Battler Ushiromiya, tras ser retado por la bruja Beatrice a un sangriento juego de misterio y ganar, terminó enamorándose perdidamente de esta, al igual que Beatrice de él; así, ambos comenzaron una relación a finales del año 1986.

Pasado un tiempo, la pareja decidió convivir en la isla Rokkenjima, siendo Battler el heredero de la mansión Ushiromiya no hubo problemas y ambos vivieron cómodamente. Pronto, a mediados de 1987, la feliz pareja se casó, la familia de Battler así como las amistades mágicas de Beato acudieron a la hermosa boda que se celebró.

Tanto las brujas como la familia de Battler, tras la ceremonia, preguntaron constantemente a la pareja "¿Cuándo piensan tener hijos?". Aquella pregunta fue la que luego en la noche de aquel día conversaron; decidiendo intentarlo, pues ambos querían una gran familia, con varios hijos a quienes cuidar, amar y educar.

Esa noche, una cansada pero satisfecha Beatrice se recostó al lado de su ahora marido, esbozando una gran e inocente sonrisa, puso una mano sobre su vientre y pensó "Mi hijo o hija, tu padre y yo te amaremos por siempre."

Pasaron los días, Battler estaba aterrado de tener que soportar los vómitos, los cambios de humor y los raros antojos que una embarazada presentaba. Pero ninguno de los síntomas llegó, ni esa semana, ni al siguiente mes, es más, Beato tuvo su regla con normalidad. Beato era un apodo cariñoso hacia Beatrice, usado por familiares y algunos amigos.

Pensando que solo fue mala suerte, la pareja lo volvió a intentar, pero ningún síntoma se presentó. Lo intentaron una vez más, pero el resultado fue el mismo. Preocupados, ambos consultaron con el doctor Nanjo, el médico de la familia y amigo muy cercano del difunto abuelo de Battler.

El doctor los llevó a su consultorio en bote, una isla no tan aislada como Rokkenjima, una vez ahí, con ayuda de una ginecóloga, examinó a la pareja para determinar el problema. Los resultados fueron devastadores para la pareja.

Battler estaba sano y no tenía ningún problema, Beatrice en cambio, con mucha tristeza Nanjo anunció, era infértil. Aparentemente, los óvulos de Beato tenían errores genéticos, por lo que era imposible que quedara embarazada.

Beatrice cayó en una profunda depresión y temió que Battler la abandonara, por su parte, Battler se esforzó en demostrarle que, a pesar de no poder tener hijos, aún la amaba. Tras convencerla de que no la abandonaría ni en mil años, Beato salió de la depresión, aun sentía una enorme tristeza, pero ahora estaba determinada en hallar una solución.

La pareja, teniendo magia corriendo por sus venas, buscaron soluciones mágicas al problema. Su primera opción era Bernkastel, la Bruja de los Milagros, pero no se llevaban bien con la bruja y era mejor no molestarla ya que era muy impredecible. Consultaron con su amiga, Lambdadelta, la Bruja de la Certeza, pero les dijo que no podía ayudarlos, ningún esfuerzo, por más grande que fuera, curaría a Beato.

Así, ambos se rindieron, pensaron en adoptar a un niño, pero ninguno de los niños de ningún orfanato convenció a la pareja. Temiendo que Beato volviera a deprimirse, Battler decidió darle como regalo de aniversario, sí, ya había pasado un año desde la boda, un viaje en pareja a Reino Unido.

El regalo le gustó mucho a su esposa, así que ambos empacaron sus maletas y tomaron un vuelo al país europeo. Al ser magos, pudieron simplemente aparecer en aquel lugar, pero quisieron tomárselo con calma.

Al llegar, se dispusieron a visitar varios lugares turísticos tanto normales como mágicos. Visitaron a los druidas de Stonehenge, fueron al Museo Británico de Historia, así como al Ministerio de Magia Inglés, querían ver qué tan diferente era al Ministerio Japonés. Por suerte, y tal como Battler dijo, el hecho de que ella era rubia de piel clara con ojos azules y él era pelirrojo con piel bronceada y ojos también azules, se mezclaban fácilmente con la multitud y los muggles, así era como los ingleses llamaban a los no-mágicos, nunca se daban cuenta si desaparecían o no, lo que les facilitó mucho visitar lugares mágicos.

Ya había pasado una semana desde que habían llegado, y todavía les quedaba otra semana de vacaciones, la pareja estaba despertando en su habitación del hotel, cuando sintieron un fuerte tirón en su magia. De inmediato, desaparecieron en una nube de mariposas doradas y aparecieron en lo que parecía ser un barrio residencial en algún lugar de Inglaterra.

Vernon Dursley estaba teniendo un muy mal inicio del día, la noche anterior lo llamaron de su empresa diciéndole que hubo un problema en una de las fábricas y las partes de los taladros que fabricaba tardarían más en llegar, lo que retrasaría los envíos que había pactado con otras empresas. Añadan eso a que su esposa Petunia, en su gran sabiduría, había ordenado al fenómeno que cocine el desayuno para todos, el mocoso de 8 años había intentado pasar los huevos revueltos que había preparado al plato, pero la sartén era muy pesada y terminó tirando toda la comida de la mesa al suelo y rompiendo varios platos.

Todo esto había pasado en su delante, su regordeta cara con bigotes de morsa cambió al color de una berenjena y vio rojo, de inmediato, sacó su cinturón y azotó al niño con todas sus fuerzas, Vernon tenía una reunión importante y un problema que resolver, y por culpa del fenómeno se retrasaría. Azotó y azotó al niño, sus holgadas ropas, que su Dudley tan noblemente había donado al desperdicio de espacio ahora estaban rasgadas y comenzaban a teñirse de rojo.

Los llantos del niño no paraban y Vernon entonces sintió una presión que emanaba del fenómeno, temiendo que su magia le hiciera algo a él o su familia, soltó el cinturón y soltó un poderoso puñetazo contra la cara del chico delgado y de cabello negro, no sin que antes, la presión aumentara tanto que por un momento creyó que se asfixiaría. Pero esta rápidamente desapareció, el gordo hombre soltó un suspiro de cansancio, genial, ahora debía comprar vendas, pomadas y medicinas, otro gasto que aquel malagradecido fenómeno provocaba.

No pasaron ni diez segundos cuando escuchó que alguien llamaba a la puerta.

Mierda, seguro sus gritos llamaron a los vecinos, pensó, aunque se calmó rápidamente, oh bueno, la misma excusa de siempre, mi irrespetuoso sobrino tiró la comida que mi esposa con tanto cariño preparó.

Ante la insistencia de la puerta, Vernon se limpió la sangre que tenía en su mano derecha y apartó a su inconsciente sobrino con el pie para que no fuera visible desde el exterior. Entonces abrió la puerta, topándose con una hermosa mujer rubia de ojos azules con pechos muy grandes, que le hicieron sentir envidia del alto hombre pelirrojo de ojos azules a su lado. Ambos lo miraban con preocupación y cautela.

―¿Sí, que se les ofrece? ―Vernon preguntó con calma. A juzgar por sus ropas, eran de clase alta y tenía que ser educado, ¿quién sabe si podría conseguir dinero si jugaba bien sus cartas?

―Buenos días, somos Beatrice y Battler Ushiromiya ―presentó la rubia―, no quisiera incomodarlo, pero escuchamos unos gritos viniendo de su casa.

―Así es, estábamos pasando por este vecindario cuando escuchamos unos gritos muy fuertes, nos preocupamos porque pensamos que tal vez necesitaba nuestra ayuda ―añadió Battler.

―Lo siento mucho, señores Ushiromiya, era mi sobrino, tiró la comida que mi esposa preparó con mucho amor para él y dijo groserías, tuve que castigarlo ―Vernon se mostró apenado y avergonzado.

―Ya veo ―es todo lo que dijo Beato antes de ver algo que le rompió el corazón y la llenó de furia.

El sobrino de Vernon había recuperado la consciencia y se arrastró por la cocina hasta que fue visto por la pareja. Battler de inmediato empujó al hombre adentro de la casa, la parejo entró rápidamente y la puerta se cerró sola, al mismo tiempo unas cuerdas aparecieron entre mariposas doradas y ataron al hombre a una de las sillas de la cocina.

―¡SON FENÓMENOS IGUAL QUE ÉL! ―Vernon gritó con furia y miedo― ¡AYUDA! ¡AYUDA! ―fue todo lo que gritó antes de Battler lo silenciara con un hechizo

Beato se acercó mortificada al magullado niño, por su parte, el niño de pelo negro, con un gran moretón en la cara y ropas ensangrentadas trató de alejarse de Beatrice, con claro miedo.

―Tranquilo, tranquilo ―dijo Beato suavemente y con dulzura―, ya pasó, ¿cómo te llamas?

―M-Me llamo H-Harry, Harry P-Potter ―dijo Harry luego de unos segundos en una voz tan baja que apenas era más fuerte que un susurro.