Su hija lo fulminaba con la mirada, sus nervios empezaban a domar su cabeza provocando que este no lograra encontrar el pretexto perfecto para la situación.
—Dijiste que te había gustado. —Hablo su hija, provocando que la medula espinal de su padre se estremeciera.
Los ojos de la Heeler se desviaron a una funda, en donde yacía aquel póster hundido y oculto.
—Yo-yo... No es lo que parece.
—¿Entonces qué es lo que parece? Si te acabo de ver desechar el regalo de Jean. —Respondió con sus brazos cruzados y sin cambiar esa seriedad que tanto erizo los pelos de su padre.
—Bueno, es lo que parece, pero no lo que piensas.
—¡¿Que debería pensar?! —A pesar de verse furiosa, su voz delataba otra cosa, decepción.
Bandit, aquel padre quien cuido de esa niña, empezaba a dudar y retorcerse en su propia vergüenza. Intentó hablar, pero le costaba explicar la razón, tal y como, si aquello fuera una especie de condena que el mismo se aplicó.
Bluey se acercó a aquella funda, y con lástima, fue tomando aquel póster entre sus manos.
—Él se esmera para ser parte de ESTA familia... —Su padre se sorprendió al escuchar esa voz suave y honesta, que exhibía la total decepción y tristeza— ¿Por qué tú no puedes hacer lo mismo...?
Es curioso, y algo gracioso, pero a la vez doloroso pensar que esa frase: "Como una estaca al corazón" se volvía realidad, pues, la culpa se mezclaba con el dolor de aquellos hechos que tanto le costaba aceptar.
"Perdonarte a ti mismo" no era algo fácil de hacer.
Nuevos días habían pasado, semanas, hasta que se cumplió un mes tras otros, y, por ende, las vacaciones se acercaban, logrando que todos los jóvenes se sintieran emocionados, energéticos y con ansias que se alimentaban de aquellos segundos, minutos, que contaban cada uno de ellos, con el deseo que los segundos murieran de forma rápida y que los minutos llegaran a colapsarse.
El Border Collie no era la excepción. Su deseo por salir de ese lugar era inmenso, ya que, no encontraba alguna razón para estar ahí. Era un lugar más del montón que tan solo le generaba estrés
—Mackenzie. —Escucho decir a sus espaldas. Al haber estado tan ensimismado, ni siquiera había notado de quien era esa voz.
No fue hasta que sintió la mano de alguien posarse con suavidad en su hombro que lo obligó a voltear.
En un principio se fastidio, pero después, le dejo de importar.
"Ya pa que" pensó.
—¿Qué quieres Jean Luc? —Pregunto con desinterés mientras apartaba la mano del labrador.
—Solo... Quiero saber cómo te encuentras.
Mackenzie arqueo una ceja.
—¿Qué cosa?
—¿Cómo te encuentras? Bien o mal... Neutral.
El Collie sospechaba.
—¿Eso que te incumbe? —Preguntó desinteresadamente antes de darle la espalda y continuar con su camino, pero, aquel labrador hablo una vez más.
—Honey no se encuentra bien.
Mackenzie frenó en seco al escuchar su nombre. Nombre que generaba ciertas sensaciones en el corazón. Algo agridulce como lo llamaría él.
—Últimamente, ha estado muy silenciosa y algo distraída.
—¿Te dijo que tiene? —Pregunto el Border Collie sin poder evitar la curiosidad.
—No. Ya sabes lo reservada que es ella...
Una vez más, la decepción empezaba a cubrir su pecho y desvanecer aquella sonrisa que se le formaba cada que escuchaba y convivía con ella.
—Si que lo es... —Confirmo.
Jean Luc notó aquel semblante que traía Mackenzie.
—Y, bueno, pensé que su mejor amigo podría ayudarla... Parece extrañarte.
Mackenzie volteó a ver al labrador con incertidumbre, confundido por ese actuar que no le traía buena vibra.
—No deberías poner tus narices en asuntos que no son tuyos. —Le dijo con seriedad.
El labrador suspiro mientras se colocaba la mano al cuello.
—Lo sé, pero, Honey es una amiga y... Bueno, es extraño verla tan... Vulnerable. —Comento Jean con empatía— No me dice lo que le pasa y tampoco quiere hablar con alguien más... No sé cómo ayudarla.
—Obvio no. —Mackenzie volvió a acomodarse la mochila antes de proseguir— Nadie puede ayudarla si ella no se lo permite.
—Entonces le darás la espalda. —"¿Quieres un puñetazo?" Se pregunto— ¿Así nada más? ¿No piensas al menos intentarlo?
—Escucha animal. —con seriedad, y tratando de ser lo mejor paciente posible, volteó a verlo— Tú no sabes que sucedió, y tampoco te incumbe. Si Honey no ha dicho nada, es porque no quiere ayuda.
Jean Luc también lo observó con seriedad, y casi, maldiciendo por aquella pérdida de tiempo.
—Enserio que no logro entenderte. ¿Como puedes comportarte así? —Le dijo mientras se enfrentaba al Collie con la mirada— Entiendo que estes enfadado con Bluey, y sobre todo conmigo. No hay justificación. Pero con Honey ¿Enserio?
"No estoy enfadado" Pensó con los ojos cabizbajos.
—No sé si te gusta hacerte el lobo solitario o tipo malo, pero…
—¿Crees que yo soy el malo? —Preguntó con sarcasmo. El silencio del labrador fue respuesta suficiente— Primero. No me conoces. —Empezó a enumerar— Segundo. No te metas en asuntos que no te incumbe. Y tercero. Me caes mal.
—¡¿El tercero que tiene que ver?! ¡Estamos hablando de Honey!
—¡Ni siquiera la conoces del todo! —Exclamó— ¡Ella no confía, ni confiara, en nadie más que en sí misma!
Jean Luc no podía luchar contra aquello, ya que, Honey lo dejaba en claro cada que intentaban acercarse o profundizar en ella. Ella ya no lo iba a permitir.
—Honey era la clase de chica que siempre creía en otros… —Hablo el Collie— Agradécela a Bluey y a sus amigas por ese cambio.
Y sin más, solo le dio la espalda, y prosiguió con su camino.
Ha cierta hora, una habitación se rellena de las hambrientas voces que proclaman su comida, tales como animales fieros que buscan saciar su hambre. El comedor.
En aquel espacio, ubicados en una de las tantas mesas que estaban dispersas por el lugar, se encontraba aquella pareja quienes tenían la costumbre de reunirse en ese sitio con frecuencia.
— Se que fue tu mejor amigo, pero, realmente es terco. —Comentaba el labrador mientras era escuchado por la Heeler.
—Él no era así. —Respondió la Heeler.
Jean arqueo una ceja.
—Bueno, tal vez solo conmigo, pero con el resto no. —Hablo la Heeler mientras tomaba el pan, suave al tacto de sus dedos, para después darle un bocado que satisfaría su lengua.
—Lo que quiero entender es ¿Qué fue lo paso? —Pregunto el Labrador.
—¿Ella no te lo dijo?
Jean Luc negó con la cabeza.
—No. En eso si le tengo que dar la razón a Mackenzie: ella no confía en nadie que no sea en ella misma.
Bluey desvió la mirada con pena.
—¿Que tan mal está? —Jean notó esa sutil, pero honesta, preocupación de parte de su novia.
—Parece confundida y distraída... Realmente lo extraña.
—Sin duda alguna. —Confirmo la Heeler— Esos 2 siempre han sido cercanos.
—Oui...
La mesa fue expectante del corto silencio que se originó.
—¿No piensas comer? —Pregunto Bluey al notar la ausencia de la comida.
—Es que olvidé mi billetera en casa.
—Era que me lo digas antes tonto. —Habló después de incorporarse y dar unos cuantos pasos hacia los cocineros.
—No es necesario Bluey.
La mencionada se giró mientras mantenía sus manos unidas y detrás de su espalda.
—Ya está decidido Jean, no hables. —Respondió con ambas manos tras su espalda.
—Guau, me acaban de negar mi derecho.
Bluey se hecho a reír mientras continuaba caminando.
—Un refrigerio por favor. —Pidió dejando el dinero sobre el mostrador mientras intentaba enfocarse en otra cosa que no sea en los dulces aromas que mareaban su olfato y la incentivaban para que cayera en la trampa. Un desafío difícil cuando los postres se lucen con su glaseado o algún otro condimento sacado de una publicidad.
"¿Qué clase de trampa es esta?" Bromeaba Bluey en un intento de mantener el control y no gastar de más su dinero.
—¿Resistiéndote a los dulces de nuevo? —Aquel problema se había desvanecido al percatarse del otro. Con desinterés, volteo a ver a donde provenía aquella voz— ¿Por qué me miras así Bluey?
—¿Qué quieres Ruby?
Aquella expresión, engreída y diva tan característico en Ruby, cambio de manera tan abrupta que desconcertó un poco a la Heeler.
—Escucha. Sé que hemos tenido problemas y una que otra indiferencia.
—Fueron varias las que yo recuerdo. —Respondió Bluey con los brazos cruzados.
—Lamento la manera en la que te manipulamos. —Los músculos de Bluey reaccionaron igual que a como reaccionarían si se les lanza un balde de agua fría. El "lo siento" nunca antes había estado en el diccionario de la Husky— Pero quiero decirte, y aclararte, que la preocupación por ti, siempre ha sido sincera…
Bluey todavía dudaba, y como no hacerlo después de haber visto las consecuencias de aquellas experiencias.
—Ruby, ni te molestes en tratar de usar el chantaje ni el supuesto "cariño" que le tienes a tus "amistades". —Dijo poniendo comillas en el aire— Conozco tus trucos.
Ruby respiro hondo.
—Me da lástima que te hayas rebajado al nivel de esas cualquieras.
—Al menos mi relación se mantiene. —Era extraño, pero en ese momento, la Heeler no pudo evitar sentirse, grande.
—Y por eso me duele que sea yo quien te lo deba decir.
Bluey se sintió extraña.
—Tu hermana es la amante de tu novio.
Ruby tenía previsto lo que sucedería después, ya sabía lo que vendría, vería a su amiga destrozada y decaída por tal hecho, como alguna vez paso con ella.
Su ceja se arqueo al recibir un resultado distinto.
—Guau. Y pensar que antes yo me moría por falta de atención. —La respuesta la tomó desprevenida.
—Te lo estoy diciendo enserio Bluey.
—Y que es lo siguiente que dirás. ¿Qué Jean y Mackenzie están en una relación, o que junto con mi hermana ando en un trio? —Bluey tenía una sonrisa que intentaba encarcelar una carcajada.
La bandeja, con lo comida sobre ella, se hiso presente frente a sus ojos, interrumpiendo así la conversación.
—Mira, yo conozco a mi hermana, y ella es un pan de Dios, así que… —Tomo la bandeja mientras miraba a la Husky con una mirada sarcástica— Continúa intentando, capaz me convenzas que los aliens existen.
Empezó a dar pasos, y en cada uno de ellos, podía sentir como su estatura iba aumentando. Ya no sentía débil y pequeña ante aquellas mujeres que le habían plantado una mala perspectiva. Ahora, se sentía gigante.
Ese mismo día, en aquella tarde. La Beagle escribiría una vez más en el papel, esperando encontrar y encajar esas sintonías que se generaban en su cabeza. La punta del lápiz continuaba con su rumbo, con el camino escrito dentro de la cabeza de Honey.
TRSSS
El lápiz se desvió como un auto fuera de control. Honey gruño ante la frustración mientras se retorcía en el asiento y se llevaba las manos a la cara.
—¡¿Qué diablos sucede?! —Se preguntaba así misma, cosa que le pareció estúpido después de varios minutos en el que se impuso a respirar y recordar el hecho.
Inconscientemente, fue deslizando su mano por el escritorio, tendió su cuerpo sobre el colchón, y volvió a posar su mirada en la pantalla, observando detenidamente un mensaje de parte de la secundario con el objetivo de invitarla a participar en el torneo musical intercolegial de la ciudad.
Era una carga pesada, sin duda, pero era aquel anhelo, que se convirtió en un sueño en medio de su camino, y ahora, tenía la chance de poder cumplirlo.
No se puede especificar con exactitud el cómo se sintió, pero pueden imaginar los ánimos y la felicidad rebosante ante su frágil sonrisa. Como cualquier otro, los primeros en saberlos fueron sus padres, y el segundo… El segundo todavía no lo sabía, de hecho, nadie más lo sabía.
Sus ojos buscan con desesperación aquel pelaje oscuro que se mezclaba perfectamente con las tonalidades blancas. Mientras más lo recuerda, más presente se vuelve su aroma. Y nuevamente, deja escapar los suspiros de su boca.
Mackenzie. De todas las personas que conoce, deseaba que aquel Collie fuera la primera persona que supiera la noticia. Deseaba tenerlo en brazos para perderse en sus propias palabras, pero… Le cuesta tanto poder hablar cuando lo tiene a metros de ella.
Ambos no pueden dejar de lado su pequeña charla, tan pequeña, pero, que dejo una duda increíblemente gigante entre los 2.
—¿Por qué me cuesta tanto hablarte…? —Se pregunto a sí misma, deseando con todas sus fuerzas la oportunidad de hablar con él. Valla suerte la que le brindaría el mundo.
DING DONG
Escuchó el timbre.
Con cansancio, se incorporó y caminó por aquellos pasillos, escalones y cuartos vacíos que le recordaban la hora laboral de sus padres. Se le hace irónico que, en un inicio, aquel silencio le fuera una tortura, y ahora, lo use a su beneficio a pesar que siga siendo eso, una pequeña tortura.
—¿Quien? —Exclamo desde el interior de la casa.
—Soy yo Honey. —Se escucho, y percibió, los nervios de aquel Border Collie que la sorprendieron.
No tardó en abrirle la puerta y perderse nuevamente en aquellos ojos que tanto le daban ilusión.
—Mackenzie… —Dijo en voz baja.
—Hola Honey… —Nuevamente, estaban sin palabras. Un momento incomodo, pero en cierta parte, satisfactoria, de volver a estudiar y endulzarse con el rostro del otro.
Honey volvió en sí con dificultad.
—Pa-pasa.
Mackenzie mantuvo su mirada fija por unos cuantos segundos hasta negar con la cabeza.
—Solo vengo de pasada y… Comprobar si te encontrabas bien.
—Yo, am… Si. —Respondió, pero Mackenzie no le creyó del todo.
—¿Estás segura? ¿No ocurre nada?
"Siempre se preocupa por mí" pensó Honey al ver esa mirada perdiéndose en ella y mostrándole lo preocupado que estaba.
—Bueno… Me, eligieron para el torneo intercolegial de música, así que… estoy muy feliz. —Dijo mientras se le escapaba la sonrisa y sintiera la emoción del momento. No fue como lo imaginaba, pero se sentía satisfecha y emocionada por finalmente contárselo.
Mackenzie sonrió ligeramente mientras su cola se agitaba con suavidad.
—Eso es genial Honey. Te-te lo mereces.
De todos sus encuentros, ese es algo distinto ¿no es así?
Sus ojos dejaban en claro la falta de ideas, y, las pocas ganas de embarcarse de nuevo al tema.
—Bueno… Mejor dejo que te concentres. Tienes que estar preparada para ese día. —Animo el Collie.
El semblante de Honey cambio.
—¿No quieres quedarte…?
El silencio volvió a tomar las riendas de los dos.
"¿Por qué duele tanto?" Se pregunto el Collie mientras tomaba la mano de la Beagle y con voz suave le dijo.
—Yo siempre estaré para apoyarte Honey, y… Me veraz apoyándote en los primeros asientos de donde sea que se haga el torneo.
"¿Por qué esto se siente como un adiós?" Se pregunto la Beagle con bastante preocupación, al punto de sentir como su corazón palpitaba en medio de su garganta.
—¿Y después de eso…? —Preguntó.
El Collie se resquebrajaba por dentro.
—Pues… Estarás en las ligas mayores, con gente, que realmente te ayude a crecer… A ser mucho mejor de lo que ya eres.
Mackenzie sonrió y una vez más, el dolor lo había golpeado, pero, era lo mejor que, según él, podía hacer…
¿Por qué?
Era la misma duda que tenía la Beagle, mientras siente que una parte de ella se va con él, una parte que nunca quiso que se desprendiera de ella.
