El detalle de las flores

"El mundo es mejor porque lo habitáis, y aunque deseo reteneros para siempre, si os perdiera mi vida siempre contendría la alegría de saber que alguna vez fuisteis míos.

" Niños perdidos

El detalle de las flores

Con cuidado, como una varita seca teniendo cuidado de no quebrarse, Harry se sentó en una banqueta. Tomó una respiración profunda y comenzó a quitarse la tierra y piedrecillas de sus lastimadas rodillas.

Unos minutos atrás, había caído un par de veces, cuando su primo y amigos habían comenzado a divertirse; sobraba decir que Harry no encontraba placer alguno al jugar 'cazar a Harry'. Cayó entonces, lastimosamente sobre las flores de la tía Petunia y ahora, de manera más estrepitosa, al evadir a sus cazadores.

Pero finalmente y una vez más, Harry logró escapar, esta vez cuando Harry atravesó la calle, derrapando al casi ser atropellado por un auto. las sonoras risas de los amigos de Dudley sonaron como campana que marcaba el final del juego.

sabía que no lo perseguirían más; su cuota de diversión y energía se había finalmente agotado, además de que pronto anochecería y como los 'buenos' niños de siete y ocho años que eran, todos tenían que estar en sus casas temprano.

Harry se sentó en una banqueta alta para quitarse la suciedad, siseó cuando se dio cuenta de que había sangrado. Suspiró y comenzó con la tarea, no era tan fácil como parecía, la poca sangre que había salido había pegado el pantalón a su rodilla y esta dolía bastante ya que además, algunas piedras pequeñas se le habían enterrado.

Maldijo para sí mismo. Los claveles amarillos y girasoles de la tía Petunia estarían arruinadas, no tanto como él mismo, aunque con suerte, la tía no lo notaría hasta la mañana siguiente.

"¿quieres que te ayude, niño?"

Harry levantó la vista e hizo lo posible por no mostrar su espanto. era el chico de la calle..; o así lo llamaba la tía Petunia, aunque todos sabían que si tenía casa..

si había alguien que la tía petunia detestara más que a Harry, era a aquel chico. Del chico, se sabía fumaba marihuana y se le podía ver vagando por toda las calles de por ahí.

Harry titubeó. Si bien no necesitaba ayuda, y tenía un cierto recelo por el joven, también tenía curiosidad, además de que el muchacho parecía amable, cosa rara en la fingida comunidad.

Harry negó con la cabeza.

"Eso se ve feo." dijo el joven señalando las sangrantes rodillas de Harry.

Y también se sentía así.

Harry comenzaba a sentir el dolor.

"te puedo ayudar a limpiarte, si quieres, mi casa está ahí." el joven señaló al final de la calle donde estaba la casa más pintoresca que Harry hubiese visto hasta ese momento. No sabía que había corrido tanto.

La casa estaba pintada de verde menta por el lado que Harry alcanzaba a ver con más claridad, el frente de rojo, las plantas crecían a su antojo por todas partes, la herrería de las ventanas era de color negro alrededor y azul al centro.

Harry dudó.

El chico sonrió. "No tienes que entrar si no quieres.

Entendía por qué a la tía Petunia no le gustaba, la casa Era desordenada, colorida y cálida; todo lo que la tía detestaba…

"Solo sacaré lo necesario para curarte." seguía diciendo el chico con una sonrisa relajada.

Sin duda, el joven debía estar consciente de las cosas que se decían sobre él.

...las mismas cosas que decían sobre Harry... las mismas cosas erróneas...

Harry asintió.

El chico sonrió más y le tendió la mano; esta vez Harry no dudó.

(***)

Rama Galanthus, así resultó que se llamaba el chico, quien lo dijo con una mueca que decía 'si, ese es mi nombre, ya sé que es un poco raro, pero ¿qué quieres?', le contó en el corto tramo que no había nadie más en su casa por ahora, que su madre era una actriz de teatro, que él tenía 21 años (se veía más joven), que estudiaba arte y que él y su madre eran fanáticos de las plantas silvestres.

y de repente, ahí estaba Harry, frente a una estatua de un gruñón gnomo de jardín.

"Este es Esteban." presentó Rama a Harry. "Harry, Esteban, Esteban, Harry..." y Rama continuó explicando como si nada. "Esteban cuida la casa, puedes esperarme aquí." dijo mientras señalaba el escalón de la casa, a un lado de la fea estatua de gnomo. "No tardaré, solo voy por el alcohol y gasas." se dirigió ahora al gnomo. "No molestes a Harry, es un buen chico; Bien."

Harry, perplejo, se sentó lo más lejos que pudo del gnomo. Este chico, tan amable y raro... la tía petunia lo odiaría por completo; pero no tanto como al gnomo. Por alguna razón la tía los detestaba al punto que un día entró al patio de una vecina para patear a una estatua parecida a esta.

Rama no tardó mucho en regresar, sentarse frente a Harry, limpiarle con mucho cuidado la herida; con una pequeña pinza quitarle las pequeñas piedras incrustadas; pasar la gasa con alcohol y finalmente dejar que se secara y finalmente aplicó un poco de un agua amarillenta que Harry identificó por el olor como ¿té de manzanilla?

Rama rio ante la mirada extrañada de Harry.

"La manzanilla es muy buena para cicatrizar, dejaremos que se seque y luego pondré un poco más. ¿está bien?"

Harry asintió y Rama se sentó a su lado.

"Gracias." finalmente Harry encontró su voz.

"No hay de que." Rama le guiñó un ojo.

Ahora que lo tenía tan cerca, no parecía tan horrible como la tía Petunia lo describía, podría decirse que era hasta atractivo. era muy alto, con cabello negro, aunque más claro que el de Harry, con rastas con hilos azules entre los mechones, le recordaban un poco a los pretzels que tanto disfrutaba el tío; piel bronceada, ojos castaños, y lo que más escandalizaba a la tía Petunia, un arete en la oreja derecha, que ahora que Harry lo podía ver, era un signo de interrogación.

Harry sonrió. Rama no era el delincuente de pesadilla que la tía Petunia describía.

"Se está haciendo tarde, ¿quieres que te acompañe a tu casa?" Rama rompió el tranquilo hechizo.

Algo debió haber visto Rama en la mirada de Harry, ya que preguntó algo alarmado si le podía ayudar con algo.

"No, no lo creo." Harry dio un vistazo al jardín. No había plantas parecidas a las de la tía Petunia, Habían unas pequeñas flores blancas, cilantro, campanillas de invierno, pasto, lo que supuso era tomate y muchas flores de manzanilla.

"¿Pasa algo malo con mis plantas?"

"Oh no, son hermosas." respondió rápido Harry. "Solo estaba pensando en las plantas de casa... me caí sobre ellas... y creo que están arruinadas." Omitió decir que él también estaría arruinado cuando la tía Petunia las viera, lo cual, con suerte sería hasta la mañana siguiente.

"Ya veo, bueno, quizá si tenga una solución..." dijo Rama pensativo

Harry volteó la mirada. ¿tenía acaso girasoles y claveles amarillos en algún lugar?

Harry se sentía absurdo con el plato de leche, la miel y las florecillas de manzanilla en el suelo frente a las compañeras flores caídas.

Se sentía ridículo, si, pero prefería sentirse ridículo a golpeado.

. La solución que Rama le había propuesto era sencilla,, algo confusa, deliciosa y desesperada… peor sería, si no funcionaba o incluso si la tía lo atrapaba en plena petición a la… naturaleza…

Harry aún tenía dudas.

sería mucho peor que Pedirle a la naturaleza y a las criaturas de ella, que le ayudasen.

Era ridículo y desesperado y si, también el plan.

Dio un vistazo a la casa para asegurarse de que no venían la tía o el tío y se arrodilló, colocando los dos tazones al lado de las plantas aplastadas.

Miró con un poco de tristeza las plantas, No solo porque eran su trabajo, sino porque no se merecían estar ahí, marchitas y aplastadas por una razón tan tonta como que su primo estuviese aburrido.

Harry suspiró, cerró los ojos y se dispuso a hacer lo que Rama le había propuesto: Pedirle a los espíritus de la naturaleza su ayuda.

Rama no había sido específico, le había dicho que simplemente fuese sincero.

Harry enterró con cuidado los ramitos de manzanilla. A su tía no le gustarían, pero eran tan discretos que seguramente no los vería.

"Hola..." Harry cerró los ojos y respiró profundo. "Hola; les pido... espíritus de las plantas, de la tierra, si podrían por favor... ayudarme a levantar estas plantas. se los agradecería mucho. Les dejo esta leche y miel como ofrenda." hizo una pausa para recordar cómo terminar el mensaje. "Este trato ha sido hecho entre amigos."

Harry abrió los ojos y suspiró. Mañana tendría que salir temprano a recoger los platos, la tía Petunia se volvería loca al ver sus flores destruidas, pero al menos los platos no serían razón extra para su enojo.

(***)

Harry soñó con Esteban. los detalles y el contenido estaban sumidos en la espesa neblina de los sueños, pero no tenía duda de que había soñado con el duende del patio de Rama .

Harry se desperezó y levantó para comenzar a preparar el desayuno. puso los huevos al sartén y salió a recoger los cuencos.

Los cuencos estaban, si, también las flores de manzanilla... y los girasoles abiertos mirando al saliente sol, los claveles amarillos se veían más grandes que antes; todo el jardín respiraba vida.

Harry se quedó parado con los cuencos en las manos. Miraba cada flor con sorpresa y alegría. No lo podía creer.

"Gracias… gracias," Harry se sentía como una planta más, lleno de vida y alegría. "Muchas gracias." Dejó una vez más los platos en el suelo, alzó las manos al sol, justo como lo hacían los girasoles a su lado. "bendiciones a todos quienes habéis venido en mi ayuda."

(**)

Diez años después.

Harry se retiró al invernadero número uno, necesitaba la calma de las plantas, pero también necesitaba su ayuda una vez más.

La guerra contra Voldemort había finalmente terminado, no sin pérdidas, claro, no sin muchas heridas tanto emocionales como físicas. Para las emocionales, solo estaba el tiempo como remedio; para las físicas… Madame Pomfrey y los mejores alumnos en pociones trabajaban a todo lo que daban para lograrlo; pero él también podía contribuir en esto… por eso estaba ahí.

Harry comenzó a recolectar todas las flores de manzanilla y otras para las muchas pociones que se necesitaban; al mismo que a cada una de las ramas o flores tomadas, les pedía que crecieran rápido para los difíciles y dolorosos días por venir.

*Notas de Smithback:

Aveces todos se siente demasiado… para mí, las plantas son un magnífico relajante; después de verlas, olerlas, ponerles agua o simplemente estar a su lado, es un gran respiro.

Esta historia fue quizá demasiado sin sentido, fue un poco más para mí que para ustedes, pero espero les gustase también.

Y recuerden,

-Dos de Octubre, No se olvida-

El detalle de las flores

Harry aprende que hay muchos tipos de ayuda que puede dar y recibir.