Capítulo 8

La noche aún era temprana y esperaba que no hubiera demasiados empleados trabajando cerca. Cuando ingresó por una ventana entreabierta, se dijo que acabaría con aquel asunto en menos tiempo del que precisaba.

Gwenom entró sigilosa, ocultándose de las cámaras y cubriéndolas con espesa telaraña negra. Se dirigió con cuidado hacia las oficinas de genética tal como lo había planeado. Según sus memorias, sabía que allí encontraría material más que suficiente para evaluar su contenido sanguíneo.

Cuando estuvo en una de las habitaciones adecuadamente equipadas para el fin que pretendía, todos sus sentidos entraron en calma. «Quizás aún habría tiempo» pensó mordiendo su labio y enlazando una banda de goma alrededor de su brazo. Cerró la mano en un puño y pinchó con la aguja justo en la localización correcta. Extrajo una muestra de sangre a la cual la dispuso en un tubo de ensayo. Lo tapó y luego iba a repetir el mismo procedimiento.

—¡Tú! —interrumpió una voz que llenó toda la habitación. Al instante, el tubo de ensayo resbaló de sus manos haciéndose añicos en el piso—. ¿Qué haces invadiendo mi propiedad?

Era Spiderman.

¿Cómo había podido ser tan ingenua? Ocultarse de las cámaras no significaría nada para él, ya que contaba con su sentido arácnido siempre en alerta. ¿Pero cómo era posible que él estuviera allí justo en ese momento? Su sola presencia debió de alertarlo. Al menos, le quedaba el otro tubo de ensayo con su sangre.

—¡Alto! —amenazó Spiderman.

Gwenom se movió ágil, pero no lo suficiente como para evitar que Spiderman lanzara su telaraña y capturara el tubo de ensayo con la sangre de Gwen. La sangre le hirvió en las venas al observar cómo lo guardaba en su cinturón de chismes.

—¡Stark! ¡Manda el helicóptero de S.H.I.E.L.D., ya! —profirió de pronto a una especie de brazalete intercomunicador.

«¿S.H.I.E.L.D.?» se preguntó Gwen, quien valoraba que a estas circunstancias alcanzadas su situación sólo empeoraría. Los refuerzos, quizá numerosos, no tardarían en llegar y acaparar todo el establecimiento. Lo único que necesitaba era esa muestra.

Sin más preámbulos se lanzó hacia Spiderman. Ya le había dejado inconsciente una vez y no dudaría en volver a hacerlo con tal de recuperar esa valiosa muestra. Si no podía investigarla aquí, tal vez en otro lugar sí podría hacerlo.

Le persiguió con el corazón latiendo frenético en el centro de su pecho. Su única posibilidad se le escapaba de las manos, como se escapaba Spiderman rumbo a la azotea. Menos mal que contaba con su súper agilidad ya que temió perderle en el camino. Él estaba en su complejo y era lógico que lo conociera como la palma de su mano.

Comenzó a forcejear con él en el centro de la azotea. Trataba por todos los medios posibles de que sus manos no alcanzaran el tubo de ensayo de su cintura. Ella tenía que administrar bien sus golpes, pues sólo con uno podría noquearlo. Pero la creciente necesidad de arrebatárselo era más poderosa.

—¡Apresúrense! —consiguió gritar en su brazalete.

—Cobarde —soltó Gwenom.

Spiderman lucía vulnerable y hasta parecía temerle. Se había vuelto demasiado dependiente de sus compañeros.

—¿Por qué entras a mis instalaciones? —preguntó empleando casi toda su fuerza con tal de sostenerla de sus muñecas.

Gwenom se dejó inmovilizar observando cómo la agitada respiración de Spiderman hacía que su pecho subiera y bajara. Estaba demasiado cerca y sabía que él no resistiría mucho más. Por lo tanto y sin contestar, zafó una de sus manos y le rasgó el abdomen. Un quejido escapó de él y afirmó admirable cuan valiente era. La sangre carmesí goteaba de su mano mientras que él no se daba por vencido y continuaba luchando hasta la última de las consecuencias.

—¡Responde! —repitió—. ¿Por qué entras a mis instalaciones?

Su determinación era implacable. Ella continuaba forcejeando con tal de arrancarle la muestra hasta que un ruido lejano se hizo cada vez más presente. Un helicóptero de S.H.I.E.L.D. se apareció frente a ellos.

Una luz intensa proveniente del vehículo aéreo la cegó por un momento. Para cuando recobró bien la vista, observó que la puerta corrediza se había abierto y en ella dos agentes les apuntaban. «A ella» se corrigió Gwen. Tragó saliva cuando sintió la mira láser recorriéndola desde los pies hasta la cabeza. Ese haz de luz rojo que se proyectaba correspondía sin dudas a un rifle de francotirador.

—¡Retenla en esa posición! —pidió el que la apuntaba con el arma.

Gwenom se sintió indefensa y presa del pánico. Su resistencia había disminuido y ello le otorgaba ventajas a Spiderman, quien ahora ejercía mucha más fuerza que antes. El agente hizo algún tipo de seña hacia su compañero y luego se acomodó con el arma para disparar.

Cerró los ojos cuando oyó el estruendo producto del disparo, sin embargo, se encontró volando por los aires. Aterrizó comprobando si estaba herida y suspiró de alivio.

Quien no se encontraba nada bien era Spiderman. Cuando se acercó hasta él, lo comprendió todo. La había empujado metros atrás recibiendo el impacto del disparo. Se encontraba de rodillas, sujetando su hombro y aplicando presión a su herida. Lo miró durante unos instantes que le parecieron eternos.

—¿Por qué? —escapó de sus labios en apenas un susurro.

Peter, quien se encontraba detrás de ese traje, se había sacrificado por ella.

La mira láser reapareció y ambos fueron iluminados por las luces cegadoras del helicóptero. El agente se disponía nuevamente a disparar.

—¡Huye! —gritó Spiderman con lo último que le quedaba de fuerzas para luego caer desplomado.

Gwenom no lo pensó más veces y huyó del lugar. Pronto se fundió con la noche y desapareció por completo de la vista del helicóptero.