Peace could be an option
Capítulo 74
Edie apretó sus manos con fuerza, segura de que debía decir algo ante el irresponsable anuncio de su hermano, pero no lograba encontrar su voz. ¿Qué se suponía que dijera? Acababan de regresar luego de pasar un par de días en Alberta por navidad y pronto comenzarían las clases del trimestre de invierno. Tenían planeado lo que harían en los siguientes días para un regreso tranquilo a la rutina universitaria, buscando que nada los pudiera distraer: Pagar cuentas, limpiar a fondo el departamento y llenar el refrigerador. Un viaje al extranjero no estaba en la lista de pendientes que acordaron.
―Fue bueno que no dije nada cuando estuvimos en casa, mira cómo te has puesto ―comentó Darryl. Pensaba tomar una oportunidad de viajar al Cairo como asistente voluntario para un grupo de médicos de una ONG.
―No puedes.
―Es sencillo, hasta tengo el pasaje.
―¿Las clases? No puedes perderte dos semanas de clases.
―Puedo recuperarme cuando regrese. Los profesores saben, fui a explicarles en persona.
―Es…
―¿Brillante?
―¡Ridículo! ―dijo ella, elevando la voz―. Sé que tienes planes e ideas raras, pero si quieres una oportunidad para entrar a medicina necesitas tener buenas calificaciones.
―No hay manera que pueda competir sólo enfocándome en las calificaciones. Te aseguro que sé que necesito mantener un mínimo, y pienso mantenerlo, pero hay otros aspectos que consideran donde puedo crear ventaja.
Darryl sonrió, sabía que estaba optando por un camino que dejaba muy poco espacio para errores. Sin embargo, consideraba que su futuro como doctor se tambalearía aún más si decidía confiar en la ruta tradicional, él no era un estudiante modelo.
―Mamá va a matarte… incluso creo que hasta papá va a tratar.
―Por eso mismo no planeo decirles nada hasta el día anterior a mi vuelo.
―Sabes que son capaces de ir a buscarte al Cairo.
―Mamá va a empezar a dictar clases y no hay forma que deje que papá se tome un avión, no quiso ni arriesgarse a que cruzara la frontera para traernos.
―Pero… ¿Tu trabajo? No te van a dar vacaciones por dos semanas.
―El alquiler de videos va a estar en periodo bajo ahora que empiecen clases, ya sabes cómo es ―respondió. Muchos estudiantes comenzaban el ciclo tratando de enfocarse en sus estudios, pero al par de semanas esos intentos acababan―. Y en RadioShack voy a hablar con mi supervisor, con suerte podemos acordar algo, no es que quiera que me pague por los días que no voy a estar.
Edie apretó los labios, nada de lo que su hermano le dijera la iba a convencer de que era una buena idea. A diferencia de Darryl, ella le tenía alergia a la espontaneidad, un viaje como el que él estaba por hacer era algo que le tomaría a ella un año de planificación. Además, el avisarle con tan poco tiempo cambiaba también la situación en la que viviría por las semanas que estuviera sola, sin darle tiempo para asimilarlo.
―No se te vaya a ocurrir avisar en casa dejando un mensaje en la contestadora, vas a explicarles bien, no quiero que terminen llamándome a mí ―exigió Edie, su hermano iba a irse de viaje sin importar qué le dijera, pero no pensaba ser ella la que tuviera que explicarlo.
Darryl chasqueó la lengua, tenía pensado llamar a la hora que sabía no estaban en casa. Pese a esto, y ante la mirada penetrante de su hermana que esperaba una respuesta, asintió. De cualquier manera, no podía desaparecerse sin decir nada, en caso algo sucediera con Edie. Phil aún vivía en la ciudad y podía actuar de número de emergencia, pero había aceptado un cambio a una academia gubernamental y eso ocupaba muchísimo de su tiempo, sin contar lo difícil que era comunicarse con él.
. .
Edie fue la primera en salir del aula, iba a paso acelerado y con la mirada baja, apretando contra su pecho un par de libros. Su hermano había partido el fin de semana y pese a que trató de calmarla no había manera de convencerla de que iba a poder ponerse al día, tenía miedo de que le fuera a ir mal y acabara reprobando. Así que contra todo lo que su instinto le pedía, tomó coraje para ir a las clases de Darryl a tomar notas para él, al menos las que no se cruzaban con su horario. Serían dos semanas, podía soportarlo, sólo debía seguir evadiendo a la gente que trataba de hacer conversación, estaba demasiado nerviosa como para siquiera intentar socializar.
Nadie había cuestionado o juzgado su presencia en clase, pero estaba segura de que el salón entero se la pasó observándola, probablemente por no haber asistido la primera semana de clases. Debían pensar que era una mala estudiante, alguien que se estaba colando sin matricularse o una tipa rara siguiendo a un chico.
Su velocidad no disminuyó cuando comenzó a caminar con dirección a la biblioteca principal, ese día tenía un turno de cuatro horas antes de que comenzaran sus clases reales. El clima frío de enero comenzó a molestarla, en su apuro no se colocó el gorro ni los guantes, pero ya estando a mitad de camino no valía la pena detenerse.
―¿De quién estamos huyendo?
La pregunta la sobresaltó y dejó caer los libros. Se calmó casi de inmediato cuando notó a un joven conocido, vistiendo su usual gabardina, en el proceso de recoger todo lo que había botado al suelo.
―Gracias ―dijo ella, notando la curiosidad en los ojos rojos del joven.
―No pensé que tuvieras clases a esta hora.
―No tengo ―respondió frunciendo las cejas, aprovechando que se detuvo para colocarse el gorro y los guantes que llevaba en la mochila―. ¿Cómo es que sabes mi horario?
―Está en la puerta del refrigerador, justo al lado del horario de tu hermano.
―No deberías husmear en casa ajena cuando te invitan a cenar.
―La próxima vez no me ofrezco a lavar los platos.
Edie iba a decirle algo más, pero notó que estaban llamando un poco la atención. El encuentro no fue tan aparatoso, pero los ojos con iris rojo intenso sobre un fondo negro del joven resaltaban incluso a la distancia. Era reconocible que se trataba de un mutante y aunque no había hostilidad abierta en la ciudad, no era inusual que en algunos momentos se sintiera un ambiente incómodo.
―Tengo que llegar a la biblioteca ―dijo, haciendo un ademán para que comenzaran a moverse―. Seguro que tú también tienes cosas que hacer.
―No realmente ―replicó, sin devolverle los libros e incluso atreviéndose a quitarle la mochila para empezar a caminar, adelantándose unos pasos.
―¡Remy! ―Edie levantó un poco la voz para quejarse, pero distinguió a un hombre de mediana edad, observándolos con intensidad, comenzando a acercarse. Sin pensarlo más alcanzó al muchacho y decidió caminar a su lado―. Debes tener cuidado, nunca sabes dónde hay un loco que decida que como eres mutante y me estás hablando quieran lanzarte una piedra.
―Tú también eres mutante.
―Pero nadie lo imagina con sólo mirarme.
Remy dirigió la mirada hacia atrás y le dedicó una sonrisa al hombre que los observaba, incluso alzó la mano a modo de saludo, pero la muchacha lo obligó a acelerar el paso y doblar en una esquina.
―Entonces, qué haces asistiendo a clases fuera de tu horario de clases ―preguntó él, volviendo al tema previo. Le importaba muy poco lo que un transeúnte descontrolado pensara y menos lo que quisiera hacer, podía manejarlo.
―Tomando notas para Darryl.
―Vaya que eres una buena hermana.
―¿Puedes devolverme mis cosas e ir a hacer lo que sea que tengas que hacer? ¿No trabajas?
―No trabajo en horarios fijos y ya te dije que no tengo nada que hacer ahora. Podría hacerte compañía, prometo no hacer ruido.
―Voy a estar trabajando ―replicó ella y desvió la mirada―. Aunque es una biblioteca, no puedo prohibirte que entres.
. .
Con las llaves del departamento en la mano, Edie giró la cabeza y posó la mirada sobre Remy. Soltó un suspiro cansado, el joven estuvo rondando la biblioteca sin hacer ruido durante su turno de trabajo y luego la acompañó a su clase. No se suponía que acabara invitándose a cenar, menos sin su hermano presente.
―¿Necesitas ayuda? ―preguntó él, con una sonrisa divertida―. Estos edificios remodelados suelen tener problemas con las puertas.
―No, todavía estoy pensando si debo dejarte entrar o no.
―Me ofendes ―replicó de forma dramática―. Hasta me tomé el trabajo de comprar la cena. ―Remy extendió la bolsa de comida para llevar frente a él, dejando que los olores a especias y condimentos escaparan―. La comida del sur es deliciosa, es increíble que no la hayas probado hasta hora, debemos remediar eso.
―La comida puede entrar, eres tú el que me hace dudar.
―Tu hermano confía en mí lo suficiente como para haberme invitado en par de veces.
―Darryl no mide las consecuencias de lo que hace más allá de dos días en el futuro ―replicó, pero decidió abrir la puerta e invitar a Remy a que pase―. Si haces algo raro…
―Lo sé, lo sé. Aunque me muero de curiosidad por ver más de lo que puedes hacer con tu poder.
―¿Cómo fue que conociste a mi hermano? ―cuestionó ella luego de cerrar la puerta.
―Alquilando una película, estaba tratando de conseguir algo para entretenerme, pero el que atendía casi se desmayó al verme ―respondió, dejando sobre una mesa la comida y girando para observarla con sus ojos rojos―. Tu hermano acababa de terminar su turno, pero se acercó ayudar y como estaba de salida terminamos hablando un poco.
―¿Y decidieron volverse amigos mutantes?
―El tema no salió hasta unos días después cuando nos volvimos a cruzar, bueno de que él era, lo mío es más obvio. Ese fue el día que te conocí, creo que Darryl estaba esperando a que salieras de clase.
―Suele esperarme cuando salgo y es tarde.
―¿Miedo a la gran ciudad? No deberías, vives cerca del campus.
―Hay mucha gente extraña en las noches, no vale la pena tentar suerte.
―¿Yo sería una de esas personas extrañas?
―Sí.
―Para ser una chica tranquila no tienes mucho problema en ofender a otros.
―No pareces ofendido ―replicó Edie, desviando la mirada―. Hay que servir la comida antes que se enfríe.
―Tengo una duda ―soltó Remy luego de que se sentaran a comer―. Viendo que tienen fotos familiares y regresan a casa en los feriados es obvio que tienen buena relación con sus padres. ―Edie frunció las cejas, pero se quedó en silencio esperando a una pregunta―. ¿No habrán atendido por casualidad a una de las escuelas para mutantes? Esas donde los padres emocionados mandan a sus hijos. ―El asunto era más complejo, los alumnos solían encajar en dos grupos, el mencionado con padres interesados y el extremo opuesto, con jóvenes abandonados por ser diferentes.
―¿Escuelas? Yo sólo sabía de una. ―La pregunta la tomó por sorpresa―. Pero no, fuimos a colegios normales.
―Charles Xavier, escuela para jóvenes talentos ―dijo Remy casi como si el nombre mereciera una burla―. La Academia de Massachusetts al menos tiene un nombre más normal.
―Esa no la conocía.
―La directora es una rubia bastante atractiva, es un punto de venta que maneja bien, al menos si hay que elegir entre directores telépatas ―explicó Remy, riendo un poco.
―¿Frost? ―susurró Edie.
―Sí, Emma Frost. ¿La conoces? ―A Remy le costó no mostrarse sorprendido e interesado.
―He escuchado de ella, aunque no sabía que tenía una academia para mutantes. ―Hablar sobre los viejos conocidos de su papá no era inteligente y lo sabía, pero el nombre de Frost se le escapó―. La comida no está mal ―agregó, tratando iniciar un cambio de tema―. Aunque pensé que serían cosas como langostino, no pollo y cerdo.
―Para la próxima vez será. Quizás te atrevas con carne de caimán ―bromeó, pero notó que no se vio asqueada―. Estaba esperando que te negaras.
―¿A comer contigo?
―No, la carne de caimán.
Edie iba a explicarle que en casa de sus abuelos había probado carnes inusuales, claro no tanto como la de un reptil, pero más allá de los tres o cuatro animales comunes del supermercado. No tuvo oportunidad ya que la puerta sonó de forma estrepitosa y una voz femenina comenzó a llamar a Darryl.
―Suena molesta ―comentó Remy, notando que Edie se puso de pie―. ¿Vas a abrirle?
―Para decirle que mi hermano no está, no quiero que moleste a los vecinos.
Edie no tuvo oportunidad de decir una palabra, en cuanto abrió la puerta una muchacha un poco mayor de ella, de cabello muy voluminoso, se abalanzó al interior del departamento.
―¿Y tú quién eres? ―La voz femenina retumbó al instante―. ¡Darryl!
―No está.
―¿Y quién se supone que eres? ―cuestionó nuevamente, pero no permitió que Edie le respondiera―. Eres la del fondo de la clase de la que los chicos estaban hablando.
La idea de que alguien la había notado provocó que Edie se quedara en silencio, imaginando qué cosas podían haber estado hablando de ella.
―Tiene que ser una broma, ¿está saliendo contigo? Necesitas irte y buscarte a otro ―soltó la muchacha de forma acalorada, casi incapaz de pronunciar las palabras sin que su lengua se tropezara con la siguiente palabra.
―Darryl nunca mencionó una novia ―dijo Edie, tratando de entender qué estaba ocurriendo.
―Bueno, ya lo sabes, así que lárgate.
La voz elevándose lo suficiente como para ser un grito en todo sentido terminó por provocar que Remy se acercara a la puerta. La sola presencia del joven de ojos rojos bastó para que la muchacha se callara.
―Espera, ¿tú quién eres? ¿Esta es la casa de Darryl no?
―Lo es, de él y su hermana ―respondió Remy, señalando en dirección a Edie.
La muchacha abrió los ojos con sorpresa y se llevó las manos a la boca por instinto.
―Lo siento tanto, no sabía…
―Cuando Darryl regrese le puedo avisar que pasaste a buscarlo.
―Ha sido un malentendido ―dijo la joven en un tono más tranquilo―. Podría esperarlo y explicarle en persona ―ofreció.
―No creo que quieras esperar por dos semanas.
La muchacha mordió su labio y observó con cierto recelo a Remy, quién para esos momentos ya estaba casi al costado de Edie. Sin más que unas rápidas disculpas al aire se retiró de forma tan tempestuosa como apareció.
―Creo que la gente extraña que te preocupa está infiltrada en tu campus ―bromeó Remy al ver a Edie cerrar la puerta y negar con la cabeza.
Notas de autora: Y estamos en enero de 1983, empezando clases de invierno para Edie (Y en teoría Darryl) Lo que sigue ya es Apocalipsis, que toda la película ocurre en este mes, en un par de días. Lo expandí un poco por que necesito dejar bien explicado dónde está cada quien ya que andan dispersos y hay algunos personajes secundarios que van a aparecer y no quiero tener que lanzar explicaciones largas.
¿EdiexGambito? O prefieren un ¿EdiexPhil? Erik es mil veces team Phil si es que se viera obligado a escoger. No es que me vaya a expandir ni nada de eso, es la historia de Erik y Abby, pero me deja esa sensación de que habría mucho que contar por ahí.
Para mi Gambito escogí a Gaspard Ulliel, quien lamentablemente falleció a inicios del 2022, pero que creo hubiera podido hacer un buen papel.
