Los Ojos del Ruiseñor


Capítulo 75: Por la noche


Verano — x493 / 27 de agosto

El día que Rukia hizo callar a la reina oscura fue el mejor día de su vida hasta ese momento; además, ese sentimiento de que ella era poderosa y podía tener todo lo que quisiera con solo tomarlo, se había vuelto más fuerte.

Rukia era consciente de que le faltaba mucho entrenamiento, que nada era tan fácil como imaginaba y que con los años mejoraría como todos los portadores de magia que permanecieron congelados en la flor de la vida hasta que se unieron a la Sombra; pero podía darse el lujo de disfrutar de esa pequeña victoria contra la reina oscura dentro de ella.

La reina Masaki le dijo que este sentimiento de poder era una parte natural de ella y que solo se potenciaba con la magia; cuanto más poder, más confianza.

"Debes ser consciente de que este poder siempre será más fuerte que tú, y debes tener cuidado al usarlo y no dejarte llevar. Respeta la magia y los dones que te han sido dados y no creas que estás por encima de ellos."

Las palabras de la reina Masaki, en cierto modo, le recordaron a Rukia el comportamiento de Yuki cuando fue a visitarla. Una parte de ella esperaba que Yuki reaccionara de esa manera porque conocía la ambición de su prima, pero otra parte de ella esperaba que no lo hiciera y que se mantuviera leal.

Yuki estaba viviendo la fantasía de lo que era fácil, bonito y brillante, y eso solo significaba una cosa: Yuki no iba a salir bien parada en todo esto sin importar cuánto compartiera la cama con el heredero al trono.

Yuki no tenía alianzas, ni amigos, y la familia Kuchiki, aunque tenían el poder para ayudarla, probablemente no moverían las manos si eso pusiera en peligro la frágil estabilidad que tenían en ese momento.

Además, Mila no era amiga de Yuki, ella quería ser reina pero se estaba tomando las cosas con calma porque sabía que era la candidata más fuerte y rica que había. Mila sabía que la posición de princesa heredera estaba prácticamente asegurada para ella, independientemente de si Kaien sentía amor por ella o no.

La única manera de que Yuki se convirtiera en un peligro real para la línea de sucesión era si quedaba embarazada y daba a luz a un hijo varón, pero era poco probable que eso sucediera. Además, si Yuki se embarazaba, Rukia podría arrojarla por las escaleras y decir que fue un accidente.

— Tatsuki, ¿recuerdas las galletas que hiciste para mi luna de miel? — Rukia preguntó con calma mientras Tatsuki trenzaba su cabello con cuidado de no tocarla.

Sus doncellas sabían que tenía esa peculiar condición en su piel, Rukia les había confiado ese secreto porque no podía ocultar ese tipo de información a ambas chicas y porque confiaba en ellas. Las chicas le habían jurado lealtad y Rukia agradecía ese gesto, sin embargo, en quien más confiaba era en Tatsuki.

— Sí. ¿Quieres que las haga de nuevo, Kia? — preguntó Tatsuki con curiosidad antes de atar el cabello de Rukia con una cinta verde esmeralda. La estaba preparando para ir a la cama.

— No, solo quiero saber quién, además de Nelliel, las comió ese día. ¿Tú lo sabes? — Rukia preguntó, viendo lo hermoso que Tatsuki había trenzado su cabello.

Rukia sabía que no podía preguntarle a la reina sobre esas galletas porque la reina investigaría y descubriría que ella era la responsable de la pérdida del hijo de Nelliel, y eso no era bueno para ella. La reina había criado a Nelliel como a una hija y Rukia no quería poner a prueba el afecto de la reina.

— Supongo que Yuki y la reina se las comieron, porque cuando regresaba a esta habitación para limpiarla, vi que Nelliel y Yuki salieron de la habitación de la reina al mismo tiempo, y Yuki ya no tenía la caja de galletas.

Rukia asintió ante esa respuesta, sabiendo que la reina podría no ser capaz de volver a tener un hijo, y eso era lo único que lamentaba.

Había pasado poco más de un año desde entonces y Rukia se dio cuenta de cuánto había cambiado en ese tiempo. De tener miedo de cargar a un bebé a hacer que alguien perdiera uno, había sido un gran cambio. Era algo terrible, algo que la reina había hecho para proteger a Ichigo y era algo que probablemente ella haría si las reglas de herencia no cambiaban o si Kaien se convertía en rey y eso ponía en peligro a sus propios hijos.

Las rebeliones y los golpes de estado no eran algo que sucediera de la noche a la mañana. Ellos tenían que preparar el terreno, provocar situaciones y determinar las lealtades de todos antes de hacer un movimiento. Tenían la eternidad, pero era inútil si los atrapaban conspirando para poner la corona en la cabeza de Ichigo y les cortaban la cabeza como traidores.

— Iré a ver al príncipe.

Rukia se puso una hermosa bata de dormir verde, dorada y negra para cubrir el camisón negro que llevaba puesto en ese momento. Tatsuki asintió y fue en busca de un par de zapatos mientras Rukia se miraba en el espejo y se palmeaba suavemente las mejillas en un intento de animarse.

— Sigo siendo yo. Sigo siendo yo y no tengo miedo. Puedo con esto. Soy su esposa y esto es... es natural y parte de las reglas del castillo.

Conocía las reglas y no le gustaba esa parte, tampoco le gustaba que la reina Masaki lo hubiera sugerido mientras tomaban el té de la tarde, pero trató de entender por qué lo había sugerido. Rukia tenía que entender porque era probable que lo hiciera en el futuro con sus hijos, tal como lo hacía la reina Masaki con Ichigo en ese momento, pero era difícil de asimilar.

Rukia odiaba la posibilidad de amantes pero estaba consciente de que la posibilidad podía hacerse realidad en situaciones muy específicas. Ichigo había crecido sabiendo las reglas que regían su vida, las reglas del deber y el placer, y aunque Rukia conocía a Ichigo y era consciente de su amor por ella, aún tenía que hacerle esa pregunta.

Tatsuki la acompañó a la habitación de Ichigo en silencio y al llegar, los sirvientes en la puerta de Ichigo anunciaron su presencia. Entró en la habitación después de pedirle a Tatsuki que la esperara porque como ella e Ichigo no podían tocarse, no habían compartido habitación por la noche. Dormir juntos se había vuelto imposible, así que no tenía sentido que él o ella estuvieran en la misma habitación.

El sexo era lo de menos, la ausencia caricias era lo que lastimaba y frustraba a ambos. Ichigo no lo decía, pero Rukia podía ver la ira en sus ojos porque no podía tocarla o besarla.

El príncipe era encantador y el maestro era paciente y amable, pero el hombre peligroso estaba enojado. Muy enojado.

Por eso, Rukia realmente estaba tratando de dominar lo que cubría su piel y no le importaba terminar con plumas de pollo en su cabello y sangre en sus manos, pero era frustrante no poder poner la magia a dormir por más de unos momentos.

La reina oscura se había quedado en silencio, pero eso no había facilitado el entrenamiento.

Ichigo estaba detrás de su escritorio cuando Rukia entró a la habitación, parecía concentrado en algo que ocultó de inmediato cuando notó que ella se acercaba a él y se levantó de su silla.

— Mi Luna, no pensé que vendrías a visitarme tan tarde. — Ichigo no podía tocarla, pero a Rukia no le pasó desapercibido que él detuvo el movimiento de una de sus manos. Ese era el hombre peligroso que gritaba por querer tocarla. — ¿Hay algo mal? ¿Estás enferma?

La preocupación en el rostro de Ichigo por su salud y bienestar le quitó el coraje para hacer esa pregunta. Hacer esa pregunta era difícil porque sabía que Ichigo posiblemente se enojaría, ella también se enojaría y todo terminaría posiblemente en una discusión. Ambos sabían que cuando estaban enojados se volvían peligrosos el uno para el otro.

Rukia solía lastimarlo físicamente e Ichigo solía lastimarla emocionalmente.

— ¿Es un delito que yo quiera venir a hablar con mi esposo a esta hora de la noche? — Rukia preguntó tratando de recuperar el control de sus propias emociones a pesar de que su corazón latía sin control.

— No, no lo es. — Ichigo sonrió ante su respuesta y señaló uno de los cojines del piso en el balcón para que ella tomara asiento.

Rukia se sentó y observó con curiosidad cómo Ichigo servía dos vasos de ese licor dorado de negocios. Ichigo se acercó a ella, entregándole un vaso con cuidado de no tocarla, y se sentó en otro de los cojines para mirarla. Rukia no había probado ese licor desde que había hecho el trato con la Sombra y le parecía extraño que él eligiera ese licor para que lo bebieran esa noche.

— ¿De qué quieres hablar, mi amor? — preguntó Ichigo con calma. — ¿Quieres contarme sobre tu progreso en el manejo del don? ¿Quieres que planeemos una escapada romántica a la granja? ¿O quieres que hablemos de por qué misteriosamente me iré con el rey indefinidamente a visitar algunas ciudades?

Rukia no esperaba que Ichigo dijera eso último, así que su expresión de sorpresa fue demasiado obvia. Dejó a un lado el vaso de licor de negocios e Ichigo tomó un sorbo antes de hacer lo mismo. Él tenía una ceja levantada esperando que ella dijera algo.

— ¿Te vas? — Fue lo primero que dijo Rukia. — ¡Pero si no hace mucho que hiciste el recorrido por las ciudades! ¡Y ahora me dices que te vas! ¡¿Cuándo me lo ibas a decir?!

Ichigo solo la miró, como si esperara esa reacción de ella, y señaló el vaso de licor.

— Bébelo. — Comentó con calma, pero Rukia no quería beber, quería explicaciones. — Toma un trago antes de que hablemos de esto, porque esto es un negocio.

Rukia obedeció y bebió un poco del licor. Esa segunda vez que lo probó, su sabor se hizo familiar de una manera que no tenía nada que ver con el sabor en sí. Era extraño, pero dejó esos pensamientos a un lado porque ahora mismo tenía cosas más importantes en las que pensar.

Ichigo dijo que era un negocio, así que debía ser muy importante.

— Antes de decirte nada, necesito saber, ¿mi madre te dijo algo hoy? — preguntó Ichigo antes de que Rukia pudiera hacer una pregunta. — Y no me refiero a un tema casual o común, me refiero a un tema importante que nos incluye a ti ya mí.

Rukia se quedó en silencio, pensando en la pregunta de Ichigo sobre algún tema que los incluyera a ambos, y lo único que le vino a la mente fue precisamente el mismo tema que la había llevado a hacerle esa visita nocturna. Su mente estaba trabajando rápido, tratando de entender por qué la reina dijo eso y cómo se relacionaba con el viaje de Ichigo, y no le gustó lo primero que le vino a la mente.

Antes de hablar, tomó un sorbo más del licor dorado para reunir valor.

— Estábamos hablando de las reglas. — El estado de ánimo de Rukia oscilaba entre la ansiedad y la ira. — Me recordó que, según las reglas del castillo, es natural que tengas amantes dentro o fuera de la corte. Dijo que solo serían momentos de placer, que nunca debería dudar de quién soy y que nunca debería sentirme mal por eso, porque todos los hombres han tenido amantes en algún momento. Que mientras yo tenga tu corazón, no importaba con quién compartieras tu cuerpo.

Rukia terminó de decir eso, apretó la mandíbula y agarró el vaso con tanta fuerza que lo rompió en el acto. El licor se derramó inmediatamente e Ichigo, sin importarle que su toque lo lastimara, tomó su mano para asegurarse de que ella estaba bien. Rukia vio la sangre, no sabía si era de ella o de Ichigo, e inmediatamente hizo que la soltara.

— Estoy bien... ¿Estás bien? ¿Te lastimé? — preguntó Rukia, apretando su mano en un puño, viendo la sangre de Ichigo en su piel y la de él, y sintiendo dolor en su palma. El vidrio roto la había lastimado.

— Estoy bien. ¿Entiendes ahora? — preguntó Ichigo mientras limpiaba la sangre con su ropa y Rukia le tendió la mano para que viera la herida. Ichigo la sanó en ese momento, cerrando la herida y quitando el dolor, y Rukia limpió la sangre con su bata de dormir.

— Todos los reyes tienen amantes y todos los príncipes tienen amantes… la pregunta es, ¿viniste a darme permiso para tener una amante?

— ¡No! — respondió Rukia inmediatamente.

La pregunta de Ichigo estaba llena de duda y un poco de incredulidad, pero ella no había ido a darle permiso para tener una amante. Eso lo habían dejado claro antes de casarse, sin amantes ni Inamoratas.

— Pero estás aquí y estamos hablando de esto porque seguramente mi madre logró convencerte de que en algún momento voy a tener una amante y me escudaré con de las reglas para hacerlo, ¿no? — La voz de Ichigo sonaba ligeramente molesta y Rukia miró hacia otro lado porque había verdad en sus palabras.

— Sé que habrá un punto en el que… Sé los efectos a largo plazo del té que tomo para evitar quedar embarazada, y sé que es posible que no pueda darte hijos cuando llegue el momento si el té me afecta demasiado. — Rukia comenzó a hablar, mirando su mano que ya no tenía heridas y evitando así mirar el rostro de Ichigo.

Lo que decía era algo que le rondaba la cabeza desde que fue a su revisión con el médico antes de su cumpleaños, y era mejor sacarlo en ese momento que el tema se volvía a poner sobre la mesa.

— Rukia...

— Sé que estás obligado a tener hijos a pesar de ser el segundo príncipe y sé que si eso sucede, si el té me afecta demasiado, entonces será necesario que tengas una amante que cumpla lo que yo no puedo darte.

— Te lo dije una vez, si tengo que elegir entre tú y el reino, siempre te elegiré a ti.

— Pero las reglas de la herencia…

— ¡Cambiaré las reglas de la herencia si es necesario! — Ichigo levantó la voz por un momento antes de calmarse. — Lo siento. Ambos sabemos que eventualmente Vayalat nos conquistará. No podemos oponernos a la fuerza destructiva que tienen, por lo que será mejor entregar el reino cuando llegue el momento. — Ichigo estuvo a punto de agarrar sus mejillas pero se detuvo. Rukia era de nuevo un mar de emociones que podría resumirse en desesperación. — Quiero tener hijos, pero los quiero contigo, mi Luna. Solo contigo.

— Necesito que me abraces. — susurró Rukia con un nudo en la garganta.

Todos sus sentimientos gritaban por ser liberados de una forma u otra, sabía que la charla tomaría ese rumbo, pero aun así seguía siendo algo difícil.

— Entonces déjame abrazarte, porque yo también lo necesito.

Rukia asintió, cerrando los ojos en ese momento y tratando de hacer que la magia que cubría su piel volviera a su origen porque realmente necesitaba sentir a Ichigo aunque sea por un breve momento; lo necesitaba a él, necesitaba a su marido y a su cómplice.

Cuando estuvo segura de que la magia estaba dormida, lo abrazó con fuerza e Ichigo le devolvió el abrazo de la misma manera. El calor de Ichigo era tan dulce y su olor tan embriagador, que con ese abrazo sintió paz y calma, hasta que se obligó a romper el contacto porque la magia volvió a su piel de golpe.

Ichigo se levantó del cojín donde estaba sentado y fue por un vaso nuevo junto con la botella de licor de negocios, sirvió un vaso nuevo para ella y rellenó el suyo.

— Esta vez, trata de no romperlo porque aún no hemos hablado de negocios. — Comentó Ichigo con voz animada y Rukia sonrió ante eso, estaba a punto de golpearlo en el hombro, como solía hacer a veces, pero se detuvo y bajó la mano.

Era ese tipo de distancia lo que dolía.

— El rey quiere que lo acompañe de gira por algunas ciudades del sur, solos él y yo, como padre e hijo. — dijo Ichigo después de beber un poco más del licor. — Quiere pasar tiempo conmigo y no puedo decir que no. En otra situación, pasar tiempo con él me haría feliz, pero no en esta.

Rukia volvió a estar tranquila, la magia aún estaba en su piel pero prefirió concentrarse en lo que estaba pasando y las razones de la reina para recordarle las reglas del castillo justo cuando Ichigo se iba de viaje con el rey.

— ¿Por qué no? — preguntó Rukia, porque sabía que Ichigo quería acercarse a su padre y tener algo de su afecto.

— Porque me está castigando. — Ichigo lo dijo con un ligero fastidio. — No sé si catalogarlo como castigo, pero es la mejor palabra que se me ocurre en este momento. El rey no me lleva con él para que pasemos tiempo "juntos", me lleva para alejarme de ti y, con lo que has dicho de tu charla con mi madre, me atrevo a pensar que habrá mujeres en ese viaje

— Espera un minuto, ¿qué quieres decir con que habrá mujeres?

— Lo que te dijo mi madre es más una forma de prepararte que un recordatorio de las reglas, en lo personal me ofende que no confíe en mi fuerza de voluntad, pero lo hizo para que no sufrieras con lo que pudiera pasar en ese viaje. Podría haberse quedado callada, pero si no lo hizo fue porque no está de acuerdo con lo que hará el rey.

Rukia apretó los puños y cerró los ojos mientras confirmaba por qué la reina había tenido esa conversación con ella.

— ¿Por qué? — Fue lo único que Rukia pudo articular, su mente buscaba una razón válida para que el rey quisiera separarlos, pero no pudo encontrar ninguna.

— Porque te puse por encima de la seguridad del reino y golpeé a un rey por eso.

— ¡El maldito bastardo me golpeó! ¡Cómo puede castigarte el rey por defenderme! — Rukia no pudo soportarlo y se levantó de su asiento solo para empezar a caminar y tratar de calmarse. Toda su piel se sentía vibrar por la magia que estaba más despierta que nunca. — ¡El hombre te mandó vino envenenado!

— El rey cree que me has hechizado...

— ¡Y sabe mucho sobre estar hechizado! — dijo Rukia irónicamente. Eso hizo que Ichigo sonriera.

— Y piensa que tú me controlas y que me harás cometer algún tipo de crimen contra el reino, y cosas por el estilo. Todavía no ha perdonado a tu padre por el intento de rebelión.

— ¡Como si yo pudiera hechizar a alguien! — La ironía en su voz no desapareció.

— Debo admitir que el rey tiene razón en una cosa. — Eso hizo que Rukia dejara de caminar y enfocara su atención en él, esperando una explicación lógica antes de golpearlo por decir eso. Tal vez no pudiera tocarlo, pero las almohadas serían una buena arma. — Me tenéis completamente embelesado y cometeremos traición al reino. Espera, son dos cosas.

Rukia en ese momento no sabía si permanecer enojada, calmarse o golpear a Ichigo por esa última frase. Todo era un cúmulo de emociones que agitaban y alteraban la magia de su piel. Ichigo le indicó que se sentara en el cojín y Rukia, después de respirar profundamente un par de veces, volvió a su asiento un poco más tranquila.

— ¡Por la Sombra! — Rukia se llevó ambas manos a la cara sintiendo que realmente estaba empezando a odiar al rey. — ¿Y qué pasará en ese viaje? Si habrá mujeres, significa que eventualmente tú y esas mujeres...

— Ahora me siento ofendido de que lo sugieras. — Ichigo no parecía tan enojado en ese momento y Rukia supuso que era porque había tenido más tiempo para pensar en todo esto. — Pero por un lado tienes razón, si hay mujeres, al final el rey me va a sugerir que me lleve una a la cama y...

— No puedo creer que esté escuchando cómo me vas a ser infiel. — se quejó Rukia, pero no se levantó de su asiento. Se obligó a quedarse allí porque tenían un acuerdo, siempre decir la verdad el uno al otro.

— Y la pondré a dormir. — Rukia miró a Ichigo por un momento. — Se me da bien poner a la gente a dormir, te desmayé dos veces antes, es fácil. También es fácil arruinarles la cabeza y hacerles creer cosas que en realidad no sucedieron. He mejorado mucho. Hay cosas que no puedo evitar que sucedan, pero definitivamente hay otras que sí puedo evitar.

— No necesito detalles de eso. — susurró Rukia, porque podía imaginar las cosas que él no podía evitar, y era mejor no escucharlas.

— Y yo no necesito amantes. — respondió Ichigo con calma. Rukia suspiró cuando lo vio tratar de tocarla y detenerse antes de que lo hiciera. — Nos tienen miedo, mi Luna. Hay algo en nosotros que causa miedo al rey o a Kaien, y la mejor forma de que ellos aseguren la paz es hacer que tú y yo nos mantengamos alejados. ¿Puedes soportarlo, mi amor?

Rukia miró a Ichigo, deseando que pudiera tocarla porque sentía que necesitaba un abrazo en ese momento.

— ¿Tengo elección?

— Siempre hay opciones.

— No se me ocurre ninguna en este momento. Necesito tocarte. — susurró Rukia levantando una mano pero deteniéndose antes de acariciar su rostro.

— Inténtalo, mi amor. — susurró Ichigo acercándose lo más posible a ella sin tocarla. — No quiero irme sin llevar el olor de tu piel sobre mí.

Rukia asintió y cerró los ojos.

Ichigo estaba demasiado cerca de ella y podía sentir su cálido aliento rozando sus labios, era tal la tentación que trató de devolver la magia a su origen lo más rápido que pudo. En el momento en que su piel se sintió libre de esa sensación, Rukia le agarró el brazo e Ichigo la besó con demasiado deseo.

Disfrutó ese beso como si fuera el primero, pero la magia se liberó después de unos momentos y su piel se cubrió de nuevo. Ichigo rompió el beso en ese momento, Rukia sintió el sabor de la sangre de Ichigo en su lengua, pero cuando fijó su mirada en sus labios, no había rastro de herida alguna.

— De nuevo, mi amor. — susurró Ichigo y Rukia no dudó en obedecerle.

Si el premio por mantener el control sobre el don eran besos, no dudaría en volver a intentarlo.


Verano — x493 / 28 de agosto

Kaien todavía estaba molesto por lo que pasó el día que Ichigo regresó al castillo. Le molestaba saber que Ichigo en realidad conocía a tanta gente, que tenía amigos en diferentes reinos y que parecía influir en las decisiones que eran realmente importantes. Kaien tenía el reino pero Ichigo tenía la influencia, y eso le molestaba demasiado.

Lo único bueno de que Ichigo estuviera de vuelta en el reino era el hecho de que Kaien podía ocuparse de sus propias cosas y tenía más tiempo libre, aunque en ese tiempo libre su mente seguía recordándole lo que Ichigo había dicho sobre Rukia.

Ichigo había golpeado y amenazado con matar a un rey solo porque ese rey golpeó a Rukia. Kaien no sabía si él sería capaz de hacer algo así, pero definitivamente encontró sorprendentes las acciones de Ichigo, porque solo por defender a Rukia arriesgó la seguridad y la integridad del reino.

Una guerra por un puñetazo era algo absurdo pero podía pasar porque cualquier cosa podía servir de excusa para desatar un conflicto.

Kaien se preguntó qué había hecho Rukia para dominar a Ichigo hasta el punto de ser lo único que él deseaba, y también se preguntó por qué él mismo la deseaba tanto. Rukia era solo una mujer pero Kaien no podía evitar pensar en ella de vez en cuando o fantasear con que ella estaba en su cama cuando se acostaba con Yuki.

Tal vez era la forma en que Rukia no bajaba la mirada frente a nadie, la forma en que hablaba, o tal vez la sensación de su cuerpo contra el de él, aunque la única vez que pudo sentirlo completamente fue cuando la rescató del cementerio y ella lo abrazó buscando seguridad. Muchas veces se había preguntado qué hubiera pasado entre ellos si Rukia no hubiera regresado a Maranni, y todas esas veces su mente le había devuelto la imagen de Rukia gimiendo en su cama.

Kaien quería tenerla y averiguar qué hizo para hechizar a Ichigo de una manera tan abrumadora y contundente, porque no había otra explicación para él más que el hecho de que Rukia había embrujado a Ichigo.

Yuki estaba dormida cuando salió de la habitación, no tenía intención de pasar más tiempo del necesario con ella ese día porque tenía cosas más importantes que atender, incluido el almuerzo con Rukia para hablar de los asuntos de la corte de la reina. Rukia era la encargada en nombre de la reina, y Kaien sospechaba que tal vez la reunión era para programar sus citas con las chicas en un esfuerzo por que todas tuvieran al menos un momento con él.

Eso era parte del protocolo aunque había puesto todas sus intenciones en Mila. Kaien no necesitaba ser un genio de la conspiración para saber que ella era la mejor candidata para esposa porque, aunque todas las chicas de esa corte provenían de familias importantes y con cuya unión en matrimonio haría que el reino fortaleciera su poder, la familia de Mila era, sin una duda, lo mejor.

La voz de Rukia lo distrajo de sus pensamientos sobre lo que podría pasar en el almuerzo y lo prudete que sería tener una boda en primavera, así que miró por el balcón de ese primer piso donde se encontraba la habitación de Yuki y pudo ver a Rukia regresando en compañía de su doncella personal.

Kaien la miró fijamente desde su posición, escuchando su voz y viéndola caminar con una bata de dormir tan larga que se arrastraba ligeramente por el suelo. Las batas de dormir que usaban las princesas eran largas, con mangas largas y anchas, y parecían un vestido porque la tela era gruesa. No era la primera vez que Kaien veía a Rukia vestida así, sin embargo, los colores que vestía en ese momento, junto con su cabello suelto, la hacían lucir hermosa y salvaje.

Era otra imagen que permanecería en su mente al igual que el olor a menta que había sentido en ella y el sonido de sus gemidos de todas esas veces que había visto, o escuchado, cuando Rukia e Ichigo estaban juntos. La mirada de placer en el rostro de Rukia cuando los encontró en el baño del rey era algo que nunca abandonaría su mente.

— El príncipe fue demasiado dominante anoche. — Kaien escuchó la voz de Rukia mientras subía las escaleras hacia el primer piso.

— Te ató con la cinta que te puse en el pelo, por eso lo tienes atado a la muñeca, ¿no?

— Me ató a la cama y no me dejaba tocarlo. — Rukia murmuró como un niño regañado.

— Te gustó que el príncipe te amarrara a la cama, ¿verdad? — La voz de la criada salió maliciosa.

— ¡Tatsuki!

— Te pondré cintas más gruesas en el pelo cuando te acuestes con el príncipe.

— Cintas suaves por favor…

Kaien, que se había detenido en las escaleras para escuchar esta charla que le resultaba curiosa, comenzó a caminar con gracia, fingiendo no haber escuchado a Rukia decir que le gustaba estar atada a la cama por la noche. Las encontró en el rellano de las escaleras y, con su mejor sonrisa, saludó a Rukia como indicaba el protocolo. Ella le devolvió el saludo con una reverencia, al igual que la doncella que dio un paso atrás para presentar sus respetos, y Kaien pudo ver que Rukia tenía una pequeña marca de mordedura en el labio cerca de la comisura de la boca.

— Hermanita, no llegues tarde al almuerzo. — Comentó Kaien, todavía fingiendo que no se dio cuenta de la cinta atada alrededor de la muñeca de Rukia y que la razón por la que tenía el cabello suelto era porque había tenido una noche muy apasionada.

— No lo haré, hermano mayor. — Respondió Rukia con una sonrisa, aunque tenía un lindo sonrojo en sus mejillas. — La reina espera que empecemos con esto de inmediato.

— Mi querida madre, siempre tan preocupada por el reino. — Agregó Kaien con un leve tono sarcástico antes de despedirse de ella y seguir su propio camino.

La imagen mental de Rukia atada a una cama, gimiendo con esa hermosa voz, era otra cosa que no saldría de su mente.

Lo primero que hizo Rukia cuando llegó a su habitación fue beber el té que solía tomar todas las semanas para evitar quedar embarazada. Ichigo la había atado a la cama y le impidió tocarlo mientras él rezaba una oración a la Madre Original entre sus piernas. Tatsuki tenía razón, le gustaba que Ichigo la amarrara a la cama y le hiciera el amor.

Tal vez, esta noche, ella lo ataría a la cama.

La magia en su piel se había quedado dormida e Ichigo le explicó que no era tan simple como pensaba porque ahora que sabía cómo hacer que la magia volviera a su origen, tenía que invocarla a su antojo, dominarla de todas las formas posibles para dirigirla solo a un punto específico de su piel, y volverla a dormir. Tenía que hacerlo preciso, rápido y efectivo, antes de que pudiera darse el lujo de cortar el siguiente hilo, que por sugerencia de Ichigo, debería ser el que le permitiera curarse a sí misma.

Pero la noche anterior, al elegir entre besar a su esposo y entrenar magia, definitivamente había ganado el deseo de besar a su esposo.

Durmieron uno en brazos del otro y cuando despertaron, volvieron a hacer el amor, esta vez con más delicadeza pero igual de placentero.

"Debería dejarte chupetones en el cuello, tal como me hiciste en Vermist, pero no lo haré. Si te tiemblan las piernas cuando caminas, estaré complacido". Ichigo le había dicho cuando estaba curando las marcas que había hecho en su cuerpo mientras hacían el amor.

Rukia tardó un poco en darse cuenta del significado de las palabras de Ichigo, hasta que recordó que ella tendría un almuerzo privado con Kaien ese día e Ichigo lo sabía. Rukia sonrió ante esa pequeña demostración de celos disfrazados, y se giró en sus brazos solo para prohibirle que borrara las marcas que ella le había hecho en su cuello y hombros.

Sus piernas no temblaban mientras caminaba, pero recordar todo lo que habían hecho la noche anterior y en la mañana, inevitablemente la hizo querer volver a la cama con Ichigo.

Cuando llegó la hora del almuerzo, Rukia fue acompañada por su segunda doncella al área del rey, específicamente al jardín privado del rey. Ese lugar era el lugar más privado donde estarían Kaien y Rukia, porque nadie podía entrar allí sin el permiso del rey e Ichigo podía poner los guardias necesarios para vigilarla.

Un almuerzo en las habitaciones privadas de Kaien definitivamente estaba fuera de discusión, sin importar cuán privado fuera el tema entre ellos.

Su doncella se detuvo junto a Uryu, quien misteriosamente estaba de pie en la entrada del jardín, y Rukia se sentó en una silla para esperar a Kaien. No pasó mucho tiempo antes de que Kaien llegara acompañado de un soldado, y fue evidente, por la forma en que el soldado de Kaien y Uryu se miraban, que la aversión entre estos hombres era mutua.

Rukia se levantó de su asiento y le hizo una reverencia a Kaien, como el protocolo indicaba, y Kaien le dio una sonrisa amistosa antes de indicarle que se sentara de nuevo para que pudieran empezar a almorzar. La comida se sirvió en un silencio algo incómodo, y ninguno de los dos dijo más que unas pocas palabras de cortesía antes de empezar a comer.

Cuando los platos fueron retirados y solo quedaron las copas de vino en la mesa, Rukia le indicó a su doncella que se acercara y le entregara su cuaderno.

— Hermano mayor. — Rukia comenzó abriendo su cuaderno y llamando la atención de Kaien, quien parecía curioso por lo que había escrito en ese cuaderno. — He estado hablando con la reina sobre tu futura esposa y tu próximo matrimonio, y después de consultar algunos libros de gastos, hemos llegado a la conclusión de que sería prudente tener tu boda en el otoño del próximo año. Hubo dos grandes eventos el año pasado y las arcas todavía se están recuperando del derroche de dinero, además no se vería bien si te casas tan pronto.

— Pero todavía no he elegido a la chica con la que me voy a casar, hermanita. — Comentó Kaien con una sonrisa animada, pero Rukia notó que la mirada de Kaien vagaba de su rostro a sus clavículas de vez en cuando y eso era un poco incómodo.

— Lo sabemos, pero es preferible que tú lo sepas, querido hermano. — Rukia dejó el cuaderno abierto en una página que mostraba los nombres de las chicas de la corte, y en la que estaba tachado el nombre de Yuki.

— ¿Solo para decirme esto nos reunimos para comer? — Preguntó Kaien dejando a un lado su copa de vino. — ¿O la reina tiene otros planes para mí?

Rukia suspiró.

No sabía si Kaien se estaba burlando de ella o se estaba refiriendo a la reina Masaki, así que decidió ignorar el tono sarcástico en la voz de Kaien cuando hizo esa pregunta.

— No era solo por eso, hermano mayor, también necesito saber tu agenda para preparar las citas con las chicas de la corte de la reina. — aclaró Rukia tranquilamente. No volvió a tocar su copa de vino.

— ¿Crees que no soy capaz de conseguir una esposa? — preguntó Kaien con una leve dosis de humor y molestia, y Rukia tuvo que morderse la lengua ante el comentario que estaba a punto de soltar.

— Hermano mayor, sé muy bien que eres capaz de elegir a tu esposa, pero también sé que eres un hombre ocupado y es preferible que las reuniones con las chicas sean programadas para que ellas también estén listas para hacer la reunión agradable. — Rukia hizo una pausa. — Además, todas fueron citadas aquí para ser candidatas a tu esposa, así que tienes que salir al menos una vez con cada una de ellas o sería injusto para las chicas.

— De todos modos será injusto para las chicas, ya que me casaré con una y las otras chicas serán enviadas a casa después de la boda. — Comentó Kaien con esa sonrisa que a Rukia no le gustaba.

— ¿También Yuki será enviada a casa después de la boda?

— Probablemente. — La forma tan relajada en que Kaien respondió le confirmó a Rukia que solo estaba jugando con Yuki y que Yuki no había logrado entrar en su corazón. — Sé quién de todas las chicas será mi esposa, la elegí desde el momento en que llegó al castillo, pero tienes razón, debo cumplir con mis deberes según lo estipulado.

Rukia asintió lentamente y marcó con un círculo el nombre de Mila por ser la primera en salir con Kaien.

— ¿Yuki sabe que solo será una amante? — Preguntó Rukia sin levantar la vista, estaba concentrada en asignar los números a las damas de la corte para el orden en que arreglaría las citas.

— Ella sabe lo que debe saber. ¿Le dirás que no me casaré con ella? — preguntó Kaien antes de quitarle el cuaderno para ver lo que estaba escribiendo. Rukia no le impidió hacerlo.

— No, ella puede seguir viviendo en la fantasía. Es lo que ella quería, tener un momento de fantasía antes de tener su vida cómoda y sin preocupaciones. — respondió Rukia y pudo ver a Kaien sonriendo. — ¿Te gusta el orden de las chicas? Puse a las chicas Cifer en el último lugar, como me pediste.

— Me gusta. — Kaien devolvió el cuaderno y Rukia hizo un par de notas para no olvidarlas. — Pensé que tenías una buena relación con ella. Te he visto defenderla con mucha pasión. ¿Ustedes dos tuvieron una pelea?

Rukia cerró su libreta y tomó un sorbo de vino antes de responder. Definitivamente no podía contarle lo que había pasado entre ellas dos, pero tampoco podía mentirle porque obviamente el príncipe le preguntaría a Yuki su versión de los hechos.

— Se podría decir que nuestra relación ya no es la misma desde que me convertí en princesa. — Rukia comentó con calma. — Y cuando fui a visitarla fue grosera conmigo, creo que piensa que por ser tu amante está a mi nivel. Evidentemente, Yuki no sabe cuál es su posición.

— ¿Y tú sabes cuál es tu posición, hermanita? — La malicia en la pregunta de Kaien no sorprendió a Rukia.

— Lo sé. Sé que soy un rehén que impide que mi padre se levante contra el reino, aunque, sinceramente, no creo que yo les sirva de mucho porque a mi padre no le importo. — Rukia se levantó y Kaien la imitó, estaba terminando esa reunión.

— Te enviaré una copia de mi agenda todas las semanas junto con algunas notas para que planifiques mis citas. — comentó Kaien mientras ambos se dirigían a la salida. — No tengo que decirlo, pero lo diré. Protege a Mila, sé que tú y ella son amigas, así que espero que la protejas y tengan una buena relación.

— Me gusta más ella que Nelliel, así que ten por seguro que cuidaré de mi futura hermana.

Kaien soltó una pequeña carcajada antes de salir de allí y marcharse seguido de su soldado. Rukia se quedó allí y dejó escapar un suspiro que llamó la atención de Uryu.

— Puedes decirle a Ichigo que todo está bien. — susurró Rukia con cansancio.

Uryu asintió antes de irse, y Rukia regresó al área de la reina para cambiarse de ropa porque ese día tendría que salir a tomar el té con las damas nobles.


Verano — x493 / 27 de agosto

El día llegó con malas noticias para las mujeres que vivían en el harén, ya que una de las concubinas de Yushiru, la que más cerca estaba de dar a luz, había entrado en labor de parto. Faltaban unos dos meses para fecha prevista para el nacimiento y las parteras que la atendían estaban preocupadas por la vida del bebé. Esas mujeres habían intentado por todos los medios que el bebé permaneciera dentro de su madre el tiempo necesario, pero nada había salido bien y el parto se había adelantado.

No habían permitido que Yoruichi entrara a la habitación de la concubina, ella se había quedado afuera junto con el padre de la chica, quien parecía demasiado preocupado y nervioso por la situación. La Malthai estaba allí, como representante del rey y como la mujer con más poder dentro del harén, apoyando a la concubina en ese momento.

Yoruichi podía escuchar los llantos de la concubina que estaba de parto, así como las palabras de las parteras animándola a no desistir en sus intentos de traer al pequeño bebé al mundo.

De un momento a otro, la habitación quedó en silencio y un momento después, se escuchó el grito desgarrador de la concubina que negaba la noticia que le habían dado. Yoruichi no quiso decir nada, pero el padre de la concubina exigió una explicación inmediata de lo que estaba pasando dentro de la habitación y por qué su hija gritaba de esa manera.

La Malthai salió de esa habitación con una expresión triste y derrotada, y el padre de la concubina se acercó a ella con urgencia para preguntarle si su hija y su bebé estaban sanos.

— Lo siento, mi señor, pero el bebé nació muerto. — La Malthai habló en un tono solemne, el que tales situaciones requerían. — Es una tragedia, porque era un pequeño príncipe.

El padre de la concubina negó esas palabras y entró a la habitación sin importarle que todo seguía siendo un desastre, solo para comprobar que la Malthai había dicho la verdad.

Yoruichi miró a su madre en silencio, sin saber qué decir, y le hizo una reverencia antes de irse.

Cuando Yushiru recibió la noticia de que una de sus concubinas se había puesto de parto, la felicidad y el miedo se apoderaron de él; felicidad por el nacimiento de su hijo y miedo porque era demasiado pronto para que naciera el bebé.

Masayoshi, que había estado trabajando en los preparativos necesarios para que Yushiru asegurara el legado de su familia, desde la propuesta de matrimonio de Yoruichi hasta las habitaciones del palacio donde serían enviadas a vivir las concubinas embarazadas, lo acompañó al harén para averiguar qué estaba pasando con su esposa e hijo.

Fue gracias a la vigilancia de Masayoshi que Yushiru se enteró que el padre de la concubina, la que estaba de parto, había estado visitando a mujeres que tenían el mismo tiempo de embarazo que la chica; así que era muy posible que el hombre estuviera planeando presentarles un heredero varón de una forma u otra.

— ¿Crees que la otra concubina fue la responsable del parto prematuro? — Preguntó Yushiru mientras caminaban por los pasillos del palacio. En ese momento, Yushiru sospechaba de todos.

Los remedios de Sui Feng lo estaban ayudando de manera sorprendente porque el dolor no había regresado y aunque la herida parecía seguir aumentando de tamaño, ya no apestaba ni supuraba. Solo tenía que usar un bastón para caminar.

Yushiru solía decir que se estaba secando como si fuera una uva al sol.

La línea que los médicos dibujaron debajo de su rodilla todavía estaba allí, como un recordatorio de que si la situación empeoraba, le cortarían la pierna para salvarle la vida, pero él sabía que cortarle la pierna no sería la solución para salvarle la vida, pues muy probablemente su sangre estaba envenenada con esa maldición, y los pequeños moretones en su cuerpo eran una prueba de ello.

Sui Feng le dijo que aún tenía tiempo y que siguiera haciendo lo que tenía que hacer, que no se preocupara por el dolor porque ella se aseguraría de preparar las drogas correctamente, y era lo que necesitaba para terminar su asunto pendiente.

— Podría ser, pero no tenemos forma de saberlo. El padre de la chica mantiene un comportamiento correcto, lo hemos seguido durante días pero parece que no planea nada.

— Mantenlo vigilado. — Yushiru se quedó en silencio por un momento. — Quisiera saber el día en que voy a morir para estar seguro de algo.

— Te preocupa que el trabajo de parto de la otra chica sea prematuro cuando se entere de… — Masayoshi dejó la oración incompleta pero Yushiru entendió lo que quería decir y solo asintió.

No hablaron más sobre el tema, y cuando llegaron al harén, fue la Malthai quien le dio la noticia a Yushiru de que su hijo había nacido muerto. Yushiru supuso que algo así sucedería pero eso no impidió que la tristeza por la pérdida de su primogénito se instalara en su corazón.

— Lo siento mucho, hijo mío. — Comentó la Malthai tratando de consolarlo.

— Era la voluntad de las Deidades. — Respondió Yushiru con voz abatida, recordando que no había orado por sus hijos. — Que preparen un funeral para el pequeño príncipe. Voy a ver a mi esposa.

La Malthai asintió a esa orden y Yushiru entró en la habitación de la concubina, solo para encontrar a la chica llorando desconsoladamente por la pérdida de su hijo. Era inevitable que él la consolara, aunque ese nivel de cariño no era propio de él.


Verano — x493 / 2 de septiembre

Así como la sombra despertó la primera vez, así despertó aquella noche, cuando ya todos dormían y el silencio era lo único que llenaba la habitación del rey. La serpiente de sombra se arrastró sobre su vientre y volvió a subir a la cama del rey con la intención de completar la misión que se le había ordenado hacer.

La serpiente de las sombras abrió la boca y sus colmillos chorrearon veneno antes de hundirse en la piel del cuello del rey, en esa zona suave y blanda debajo de la oreja, donde dejó la última dosis de veneno.

Todo fue tan rápido como un latigazo y antes de que el rey pudiera gritar por el dolor de la mordedura, la serpiente desapareció entre las sombras y volvió al origen.

Rukia estaba practicando con el don mientras esperaba que llegara su invitado, lo hacía fluir a través de su piel y lo devolvía al origen, aún no podía enfocarlo en un punto específico de su piel pero manejarlo cada vez era más fácil.

Era tarde y se suponía que todos estarían durmiendo, pero también era el mejor momento para tener una reunión nocturna con personas con las que se suponía que no debía hablar.

Por un momento, Rukia pensó que la chica no llegaría a la cita, pero un par de suaves golpes en la puerta de su habitación le hicieron saber que estaba equivocada. Tatsuki fue quien respondió a la llamada a la puerta y la invitada entró en la habitación tan rápido como sus pies se lo permitieron.

Rukia sonrió al ver que la chica estaba ahí.

Ella era la sirvienta personal de Yuki, la que Kaien había asignado para cuidarla de las otras damas de la corte, y la que Rukia necesitaba para vigilar a Yuki. El único problema era que Rukia no sabía dónde estaba la lealtad de la chica y no podía confiar en ella por completo.

— Su Alteza. — La saludó la chica mientras le hacía una reverencia. — ¿Cómo puedo serte útil?

Rukia miró a la chica por un momento, era muy bonita y tenía cabello castaño y una linda voz. Si Rukia le pusiera un vestido bonito, le peinara el cabello y le pusiera joyas, la chica se vería como la hija de un noble.

— En muchas cosas, si me hablas con la verdad. — Rukia se levantó de su asiento y se acercó a la chica. — ¿La señorita Yuki habla de mí?

— Su Alteza…

— No me mientas, no me gusta la gente que miente. — aclaró Rukia antes de que la chica comenzara a hablar.

— La señorita Yuki habla de usted, su alteza. Ella no dice cosas bonitas. La señorita Yuki dice... ella dice... — la chica vaciló un momento antes de armarse de valor para terminar su oración. Rukia podía ver claramente lo nerviosa que estaba la chica. — Dice que su alteza es una tirana, que es malvada y que es peligrosa.

— ¿Crees lo que ella dice de mí? — preguntó Rukia sin inmutarse por esa respuesta. Yuki en realidad estaba viviendo la fantasía que Kaien alimentaba en su cabeza.

— No creo lo que dice, su alteza. — La chica habló rápidamente, como si temiera que Rukia se enfadara con esas palabras. — Su alteza es buena persona, cuida de sus doncellas y de los que le sirven, y es bondadosa. En la ciudad dicen que su Alteza es una persona bondadosa que visita a los niños huérfanos y les cuenta cuentos, y que ayuda en los comedores de la comunidad.

La respuesta de la chica complació a Rukia, pues saber que la gente la veía así era un triunfo personal. Ella era la princesa del pueblo, por lo que debía ser amada por el pueblo, tanto por los nobles como por la gente común.

El cariño de la gente era algo poderoso y si lograba que la gente la quisiera, no importaba quién pudiera estar en su contra porque sabía que sería defendida por ellos.

— Si me sirves, puedo cuidarte y asegurar tu futuro. — Rukia dio un paso más cerca de la chica, que seguía mirando hacia abajo. — Sé que tienes un hermano menor en el orfanato, también puedo protegerlo y asegurar su futuro. ¿Te gustaría eso?

— Si su Alteza. Me gustaría eso. — La voz de la chica parecía afectada por la emoción. Rukia sabía que el chico estaba a punto de ser sacado del orfanato porque estaba a punto de llegar al límite de edad, y si no tenía forma de mantenerse, lo más probable es que el niño terminara viviendo en las calles, robando o uniéndose al ejército. — Su Alteza, ¿qué tengo que hacer?

— Quiero que cuides de Yuki. — Respondió Rukia con calma. — Y déjame saber lo que ella hace o dice. Ella es la amante del Príncipe Kaien pero el príncipe comenzará a salir con las chicas de la corte y temo que, en un momento de celos, Yuki intente algo contra una de ellas. Quiero que me avises si ves algo sospechoso para que ella pueda estar preparado. No quiero que nuestra futura princesa heredera se lastime de ninguna manera y que se culpe a Yuki. ¿Puedes hacerlo?

— Sí, su alteza, puedo hacerlo. Me ocuparé de la señorita Yuki y le informaré sobre comportamientos sospechosos. — prometió la chica. — Haré lo que su alteza me pida para pagar su amabilidad.

— Está bien, eso es todo.

Rukia le tendió la mano a la doncella para que la besara, como muestra de lealtad y respeto, y así lo hizo la chica. Tatsuki luego le entregó a Rukia una horquilla de metal con pequeños cristales que reflejaban la luz de las velas que iluminaban la habitación, y Rukia se la entregó a la sirvienta.

— Ahora estás bajo mi cuidado y protección. — Rukia habló mientras la chica sostenía el accesorio para el cabello en su mano, contemplando la belleza de lo nuevo, bonito y brillante. — Valoro mucho la lealtad de la gente, no lo olvides.

— No traicionaré su confianza y amabilidad, su alteza. Lo juro por las Deidades. — La chica hizo el símbolo de las Deidades en su pecho, y Rukia sonrió complacida por eso.

— Puedes salir de aquí. Cuando sea tu día de descanso, dímelo con Riruka y te enviaré una carta al orfanato para que traigas a tu hermano al castillo. Dependiendo de sus habilidades, lo ubicaré en un puesto dentro de los servicios del castillo o dentro de la milicia.

La chica nuevamente agradeció lo dicho por Rukia, besó su mano nuevamente y salió de esa habitación protegida por la oscuridad de la noche.


Nota del autor: Gracias a quienes decidieron ser parte de esta historia, pronto conocerán su OC. Gracias a todos los que continúan leyendo esta historia salvaje.