Los Ojos del Ruiseñor
Capítulo 92: Oculto
Primavera — x494 / 10 de abril
La costura y el bordado nunca fueron habilidades que Rukia dominara por completo a pesar de que había practicado muchas veces y logrado hacer un diseño decente una vez. Muchas veces había intentado hacer algo realmente elaborado, como el vestido que hizo Yuki una vez mientras estaban en Maranni, pero siempre abandonaba el proyecto porque se frustraba y terminaba con los dedos adoloridos y sangrantes.
Rukia prefería hacer otras cosas, como practicar en el piano, que era su actividad favorita, o leer alguno de los libros que le regaló su hermano, pero ese día Kana le había sugerido que practicara bordado para tratar de calmar un poco su mal humor.
La idea no había funcionado.
Cuando Rukia se picó el dedo índice por tercera vez con la aguja, dejó a un lado el aro junto con la aguja y los hilos. Su mente estaba en todas partes menos en lo que estaba tratando de bordar, haciendo que la actividad fuera una pérdida de tiempo.
Rukia estaba enojada porque el rey Isshin le negó el permiso para acompañar a la princesa Karin en la caravana hacia Maranni.
Hacía mucho tiempo que ella no veía a su familia, especialmente a su padre a quien se le había prohibido entrar a la capital desde que fue absuelto de los delitos de traición y conspiración, y quería visitarlos, pasar un tiempo fuera de la corte y permitirse disfrutar de un momento en compañía de su madre.
Ichigo había aceptado que ella viajara, incluso le había dicho que la recogería cuando él regresara de su visita al Campamento Militar del Sur y que asignaría a Uryu para que la cuidara porque era el que mejor conocía el lugar, pero el rey no aprobó la solicitud a pesar de las garantías que ella había puesto para que se le permitiera ese viaje.
Si el rey le hubiera permitido viajar, en ese momento ella estaría llegando a la Gran Casa y podría ver a su madre, a su padre y quizás a Yuki, si es que ella estaba allí y no en Tenjira, donde vivía con su familia.
Lo segundo que la mantenía enojada era el silencio de la reina respecto al permiso de Ichigo para acceder libremente al área de la Reina.
Rukia había ido a hablar con ella, le había llevado unas de las mejores galletas que hacía Tatsuki y había tratado de no parecer demasiado suplicante, pero la reina le dijo que lo pensaría porque Ichigo le había faltado el respeto y eso aún le dolía en el alma.
Rukia tuvo que morderse la lengua para no decir algo que pudiera alargar el castigo de Ichigo y apretó los puños para calmar la impotencia que sentía. Era como si todo el buen humor que tenía la reina en los últimos días se hubiera esfumado precisamente cuando ella iba a pedirle algo.
Todo era demasiado frustrante porque tanto el rey como la reina le estaban mostrando todo el poder que tenían sobre sus vidas, quienes también se suponían que tenían poder dentro del reino, y eso la enojaba.
Rukia se recostó en el sofá y cerró los ojos, le comenzaba a doler la cabeza por el enojo que sentía en ese momento y necesitaba calmarse antes de pensar en cómo abordaría ese tema con la reina nuevamente porque estaba cansada de ser ella quien estuviera yendo a la zona del rey para ver a Ichigo.
Solo habían pasado unos minutos cuando sintió que algo pequeño caía sobre sus piernas y saltaba hasta su pecho, haciendo que ella sonriera porque sabía quién era.
― ¡Haru! ― Rukia abrió los ojos y encontró a su conejita encima de ella buscando atención, así que comenzó a acariciar su cabeza. ― ¿Terminaste con tus verduras?
Rukia se acomodó en el sofá con Haru en sus brazos, todavía acariciando su cabeza, pensando que tal vez Haru necesitaba un compañero para no estar solita y poder jugar.
En cierto modo, Rukia sentía que Haru era un poco como ella y no quería que estuviera sola; así que decidió que hablaría con Ichigo cuando él regresara de su visita al Campamento Militar del Sur para ayudarla a encontrar un compañero para Haru.
― Su alteza, esto es para usted. ― La voz de Kana hizo que ella apartara la mirada de las orejitas de Haru para encontrar a su doncella con un tubo de metal sellado en la mano. ― Lo trajo un mensajero de Vayalat.
― ¿Te dijo quién lo envió? ― Preguntó Rukia, dejando al conejito en su regazo para poder tomar ella misma el tubo de metal y ver el contenido.
― Es de Lady Cifer.
La sonrisa en el rostro de Rukia se hizo enorme cuando descubrió que era una carta de Orihime e inmediatamente abrió el tubo de metal para leer el contenido.
― Paga al mensajero y dile que venga en dos días. Lo enviaré de regreso con una respuesta.
Kana obedeció la orden y salió de la habitación, dejando a Rukia en privado para que pudiera leer su carta. Hacía mucho tiempo que ella no sabía nada de Orihime y todavía estaba un poco preocupada por todo lo que había involucrado su última correspondencia.
―
Carta de Orihime a Rukia.
Mi querida Rukia,
Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos escribimos, desde lo que pasó con Nelliel, y creo que debería disculparme por eso. Desde entonces todo ha sido un caos emocional en nuestra vida.
Ulquiorra pasó varias semanas culpándose por permitir que Nell se casara con el Príncipe Kaien y juró que si la Sombra alguna vez se lo permitía, se vengaría de él por llevar a Nell a ese estado de locura y desesperación.
No sabes cuánto me dolió el corazón verlo así, pero gracias a las Deidades ahora está mejor. Todavía quiere matar al Príncipe Kaien, pero no puedo culparlo por eso.
Nada es perfecto pero estamos contentos con lo que tenemos.
Hace un tiempo Ulquiorra vio una casa en venta en la capital, está un poco alejada del parque central de la ciudad pero es más grande que la casita que tenemos ahora y es muy linda. Me llevó a verla y me enamoré, además estoy segura que podríamos hacer las reformas necesarias para poner una panadería allí.
Me gusta nuestra pequeña granja, pero extraño vivir en la ciudad y extraño el ruido. Recuerdo haberme quejado de ello varias veces en el pasado, pero ahora lo extraño. Ulquiorra también lo sabe. Supongo que por eso, cuando vio la casa, vino a hablarme de ella y usó la excusa de que estaría más cerca de su trabajo porque se convirtió en uno de los guardias estacionarios del castillo y debía estar ahí.
Es un soldado, nunca dejará de serlo, pero me siento tranquila al saber que no tendrá que desplazarse a otros lugares por largos periodos de tiempo para trabajar.
Estábamos haciendo cuentas y nuestros ahorros, junto con el dinero de la venta de la granja, nos alcanzan para pagar parte del costo de la nueva casa, casi la totalidad. Ulquiorra dice que va a hablar con el dueño para intentar llegar a un acuerdo y así pagar en abonos el dinero que falta de la compra.
¡Estoy tan emocionada!
Tengo tantos planes en mente que siento que tendré que empezar a escribirlos para no olvidarlos.
En otras noticias, Kaito ya camina solo. No supe cuando aprendió a hacerlo, pero lo vi siguiendo a las gallinas para atraparlas.
Ulquiorra sigue alardeando de lo inteligente que es su hijo y de que tiene instintos de soldado, aunque no sé dónde puede ver eso. Para mí, Kaito es un pequeño bebé adorable que crece cada día más.
Desde que aprendió a caminar he tenido que alejar todo lo que pueda ser peligroso para él porque se mete en la boca todo lo que encuentra.
Nunca dejaré de agradecerles por enviar a mi doncella conmigo, ella me ha sido de inmensa ayuda para cuidar a Kaito y así poder atender el negocio, que cada día va mejor.
Mis principales clientes son las esposas de militares de alto rango y varias damas nobles. Es difícil pero estoy feliz, es mejor que estar todo el día tejiendo y bordando, siento que estoy haciendo algo con mis días. Además, los días libres se han vuelto realmente valiosos.
El año pasado no pudimos ir al Día de las Rosas ni a la Fiesta de la Primavera porque estaba embarazada, pero este año fuimos a ambos eventos.
Aunque Ulquiorra todavía estaba afectado por lo sucedido, igual salimos a disfrutar el día y él me regaló flores. Me hubiera gustado verlo participar en la búsqueda del tesoro organizada por la casa real porque el premio era una bolsa de oro y un collar de piedras bellísimo, pero no quería presionarlo porque aún no se encontraba del todo bien.
Quizás el año que viene le pregunte si quiere participar.
El Festival de Primavera fue increíble. Las calles estaban llenas de banderas de colores y guirnaldas con flores de papel que iban de árbol en árbol, haciendo que todo pareciera tan colorido que parecía un sueño. Vendían dulces y comidas, también bebidas de frutas fermentadas que tenían un sabor extraño pero al mismo tiempo sabían bien.
Creo que el año que viene pondré una mesa para vender pan en el festival de primavera, ¿crees que se venderán?
Ese día vimos una representación de la Reina Vayalat y cómo llegó al reino.
Creo que fue bastante fantasioso decir que la reina era hija de la Sombra, nacida de una deidad, pero ¿quién soy yo para juzgar las creencias de otras personas? Después de todo, Kaito fue bautizado bajo la religión de la Sombra.
Me siento tan agradecida y bendecida con la familia que hemos formado, que siento que nada puede ser mejor que esto.
Mi querida amiga, espero que te encuentres bien en todos los sentidos y que pronto puedas experimentar una felicidad tan grande como la mía. Las cosas buenas tardan en llegar, pero siempre llegan, y estoy seguro de que les llegarán cosas muy buenas a ti y al Príncipe Ichigo.
Te extraño mucho, espero que nos volvamos a ver algún día y puedas ver lo grande que está Kaito.
Todos mis mejores deseos para ti,
Orihime.
PD: Mientras escribía esta carta, Kaito creó una obra de arte con sus manitas y tinta, así que les adjunto el dibujo que hizo. Besos.
Primavera — x494 / 11 de abril
Mila disfrutaba el inicio de la primavera porque le gustaba el clima fresco que había en ese momento de la temporada y porque todavía había algo de frío invernal, sin embargo el calor del sol lo regulaba todo y hacía que la temperatura fuera agradable.
Lo que más disfrutaba de esa temporada era poder pasear por los Grandes Jardines del castillo, los que estaban reservados para eventos importantes y usos personales de la familia real, y almorzar en esos lugares si así lo deseaba.
Su condición de Inamorata del príncipe heredero le permitía ese privilegio, aunque era el único que tenía por el momento. Todavía no podía organizar grandes almuerzos como los que solían organizar Rukia o la Princesa Yuzu, donde se invitaba a varias personas importantes, pero podía comer allí junto con Kaien, un miembro de la familia real o su familia cercana.
― Cuando me convierta en princesa heredera, le pediré a la reina Masaki que me permita usar el jardín de invierno para las celebraciones. ― Le comentó Mila a su doncella, quien caminaba un paso detrás de ella, mientras ella disfrutaba de la tarde en el Jardín de Invierno.
― Lord Stark estará feliz de ver que su heredera logró lo que las otras hijas de los Grandes Señores no lograron. ― Comentó su doncella con voz muy alegre antes de hablar en tono confidencial. ― Escuché rumores sobre el enojo de algunos de los señores porque mi señora se ganó el corazón del príncipe heredero.
Mila sonrió ante ese comentario.
Esa doncella era su doncella personal, la que llegó con ella desde Kirasam para servirla mientras estuviera en la Corte de la Reina y quien había estado con ella prácticamente desde que ella cumplió 12 años.
― No sé si tengo su corazón, pero definitivamente capturé sus pasiones y sé que pronto me pedirá que me convierta en su prometida.
― El jardín de invierno es hermoso, pero conviene usarlo sólo en invierno porque las rosas solo florecen en esa época del año. ― La voz de Rukia llegó desde detrás de Mila, interrumpiendo lo que estaba diciendo y haciéndola sentir un escalofrío por su espalda. ― El resto del año es un jardín como cualquier otro.
Mila no había escuchado a nadie caminando detrás de ella además de su doncella, y por las palabras de Rukia, la princesa evidentemente había escuchado todo lo que ella había dicho desde ese punto de la conversación.
Ella no había dicho nada malo o fuera de lugar, pero las palabras de Kaien advirtiéndole sobre Rukia se repetían en su mente desde la pequeña charla entre las dos afuera del consultorio de la doctora.
― ¡Su Alteza! ― Mila inmediatamente giró para ver a Rukia y saludarla apropiadamente. ― No la escuché llegar.
Desde que Rukia castigó a las chicas Cifer haciéndolas arrodillarse en el acantilado por faltarle el respeto, nadie había querido poner a prueba la tolerancia de Rukia en ese sentido. Rukia era la Princesa del Pueblo y era bastante respetada tanto dentro como fuera de la corte, y todo porque desde que se casó con el Príncipe Ichigo ha tenido una vida muy privilegiada.
Además, en aquellos tiempos en los que no había una princesa heredera, era Rukia quien estaba a cargo de diversos asuntos sociales entre las familias nobles.
― Qué extraño, estaba segura de que mis pasos hacían ruido. ― Rukia le mostró a Mila sus zapatos, los cuales carecían de tacón y la hacían parecer más baja de lo habitual; tan bajita que incluso tenía que levantar un poco la cara para hablar con ella. ― Si quieres utilizar el jardín de invierno, sería para tu boda. Te verías hermosa rodeada de rosas de colores pero debería ser en invierno.
Rukia le hizo un gesto a su propia doncella, que estaba varios pasos detrás de ellas, y luego comenzó a caminar por el jardín. Mila hizo lo mismo, evitando que su doncella las siguiera, y comenzó a caminar junto con Rukia.
― ¿Crees que es demasiado pronto para planificar la boda? ― preguntó Mila, intentando darle un tono animado a la conversación. ― Kaien aún no me ha propuesto matrimonio, pero creo...
― Creo que es demasiado pronto para que asumas que serás la princesa heredera. ― Comentó Rukia mientras se detenía frente a una rosa roja y sacaba unas tijeras del bolsillo de su vestido. ― No puedes andar diciendo que serás la princesa heredera si el príncipe Kaien no te ha propuesto matrimonio. Puede malinterpretarse.
― Todas las chicas de la corte estamos aquí buscando ser la esposa de Kaien, incluso hay un par que quiere tu puesto, ¿qué hay de malo en que comente algo en privado con mi doncella sobre lo que está pasando entre el Príncipe Kaien y yo?
Mila se puso a la defensiva porque no le gustó el comentario de Rukia. Rukia fue quien organizó la cita con Kaien y la puso en primer lugar en la lista de prospectos para esposa. Se suponía que Rukia la estaba apoyando porque existe una amistad entre ellas.
― Para tener mi puesto, esas chicas primero deben hacer que mi esposo se enamore de ellas, además hay un contrato ancestral que nos mantiene unidos, por lo que es un poco difícil que alguien me desplace. ― Rukia dijo eso con demasiada calma en su voz, como si estuviera segura de que el príncipe Ichigo nunca le sería infiel. ― Creo que todo esto se complicó, no vine a pelear contigo sino a ofrecerte una disculpa por lo que dije afuera del consultorio de la doctora.
Mila se sorprendió.
Rukia cortó la rosa y se giró para mirarla a la cara.
― ¿Disculpas?
― Ese día quizás reaccioné mal cuando comentaste sobre los cuidados que estás teniendo para poder tener el hijo de Kaien. ― Rukia parecía avergonzada y nerviosa, y Mila recordó que Rukia era la más joven de todas las damas de la corte. ― Pensé que lo habías dicho con malas intenciones pero luego lo pensé mejor y tal vez lo malinterpreté.
Las palabras de Rukia desarmaron a Mila y ahogaron las palabras de Kaien que sólo sembraban discordia en su mente. Rukia era joven pero sabía reconocer cuando se equivocaba, incluso se disculpó cuando se suponía que no debía hacerlo debido a su condición de princesa, lo que hizo que Mila dejara de sentir que tenía que protegerse de Rukia.
― Fue mi culpa. ― añadió Mila, más tranquila y amable. ― Cometí un error al elegir mis palabras. Sé que es un tema difícil para ti y no fui lo suficientemente cautelosa al hablar. Creo que es mejor olvidar ese incidente, alteza.
― Creo que será lo mejor. ― Rukia parecía aliviada, como si acabara de terminar una misión peligrosa. ― Pero no me retracto de lo que te acabo de decir acerca de andar por ahí diciendo que vas a ser la princesa heredera. ¿Sabías que un par de muchachas de la corte están conspirando contra ti? Si yo fuera tú, tendría cuidado con los regalos que recibo.
El regaño de Rukia sorprendió a Mila, quien comenzó a reírse de ello, y así comenzó una conversación sobre qué hacer para evitar morir antes de que Kaien le propusiera matrimonio.
Caminaron durante mucho tiempo, hablando y riendo, y Mila notó que Rukia ocasionalmente se detenía en una rosa y la cortaba. Para cuando Rukia se despidió de ella y se dirigió al área de la reina, ya tenía un ramo de flores lo suficientemente grande como para colocarlo en un jarrón.
Mila se quedó pensando en lo que acababa de pasar, en el miedo que le causaron las palabras de advertencia de Kaien y la forma en que la amistad entre ella y Rukia se habría roto si hubiera escuchado esas advertencias.
Mila sintió paz por la disculpa de Rukia porque era la manera en que Rukia le mostraba que no importaba con quién estuviera, su amistad era más valiosa que la corona. Lo que empezaba a preocuparla eran las razones por las que Kaien quería que ella se distanciara de Rukia.
Primavera — x494 / 25 de abril [Ichigo, 19 años]
Ichigo había viajado al Campamento Militar Sur sólo con la compañía de Renji y un soldado de élite leal a él, había resuelto los asuntos que requerían su atención personal y envió al soldado hacia el castillo con un mensaje informando la fecha de su regreso.
Ichigo sabía que nadie esperaría su regreso tan pronto, ya que la carta que envió con el soldado decía que llegaría a fin de mes, por lo que esperó hasta el anochecer para salir de su escondite y acercarse a la ciudad.
Renji permaneció a su lado, era el único hombre que Ichigo necesitaba para la misión de esa noche porque él sólo confiaba su vida a Renji y Uryu.
No atravesaron la ciudad, sino que la rodearon con cuidado para que los soldados no los vieran y llegaron a la entrada de los terrenos del castillo por donde solían entrar los carros con grano y provisiones. La pequeña luna en el cielo era la única luz que tenían para ver su camino y lo único que le permitió a Ichigo reconocer la puerta por la que debían entrar.
Renji llamó dos veces a la puerta, seguido de un golpe que fue seguido de otro golpe solitario. Del otro lado de la puerta respondieron con los mismos golpes pero al revés y luego apareció Uryu cuando se abrió.
― Hay dos guardias en la entrada, como siempre, pero puedes entrar por la cocina. Hisagi y Hanataro están dormidos, comencé a beber con ellos y como estaban cansados, no pudieron resistir. ― Informó Uryu mientras Ichigo bajaba del caballo y comenzaba a caminar por el largo sendero que conducía a las cocinas del rey, pasando cerca de los almacenes de granos y corrales.
Después de asegurarse de que los soldados que hacían rondas en esa área se habían alejado lo suficiente, Ichigo entró a la cocina y subió por las escaleras de servicio hasta el primer piso. Uryu se quedó en la cocina, fingiendo estar borracho y dormido junto con el chef y su asistente, y Renji se quedó en la puerta de salida, cuidando a ambos caballos.
La zona del rey era una C de tres pisos con vista hacia la ciudad, aunque era difícil verla desde allí, y en cuyo centro se encontraba el jardín privado del rey.
El tercer piso pertenecía enteramente al rey, allí tenía su despacho privado, su dormitorio y una habitación especialmente designada para que la Favorita del Rey lo visitara.
Las habitaciones de los príncipes estaban ubicadas en el segundo piso. Desde el centro y todo el brazo más al norte pertenecía a Ichigo, y desde el centro así como todo el brazo más al sur pertenecía a Kaien.
El primer piso pertenecía a los príncipes menores, aunque sus habitaciones no eran tan grandes como las del heredero y el segundo príncipe. Los baños del rey eran subterráneos y los únicos que tenían acceso privado a ellos eran el rey, el príncipe heredero y el segundo príncipe. Los demás príncipes, si los había, debían utilizar la entrada común o bañarse en sus propias habitaciones.
La cocina estaba en el brazo norte, planta baja.
Ichigo sabía que no podía usar la escalera de servicio todo el camino aunque era la forma más rápida de llegar al piso del rey porque existía la posibilidad de que se encontrara a alguien allí y, en la oscuridad y el silencio de la noche, un grito, por pequeño que fuera, atraería a los guardias en segundos.
En cambio, Ichigo evadió a los guardias y se deslizó hacia uno de los pasillos de seguridad del rey.
Al convertirse en Comandante en Jefe del reino y principal responsable de la seguridad del castillo, Ichigo tuvo acceso a los planos del castillo y a las tierras pertenecientes a la familia real. Ichigo conocía cada pasillo y corredor secreto que había en el área del rey y el área de la reina, especialmente aquellos en el área de la reina porque así era como se había infiltrado en la habitación de Rukia algunas noches cuando todavía no se habían casado.
Después de un rato de subir unos estrechos escalones que solo estaban iluminados por la luz de la pequeña vela que llevaba consigo, Ichigo finalmente llegó a la oficina privada del rey. La entrada estaba oculta detrás de un tapiz en la esquina, por lo que tuvo mucho cuidado de no hacer ningún ruido ni dejar caer ningún objeto por error.
El despacho del rey estaba a oscuras, pero con la ayuda de la luz de la pequeña vela Ichigo pudo encontrar la mesa con las botellas de licores y vinos del rey, así que se apresuró hacia ella y colocó la vela dentro de un vaso para que la cera no gotee ni manche alrededor o su plan podría verse afectado.
Ichigo se tomó un momento para respirar y calmar sus nervios porque lo que estaba a punto de hacer requería mucha valentía y precisión.
Todo el camino Ichigo había estado preguntándose acerca de lo que estaba a punto de hacer y si era correcto hacerlo, si esa era la mejor manera de matar al rey e incluso se cuestionó si esa era la única manera de obtener lo que se suponía que debía ser suyo, y la única respuesta que obtuvo fue "sí".
El resentimiento contra el rey todavía estaba ahí, dentro de su corazón, creciendo con cada día que pasaba y haciéndose más grande con cada acción que el rey tomaba contra él y Rukia.
Ichigo estaba cansado de tener que vigilar lo que decía y lo que hacía para que las cosas no fueran mal interpretadas, de vigilar su espalda de la mano de Kaien y el rey, quien prefería al bastardo a él, y de tener que pretender que no quería el trono que le habían prometido desde niño.
Cuando Ichigo logró calmar un poco su corazón acelerado, abrió las botellas frente a él una por una, siempre tratando de no moverlas demasiado de su lugar, y vertió en ellas unas gotas de la pequeña botella de veneno que había llevado en el bolsillo del pantalón.
Ichigo sabía que tenía que tener cuidado con la dosis de veneno que ponía en cada botella para que el rey muriera en el momento justo, y porque Rukia no quería tener que vestir ropas de luto en su aniversario de bodas.
Habría sido más fácil matarlo como mató al rey de Gardelia, pero dudaba que su madre se mantuviera al margen de toda esa situación si se daba cuenta de lo que estaba pasando, por lo que usar veneno era mejor.
El veneno era lo único que el don no podía curar.
Cuando Ichigo selló la última botella de licor, la vela en el vaso se había consumido casi por completo, por lo que Ichigo decidió llevarse el vaso con él. Sería fácil pensar que alguien se olvidó de poner un vaso, por lo que llevarlo con él no sería un gran problema, además nadie prestaba atención a los vasos.
Ichigo le dijo algunas cosas a Uryu mientras se despedían en la puerta de suministros, y montó en su caballo al mismo tiempo que Renji, quien se había quedado dormido en algún momento de la noche y fue despertado por un golpe en la cabeza por parte de su comandante.
Ya casi amanecía pero ya estaba hecho, Ichigo solo tenía que volver a aplicar la misma dosis la siguiente semana y esperar los resultados.
El veneno que estaba usando era diferente de los venenos normales porque no surtía efecto cuando se bebía, sino que se acumulaba en el cuerpo hasta que la dosis era suficiente para enfermar a la persona, llevarla a la locura y luego a la muerte.
Era un veneno costoso, difícil de conseguir e imposible de detectar con plata, pero era lo que necesitaba porque una parte de él anhelaba ver cómo su padre sufría hasta la muerte.
Primavera — x494 / 1 de mayo
Montar a caballo en el bosque del acantilado era algo que Rukia disfrutaba hacer con Ichigo. Ambos pasaban horas andando entre los árboles y hablaban de cualquier tema que se les ocurría en ese momento, como lo que había hecho él cuando se infiltró en el castillo por la noche o la necesidad de darle a Haru un hermano pequeño para que no se sintiera tan sola cuando Rukia no podía jugar con ella.
― ¿Sabes por qué existe la frase "se reproducen como conejos", mi princesa? ― Preguntó Ichigo mientras frotaba las yemas de su dedo índice y pulgar, y lanzaba una espina de sombra hacia una pequeña lagartija que trepaba por un tronco.
Rukia vio a la lagartija retorcerse e intentó hacer lo mismo que Ichigo, pero el disparo sólo llegó al suelo. Ella no sólo tenía que poder manifestar una espina hecha de sombras, sino que tenía que tener buena puntería para que diera en el blanco.
Hacerlo era difícil pero Ichigo lo hacía parecer tan fácil que le causaba envidia.
― ¿Porque tienen muchos hijos? ― Respondió Rukia, dudando un poco de su respuesta porque sabía a qué se refería Ichigo.
― ¡Exacto! ― Ichigo hizo desaparecer la espina de sombra y la lagartija cayó al suelo, muerta. ― Mi princesa, si le damos a Haru un compañero, en poco tiempo tendríamos un ejército de conejitos por todo el castillo y los jardines.
― Sería lindo. Muchas bolas esponjosas por todas partes. ― añadió Rukia, entendiendo el punto pero resistiéndose. Los conejos eran su animal favorito.
― Kholtan tendría un suministro ilimitado de alimentos. ― Comentó Ichigo y lanzó una nueva espina de sombra a una hoja que caía. ― A mi águila le gusta comer conejos.
― ¡Ey! Eso es muy cruel de tu parte. ― Se quejó Rukia mientras imaginaba a Kholtan cazando a las crías de Haru para almorzar. Ichigo solo se rió de eso. ― Está bien, entiendo. ¿Podemos conseguirle una hermana? De esta manera ella no se sentirá sola y no tendrán bebés hasta que nos inundemos.
Rukia intentó golpear una hoja que caía y esta vez casi lo logra. Eso la hizo sentir feliz.
– Eso es más razonable. Buscaré una conejita para hacerle compañía, aunque dudo que se hagan amigas. Haru dejará de ser la única y tal vez se ponga celosa.
Rukia puso los ojos en blanco, frustrada porque sus disparos no estaban saliendo como ella quería y porque su esposo parecía estar más negativo ese día que nunca.
Dejaron el tema de los conejos en paz e Ichigo le volvió a explicar cómo tenía que crear las espinas de sombra y cómo debía lanzarlas para dar en el blanco. Rukia estaba aprendiendo a manifestar cosas e Ichigo consideró que las espinas eran lo más fácil que podía hacer, lo cual era cierto pero aun así era agotador.
En el camino de regreso estaban hablando del don y de cuánto entrenamiento se necesitaba para dominar algo tan simple como las espinas, pero Ichigo le dijo que dependía del nivel que ella quisiera dominar.
― Mi tía Kirio es una experta en convertir sombras en espinas. Tirarlas como lo estamos haciendo nosotros no es más que tirar una piedra a un lago y ver cómo se hunde. Ella ni siquiera necesita mover las manos para que la sombra tome forma y te ataque. Era impresionante verla cuando lo hacía.
Rukia notó que Ichigo hablaba con admiración de su tía, a pesar de todo lo que ella le hizo, Kirio seguía siendo su tía y su madre del alma, y también debió ser su maestra en el manejo del don. No había manera de que él la odiara, pero era un hecho que el cariño ya no era el mismo.
Ichigo movió su mano frente a él, haciendo un semicírculo que se transformó en cientos de finísimas espinas que quedaron suspendidas en el aire, las cuales con un solo movimiento de su mano salieron disparadas y se clavaron en todo lo que encontraban a su paso.
Nuevamente, Rukia lo encontró fascinante y al mismo tiempo, abrumadoramente peligroso.
― ¿Cómo te defiendes de un ataque como ese? ― Preguntó Rukia, intentando hacer lo mismo que Ichigo pero sin mucho éxito.
― Manifiestas un escudo que las absorba, y si tienes suficiente habilidad, que las devuelva en un ataque.
― Enséñame a hacer un escudo.
Ichigo pareció sorprendido por la petición pero accedió a hacerlo, y cuando llegaron a la puerta del acantilado, Rukia ya tenía los conceptos básicos sobre escudos y había logrado manifestar uno pequeño. Ichigo la felicitó por eso y le dijo que la próxima vez entrenarían en la sala del acantilado para probar la resistencia de su escudo a los ataques de las sombras y los ataques normales.
― ¿Cómo te sientes? ¿Estás cansada? ― Preguntó Ichigo mientras caminaban por el pasillo del área del rey hacia su habitación.
La reina todavía no permitía que Ichigo entrara al área de la reina, así que si quería pasar tiempo con su esposo tenía que ser en el área del rey. Rukia estaba considerando seriamente comenzar a rogar por ese permiso, aunque la idea de humillarse frente a la reina no le agradaba.
― Tengo hambre, ¿tenemos tiempo de comer algo?
― Tengo que hacer papeleo pero siempre puedo llegar tarde. ― Ichigo le dio paso a ella para entrar primero a la habitación.
― Bien, porque tengo mucha hambre.
Rukia había planeado seducir a su marido para que él hiciera algo más que darle besitos que sabían a culpa y miedo, pero apenas se acostó en la cama, se quedó dormida.
―
Yoruichi vio a su madre sentada en el trono de los Señores del Desierto, con su corona puesta y una actitud tranquila, como si la comida en los almacenes no estuviera a punto de agotarse o como si la gente de la ciudad no estuviera gritándoles en las puertas del Palacio Blanco para que rindieran el asedio y así Chika pudiera ser coronado rey, todo porque el hambre empezaba a sentirse cada vez más.
Ella tenía la impresión de que la mente de su madre se había derrumbado en algún momento entre la primera revuelta dentro de la ciudad por el sobrecosto de los productos y la llegada de los ejércitos de las otras ciudades, quienes en lugar de prestar su ayuda para romper el asedio y eliminar a Chika, se habían aliado con él.
Quizás la mente de su madre colapsó mucho antes, cuando Yushiru murió y los dejó solos en un palacio y un reino que prefería el gobierno de un hombre al de una mujer.
Yoruichi sabía que su madre deseaba poder y que por eso había puesto todas sus esperanzas en Yushiru y el reinado prominente que se veía para él como el nuevo Señor del Desierto.
En el reinado que les arrebató ese brujo sombrío que mató a su hermano.
― Madre, debemos pedirle ayuda a Vayalat. Son nuestros aliados y podrán ayudarnos a mantener el trono. ― Suplicó Yoruichi ese día, como lo hacía todos los días desde que la comida comenzó a escasear para todos y los reportes de disturbios dentro de la ciudad se hicieron más frecuentes.
Su mayor temor era que su hermano pequeño se enfermara, seguido de que Chika lo matara a sangre fría una vez que fueran conquistados. Ella no quería ser pesimista, pero si todo seguía como estaba, Chika tomaría el control de todo una vez que se comieran el último dátil.
― No lo haremos. Estoy segura de que los ejércitos enviados por los señores de las ciudades están esperando el momento adecuado para traicionar a Chika. ― Su madre habló con calma. ― Uno de mis informantes dijo que en los próximos días terminará el asedio y Chika estará rogando por mi misericordia.
Yoruichi dudaba de la veracidad de las palabras de aquel informante pero prefirió no contradecir a su madre, quien tenía los dedos apretados sobre los apoyabrazos del trono debido al enojo por la sugerencia que acababa de hacer.
― Está bien, majestad.
Yoruichi hizo una reverencia a su madre y salió del salón del trono, pensando en cómo salir de la capital con su hermano pequeño sin que nadie los viera.
Masayoshi le había jurado su espada al pequeño rey, por lo que viajaría con ellos, y Sui Feng definitivamente iría con ella en ese viaje. Yoruichi no podía, ni quería, dejar a su suerte a su bruja de jade después de todo lo que había hecho por ella.
Mientras caminaba por los pasillos y se dirigía al harén, donde afortunadamente su esposo no podía entrar, Masayoshi se acercó a ella con un papel en la mano y una expresión de preocupación en el rostro.
Eso no podía ser bueno, aunque ninguna de las noticias de los últimos meses fue buena.
― ¿Qué ocurre?
― Los Señores de los Puertos enviaron provisiones para los soldados del Príncipe Chika. ― Informó Masayoshi con preocupación evidente en su voz. ― Desde las almenas vimos cómo las carretas se detenían y entregaban comida a los soldados.
Yoruichi sintió que estaban condenados.
Los Señores de los Puertos no tenían más ejército que el que se encargaba de mantener seguro el transporte de mercancías, barcos y comerciantes. Incluso eran apoyados por los soldados de Vayalat que se encargaban de que todo estuviera en orden durante todo el trayecto, por lo que enviar soldados a apoyar un asedio no era prudente.
Enviar comida, por otro lado, era algo que claramente podían hacer sin verse afectados.
Los Señores de los Puertos sabían que, por encima de todo, tenían que mantener la economía fluyendo.
― Todos nos quieren fuera de este palacio. ― Murmuró Yoruichi mientras se apoyaba contra la pared para descansar un poco. Le dolía la cabeza y se sentía mareada por toda la situación, pero mostrar debilidad no era una opción si quería salir de allí con vida. ― Rendirse no es una opción, pero la Malthai no quiere pedirle ayuda a Vayalat.
― Entonces pídela tú. ― Masayoshi la tomó del hombro, a pesar de que se suponía que no debía haber ningún tipo de contacto entre ellos en público. ― Escríbeles una carta pidiendo ayuda y yo me aseguraré de que esta salga de la ciudad. Buscaré hombres leales y encontraré una manera de sacarlos de la ciudad sin que el ejército de Chika se dé cuenta. Es obvio que la Malthai, que su mente, no está bien.
― No lo vuelvas a decir. No necesitamos rumores ni más problemas de los que tenemos. ― Yoruichi tomó la mano de Masayoshi y la apretó suavemente. ― Escribiré las cartas y espero que las Deidades sean misericordiosas con nosotros para que la ayuda llegue pronto.
Masayoshi se despidió de ella luego de prometerle una vez más que haría que esa carta saliera de la ciudad, y Yoruichi continuó su camino hacia su habitación.
Barragán todavía se estaba reuniendo con lo que quedaba del consejo, aquellos que todavía eran leales a la Malthai y al pequeño rey, pero ella creía que tales reuniones eran inútiles. Barragán nunca le contaba de qué se trataban esas reuniones y solo le decía que todo estaría bien, pero ella solo veía cómo la gente se reunía frente a la entrada principal del Palacio Blanco y pedía comida.
Nadie pensó jamás que sufrirían un asedio, por lo que hacían lo que podían con lo que tenían.
La ciudad estaba sumida en el caos donde los guardias habían comenzado a quemar los cadáveres de quienes habían muerto por enfermedades, peleas callejeras o hambre. El asedio tuvo lugar poco después del invierno, cuando los sótanos estaban casi vacíos y no se habían recogido las primeras cosechas.
Chika era un hombre bastante inteligente.
Para aquellos que no lo recuerdan, lo que suele pasar porque hasta yo lo olvido, la madre de Sora y Orihime era la enamorada de Ganju.
Y en caso de que no lo recuerdes, Ganju estaba casado con Emiko Kuchiki, la hermana del padre de Rukia y la razón por la que el padre de Rukia traicionó el reino.
Todos debían haber sospechado de Isshin. Soujun debería haber sospechado de Isshin, incluso su padre, que todavía estaba vivo en ese momento, debería haber sospechado de la víbora que era Isshin; pero nadie lo hizo y se celebró la boda.
Emiko conocía las reglas por las que se regía su matrimonio; ella sabía que no debía tener un hijo, por eso a pesar de estar casada, la descendencia del Segundo Príncipe estaba regida por la descendencia del heredero de la corona.
Reglas estúpidas, reglas viejas, pero eran reglas que habían impedido el derramamiento de sangre de los queridos hijos de reinas del pasado.
Todo estaba bien, todo parecía estar bien, hasta que Soujun recibió una carta de su hermana con una sola frase:
Escóndenos.
Soujun no sabía por qué su hermana pediría tal cosa, como si fuera una criminal, y no entendía por qué estaba usando el plural. ¿-nos? ¿Qué había pasado en el castillo para que su hermana enviara esa carta? Fuera lo que fuese, Soujun amaba a su hermana y si tenía que esconderla, lo haría.
Sin embargo, Emiko no llegó a la Gran Casa, sino un séquito directamente desde el castillo liderado por un mensajero que le trajo un mensaje que Soujun nunca hubiera querido leer: Emiko estaba muerta, y el Segundo Príncipe había muerto con ella.
- Capítulo 23 -
