¡Hola! Me da mucho gusto volver a publicar un shot de esta parejita que me encanta. La idea es muy simple pero me gustó como para una historia dentro de Las Noches. Espero que les guste, intenté meter algo de comedia para que no fuera tan denso y dramático, díganme si lo logré XD.
Aclaración: Me he tomado ciertas libertades dentro del universo de Bleach para hacer coherente la historia, pero bueno esto es un fic xD disfruten n.n
Los personajes de Bleach no me pertenecen, son propiedad de Tite Kubo.
LAS NOCHES OLVIDADAS
Capítulo 1
El castigo por haber ido al mundo humano sin permiso y perder a cinco Arrancar del ejército de Aizen, aunque fueran sus propias fracciones, fue su brazo izquierdo cortado e incinerado por Tosen. Aparte de eso, perdió su rango y fue degradado entre los números más bajos entre los 10 y los 20.
Pero nada de eso se comparaba a la pérdida mayor que había sufrido: Nelliel Tu Odelschwanck estaba desaparecida.
Habían pasado días desde que la había visto por última vez, y había desaparecido sin dejar rastro después de uno de sus entrenamientos. Sus fracciones también se habían ido, pero nadie parecía saber nada al respecto. Gin Ichimaru había dicho que no la habían mandado a ninguna misión de reconocimiento, pero podría estar mintiendo. Por lo demás, al resto ni siquiera le importaba qué había ocurrido con ella.
Su ausencia fue notada, desde luego, pero la solución que dio Aizen fue evolucionar a otra Vasto Lorde llamada Harribel y darle el número de Nelliel, así como si nada, como si todos ellos fueran simples peones que podía usar y desechar cuando quisiera.
La sangre de Grimmjow hervía de coraje siempre que estaba cerca de Aizen, pero a pesar de eso sabía que no era rival para él y hacía todo lo posible por mantener la compostura. Su propia vida no le importaba demasiado, pero si moría, entonces nadie más buscaría a Nelliel.
Grimmjow regresó a su habitación después de la junta con los shinigamis. Un idiota llamado Luppi había tomado su rango y la cereza del pastel había sido la expresión burlona de Nnoitra por todo lo que le había pasado. Nnoitra, aquel imbécil que siempre estaba buscando pelear con Nelliel porque no podía soportar que una mujer fuera más fuerte que él. ¿Por qué no hacía lo mismo con Harribel? A diferencia de Nelliel, estaba seguro de que a ella no le importaría cortarle la cabeza por puro placer. Batallas sin sentido, lo mismo de todos los días.
Por su parte, Grimmjow se arrepentía profundamente por haberse ido al mundo humano a buscar pelea con ese tal Kurosaki. ¿Cuál era el punto? Sus poderes eran interesantes, no había duda de que tenía potencial, mas no lo había derrotado como planeaba y, en cambio, el grupo de shinigamis había acabado con su fracción. Además, si tan sólo se hubiera quedado en Las Noches, tal vez Nelliel todavía estaría ahí.
Grimmjow suspiró y enterró la cabeza en la almohada. La herida del brazo cercenado le palpitaba, como un constante recordatorio de lo cerca que estaba de la muerte, de lo vulnerable que era en realidad y de lo débil que se había vuelto esos últimos días.
Una pérdida tras otra.
Orihime miraba la luna a través de la ventana de su habitación. Era difícil saber de qué manera pasaba el tiempo en el castillo cuando lo único que veía era el cielo nocturno. No estaba segura de cuántos días llevaba ahí dentro, pues las visitas de Ulquiorra se habían vuelto cada vez más frecuentes y por lo tanto contar las comidas era ahora irrelevante.
Se sentó en el sofá y abrazó sus rodillas. En momentos como aquel era cuando el peso de la soledad caía sobre sus hombros. Desearía estar de vuelta en el mundo humano, con Tatsuki, con Ichigo y los demás. Que las cosas fueran como hacía unos meses, cuando no sabía nada sobre Arrancar y shinigami, cuando no había una guerra espiritual y no formaba parte de ningún plan siniestro.
Lo peor de todo era la incertidumbre. Aizen había dicho que la mandaría llamar cuando necesitara sus poderes, así que mientras tanto no había nada qué hacer. Y cuando llegara el momento, ¿qué pasaría después? ¿Simplemente se desharía de ella? ¿La desecharía como si no valiera nada? Hasta ahora, lo único que la separaba de ser devorada por todos esos Arrancar era el estatus que Aizen mismo le había conferido, porque su palabra era la ley en aquel lugar. Pero de todas formas se había visto en la necesidad de asignarle un guardia personal. Sí, seguro, para "atender sus necesidades y ver que nada le faltara" pero ella sospechaba que era más bien para mantenerla con vida.
Un escalofrío recorrió la espalda de Orihime y abrazó su cuerpo, consciente de que sus poderes no podrían protegerla de la fuerza de los Espadas.
Entonces sacudió la cabeza para alejar esos pensamientos. No tenía por qué ponerse pesimista. Llevaba varios días conviviendo con los demás y hasta entonces nada malo le había pasado. En parte le debía esto a Ulquiorra, que siempre la hacía sentir segura cuando estaba con él.
Sus ojos se clavaron en la puerta de su habitación, deseosa de que el serio Espada apareciera anunciando la cena o simplemente para hacerle compañía. Se había acostumbrado tanto a sus visitas regulares que ahora las esperaba con ansias, su parte favorita del día. Podía hablar con él por horas y horas sin aburrirse, y Ulquiorra escuchaba atento cada vez, asintiendo cuando era necesario o respondiendo con uno de sus característicos monosílabos. No tenía mucho tema de conversación, pero cuando Orihime percibía ese atisbo de sonrisa en sus tensos labios sentía que había logrado un avance.
Como si hubiera manifestado sus pensamientos, escuchó unos golpes en la puerta de su habitación. A Orihime le dio un vuelco el corazón y se lanzó corriendo para abrir y recibirlo con una enorme sonrisa.
Pero se quedó pasmada al darse cuenta de que el visitante no era quien ella pensaba.
Grimmjow despertó de golpe, empapado en sudor y respirando agitadamente. Había tenido una pesadilla. Retazos de sueños en los que corría detrás de Nelliel por los laberínticos pasillos del castillo sin lograr alcanzarla. Sueños en los que la llamaba a gritos pero su voz no producía ningún sonido, sueños del cuerpo sin vida de Nelliel en el pozo de los Gillian, y sueños en los que Aizen, Gin y Tosen calcinaban los miembros cercenados de la hermosa Espada.
Se pasó una mano por el cabello en un intento de tranquilizarse y hacerse a la idea de que había sido sólo eso, un sueño. Sintió una punzada de dolor en el hombro izquierdo y su cuerpo tembló ligeramente. Sentía el aire de su habitación tan denso como en el mismo infierno, una bruma asfixiante que no le daba tregua. Consideró la idea de volver a dormirse, ignorar todo y caer en un letargo hasta el día siguiente, pero no podía.
Bajó de la cama y se puso la chaqueta con dificultad con la idea de salir a caminar y despejar su mente. Tener sólo un brazo era una puta molestia, pero la mayor parte de su enojo se debía a que, al parecer, su subconsciente estaba aceptando la idea de que Nelliel estaba muerta y no volvería a verla nunca más.
-Y un carajo -murmuró al cerrar la puerta.
Tenía que encontrarla. Había algunas cámaras de vigilancia en el castillo, tal vez si lograba convencer a ese idiota de Ichimaru de ver los videos para averiguar qué pasó con ella…
Orihime pasó saliva pesadamente al reparar en la persona que estaba frente a ella. La enorme sonrisa del Espada se ensanchó aún más al ver su desconcierto, lo cual sólo sirvió para ponerla más nerviosa.
-Hola -dijo tímidamente sin saber qué más decir.
-Mascota -exclamó Nnoitra a modo de saludo.
A Orihime se le erizaron los vellitos de la nuca. ¿Mascota? Era un término bastante ofensivo y le incomodaba demasiado que Nnoitra se refiriera a ella de esa forma. Tuvo la urgencia de cerrar la puerta y salir corriendo, pero algo le decía que no era la opción más inteligente. Además, tal vez estaba ahí por órdenes de Aizen y no quería meterse en problemas.
-¿Necesitas algo?
-¿Sabes? Estaba por aquí cerca y se me ocurrió que tú y yo podríamos dar un paseo. Después de todo, no he tenido tiempo de charlar contigo. Ulquiorra te quiere sólo para él, ¿no es así?
Orihime desvió la vista. Las señales de alerta en su cerebro estaban encendidas. Ese hombre era peligroso y haría bien en mantenerse lejos de él.
-Eres muy amable, pero no, gracias -respondió.
Nnoitra recargó un brazo en el marco de la puerta e inclinó su encorvada figura para verla más de cerca. Orihime clavó sus ojos en su único ojo visible debido al parche que usaba y sintió una punzada en el cuello por el esfuerzo de verlo hacia arriba.
-Vamos, sólo será un paseo -insistió el Espada-. Prometo que será divertido.
-En serio no creo que…
-Volveremos antes de que Ulquiorra se dé cuenta. Y no tiene por qué enterarse. Será nuestro secreto.
Orihime negó con la cabeza, esta vez con más determinación.
-Lo siento, no.
Se dispuso a cerrar la puerta pero Nnoitra la detuvo con su mano libre sin esfuerzo alguno. Contrario a la expresión molesta que esperaba ver, mostraba una sonrisa burlona.
-¿Tienes miedo? ¿Crees que Ulquiorra se enfadará contigo si desobedeces sus órdenes?
-N-No es eso.
Nnoitra suspiró. Parecía que estaba pensando sus siguientes palabras.
-Te diré algo. Al que no deberías hacer enfadar es a mí. No querrás que nada malo le pase a tu preciado Ulquiorra, ¿o sí?
Orihime no respondió. Nnoitra no podía estar hablando en serio. ¿Estaba hablando de lastimarlo? ¿Era acaso posible? No conocía el rango de ninguno de los dos, así que no tenía la certeza de que Ulquiorra fuera más fuerte. Lo que sí sabía era que Aizen había dado órdenes estrictas de no pelear entre ellos. Pero al parecer a Nnoitra no le importaban mucho las reglas. Tal vez lo había dicho sólo para molestarla, pero no había duda de que era peligroso, y no estaba dispuesta a arriesgarse a que a Ulquiorra le pasara algo por su culpa.
En cuanto a ella, se repitió que no tenía nada que temer. No con sus poderes y la seguridad que Aizen le había garantizado.
-Está bien -dijo en voz baja.
Nnoitra casi quiso soltar una carcajada. Aquello le parecía de lo más divertido. Sólo había bastado decirle las palabras correctas para que hiciera lo que quería. Los humanos eran patéticos.
Los recuerdos eran casi dolorosos. La ausencia de Nelliel se sentía amplificada conforme se acercaba al ala del castillo donde solía estar su habitación. No lo había planeado, sus piernas lo habían llevado ahí en automático. Casi podía ver frente a él la cabellera verde de la hermosa Espada, la sonrisa de lado cuando lo molestaba y sus ojos tan expresivos cuando le hablaba de frente.
Y lo peor de todo era que lo poco que quedaba de su reiatsu ya estaba desapareciendo. La sensación en el pecho de Grimmjow era amarga y angustiante. Una parte de él quería hacerse a la idea de que tal vez Nelliel había muerto y que debía resignarse, después de todo nadie era eterno, ni siquiera en Hueco Mundo. Pero se resistía. No estaba dispuesto a pasar página sin haber hecho todo lo que estuviera a su alcance.
La pregunta era ¿por dónde empezar? Nadie de los Espadas la había visto después de su entrenamiento, y era imposible que alguien como ella pasara desapercibida. Usualmente se reunía con sus fracciones, pero éstas también estaban desaparecidas. Necesitaba encontrar a la última persona en el castillo que la había visto y partir de ahí.
Inmediatamente pensó en Nnoitra. Tenía un extraño presentimiento que a lo mejor no significaba nada ni lo llevaba a ningún lado, pero valía la pena investigarlo. La manera en la que Nnoitra siempre estaba retando a Nelliel, el desprecio con el que hablaba de ella, la insistencia en probarle su fuerza. Era demasiado sospechoso.
Decidido, se encaminó hacia la habitación del Quinta para hablar con él. No estaba seguro de que quisiera cooperar, pero no perdía nada con intentarlo.
-¿Estás perdido, gatito?
Grimmjow se giró al escuchar la voz a su espalda. La reconoció de inmediato antes de ver de quién se trataba.
-¿Qué quieres? -gruñó.
Szayelaporro sonrió de lado y se acomodó los lentes con el dedo medio.
-Nada en particular. Voy de camino a mi laboratorio. ¿Estás buscando a Nelliel?
Grimmjow frunció el ceño.
-¿Y a ti qué te importa? No es asunto tuyo.
-Escuché que desapareció. Lamentable.
El sarcasmo en su voz era palpable. Grimmjow permaneció en silencio.
-Aunque Aizen la reemplazó bastante rápido, ¿no crees? Tal vez tú puedas hacer lo mismo.
En un abrir y cerrar de ojos Grimmjow tenía a Szayel contra la pared, su antebrazo presionando su cuello y sus colmillos de fuera. Pero Szayelaporro parecía divertido.
-Vaya, ahora entiendo por qué te degradaron. Tu fuerza actual es patética.
Con un rápido movimiento se zafó de su agarre y se acomodó el cabello y su uniforme. Grimmjow bufó, conteniendo las ganas de arremeter de nuevo. Aquel imbécil sólo estaba provocándolo. Sabía que Aizen lo había reprendido y que no toleraría más fallas en su comportamiento. No podía causar problemas porque entonces sí se vería en aprietos. Se dio la media vuelta y empezó a caminar.
-¿Por qué no le preguntas a Nnoitra qué pasó con Nelliel? Escuché que estaban entrenando la mañana de tu excursión al mundo humano -la voz burlona de Szayelaporro alcanzó los oídos de Grimmjow.
El antiguo Sexta apresuró el paso para encontrar a Nnoitra. Si antes pensaba que era sólo una corazonada, las palabras de Szayelaporro le habían confirmado sus sospechas. Nelliel había desaparecido y Nnoitra estaba involucrado. Le sacaría la verdad aunque fuera lo último que hiciera. Al carajo con el plan de Aizen y la batalla contra la Sociedad de Almas. Tenía sus propios asuntos que resolver primero.
Sintió su reiatsu a varios metros de distancia. Esa sabandija estaba cerca y no tenía ni idea de lo que le esperaba. Pero al dar vuelta en el pasillo todo su enojo y la desaparición de Nelliel se bloquearon por un momento al ver que Nnoitra no estaba solo. Había alguien con él, alguien cuyo reiatsu era tan tenue que no había podido percibirlo. Era Orihime Inoue, la chica humana.
Algo no estaba bien. Orihime tenía una cara de pánico que no podía disimular. Tenía los brazos cruzados sobre su pecho y parecía que temblaba ligeramente. ¿Qué estaba haciendo con Nnoitra? Hasta donde él sabía, su niñera era Ulquiorra. Y el flacucho no se veía por ningún lado.
¿Acaso se había perdido y entonces Nnoitra la estaba ayudando?
Grimmjow casi soltó una carcajada. No, no era eso. Nnoitra jamás ayudaba a nadie, no sin un interés de por medio. Y viendo detenidamente a la chica, era muy obvio por qué estaba interesado en ella.
-¿Qué crees que estás haciendo? -preguntó Grimmjow en voz alta.
Nnoitra y Orihime, que estaban unos metros delante de él, se voltearon al mismo tiempo para verlo. Los ojos de Orihime abiertos como platos y el de Nnoitra entrecerrado, claramente molesto.
Grimmjow se acercó caminando de lo más casual hasta estar frente a ellos. Orihime estaba congelada, ni siquiera parpadeaba. Grimmjow la miró de reojo y comprobó rápidamente que no tuviera ninguna herida. Su uniforme estaba impecable, al igual que su cabello y su rostro. Entonces fijó su atención en el Quinta.
-Ah, el soldado caído -se burló Nnoitra.
-Te pregunté qué estás haciendo con la chica.
-Lo que yo haga con ella no es asunto tuyo.
-E-Estamos dando un paseo -la voz de Orihime fue apenas un susurro, pero Grimmjow alcanzó a oírla.
-Ahí lo tienes. Estamos dando un paseo -repitió Nnoitra ensanchando su sonrisa.
-Y supongo que Ulquiorra sabe de esto -aventuró Grimmjow.
Orihime pasó saliva y se estremeció. Sus ojos penetraron los de Grimmjow, como si quisiera decirle algo pero no tuviera el valor de hacerlo. ¿Qué era? ¿Miedo? ¿Estaba asustada de Nnoitra? ¿Estaba ahí contra su voluntad? ¿La había amenazado de alguna forma? Apostaría su único brazo a que Ulquiorra no tenía ni idea de que Nnoitra estaba con ella. Ni siquiera le daría permiso de respirar en la dirección de Orihime, así de protector se había vuelto.
¿Qué debía hacer? Claramente lo que hiciera con ella no era asunto suyo, él estaba ahí para encontrar respuestas sobre el paradero de Nelliel, no para ser el héroe de la historia. Pero no podía dejarla sola con Nnoitra, no sabiendo la clase de escoria que era.
-Ven conmigo, niña. Te acompañaré a tu habitación -fue más una orden que una pregunta.
Orihime dio un paso en su dirección pero se frenó al sentir la mano de Nnoitra sobre su hombro. Recordó entonces lo que le había dicho de hacerlo enfadar.
Grimmjow frunció el ceño al ver el gesto. Ahora lo sabía con certeza. Nnoitra la había amenazado. Se imaginó a Nelliel en el lugar de Orihime y sintió hervir su sangre.
-Quítale las manos de encima -gruñó.
Nnoitra soltó una carcajada.
-¿Quién eres tú para darme órdenes? Ya ni siquiera eres un Espada. No olvides cuál es tu lugar.
Pero Grimmjow no estaba dispuesto a ceder. En un movimiento rápido desenvainó su zanpakutou y se lanzó al cuello de Nnoitra. La ola de reiatsu lanzó a Orihime al otro lado del pasillo. Cayó de lado y se incorporó como pudo, su cuerpo temblando de pies a cabeza ante la escena que se desarrollaba frente a sus ojos.
Nnoitra había alcanzado a bloquear el ataque de Grimmjow con el antebrazo, y si bien su piel era prácticamente impenetrable, tenía un ligero rasguño del que cayó una gota de sangre. Nnoitra la lamió con su larga lengua y Orihime alcanzó a ver el tatuaje del número 5.
-Estás muerto -exclamó Nnoitra apretando los dientes.
Se apoderó de su zanpakutou y cortó en dirección a Grimmjow, que utilizó el sonido para esquivarla. El muro a su izquierda se hizo añicos sin el más mínimo esfuerzo. Los pedazos de piedra volaron en todas direcciones y Orihime se cubrió el rostro con las manos.
Grimmjow se posicionó detrás de Nnoitra y trató de cortarlo por la espalda, pero éste fue más rápido y se cubrió con su zanpakutou. El sonido de los metales impactando fue ensordecedor. Entonces Nnoitra se giró y le dio una patada a Grimmjow que no pudo bloquear. Le dio de lleno en el estómago y lo dobló. Grimmjow apretó la mandíbula y empezó a formar un cero con la mano, pero no podía sostener su espada y cubrirse de otro ataque al mismo tiempo. La segunda patada conectó con su cabeza y lo hizo estamparse contra la pared contraria, muy cerca de Orihime.
-Eso te enseñará a no meterte en lo que no debes -gruñó Nnoitra.
Grimmjow se apoyó con su único brazo y empezó a levantarse. Tenía sangre en la nariz y en la boca, y muy probablemente un par de costillas rotas debido a la fuerza bruta de Nnoitra. Y lo peor era que no había terminado. Sabía que Nnoitra no se conformaría con dejarlo herido, iba a matarlo. La sed de sangre era casi palpable. Tenía que ponerse de pie y defenderse, defender a Orihime, averiguar qué había pasado con Nelliel…
Pero el dolor era demasiado. La punzada del brazo cortado, el abdomen, la sangre empapando su cuello y su chaqueta, formando un charco en el piso.
Nnoitra avanzó lentamente hasta donde estaba Grimmjow y pensó en lo patético que se veía ahí tirado. No sólo había perdido su brazo y su rango, ahora también la poca dignidad que le quedaba.
-Nadie te extrañará -murmuró Nnoitra con una sonrisa mientras levantaba el pie para darle el golpe de gracia.
Pero en vez del cráneo de Grimmjow, su pie conectó con una superficie plana y brillante. Una especie de campo de fuerza que emanaba reiatsu. Miró de reojo a Orihime y supo lo que estaba pasando. Era su escudo, la chica había usado sus poderes para proteger a Grimmjow.
-Por favor, no lo lastimes -suplicó Orihime.
Nnoitra se dio media vuelta y en dos pasos llegó junto a ella. La chica ni siquiera alcanzó a reaccionar cuando sintió su mano alrededor de su cuello. La levantó sin esfuerzo alguno y la sostuvo contra la pared mirándola con desprecio. Sus pies colgaban a treinta centímetros del suelo y cada vez se le hacía más difícil respirar. No tenía oportunidad alguna de librarse de todo aquello. Si Grimmjow no había podido contra Nnoitra, ella no albergaba ninguna esperanza. Iba a morir y no había nadie para impedirlo.
-Estoy harto de todos ustedes -escupió Nnoitra-. Siempre creyendo que son mejores que yo.
Orihime se aferraba a la mano de Nnoitra para que la soltara, pero sin lograrlo. La vista se le estaba nublando, le costaba trabajo mantenerse consciente.
-Sería tan sencillo para mí acabar contigo, como una rama rompiéndose.
-Por…favor…Ulquio…rra…
Orihime escuchó un tajo limpio en el aire y lo siguiente que supo era que estaba de rodillas en el suelo. La mano de Nnoitra cayó frente a ella con un ruido sordo y respiró profundamente, el aire quemándole por dentro al inflar sus pulmones.
Continuará…
