Los Ojos del Ruiseñor


Capítulo 72: Destino Prometido


Verano — x493 / 1 de agosto

El sonido de las llaves en la puerta hizo que Nelliel levantara la vista del libro que estaba leyendo en ese momento. El desayuno había terminado y aún era demasiado temprano para el almuerzo, así que dejó el libro a un lado y concentró toda su atención en el visitante. Estaba segura de que era un visitante porque había memorizado los horarios de las comidas y sabía, por el sonido de las llaves, cuando las criadas entraban en la habitación.

La puerta se abrió y la Kahya entró con paso lento antes de hacerse a un lado para dejar que la reina madre Raiza entrara a la habitación.

Nelliel no había visto a la reina madre desde que estaba encerrada en esa habitación del Palacio del Sol, y la sorprendió tanto que le tomó un momento el levantarse de su asiento para inclinarse ante la madre del rey.

— Tu castigo ha terminado. — Anunció la reina madre, con esa mirada seria y expresión de fastidio que Nelliel recordaba del día cuando dieron la orden de encerrarla. — Puedes salir de esta habitación y recorrer el palacio a tu antojo, pero no puedes salir de los terrenos. También puedes responder a tus cartas. Eso es todo, vivirás aquí por el resto de tus días o hasta que el rey decida lo contrario.

— Gracias, Su Majestad.

La voz de Nelliel salió en un susurro incómodo porque hablar era una de las cosas que menos hacía ahí. Las criadas que la atendían no hablaban mucho. Seis meses de confinamiento en una habitación habían sido un castigo misericordioso comparado con una estancia en una oscura celda subterránea.

Nelliel no tenía que ser muy inteligente para saber que la reina madre todavía le guardaba rencor por intentar matar a Rukia, a pesar de que ella y toda la familia Kuchiki eran traidores y un peligro para el reino. Todos allí eran miopes que solo veían lo que querían, el cariño por Ichigo y Rukia los cegaba y no podían ver que los dos llevarían el reino a la destrucción.

Tal vez ella no había hecho las cosas de la manera correcta, pero la familia Kuchiki definitivamente no debió haber sido perdonada de la forma en que lo fue. Nelliel solo esperaba que el destino les cobrara sus deudas como lo estaba haciendo con ella.

La reina madre salió de la habitación y Kahya le entregó a Nelliel un par de cartas antes de irse también. Esta vez no se escucharon las llaves que aseguraban la puerta. Era verdad que el castigo había terminado.

Nelliel no sabía si le daban las cartas por lástima o por castigo, pero todas las cartas que le enviaban siempre llegaban en el momento adecuado.

Las cartas de Kaien le habían destrozado el alma, pues aunque él decía que extrañaba a su mejor amiga y esposa, no había vuelto a mencionar el hecho de que estaba tratando de que su castigo fuera menor o que le permitieran visitarla. Fue por esas cartas que Nelliel supo que la corte ese año era exclusivamente para elegir una princesa heredera, y fue por esas mismas cartas que supo los nombres de los que estaban en esa corte.

Fue gracias a esas cartas que ya no había objetos afilados en su habitación.

La tristeza, la soledad y la desesperación la habían llevado a cometer una locura a la que sobrevivió porque alguien entró en su habitación justo cuando estaba a punto de hacer el segundo corte. En ese momento, cuando el filo atravesaba su piel, comprendió un poco de todo lo que había sufrido Miyako.

La primera carta que abrió fue la de Kaien.

La leyó con dedos temblorosos, su corazón aún latía por una pequeña esperanza de felicidad entre sus letras pero era más de lo mismo. Él escribió sobre los chismes del castillo, le envió una muestra de su afecto y le dijo que cuando pudiera viajar a Vermist, iría a verla. No la olvidaba, pero solo le enviaba cartas y eso la lastimaba.

La segunda carta era de su hermano y eso hizo que su corazón dejara de latir por un momento antes de leerla apresuradamente. No había sabido nada de él desde que fue exiliado del reino y ella no sabía dónde estaba, si estaba bien o si estaba vivo; así que aquella carta, que si bien le dio algo del consuelo que su alma necesitaba, también la destrozó.

Nelliel…

Soy consciente de lo que pasó en el castillo, de tu castigo y de tu destierro, así como de tu divorcio. Me tomó mucho tiempo encontrar las palabras adecuadas y que la ira, la tristeza y la decepción me permitieran escribirlas.

No fui un buen hermano, no cumplí con la promesa que les hice a nuestros padres el día que partieron en ese viaje del que no regresaron. Fue por mi debilidad que tienes este destino, que aunque no es tan severo como el mío, coincide en que no estamos en el lugar que una vez llamamos hogar.

Estoy bien.

Estoy viviendo con mi esposa en una ciudad cuyo nombre no puedo mencionar por seguridad, porque la ofensa al Príncipe Kaien es tan grande que él, aun habiendo perdonado mi vida, podría decidir acabar con ella y no pienso permitirlo. Ahora tengo una familia que cuidar. Tengo un hijo, por el cual debo seguir con vida, y una esposa que me acompañó al exilio sin importar que no pudiera volver a ver a su propia familia.

Ahora soy libre.

Es posible que nunca nos volvamos a ver, así que espero que tu castigo termine pronto y puedas liberarte de esa telaraña que es la vida dentro de la familia real. Espero que encuentres a alguien que te ame como mereces ser amado, y que tu vida sea larga.

Quizás algún día, si las Deidades lo permiten y son piadosas, nos volvamos a encontrar.

Tu hermano, Ulquiorra.

Nelliel sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas y sintió un nudo en la garganta que la ahogaba dolorosamente. Su hermano estaba vivo, tenía una familia y estaba bien, pero estaba lejos de ella y ella nunca lo vería de nuevo, y sabía que todo era culpa suya.

Si no hubiera presionado tanto a Kaien para asegurar su amor y si no hubiera cometido ese error de cálculo, su hermano no habría golpeado al príncipe heredero y no habría sido exiliado. Si ella hubiera sido más inteligente, podría haber conocido a su sobrino.

Ulquiorra se estaba despidiendo de ella porque que no le había dejado una dirección para que le escribiera y eso solo demostraba que él no confiaba en ella. Seguía siendo su hermano, pero ya no la cuidaría como lo había hecho toda su vida.

La había dejado sola, verdaderamente sola.

Ulquiorra lo había dejado todo por ella, el apoyo de la familia Cifer, el apellido, la fortuna y el señorío. Había renunciado a ser Lord Cifer, representante de una de las trece grandes familias del reino, solo porque ella no era aceptada dentro de esa familia. Él tuvo que trabajar más duro que nadie para estar con la mujer que amaba y no le importó que ella hubiera dormido en la cama de un príncipe si eso significaba que él podía estar con ella.

Su hermano siempre tuvo que esforzarse para todo y en cambio ella siempre tuvo un futuro asegurado.

Nelliel era la protegida de la reina, criada para ser la Kahya del castillo y vivir y servir para siempre dentro de este. Ella no tenía que preocuparse por nada, siempre tendría un salario, un techo sobre su cabeza y comida, y podía elegir casarse con cualquier jefe militar de alto rango o con un señor de la ciudad si así lo deseaba.

Su vida estaba escrita pero en ese entonces no supo cómo aprovecharla y ahora, ese destino fácil se había desvanecido para comenzar una vida prisionera dentro de un palacio.

Después de leer esa carta, Nelliel lloró como no lo había hecho en mucho tiempo y se quedó dormida llorando como lo había hecho muchas veces antes. Lloró porque era lo único que podía hacer.

Las cortinas habían sido cambiadas, las alfombras y hasta algunos muebles; la habitación seguía siendo la misma, pero la esencia de Nelliel ya no estaba allí. Kaien no estaba contento con la reina por darle esa habitación a Yuki; podría haberle asignado a la niña cualquier otra habitación, pero le había asignado específicamente esta, y Kaien sintió como si la reina se estuviera burlando de él.

Kaien había estado en esta habitación muchas veces antes, cuando él y Nelliel eran niños y él todavía dormía en el área de la reina. En ese pasado lejano, él solía colarse en esa habitación y pasar tiempo con Nelliel, comían, reían, estudiaban y hablaban de todo lo que querían hacer en su futuro.

Eran tiempos felices y tranquilos, tiempos de paz.

Tiempos en los que cada uno tenía escrito el futuro que iba a tener, donde anhelaban tener una vida larga y feliz. Esos tiempos donde anhelaban tener la familia que no tenían porque ambos eran un par de niños huérfanos.

No era culpa de Yuki, ella no sabía a quién había pertenecido esa habitación pero el mal humor de Kaien no dejaba de crecer y sentía que la presencia de la chica contaminaba el lugar. Kaien quería gritarle a Yuki que sacara sus cosas de allí, que encontrara otra habitación y no volviera allí, pero no lo hizo.

— Su Alteza, ¿le gusta mi nueva habitación?

La pregunta de Yuki lo trajo de regreso de los recuerdos de aquellas tardes de infancia y lo hizo centrar su atención en la chica que estaba vestida como las Inamoratas. Había pedido que la chica se vistiera así porque tenía la intención de pasar la noche con ella, pero el deseo había sido adormecido por culpa de la reina y del recuerdo de Nelliel.

Más que extrañar a su esposa, extrañaba a su amiga con la que podía hablar de todo lo que pensaba y deseaba, extrañaba a su confidente que jugaba con su cabello en las tardes mientras hablaban de cualquier cosa.

Kaien era consciente de que después de todo lo que había pasado entre ellos, tal vez su amiga se había perdido y solo quedaba Nelliel, la mujer.

Yuki era simplemente un reemplazo emocional, algo para llenar momentáneamente el vacío dentro de él; algo que usaría y tiraría cuando se aburriera de jugar con ella.

Él sabía que realmente estaba roto y no quería volver a sentir nada por alguien, ni amistad ni cariño ni amor, porque no quería volver a pasar por lo mismo. Primero fue Miyako y luego Nelliel, y no pretendía darle al destino una nueva víctima para atormentarlo.

— Es hermoso, señorita Kuchiki. — Respondió Kaien con esa sonrisa encantadora que poseía y que había perfeccionado con el tiempo. — Como tú.

Yuki sonrió ante esas palabras.

Kaien se sentó en uno de los sillones de esa habitación, aunque todo allí le traía recuerdos de esa infancia pasada, e hizo que Yuki se acercara a él para que se sentara en su regazo y lo mirara de frente.

— Mi querida Yuki, tengo una pregunta para ti. — Kaien comenzó a hablar antes de darle a Yuki un pequeño beso en el hombro para reavivar el deseo por la piel de la chica. No había mentido cuando dijo que le gustaba su perfume. — ¿Te dio la reina el té que beben las Inamoratas?

— No, su alteza. — La voz de Yuki le sonaba deliciosa a Kaien y le dio otro beso, esta vez en la barbilla, mientras sus manos recorrían las piernas de la chica de manera indecente para que ella comenzara a mover sus caderas lentamente. — La reina me dijo que por ser tu amante, si quedo embarazada puedo tener a tu hijo.

Kaien no se esperaba eso, pensó que la reina no permitiría que la chica Kuchiki quedara embarazada pero de igual manera no quería tener un hijo con ella. No necesitaba un bastardo, necesitaba un hijo legítimo para que su herencia no fuera cuestionada en el futuro. Los hijos ilegítimos no heredan, pero cuando el rey lo legitimó y lo convirtió en príncipe, decidió que esa regla no era efectiva y no se aplicaría a él.

Sólo él era la única excepción.

— Mi querida Yuki. — susurró Kaien mientras desabrochaba lentamente los botones de ese vestido hecho especialmente para ser quitado. — Si te pidiera un favor, ¿lo harías?

— Haría cualquier cosa por usted, mi príncipe. —susurró Yuki. Kaien sonrió ante esas palabras y se inclinó para besarla lentamente, permitiendo que la chica comenzara a quitarle la ropa.

— ¿Cualquier cosa?

— Lo que sea, mi príncipe.

— Bebe el té de las Inamoratas. —susurró Kaien e inmediatamente notó el cambio en la actitud de la chica, quien dejó de moverse lentamente sobre él y lo miró sin entender por qué había dicho eso. Kaien le acarició el rostro con esa falsa ternura que él también había perfeccionado y la besó lentamente. — No quiero que quedes embarazada por el momento.

— ¿Su alteza no quiere que le dé hijos? — La pregunta de Yuki, su tono de voz, llevaba esa decepción que él había visto cuando le dijo que solo serían amantes.

— ¡Claro que quiero que tengamos hijos! — añadió Kaien antes de darle un pequeño beso con una sonrisa que parecía real. — Pero ahora no, porque si quedas embarazada pronto, entonces ya no podremos estar juntos como ahora. Mi heredero, y la madre de mi heredero, serán seriamente cuidados y protegidos para que no suceda lo mismo que le pasó a la antigua princesa.

— ¿Heredero?

Kaien sonrió al darse cuenta de que Yuki había escuchado exactamente lo que él quería que ella escuchara. Él sabía exactamente cómo mantener feliz a una chica.

— Mi heredero. Serás la madre de un rey, serás la princesa heredera y luego la reina. Me casaré contigo, mi querida Yuki. — Kaien dijo esas palabras y vio como la sonrisa de Yuki brillaba de una manera tan brillante, que casi se sintió culpable por mentirle así. Casi.

— Su alteza, ¿habla en serio? ¿Nos casaremos?

— Hablo en serio, cuando sea apropiado hablaré con el rey y te pondré el anillo de la reina. Te propondré matrimonio en una gran fiesta. — Kaien acarició la mejilla de Yuki antes de acercarse para besarla. — Te prometo que si el primer hijo que tenemos es un niño, te daré lo que pidas. No importa lo que sea, te lo daré, pero tienes que esperar un poco. ¿Beberás el té, mi querida Yuki? ¿Lo harías por mí? ¿Me dejarás disfrutar un poco más del paraíso entre tus piernas, mi princesa?

— Si, mi príncipe. Lo haré.

Kaien la besó nuevamente, la tomó por las caderas y la llevó a la cama solo para reafirmar en la mente de la chica que él era suyo.

— Esa es mi Yuki.


Verano — x493 / 5 de agosto

"¡Oh! Pequeño príncipe. Tu futuro es tan claro como el agua de los oasis del desierto. Está escrito aquí, entre las líneas de tu mano, justo aquí. Dice que serás el último rey de las flores, el último de los Señores del Desierto. También dice que morirás por la mordedura de una serpiente, es una negra, una peligrosa. Cuídate niño, nunca entres en la sombra. La sombra es peligrosa."

El dolor en el tobillo era insoportable, con cada paso que daba Yushiru sentía que mil agujas le perforaban la piel y varias veces tuvo que apoyarse en las paredes o pilares para descansar un poco. Al principio el dolor era leve, una pequeña molestia que pasaba desapercibida cuando dejaba de pensar en ello, pero con el paso de los días, esa pequeña molestia había aumentado hasta el punto de ser una tortura al caminar.

El médico le había recetado drogas para aliviar el dolor, pero estas parecían no surtir efecto. Al tomar las drogas, Yushiru podía sentir una leve disminución en el dolor pero después de un par de minutos, el dolor volvía a él nuevamente y parecía volverse más intenso; como si se acumulara.

No se había encontrado ningún animal dentro de la habitación y el médico no había encontrado rastro de una picadura o mordedura en el tobillo del rey. No había nada que mostrara algún tipo de herida y eso era algo que intrigaba al médico, pues sin duda alguna el tobillo del rey tenía algún tipo de daño.

Habían intentado algunas cosas para que el dolor desapareciera. Le habían masajeado el tobillo al rey, le habían puesto agujas y usado ventosas, pensando que tal vez era el "aire" dentro del tobillo lo que estaba causando el dolor.

Nada de eso funcionó, el dolor seguía ahí.

— Su Majestad, si lo desea, podemos cancelar la reunión del consejo. — Habló uno de sus hombres, su mejor amigo, consejero privado y encargado de sus habitaciones. Masayoshi.

— No. Solo necesito recuperar mi energía, el dolor está disminuyendo. — agregó Yushiru, pero esa última parte no era del todo cierta. El dolor nunca cesaba.

Se obligó a caminar hacia la Cámara del Consejo y rápidamente se sentó en su trono, puso su mejor cara de "todo está bien" y dio la orden de que comenzara la reunión del día. Yushiru permitió que Masayoshi guiara la reunión y él solo se dedicó a escuchar como esos hombres viejos hablaban y hablaban de todo lo que se suponía que era importante.

El rey dio un par de veredictos y terminó la reunión, los consejeros se levantaron y esperaron a que él se fuera de ahí. Yushiru salió de esa habitación y caminó con calma hasta que ya no pudo soportar el dolor. De nuevo tuvo que volver a apoyarse contra una pared para descansar un momento antes de regresar a sus habitaciones. Estaba sudando, estaba agitado y sentía un dolor que le recorría la pierna como una serpiente de fuego.

— Pide al médico que venga, dile que sus drogas son inútiles y que traiga algo bueno. — ordenó el rey al llegar a la habitación.

Masayoshi ordenó a uno de los sirvientes que fuera a buscar al médico mientras el rey se sentaba en la cama y trataba de quitarse la bota. Masayoshi se acercó al rey para ayudarlo y mientras quitaba la bota del pie del rey y se liberaba la presión, Yushiru sintió que el dolor disminuía dándole un alivio momentáneo.

Yushiru miró su pie, esperando encontrarlo hinchado pero lo que encontró lo dejó sin palabras, al igual que su amigo que miraba todo como si no comprendiera lo que veía. Yushiru tenía el tobillo y el pie hinchados, incluidos los dedos, pero no fue eso lo que provocó su conmoción, sino el hecho de ver que de su tobillo emanaba un líquido sanguinolento que desprendía un olor desagradable. Era como si la piel de su tobillo no hubiera aguantado más y lo que fuera que estaba dentro estuviera tratando de salir.

Yushiru todavía estaba en estado de shock cuando el médico entró en la habitación para ver cómo estaba. El estado de su tobillo, que no estaba así por la mañana, dejó perplejo al médico.

El médico inmediatamente comenzó a ordenar las cosas necesarias para limpiar la herida del rey, revisó cuidadosamente la herida y, cuando finalmente tuvo lo necesario, hizo que el rey mordiera un trozo de cuero. El dolor era insoportable, el médico limpiaba la herida y cuanto más la limpiaba, más emanaba ese líquido sanguinolento.

Yushiru estaba mordiendo con fuerza un trozo de cuero porque los medicamentos para el dolor no estaban funcionando, y en algún momento durante ese procedimiento, se desmayó por el dolor.

Cuando el rey despertó, sintió como si miles de agujas se clavaran en su pantorrilla izquierda, tal como lo había estado sintiendo en su tobillo desde el día de esa mordedura que no había dejado rastro. El dolor seguía allí, pero se obligó a sentarse y observar lo que le habían hecho en el tobillo. No sabía cuánto tiempo había pasado, pero supuso que fue mucho tiempo debido a la luz que entraba en la habitación.

Se quitó las sábanas que cubrían sus piernas y encontró su pie y su tobillo, pulcramente vendados aunque la tela se estaba poniendo marrón por la sangre seca. Movió los dedos y estos respondieron; eso le dio una especie de alivio doloroso, porque aunque sus dedos se movían, ese movimiento le causaba dolor.

Yushiru no sabía qué causó esa herida, pero no podía dejar que los padres de sus concubinas se enteraran, porque era muy probable que ellos comenzaran a construir su pira funeraria antes de tiempo.

— ¡Masayoshi! — Gritó el rey y su amigo inmediatamente entró por la puerta y le hizo una reverencia.

— Quiero que vigiles a mis suegros. Envía a tus hombres más leales y mantenlos vigilados en todo momento, y ante cualquier señal de traición, rebelión o visita de mujeres embarazadas, avísame.

— Su Majestad, ¿cree que sus suegros son responsables de su lesión?

— No. — Yushiru no estaba seguro de eso en este momento. — Pero no dudo que aprovecharán mi herida para deshacerse de mí y así gobernar a la sombra de uno de mis hijos. No lo permitiré. Primero los mato por conspiración y rebelión antes que permitir que uno de esos viejos intente obtener lo que pertenece a mi familia.

Masayoshi asintió ante las palabras del rey y salió de esa habitación. Yushiru miró fijamente su herida y pensó en lo que la bruja errante del norte le había dicho sobre su destino cuando aún era un niño.

El carruaje se detuvo frente a la puerta principal del castillo, Ichigo miró a Rukia y ella tomó su mano trasmitiéndole ese sentimiento de seguridad. Ella le aseguró que todo estaría bien y le dio un beso tan dulce que Ichigo deseó que ese momento nunca terminara.

Durante todo el viaje de ese día habían estado hablando de cuántas posibilidades había de que el rey y la reina supieran todo lo que había sucedido en Vermist y llegaron a la conclusión de que tenían que llegar mentalmente preparados para lo que pudieran encontrar en el castillo.

— Te veré en la cena, mi amor. — susurró Ichigo antes de dejar a Rukia salir del carruaje.

Rukia asintió y salió del carruaje con esa elegancia que había en ella.

Ichigo pudo ver cómo la Kahya la estaba esperando para guiarla hacia donde estaba la reina, y un momento después, él bajó del carruaje con esa expresión de asesino a sueldo que no había usado en mucho tiempo. Rukia le había quitado esa expresión con la que había llegado por primera vez de Vayalat, ella lo había hecho feliz y era esa felicidad la que se reflejaba en su rostro.

Ya no era un hombre atormentado en el abismo. Rukia había hecho todo más ligero, más brillante y más dulce.

Los sirvientes le indicaron que el rey lo esperaba en su despacho privado y no dudó en caminar hacia donde estaba su padre lo antes posible. El reino antes de la vida, y en este caso particular, Ichigo supuso que su padre temía por la seguridad del reino; aunque él no sabía cuánto le habían dicho a su padre y a su madre. Lo mejor era mantener todo lo más oculto posible y solo contestar las preguntas que se hacían sin dar demasiadas explicaciones.

Los sirvientes lo anunciaron y él entró en la oficina del rey.

Ichigo no se sorprendió al ver que Kaien estaba ahí de pie junto a su padre, eso solo confirmaba su idea de que iban a hablar sobre el reino.

— Su Majestad. — Ichigo saludó a su padre con una reverencia. — Hermano mayor. Estoy aquí.

Solo el rey estaba sentado detrás del escritorio e Ichigo no intentó sentarse en ninguna de las sillas libres. Se paró frente a su padre y su hermano, como si estuviera en medio de una sala de audiencias para ser juzgado por algún delito, y esperó. No hubo palabras de bienvenida ni nada más allá de un simple gesto indicando que su padre lo había escuchado hablar.

El rey se levantó de su asiento y caminó con una expresión que mostraba lo enojado que estaba en ese momento. Ichigo, por puro instinto, dejó que la magia fluyera a través de su piel y el tatuaje en su espalda se movió tan rápido que ante cualquier orden de Ichigo, la magia reaccionaría. El rey se detuvo frente a Ichigo.

— Ichigo, ¡¿en qué diablos estabas pensando cuando golpeaste al Rey Yushiru?! ¿Pensaste por un momento lo que podría significar para el reino? ¡¿Es que acaso quieres una guerra?!

Las preguntas del rey fueron directas e Ichigo logró dar un paso atrás como medida de protección. Matar a su padre por error no se vería bien aunque la magia revoloteaba entre sus dedos pidiendo ser utilizada. Ichigo cerró los ojos y respiró hondo antes de abrirlos de nuevo y mirar al rey.

El hombre frente a él era el rey, no su padre. El rey, el que le había dado un puñetazo en la cara por romper un jodido mapa, el hombre que nunca le escribía en su ausencia. El hombre que no sentía ni un poco de cariño por él.

— Estaba pensando en matarlo. — Respondió Ichigo tratando de controlar todos los instintos que le decían que el hombre frente a él era un enemigo. La rabia y el enfado de Isshin hicieron que la magia lo tomara como enemigo. — Me detuvieron antes de que lo matara a golpes por golpear a mi esposa.

— ¡Qué demonios dices! — El rey dio un paso más cerca de él e Ichigo dio un paso atrás. No lo hizo por miedo, porque aunque en ese momento sentía al hombre frente a él como su enemigo, no quería lastimarlo. — ¡¿Cómo te atreves a poner a tu esposa por encima del bienestar del reino?!

Ichigo miró hacia arriba, el tatuaje en su espalda se movía como la sombra viviente que era y podía sentirlo deslizándose por sus brazos. Todos sus sentidos estaban alerta y su corazón latía tan fuerte que sentía que se le iba a salir del pecho.

— ¡Respóndeme! — Gritó el rey al ver que Ichigo no hablaba.

— Mi esposa es el único reino que vale la pena conservar. — respondió Ichigo antes de esquivar ágilmente el golpe que estaba a punto de recibir del rey. El movimiento fue tan rápido que la ira del rey dio paso a la sorpresa y volvió a la ira. — Pero, ¿qué puede saber de honor un rey que humilla a su propia esposa dentro del castillo?

— Ichigo, te prohíbo que me hables así. Soy tu padre y soy tu rey.

La ira del rey era palpable pero no trató de golpear a Ichigo de nuevo e Ichigo no dejaría que el rey lo golpeara otra vez. Él ya no era un niño.

— Mi rey. — Ichigo trató de dar otro paso hacia atrás pero un mueble lo detuvo. El hombre frente a él no era su padre. — No temas por un ataque de Gardelia, no temas por la integridad del reino que va a heredar mi hermano mayor. El reino de Gardelia no levantará su espada contra Avanta. No tienen la fuerza para hacerlo sin el respaldo de Vayalat, y nosotros todavía tenemos el respaldo del Rey Yhwach. Si Gardelia intenta atacarnos, Vayalat va a romper el acuerdo de no agresión entre reinos que tienen.

— ¿Por qué cada vez que hay una amenaza de conflicto tu nombre y el de tu esposa están presentes, y por qué parece que eso es decisivo para que nuestro aliado se una a nosotros? — La pregunta de Kaien hizo que Ichigo mirara a su hermano mayor y recordara en ese momento que Kaien estaba allí. — Además, ¿por qué hablas como si conocieras Gardelia?

Mientras hablaba, Kaien se acercó a ellos e Ichigo simplemente alternó su mirada entre el rey y su hermano.

— No lo sé. — La respuesta de Ichigo hizo que Kaien frunciera el ceño con ira. — Tal vez porque conozco Gardelia mejor de lo que crees, hermano mayor.

— ¡Tú! ¡Tú pareces conocer a medio continente! ¡¿A quién diablos no conoces?! ¡Tienes tantos jodidos contactos que podrías planear una rebelión en una noche!

— ¡Debe ser porque rompí un maldito mapa cuando era niño! ¡Si querías mi lugar, solo tenías que romperlo tú! ¡Oh! ¡Ya estás en mi lugar!

— ¡Suficiente! Ichigo! ¡Kaien!

El grito del rey los silenció inmediatamente a ambos pero la ira en los ojos de Kaien era demasiado palpable. Ichigo trataba de controlar su respiración pero los sentimientos negativos solo activaban más la magia y controlarla era difícil en ese estado mental.

El silencio en esa oficina fue largo y tenso.

— Kaien, sal de aquí. — ordenó el rey.

Kaien dudó por un momento entre hacer lo que el rey decía o no, pero al final se inclinó ante el rey y salió de aquella oficina. Ichigo se quedó en silencio, sin saber lo que estaba pensando el rey y tratando de controlar el don.

— Tú y yo vamos a hablar, así que dime qué diablos pasó realmente en Vermist.

— Su majestad, ¿creerá lo que yo diga? — preguntó Ichigo mirando al rey. Isshin solo lo miró en silencio. — No tiene sentido hablar entonces. Me voy.

— Voy a creer lo que dices. Dime la verdad, ¿qué pasó en Vermist?

Ichigo notó como su padre trataba de relajar el tono de su voz, como fingía ser amable para que él hablara de lo que había pasado en Vermist. Ichigo dudaba que el rey realmente sintiera alguna preocupación por él. El rey solo quería asegurarse de que el reino no estuviera en peligro.

Ichigo nuevamente tuvo que recordarse a sí mismo que no necesitaba el afecto del hombre frente a él.

Rukia miró a la reina, que estaba sentada en ese sillón grande y suave, todavía tratando de entender lo que ella había dicho sobre el trato que hizo con la Madre Original.

Ese había sido el último tema de conversación que habían tocado porque lo primero que le preguntó la Reina Masaki al verla fue si estaba bien y si las heridas que Yoruichi le había causado se habían curado. Rukia sintió algo cálido y dulce en su corazón cuando la reina preguntó por su salud antes que nada.

Después de que Rukia le aseguró que estaba bien, la reina le preguntó cómo habían sucedido las cosas. Aunque había un informe del tío Kisuke, la reina quería escucharla hablar sobre todo lo que sucedió y cómo sucedió.

Así que hablaron de Kirio y Yoruichi, y del viaje de Ichigo con los mercenarios, que aunque no estaba planeado, lo ayudó a salir de ese abismo de excesos en el que estaba sumergido. La reina le contó a Rukia exactamente lo que había sucedido y eso terminó de llenar los vacíos en la historia sobre ese pasado que se le ocultó a Ichigo.

La reina le prometió a Rukia que hablaría con él, porque él necesitaba saber esa parte de su vida, y le hizo prometer a Rukia que no le diría nada por ahora. Rukia aceptó esas palabras porque sabía que Ichigo merecía escuchar a su madre hablar sobre sus razones para hacer las cosas y porque tenían que dejar atrás ese maldito pasado de una vez por todas.

— ¿Y viste… viste a la Madre Original? — Preguntó la reina después de un largo momento de silencio demasiado tenso para Rukia.

— La vi, hablé con ella y me enseñó algunas cosas. — Rukia explicó una vez más para que la reina Masaki pudiera entender completamente lo que había hecho. — La magia, en ankh dentro de mí, se parece a ella. Creo que es porque me tragué el anillo. Ichigo me ha estado ayudando, el tío Kisuke me dio notas que podrían ayudarme, e incluso la reina Aiko me dio algunas cosas para que pudiera mejorar en esto.

— ¿Y cómo te sientes?

— Normal y a la vez diferente. Es como si no fuera yo misma, siento que me influye y que me hace más fuerte. — Rukia trató de explicar todo lo que sentía, la forma en que fluía en ella esa sensación de poder y que atribuía a que la mujer que llevaba dentro tenía los ojos abiertos. — Es como si solo tuviera que extender la mano para conseguir lo que quiero. A veces, cuando cierro los ojos antes de dormir, escucho la voz de la reina pero no puedo entender lo que dice. Ichigo dice que ella habla en el idioma de las Tierras del Amanecer. La reina quiere que la libere.

— La magia siempre quiere ser liberada, así que debes entrenar para ser más fuerte que ella y no sucumbir al poder. — explicó la reina Masaki, que parecía haberse recuperado de aquella impresión. — Hay gente que lo ha hecho, que se deja llevar por el ankh y acaba mal. Crean caos y destrucción buscando entregar los tributos a la Sombra. ¿Sabes lo que es un tributo a la Sombra?

Rukia asintió a esa pregunta.

— La reina Aiko me habló de ello. — Comentó Rukia con un ligero malestar en su interior. El poder era embriagador, pero el costo era terrible ya que lentamente acababa con la humanidad dentro de ellos. — Tengo que rendir tributo a la Sombra al menos un par de veces al año, solo que no sé cómo lo voy a hacer.

— Criminales. — Respondió la reina con esa tranquilidad que da la experiencia. — O con las amantes de tu marido, si quieres.

Ante esa sugerencia, Rukia sintió un escalofrío.

— Ichigo no tiene amantes. — No le gustaba pensar que Ichigo pudiera tener amantes, pero si eso sucedía, la chica definitivamente sería un tributo a la Sombra.

— Te ayudaré con eso.

— ¡¿Con las amantes?! — Rukia preguntó alarmada. La reina la miró y comenzó a reír suavemente.

— Con los tributos a la Sombra. — Rukia se relajó en ese momento. Por un momento pensó que la reina conseguiría amantes para Ichigo. — No te preocupes por eso, primero aprende a controlarlo y luego veremos el tributo. Designaré un día o dos a la semana para enseñarte cómo usarlo. Ahora puedes irte a descansar y mañana organizaremos todo lo que tenemos que hacer.

La reina terminó la reunión y Rukia le dio un beso de despedida en la mano antes de recordar algo que había estado rondando por su mente.

— Querida madre, ¿por qué me hiciste entrar en la corte de la reina? ¿Eso tuvo algo que ver con el heredero y todo lo que pasó Ichigo antes?

La reina la miró fijamente por un momento, ligeramente confundida por esa pregunta antes de mover lentamente la cabeza con una negativa.

— Entraste a la corte porque nunca te permitieron vivir aquí. Necesitaba evaluarte antes de permitir que el compromiso se hiciera oficial, y la mejor manera era dándote libertad. ¿Te habrías comportado como lo hiciste si hubieras venido directamente como la prometida de Ichigo?

Rukia se quedó en silencio. Ella no esperaba esa respuesta y nunca la hubiera imaginado.

Cuando salió de la oficina de la reina, esa pregunta la dejó pensando detenidamente en lo que ella habría hecho si llegaba directamente al castillo con la sentencia de matrimonio con Ichigo, y llegó a la conclusión de que la reina siempre estaba un paso por delante de ella.


Nota del autor:

Un comentario en la versión en inglés me hizo darme cuenta de algo que se me paso por alto y que no les expliqué, y son los emblemas de los reinos así como la forma de gobierno de cada uno, y las religiones. Durante la historia lo he estado mencionando, pero son detalles que se olvidan fácilmente, así que voy a dejar esto aquí.

El continente se llama Lashmar. El área donde se desarrolla la historia se llama Lashmar del Norte. Las Tierras Abruptas son las que dividen Lashmar en Norte y Sur.

De norte a sur, hasta las Tierras Abruptas: primero están los reinos más allá del Desierto Rojo [sin nombre por ahora] y entre esos reinos está Cikram.

Reino de Cikram: Su emblema es un león dorado. Su escudo en un león dorado sobre fondo negro. La religión principal del reino es el Culto de las Deidades, la religión secundaria es el Culto de la Sombra. Su frontera sur, de costa a costa, linda con el Desierto Rojo. El reino se hereda por línea masculina preferentemente por los hijos de la reina y por orden de nacimiento, se permiten las concubinas. No permiten la esclavitud pero tampoco hacen mucho contra ella.

Isla Trinidad: Isla que pertenece a la Tríada. Anteriormente perteneció al reino de Cikram pero fue conquistado por la Tríada. Suele ser una base estacionaria para los mercenarios de la Compañía Tirnoq y una base permanente para los Soldados de la Triada.

Reino de Gardelia del Desierto: su emblema es la gardenia blanca. Su escudo es una gardenia blanca sobre fondo de arena. El título del rey es "Señor del Desierto", por ser los dueños del Desierto Rojo. La única religión en el reino es el Culto de las Deidades. Gardelia comparte su frontera sur con Avanta y Vayalat. Solo heredan por línea masculina, el rey tiene un harén de concubinas por lo que no importa tanto el orden de nacimiento de los príncipes y no tienen reinas. Son esclavistas.

Reino de Vayalat de la Sombra: su emblema es un ruiseñor azul. Su escudo es un ruiseñor azul sobre fondo dividido en rojo y negro. La religión principal es el Culto de la Sombra. Los descendientes de la Reina Vayalat, también conocida como la Madre Original, son conocidos como Hijos de la Sombra. Tanto hombres como mujeres heredan por orden de nacimiento, se permiten concubinas (rey) y consortes (reina), pero los hijos nacidos de esos encuentros no heredan. Los hijos ilegítimos de los Hijos de la Sombra son entrenados para convertirse en Sombras Portadoras del Don. Ichigo es una sombra portadora del don. Están en contra de la esclavitud. Comparte frontera con Gardelia, Jetaiya y Avanta.

Reino de Jetaiya de las Mil Islas: Su emblema es una punta de lanza. Su escudo es una punta de lanza negra sobre fondo amarillo. El título del rey es "Señor de las Mil Islas". Su religión es el Culto a las Deidades. Heredan por línea masculina, priorizando siempre los hijos de la esposa principal hasta por dos generaciones en caso de que la esposa principal solo tenga hijas. El rey tiene un harén dirigido por la reina o esposa principal. Están en contra de la esclavitud. Comparte frontera con Kuvar, Vayalat y Avanta.

Reino de Kuvar: Su emblema es un martillo de guerra. Su escudo es un martillo de guerra negro sobre fondo blanco. Comparte frontera con Jetaiya y Avanta.

Reino de Avanta y las Montañas Azules: Su emblema es un águila real. Su escudo es un águila plateada sobre fondo azul. El título del rey es "El Señor del Acantilado". Su religión es el Culto a las Deidades. Comparte frontera con Gardelia, Vayalat, Jetaiya y Kuvar. A partir del reinado de Kazue, la reina sangrienta, se instaló preferentemente la herencia por línea masculina, si no hay príncipe heredero heredará la hija mayor del rey. También se estableció la regla del príncipe heredero y del segundo príncipe para no caer en las viejas costumbres, asegurando así que los hijos del heredero de la corona serán siempre los primeros en nacer. Se permite una concubina protegida por la reina en caso de que no pueda tener hijos. Los hijos ilegítimos se entrenan para convertirse en soldados. Están en contra de la esclavitud.

Antes de la conquista de Maranni, Avanta era conocida como Avanta de las águilas.

Antiguo reino de Maranni de las Montañas Azules: Antes de la conquista, su emblema era un árbol de la vida. Su escudo de armas era un árbol verde sobre fondo negro. El título del rey era "El Señor de las Montañas Azules". Su religión principal era el Culto de la Sombra, que cambió al Culto de las Deidades después de la conquista. Heredaban por orden de nacimiento sin preferencia de género. Se permitía una concubina protegida elegida por la reina. Estaban en contra de la esclavitud.


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