UN HERMOSO INFIERNO

Capítulo 1: "Sobrevivir"

Faltaban un par de meses para cumplir mis ocho años cuando todo comenzó. Paseaba junto a mis padres en el parque cercano a nuestro hogar cuando los gritos comenzaron a escucharse y la gente corría por todos lados. No sabíamos a ciencia cierta lo que estaba sucediendo, pero ver a la gente comerse a otros fue suficiente para comenzar a correr con todas nuestras fuerzas. Mi padre me cargó en sus brazos después de que resbalara y me torciera el tobillo, dudo que hubiéramos salido vivos de ahí de no ser por unos vecinos amables que nos permitieron subir a su camioneta para huir lo más lejos posible.

Viajamos sin descanso durante días, haciendo paradas cortas para conseguir víveres, gasolina y hacer nuestras necesidades, mi padre, mi madre y el señor Cullen se turnaban para manejar, de esa manera el resto podía descansar y nosotros no dejábamos de movernos. Pasaron días, quizá semanas, cuando huyes con tanta continuidad pierdes total noción del tiempo que está pasando, solo sé que los días transcurrían igual, hasta aquella noche donde un grupo de personas nos rodeó y nos despojó de todo, dejándonos varados en medio de la nada.

Los caminantes comenzaron a alcanzarnos, y al final terminamos separándonos de los Cullen cuando fuimos rodeados por esas cosas. Mis padres lucharon sin descanso para protegerme, consiguieron comida con métodos poco éticos, incluso robaron armas en una tienda para sobrevivir. Mamá dijo que era mi cumpleaños número nueve cuando me dieron mi primera pistola y me enseñaron a usarla, habían discutido mucho para hacerlo, no querían que "perdiera mi inocente infancia", pero decidieron que no había mejor regalo que enseñarme a vivir en este nuevo mundo. Nuestra supervivencia fue más sencilla, porque ya no era una carga para ellos, podía defenderme, aunque fuese un poco también.

Pocos meses después perdimos a mamá cuando fue alcanzada por un caminante mientras dormíamos, al parecer no había comido bien y no soportó la guardia, se quedó dormida…y, por culpa de esa cosa que la devoró, jamás despertó. Papá no lloró, y yo tampoco. Tomé su daga y la encajé en su cabeza, sabía que ella jamás soportaría convertirse en uno de ellos, y nosotros no lo permitiríamos. Papá tomó mi mano y seguimos nuestro camino juntos, buscando algún lugar donde pudiéramos empezar de nuevo, no sabíamos si existía, pero la esperanza de encontrarlo algún día nos mantenía con vida.

Conseguir comida cada vez era más difícil, y robarla a los otros grupos tampoco era sencillo. Comenzamos a cazar caminantes para alimentarnos con sus carnes podridas, eso era mejor que nada…llegó un momento en que nuestros cuerpos se acostumbraron a las infecciones y simplemente dejaron de molestarnos. Sí, éramos carroñeros, pero ¿teníamos otra opción? Quizá sí, pero nunca la encontramos.

El tiempo siguió pasando, y fue el turno de mi padre de ser devorado. Huíamos de una horda cuando me enterré un enorme pico de metal en el pie, no podía moverme. Mi padre me ayudó a liberarme, pero terminó siendo alcanzado por un caminante, seguido de otros. A pesar del dolor que sentía al ser desgarrado por todos ellos, jamás dejó de pelear con su cuerpo para convertirse en una barrera protectora, permitiendo que me alejara lo más rápido que mi herida me permitía. Las lágrimas cayeron por mis ojos, porque no sería capaz de evitar que se convirtiera en uno de ellos, tal como lo había hecho con mamá.

Continué mi camino sola. Esta vez contaba los amaneceres para saber qué día era, no porque fuera necesario para mantenerme viva, sino como una forma de mantener la cordura. No tenía problemas para matar a los caminantes, ni tampoco para deshacerme de los humanos que me encontraba en el trayecto, era un privilegio comer carne en buen estado, y no solo restos llenos de gusanos y desechos malolientes.

Creí que el resto de mi vida sería de esta manera…cazando para comer, matando para sobrevivir. Hasta que después de cumplir 11 años, conseguir comida había sido imposible en varios días, y mi estómago no paraba de expulsar los desechos que comía, supongo que estaba tan harto como yo de la carne putrefacta. Mi cuerpo ya no respondía, no tenía la fuerza suficiente para ponerse de pie, respirar era demasiado pesado para mí…creía que había llegado el momento de encontrarme nuevamente con papá y mamá, cerré los ojos por un momento…

—¡Oye! — Exclamó una voz a la distancia, parecía ser de un hombre adulto. — ¡Oye, reacciona! — Dijo, comenzando a mover el cuerpo de la niña en el suelo. No parecía reaccionar, pero seguía respirando de manera lenta. — Maldición… — Murmuró frustrado, tomándola en sus brazos para regresar a toda prisa por dónde venía. — ¡Si puedes oírme, necesito que luches por despertar! ¡Quédate conmigo, no te voy a dejar morir! —

"Estoy bien, todavía no muero", tenía ganas de decirle eso a la persona que me estaba ayudando, pero la poca fuerza que me quedaba estaba siendo utilizada para mantenerme viva, pero no debo dormir…no todavía…

Abrió los ojos lentamente. No se había dado cuenta de en qué momento se quedó dormida, supuso que la tranquilidad de saber que había alguien luchando por mantenerla viva la relajó y el cansancio la venció tan rápido que no se dio cuenta de ello. Se sorprendió de saber que seguía con vida y, sobre todo, estar acostada en una superficie cómoda, suave y cálida.

Estiró sus brazos para analizar el lugar, reconociendo que estaba en una habitación pequeña pero ordenada, acostada en una cómoda cama y cubierta con una manta. Notó que su ropa vieja y desgastada había sido reemplazada por una camisa larga del tamaño de un hombre adulto, pero conservando su ropa interior. Observó las vendas en sus brazos y las suturas en su piel, claramente alguien capacitado había curado sus heridas. Recorrió con la mirada el resto de la habitación, siendo consciente por primera vez que no estaba ahí ninguna de sus armas, algo que la hizo sentir indefensa.

La puerta se abrió repentinamente, mostrando a un hombre alto y de buen parecer a simple vista, con ropas de cuero ajustadas y pantalones de mezclilla, pero con una sonrisa peculiarmente extraña. Su mirada estaba fija en ella, pero no sentía que estuviera en peligro pese a su primera impresión.

—¿Te sientes mejor? — Preguntó el hombre con amabilidad, permaneciendo a un lado de la puerta para no hostigarla. La niña asintió con timidez en silencio. — Me alegro. — Confesó con una sonrisa, dando un paso hacia ella. — Mi nombre es Negan Smith, pero sólo dime Negan, ¿cuál es el tuyo? —

Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que escuché mi nombre…

—Elizette… Elizette Bates. — Respondió la castaña, mirándolo fijamente. — ¿Qué harás conmigo, Negan? —

—Veamos… — Murmuró el hombre, quedándose pensativo por unos segundos antes de mirarla con una sonrisa. — Primero, pedir que te den un baño, hueles como la mierda. — Dijo con una carcajada, moviendo su mano frente a su rostro como si intentara ahuyentar un mal olor. — Después de eso, veré si ya han terminado de confeccionar la ropa que pedí para ti, necesito que estés vestida apropiadamente para ir a cenar. —

—¿Qué? ¿Me convertirás en tu mujer…? — Preguntó con voz temblorosa, mirando a Negan con una expresión de terror. El hombre caminó hacia ella y extendió su brazo, provocando una reacción defensiva en Elizette, quien intentó empujarlo lejos por inercia en defensa propio, no obstante, la mano de Smith se posó sobre su cabeza y la acarició suavemente como si de un indefenso gatito se tratara.

—Elize, ¿quién te hizo tanto daño para que pienses así? — Preguntó Negan con voz suave, sentándose en el borde de la cama para verla de cerca.

—Muchos abusaron de mí…pero ¿sabes? Nadie ha podido retenerme. — Respondió Elizette, apartando la mano de Negan de su cabeza, su mirada fija había pasado de una llena de terror a una expresión agresiva, causando una sonrisa atrevida en el rostro del hombre.

—Tienes agallas, niña. Me gusta eso. — Agregó Negan, poniéndose de pie con los brazos cruzados. — Memoriza esto: a partir de ahora ya no serás más "Elizette Bates", ahora serás Elizette Smith. — Dijo, tomándola de las mejillas con una de sus manos, acercando su rostro ligeramente. — Mi hija. — Se alejó de ella casi al instante, recuperando la postura seria de momentos atrás. — Bienvenida a "Los Salvadores". —

Miré a Negan confundida, pero a la vez aliviada. Quizá esté era ese lugar que mi padre y yo tanto buscábamos…un nuevo hogar al cuál llegar, un sitio donde estuviéramos a salvo…asentí con la cabeza sin agregar nada más, no podía asegurar que esa persona fuera un ángel guardián, pero al menos era mi salvador.

Quizás al fin sea tiempo de comenzar a vivir, en lugar de solamente sobrevivir.


¡YAHALLO! xHimemikoYukix aquí~

¡Y que finalmente me decido a subir esta historia! La comencé a escribir hace meses, y estaba esperando el momento preciso para comenzar a subirla aquí. Hoy les comparto el primer capítulo, un poco corto, les prometo que los siguientes lo compensarán jajajaja esta solo es la introducción (? ¿Qué les ha parecido? ¡Espero que le den mucho amor si les gusta! ¡Estaré recibiendo comentarios, opiniones y sugerencias! ¡Espero que les guste UN HERMOSO INFIERNO!

¡NOS LEEMOS!