El fuerte graznido de las gaviotas cercanas al puerto sumado a los intensos rayos del sol sobre su cara lograron despertarlo. A medida que lograba abrir los ojos podía reconocer cada parte de su cuerpo dolorida. Se removió y experimentó aún más dolor cuando comenzó a levantarse del suelo.
Una vez que estuvo parado, miró a su alrededor todavía desorientado y, cuando visualizó el gran tanque de agua, los recuerdos regresaron a él lentamente. No podía recordar mucho de lo que había sucedido la noche anterior, pero sí estaba seguro de que había recibido una buena paliza. Para su próximo encuentro debía tener más cuidado con su poderosa contrincante. No debía subestimar la fuerza adquirida por aquellos a quienes infectaba el simbionte.
Soltó una maldición cuando el dolor se concentró en su zona lumbar al tiempo que regresaba a su departamento.
Una vez allí recibió un mensaje en su móvil que correspondía a Stark.
De Tony Stark:
Tengo información para ti sobre Flash, pero debemos reunirnos para charlar. Te espero en mi torre a la noche.
Apagó el móvil mientras se recostaba sobre el sofá. Sintió dolor por distintas zonas de su cuerpo, pero al menos podía moverse. Llegó a la conclusión de que no debió ser tan compasivo con su rival, menos aun tratándose de alguien quien estaba bajo las intenciones del simbionte y que además pudo haber asesinado a su amigo. Todavía podía recordar la fuerza demoledora y la resistencia que había adquirido mientras avanzaba el combate. Se preguntó qué clase de mujer podría llamar así su atención amenazando a civiles inocentes.
Abrió los ojos. En algún momento debió haberse dormido. El atardecer se vislumbraba por la ventana y recordó que tenía una reunión pendiente. Era mejor no hacer esperar a Stark.
Mientras se dirigía hacia la torre, para su alivio los dolores físicos habían desaparecido por completo.
—Dime lo que sepas, por favor —pronunció entrando por un ventanal.
Tony se sobresaltó y manchó con whisky su prolija camisa blanca.
—Tengo tres cosas para decirte… No me gusta que me interrumpan, no me gusta que ingreses así de la nada y…
—Lo siento por lo del otro día.
—Por favor, agradecería no más interrupciones... Tres, no asesinaron a Flash Thompson.
—Entonces, ¿cómo pudo haber muerto?
—De eso se ocupará S.H.I.E.L.D., pero tú ya sabes la amenaza que significa ese simbionte. Lo encontraremos y le arrancaremos el simbionte de su cuerpo para así saber de quién se trata. Si opone resistencia... Peter, tú y yo sabemos que lo que menos necesitamos es problemas… De alguna u otra manera tendremos que sacar al simbionte de su cuerpo, y tú, mi querido amigo, colaborarás.
—Desde cuando te volviste tan oscuro, Stark.
—¿Oscuro yo? ¿O esa cosa allá fuera? —preguntó impaciente.
—Está bien, te ayudaré. Vi su fuerza y vi lo que es capaz de hacer.
—¿Te encontraste con él? —cuestionó entornando los ojos.
—Sí. Tuvimos una pelea.
—Ya veo. Entonces sabes exactamente qué hacer con él. Cuando puedas, tráenoslo. No —rebatió sus palabras con la velocidad propia de un gran estratega—, mejor espera, lo planearemos bien. Le realizaremos una emboscada. Tú lo atraerás mientras un helicóptero de S.H.I.E.L.D. te escoltará encubierto. Avísame cuando estés listo.
Tony palmeó su espalda conforme con el plan que había maquinado en cuestión de segundos. Peter rechazó con amabilidad el whisky que le había ofrecido y regresó a su departamento.
Meditaba sobre las últimas palabras de Tony. Ese simbionte constituía una verdadera amenaza ya que, de no ser por su intervención, podría haber arrancado el tanque y haber vaciado miles de litros de agua sobre las calles de New York. Significaba un grave peligro, desconocía sus intenciones y había que detenerla.
