A pesar de la elaboración del suero y de su posterior aplicación, todavía continuaba avanzando con sus estudios sobre el simbionte. Sobre la mesa, había muchos informes teóricos y estadísticos sobre la evolución de esa pequeña muestra de sangre de Gwen. Incluso, permanecía ese recipiente con el simbionte. Él tecleaba velozmente en su ordenador cuando uno de sus colaboradores ingresó en su despacho.
—Señor Parker, está Tony Stark en la recepción. Dice que espera tener una reunión con usted.
—¿Stark? —había olvidado por completo a Tony.
—Efectivamente —dijo la secretaria.
—Bueno, envíalo. Lo recibiré aquí.
Era la primera vez que tenía novedades de Tony desde hacía muchísimo tiempo. ¿Tendría nueva información con respecto al simbionte?
Entró en la oficina con su habitual aire de superioridad y recorriendo con la mirada todo a su alrededor.
—Así que aquí has estado todo este tiempo…
—Por lo menos he estado investigando al simbionte.
—Curioso, muy curioso —se burló—. Después de que le hayas dejado escapar.
—Stark, no empieces con eso.
—Tienes razón. Disculpa —miró de nuevo a su alrededor—. ¿No hay nada de beber aquí? Siento la garganta seca.
—Lo siento. No tengo más que agua para ofrecerte.
—Se te ve bien —cambió el tema—. Por eso he venido, ¿cómo estás? No he vuelto a saber nada de ti. Ni siquiera he vuelto a comunicarme contigo. Todo este tiempo he permanecido preocupado…
—¿Preocupado? —emitió una risa irónica—. He salido en peores condiciones de tu torre, ¿y ahora estás preocupado?
—Vaya, vaya —desvió el tema observando al simbionte—. No recuerdo que me dijeras sobre esto.
Peter se acercó para explicarle.
—Es una muestra que conservé. La tengo desde hace muchos años.
—Muy inteligente de tu parte.
—Aún parece reaccionar ante mí. Observa con atención.
—Todavía responde —se asombró esbozando una sonrisa—. Ten cuidado y trata de mantenerlo alejado de ti. No vaya a escaparse —palmeó su hombro repetidas veces—. No queremos más simbiontes de los que ya hay.
Ambos fingieron una sonrisa mientras la conversación quedaba concluida. Stark se marchó de Industrias Parker más pronto de lo que Peter pensó que duraría su estadía.
Tiempo después de haber pasado casi toda la tarde investigando alguna forma de extraer al simbionte de Gwen sin causarle daño físico, Peter se dirigió a visitarla. Cuando llegó a su encuentro, ella le sonrío despertando sentimientos que creía olvidados.
—¿Cómo te encuentras?
—Aparentemente, bien.
—Es cuestión de que el suero entre en efecto. Todo esto pasará pronto. Estoy buscando la forma de que sobrevivas sin el simbionte.
—Gracias por todo lo que haces por mí.
Sintió una molestia pasajera en el cuello, pero disimuló y resistió el picor.
Pasar tiempo con Gwen valía la pena. ¿Pero a quien quería engañar? Tenían muchas cosas en común y demasiado pronto habían vuelto a convertirse en buenos amigos. No podía evitar sentirse atraído por ella y reconocía que siempre había algo más, alguna especie de confianza mutua. No sabía quién daría el primer paso en este juego seductor y silencioso que se había establecido entre ellos. A veces, sentía que no podía ocultar más sus sentimientos cuando reconocía el evidente interés en su mirada. Lo cierto es que, a pesar de los años, todavía añoraba su afecto.
Escuchó un extraño ruido en la lejanía.
—¿Sientes eso?
—Sí —respondió Gwen—. ¿Será algún buque zarpando del puerto?
Su mano se dirigió por instinto a su cuello. Percibió algo sobresaliente que le producía malestar hasta que se lo arrancó. Miró detenidamente aquello en su mano. Era un chip dérmico y alguien lo había implantado allí.
—Estamos en peligro.
—¿Por qué? ¿Qué sucede? —se alarmó Gwen.
—Nos han escuchado. Desde que vine aquí, todo este tiempo. ¡Tenemos que huir!
—No me asustes, Peter.
—Lo digo en serio.
Pero ya era tarde. El ruido pertenecía a un helicóptero de S.H.I.E.L.D. Stark le había tendido una trampa.
Una compuerta del helicóptero se abrió dejando ver a un sujeto armado con un rifle de asalto. Un cosquilleo advirtió a Peter de que dispararía, pero Gwen fue más rápida y le quitó el arma con telarañas. Luego, se distanció para arrancar una aguja del reloj y enviarla directo hacia las hélices del helicóptero. Este comenzó a desestabilizarse y a perder el control hasta hundirse varios metros hacia abajo.
—¿Crees que lo habré derribado? No era mi intención.
Peter agarró sus manos.
—Vámonos —le pidió.
