Los Ojos del Ruiseñor
Capítulo 86: Chispas de chocolate
Invierno — x494 / 14 de febrero
Lo primero que hizo Ichigo cuando salió del carruaje y estuvo frente a la puerta del castillo fue ordenar que prepararan el baño de la reina y que llamaran a la doctora. No tenían tiempo que perder, ya que ninguna doctora fue a ver a Rukia mientras estaban en el templo de las Deidades e Ichigo pensó que si esperaban más, nadie llegaría.
Riruka, que había llegado a la puerta antes de que el carruaje se detuviera debido a que Renji había llegado al castillo unos minutos antes, solo logró decir un leve "sí" antes de correr hacia el área de la reina para cumplir con la orden dada.
Ichigo inmediatamente recogió a su esposa y la cargó en brazos por los pasillos del lugar hacia el área de la reina lo más rápido que pudo. Rukia temblaba de dolor y tristeza, y él solo podía repetir una y otra vez que estaba con ella, que la cuidaría y que no debía tener miedo porque no la dejaría sola.
Ichigo sentía a su esposa tan frágil y vulnerable que todo lo que quería era esconderla del mundo para que no la lastimaran de nuevo.
Para cuando llegaron a los baños, Riruka ya había hecho que las doncellas se fueran y solo ella y la Sra. Retsu estaban allí.
La Kahya del castillo, que había llegado debido al alboroto, no parecía particularmente feliz en ese momento, ni tampoco preocupada, más bien molesta por la presencia de Ichigo en esa zona prohibida para los hombres.
— Su alteza, no se le permite estar aquí. — La voz de la Kahya hizo que Rukia se aferrara a él y se escondiera entre su pecho y sus brazos.
— Solo la princesa puede ingresar a esta área y su sirvienta la atenderá, por lo que no es necesario que esté usted aquí.
— No se me permiten muchas cosas, señora Retsu. — Ichigo empujó a Kahya a un lado y entró al baño aun sosteniendo en brazos a su esposa. — Pero estoy seguro de que esta vez se puede hacer una excepción.
— No hay manera de hacer excepciones...
— ¡Sí hay! — Ichigo le levantó la voz a la mujer por primera vez. Rukia todavía estaba aferrada a él y solo por eso, Ichigo estaba tratando de mantener la calma. — Sra. Retsu, ¿podría llamar a la doctora? La droga que le dio a mi esposa le está haciendo efecto.
Ichigo ni siquiera quería decir esa palabra, pero la Sra. Retsu pareció entender lo que él estaba diciendo porque salió del baño de la reina y los dejó solos.
Fue en ese momento que Ichigo hizo que Rukia se sentara en el banco de mármol de uno de los cubículos más alejados de la puerta para que Tatsuki, que había llegado con ellos en el mismo carruaje y corrido tras él por los pasillos del castillo, pudiera ayudarla a bañarse.
— Será rápido, mi Luna. — Ichigo se puso en cuclillas frente a su esposa para poder mirarla a los ojos mientras hablaba. Le dolía verla así, le partía el alma verla sufrir. — El médico te revisará y Tatsuki te ayudará a bañarte. No tengo permitido estar aquí, pero vendré a buscarte cuando estés lista y me quedaré contigo.
Ichigo no quería que su esposa pasara más tiempo del necesario en ese lugar, no después de que Rukia entre lágrimas le contara lo que había discutido con la reina cuando se quedaron en privado; pero él sabía que era necesario que ella se bañara y fuera atendida por la doctora antes de llevarla con él a la zona del rey.
— Lo prometo.
Esa palabra hizo que Rukia soltara su mano para que él pudiera salir de allí, pero Ichigo solo dio unos pasos antes de escuchar a su esposa comenzar a llorar nuevamente. Ichigo volvió sobre sus pasos, apartó a Tatsuki, que estaba tratando de consolar a Rukia, y abrazó a su esposa.
Rukia no paraba de llorar, aunque por momentos se calmaba, el llanto inevitablemente volvía a ella y eso hacía que todo fuera más doloroso. Él también necesitaba consuelo pero las lágrimas se negaban a salir de sus ojos porque lo único que sentía en ese momento era ira.
Ichigo solo pudo salir de ese baño cuando llegó la doctora y lo hizo alejarse de Rukia.
La Kahya, quien regresó con la doctora y lo escoltó fuera del área de la reina, trató de darle unas palabras de consuelo que Ichigo consideró inútiles y sin valor. No sabía cómo la Kahya podía consolarlo cuando la mujer probablemente tenía sus manos metidas en lo que le sucedió a su esposa.
— Cuando mi esposa esté en su habitación, hágamelo saber. — Ichigo ordenó a la Kahya y se dirigió al área del rey para arreglar algunas cosas en su propia habitación.
—
Lo único que Rukia deseaba en ese momento era que Ichigo no se separara de ella, él era su lugar seguro y su consuelo, y estar en ese baño junto a la doctora de la reina era lo mismo que estar sola en la oscuridad. Su corazón y su alma dolían de formas que ella no podía explicar, y todo lo que quería en ese momento era acostarse en una cama, llorar la pérdida de su hijo y sentir el calor de Ichigo.
— Su Alteza…
La voz de Isane hizo que Rukia mirara a la mujer, quien seguramente le había dado la droga para que perdiera a su hijo por orden de la reina, y sintió ganas de alejarse de ella. Rukia no entendía cómo Isane podía tener esa expresión de culpa y dolor en su rostro, como si fuera ella la que estaba siendo desgarrada por la pérdida, cuando ella era la principal culpable de todo.
— ¿Desde cuándo lo sabes?
Esa fue la primera pregunta que salió de la boca de Rukia mientras miraba a la doctora a los ojos. Isane simplemente miró hacia otro lado y se quedó en silencio por un momento.
— Su Alteza, necesito ver cómo está. — Isane no respondió a la pregunta pero se arrodilló frente a ella y agarró el borde de la falda del vestido con la intención de levantarlo. Rukia juntó las piernas impidiéndole hacer su trabajo. — Su Alteza, por favor...
— Dímelo. — Rukia sintió que sus ojos ardían nuevamente y no pudo evitar que las lágrimas escurrieran por sus mejillas en ese momento. — Necesito saberlo porque fue el hijo de tu príncipe al que mataste.
Isane, que seguía de rodillas, bajó la mirada al suelo y volvió a guardar silencio. Rukia se secó las lágrimas nuevamente aunque fue inútil, decir esas palabras solo hizo que el momento fuera más doloroso.
— Desde que se desmayó, su alteza. — confesó Isane sin levantar la vista. — La reina me pidió que te hiciera una prueba de embarazo y robé la muestra al día siguiente. Tan pronto como tuve los resultados se los di a la reina y ella me pidió que preparara la droga. Se la dimos hace unos días pero no funcionó hasta hoy, no pensamos que hoy… su alteza, las reglas son las reglas.
Rukia nunca esperó esa respuesta. Nunca esperó que la reina lo supiera durante tanto tiempo y pudiera ejecutar su plan sin siquiera darle una opción.
La reina era despiadada y cruel.
Después de un momento asimilando las palabras de Isane, Rukia abrió las piernas para permitir que la doctora la revisara mientras ella miraba el techo del baño y Tatsuki sostenía su mano brindándole apoyo en ese momento. Su corazón estaba roto, pero todo lo que podía hacer era dejar que las cosas siguieran su curso y dejar que las lágrimas rodaran por sus mejillas.
Isane le hizo un par de preguntas sobre lo que había sentido y Rukia las respondió sin apartar la vista de las manchas del techo y sin soltar la mano de Tatsuki. Recordar el dolor en su vientre y la forma en que sus propias entrañas se contrajeron, hasta el punto de sentir salir algo demasiado grande para ser un coágulo de sangre, hizo que sus ojos ardieran de nuevo.
— Parece que todo ha terminado, pero seguirás sangrando durante un par de días. — habló Isane, haciendo que Rukia dejara de mirar las manchas en el techo y enfocara su atención en ella. — Te daré medicina para el dolor y para que puedas dormir. Estarás un poco hinchada, pero es normal.
— Normal. — susurró Rukia antes de levantarse del banco de mármol en el que estaba sentada. Tatsuki inmediatamente se movió para ayudarla a caminar.
Normal.
Lo que le había pasado no era normal, entendería si la pérdida de su hijo hubiera sido normal, si hubiera sido "la voluntad de las Deidades", pero no lo era. Lo que le sucedió no fue normal, fue la voluntad y la ira de la reina.
— Su Alteza, yo debería haberle contado sobre…
— Gracias, puedes salir de aquí. — Rukia interrumpió lo que Isane intentaba decir, pero la doctora volvió a hablar.
— Debería haberte hablado de tu embarazo pero la reina no quería que lo supieras. Sabes que no puedes tener...
— Suficiente. — Rukia levantó la voz. No necesitaba que le recordaran las malditas reglas del castillo porque desde el día que llegó, se las habían hecho aprender. — Sal de aquí, escuché lo que tenías que decir y lo demás no me importa. Lo que digas no cambiará cómo me siento ahora.
La doctora murmuró una disculpa que no tenía sentido para Rukia en ese momento y se fue.
Poco a poco, Tatsuki comenzó a desatar los nudos del vestido que Rukia llevaba puesto hasta que este cayó al suelo y ella pudo ver sus propios muslos cubiertos de sangre fresca y seca. Rukia se quedó mirando su cuerpo por un momento hasta que Tatsuki tomó su mano para que pudiera terminar de quitarse ese vestido cubierto de sangre.
— Quémalo. — susurró Rukia mientras Tatsuki recogía el vestido del suelo. — Quémalo y tira las cenizas al acantilado.
Tatsuki asintió a lo que dijo Rukia, dejó el vestido a un lado y tomó un recipiente con agua tibia para comenzar a lavarla. Aún le dolía el vientre y seguía teniendo calambres, le ardían los ojos y trataba de no pensar en lo que había pasado, pero era imposible no hacerlo.
De nuevo, las lágrimas resbalaron por sus mejillas sin que pudiera evitarlo.
—
— ¿Fue muy grave lo que le pasó a la princesa?
La pregunta de Mila hizo que Kaien perdiera de vista el corredor donde el rey y la reina habían dejado el templo de las Deidades momentos antes. Se suponía que debían ser una familia amorosa y unida, y tenían que comportarse como tal aunque fuera mentira, por lo que quedarse a disfrutar de los eventos del día no sería bien visto por la gente del pueblo.
— Rukia acaba de perder al hijo de Ichigo. — Kaien volteó a mirar a Mila mientras decía eso.
Estaba enojado por lo que le estaba pasando a Rukia y sus expresiones lo traicionaron en ese momento. La preocupación, la ira y el deseo de ir tras Ichigo para saber si Rukia estaba bien eran evidentes en su rostro.
Kaien por un momento, uno muy breve, pensó que Rukia no estaría pasando por eso si ese niño hubiera sido suyo. Si ella hubiera aceptado su propuesta y lo hubiera elegido a él, la reina no la habría lastimado así.
Mila se quedó en silencio, con una mano sobre su boca por el impacto de esa noticia, hasta que encontró sus palabras.
— La reina… ¿es ella la responsable?
— Es algo complicado de lo que no podemos hablar aquí. — Kaien volteó a ver la puerta principal del templo de las Deidades. — El carruaje estará listo en cualquier momento, así que haré algo antes de irnos.
— ¿Qué vas a hacer? — preguntó Mila, pero Kaien se dirigió a la puerta principal del Templo de las Deidades sin responderle.
Kaien no se había dado cuenta de cuánto amaba la gente a Rukia hasta ese momento cuando pudo ver a toda esa gente esperando noticias sobre ella. Dos de los soldados que mantenían a la gente fuera del lugar se hicieron a un lado y Kaien hizo un gesto a la multitud para que guardara silencio.
No habló hasta que el silencio cubrió todo.
— Sé que todos están preocupados por la salud de nuestra amada Princesa Rukia. — Kaien comenzó a hablar, haciendo que todos le prestaran atención porque si había algo que a la gente le gustaba era hablar de chismes, así que él tenía que tener cuidado con lo que iba a decir. — Por eso les pido a todos ustedes que oren a la Madre para que nuestra querida princesa se recupere de la terrible pérdida que ha sufrido hoy. Es en estos momentos que el corazón y el alma de la Princesa Rukia necesitan el consuelo que ofrece la Madre.
Las palabras de Kaien fueron simples, pero fue todo lo que se necesitó para que la gente comenzara a preguntarse qué pasó realmente con Rukia. Él no era lo suficientemente descarado para airear lo que realmente le pasó a Rukia, y pedirle a la gente que orara por ella no era una falta; además, si la gente llegaba a conclusiones demasiado precisas por su propia cuenta, no sería culpa de él sino de la reina por hacer un espectáculo de Rukia.
Kaien regresó al interior del templo de las Deidades y fue recibido por Nnoitra, quien le informó que el carruaje estaba listo para que regresara al castillo. Kaien le indicó a Mila que lo acompañara, y los dos también abandonaron la ciudad en medio de un caos de rumores.
—
Cuando Ichigo terminó de preparar lo necesario para la estancia de Rukia en el área del rey y regresó al área de la reina, descubrió que la reina ya había llegado al castillo y que dio la orden de no dejarlo entrar porque Rukia necesitaba descansar.
Ichigo no tenía paciencia para lidiar con semejante tontería, estaba tan enojado con la reina que solo tuvo que mirar a los ojos al par de guardias para que se hicieran a un lado y olvidaran que lo habían visto pasar. Su control del don había mejorado y ya no era necesario chasquear los dedos para poder joderle la mente con precisión a la persona frente a él.
Caminó con paso firme por los pasillos y escaleras hasta llegar a la habitación de su esposa, solo para descubrir que la reina estaba parada frente a la puerta de la habitación de Rukia.
Ichigo no sabía cuánto tiempo lo había esperado la reina y no estaba interesado en saberlo, lo único que le importaba era sacar a Rukia de allí para aliviarla del estrés de estar en el mismo lugar que la reina.
— Vuelve a tu propia habitación. Ella necesita descansar después de todo lo que le pasó hoy. — Habló la reina mientras Ichigo intentaba acercarse a la puerta del dormitorio de Rukia para abrirla.
Al escuchar esas palabras, Ichigo sintió una irreconocible necesidad de reír y no pudo evitar que una risa amarga saliera de su boca. La expresión seria de la reina cambió a una de completa ira.
— Su Majestad, ¿cree que mi esposa podrá descansar cerca de quien la ha lastimado?
Ichigo estaba tan enojado que en ese momento no le importó faltarle el respeto a su madre.
La reina.
La reina siseó el nombre de Ichigo en un tono que claramente era una advertencia, pero Ichigo solo la miró y nuevamente trató de ir a la puerta para abrirla. La reina lo bloqueó de nuevo, interponiéndose entre él y la puerta.
— A partir de hoy está prohibido que ingreses a esta área. Ahora sal de aquí y deja que la chica descanse.
— ¿La chica? — Ichigo saboreó la palabra como si fuera algo nuevo para él. Rukia había dejado de ser Rukia para convertirse en "la chica". — La chica.
La mirada de la reina se relajó en un gesto que pretendía ser comprensivo pero que solo hizo que Ichigo se pusiera alerta. En esos momentos, él ya no confiaba en las miradas de lástima ni en las palabras que pudieran salir de la boca de la reina. En esos momentos, Ichigo solo sabía que su madre los había traicionado y que cualquier cosa que ella pudiera decir serían solo excusas para justificar sus acciones.
— Rukia necesita descansar. — La reina trató de acercarse a él, pero Ichigo retrocedió para evitar que lo tocara. No quería que su madre lo tocara en ese momento o ella podría perder la mano. — Sabes que lo hice para protegerlos a los dos, no quería que fueran acusados de traición o que huyeran a Vayalat porque allí no los recibirían. No quería que fueran perseguidos y ejecutados. Sabes que las reglas son las reglas y no quería perderte hijo mío.
Las palabras de su madre solo lo enfurecieron más, ella se escondía detrás de las reglas cuando sabía que ellos tenían la intención de huir del reino si Rukia quedaba embarazada. No, lo que hizo su madre no fue por las reglas.
Lo que hizo su madre fue por venganza, para tener su retribución por la muerte de Nelliel.
— Si la sangre de mi hijo fue necesaria para que mi esposa tuviera tu perdón, ¿cuánta de tu sangre va a ser necesaria para que puedas obtener el mío? — Las palabras de Ichigo fueron tan agudas que la reina solo pudo abrir los ojos con sorpresa. — Lloras la pérdida de Nelliel. Nos castigas por la muerte de una mujer que atentó contra la vida de mi esposa y que no habría dudado en atentar contra la mía con tal de ponerse la corona que con tanto orgullo luces en tu cabeza. Pero nadie está viendo eso, ¿verdad? Creí que eras diferente al rey pero veo que me equivoqué.
Inmediatamente la reina levantó la mano pero se detuvo antes de completar la acción.
Ichigo solo miró a la reina esperando que lo golpeara o se alejara, porque no tenía intención de seguir perdiendo el tiempo con ella. La reina bajó la mano, sin golpearlo, e Ichigo volvió a hablar.
— Llevaré a mi esposa al área del rey y cuando se recupere, saldremos del castillo. Con lo que hiciste, con tus ganas de "no querer perderme", me has perdido. Sigue llorando la muerte de Nelliel porque, después de todo, ella era más tu hija de lo que yo podría haber sido.
Ichigo pudo ver la mirada de dolor de la reina ante esas palabras, pero en ese momento no sintió lástima por la reina; tal vez estaba siendo demasiado cruel con ella, pero no podía evitarlo. La traición de su madre le dolió demasiado.
La reina se hizo a un lado y él pudo entrar a la habitación de su esposa, donde Rukia lo estaba esperando. Parecía haber dejado de llorar y eso lo calmó un poco, aun así sintió que no podía dejarla en esa habitación cerca de la reina.
No quería alejarse de ella.
— Vamos, mi princesa de invierno. Te llevaré a descansar.
Ichigo tomó a su esposa en sus brazos y salió del área de la reina hacia el área del rey, si el rey se negaba a permitirles la entrada, entonces la sacaría del castillo esa misma noche.
El reino podría irse al infierno en ese momento.
—
Cuando Kaien entró al castillo con Mila, el lugar estaba en silencio. No el silencio habitual que solía haber algunas tardes, sino uno que hizo que su espina se erizara. Acompañó a Mila al área de la reina, él aún no podía entrar a ese lugar pero eso no impedía que se acercara a la puerta y se despidiera de Mila con un beso en la mano.
— Me hubiera gustado regalarte algo en este día pero creo que eso tendrá que esperar, mi querida Mila. — Kaien se disculpó mientras tomaba su mano.
— Me das tu atención y eso es suficiente por ahora. — Respondió Mila con ese encantador descaro que le gustaba a Kaien. — Nos vemos luego, su alteza.
Mila se acercó a él y le dio un suave beso en los labios, luego atravesó el arco custodiado por guardias y Kaien la vio perderse en ese corredor custodiado por jardines.
Por un momento, consideró preguntarle a los guardias en el área de la reina qué había pasado con Rukia, pero esa idea fue descartada ya que la Kahya llegó con él desde el interior de ese lugar. Inmediatamente le preguntó a la mujer sobre el estado de salud de Rukia, y la señora Retsu le contó lo que había pasado desde la llegada de la reina.
Se sorprendió al saber que la reina había echado a Ichigo de esa zona, pero se sorprendió más al saber que Ichigo se había llevado a Rukia a su propia habitación. No esperaba eso, pero estaba complacido de ver a Ichigo rebelarse contra la reina.
Kaien pensó que si entre ellos no existiese esa rivalidad por el trono, la alianza temporal que mantenían podría convertirse en una verdadera hermandad.
Regresó a su habitación y se acostó en su cama, no tenía nada que hacer ese día y sus planes de llevar a Mila a la cama se habían arruinado porque Rukia estaba en su mente. Cerró los ojos y se dispuso a intentar dormir un poco, cuando escuchó que se abría la puerta de su habitación y vio que cuatro de los hombres de la guardia privada del rey se acercaban a él.
Kaien se levantó de la cama y trató de alejarse de ellos pero uno lo atrapó y lo hizo arrodillarse en el suelo, los otros dos lo agarraron de las manos para que no peleara y el tercero le puso una cuerda alrededor del cuello.
— Tío…
La palabra salió en un jadeo cuando Kaien trató de liberarse, pero los hombres del rey lo sujetaron con fuerza.
Cada segundo le costaba más respirar, lo estaban ejecutando en su propia habitación por orden del rey y lo harían parecer un suicidio. Kaien nunca pensó que su padre haría eso, matarlo así.
— Para que no olvides que eres como yo y que el rey sigue controlando tu vida. Un error más y la Sombra te llevará con ella.
Kaien no pudo decir nada más, la falta de aire lo estaba dejando inconsciente cuando sintió que la cuerda se soltaba de su cuello y le dolían los pulmones al respirar.
Entonces todo se volvió negro.
Invierno — x494 / 17 de febrero
"La tragedia del Día de las Rosas".
Así habían titulado el artículo que salió a mitad de semana, el cual no formaba parte de una edición regular del diario sino de una crónica especial. La hoja era lo suficientemente grande como para incluir un grabado de Ichigo y Rukia, junto con varias columnas de texto impreso.
Las noticias eran sólo sobre ellos.
El texto comenzaba con unas palabras de agradecimiento del reportero por haber tenido la oportunidad de ser el encargado de seguir al Segundo Príncipe y su esposa ese día, y luego seguía una pequeña entrevista que les había hecho antes de iniciar la gira por las calles del festival.
El reportero narró la felicidad que vio en el Príncipe Ichigo y la Princesa Rukia, los juegos, las miradas y las palabras. Incluso la forma en que se comunicaban entre ellos y cómo parecían no necesitar palabras para entenderse.
El reportero enfatizó cuán enamorados se veían el segundo príncipe y la princesa, y cuán afortunada era la gente de tener una princesa que los amaba como amaba a su esposo.
La generosidad de Rukia era conocida entre la gente de la ciudad, incluso más allá de la capital, debido a que era responsable de varias causas benéficas que atendía personalmente. La princesa Rukia tenía bien merecido el título de Princesa del Pueblo, en opinión del reportero.
Cuando el reportero llegó a la parte que interesaba a todos, hizo una descripción detallada de los hechos ocurridos esa mañana. Desde la forma en que la princesa pasó de la felicidad al miedo hasta la forma en que la princesa sostuvo su vientre como si quisiera proteger algo, sin olvidar mencionar la pequeña mancha de sangre en el piso justo donde había estado parada antes de que el príncipe la cargara en brazos para sacarla de allí.
Se elogió la eficiencia de los soldados en respuesta a las órdenes dadas por el príncipe mientras él corría con la princesa en brazos. El reportero mencionó que nunca había visto a soldados moverse con tanta precisión con una sola orden, lo que demostraba lo bien entrenados que estaban.
El reportero narró el tiempo de espera fuera del templo de las Deidades, mencionó la preocupación de la gente y citó textualmente las palabras del Príncipe Kaien pidiéndoles que rezaran a la Madre por la Princesa Rukia.
Al final, el reportero hizo una reflexión con sus propias conclusiones.
Se aventuró a decir lo que pudo haber pasado ese día con la princesa y lo extraño que era que, a pesar de que el Segundo Príncipe y la Princesa del Pueblo llevaban casados más de un año, no habían tenido un heredero o dado el anuncio de un embarazo, que sería la felicidad de las personas que amaban a la princesa.
El reportero también mencionó que un informante cercano le comentó sobre el hecho de que siempre nacían primero los hijos del heredero y luego los hijos de los demás príncipes.
La pregunta "¿Fue realmente la voluntad de las Deidades?" terminó esa nota de una manera demasiado dramática que solo haría que las lenguas de las personas se soltaran sin control.
—
Ichigo observó a su esposa dormir, acarició su cabello y la acunó en sus brazos donde encajaba perfectamente. Ella había dejado de llorar y se había sumido en un silencio abrumador, pero él podía entenderlo porque él también estaba sufriendo.
Ambos habían llorado y ambos se habían consolado tanto como su propio dolor les permitía.
Él todavía no entendía cómo esa pérdida podía doler tanto, solo lo había sabido por un par de horas pero había sido suficiente para que todo un futuro se desplegara frente a él. Fueron un par de horas perfectas que terminaron en lágrimas.
Los sirvientes en la entrada llamaron dos veces a la puerta antes de abrirla e Ichigo enfocó su mirada en esta. Pudo ver a Tatsuki, que llevaba una jarra de agua y un cuenco grande, y a la otra doncella de Rukia, que sostenía una cesta con ropa limpia.
— Su Alteza, necesitamos un momento privado con la princesa. — Tatsuki habló en un susurro. — Y lo que pidió está casi listo.
Ichigo asintió y se movió lentamente para poder despertar a su esposa. Rukia tardó un rato en abrir los ojos pero finalmente lo hizo e Ichigo pudo ver la tristeza dentro de esos ojos violetas que tanto amaba. Lo único que deseaba en ese momento era borrar la tristeza de esos ojos.
— Mi princesa, Tatsuki está aquí. — Ichigo dijo esas palabras y acarició suavemente la mejilla de Rukia. — Tengo que hacer algo.
— ¿Tienes trabajo? — La voz de Rukia salió suave y preocupada.
— Nop, solo necesito hacer algo. Volveré pronto.
Rukia asintió y lo dejó levantarse de la cama sin querer hacerlo. Ichigo le dio a su esposa un último beso, esta vez en la frente, y le dijo a Tatsuki que la cuidara en su ausencia.
La chica asintió y él salió de su habitación en dirección a las cocinas del rey.
—
Rukia se había cambiado de ropa, seguía siendo un camisón pero estaba limpio, también se había cambiado las telas que se usaban para recoger la sangre y se había lavado la cara y los dientes.
Todo aún se sentía irreal y doloroso, y su corazón seguía lamentando la pérdida pero sus lágrimas se habían detenido; era como si no pudiera llorar más. Cada vez que recordaba las palabras de la reina, esas que eran tan crueles e inhumanas, Rukia sentía surgir en ella un profundo odio y rencor contra la mujer.
Una parte de ella entendía las reglas, pero otra parte todavía sentía el sabor amargo de la traición y exigía retribución.
— Hoy se publicó un artículo sobre lo que pasó el día de las rosas. — comentó Tatsuki mientras trenzaba el cabello de Rukia frente al espejo.
— ¿Hablan de mí? — Preguntó Rukia con una voz suave pero con ese toque de tristeza que le quemaba el alma.
Sabía que tenía que superarlo, pero aún se sentía perdida.
— Sí. Dejan en duda que fue por voluntad de las Deidades. La gente está hablando. — Tatsuki usó la cinta para juntar la trenza en un pequeño moño. — Te han empezado a llegar flores y cartas, están todas en tu habitación; algunos provienen de las familias nobles y otros de la gente del pueblo.
Rukia no esperaba que la gente reaccionara de esa manera y se sorprendió al saber que le estaban enviando cosas. No sabía cómo sentirse al respecto porque en ese momento sus emociones aún se estaban asentando dentro de ella.
— Todavía no me siento lista para volver a mi habitación. Aquí me siento segura. — susurró Rukia antes de tomar la mano de Tatsuki y sentirla apretar su mano suavemente.
— En algún momento tendrás que volver. — Tatsuki la miró desde el reflejo. — La princesa Hisana ha estado preguntando por ti. No se le permite entrar en esta área por orden del rey, pero ella y Lord Byakuya están preocupados por ti.
— Hisana. Mi hermano.
Con todo lo que había pasado, Rukia se había olvidado por completo de su hermano y de Hisana, seguramente ellos ya debían saber lo que le pasó y por eso Hisana estaba tratando de hablar con ella.
Rukia se preguntó cuánto tardaría la noticia en llegar a sus padres y si dirían algo al respecto. Tal vez dirían algo como "con Koga, esto no hubiera pasado", pero sus padres no podían culparla por elegir a Ichigo porque él era todo lo que ella siempre había querido.
Él era un regalo de las Deidades para ella. Su destino era estar juntos.
Ambos eran la eternidad del otro.
— ¿Puedes decirle que estoy bien? — Rukia habló después de un momento de silencio, considerando lo que debería decir. — Dile que cuando me sienta mejor iré a verla, pero que estoy bien.
Tatsuki asintió a lo que dijo Rukia y la ayudó a levantarse de esa silla. Rukia pensó que Tatsuki la llevaría de vuelta a la cama, pero Tatsuki la dirigió al balcón donde había un enorme par de cojines.
— ¿El balcón?
— El aire de la tarde te hará bien, estás más pálida que de costumbre. — respondió Tatsuki con una sonrisa.
Rukia se quejó de esa broma, aunque la encontró graciosa. Todos los días, Rukia reafirmaba el sentimiento de que Tatsuki también era un regalo para ella.
—
Las galletas estaban perfectas.
Tatsuki las había hecho según las especificaciones de Ichigo y Hanataro las había estado observando para que no se quemaran. Ichigo no sabía la receta porque la última vez que las hicieron fue en su luna de miel y Rukia había preparado la masa; él solo se había encargado de amasarla y formar las galletas.
El único problema era que todavía estaban demasiado calientes e Ichigo hizo que Hanataro las abanicara para enfriarlas más rápido.
— Su Alteza, ya me duele la mano. ¿Por qué no deja que se enfríen al aire de la tarde? — preguntó Hanataro mientras Ichigo comprobaba que él cocinero estaba abanicando bien las galletas.
— Porque las necesito ahora. Así que sigue abanicándolas.
Hanataro refunfuñó pero no se detuvo, sino que usó su otra mano para seguir enfriando las galletas.
Ichigo podía esperar a que se enfriaran naturalmente pero no quería, quería ser él quien le llevara esas galletas a Rukia, así que se compadeció de Hanataro y tomó el abanico para enfriarlas él mismo.
Hanataro estaba agradecido por eso y se frotó las manos doloridas.
— Vaya, finalmente sales de tu habitación. Por un momento pensé que no volvería a verte.
Ichigo reconoció la voz de Kaien pero notó que estaba ronco, como si tuviera un resfriado, lo que hizo que Ichigo dejara de abanicar las galletas y mirara a su hermano. Kaien caminó hacia él y trató de robar una galleta de la bandeja, pero Ichigo golpeó su mano con el abanico para evitar que lo hiciera.
— ¡Oye! ¡No son para ti!
— ¡Ay! — Kaien se quejó del golpe, tomó el abanico de Ichigo y echó a Hanataro de la cocina para que estuvieran solos. Casi automáticamente, él también comenzó a abanicar las galletas. — No sabía que sabías cocinar, hermanito.
Kaien trató de burlarse de él, pero hizo una mueca de dolor y se llevó una mano a la garganta. Llevaba una camisa de cuello alto y para Ichigo no pasó desapercibido que su hermano tenía algo rojo alrededor del cuello.
— Hay muchas cosas que no sabes de mí. — Ichigo le arrebató el abanico a su hermano y comenzó a enfriar las galletas él mismo. — ¿Qué te pasó en el cuello?
Kaien lo miró y desabrochó los botones superiores de su camisa para que Ichigo pudiera ver lo que tenía. La piel del cuello de Kaien era una mezcla de púrpura y rojo que cubría los costados y posiblemente la nuca.
Ichigo conocía ese tipo de marcas y sabía que eran los moretones dejados por una cuerda de aquellos que intentaron ahorcarse, pero Kaien no era de los que se suicidaban, así que inmediatamente sospechó de esa herida. Su hermano quería el trono, y un atentado contra su propia vida no era algo compatible con la corona.
— ¿El amor de nuestro padre? — preguntó Ichigo mientras tocaba los moretones en el cuello de su hermano.
Él podía curar las heridas de Kaien pero no lo hizo porque no quería darle más conocimiento del que necesitaba sobre el don. La alianza entre ellos no incluía ese tipo de información.
— Nuestro querido padre tuvo la amabilidad de recordarme que sigue siendo el rey y que mi vida está en sus manos. — Kaien volvió a abotonarse la camisa para que nadie más viera esos moretones. — Sigo siendo el heredero, pero apuesto a que no será por mucho tiempo, entonces, ¿cómo vamos a matarlo?
Enfriar las galletas había pasado a un segundo plano.
— ¿Sabes a quién va a nombrar como heredero? — preguntó Ichigo, sabiendo que definitivamente no sería él.
— Apuesto a que será nuestro querido primo. Lo he visto por el castillo muchas veces y se reúne en privado con el rey. — Kaien hizo una pausa, trató de robar una galleta pero Ichigo lo detuvo nuevamente. Kaien estaba frustrado. — Es uno de los Generales del reino, podrías enviarlo a una ciudad lejana y nos deshacemos de él en alguna "misión".
Ichigo levantó una ceja ante eso, pero negó levemente ante la idea.
— En este momento no estoy pensando en cómo deshacerme de la gente y aunque lo estuviera, no podemos mover un dedo sin que parezca que tenemos la culpa. — Ichigo tomó un recipiente de metal especial para galletas y colocó papel de cocina dentro. — ¿Has pensado que el rey lo está usando como cebo? Si vamos tras él y lo matamos, entonces el rey puede culparnos por algo de lo que no podemos escapar. Recuerda que no será la primera vez que lo hace, te usó como cebo para atrapar al ladrón del Sello del Rey.
— Lo he pensado, sí, pero igualmente el rey podría estar pensando en un nuevo heredero.
— Yuzu es la siguiente en la línea de sucesión al trono. Si alguien va a reinar en lugar de ti, es ella.
— Se aplica si renunciamos a nuestro Derecho de Sangre o si morimos. — Kaien finalmente robó una galleta e Ichigo optó por ignorar ese hecho y continuar arreglando las galletas para Rukia. — Y sigues siendo candidato al trono.
— ¿Me vas a matar? — preguntó Ichigo con calma.
Ambos estaban en ese punto en el que podían y no podían confiar el uno en el otro. Las alianzas entre enemigos eran frágiles y ellos lo sabían.
— Depende, si te vuelves un problema lo puedo considerar.
Ambos se miraron a los ojos por un breve momento, sabiendo que la respuesta era honesta y que eventualmente se matarían el uno al otro.
— Si el rey le da el trono a Yuzu, yo no tendría ningún problema en servirla como su Comandante, ¿sabes? — Ichigo terminó de arreglar las galletas y puso más papel encima para cubrirlas. — De todos modos, incluso si quisiera matar al rey, no lo haría en este momento porque tengo cosas más importantes en las que ocupar mi mente.
— Ya te quiero ver preocupado cuando el rey nombre como heredero a otro y tengas que pensar cómo matarlo. — murmuró Kaien dando un mordisco agresivo a su galleta.
— No nombrará a nadie más como su heredero. — Ichigo tomó la caja de galletas y se dirigió a la salida de la cocina. — Tu madre se aseguró de que el rey te quisiera más que a nadie.
Al escuchar esas palabras, Kaien se acercó a Ichigo y lo agarró del hombro para evitar que saliera de la cocina.
— ¿Qué dijiste de mi madre? — Preguntó Kaien haciendo que Ichigo se detuviera y lo mirara. — ¿Quién te habló de ella?
— Nuestra abuela. — Ichigo dijo eso con cierta indiferencia, como si fuera algo obvio. — No es difícil suponer, por todo lo que me dijo la Reina Madre, que tu madre hechizó al Rey para que la prefiriera a ella y a ti. Así que no temas por tu trono. Tú serás el rey, Kaien. Te pondré en el trono si quieres, pero por ahora déjame pasar tiempo con mi esposa.
—
Rukia tenía los ojos cerrados, no estaba dormida porque ya había dormido mucho, pero estaba disfrutando de la brisa fresca de la tarde. Había estado pensando en lo que debería hacer después de que finalmente decidiera dejar la habitación de Ichigo, pero no pudo encontrar ninguna respuesta.
Ichigo le había dicho que si ella quería podían dejar el castillo y vivir donde ella quisiera, y eso era bastante tentador. Vivir lejos del castillo, en una linda casa con un jardín solo para ella, era una idea que le gustaba mucho.
Todo dependía de ella.
Si decía que sí, Ichigo se lo daría, pero ¿qué quería Ichigo?
Esa pregunta vino a su mente casi tan rápido como la idea de los dos viviendo en una casa lejos del castillo.
Ichigo tenía su trabajo, entrenaba a los soldados y tenía sus propios proyectos y ambiciones las cuales le contaba con emoción en las noches cuando lograba lograr algo. Ella también tenía sus propios proyectos, su trabajo que iba de la mano con esos proyectos y sus ambiciones que iban más allá de ponerse la corona de la reina.
Rukia quería ver crecer a los niños que había tomado como protegidos, verlos ingresar a la escuela en Entabeni y mostrar por qué los había elegido para apoyar su educación. Quería aprender todo lo que pudiera aprender en el castillo más allá de los deberes que normalmente se asignan a las mujeres nobles, y quería demostrarse a sí misma que podía manejar cualquier cosa que se interpusiera en su camino.
Rukia quería ver a Ichigo convertirse en rey, quería que él tuviera lo que le correspondía por derecho y quería estar a su lado.
Ichigo podía dejarlo todo por ella, pero le hizo pensar en Orihime, que había dejado todo por Ulquiorra, y en lo que decía su última carta.
El sentimiento de Orihime de querer dejarlo todo y volver a casa, de no resistir más el vivir lejos de su familia y de sentirse la peor persona del mundo por extrañar lo que antes tenía a pesar de amar a su esposo y familia, la hacían pensar en lo que le podría esperar a ella e Ichigo.
Rukia no quería que Ichigo se sintiera así porque vivir fuera del castillo significaba que ambos tendrían que ir y venir al castillo para hacer su trabajo, no todos los días, pero sí la mayor parte del tiempo. Habría días en los que él no volvería a casa por hacer lo que tenía que hacer y habría días en los que Ichigo tendría que elegir entre sus propios deseos y ella.
Ichigo siempre le decía que si tenía que elegir entre ella y el reino, siempre la elegiría a ella, pero Rukia se preguntaba cuánto duraría eso. Se preguntó cuánta frustración podría soportar Ichigo solo por ella antes de que explotara, antes de que la odiara por alejarlo de su destino y se odiara a sí mismo por esa misma razón.
Ella podía sentir las emociones de Ichigo debido a la luna en sus costillas, y sabía que no podría resistir el verlo negar un sentimiento que ella podía sentir como propio.
Sería demasiado para su propio corazón y alma.
— ¿En qué estás pensando, mi princesa de invierno? — La pregunta de Ichigo la tomó por sorpresa porque no lo escuchó entrar a la habitación o sentarse a su lado.
Los pensamientos se desvanecieron y Rukia decidió que le gustaba su vida como era, quería seguir teniendo lo que tenía en ese momento porque la sangre de su hijo pagó su estadía en el castillo.
Si no podía tenerlo, al menos lo usaría como la fuerza que necesitaba para sobrevivir allí.
— Te mueves con el silencio de las sombras. —murmuró Rukia antes de apoyar su cabeza en el brazo de su esposo en un gesto de bienvenida. — Te tardaste mucho, ¿qué estabas haciendo? ¿Tuviste problemas?
— No, solo fui por esto. — Al decir eso, Ichigo le mostró un recipiente de metal con papel y Rukia inmediatamente olió las galletas recién horneadas.
Rukia se alejó un poco de Ichigo y se dio cuenta de que había traído una caja de galletas con él. Eso la hizo sonreír con verdadera felicidad por primera vez en cuatro días, e Ichigo le devolvió la sonrisa.
— ¿Hiciste galletas para mí? — preguntó Rukia mientras tomaba la caja de galletas que Ichigo le estaba entregando.
Ella se sintió feliz.
Ichigo se rascó la cabeza y miró hacia otro lado con aire de culpabilidad, como un niño que no quiere confesar una travesura.
— Mi Sol... — susurró Rukia mientras lo miraba con los ojos entrecerrados.
— Tatsuki fue quien las hizo. — confesó Ichigo con algo de culpa. — No recuerdo cuál era la receta, así que le pedí a Tatsuki que las hiciera.
— ¡Así que hiciste trampa! ¡Se supone que debes hacerlo tú mismo! — Rukia lo señaló con un dedo mientras sonreía. En realidad estaba sonriendo porque era divertido ver a Ichigo avergonzado.
— Yo mandé a hacerlas, que es casi lo mismo. — Ichigo se defendió antes de quitarle la lata de galletas. — Así que come una.
Ichigo tomó una de las galletas y se la llevó a la boca a Rukia, quien frunció los labios y negó con la cabeza. Ichigo trató de hacer que se la comiera pero Rukia movió la cabeza para evitar la galleta antes de levantarse del cojín y comenzar a alejarse de él.
— Tu castigo por no haberlas hecho tú mismo será atraparme. — aclaró Rukia para que Ichigo no malinterpretara su negativa a comer las galletas.
Ichigo se levantó de su asiento, puso la caja de galletas en una mesa y comenzó a perseguirla por la habitación. Rukia huía y se burlaba de él solo para que él siguiera corriendo tras ella, y cuando parecía que Ichigo iba a atraparla, ella nuevamente se alejaba de él hasta que Ichigo finalmente la atrapó en sus brazos.
Ambos reían como un par de niños y el dolor había sido olvidado por ese momento.
— Ahora no sé si tengo una esposa o un conejito en mis brazos. — Rukia le dio una palmadita en el brazo por ese comentario, pero Ichigo le dio un beso muy ligero en los labios. — Ahora, ¿vas a comer las galletas?
Rukia asintió y abrió la boca para que Ichigo acercara la galleta para poder morderla. La galleta estaba deliciosa, se había enfriado por todo el tiempo que habían estado corriendo por la habitación, pero aún estaba suave y podía sentir el chocolate.
Rukia recordó lo que Ichigo le había dicho cuando le dio la Diadema de Invierno, lo especial que había sido el día que ella hizo galletas y cuánto lo había ayudado con sus palabras cuando él se sentía débil. Ichigo no era particularmente bueno con los discursos de motivación, pero que él le hiciera galletas era todo lo que Rukia necesitaba para hacerla sonreír en ese momento.
Esas galletas significaban que quería darle el mismo tipo de apoyo que ella le había dado esa mañana en la cabaña.
— ¿Recuerdas la canción? — preguntó Rukia mientras él la sostenía entre sus brazos, sintiendo ganas de llorar de nuevo por todo el significado que tenían esas galletas. — No pueden ser perfectas sin la canción.
— No la recuerdo. — susurró Ichigo, aún sin soltar el abrazo y con la galleta en la mano.
Rukia no le creyó pero trató de no dejar que su voz traicionara el sentimiento.
— La vida sin ti es como una galleta con chispas de chocolate sin las chispas de chocolate, es solo harina.
— Todo es mejor con chispas de chocolate. — susurró Ichigo y Rukia solo pudo abrazarlo más fuerte, refugiándose en su pecho, sintiendo su calor y escuchando los latidos del corazón de su esposo.
Ichigo tenía razón, todo era mejor con chispas de chocolate.
¡Hola a todos!
Te deseo una Feliz Navidad, o la festividad que celebres o un feliz día si no celebras nada, y un maravilloso año nuevo.
Gracias a todos los que han seguido esta historia este año, ustedes son los mejores y se merecen su propia galleta con chispas de chocolate.
¡Nos vemos el año que viene, si La Sombra lo permite!
Por cierto, la canción de las galletas pertenece a Tubby Nugget en Tiktok. Es el primer video anclado, por si quieren verlo.
Respondo reviews:
Inverse L. Reena: Hay muchos giros, creo que te voy a marear jeje el actuar de los reyes es bastante cuestionable, creo que demuestra que son humanos y que cometen errores de juicio nublados por el sentimiento. O tal vez debo de calmarme un poco jejeje no sé, espero que este capítulo no te revuelva tanto las emociones, que aún falta lo bueno. ¡Feliz navidad y feliz año nuevo! O lo que celebres :3
Kaede Hiwatari Blueriver: ¡Ay! ¡Me encanta como lo entendiste! Esa alianza nadie la vio venir, pero funciona para propósitos inmediatos. Kaien es quien más experiencia tiene con la reina, él no la tiene idealizada como Ichigo y Rukia. En fin, espero que este capítulo te guste :3 ¡Feliz navidad y feliz año nuevo! O lo que celebres :3
