentaran a la mesa para que pudieran comer.
Kisuke se dedicó a observarlos mientras comían, especialmente a Rukia, y pudo ver la mano de su amada hermanita sobre ella; la forma en que hablaba y la forma en que se comportaba era algo que definitivamente Rukia había aprendido de Masaki. Sin embargo, la reunión con el rey y la reina hizo que Kisuke notara una peculiaridad en la chica que definitivamente no había aprendido de Masaki.
Rukia era una persona calculadora y pensaba a futuro, tal vez no había perfeccionado esa habilidad, pero definitivamente lo era, y parecía que había estado practicando con la gente antes porque decidir no lastimar a la princesa de Gardelia después de recibir un golpe, cuando perfectamente podía lastimar a Yoruichi, le dijo a Kisuke que Rukia pretendía hacer algo con ese golpe.
Mientras comían, Kisuke estudió detenidamente la forma en que se comportaban, la forma en que respondían a algunas preguntas que le hacía sobre una cosa u otra, sin tocar el tema que lo había llevado hasta allí, y notó que ellos ejercían cierta influencia el uno con el otro. Notó que Rukia había adoptado algunos de los movimientos de manos que hacía Ichigo a la hora de comer, al igual que Ichigo parecía hacer algo similar; eran cosas muy simples que pasarían desapercibidas para cualquiera, incluso para ellos mismos si no les prestaban la suficiente atención, pero Kisuke se dio cuenta porque siempre había estado pendiente de Ichigo desde que su querido sobrino era pequeño.
O tal vez es solo amor y lo que estaban haciendo era la forma en que se complementaban por eso.
Kisuke sabía que en nombre del amor se hacían cosas verdaderamente terribles. Hubo guerras y matanzas que empezaron por amor. Ese sentimiento era peligroso y debía ser respetado y reverenciado.
— Después de la pelea entre mi querida sobrina y la princesa de Gardelia, el rey Yhwach y el rey Yushiru se encerraron en la oficina privada del rey. — comentó Kisuke luego de poner la copa de vino sobre la mesa, llamando la atención de Ichigo y Rukia, quienes parecían ansiosos por esta charla. — Hablaron toda la tarde, el Rey Yushiru no admitió haber enviado el vino y afirmó que era una falta de respeto dudar de él. Tampoco admitió haber golpeado a mi querida sobrina.
— ¡Maldita sea! — Ichigo golpeó la mesa con el puño, sacudiendo levemente lo que había sobre ella.
— Mi Sol… por favor…
Rukia tomó la mano de Ichigo sobre la mesa y Kisuke inmediatamente notó que Rukia calmó a Ichigo con un solo toque. Incluso Ichigo se disculpó y tomó la mano de Rukia antes de besarla cortésmente.
Eso fue... inusual.
— Lo que no pudo negar fue que su hermana golpeó a mi querida sobrina, y eso fue porque la reina fue testigo de esa pelea y fue ella quien la detuvo. — Kisuke abrió la carpeta de cuero que llevaba consigo y les permitió ver el contenido mientras hablaba. — Cuando llamaron a la princesa de Gardelia para explicar sus acciones, dijo que mi querida sobrina la provocó.
Siendo una reunión oficial por una cuestión de agresión, había un escribano dentro de esa oficina, y todo lo que se decía y hacía en esa sala quedaba registrado en un papel. El gato de Kisuke también estaba ahí, espiando todo. Kisuke solo les mostró una copia de lo que Yoruichi había dicho para defenderse.
— La princesa de Gardelia aclaró que ella no provocó la agresión, sino que se defendió de la agresión de Rukia. Agregó, con una expresión triste y dolida, que estaba caminando por un pasillo cuando Rukia se le acercó y la insultó de muchas maneras diferentes, también dijo que Rukia le dio un puñetazo en la cara.
Kisuke pudo ver cómo la ira se reflejaba en las expresiones de Ichigo y Rukia mientras ambos leían el contenido de ese papel y escuchaban lo que decía. Ichigo estaba luchando contra el impulso de hacer algo y Rukia simplemente dejó la carpeta sobre la mesa y apretó los puños con fuerza hasta que un gemido escapó de su boca y se agarró la muñeca herida.
Eso inmediatamente cambió el estado de ánimo de Ichigo, pasando de enojado a preocupado en segundos, solo para comprobar que Rukia estaba bien. Kisuke confirmó en ese momento que si algo malo le pasaba a Rukia, Ichigo realmente iba a perder la cabeza, y lo que pasó en la fiesta fue solo una muestra de lo que él podía hacer.
Rukia se había convertido en la debilidad de Ichigo.
— No puedo creer que haya dicho eso. — añadió Rukia después de asegurarle a Ichigo que estaba bien. — ¡Esa mujer es odiosa! Ella fue la que me atacó, ella fue la que me buscó... ¡es su culpa que mi muñeca esté lastimada!
Rukia levantó la mano para señalar el hecho obvio.
— Lamentablemente tu doncella fue la única testigo de lo sucedido antes de la llegada de la reina y aunque fue llamada a declarar, el rey Yushiru argumentó que no se podía confiar en ella porque tu doncella siempre hablaría bien de ti. — Eso era algo que todos sabían y era injusto.
— ¿Y por qué no llamaron a declarar a mi esposa para defenderse de esas acusaciones? — Ichigo estaba realmente molesto por toda la situación. — ¡Tenía derecho a defenderse!
— Porque mi querida sobrina estaba siendo atendida por el médico de la reina. Estaba dormida por la medicación para el dolor. — Kisuke explicó eso sin perder la seriedad en su rostro. Ichigo solo podía apretar los puños con ira y frustración, pero Rukia parecía estar pensando en algo. Kisuke casi podía ver los engranajes en la mente de Rukia girando para hacer algo. — Lamentablemente no pudimos hacer más. No podemos castigar a la familia real de otro reino sin provocar un conflicto que podría terminar en una guerra; no somos un imperio y ellos no están sujetos a nosotros. Además, firmamos una alianza con una cláusula de "no agresión". El problema es que ustedes dos pertenecen a otro reino, por lo que lo mejor que hicimos para tratar de evitar que Yushiru levantara la mano contra Avanta fue tomar todo como un ajuste de cuentas. Ichigo golpeó a Yushiru, pero Yoruichi golpeó a Rukia, por lo que la balanza se equilibró. Se fueron ayer por la mañana.
— Pero qué… ¿La balanza equilibrada? ¿Estás bromeando? — Ichigo no podía creer lo que decía su tío. — Ellos dos… esa pareja… ¡Agh!
— Es lo que es. — La voz de Kisuke se volvió realmente seria. — Fuiste criado para ser rey y sabes cómo se mueve el mundo, dime si habría otra forma de evitar un conflicto, porque es tu reino el que ahora está en peligro. — Kisuke esperó en silencio una respuesta de Ichigo, pero no llegó. Solo había frustración en los ojos de Ichigo. — El rey de Gardelia pudo haber mandado el vino, pero todo lo demás pasó porque tú no viniste a nosotros, así que esta resolución fue quizás la más conveniente, para todos. Y aun así, no todo es realmente tu culpa... fue mi querida Kirio quien orquestó todo, desde el principio ella...
Kisuke no terminó de decir esa frase. Admitir en voz alta que su esposa era la responsable no era agradable ni fácil, admitir que él tenía el poder de detener todo y no hacerlo, solo porque confiaba en su esposa, tampoco lo era.
— Lo supuse, pero no quería creerlo. — Ichigo se levantó de la mesa y les dio la espalda por un momento. Se llevó una mano a la cara como si estuviera tratando de calmarse o de ocultar un sentimiento y no emitió ningún sonido. Kirio había sido una madre para Ichigo y eso debió sentirse como una traición para él. — Ahora no sé qué pensar, ella es… era…
— Será castigada. El rey ha decidido su castigo por conspirar contra su propia sangre y causar discordia entre aliados. — Ichigo volteó a verlo, con sorpresa en su rostro porque no esperaba esas palabras, y caminó hacia la mesa pero no se volvió a sentar. — Siéntate querido sobrino, aún tenemos más que hablar.
—
Después de la charla con el tío Kisuke, regresaron a la casa de la playa en completo silencio. La mente de Ichigo estaba reuniendo todos los hechos y dando sentido a todo lo que había sucedido y a la forma en que había sucedido, y no le gustaba saber de qué su tía le había hecho todo eso.
Kirio había arruinado sus planes en ese pasado, y ella estaba tratando de arruinar su vida en ese presente solo porque sentía que tenía derecho a hacerlo. Ichigo nunca se hubiera atrevido a desconfiar o pensar mal de Kirio, mucho menos que ella tenía algo que ver con todo lo que pasó, y por eso es que esa verdad dolía tanto.
Rukia estuvo en silencio durante el camino de regreso a la casa de la playa, y cuando él trató de tomar su mano, ella lo detuvo. Ichigo no necesitaba un anillo mágico para saber que Rukia estaba enojada, ese sentimiento se notaba fácilmente en su rostro, en la forma en que sus cejas se juntaban y en la forma en que sus hermosos ojos brillaban con ira en estado puro. También porque el don se manifestó sin que ella pudiera controlarlo, revelando esa niebla negra en sus manos.
Ichigo se aseguró de que Rukia entrara a la casa de la playa e inmediatamente regresó al palacio en busca de su tía Kirio. Él necesitaba respuestas.
— Su alteza, me gustaría hablar con usted y espero que pueda atenderme. — Ichigo usó un tono formal al hablar con su tía, como si estuviera hablando con alguien que era un extraño para él.
En ese momento, su tía salía de una habitación y sonrió al verlo despierto, pero inmediatamente perdió la sonrisa ante ese tono de voz. Kirio asintió a su pedido después de un momento de silencio y le indicó que la siguiera. Ambos caminaron en silencio hasta llegar a un pequeño cuarto donde había muebles, cuadros, flores y jarrones que decoraban todo en tonos amarillos, marrones y dorados. Era una habitación hermosa, pero ninguno de los dos se detuvo a admirar las decoraciones.
Ichigo miró a su tía y sintió que ella era realmente una extraña para él. Cuanto más pensaba en las cosas, más caótica se volvía su mente y más sentía temblar el suelo con la inminente verdad de que el abismo se lo tragaría en cualquier momento.
— Querido sobrino… Supongo que mi querido Kisuke ya te ha explicado la situación. ¿Vienes a despedirte de mí? — Kirio no parecía feliz ni triste, parecía decepcionada.
Ichigo solo la miró en silencio, sin saber muy bien por dónde empezar pero con tantas dudas que necesitaban una respuesta, que las preguntas se arremolinaban en su garganta y le impedían hablar en ese momento. Fue un momento tenso para ambos hasta que Ichigo pudo encontrar las palabras correctas y el nudo en su garganta permitió que las palabras salieran.
— Su Alteza, vine porque tengo que hacerle una pregunta. — Ichigo habló con el mismo tono de voz, notando como la expresión decepcionada de su tía crecía. — ¿Por qué lo hizo? He estado pensando en ello y simplemente no puedo encontrar la respuesta. No entiendo. Explíqueme, su alteza, ¿por qué lo hizo?
El silencio después de esas palabras le pareció eterno a Ichigo. Su tía lo miraba como si acabara de decir algo realmente doloroso para ella, pero Ichigo no se compadeció de esa expresión; él necesitaba respuestas. Necesitaba que su tía le dijera por qué hizo todo lo que hizo, y al mismo tiempo necesitaba escuchar a su tía decir que no era verdad, que nada de lo que dijo su tío Kisuke era verdad; que lo que había pasado no había sido causado por ella.
Ichigo necesitaba un poco de esperanza.
— Porque todo lo que quería es verte feliz. — La voz de Kirio tenía esa dosis de desesperación que decía que ella necesitaba que él le creyera. — Le recé a la Sombra para que tuvieras un amigo, y entonces llegó Yoruichi. Te veías tan feliz con ella, ella te hacía tanto bien… y cuando vi tu interés en ella entonces no puede evitar sentirme feliz por eso. Mi pequeño príncipe no merece nada por debajo de una princesa… por eso la invité al baile, por eso hice ese baile. Cuando ella me comentó sobre la propuesta de matrimonio, pensé que no habría nada que lo uniera más que tener un hijo.
Ichigo solo escuchó hablar a su tía mientras apretaba los puños porque no podía negar esas palabras sobre su amistad con Yoruichi; ella había sido una gran amiga para él cuando él lo necesitaba. Después había comenzado a manipular esa amistad a su favor para tener de su lado a la hija predilecta del rey de Gardelia. El plan era proponerle matrimonio a Yoruichi en Gardelia, usar el viaje para observar a los herederos al trono y luego deshacerse de ellos. Quería conquistar ese reino de una manera relativamente "pacífica".
Yoruichi vio el sueño de unificar los reinos de forma romántica, Ichigo lo vio como una estrategia de conquista que pretendía consolidar con la ayuda de su padre mientras Vayalat protegía sus intereses futuros.
Esa fue la verdadera razón por la que ayudó a Yoruichi a hacer la alianza Gardelia-Vayalat. Quizás su plan podría tener algunas fallas, pero Ichigo estaba seguro de que su padre lo ayudaría con eso y extenderían el reino asegurándose a sí mismo el trono de Avanta desde las Montañas Azules hasta el Desierto Rojo.
Pero ese plan ya había pasado, se lo había tragado el abismo junto con la amistad que una vez tuvo con Yoruichi.
— No tenía derecho a interferir en este asunto, Su Alteza. — habló Ichigo, apretando la mandíbula y conteniendo la ira que sentía en ese momento. — Tampoco tenía derecho a interferir en mi matrimonio. Sé que invitó a la princesa de Gardelia esta vez e hizo el baile para que ella y yo recordemos "viejos tiempos", ¿también esperaba que mi esposa fuera atacada como lo fue? Si no hubiera sido por la reina que detuvo esa pelea, mi esposa habría muerto. ¿Eso es también para mi felicidad?
Ichigo miró a Kirio con cuidado, sin levantar la voz por respeto, pero incapaz de contener la ira que se filtraba a través de sus palabras.
— ¡Hice todo por tu felicidad y tu futuro, porque te mereces una mujer fuerte a tu lado! Yoruichi es una mujer fuerte, es la pareja perfecta para ti. Yoruichi y tu...
— No hay un "Yoruichi y yo"... su alteza. — Ichigo apretó los puños para no gritar. — Usted misma rompió el futuro que tanto deseaba para mí, si no se hubiera entrometido, quizás ahora tendría lo que alguna vez quiso para mí. — Ichigo vio la expresión de sorpresa en el rostro de Kirio y trató de evitar que el dolor se filtrara en su propia voz mientras hablaba. — Ahora soy feliz, realmente feliz, con una mujer fuerte e increíble, y me duele que no pueda verlo.
— ¡Todo lo que hice fue porque eres como mi hijo y no podía dejar que tu vida se desperdiciara así, con una mujer común! ¡Con la descendiente del hombre que trajo desgracia al reino!
Ichigo miró a su tía, incapaz de ocultar el dolor y la decepción en su expresión, y realmente deseó que su tía nunca hubiera dicho esas palabras. Sacudió levemente la cabeza y dio un paso atrás, sintiendo que toda la confianza y el afecto que le tenía a su tía se desvanecían como cenizas en el viento.
— Su Alteza, agradezco que me haya cuidado todos estos años y agradezco el cariño que me ha demostrado, pero si no respeta a mi esposa, entonces no me respeta a mí. Pensé que su afecto sería lo suficientemente grande como para compartirlo con mi esposa, pero me equivoqué.
— Querido sobrino… entiende…
— Lo entiendo bien y no tengo nada más que decir. Le deseo un buen viaje, su alteza.
Ichigo se dio la vuelta y salió de allí lo más rápido que pudo. Escuchó a su tía llamarlo pero no volteó a verla ni regresó a esa habitación. Estaba completamente decepcionado de ella, por su culpa todo se había convertido en un desastre.
Kirio arruinó el pasado de Ichigo, y si Rukia no fuera una mujer fuerte, habría arruinado su futuro.
Vermist había dejado de sentirse como un hogar para él.
—
Rukia estaba lidiando con sus propios demonios personales.
No sabía si agradecer u odiar a Kirio en ese momento, porque fue gracias a las acciones de Kirio en el pasado que Ichigo había terminado su relación con Yoruichi, y fue gracias a Kirio que Ichigo era el hombre que es en ese momento. Posiblemente ella se casó con Ichigo, gracias a Kirio.
Rukia sintió ganas de reír solo de pensar en cómo Kirio había arruinado todo tanto para ella misma como para Yoruichi, y cómo sus conspiraciones solo jugaban en su contra.
Era egoísta por parte de Rukia pensar en eso cuando seguramente Ichigo estaba sufriendo demasiado al enterarse que su tía era quien había orquestado todo, pero era imposible no sentirse así; tal vez no era tan buena persona como ella misma siempre había querido creer.
Lo único que molestaba a Rukia era que Yoruichi había mentido para salirse con la suya. Rukia solo esperaba no volver a ver a la princesa de Gardelia en su vida o realmente le iba a devolver cada uno de los golpes que le dio en ese pasillo.
Cuando Ichigo entró en la sala de la casa de la playa, Rukia notó de inmediato lo triste, desolado y decepcionado que estaba. Ella inmediatamente se levantó de su asiento y se acercó a él con la intención de consolarlo pero Ichigo ni siquiera habló, solo la abrazó con fuerza y se quedó allí, abrazándola como si fuera lo único que lo unía al mundo.
El abrazo fue eterno.
Rukia podía sentir la tristeza en Ichigo, la necesidad de sentirse protegido y la lucha interna que tenía para no caer en ese abismo del que había salido con mucha dificultad. Rukia lo abrazó y lo consoló en silencio, sin decir una sola palabra, solo abrazándolo todo el tiempo que él necesitaba hasta que el propio Ichigo rompió el abrazo y la tomó de las manos.
— ¿Necesitas tiempo para pensar, mi Sol?
Ichigo negó levemente, con los ojos cristalizados y llenos de dolor.
— No. No me dejes solo... te necesito conmigo... por favor...
Esa súplica rompió el corazón de Rukia, porque una cosa era verlo suplicando un beso mientras hacían el amor, y otra muy distinta verlo así, tan débil y triste, suplicando no estar solo. Rukia no dejaría que Ichigo sufriera, simplemente no podía; le dolía el corazón al verlo así.
Su Ichigo, su hombre peligroso... su eternidad.
Ambos se sentaron en un sillón largo, Rukia hizo que él descansara su cabeza en su regazo, y se quedaron en silencio mientras ella acariciaba suavemente su cabello tratando de darle algo del consuelo que él necesitaba. Entrelazó los dedos de su mano libre con los de Ichigo, y sintió que le dolía el corazón al ver una lágrima escaparle de los ojos junto con ese ligero temblor que decía cuánto estaba luchando por contenerse y no llorar.
En ese momento, Rukia se juró a sí misma que encontraría la manera de hacer que Kirio pagara por hacer que Ichigo se sintiera así.
Verano — x493 / 19 de julio
Kirio vio como las sirvientas metían sus cosas dentro de los baúles, desde los vestidos hasta los zapatos, así como las joyas que Kisuke le había regalado a lo largo de todos los años de su matrimonio. Las reglas eran claras, ella solo podía tomar lo que realmente le pertenecía, por lo que todas las joyas que pertenecían a la colección de la familia real permanecerían en la bóveda familiar para ser entregadas a la próxima mujer que ocupara su lugar; ya sea la esposa de su hijo o la nueva esposa de Kisuke, si Kisuke así lo decidiera.
La tiara que le pusieron el día de su boda con Kisuke también se quedaría en el panteón familiar.
Todavía no podía creer que Kisuke hubiera hablado con el rey y la reina, que la hubiera delatado así, porque siempre pensó que esas amenazas eran palabras vacías y que él la protegería como lo había hecho durante todos esos años. Kirio realmente pensó que Kisuke nunca la traicionaría así.
"Todo se salió de control, querida esposa. El rey de Gardelia amenazó de muerte a Ichigo y tu querida Yoruichi casi mata a golpes a nuestra querida Rukia. Si no puedes ver todo el caos que tus deseos egoístas han provocado en la vida de esos niños, entonces no sé lo que estás mirando. ¿Dónde está mi querido Kirio, la mujer que se suponía que reinaría a mi lado? Dime dónde está, porque ahora no la puedo ver. No sé lo que hice mal. No sé en qué me equivoqué si te di todo. Confié en ti y en tus decisiones. Te protegí y traté de hacerte ver que lo que estabas haciendo estaba mal. Tal vez debería haberlo intentado un poco más."
Esas palabras hirieron a Kirio porque ella seguía siendo la mujer con la que él se casó, la que se suponía que reinaría a su lado.
Kisuke le dio un buen matrimonio. Eran un matrimonio sólido.
No hubo una sola infidelidad, escándalo o rumor malicioso que pudiera debilitar su imagen de matrimonio perfecto. Desde el día de su boda, Kisuke se encargó de que la armonía reinara entre ellos, lo único que le pidió fue que ella no volcara su odio y rencor contra su primera hija, que la dejara en paz y no se preocupara por ella porque la niña no ser rival para los hijos que tendrían en el futuro.
Y Kirio aceptó solo porque la madre de la niña estaba muerta.
El día que esa mujer murió fue quizás la única vez que Kirio había visto a Kisuke perder el control y dejar que el don lo dominara por completo. Ese día, Kisuke masacró a los responsables de la muerte de esa mujer, la madre de su primera hija, y solo pudo calmarse cuando el rey Yhwach lo enfrentó.
Kirio a menudo se preguntaba si Kisuke perdería el control si la lastimaban como esa mujer, pero siempre evitaba pensar demasiado en la respuesta porque estaba aterrorizada de saber que la respuesta podría ser "no".
Kisuke solo había amado a una persona, esa mujer, y aunque siempre fue cariñoso con Kirio, recordándole que era feliz a su lado, Kirio sabía que Kisuke no la amaba con la misma intensidad que amaba a esa muerta.
Cuando las criadas terminaron de empacar las cosas en los baúles, dio la orden de que las llevaran al carruaje que estaba listo y esperándola en el patio principal.
Kirio caminó por esos pasillos por última vez, y le pareció que se veía a sí misma entrando por la puerta principal como una niña pequeña de la mano de la reina Aiko. Cuando ella llegó al palacio de Vermist, lo hizo como prometida de Kisuke porque ella podía rastrear su línea familiar hasta Trozte, el hijo menor de la Reina Vayalat, y porque todos los herederos al trono se casan con descendientes directos de la Madre Original.
Ella hizo lo mismo cuando fue a buscar a la esposa de su hijo, solo que la buscó en otra ciudad, y su nuera tendría que hacer lo mismo cuando tuviera que ir a buscar al esposo de su hija. Tal como lo hizo la madre de la reina Aiko cuando fue a buscar a Yhwach en la ciudad de Antiok.
Sus hijos, sus nietas y Kisuke, que no jugaba con su abanico ni con su moneda, la esperaban en el patio principal. Solo a los mayores se les había dicho la verdadera razón por la que se iba del palacio, a los más jóvenes se les había dicho que se iba porque necesitaba descansar un poco y que regresaría pronto; pero la verdad era que no iba a regresar hasta que Kisuke ascendiera al trono.
Era inevitable que Kirio derramara lágrimas de tristeza por tener que separarse de su familia, le dolía el corazón perderse la vida de sus hijos y nietas, no verlos crecer ni reír ni hacer esos dibujos donde solo ellos entendían lo que dibujaban.
Ese fue quizás el verdadero castigo para ella.
Yhwach había sido claro con la sentencia, ella regresaría al palacio en la ciudad de Trozte y sería despojada de todos los títulos y deberes que poseía, relegándola únicamente a ser una esposa común. Cuando Kisuke ascendiera al trono, entonces él decidiría si eliminar el castigo y devolverle todos sus títulos, o divorciarse de ella.
Kirio se despidió de Kisuke, él le besó la mano justo encima del anillo de bodas y le deseó un buen viaje, le pidió que le escribiera cuando llegara a Trozte y le prometió que en cuanto todo estuviera en paz, sus hijos la visitarían. Kirio asintió pero sintió que la decepción le apretaba el corazón nuevamente ante las palabras de Kisuke, pues él le dijo, sin decir demasiado, que no la visitaría en su exilio.
Kirio miró por última vez a su familia y se subió al carruaje, que pronto emprendió el camino para llevarla de regreso a su casa natal.
Hasta ese último momento, Kirio esperó que Ichigo se despidiera de ella y entendiera que ella había hecho todo por él y por su felicidad, y que no merecía el castigo que le estaban dando.
Pero Ichigo no se despidió de ella.
—
Cuando Ichigo despertó, lo hizo abrazado al cuerpo de Rukia como si fuera su hogar y su refugio, y permaneció en esa posición por un buen rato hasta que sintió que Rukia le acariciaba la espalda con la punta de los dedos. Eso lo hizo sonreír pero no tenía ganas de moverse de esa posición que le resultaba tan cómoda y placentera.
— Mi Sol, ¿cómo te sientes? — Rukia le preguntó en un susurro, sin dejar de trazar líneas al azar en su espalda, como si estuviera siguiendo las líneas del tatuaje con la punta de sus dedos.
Ichigo no tenía una respuesta clara a esa pregunta, pues el día anterior se sentía tan triste, tan desilusionado y con tanto dolor en el corazón, que por un momento creyó que el abismo bajo sus pies se abriría para tragárselo, pero en ese momento sentía una especie de calma que no sabía cómo explicar; era como si una parte de él hubiera sido tragada por el abismo pero no sabía exactamente cuál.
No le dolía el pasado, dolía el presente donde su luz había sufrido tanto daño porque su tía, la mujer que se sentía con derecho a elegir sobre él y sus propios deseos, la había lastimado y conspirado contra ella.
Su Rukia, su luz, la mujer que lo mantiene cuerdo.
Sabía que estaba depositando mucho en ella pero era imposible no hacerlo, ella se había convertido en la vida misma para él y, aunque tal vez era peligroso tanto para su mente como para su corazón, sentía que no sería capaz de vivir si un día ella le hiciera falta.
Sin ella, el mundo no vería otro amanecer y caería irremediablemente en el caos.
— Mejor que ayer, mi Luna. — Respondió Ichigo luego de un momento de silencio, sin moverse y disfrutando de esas caricias. — Me tomará un tiempo recuperarme de esto, pero eventualmente pasará. Gracias por estar a mi lado... y gracias por la canción de cuna.
Rukia se quedó en silencio e Ichigo imaginó que se estaba sonrojando. Durante la noche, ella había estado tarareando una canción haciendo suaves ruidos con la garganta que Ichigo pudo reconocer como una canción de cuna. Eso fue lindo.
— Nos vamos mañana, ya no quiero estar aquí. Te traje para disfrutar de este lugar, pero…
— Pero nada. — La voz de Rukia sonaba seria y dejó de acariciarlo, solo para colocar su mano suavemente sobre su espalda. Ichigo inmediatamente se levantó para mirarla a los ojos y vio la seriedad que poseía cuando estaba molesta. Eso lo desconcertó. — Quizá no todo haya salido como esperábamos pero tú lo dijiste, nada tiene que ser perfecto. — Rukia relajó esa expresión y le dedicó una sonrisa animada. — Además, si hubo algo bueno de venir a Vermist, fue que descubrí que la Madre Original me ama, en otras palabras, sigo siendo la Favorita de la Reina.
Ichigo solo pudo sonreír ante eso antes de sacudir ligeramente la cabeza y acercarla a él solo para abrazarla. Rukia lo abrazó y le dio un pequeño beso donde sus labios podían alcanzar, haciéndolo sonreír más. Ella se amoldaba tan bien a él que, aunque no existía la perfección, ese abrazo le parecía perfecto.
— Mi favorita.
— ¿Tu favorita? La única para ti o empezaré a tirar gente por el acantilado. — Rukia agregó con las cejas juntas después de romper el abrazo al escuchar esas palabras, luego relajó la mirada y sonrió. — Además, me volví tan mágica como tú y pude ver de nuevo a Orihime y conocer a su bebé, así que este viaje resultó mejor de lo que esperaba. ¿Qué es la vida sin un poco de incertidumbre?
— Demasiada incertidumbre se convierte en agonía, señorita Kuchiki.
— Sra. Kurosaki. — corrigió Rukia en un tono animado, aunque ambos sabían a qué se referían. Un momento después, Rukia comenzó a jugar con sus dedos nerviosamente. — Le prometimos a Orihime que haríamos la ceremonia, ¿podemos irnos después de que la hagamos? Sé que no estás bien en este momento, y si realmente sientes que no es el momento, entonces no voy a insistir en esto y...
Rukia no terminó la oración.
Ichigo sabía que ella tenía razón, le habían prometido a Orihime y Ulquiorra que harían esa ceremonia, y realmente no podían faltar porque no sabía cuándo regresarían a Vermist. Se quedó en silencio por un momento, sabiendo que no podía negarle nada a Rukia, y suspiró.
Pasar todo el día fuera del palacio era mejor que quedarse allí, pensando en cosas que no tenían sentido en ese momento.
— Está bien, iremos a la ciudad, arreglaremos el asunto de nuestro futuro hijo y te llevaré a comer. — Ichigo dijo eso levantándose de la cama, tomando la mano de Rukia para que ella también se levantara. — Puede que no podamos hacer todo lo que te prometí, pero definitivamente vas a probar la comida en el bazar.
Los ojos de Rukia se iluminaron cuando dijo esas palabras, y una gran sonrisa apareció en su rostro. Ver su sonrisa lo hizo sonreír, porque su sonrisa era lo mejor del mundo.
En ese momento, Ichigo reafirmó la idea de que no podía negarle nada a Rukia, sin importar lo que fuera, solo por verla sonreír.
—
Ichigo estaba tardando mucho en salir de la habitación, y cuando entró Rukia para preguntarle si todo estaba bien, lo encontró parado frente al espejo sosteniendo la faja roja que había usado en su cumpleaños y que lo distinguía como uno de los príncipes del reino. Ichigo vestía una camisa blanca, un pantalón y unos zapatos negros, el complemento era la faja roja.
Rukia inmediatamente entendió lo que Ichigo estaba pensando en ese momento, y caminó hacia él tomando la faja en una mano llamando su atención.
— Si te lo vas a poner en la cabeza, no creo que se vea bien. Parecerás un pirata de cuentos infantiles. — Rukia habló con una sonrisa divertida y con la faja en la mano. — Si te lo pones, todos sabrán que un príncipe del reino está en el bazar, si no te lo pones, tendría que cambiarme de ropa y este es el vestido más sencillo que me empacó nuestra querida madre, aunque podría usar el vestido de playa y...
— Ni se te ocurra ponerte ese vestido. ¿Quieres que les saque los ojos a todos en el bazar? — preguntó Ichigo con los ojos entrecerrados.
Rukia sonrió ante esa reacción, porque Ichigo es tan celoso como ella. Celoso, posesivo y vengativo.
— Yo solo decía.
Rukia le devolvió la faja a Ichigo con una sonrisa muy suave en sus labios. Ichigo miró la prenda en sus manos por un largo momento de silencio y luego miró hacia arriba. Rukia seguía parada allí, viendo ese debate interno reflejado en sus ojos y entendiendo la pregunta que no estaba haciendo.
— Puedes darle el significado que quieras, puedes pensar que es un regalo de la princesa Kirio p puedes pensar que es parte de la historia de tus orígenes. — Rukia levantó la mano donde usaba el anillo con la piedra roja y se la mostró. — El anillo original era preciado para mí porque además de ser un regalo tuyo, también era una reliquia familiar, pero este anillo es incluso más preciado para mí. No me importa que haya sido creado para suplantar un anillo mágico, tú lo hiciste para mí y ese es el valor que le doy. Además, no importa si usas la faja o no, aun así les sacaré los ojos a todas las mujeres que se atrevan a mirarte por más de cinco minutos. — Rukia lo abrazó de manera posesiva. — Eres mío y solo mío.
Ichigo sonrió ante ese último comentario, y Rukia se alegó por hacerlo sonreír solo un poco. Era demasiado pronto para curarle las heridas de su alma, pero ella estaba allí y lo ayudaría en todo lo que pudiera porque, si no podía hacer eso por el hombre que ama, entonces ¿qué diablos estaba haciendo allí?
— Sólo la tuyo, mi princesa de Maranni. — Ichigo la abrazó con fuerza, y Rukia se aferró a él tratando de hacerle sentir que estaba con él de todas las formas posibles.
Al final, Ichigo salió de la habitación con la faja roja atada a la cintura, con el excedente colgando sobre su cadera izquierda y ajustándose el anillo de comandante. Rukia lo tomó del brazo luego de darle un pequeño beso en los labios, y ambos se dirigieron al patio principal donde los estaba esperando el carruaje.
La primera parada ese día fue el Gran Templo de la Sombra, porque si iban a hacer algo como lo que planeaban hacer, tenía que ser en un lugar grande, y el Gran Templo de la Sombra era perfecto.
Rukia pensó que el lugar estaría oscuro, porque en el nombre estaba la palabra "sombra", pero se sorprendió al ver que el lugar, además de ser enorme y hermoso, estaba muy bien iluminado con vitrales que contaban la historia de la Sombra, del reino y de la Madre Original, y por donde entraba la luz del día pintando de colores el suelo. Admiró cada uno de los vitrales mientras Ichigo le contaba la historia detrás de cada imagen hasta que él señaló con el dedo el techo para que ella mirara hacia arriba.
Pintada, con un realismo increíble, estaba la Reina Vayalat con la mano extendida y palma hacia arriba, recibiendo un regalo de alguien que solo extendía una mano. En el fondo del cuadro había flores, pájaros y algunas nubes, pero la única persona allí era la Reina Vayalat.
— El regalo de la sombra. — explicó Ichigo con voz animada. — Así creen que la reina fue bendecida por la Sombra, con lo que pudo fundar el reino y establecer su dominio de paz y sangre. Aunque nadie sabe realmente el origen de Vayalat.
— Es increíble, pero la reina Vayalat tenía ojos dorados, no cafés. — comentó Rukia, mirando la pintura en el techo con atención. — Y su cabello era negro, como las alas de un cuervo, y al mismo tiempo parecía brillar con el reflejo de la luz. Ella era hermosa y mágica.
— Parece que su alteza sabe mucho sobre la Madre Original. — Comentó un hombre con una voz animada que llamó su atención. Rukia vio que el hombre vestía una túnica blanca pero tenía bordados negros alrededor de los bordes. — Bienvenidos, Altezas, ¿en qué puedo ayudarlos?
— Sumo Sacerdote, nos gustaría hablar con usted en privado. — pidió Ichigo con una expresión tranquila mientras sostenía la mano de Rukia. El hombre de la túnica lo miró con curiosidad, esperando que siguiera hablando. — Se trata de una ceremonia que nos gustaría hacer.
— Excelente, entonces síganme, por favor.
Al salir del Gran Templo de la Sombra, Rukia estaba realmente emocionada. El Sumo Sacerdote no había rechazado el pedido, les había explicado lo que necesitaban y les había asegurado que el lugar estaría listo para el día siguiente. Rukia agradeció a la Sombra por tanta suerte, y lo primero que quiso hacer fue ir a comprar las cosas que necesitaban.
Renji y Tatsuki los siguieron, así como un par de guardias pertenecientes a la Reina Aiko, y caminaron desde el Gran Templo hasta el bazar, que era tan grande que abarcaba calles enteras de tiendas y puestos que vendían todo lo que se podía vender; desde comida hasta ropa, animales, baratijas, bisutería, muebles y objetos varios que se usaban en las casas.
Ichigo conocía el lugar y la llevó primero a las tiendas donde tenían que comprar lo que ordenaba el sacerdote.
Rukia se tomó un tiempo para decidir qué quería llevar, porque quería que fuera algo lindo y especial porque al final, Orihime se quedaría con todo lo que compraran. Si Rukia hubiera sabido que harían esa ceremonia, personalmente habría bordado la manta necesaria y el joyero de la reina habría hecho el amuleto.
Cuando Rukia finalmente encontró algo que le gustaba, Ichigo lo pagó y se lo entregó a Tatsuki antes de que la llevara a la calle de comida. Rukia pudo ver la felicidad en el rostro de Ichigo en ese momento y eso hizo que su corazón latiera de felicidad también.
— ¡Bienvenida a la calle de la comida! — Dijo Ichigo, como si fuera un niño pequeño mostrando un verdadero tesoro, mientras la tomaba de la mano para que no se alejara de él. — ¡Te encantará este lugar! Antes me escapaba con mis amigos y veníamos a este lugar, comprábamos dulces, a veces comprábamos un pollo con especias y veíamos quién resistía más porque es muy picante. También venden agua fermentada. Usan la piel de algunas frutas y les ponen azúcar, la dejan guardada por días y luego la venden. Son sabores extraños, pero hay que probarlos.
Ichigo estaba muy feliz mientras le contaba a Rukia todo sobre este gran pequeño mundo, y ella sintió que su corazón latía con la misma felicidad y emoción mientras trataba de imaginarse a un pequeño Ichigo comiendo pollo picante con sus amigos. La llevó a todos los puestos que conocía y compró algunas cosas para que ella probara. Algunos dulces eran similares a los dulces de Adelaar, pero otros eran realmente especiados pero aún eran dulces, era extraño.
Rukia probó las aguas fermentadas, las comidas, los dulces, incluso algunas frutas, todo de la mano de Ichigo quien la sostuvo, le explicó y le hizo probar. Renji y Tatsuki también probaron todas esas cosas, porque Ichigo compraba algo y lo compartiría entre los cuatro. Renji era el más feliz de todos, y compró algunas cosas para llevar y comer en el camino de regreso.
Salieron de la calle de comida y caminaron por el resto del bazar, compraron té y alguna que otra baratija como recuerdo de su visita. Rukia le compró adornos para el cabello a Tatsuki, y también a su otra sirvienta, porque ambas habían estado con ella el mismo tiempo y no podía hacer distinciones entre ellas o la envidia comenzaría a circular y Rukia no quería eso.
Para la tarde, cuando se cansaron de caminar, buscaron una casa de té y se quedaron ahí, descansando y hablando de todo lo que habían visto, y escuchando las anécdotas de Ichigo en ese lugar. Renji y Tatsuki compartían la mesa con ellos, y Rukia se sentía feliz por eso y por ver a Ichigo tan animado a pesar de todo lo que había pasado.
Ella sabía que él no estaba fingiendo; lo sabía porque así como sintió la ira de Ichigo fluir de la luna a su piel, ese día también pudo sentir su felicidad.
Verano — x493 / 20 de julio
Rukia se veía hermosa y feliz, y fue por esos preciosos momentos que Ichigo se sintió el hombre más afortunado del mundo. Ella alejaba la tristeza de una manera única, solo le faltaba verla sonreír para que todo lo demás dejara de importar y lo único que quedara en su mente y en su corazón fuera ella.
— ¿Crees que tardarán en llegar? — Preguntó Rukia, ansiosa por la llegada de Orihime, Ulquiorra y el pequeño Kaito.
Era casi la hora acordada para esa celebración, solo que ellos habían llegado un poco antes para asegurarse de que todo estuviera en orden. Habían comprado lo que necesitaban y habían dado la "contribución" al templo para que el Sumo Sacerdote no pusiera ningún impedimento para hacerla. Todo estaba bien, solo faltaban sus amigos.
— No, seguramente llegarán en cualquier momento. — Trató de calmarla un poco. — Envié el carruaje por ellos para que no tuvieran ningún problema en llegar aquí.
Rukia asintió ante esa respuesta, pero aun así no dejó de jugar con sus manos mientras esperaban. Ichigo miró la hora una vez más, y unos momentos después, el carruaje que había enviado para sus amigos se detuvo frente a ellos, que estaban parados en la entrada del Gran Templo de la Sombra.
Ulquiorra fue el primero en bajar y ayudó a bajar a Orihime que sostenía al bebé en sus brazos. Por último bajó la sirvienta que los estaba ayudando y que Rukia había enviado por Orihime. Todos estaban vestidos de acuerdo a la celebración, Ichigo vestía la vestimenta habitual de los príncipes de Vayalat, Rukia vestía un vestido de color claro como Orihime y Ulquiorra vestía el uniforme formal de los soldados Vermist.
Rukia inmediatamente caminó hacia Orihime para saludarla a ella y al bebé, e Ichigo sintió algo muy suave dentro de su pecho al verla así. Le gustaba la imagen de Rukia cargando a un bebé, pero no se permitía fantasear demasiado, porque sabía que aún no era hora de que tuvieran hijos.
Ichigo saludó a Ulquiorra, intercambiaron algunas palabras y luego el Sumo Sacerdote indicó que podían entrar. Esa no era una ceremonia privada, por lo que cuando entraron al templo había gente esperando por la misa en ese momento. Lo único privado eran los primeros lugares, que les estaban reservados y que estaban justo bajo la mirada de esa gran estatua de un encapuchado que representaba a la Sombra.
— Hoy es un día bendecido por la Sombra, porque un niño pequeño tendrá la fortuna de tener más de un padre y una madre que lo cuiden. — El Sumo Sacerdote comenzó la misa.
Escucharon las palabras del hombre, las que estaban escritas en el Gran Libro y que se referían al amor filial, sobre las obligaciones y sobre las bendiciones que se derraman sobre aquellos que aman a los hijos que no son de su propia sangre. Ichigo sintió un pequeño dolor en su corazón ante las palabras del Sumo Sacerdote, porque su mente lo llevó al recuerdo de su tía Kirio, y tuvo que recordarse a sí mismo que el tipo de afecto que su tía le mostraba era un afecto egoísta.
La pequeña mano de Rukia se deslizó en la suya en el momento justo, e Ichigo sonrió porque ella realmente era una luz en su vida. Él entrelazó sus dedos con los de ella y continuó escuchando las palabras del Sumo Sacerdote hasta que llegó el momento de que se levantaran de sus asientos para realizar su parte en esta ceremonia.
Rukia tomó la manta bordada que había comprado el día anterior, que era blanca con bordados de hilo de colores y motivos infantiles, y envolvió cuidadosamente al pequeño Kaito mientras Orihime se lo entregaba.
— Es mi mayor deseo que esta manta sea tan cálida como mis brazos y que te recuerde que tienes a alguien que te quiere. Pase lo que pase, te cuidaré y te protegeré. Aprende de la bondad y la esperanza, crece sano, feliz y fuerte, mi amado hijo del corazón.
Rukia besó la frente del bebé, quien estaba despierto y movía sus pequeñas manos como si tratara de sostener algo, y miró hacia arriba. Ichigo solo vio los ojos de Rukia brillar con esa emoción indescriptible, y nuevamente tuvo que evitar fantasear demasiado sobre el futuro que eventualmente les llegaría.
— Es mi mayor deseo que este amuleto te proteja, así como lo haré yo cuando sea necesario, y que te recuerde que tienes a alguien que te amará y protegerá pase lo que pase. Aprende sobre la justicia y la honestidad, y aprende sobre todos esos valores que hacen buena a una persona, mi amado hijo del corazón. — Ichigo mencionó esas palabras mientras colocaba el amuleto, que era una serie de pequeñas monedas que simbolizaban la riqueza, en la ropa del niño.
Ichigo sostuvo a Kaito con cuidado entre sus brazos, él bebé era tan pequeño que Ichigo tenía miedo de lastimarlo, y luego sonrió muy suavemente. Lo miró fijamente por un momento y llevó uno de sus dedos a una de las manitas del bebé, que abría y cerraba, y el bebé atrapó su dedo con fuerza haciéndolo sonreír. Ichigo le dio un beso en la frente al pequeño Kaito y se lo entregó a Ulquiorra haciendo que el bebé lo soltara.
El Sumo Sacerdote colocó un poco de aceite de flores en la frente del bebé y dijo algunas palabras más para terminar la ceremonia, recordándoles a Ichigo y Rukia que el compromiso que acababan de adquirir es de por vida porque a partir de ese momento, Kaito también era su hijo.
Verano — x493 / 22 de julio [Primer aniversario de bodas de Ichigo y Rukia]
Ichigo le había prometido que la llevaría a ver los ruiseñores, así que cuando el viejo palacio de la reina apareció ante ella, y el canto de esos cientos de pájaros llenó sus oídos, no pudo evitar pensar que estaba en un cuento de hadas.
Rukia nunca pensó que esas aves realmente vivían en un palacio en medio de las montañas de la cordillera central del continente; pensó que sería en un enorme bosque o algo similar en las afueras de la capital, incluso pensó que sería un aviario gigante, pero no ese lugar.
Entonces, ver ese antiguo lugar, que había conocido solo en sueños, y ver de cerca aquellas emblemáticas aves, le pareció algo mágico y único.
El palacio estaba abandonado, pero aun así parecía que algo impedía que las enredaderas lo cubrieran por completo, y eso solo añadía más magia al lugar.
— Mi Luna, dices que eres la Favorita de la Reina Vayalat. — Ichigo estaba sonriendo, de pie detrás de ella y sosteniendo su cintura. — Dicen que estos ruiseñores llegaron con la reina Vayalat, otros dicen que ella los creó para no sentirse sola cuando llegó a este continente de reyes de papel, sea como sea, estos pájaros son los favoritos de la reina. Entonces, si realmente eres la favorita de la reina, levanta la mano y llama a uno.
Y Rukia lo hizo, con todas esas buenas y lindas emociones mezclándose dentro de su pecho y haciéndola sonreír. Levantó la mano, llamó a un pequeño ruiseñor azul que estaba cerca de ella y deseó mucho que ese pájaro se posara en su dedo.
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— Fin de la 3ra temporada —
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