Los Ojos del Ruiseñor


Capítulo 78: Imprudente


Otoño — x493 / 11 de octubre

— Como todas saben, en dos semanas será el cumpleaños del Príncipe Kaien y es costumbre dentro de la familia real que ese día sea un día de descanso para el príncipe, también es costumbre realizarle una cena privada. — comentó Rukia, sentada en la cabecera de esa larga mesa en el jardín de mármol.

Ese día, ella había invitado a almorzar a las damas de la corte de la reina y a Yuki. No quería tener que repetir lo que tenía que decir porque estaba cansada con todo el entrenamiento que tenía, y con una comida lograba tener un momento de convivio con esas chicas y decirles lo que tenía que decirles.

Yuki estaba sentada en el otro extremo de la mesa porque era la amante de Kaien, pero Mila estaba sentada a la derecha de Rukia.

— ¿Significa eso que no lo veremos ese día ni podremos felicitarlo? — Preguntó una de las chicas.

Nadie, aparte de Mila, había tenido una cita con el príncipe y eso las tenía un poco ansiosas, pero el príncipe tenía una agenda muy ocupada y no tenía suficiente tiempo para salir con alguien en ese momento.

— Así es, todas ustedes pueden enviarle regalos con Riruka o la Sra. Retsu, pero no podrán rondar el área del rey ni molestarlo ese día. — aclaró Rukia mientras escribía algo en su pequeño cuaderno. — Pero podríamos hacer algo por él, para que lo feliciten personalmente si lo desean.

— ¿En privado? — Preguntó una de las chicas de Cifer, que no perdía la esperanza de lograr algo.

Rukia levantó la mirada, vio a la chica y sintió pena por ella, por todas las chicas menos por Yuki. La realidad de ese juego era grande y pesada, como las coronas que se ponían en la cabeza, y aunque había cosas que realmente se podían cambiar, no se hacían por comodidad. Rukia no quería admitir que estaba siendo absorbida por ese tipo de vida y que el miedo de no reconocerse al mirarse al espejo se estaba volviendo realidad, pero ella lo había elegido así.

Ella había elegido cambiar.

— No, pero podría hablar con él y fijar una hora para que ese día vayan todas a presentarle sus felicitaciones... juntas. ¿Están todas de acuerdo con eso?

Las chicas murmuraron entre ellas, animadas por esta propuesta, y luego asintieron con la cabeza.

Yuki no se veía feliz y Rukia supuso que era porque planeaba monopolizar al príncipe por el día. Yuki era la amante pero aunque podía sugerir cosas al compartir la cama de Kaien, Rukia aún tenía más autoridad que ella.

— La reina también me pidió que les recordara a todas que en las Celebraciones de las Almas estarán incluidas. Al ser hijas de las grandes familias y vivir dentro del castillo, es importante que todas ustedes sean amables con la gente. — explicó Rukia llamando la atención de todas. — El año pasado teníamos una princesa heredera, así que ella y yo, al igual que los príncipes, fuimos enviados a distribuir comida a la gente en el templo de las Deidades. Es lo mismo que algunas de ustedes harán, distribuirán alimentos el primer día a quienes visiten el templo de las Deidades y otras se encargarán de las velas el primer día y el último día.

Nuevamente las chicas comenzaron a hablar entre ellas, algunas emocionadas por ello y otras insatisfechas por realizar una actividad que al parecer nunca habían realizado. En ese momento, Rukia le pidió a Tatsuki que se acercara a la mesa y les ofreciera a las chicas unos pequeños papeles que estaban dentro de una caja de madera. Todas tomaron uno, entendiendo que era la forma en que se distribuirían los trabajos ese día, excepto Yuki.

Rukia no quería entrar en una discusión con ella en este momento, así que lo dejó pasar.

Cada una de las chicas comentó lo que estaba escrito en el papel que habían elegido, y nuevamente algunas estaban felices y otras no; incluso intercambiaron papeles entre ellas para que cada una quedara satisfecha con su actividad.

Rukia sabía que era mejor hacerlo de esa manera que darles la oportunidad de elegir por sí mismas lo que querían hacer porque eso podría llevar a un largo debate y desencadenar acusaciones de favoritismo que ella no quería escuchar. Servir la comida cansaba más que cuidar las velas, pero servir la comida era solo por un día y las velas eran al principio y al final de las celebraciones.

Mientras Rukia anotaba en su cuaderno qué haría cada chica en qué día, Riruka se acercó a ella seguida de un sirviente que llevaba un enorme ramo de rosas rojas. Los murmullos entre las chicas comenzaron nuevamente al ver aquellas flores, las cuales eran tan rojas que fácilmente podían parecer hechas de sangre y cuyo aroma era tan exquisito, que Rukia se tomó un momento para disfrutar de esa esencia.

Rukia sabía lo que significaban esas flores y sonrió como quien ha ganado algo sonríe, porque esa apuesta de cuánto duraría ese viaje, ella la ganó. Ese viaje de padre e hijo duró menos de dos meses, lo que significaba que el rey no pudo soportar estar con su propio hijo después de todo lo que él le dijo al inicio de ese viaje y todo lo que seguramente había hecho Ichigo durante ese tiempo.

— Su Alteza, el Príncipe Ichigo le envía esto. — Riruka le entregó un papel doblado y luego señaló las flores.

— Llévalas a mi habitación. — Pidió Rukia después de acariciar las flores, que eran las más hermosas que Ichigo le había enviado desde que se fue de viaje con el rey.

Riruka asintió a la petición y se fue con el mensajero, y Rukia guardó la carta de Ichigo en el bolsillo de su vestido para leerla más tarde en privado antes de seguir respondiendo las preguntas de las damas de la corte sobre lo que harían en las Celebraciones de Almas.

— ¿Más flores de culpa? — Yuki preguntó sin poder mantener su propia boca cerrada por más tiempo.

Rukia sabía lo que Yuki decía sobre las flores que Ichigo le enviaba, y aunque pudiera parecer ese tipo de flores, nada estaba más lejos de la realidad. Abismalmente lejos de la verdad. Rukia respiró hondo para calmarse y miró a Yuki.

Las otras chicas se quedaron en silencio, como si así pudieran pasar desapercibidas y pudieran ver una pelea entre las dos en la primera fila.

Para ese momento, todos ya sabían que entre Rukia y Yuki había algún tipo de rivalidad, pero antes de que Rukia pudiera decir algo para defenderse, Riruka llegó nuevamente, esta vez acompañada de un hombre que vestía los colores amarillo y negro junto con el emblema de la punta de lanza.

— Su alteza, este mensajero de Jetaiya pidió verla personalmente. — comentó Riruka, mirando molesta al tipo que obviamente no había obtenido un "no" por respuesta.

Rukia hizo un gesto con la mano para que el mensajero hablara, y el hombre le entregó un tubo de metal que contenía una carta. Eso le pareció un poco extraño pero Rukia sacó la carta para leerla en ese momento debido a la forma en que el mensajero pidió verla.

La carta de Koga era algo que no esperaba leer.

Lo que él había escrito allí la hizo sonrojar porque esa idea era demasiado escandalosa y peligrosa, considerando la posición en la que estaban todos, pero al mismo tiempo le parecía dulce y lindo. Rukia volvió a poner la carta dentro del tubo de metal y se la entregó a Tatsuki, ella miró al mensajero y el hombre sacó de su bolso una hermosa caja de madera tallada con imágenes de flores y pájaros.

— Su Alteza Real el Príncipe Koga de Jetaiya, primero en la línea de sucesión al trono, envía este regalo a la Princesa Rukia. — Diciendo eso, el hombre abrió la caja y reveló un hermoso collar de piedras amarillas y negras montadas en acero negro.

Los colores del emblema de Jetaiya.

Rukia no esperaba eso como regalo, pero considerando lo que estaba escrito en la carta, era algo que encajaba bien con la situación.

— ¿El Príncipe Koga espera una respuesta inmediata? — preguntó Rukia sin mirar al mensajero. Ella estaba acariciando esa joya, sabiendo que si Ichigo no mataba a Koga por esa propuesta, sería un milagro.

Eso la hizo sonreír. Poner celoso a Ichigo la complacía.

— No, su alteza. El príncipe Koga solo quería asegurarse de que el regalo te fuera entregado personalmente.

Rukia asintió levemente y tomó la caja para ponerla sobre la mesa. Realmente tendría que agradecerle a Koga por ese regalo más tarde, porque había llegado en el momento justo.

— Más tarde le responderé al Príncipe Koga. — comentó Rukia antes de dirigir su atención a Riruka. — Por favor, Riruka pídele a Renji que atienda al mensajero y notifica a la Reina Masaki de su presencia. Más tarde pediré una cita para hablar con ella.

Riruka asintió y se fue con el mensajero de Jetaiya. Rukia dirigió toda su atención a Yuki e hizo que la caja, que aún estaba abierta y mostraba el collar que Koga le había enviado, fuera el centro de atención en esa mesa.

— ¿Crees que esas son flores de culpa? — Rukia preguntó con una sonrisa maliciosa en sus labios. — ¿Crees que mi príncipe me enviaría flores de culpa cuando tengo al futuro rey de Jetaiya enviándome una joya emblema de su reino? ¿Tienes idea de lo que significa esta joya? Mis asuntos maritales son míos, así que no dejes volar tu imaginación y piensa en otras cosas en su lugar, porque si quieres saber qué son las flores de la culpa, puedo hacértelo saber.

— ¡Ni siquiera te atrevas! — Yuki se levantó de su asiento, bastante molesta y señalando con el dedo a Rukia. — Te prohíbo que siquiera lo pienses.

Las otras damas de la corte se quedaron en silencio por la forma en que Yuki le hablaba a Rukia, y Rukia solo dejó escapar una risa muy suave antes de levantarse de la mesa. Tatsuki inmediatamente cerró la caja con la joya y la sostuvo con fuerza.

— Yuki, ¿quién te crees que eres para prohibirme algo? — Rukia miró fijamente a Yuki en ese momento. — No olvides tu posición, mi querida Yuki, o podrías terminar de la misma manera que la última persona que cometió ese error. Tú sabes mejor que nadie lo que soy capaz de hacer si tengo la suficiente motivación.

La idea de que Rukia pasara de Princesa del Pueblo a Reina de Jetaiya era algo que a Kaien no le gustaba por varias razones.

La primera era por política, Rukia estaba casada con Ichigo y Kaien no sabía cuánto podía saber ella sobre el reino para permitirle salir del castillo e ir a Jetaiya si Ichigo se separaba de ella. Lo cual en sí mismo era preocupante porque solo demostraba que Rukia tenía más poder del que todos creían.

La segunda razón era porque Kaien estaba celoso.

Su deseo de poseer a Rukia se vio amenazado por el futuro rey de Jetaiya y eso lo molestó mucho. Kaien no solo tenía que deshacerse de Ichigo, ahora también tenía que evitar que Koga pusiera sus manos sobre Rukia antes de que él pudiera hacerlo. Era más agotador de lo que esperaba, porque él siempre había tenido lo que quería y no tener a Rukia, a quien él deseaba, lo ponía de mal humor.

"Rukia los hechizó como lo hacen las mujeres". Kaien pensó en ese momento, recordando las palabras de su madre, y eso lo enfureció porque en su mente apareció la imagen de Rukia en la cama con el heredero de Jetaiya. Su propia mente, junto con lo que veía de Rukia, hizo que irremediablemente la deseara más y más.

El filtro de amor que le había dejado su madre, con el que había conseguido que su padre sólo pensara en ella, era algo complicado de hacer y, aunque los pasos eran bastante sencillos, conseguir los ingredientes y las condiciones adecuadas era lo que dificultaba el tenerlo a mano en ese momento.

Si él tuviera ese filtro de amor, ya se la habría dado a beber a Rukia aprovechando que Ichigo no estaba en el castillo. Si el libro de su madre hubiera llegado antes, Rukia estaría en su cama y se libraría de toda esa maldita obsesión por ella.

Sus celos lo hicieron caminar hacia el área de la reina en busca de Rukia y, sabiendo que ella estaba hablando con la reina, Kaien decidió esperarla en esa distancia entre la puerta de la reina y la habitación de ella. Estaba empezando a impacientarse cuando la puerta se abrió y salió Rukia, quien parecía haberse estado riendo antes porque pudo ver una sonrisa que aún permanecía en sus labios cuando llegó a donde él estaba.

— Hermanita, veo que estás muy contenta. — Comentó Kaien, ocultando los celos en su voz y poniendo en él esa habitual sonrisa para que ella le prestara atención. — ¿Es por el regalo que te envió el heredero de Jetaiya?

La sonrisa de Rukia se desvaneció y una expresión de sorpresa apareció en su lugar.

— Qué rápido se saben las cosas en este lugar. — Rukia dijo eso con una sonrisa ligeramente nerviosa. — ¿Es pecado que me alegre porque un amigo me manda un regalo?

— Lo es, si ese "amigo" es el heredero de un reino que estaba completamente preparado para atacarnos hace apenas un año. — Kaien se acercó a ella y detuvo su impulso de agarrarla del brazo. No podía tocarla y lastimarla estaba completamente prohibido. — Lo es, si dices frente a todas las damas de la corte palabras que les hagan pensar que el príncipe de Jetaiya tiene sentimientos por ti que van más allá de la amistad.

— ¿Habría algún problema si el príncipe de Jetaiya tuviera sentimientos por mí además de amistad, hermano mayor? — Rukia dio un paso más cerca de él. Con esa cercanía, Kaien pudo obtener un poco de ese olor a menta de ella en su nariz. — Que él sienta algo por mí o no, no es algo que yo pueda controlar, pero es bueno saber que tengo un amigo. Es difícil encontrar un amigo en este mundo.

— ¿Cómo puedes pensar que ese hombre es tu amigo si lo has visto solo dos veces? — preguntó Kaien, sin resistir el impulso de acercarse a ella.

Rukia no se alejó, solo lo miró fijamente con una mirada que bordeaba la ira, marcando claramente una posición en la que no se intimidaría por aquello. La fuerza en esa mirada le hizo querer tocarla de verdad.

— No voy a responder a esa pregunta. Mis relaciones personales no son asunto tuyo, Kaien. — Ella dijo su nombre de una manera tan seria que él quiso escucharlo una vez más. — Al único que tengo que explicarle lo que hago es a mi marido, no a ti, y en lugar de preocuparte por mí, mejor preocúpate por Yuki, que se vuelve cada vez más insoportable solo porque te despiertas entre sus sábanas.

Kaien notó la mirada de Rukia en él y por un momento quiso atraerla hacia él y besarla, aunque fuera a la fuerza, para saber si ella besaba con la misma furia con la que lo miraba.

— Ni Yuki ni las damas de la corte me importan ahora. Si tanto quieres ser reina, entonces divórciate de mi hermano y cásate conmigo, estábamos destinados a casarnos, ¿recuerdas? Te daré lo que pidas, la independencia de Maranni si quieres, el fin de los Acuerdos si quieres. — Kaien dijo eso sin siquiera dudar. — Cásate conmigo y te haré reina de este reino para que no tengas que buscar en otra parte que alguien te dé una puta corona.

Rukia se quedó en silencio, aun mirándolo a los ojos, y dio un paso atrás para alejarse de él.

— Me insultas al pensar que mis relaciones personales son solo por el poder. No quiero ser reina, todo lo que quiero es estar con mi esposo y vivir una vida lo más pacífica posible a su lado. — Rukia se inclinó ante él y le dio la espalda, con la intención de irse. — Fingiré que no escuché lo que acabas de decir y que esta conversación nunca sucedió. Que tengas una buena noche, hermano mayor.

Kaien no se resistió y la tomó del brazo con cierta fuerza impidiendo que se alejara de él. Sintió un ligero cosquilleo en la palma de su mano en ese momento, pero lo que lo sorprendió fue que Rukia se congeló en su lugar, con los ojos muy abiertos como si no entendiera que él la estaba tocando. Kaien se acercó a ella por la espalda, sin la prudencia de la distancia forzada, y pudo sentir con fuerza el aroma a menta que emanaba de su cabello.

Ella usaba aceite de menta para peinarse.

— El viaje de Ichigo con el rey es para que él esté con más mujeres, e Ichigo no tiene reparos en complacer al rey en ese sentido. — le susurró Kaien al oído de una manera demasiado íntima y la sintió temblar. — Ichigo no es quien crees que es, es peor que yo y todo lo que has visto es solo una fachada muy bien ensayada.

— Kaien… — Rukia susurró en voz baja. — Suéltame o voy a gritar porque me haces daño.

Kaien la soltó en ese momento pero no se apartó de ella, él tenía muchas ganas de tocarla de todas las formas posibles en que una mujer como ella puede ser tocada. Rukia parecía congelada en su lugar, sin decir nada y sin moverse más allá del movimiento de su pecho mientras respiraba. El olor de Rukia permanecería en su nariz durante mucho tiempo.

— Piénsalo. — susurró Kaien, manteniendo esa imprudente distancia con ella. — Si tanto quieres ser la reina, te haré reina, te daré lo que quieras y...

— No tengo nada que pensar. Mejor saca de tu mente esas ideas que no te convienen. — Respondió Rukia, quien parecía estar recuperándose de ese susto. — No me interesa tu propuesta, no me interesas tú y no me vuelvas a tocar. No soy como las damas de la corte.

Rukia se alejó después de decir esas palabras tan rápido que Kaien no pudo sostener su brazo otra vez.

Rukia estaba temblando cuando entró a su habitación, y lo primero que hizo fue cerrar la puerta con llave y poner una silla para que nadie pudiera entrar. Nunca había sentido tanto miedo en su vida cuando estaba cerca de Kaien como en este momento y esperaba nunca, nunca volver a sentir algo así.

La forma en que la miraba y cómo le hablaba mientras la sujetaba, la hacía sentir escalofríos que aún persistían en su piel. El corazón le latía con tanta fuerza que sentía que se le iba a salir de la garganta y le faltaba la respiración por miedo a que él quisiera volver a hablar con ella en ese momento. Lo que ella sentía era irracional y primitivo, pero no podía controlarlo porque nunca antes había estado en una situación así.

Rukia sabía que Kaien estaba interesado en ella y eso solo se hizo evidente una vez que Ichigo se lo confirmó, pero nunca esperó que él le hiciera tal propuesta. Rukia tenía miedo de que él se acercara a ella de esa manera otra vez, porque lo que alguna vez había pensado para defenderse si alguien la tocaba, no parecía funcionar con Kaien.

En el momento en que Kaien la tocó, ella envió corrientes de magia sobre su propia piel para que Kaien la liberara, pero ninguna funcionó. Kaien ni siquiera tenía ningún tipo de lesión, y el temor de que él fuera inmune al don la hizo temblar.

Ella estaba completamente asustada.

Su mente tampoco la ayudaba porque una parte muy pequeña le decía que si Kaien estaba realmente interesado en ella, podría lastimar a Ichigo de alguna manera para que ella cediera a esa propuesta o lo que él quisiera con ella, y eso la asustó aún más.

Alguien tocó la puerta y Rukia soltó un grito demasiado fuerte, sus nervios estaban demasiado activos y no había dejado de temblar, pero la voz de Tatsuki desde el otro lado de la puerta la hizo relajarse un poco y abrió con cuidado. Afuera estaba Tatsuki y su otra doncella, ambas con expresiones preocupadas por el grito que había dado unos momentos antes.

Ambas chicas entraron a la habitación y fue Tatsuki quien le preguntó qué le pasaba, pero Rukia no quería hablar. No sabía cómo decir eso porque era algo escandaloso y no quería que llegara a los oídos de Ichigo de una manera equivocada que pudiera desatar algo que nadie podría controlar. Él ya estaba lo suficientemente caótico con lo que le estaba pasando como para agregar otra dosis de caos.

— Yo… necesito ir a hablar con la reina. — susurró Rukia luego de que sus nervios y temores se calmaran, al igual que su corazón, y pudiera pensar con un poco de claridad.

No era prudente mantener esa conversación con Kaien en privado, no cuando se sentía amenazada de una manera que no podía explicar. La reina tenía que saber, ella podía decirle qué hacer y cómo manejar la situación.

Kaien estaba entre las piernas de Yuki, sacándose el mal humor que le habían dejado las palabras de Rukia, mientras la chica rogaba por un poco de calma. No estaba siendo considerado con ella en ese momento, ni con las caricias ni con los besos, y le había vendado los ojos para dejar volar su imaginación y así pensar que quien suplicaba debajo de él era otra persona.

Le tapó la boca con una mano cuando se cansó de sus gemidos y solo la soltó cuando sintió las uñas de Yuki clavándose en la piel de su brazo mientras ella luchaba por respirar. Kaien no se disculpó sino que la hizo acostarse boca abajo y volvió a entrar en ella haciéndola quejarse de la incomodidad del momento.

La insultó un par de veces mientras Yuki se resistía a ese tipo de trato y no la dejó hasta que estuvo satisfecho y su ira se calmó. Yuki quedó yaciendo en la cama, con los ojos vendados y respirando con tanta dificultad, que Kaien se dio cuenta de su error cuando ya se había puesto los pantalones.

Terminó de vestirse y se acercó a Yuki para taparla con la sábana, le quitó la venda de los ojos y pudo ver el miedo en esos ojos grises que no se merecían tal trato, también la sintió temblar y la vio tratar de alejarse de su toque.

Kaien había sido demasiado agresivo con ella.

— Lo siento, mi querida Yuki. Esto no volverá a suceder, te lo prometo. — le aseguró Kaien, alisando su cabello despeinado y notando que el miedo no abandonaba los ojos de la chica. — Descansa, mi princesa.

Le dio un beso en la cabeza, Yuki cerró los ojos con fuerza y miedo, y él salió de esa habitación. En el pasillo, antes de bajar las escaleras, estaba la reina con una expresión bastante molesta esperándolo.

— Querida madre, ¿tengo que adivinar? — preguntó Kaien, sin fingir una sonrisa porque en la oscuridad ambos eran iguales.

Masaki no respondió, sino que extendió la mano y Kaien vio por primera vez cómo las sombras se juntaban en la mano de la reina hasta formar un látigo. Una parte de Kaien sabía que estaba en problemas y otra se sorprendió al ver ese tipo de magia por primera vez.

La reina agarró con fuerza ese látigo, que parecía volverse tan tangible como cualquier cosa, levantó la mano y la dejó caer con una velocidad tan sorprendente que el dolor en el brazo derecho de Kaien llegó varios segundos después de escuchar el azote.

Kaien sujetó su brazo para calmar el dolor, que al principio había sido abrasador pero se fue calmando gradualmente, y apretó los dientes sintiendo la furia hirviendo dentro de él. Un segundo y tercer azote lo pusieron de rodillas, pero al igual que el primero, el dolor inicial fue intenso y desapareció más rápido de lo que creía posible.

Kaien miró fijamente a la reina.

— Sabes exactamente por qué mereces el castigo. — Habló la reina, con una mirada tan cargada de ira que por un momento Kaien pensó que sus ojos brillaban. — Te permitimos muchas cosas porque eres el heredero y futuro rey, pero no olvides que mientras el rey viva, yo sigo estando a cargo de la seguridad y protección de las mujeres que viven en el castillo.

— Cuando yo sea rey...

— Falta mucho tiempo para eso. — La reina lo interrumpió. La mandíbula de Kaien se apretó con tanta fuerza que sus dientes sonaron. — Mañana le pedirás disculpas a Rukia por ese comportamiento reprobable que has tenido con ella. Ella es la esposa de tu hermano, no debes ni mirarla, mucho menos tocarla. Desde hoy, el único lugar al que puedes acceder en esta área es la habitación de tu amante y siempre estarás vigilado por un guardia.

— Cuando el rey se entera de esto...

— ¡Por supuesto que se enterará! Hay cosas que el rey no tolera, y lo que hiciste es una de ellas. Ahora sal de aquí.

Kaien se levantó del suelo y salió de ese lugar, recordándose que no mataba a la reina en ese momento solo porque quería hacerla sufrir y rogar por su propia muerte.


Otoño— x493 / 13 de octubre

La capa de viaje cubría su cabello blanco que había sido peinado con adornos metálicos, como los que Tatsuki solía usar cuando todavía trabajaba en el burdel. Era tarde, la noche acababa de caer, y Rukia todavía esperaba que Ioana regresara a la habitación en la posada del Cruce, donde se habían quedado mientras esperaban que llegara la caravana del rey.

Rukia había usado la oferta de la reina de tener unos días para sí misma y así obtener el permiso para hacer este viaje. La reina no parecía convencida, pero Rukia insistió en que era necesario que ella hiciera este viaje, y al final la reina cedió. La mentira que usaron para encubrir su ausencia fue que estaba indispuesta.

Lo que había pasado con Kaien todavía la asustaba un poco, pero se decía a sí misma que tenía que superarlo para que no se convirtiera en una debilidad. Eventualmente le diría lo que pasó a Ichigo, solo tenía que saber cuán afectado y caótico estaba él, y encontrar el momento adecuado para hablar.

— Su alteza, llegó el rey y su séquito, estuve vigilando la casa un momento y el príncipe salió de allí bastante molesto. Lo seguí discretamente y lo vi entrar en una taberna. — explicó Ioana cuando regresó a la habitación.

La chica parecía nerviosa y Rukia podía entender, Ioana era su sombra, se suponía que debía cuidarla pero también tenía que aprender a guardar sus secretos y los de Ichigo.

Y ambos tenían muchos secretos.

— Está bien. Veamos qué hace mi querido esposo. — Comentó Rukia y se levantó de la cama donde había estado sentada.

Rukia no se quitó la capa de viaje, sino que se la ajustó mejor para que no se vieran su ropa ni su rostro, aunque era seguro que nadie la reconocería con esa peluca.

Había varias tabernas en el Cruce, algunas mejores que otras, pero Rukia no sabía de calidad en ese tipo de lugares, así que solo siguió a Ioana, quien también vestía una capa de viaje, hasta que entraron al lugar donde estaba Ichigo y se sentaron donde pudieron.

Rukia podía sentir su tatuaje moviéndose con la ira de Ichigo, por lo que supo que él estaba allí incluso antes de verlo, y cuando lo vio, lo encontró sentado en un rincón oscuro con una expresión realmente molesta y un tarro de cerveza en la mesa.

El lugar estaba lleno de ruido, risas de borrachos y voces de mujeres, había incluso gemidos de mujeres que atendían públicamente a hombres con el descaro de ser una prostituta. Ese era quizás el peor lugar que Ichigo podría haber elegido y ella no quería saber si era similar a todos los que había visitado durante su viaje.

Rukia sabía que Ichigo no estaba bien y la única carta que le envió, la que venía con el segundo ramo de flores, le decía todo.

"[…] Soy patético. Mi padre me rompe el corazón y yo me hundo en el abismo. ¿Qué clase de hombre soy? Se supone que debo ser fuerte, se supone que debo controlar mis emociones, pero mi corazón llora como cuando todavía era un niño pequeño. No puedo resistirlo. No soy fuerte. No tengo control de nada. Estoy perdido en la oscuridad. […] "

Esa carta fue un epitafio al niño que murió dentro de él.

Leer el sufrimiento de su Sol y no poder hacer nada para ayudarlo era lo peor del mundo. Muchas veces quiso escapar del castillo para ir con él pero la reina se lo impidió diciéndole que tenía que confiar en él y dejar que superara lo que le estaba pasando porque eso lo haría más fuerte.

Esas palabras fueron crueles, pero la vida era cruel.

"Eres lo más importante para él, si te hizo una promesa, la cumplirá". La reina le había dicho.

Rukia se dijo a sí misma que tenía que confiar en Ichigo porque era fuerte y podía manejar la oscuridad que lo cubría. Ella sabía que Ichigo había rascado el abismo en busca de algo que lo mantuviera lo más tranquilo posible para soportar ese viaje al que le había agregado dolor y decepción, y el alcohol fue la respuesta.

Ichigo en el pasado tuvo problemas con los excesos pero en esos momentos, mientras ella lo miraba beber jarra tras jarra de cerveza, junto con el sentimiento de ira y soledad que nacía del tatuaje en sus costillas, supo que en verdad Ichigo estaba sufriendo por la muerte del niño en su interior. Era la muerte de la esperanza, y Rukia sintió que no podía culparlo por completo por elegir el alcohol como una vía de escape.

Las flores que él le enviaba le decían que él aún mantenía su promesa de no tocar a otra mujer que no fuera ella y que por eso esas flores eran tan preciadas para ella. Ichigo estaba siguiendo el plan, al que se le había sumado tristeza y alcohol, y Rukia sentía que cada día odiaba más al rey ya Kaien.

Su lista de venganzas agregó dos nombres más: Isshin y Kaien.

Ioana se fue y volvió con un par de cervezas a pesar de que Rukia nunca había tomado una cerveza en su vida, se sentía completamente fuera de lugar allí, y no sabía por qué a los hombres les gustaban esos lugares con poca luz, mucho ruido y olor a todo menos a limpio.

Cuando Ichigo ordenó una nueva jarra de cerveza, una mesera se le acercó demasiado y le puso una mano sobre el hombro, pero Ichigo la rechazó, lo que hizo que la chica lo soltara y se marchara.

Rukia veía esa escena cada vez que él pedía una cerveza.

Una prostituta se le acercó sugestivamente pero Ichigo solo levantó la vista, la miró de arriba abajo como si estuviera evaluando la mercancía, le sonrió y chasqueó los dedos. La prostituta se fue de inmediato y agarró al primer hombre que vio para llevárselo a hacer lo que mejor sabía hacer.

Esa imagen fue exactamente igual a como la describió Uryu en la carta que le llegó junto con las rosas rojas, Ichigo estaba usando el don para controlar el ambiente y las voluntades de las personas, y así poder engañar al rey. Uryu describió todas esas noches con gran detalle en esa carta, así como el comportamiento de Ichigo y las discusiones con el rey.

La descripción del grito era lo que más la preocupaba, pero sabía que ese fue el momento en que el niño interior finalmente murió e Ichigo se rindió al abismo.

La carta tenía la intención de advertirle del estado emocional de Ichigo antes de que él llegara al castillo, pero ella quería verlo con sus propios ojos y prepararse para recibirlo. Leerlo no era lo mismo que verlo, y estaba preocupada por el estado emocional de su esposo.

Ichigo estaba peleando su propia batalla interna y Rukia, aunque quería interferir, no podía. No debía hacerlo.

Aun así, verlo rechazar a las mujeres era algo que le gustaba ver porque las palabras de Kaien la hicieron tambalearse un poco con respecto a la fidelidad de Ichigo. Maldijo a Kaien y se culpó a sí misma por este momento de debilidad, consolándose a decirse que era imperfecta.

— Ya he visto suficiente, volvamos a la posada. — Dijo Rukia mientras otra mesera le traía una cerveza más a Ichigo, quien aún estaba en su rincón oscuro y parecía estar jugando con el anillo del comandante. — Saldremos para el castillo temprano en la mañana y debemos prepararnos.

— Pensé que iría con él, su alteza. — Comentó Ioana, quien tampoco había tocado la cerveza frente a ella.

Rukia miró a Ioana por un momento, considerando esas palabras. Ichigo no sabía que ella estaba allí y Rukia no sabía cómo reaccionaría él ante su presencia, pero una parte muy pequeña e imprudente de ella quería acercarse y probar al hombre que estaba allí. Quería verlo sin la presión del castillo, saber si sería agresivo con ella o la trataría como siempre.

Después de un breve momento de cuidadosa reflexión, Rukia llegó a la conclusión de que realmente quería conocer al hombre en ese rincón, porque cuando él llegara al castillo, tal vez no pudiera volver a verlo en toda su gloria como esa noche.

— Ioana, espérame afuera. — susurró Rukia antes de levantarse de su asiento y dirigirse hacia donde estaba Ichigo.

Esquivó a varios tipos borrachos que se paseaban de un lado a otro, ignoró a la prostituta que estaban follando sobre una mesa y se acercó a Ichigo de la misma manera que aquellas mujeres que habían intentado seducirlo para llevárselo a la cama.

— Te dije que aún no estoy lo suficientemente borracho. — Ichigo habló sin levantar la vista de su cerveza, ignorando todo ya todos.

Rukia sonrió ante eso. Esa debía ser la frase con la que rechazaba a las mujeres y por la cual ellas seguían llevándole cerveza.

— Creo que ya estás lo suficientemente borracho para mí. — Rukia llevó una de sus manos a la cabeza de Ichigo solo para agarrar el cabello que crecía en la parte posterior de su cuello y jalarlo para que él levantara la vista y la mirara. — Tienes cabello largo. Te doy un tiempo de libertad y te encuentro con el pelo largo y en una taberna de mala muerte, mi amor.

Ichigo tardó en reconocerla debido a la capucha, pero cuando lo hizo, sonrió de una manera que Rukia solo había visto una vez antes: cuando dejó que el don lo controlara. Tal vez así fue como Ichigo realmente lidió con su primera masacre y no estaba del todo consciente de ello.

Ichigo la agarró por la cintura y la obligó a abrir las piernas para poder sentarse sobre él. El trato fue brusco pero de alguna manera, le gustaba sentirlo tan agresivo a pesar de que una parte de ella estaba alerta porque no conocía a este hombre que le sonreía como si fuera un verdadero cabrón.

— Un bar de mala muerte y prostíbulo, mi amor. — Ichigo metió la mano debajo de su capa de viaje y le acarició su cintura hasta sujetarla de las nalgas mientras la miraba con esa sonrisa. Rukia aún sostenía su cabello y cuando Ichigo trató de besarla, ella lo detuvo.

— Un prostíbulo, justo lo que te gusta, ¿no? — Preguntó Rukia aun sosteniendo su cabello. Se acercó a él como si fuera a besarlo y sintió las manos de Ichigo en sus nalgas acercándola a él lo más posible para hacerla moverse lentamente. — ¿Con cuántas prostitutas has manchado mi reputación, amor mío?

— Con nadie. — respondió Ichigo sobre sus labios sin apartar los ojos de ella antes de levantar una de sus manos y tirar de la capucha hacia atrás solo para exponer su cabello blanco. — Me gusta la mujer que tengo encima. Mi Diosa de la Luna, ¿vienes a bendecirme con tu presencia o a castigarme por mis pecados?

Rukia movía sus caderas siguiendo las órdenes de las manos de Ichigo, ignorando a las personas en ese lugar pero notando que poco a poco todo se oscurecía. Ichigo una vez más estaba usando el don para darles privacidad entre las personas, y la adrenalina de ese momento hizo que lo deseara un poco más. Le gustaba la forma en que Ichigo la miraba, la tocaba y cómo le hacía sentir lo duro que estaba debajo de sus pantalones.

Todas las alertas bajaron en ese momento y las ganas por él subieron como la espuma.

— Vine a conocer este rostro de mi hombre. — Respondió Rukia, sintiendo sus piernas temblar por el deseo que reflejaba la mirada de Ichigo. Ichigo sonrió ante esa respuesta y trató de besarla pero Rukia lo detuvo, de nuevo, y eso solo lo hizo sonreír.

— Pudiste haber esperado hasta que llegara al castillo, pero ya estás aquí, así que juguemos, mi Diosa de la Luna. — Ichigo le metió la mano entre las piernas y su sonrisa se hizo más grande cuando supo que ella lo deseaba.

Rukia jadeó y cerró los ojos mientras toda su piel se erizaba ante ese toque. En ese momento, sintió los labios de Ichigo sobre los suyos iniciando un beso que pronto se volvió obsceno y ella pudo saborear la cerveza en la saliva de Ichigo.

— Haz que nos ignoren. — Rukia jadeó, sintiendo los dedos de Ichigo entrar en ella de manera descarada. — Tienes la puerta abierta, ¿no? Haz que nos ignoren.

— No necesito magia para que nos ignoren, esto es un burdel, mi amor. — Ichigo jadeó haciendo que ella lo tocara a través de su ropa. — No somos ni los primeros ni los únicos.

Ichigo besó el hombro desnudo de Rukia y tuvo que refrenar todos sus impulsos de acomodarse entre las piernas de su esposa para volver a hacerle el amor esa noche. Rukia parecía realmente agotada y él todavía tenía mucha energía. Eso no era ni remotamente justo para él, que se había guardado toda la lujuria y todo el deseo por su mujer, y lo único que deseaba era hacerla gemir su nombre mientras le recordaba que le pertenecía a él y solo a él.

En esos momentos, Ichigo agradecía que Rukia hubiese reservado una habitación en una posada porque él no tenía la intención de hacerle el amor en un lugar tan deplorable como un putero.

— No deberías haber venido a este lugar. Ya estaba cerca del castillo, solo debías esperar un día más. — susurró Ichigo mientras depositaba besos en las clavículas de su esposa y se permitía acariciarla un poco más. — ¿Por qué viniste, mi Luna? Podrías haber visto algo que no te hubiera gustado, podrías haberme visto llevar a alguien a una habitación o hacer otras cosas que un hombre casado no debería hacer. Lo que hubieras visto no te hubiera gustado.

— Sé que no lo harías.

— ¿Y si lo hubiera hecho? Antes de este viaje te lo advertí. — Ichigo hizo que Rukia se acomodara un poco mejor en la cama solo para meterse entre sus piernas y comenzar a besarla en el pecho. Necesitaba el sabor de la piel de su mujer en ese momento. — Siempre hay una posibilidad.

— Estaba dispuesta a pagar las consecuencias de mis propios errores. — Rukia comenzó a acariciar su espalda, pasándole las uñas por su piel de una manera tan suave que Ichigo sintió que iba a ronronear de placer. — ¿Serías capaz de saborear otra piel que no sea la mía? ¿Cambiarías el paraíso entre mis piernas por el infierno de alguien más? ¿Estarías dispuesto a perderme solo por un momento de placer?

Ichigo sonrió ante esas preguntas y le dio un beso en el ombligo a Rukia antes de mirar hacia arriba. Su esposa tenía esa mirada que a él le gustaba, esa que le decía que ella sabía lo que tenía, y que lo tenía completamente sometido a ella.

— Tu piel es lo único que quiero. Mataría si alguien se atreviera a tocarte y moriría antes que traicionarte. — Ichigo comenzó a besar su abdomen antes de volver a subir a su pecho y clavícula. — Ahora algunos pueden pensar que si lo hice, que cambié el paraíso por el infierno.

Rukia llevó una de sus pequeñas manos a su rostro y acarició suavemente su labio inferior con el pulgar.

— Es un precio que puedo pagar para que el rey nos deje en paz. — Ichigo besó la punta de su dedo, seguido de varios besos más hasta que llegó a los labios de su esposa y la besó de nuevo hasta que necesitó respirar. — Ahora, tienes que redimir tus pecados ante mí, mi Sol.

— Solo si es entre tus piernas. — susurró Ichigo besando su pecho nuevamente hasta escucharla gemir.

— Es el único lugar donde encontrarás la redención, mi amor.

Ichigo siguió besándola un poco más, dejando pequeñas marcas rojas en la piel de su esposa que encontró encantadoras, antes de lamer sus labios.

— Todavía no me has dicho por qué viniste a este lugar, mi Luna.

— Vine porque Uryu me escribió y me contó todo.

— Chismoso. — Ichigo besó su hombro, sabiendo que no tenía sentido enojarse con Uryu por eso. — Solo tenía que avisarte que íbamos de regreso. No permitiré que vuelva a enviar cartas en mi nombre, tengo una esposa imprudente que viaja disfrazada, y eso es peligroso.

— ¿Por qué Uryu tendría que hacer eso? — Verla con la ceja levantada y ese leve tono de molestia en su voz, lo hizo sonreír.

— El rey me encerró en mi habitación, como si fuera un niño pequeño, y no me dejó salir hasta el día siguiente. Pensé que Uryu te lo contó todo. — Ichigo dijo eso con una leve sonrisa y un tono de voz animado antes de morderle suavemente el lóbulo de la oreja. — Fue liberador decirle lo que pensaba, ahora solo es el rey y no mi padre.

Nuevamente, se permitió besar el hombro de su esposa y dejar más besos en su cuello mientras su mano bajaba para acariciar sus piernas. Rukia enredó una de sus piernas con la de él.

—Él no me dijo eso. — susurró Rukia, llevando una de sus manos a la cabeza de él para que no dejara de besar su cuello mientras movía muy suavemente sus caderas en su contra pero sin entrar en ella. — Tenía curiosidad por ver cómo era el hombre que sacaste del abismo. Al principio estaba preocupada por tu corazón, pero tuve que bajar el ritmo y confiar en que sabrías salir de esto por tu cuenta.

Ichigo no se resistió y dejó un suave mordisco en la piel de su esposa. El grito ahogado de Rukia lo hizo sonreír, estaba duro de nuevo y quería volver dentro de su mujer, pero no lo haría hasta que ella se lo pidiera.

— ¿El hombre del abismo? — Preguntó Ichigo antes de sentarse en la cama, de rodillas, y colocar las piernas de su esposa a los lados de sus caderas para comenzar a tocarla en esa posición. Rukia cerró los ojos y se aferró a las sábanas de esa cama mientras se mordía el labio. — Ese hombre es moralmente cuestionable, egoísta y disfruta del caos, los burdeles y las tabernas. La caza es lo que le motiva, tender una trampa y ver caer en ella a la víctima.

— ¿La caza? — La pregunta de Rukia salió con un grito ahogado cuando él tocó justo donde sabía que a ella le gustaba. Rukia lo apretó entre sus piernas. — No te vi cazando, te vi rechazarlas a todas.

— Es porque no era ese tipo de cacería… estaba cazando al rey y debatiéndome si matarlo en el viaje o matarlo en un momento en que él tenga la felicidad absoluta. — Al decir eso, Ichigo vio que los ojos de Rukia se abrían con sorpresa antes de cerrarse de nuevo con placer. — Y porque ninguna mujer en el mundo despierta lo que mi esposa despierta en mí. No sabía que necesitaba tanto tu piel, hasta que te sentí sobre mí y olí tu aroma a menta.

La charla quedó inconclusa cuando Rukia comenzó a pedir más de todo y más de él, e Ichigo complació a su esposa hasta sentir sus uñas marcando su espalda.

El hombre del abismo podía fácilmente cambiar los tarros de cerveza por lo que su mujer tenía entre las piernas y seguir sumido en los excesos.


Otoño— x493 / 14 de octubre

La única razón por la que era casi media mañana y todavía estaban en la casa del Cruce era porque Ichigo no había regresado de donde sea que estuviera. Isshin no podía entender cómo Ichigo podía perderse en un lugar como el Cruce, pero eso era exactamente lo que había sucedido.

Ichigo se había ido de la casa tan pronto como llegaron, diciendo que necesitaba una cerveza, e Isshin no pudo hacer nada para detenerlo. Sin importar con qué amenazara a su hijo, parecía que a Ichigo realmente no le importaba su destino porque la respuesta siempre era la misma: llevaré a mi esposa conmigo y te daré lo que siempre quisiste, un reino sin mí.

Isshin no podía divorciarlos como castigo como lo hizo con Kaien y Nelliel, porque el matrimonio entre Ichigo y Rukia estaba estipulado en los Acuerdos de Caída y separarlos solo causaría más problemas en el reino. Ichigo había ejecutado perfectamente bien su papel como Segundo Príncipe e Isshin nunca pensó que eso podría ser peligroso para él y para el reino.

Los soldados obedecían a Ichigo de una manera asombrosa, él les enseñó nuevas técnicas de lucha traídas desde más allá del mar del atardecer y les pagaba bien por su servicio. Tenía buena comunicación con los Jefes Militares de las ciudades e incluso tenía un espía en la Ciudad Sagrada de Entabeni vigilando a los Representantes de las Deidades.

El grupo privado que Ichigo había fundado y enseñado con algunas técnicas de lucha que había traído de Vayalat, era increíblemente bueno, el mejor del reino, y solo le obedecían a él.

Isshin podía ordenar a los militares que hicieran lo que quisiera como rey, y no habría duda de que esos hombres le obedecerían a Kaien, pero Ichigo tenía a los militares en sus manos, de todas las formas posibles. El candado que se suponía debía mantener vivo al segundo príncipe del reino y protegerlo del heredero de la corona, era lo que en ese momento le daba a Ichigo el poder de rebelarse contra la corona si llegaba a decir que había sido insultado de alguna manera.

Ichigo se estaba volviendo realmente peligroso para el reino y tenía que encontrar una manera de detenerlo.


Saludos especiales a Mikanji, usaguichan23, luciabelenjuan y Fatua