Capítulo 4

Mientras se balanceaba durante el anochecer en New York, una tormenta amenazaba con desatarse.

No le costó mucho aprender a dominar sus nuevas habilidades. Además de que muy pronto descubrió que adquiría fuerza sobrehumana y una agilidad inagotable. Pero, así como Gwen se acostumbraba a los poderes, el simbionte se aferraba a cada uno de los sentimientos y emociones que se encontraban en ella. Las fibras del simbionte se extendían como si fueran terminaciones neuronales a lo largo de su cuerpo y obedecían a sus deseos. Sin embargo, como era un parásito, necesitaba alimentarse de emociones negativas y corromper a su hospedador.

Podían sentir algunas emociones que la perturbaban, pero no eran suficientes para ellos. Por lo tanto, tendrían que manipularla para lograr sus objetivos.

Gwen, por su parte, se movía sin rumbo fijo. Su mente estaba en blanco y sólo sintió que estaba más viva que nunca así que por el momento disfrutaría de esto. Su energía parecía ilimitada, como si no pudiera cansarse nunca.

Había anochecido completamente y a su alrededor se escuchaban los estruendos de los rayos. En ese momento reposó en la azotea del balcón donde había estado hospedada mientras se cuestionaba todos esos años en que Peter le había ocultado quien había asesinado a su padre. El único culpable era Otto Octavius. Una lágrima se deslizó por su mejilla a la vez que reconocía que había estado aliada al Doc. ¿Por qué Peter no se lo dijo? ¿Por qué le ocultó la verdad durante tanto tiempo? ¿Nunca pensaría decírselo?

—Ni siquiera lo recuerdes. No te hace falta.

—Pero es Peter…

—Sólo te engañó. Siempre supo la identidad del asesino de tu padre.

—¿Y qué quieres de mí? —preguntó endureciendo su voz.

—Que nos ayudes a destruir a Parkeeerrr.

—¿Por qué?

—Nos rechazó.

—¿Entonces esto es una venganza?

—Puede que sí.

—Si huyó de ustedes, fue por algo.

—Vaya, qué astuta eres, pero con Flash nos portamos bien.

—Entonces, ¿por qué abandonaron su cuerpo?

—Él tuvo la culpa interpretando su papel de chico bueno y haciendo un bien a la comunidad. Sin embargo, tú ahora tienes estos poderes...

—Ve al grano —interrumpió impaciente.

—Destruye por nosotros a Parkeeerrr. A cambio te ofrecemos no depender del suero de Ben. Tu fuerza vital será sustituida por el poder del simbionte y así no necesitarás de ese estúpido suero. Te ofrecemos vida, Gwen. La misma que te arrebató Parkeeerrr.

—Tienes razón —dijo parándose y lanzando telarañas.

Las luces de los rayos eran lo único que podía iluminar a ese oscuro ser que se desplazaba por la noche. Para Gwen, el día no había sido más que un debate de preguntas sin respuesta en su mente, más que aquellas que le ofrecían esas voces en su interior. En cambio, la noche prometía acción y libertad como nunca antes había experimentado. Se lanzó al vacío de un salto y luego se balanceó como una auténtica contorsionista. Sólo había alguien en quién pensar y el simbionte en su interior le ordenaba muy bien qué hacer con él.

—Destruye a Parkeeerrr —le advirtió por última vez.

Aquellas voces no dejaban de hacer eco en su interior y por el momento sólo tenía que encontrarle.