Capítulo 3

Gin Ichimaru estaba sentado viendo fijamente la pantalla de la sala de control. Las cámaras de vigilancia que había en el castillo estaban colocadas en lugares estratégicos, y por lo tanto pudo ver a la perfección todos los eventos que tuvieron lugar esa noche.

Cuando vio que Nnoitra y Orihime estaban juntos sabía que sólo era cuestión de tiempo para que las cosas se pusieran feas, y cuando Grimmjow apareció no tuvo dudas de que uno de los dos moriría. Para su sorpresa, las cosas no habían resultado como había previsto. Orihime y Grimmjow habían hecho su parte, protegiéndose mutuamente y haciendo una especie de tregua contra Nnoitra. Un muro del castillo había sido derrumbado y como consecuencia de todo, el antiguo Sexta estaba herido y el Quinta había perdido una mano. Fuera de eso no había muchos destrozos, pero sospechaba que Aizen no estaba contento con lo que acababa de ver.

Su ex capitán estaba sentado al lado de él en silencio. De vez en cuando bebía un poco de té mientras veía la pantalla, pero no hacía ningún comentario ni mostraba expresión alguna. Era difícil saber lo que estaba pensando, pues ni siquiera le había dado órdenes de intervenir.

-¿Qué deberíamos hacer, capitán Aizen? Los Espadas no atienden las indicaciones que les damos -exclamó preocupado Gin aunque no pudo disimular su sonrisa zorruna.

-Absolutamente nada -respondió Aizen dando un sorbo a su taza de té-. Dejemos que las cosas tomen su curso natural.

-Perder un brazo le costó su rango a Grimmjow. ¿No cree que Nnoitra también debería ser degradado? Ahora mismo los Arrancar que tenemos…

-No será necesario -respondió Aizen mirando la pantalla, en donde se veía a un angustiado Nnoitra sujetando su muñón mientras caminaba a toda prisa hacia el laboratorio de Szayelaporro. El rastro de sangre era considerable, pero nada que un Espada con la posición de Nnoitra no pudiera manejar.

Gin ensanchó su sonrisa. Aizen tenía razón. Ahora mismo la relación que había entre Szayelaporro y Nnoitra era bastante conveniente. Seguramente el científico loco encontraría la manera de volver a unir la mano del Quinta.

Había presenciado toda la pelea y el desenlace. Era en verdad interesante. Sospechaba que Ulquiorra tenía sentimientos por la chica humana, pero no había contado con la participación de Grimmjow.

-¿Qué hay de Nelliel? -preguntó entonces Gin.

-¿Qué hay con ella?

-Nadie la ha visto. Las cámaras dejaron de funcionar por un momento durante su desaparición después de pelear con Nnoitra.

-No te preocupes por ella. Esté donde esté, nuestro ejército está completo. Harribel es fuerte.

-Yo no dije que no lo fuera -dijo Gin-. Es sólo que Grimmjow no dejará de causar problemas hasta que la encuentre.

Aizen sonrió y luego se dedicó a terminar su té. Dejó la taza en la mesa y recargó su rostro en la mano derecha.

-Gin, ¿tú no harías lo mismo por la mujer que amas?


Nnoitra entró al laboratorio de Szayelaporro sin anunciarse. Las fracciones revolotearon ansiosas pensando que iba a atacar a su maestro, pero el Quinta simplemente se dejó caer en una silla y maldijo en voz alta.

-Mierda, mierda, mierda, ¡mierda! Ulquiorra es hombre muerto, y Grimmjow también. Cuando acabe con ellos ni siquiera servirán de alimento para los Gillian…

Szayelaporro soltó una risita. Ver a Nnoitra tan furioso y descolocado era divertido. A juzgar por su apariencia, las cosas habían resultado terriblemente mal para él. Llevaba su propia mano cercenada. Necesitaba saber los jugosos detalles.

-¿Así que Grimmjow finalmente te preguntó sobre Nelliel?

Nnoitra tensó la mandíbula a tal grado que parecía que se le iban a romper los dientes. Ahora tenía sentido que lo fuera a buscar. Esa rata miserable le había contado todo.

-¿Qué mierda le dijiste?

Szayelaporro se encogió de hombros fingiendo demencia.

-¿Yo? ¿Por qué crees que yo le diría algo?

-Para salvar tu propio pellejo.

-Ya, pero se te olvida que yo no tuve nada que ver. Tú fuiste el que atacó a Nelliel por la espalda.

-Y tú me ayudaste a tenderle una trampa y deshacerme del cuerpo, así que estás metido en esto igual que yo.

Szayelaporro se acomodó los lentes con el dedo medio y sonrió.

-No hay pruebas de nada, me encargué de las cámaras.

Nnoitra bufó molesto. Supuso que tenía razón. Después de todo Grimmjow ni siquiera le había preguntado sobre Nelliel, pero no tenía dudas de que lo sospechaba.

-Como sea. El que me hizo esto no fue Grimmjow.

Szayelaporro no parecía sorprendido. Sería demasiado increíble que Grimmjow le hubiera hecho una herida así, considerando la situación en la que estaba. Starrk era demasiado flojo para intentar algo, y no era el estilo de Barragan, así que sólo quedaban Harribel o Ulquiorra. Apostaba por el último.

-Déjame adivinar, te metiste con la humana -se burló Szayelaporro.

Nnoitra no respondió, pero no hacía falta confirmarlo. Su silencio lo delataba.

-No puedo culparlo -prosiguió el científico-. Es una chica muy interesante, es obvio que Ulquiorra está hipnotizado. Y no sólo por sus poderes.

Nnoitra estaba harto del rumbo de la conversación; no necesitaba que Szayelaporro le echara en cara lo que había pasado y que todavía se burlara de él. Se puso de pie y arrojó su mano cortada a la mesa de exploración.

-¿Puedes volver a unirla?

Szayelaporro tomó la mano y la examinó. Era un corte perfecto, limpio, hecho a una velocidad impresionante. Podía reconectar todas las articulaciones y vasos sanguíneos sin problema, pero seguramente no tendría tanta movilidad como antes. Decidió omitir esa información.

-Haré lo que pueda -respondió con una sonrisa.


Orihime abrió los ojos y se encontró acostada en su cama. La habitación estaba en penumbra pero no sabía si era de día o de noche o cómo había llegado ahí. Lo último que recordaba era estar en la habitación de Grimmjow curando sus heridas. El Espada se había quedado dormido casi de inmediato, lo que le permitió trabajar sin problemas. Al finalizar, estaba contenta con el resultado, su brazo había sido restaurado y estaba segura de que muy pronto empezaría a recuperar todo el reiatsu perdido durante la pelea contra Nnoitra.

Alguien llamó a su puerta y Orihime se levantó de un salto. Eran Ulquiorra y el Arrancar que llevaba su almuerzo.

-Ulquiorra -saludó.

-¿Puedo pasar?

-Sí, sí.

El Arrancar dejó la comida sobre la mesa, hizo una reverencia y se retiró. Ulquiorra se sentó a la mesa frente a Orihime.

-¿Cómo te sientes?

-Bien.

-¿Descansaste? Anoche gastaste mucha energía en curar las heridas de Grimmjow.

-¿Cómo sigue?

-Él está bien. Despertó en medio de la noche, pero estabas dormida.

-Sí, lo siento, no pude mantenerme despierta -confesó Orihime avergonzada.

-No tienes por qué disculparte.

-¿Tú me trajiste a la habitación?

-Sí, ¿por qué?

Orihime enrojeció hasta las orejas.

-N-No debiste hacer eso… Soy pesada.

Ulquiorra sonrió. Apenas una leve curvatura en la comisura de la boca. ¿Por qué se preocupaba por esas cosas? Para él no suponía ningún esfuerzo, a pesar de su complexión delgada.

-Por supuesto que no lo eres.

Orihime también sonrió sin saber qué decir.

-Por cierto, debo advertirte -continuó Ulquiorra-. No esperes un agradecimiento por parte de Grimmjow. Él no es de los que suele dar las gracias, aunque tal vez te retribuya el favor algún día.

-¡Ah! No esperaba que lo hiciera -replicó Orihime-. Yo soy la que está agradecida con él.

-Al igual que yo. Estuvo en el momento y lugar indicados.

Orihime asintió. Ahora podía pensar las cosas con más calma y estaba de acuerdo.

-¿Qué pasará con Nnoitra?

-No te preocupes por él. No volverá a molestarte -aseguró Ulquiorra.

-Lamento mucho haber causado todo esto. Si me hubiera quedado en la habitación…

-Nada de esto fue tu culpa -la interrumpió Ulquiorra. Puso su mano sobre la de ella y le dio un suave apretón para tranquilizarla.

-Estaba preocupada por ti -confesó Orihime.

Ulquiorra sintió un calor extendiéndose por su pecho. Sus palabras significaban para él mucho más de lo que podía expresar.

-Aizen nos asignó los rangos de acuerdo a nuestra fuerza -explicó-. Nnoitra es el 5 y Grimmjow el 6. Bueno, al menos lo era hasta hace algunos días. Fue degradado después de perder su brazo y Luppi ocupó su lugar. Si te soy honesto no sé qué es lo que pasará ahora que Grimmjow ha recuperado su brazo. Es probable que Aizen le devuelva su rango, pero también sospecho que no le agradará saber que estuvo involucrado en la pelea.

Orihime asintió. Ahora entendía mejor todo. Grimmjow no había podido derrotar a Nnoitra porque en teoría era más débil, además de que no tenía un brazo. Y si Ulquiorra había derrotado a Nnoitra sin problema alguno…

-Mi rango es el 4 -dijo Ulquiorra al ver que Orihime le seguía dando vueltas al asunto.

Los ojos de la joven se abrieron mucho y su boca formó una "o" perfecta.

-¡Ulquiorra! Entonces eres más fuerte que ellos.

-Sí. No tienes de qué preocuparte. Nnoitra no podría vencerme ni en mil años.

-Me alegra saber eso. Pero si también estuviste involucrado en la pelea, ¿qué pasará contigo? Me imagino que Aizen estará molesto.

Ulquiorra se puso de pie y le puso una mano en la cabeza con ternura.

-Deja que yo me ocupe de eso.

Y sin decir nada más salió de la habitación.


Grimmjow salió del castillo y se aseguró de que nadie lo estuviera siguiendo. Si bien Aizen no les había prohibido salir de Las Noches, no estaba en condiciones de tentar a su suerte después de todo lo que había pasado. Era mejor ser discreto y hacer las cosas a su manera.

Ulquiorra le había dicho que investigaría las cámaras de seguridad y mientras tanto no tenía nada que hacer. El sueño que había tenido era una pista, podía sentirlo. Y si Nelliel estaba en el bosque de los Menos, allá tenía que ir. ¿Qué era lo peor que podía pasar? ¿Que no la encontrara? Entonces estaría igual a como se encontraba en ese momento, sin tener ni idea de dónde buscarla.

Se ajustó la capucha y empezó a caminar por la arena del desierto. Era un largo camino pero usar el sonido no era una opción. Se sentiría fatigado al llegar y quería guardar sus fuerzas por si las necesitaba. Su zanpakutou estaba firme en su cinturón aunque esperaba no tener que utilizarla.

Después de un largo rato de sólo ver arena, finalmente pudo vislumbrar los árboles que se erguían majestuosos, cada vez más abundantes y espesos formando el bosque de los Menos. El reiatsu también aumentó, lo que indicaba que aquel lugar estaba repleto de criaturas, pues aunque el nombre hacía referencia a los Menos Grande, también habitaban algunos Hollows y Adjuchas. Si Aizen quería, podía evolucionar a todos en Arrancar y formar al ejército más grande que había existido en Hueco Mundo. Pero él sabía que era peligroso. La naturaleza funcionaba de cierta manera y forzar las cosas con el Hougyoku podía traer consecuencias desastrosas.

Grimmjow se internó entre la espesa vegetación del bosque con todos sus sentidos alerta. Siendo el ser más poderoso en ese lugar se sentía con ventaja, mas no quería bajar la guardia. Podía ver algunos Hollows pequeños, no más grandes que un perro, y con distintas formas animales. Nada que representara una amenaza.

Sin embargo, conforme avanzaba, empezó a sentir las miradas devorándolo. Distinguía las sombras de los Adjuchas entre los árboles, moviéndose con sigilo. Después de un rato se preguntó qué estaba haciendo realmente ahí. Era imposible que Nelliel hubiera decidido irse a vivir ahí, sin duda habría encontrado la forma de contactarlo. No podía ser una prisionera, era demasiado poderosa. ¿Entonces estaba imposibilitada y por eso no había vuelto al castillo?

-¡Nelliel! -gritó Grimmjow.

El eco de su voz se extendió varios metros a la redonda, pero no obtuvo respuesta. Todo estaba en silencio.

Probó entonces a buscar su reiatsu. Se detuvo junto a una roca gigante y cerró los ojos. Fue difícil al principio, había demasiadas criaturas en ese lugar, algunas muy poderosas que se movían por todas partes, cazando y devorando a seres menores. En dirección al norte encontró a los Menos, reunidos en un espacio hueco al nivel del suelo, moviéndose entre ellos, con tanto poder destructivo y sin la inteligencia para usarlo.

Era más complicado de lo que parecía. Tener que escoger entre tanta energía espiritual, y no siendo el más apto para ello.

Tranquilízate, se dijo mentalmente. Puedes hacerlo. La vida de Nelliel depende de ti.

Grimmjow inhaló profundamente y pudo concentrarse al máximo. Era apenas una ínfima cantidad de lo que solía ser, pero ahí estaba. Con el corazón hecho un nudo, se echó a correr en esa dirección. Sabía que había algo diferente, algo malo, pero era mejor que nada.

Un momento más tarde se encontró en un claro en medio del bosque. No sabía qué tan inmerso estaba, pero poco le interesaba. El reiatsu de Nelliel era ahora más perceptible, rodeándolo como una fragancia, impregnando todo a su alrededor.

-¡Nelliel! -llamó de nuevo.

Un sonido proveniente de unos arbustos llamó su atención. Se acercó cauteloso y listo para desenvainar, pero era sólo un Hollow en forma de lagartija.

Al darse la media vuelta vio un bulto oculto entre las rocas. Era demasiado grande para tratarse de un Arrancar, pero no lo suficiente como para ser un Adjuchas. Dio un paso en su dirección y el bulto tembló ligeramente. ¿Podía ser…?

-¿Nelliel?

Grimmjow jaló la tela que lo cubría y casi se fue de espaldas cuando la vio. Era una niña pequeña y dos figuras más. La niña tenía cabello corto y de color verde turquesa, su máscara la llevaba en la cabeza, y la forma era bastante similar a la de un carnero, excepto que estaba rota. La cicatriz recorría toda su frente y hasta el puente de la nariz, en la cual descansaba un estigma rosado de lado a lado. Las similitudes eran sorprendentes. ¿En serio era Nelliel? ¿Por qué era una niña? ¿Qué demonios había pasado?

Miles de emociones revolotearon en su interior mientras procesaba la información. Después de tanto buscarla por fin había dado con su paradero y no había imaginado que esa sería la forma en la que la encontraría. Una niña. ¿Dónde estaba la poderosa Tercera Espada?

-Nelliel…

Grimmjow extendió la mano hacia ella para tocarla, tenía que asegurarse de que fuera real. Pero antes de que lo hiciera, Nell pegó un chillido ensordecedor que lo hizo retroceder.

-¡AAAAAAAAHHHHHH! ¡CORRAN!

-¿Pero qué…?

Las dos figuras que la acompañaban, sus fracciones, saltaron el arbusto y pasaron por encima de él. Grimmjow no cabía de asombro.

-¡Nelliel! ¡Espera! ¿En serio eres tú?

La niña y sus fracciones ya se estaban alejando a toda velocidad. Grimmjow se recompuso como pudo y salió corriendo detrás de ellos.

Nell miró hacia atrás mientras corría y volvió a gritar.

-¡AHÍ VIENE! ¡ES GRIMMJOW! ¡ES EL SEXTAAAAAA!

Grimmjow utilizó el sonido para alcanzarla. ¿Qué demonios estaba pasando? Era obvio que sabía quién era, ¿por qué no se detenía? Parecía que le tenía miedo.

-¡Nelliel!

Estiró el brazo para jalarla de la capucha y en un instante sintió un golpe en la muñeca.

-¡Quita tus asquerosas garras de Nell, muchacho!

Grimmjow se detuvo y por suerte Nelliel también. El que lo había golpeado era un Arrancar con una máscara que simulaba la cabeza de un escarabajo. Reconocía esa voz, era una de las fracciones de Nelliel, aunque su apariencia era ligeramente distinta.

-¿Pesche?

La fracción se congeló al escuchar su nombre. Se inclinó lentamente para hablarle a Nell al oído y entonces gritó:

-¡CORRAN!

Los tres salieron corriendo nuevamente. El otro del grupo era Dondochakka, que gritaba despavorido. Grimmjow ya había tenido suficiente de todo aquello. Utilizó el sonido una vez más para bloquearles el paso.

-Alto ahí.

Nell, Pesche y Dondochakka lo miraron con terror. Grimmjow no podía quitarle los ojos de encima a Nelliel, estaba tan cambiada. ¿Y qué era esa maldita actitud? Nelliel era una mujer hecha y derecha, no una chiquilla impulsiva y llorona.

-¡Por favor, no nos lastimes! -chilló Nell.

Dondochakka y Pesche se arrodillaron al lado de ella y levantaron las manos en señal de rendición. Grimmjow estaba mudo.

-Tch, no voy a hacerles daño -exclamó-. Sólo quiero hablar contigo.

-¡Te lo suplico!

-Oye…

-¡Por favor! ¡No sabemos nada!

-Escucha…

-¡Y no volveremos a cruzarnos en tu camino!

-Yo sólo…

-¡Waaa! ¡Ten piedad!

-¡Deja de lloriquear! -gritó Grimmjow exasperado.

Nell cerró la boca y lo miró con los ojos como platos. Grimmjow supuso que gritarle de esa forma no había sido buena idea, pero ya se estaba cansando.

-Necesito que me dejes hablar. Sólo escucha, ¿sí?

Nell no respondió. Grimmjow tomó una profunda inhalación.

-¿Por qué estás…?

-¡Super ataque coordinado! -gritó Pesche.

Nell, Pesche y Dondochakka se lanzaron hacia Grimmjow con el puño en alto. El Espada los esquivó sin esfuerzo alguno y suspiró. Con el mango de su zanpakutou golpeó a Dondochakka y a Pesche justo en la frente para dejarlos fuera de combate. Ambos cuerpos cayeron al suelo, uno a cada lado de Nell.

-Maldita sea -exclamó agarrándose el puente de la nariz para reunir la poca paciencia que le quedaba-. ¿Ya estás contenta? Mira lo que estos idiotas me obligaron a hacer.

Nell pasó saliva pesadamente, no quería hacerlo enfadar.

-¿Por qué estás aquí? ¿Acaso no me reconoces? ¿Qué fue lo que pasó? -preguntó Grimmjow.

-E-Eres G-Grimmjow Jaggerjaquez, S-Sexta Espada -tartamudeó Nell.

Grimmjow sacudió la cabeza. No, eso no era lo que esperaba oír. No la información superficial, sino todos los recuerdos que tenían juntos, su relación, su vida en Las Noches. De alguna forma la niña se veía tan desconcertada…

-¿Sabes quién eres?

-¡Nell es Nell!

-Eres Nelliel Tu Odelschwanck, Tercera Espada.

-¿QUÉ? ¿NELL UNA ESPADA? -gritó la niña sorprendida.

-Sí. Hasta hace poco solías vivir en el castillo. Tú y yo estamos…

-Este hombre está más loco que una cabra -Nell le susurró a Pesche pensando que Grimmjow no la había escuchado. La fracción asintió repetidas veces.

-¡No estoy loco! ¡Estoy diciendo la verdad! Necesito que vuelvas conmigo.

-¿Volver a dónde? Nell vive aquí -exclamó la niña con espanto.

-No. No, tú vives en Las Noches. Eres una Espada.

Grimmjow se arrodilló frente a ella con expresión suplicante. No tenía ni idea de lo que le había pasado, pero no iba a darse por vencido. Agarró la mano de la niña y la sostuvo entre las suyas.

-Nelliel…por favor…

Nell zafó su manita y le dio un golpe en la mandíbula desde abajo con el puño cerrado.

-¡Pervertido! ¿Cómo te atreves a tocar a una dama?

Grimmjow se sobó el golpe sin poder creer lo que le decía. A esas alturas no sabía qué más hacer. Nada de lo que le dijera la haría cambiar de opinión.

Entonces tuvo una idea.

-Puedo probarlo.

-¿Ah?

-Puedo probar que solías ser una Espada. Necesito que vengas conmigo a Las Noches.

-¡Nell no irá a ninguna parte! -gritó Pesche a la defensiva.

-Ustedes dos también vienen -sentenció Grimmjow.

Nell pareció pensarlo un momento.

-De acuerdo, iremos contigo, pero con una condición.

Continuará…